Dos meses habían pasado desde que Minghao había llegado a Corea, de conocer a sus compañeros de grupo, de compartir habitación con Soonhyung, o como le decían los demás "Hoshi". Desde la primera vez que lo vio había comenzado a crecer en él un gran respeto por aquel chico, le admiraba. Pero por alguna extraña razón no quería hacérselo saber. Incluso se podría decir que lo trataba con algo de indiferencia.
Hoshi siempre lo había tratado con la misma amabilidad que a todos, pero se daba cuenta de que Minghao era un poco más frío con él que con los demás miembros. Le molestaba aquello, ¿por qué no lo trataba como a los demás? Él quería que incluso fuera mejor su relación con él, después de todo, ¿sería normal, no? Si eran compañeros de cuarto.
Por ello se pasaba todas las noches tratando de llamar su atención cuando estaban a solas en la habitación, después de entrenar. Pero antes de que lograra hablar dos líneas, Minghao se excusaba con un "Hyung, estoy cansado", se acostaba de espaldas a él y se quedaba profundamente dormido. O al menos eso era lo que Hoshi pensaba. La verdad era que su compañero estaba tan nervioso por su presencia que no había conseguido dormir bien desde que había llegado allí.
Una noche, cansado de que lo evitara, Hoshi se propuso hablar con él, preguntarle si había hecho algo mal. Llevaría a cabo su plan el día siguiente.
Estuvo nervioso durante todo el día de práctica y los demás notaron que había algo que lo estaba teniendo intranquilo, pero lo dejaron estar. Sabían que Hoshi se animaría pronto y volvería a ser el de siempre, después de todo era uno de los más alegres entre ellos.
Terminaron de practicar la coreografía para su debut y se fueron a duchar. Hoshi se cruzó con la mirada de Minghao antes de salir de la sala, y comenzaba a perder valentía, el chico de verdad parecía tan frío... Lo que no sabía él, era que esta persona que lo hacía estar inquieto, estaba a punto de llegar a su límite ignorándolo...
Minghao entró primero a la habitación, ya se había cambiado, se dispuso dormir antes de que Hoshi llegara. Rió para sus adentros por su, para él, "magnífico reciente plan". Aquel día se había preocupado por Hoshi, quien no había estado sonriendo como un tonto y bromeando como de costumbre. Quería saber qué le pasaba, ser un amigo para él, escucharlo. Pero era tan débil cuando se trataba de aquel bailarín que tanto admiraba. No sabía qué pasaría si dejaba de ignorarlo, no quería siquiera seguir pensando en él. Sólo quería dormir, para volver a entrenar con el grupo. "Eso sería lo mejor, sí", se dijo, antes de quedar profundamente dormido.
Cuando Hoshi entró, dispuesto a que comenzaran a ser más cercanos de una vez por todas, no se esperaba lo que estaban viendo sus ojos: un Minghao que dormía plácidamente en su cama, abrazando las sábanas y soltando palabras sin sentido entre sonrisas. No era la primera vez que lo había escuchado hablar entre sueños, despertándolo muchas veces, pero sí la primera vez que lo veía mientras sucedía, y sonriendo de esa manera. Hoshi eliminó la palabra tierno de su mente. No había forma de que aquello le esté pareciendo tierno. Con rapidez, antes de preguntarse a sí mismo qué estaba haciendo, se acercó a él y le puso la toalla que había usado para secarse el cabello en su rostro, tapando la expresión que lo estaba volviendo un estúpido. Se dio la vuelta con la intención de tirarse en su cama, balbuceando un "Maldito frío", que no llegó a terminar porque todo su mundo se paró cuando sintió una mano en la suya, impidiendo que se valla.
-Hyung...-dijo Minghao con el rostro aún tapado por la toalla, comenzaba a molestarle la humedad en él, lo había despertado... algo.
Hoshi se dio vuelta bruscamente y se preguntó por qué se estaba sintiendo así. Pero actuó antes de saber la respuesta. Todavía tenía la imagen sonriente del rostro de aquel chico dando vueltas por su cabeza. Aprovechó la situación, la toalla en su rostro, y se acercó a él, depositando un fugaz beso en lo que creyó que serían sus labios.
Minghao no sabía qué estaba pasando con Hoshi, estaba demasiado cansado como para moverse y sacarse aquella toalla de la cara. Sin embargo, estaba totalmente seguro que los labios de su compañero de cuarto estaban presionándose sobre los de él... casi, con aquella húmeda toalla entre ellos. No podía moverse, no quería rechazarlo y preguntarle qué estaba haciendo, como si le molestara.
Ya que pese a no poder derribar aquella pared que había construido sin saber por qué en aquel chico que tanto admiraba, sí podía quedarse quieto y disfrutar lo que sucedía mientras durara...