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Love Secret por Momoka Yuuki

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Notas del capitulo:

Hola :3

Este es como un cap. extra tenia tantas ganas de escribirlo, espero y les guste.

Es un poco sobre el pasado de Madara :D

No tengo mucho que decir. ;)

Cap.12.5 Una nueva luz

Un joven pelinegro de dieciocho años de edad estaba en uno de los tantos callejones que conforman la ciudad peleando con un grupo de vándalos de la institución vecina, el joven que literalmente les estaba partiendo su mandarina en gajos era conocido por todo el grupo estudiantil de Konoha así como el de la institución vecina de Suna como el demonio Uchiha por sus  habilidades de combate, limpias y elegantes, además de que era demasiado extraño que saliera con algún rasguño en cada una de sus peleas. Siempre y al parecer diario, se enfrentaba a un pequeño grupo de jóvenes que le retaban a la hora de la salida o cuando iba ya rumbo a su hogar, saliendo para fortuna de él y para el des fortunio de ellos, victorioso.

Pero en esta ocasión había algo diferente, Uchiha Madara el joven varón  que siempre era buscado y no el buscador cambio su estrategia. Al sonido del timbre que indicaba el fin de clases, tomó inmediatamente sus cosas y  guardándolas en su morral se dirigió a la salida del colegio pasando de largo a su queridísimo hermano doncel Izuna. Toda persona que le veía caminar por el pasillo se alejaba abruptamente de él, al igual que su grupo de fanáticas que nunca se le habían despegado hasta ahora, guardaban su distancia y le miraban con temor. El aura que desprendía era intimidante y sus ojos ónices que anteriormente mostraban al menos un poco de brillo, carecían de este  y por instantes se lograban ver carmines. Izuna comprendía el dolor que su hermano estaba sufriendo en esos momentos así que inmediatamente se apresuró a alcanzarlo y avisar a su chofer que en esta ocasión tomarían el bus. El menor procuraba que su hermano no notara que le estaba siguiendo, cuando descendieron del bus, ya en la ciudad, vio como este se dirigía a la institución de Suna y de inmediato buscaba problemas con los estudiantes de aquel lugar. Esa fue la primera vez que veía como su hermano, su modelo a seguir y el chico que era amable aunque distante con las personas buscaba pleito. A pesar de que eran cinco personas contra el Uchiha, este les estaba propinando severos golpes hasta dejarlos casi inconscientes. El doncel vio cómo su hermano Madara les miraba despectivamente y como una malévola sonrisa se dibujaba en su pálido rostro. Era la primera vez que le veía así y desafortunadamente no sería la última.

—Madara, ¿dónde has estado?— hablo su madre con un tono autoritario en su voz— pero mira nada más como vienes, sube inmediatamente a tu habitación a cambiarte, hablaremos seriamente de esto.

El nombrado solo chasqueo la lengua y subió a su habitación como le fue ordenado, Izuna miraba a su hermano preocupado y le siguió hasta la planta alta.

— ¿Qué quieres Izuna?—  cuestiono el mayor al notar como su hermano entraba a la habitación con él, el menor solo se limitaba a mirarle y bajar su mirada de vez en cuando— si no tienes nada que decirme, mejor lárgate.

—Yo, umh… este… — empezó a jugar con la tela de su pantalón, quería decirle a su hermano que dejara las peleas, ya había pasado más de tres meses y este seguía con esto, además de que ya no solo eran riñas entre escuelas, ahora también se dedicaba a participar en peleas callejeras, en su mayoría ajenas a su persona, preocupándole que se hiciera o le hicieran daño— papá dijo que iríamos al hospital a ver a Mikoto para conocer al nuevo miembro de la familia— termino de decir aquello y abandono la habitación, no era capaz de hacerle saber a su hermano que lo que hacía estaba mal y que esa no era la manera para apaciguar su dolor.

Madara se levantó de hombros y continúo con lo que estaba haciendo, aunque primero consideraría en tomar una ducha si es que iban ir al hospital, sabía lo que su hermano le quería decir y podía ver la preocupación y terror cada vez que lo encontraba en aquellas peleas, agradecía que todavía no le dijera nada a sus padres, eso sería una deshora para el apellido, aunque eso no le importaba ciertamente, solo quería evitar el sermón que le daría tanto su progenitor como su hermano mayor. Además si se llegaban a enterar por parte de terceros, aunque había amenazado a cada uno de sus oponentes de que si llegaban a decir siquiera alguna palabra de lo sucedido lo lamentarían por el resto de sus vidas, no dudaba que llegara a pasar, pero como les explicaría o más bien como ellos entenderían que ese era el único método que le daba una satisfacción al sentir que vengaba la muerte de su prometido.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, limpiándolas de inmediato con su antebrazo, todavía no podía olvidar como había sucedido todo y como frente a él había fallecido su gran amor.

Era una agradable tarde, el cielo estaba coloreado de unos ligeros tonos anaranjados, amarillos y azules, las nubes estaban empezando a adquirir una tonalidad más oscura indicando un posible chubasco. Madara estaba en la cima de una pequeña colina acompañado de su novio Hashirama, ambos observando el atardecer, procuraban al menos ir una vez a la semana a contemplar el atardecer en aquel lugar, ese mismo lugar que estaba escondido entre la espesura del bosque y mismo que se encontraba entre la ciudad y el campus en el que ambos asistían. Ese lugar era especial, ya que ahí fue donde ambos se conocieron.

— Ya es hora de irnos, está empezando a hacer frío— dijo el Uchiha mientras se levantaba y se sacudía las hierbas y el pasto que se habían adherido a su ropa, para después ayudar a su pareja a levantarse.

— Bien, pero en esta ocasión yo manejo— dijo entusiasta el joven Hashirama mientras le arrebataba las llaves del vehículo y se apresuraba a llegar al automóvil. El varón solo sonrió y con las manos en los bolsillos empezó a seguirlo— ¡si no te apuras te dejo aquí en el bosque!— gritó para después emprender carrera, Madara chasqueó la lengua y acelero el paso para no perder de vista a su novio.

La lluvia había comenzado al parecer antes de lo previsto, ambos jóvenes todavía se encontraban conduciendo sobre la carretera, faltaban diez minutos de camino para llegar a la ciudad, Hashirama había encendido la radio para ir escuchando y cantando las canciones pop del momento mientras que Madara se dedicaba a escucharlo en silencio y ver el camino a su alrededor. Todo fue tan rápido e instantáneo, solo sintió  como su cuerpo era rodeado y después todo perdía sentido, solo llegó a escuchar un estruendoso ruido, seguido de varias patrullas al parecer siguiendo a alguien. No supo cuánto tiempo estuvo inconsciente pero sentía como las gotas de lluvia se estrellaban contra su rostro, además de un peso sobre su cuerpo y un terrible dolor en la pierna izquierda. Trato de levantarse aun en contra del dolor que le producía aquella acción, percatándose que el cuerpo que estaba sobre él era el de su pareja Senjû Hashirama, olvidándose en ese momento de su condición y fijando toda su atención a su doncel.

Sin poder evitarlo sus ojos se llenaron de lágrimas al ver la condición de su amado, tenía severos golpes en todo el cuerpo, una gran cortada en la pierna derecha dejándole ver ya parte del hueso y quería suponer que esta misma estaba fracturada, además de una gran barra metálica enterrada en la espalda baja.

— Mada… — susurró el doncel al sentir como el moreno le acariciaba con tanta ternura su mejilla— no llores… —quiso levantar su mano para tomar su rostro, pero ya las fuerzas no le eran suficientes.

— Hashi, ¿por qué?— su voz se atoro, siendo incapaz de seguir hablando, solo vio cómo su novio le sonreía y en un ataque de tos escupía algo de sangre— no, no, no por favor.

— Te… te amo Madara… y quiero que seas feliz— por sus mejillas se empezaron a deslizar algunas lágrimas, ya no sentía dolor, sabía que su último suspiro estaba por concluir— eres y siempre serás lo más importante para mí– con sus últimas fuerzas logro incorporase un poco para depositar un suave y pequeño beso sobre los labios de un abatido y confundido azabache, para luego desplomarse y quedar recostado sobre el pecho del varón.

Aun recordaba como el cuerpo de su prometido iba perdiendo poco a poco su calor corporal, en cómo después de haber recuperado algo su juicio analizaba la zona del accidente sacando la conclusión de que habían sido envestidos y que habían rodado a través de un barranco, siendo el doncel quien lo protegiera con su cuerpo de aquella muerte segura para ambos y de cómo a pesar de lo sucedido lo había logrado sacar del automóvil que se encontraba a unos pocos metros de distancia más abajo. Después por medio de las noticias se había enterado que el auto que ocasiono aquel accidente era conducido por jóvenes estudiantes que manejaban en estado de ebriedad mientras escapaban de los oficiales. A partir de aquel hecho se había prometido internamente que encontraría a los culpables y les haría pagar por haber ocasionado su muerte.

Estaba la familia Uchiha reunida en un cuarto de hospital contemplando, admirando y haciéndole compañía al nuevo miembro de la familia junto a la orgullosa madre. Madara después de platicar y haber al menos cargado al bebé por un momento en sus brazos contemplando la fragilidad de esa pequeña criatura, mantuvo una distancia prudente, viendo como sus demás familiares estaban emocionados por esa nueva proeza de la madre naturaleza. Junto a él se mantenía su pequeño sobrino de cinco años, Uchiha Itachi, al parecer de muchos celoso de la poca o nula atención que le estaban dando. Madara prefirió sentarse en el suelo esperando que el tiempo se pasara rápido para así retornar a su hogar, el menor que se encontraba a su lado le imitó sentándose a su lado y recargando su cabecita en el hombro.

— ¿Celoso?— profirió el mayor con un tono de voz burlón, el menor solo negó con la cabeza— ¿entonces?

El niño levanto su cabeza para verlo y después volver a retomar su posición inicial— es pequeño y debo protegerlo— el mayor sonrió ante aquello, el jovencito a pesar de solo ser un infante ya pensaba como todo un mayor— la vida es tan frágil que en el momento en que menos te des cuenta ya habrá dado su fin— soltó un suspiro y dirigió su mirada a los mayores que ahora se estaban retando para ver quien cogía a su pequeño hermano.

— Has dicho algo muy cierto, pero aún eres muy pequeño para andar pensando en aquellas cosas— con su mano libre alboroto los lacios cabellos, ganado un tierno mohín y un codazo en su pierna, haciendo una mueca en donde trataba de disimular el dolor— bien, bien ya no te mimo, pensé que realmente estabas celoso del pequeñito Sasuke.

Madara soltó una divertida risa mientras que Itachi se levantaba y posicionaba delante de él para mirarlo mal y después abalanzársele y atacarlo, jalando con sus pequeñas manos esos alborotados y largos cabellos negros. Izuna miraba la escena con ternura, el pequeño Itachi lo único que hacía y quería lograr es que el tonto de su hermano mayor quitara esa mirada triste y furiosa que le dedicaba a la vida. Cuando ambos azabaches se hubieron cansado, Itachi retomo su lugar al lado del mayor y volvió a contemplar la escena frente a él, su madre Mikoto cargaba y mecía suavemente al bebé mientras le susurraba una canción, la mirada que le dirigía era de absoluto y puro amor maternal, sintiendo como ese instinto de protección crecía dentro de su pecho y de la importancia que trae la vida consigo— una vida nace y otra muere— susurró sin dejar de ver hacia enfrente en donde ahora su padre besaba la frente de su esposa. Madara escucho claramente esas últimas palabras, palabras que le causaron un revuelco en el estómago y le pondrían a pensar por unos tantos años.

Ya habían pasado un poco más de seis años, ahora era todo un joven empresario que ocupaba la vicepresidencia en la compañía familiar y estaba empezando un nuevo proyecto fuera del país junto a su hermano Izuna, solo esperando que este concluyera sus estudios universitarios para hacer que ese plan en mente se desarrollara satisfactoriamente. Ya había dejado las peleas callejeras hace alrededor de cuatro años, concentrándose exclusivamente en su crecimiento personal en el sentido profesional, todavía no podía olvidar a su prometido logrando así ya no establecer ninguna relación amorosa con nadie, solo tenía ligeras aventuras con cualquier tipo o tipa que estuviera dispuesta.

Esa tarde había optado por pasar a la casa de su hermano mayor para tratar algunos asuntos que no lograba comprender y de paso saludar a sus sobrinos, en especial al mayor, desde aquel acercamiento en el hospital se habían vuelto inseparables y tener una plática amena con él no le caería mal en esos momentos. La joven del servicio le había dado acceso a la imponente mansión adentrándose sin impedimento alguno y dirigiéndose directamente a la sala. Estaba ingresando a la habitación cundo sintió como algo o alguien chocaba contra su pierna derecha, bajo su mirada para ver al causante, solo logrando distinguir una pequeña mata de cabellos rubios que le hacía una reverencia y emprendía carrera hacia la puerta, por el acceso opuesto veía como ingresaba su pequeño sobrino al igual que el niño anterior corriendo y miraba por todos lados.

—Hola tío, ¿has visto pasar a Naruto?— pregunto el menor sin dejar de buscar a los alrededores, el mayor levanto una ceja confundido.

— ¿Naru… qué?

— Olvídalo— e ignorando al mayor, Sasuke se dirigió a la salida al parecer buscando a “Naruto” empujando a su hermano mayor que iba adentrándose a la sala.

Itachi solo veía a su hermano con una sonrisa hasta que lo perdió de vista, dirigió su mirada hacia su visita esbozando una discreta sonrisa y tomando asiento en el sofá invitando al mayor que le acompañara. Ambos se enfrascaron en una plática sobre asuntos relacionados con los problemas actuales y algunos relacionados con su vida privada, así continuaron hasta que el peli-negro mayor hizo acto de presencia. El joven azabache se levantó cediéndole el asiento a su padre y el dirigiéndose al sofá individual para empezar con su lectura sobre el cuerpo humano. Así habían ocurrido ya más de dos horas, la señora Mikoto platicando amenamente con alguien en el jardín, los hermanos Uchiha conversando los avances en los negocios que estaban tratando e Itachi aún continuaba con su lectura. Todo eso fue interrumpido, por excepción de la actividad de afuera por el grito de un niño rubio que entraba corriendo a la sala y se abalanzaba sobre el primer varón que le genero la confianza suficiente. Madara al sentir como el pequeño se abalanzaba sobre él lo primero que pensó y quiso hacer fue quitárselo de encima, pero el firme agarre que tenía el pequeño sobre su camisa le impidió hacerlo, además su otro sobrino iba adentrándose gritando el nombre del rubio y este susurraba no repetidas ocasiones.

— Sasuke, ¿ahora que le hiciste al pequeño Naruto? — cuestiono Fugaku al ver como el blondo no despegaba la cara del pecho de su hermano.

— ¡Yo no le he hecho nada!— se defendió el menor— solo le dije lo que escuche que dijeron nuestras madres— el rubito rápidamente se despegó de su refugio para ir a taparle la boca a su amigo —mmm…

— No digas nada— trato de retener al moreno entre sus pequeños brazos, pero el Uchiha era un poco más fuerte que él, además de que para quitar su bronceaditas manos había utilizado su lengua sabiendo que le generaba tanto asco— eres un tonto— empezó a limpiarse las manos en su short de marinerito y después se abalanzo contra su igual.

Itachi que había perdido interés en su libro desde que los menores entraron haciendo escándalo, se levantó de su lugar con calma suficiente para después separar a los infantes y posicionándose entre ellos dos dirigiéndoles una mirada fría, los niños al instante se pusieron rígidos, con la espalda recta y los brazos en los costados, esperando lo que les fuera a decir el mayor. Los adultos miraban aquella escena entretenidos, les sorprendía el hecho de que Itachi fuera capaz de controlar la situación con suma calma.

— A ver Naruto dime, ¿qué es lo que te dijo o hizo Sasuke para que entraras gritando? — El rubito solo inflo sus mejillas mientras que también adquirían un adorable color rosado y volteaba su rostro tratando de evitar la mirada de ambos azabaches, el adolecente solo suspiró— ¿qué ocurrió Sasuke?

— Nada— se levantó de hombros ganándose una mala mirada de su hermano mayor que le hizo pasar saliva— bien, yo solo dije que aceptaba y que estaba bien.

— Estaba bien ¿qué?— levanto una ceja reflejando su duda, en eso el blondo iba a exclamar  nuevamente si no hubieses sido por el movimiento de cabeza que le hizo el mayor, Sasuke solo esbozo una pequeñita sonrisa.

— Mamá y la señora Kushina estaban diciendo que cuando Naru y yo fuéramos grandes yo iba a casarme con él— dijo de lo más contento el pequeño azabache mientras que el rubio movía su cabecita de un lado a otro.

— Al menos saben lo que eso significa— esta vez fue Fugaku quien intervino, le parecía graciosa y adorable la situación, aunque mantuviera su severa expresión.

— Sí— volvió a hablar el pequeño moreno— mamá dijo que eso significa que Naru va a ser la mamá y yo el papá de nuestros bebés cuando seamos mayores, así como tú y ella.

Itachi solo bajo la cabeza y la movía de un lado a otro desaprobando aquel comentario, ahora entendía un poco el actuar del rubio, mismo que había negado nuevamente ese decir.

— Yo no me quiero casar con un teme como él— señalo a su amigo— yo me casaría con alguien como mmm… — se puso a pensar mirando a los cuatro varones que estaban en la sala, alternaba su azulina vista entre todos los presentes hasta que con una gran determinación dibujada en su rostro señalo a uno— sería con él.

Madara se sorprendió un poco al saberse señalado, más sabiendo que su semblante por lo general siempre ahuyentaba a las personas y recibía algunos consejos (aunque no los pidiera) de algunos colegas que cambiara esa expresión amarga con la que siempre cargaba. El menor se posiciono delante de él, con las mejillas sonrosadas y con aquellos expresivos y grandes azules ojos que reflejaban la pureza de su corazón.

— Oh… hum… mi… mi nombre es Uzumaki Naruto, ¿cuál es su nombre?— jugaba con la tela de su short, esperando ansioso la respuesta.

— Uchiha Madara— aplico un tono de voz grave tratando de espantar al rubio, cosa que no logró, ya que el menor le tomo de la mano enredando sus deditos entre los suyos.

— Ya viste Sasu, Madara-san va a ser el papá de mis bebés, no tú— le dijo sacándole la lengua y después se echó a correr siendo seguido por su amigo y observados por los mayores de la habitación.

— Ya vez te han comprometido sin tu consentimiento— se burló Fugaku al ver la anonada cara de su hermano menor— si Izuna estuviera presente se estaría burlando de ti en ese mismo instante.

— Ah Naruto, te hace falta aprender a sentir un poco de pudor al decir las cosas— comenzó  a decir Itachi— eso de soltar a la ligera que vas a ser el padre de sus hijos es algo bochornoso y comprometedor— trataba de contener la risa logrando que una graciosa mueca dibujaran sus facciones.

— ¡Ya basta! No es tan gracioso— se abochorno un poco el joven adulto, se había sentido tan extraño siendo observado minuciosamente cuando el menor le había pedido nada más que solo su nombre, esos lindos y expresivos ojitos color mar removieron algo en su interior que creía olvidado y a partir de ese entonces había captado toda su atención sin que él mismo se diera cuenta hasta unos años después.

Estaba festejando su cumpleaños número treinta, había regresado de Londres solo por insistencia de su familia para pasar su día en compañía de ellos, su hermano mayor y su cuñada le estaban animando para que se diera la oportunidad con una de las tantas amigas que tenían ya que no era posible que ya cumpliendo esa edad no pudiese establecer relación con alguien. …l solo resoplaba desanimado, esa era una de las tantas cosas que no le gustaba que tomaran como tema principal, solo estaban reunidos miembros de la familia Uchiha cada uno compartiendo puntos de vista al respecto. Esa “amena” plática fue interrumpida por el sonido del timbre y casi inmediatamente por el ingreso de un niño rubio al gran comedor junto con la mucama. El joven rubio se avergonzó por tan solo su simple presencia en aquella reunión, que sonrojado se inclinó pidiendo disculpas, Sasuke se levantó de su lugar acompañando a su mejor amigo a otra de las tantas habitaciones de la mansión.

El niño rubio, cuyo nombre no había olvidado atrajo toda y completamente su atención, algo inusual ya que desde aquel accidente de su juventud ninguna mujer o siquiera doncel habían logrado captar su interés, aún recordaba el cómo fue la primera vez que le conoció, todo un chiquillo de seis años, pero ahora al parecer ya tenía trece años. No pudo apartar su vista de él en cuanto llego, le había parecido la criatura más hermosa sobre toda la tierra, las mejillas sonrosadas y la sonrisa nerviosa en donde mostraba su blanca y radiante dentadura, pudo notar como el doncel se había dado cuenta de su presencia poniéndolo aún más nervioso y al parecer agradecido de que su sobrino fuera a su auxilio y rescate.  

Fue a partir de entonces que empezó a observarlo a la distancia, investigo todo sobre el chiquillo que había logrado robarle algo más que un suspiro, dejo a su hermano a cargo de su editorial para dedicarse a saber más de aquel doncel del cual ya se había obsesionado.  Habían pasado ya cuatro años, hasta que un día decidido se dijo a sí mismo que empezaría por mantener una relación parecida a algo más que conocidos y para su buena suerte aquel día viernes saliendo de la institución lo vio, ahí sentado esperando su ruta. Se dijo  que no tendría otra oportunidad como aquella y dándose ánimos se dirigió a la parada, inhalo y exhalo antes de  dirigirse a su encuentro, condujo hacia esa dirección y tocando el claxon atrajo su atención.

—Uzumaki, que extraño verle por aquí a estas horas

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí, espero que les haya gustado :D

La próxima semana continuamos con la historia =)

Les quiero y abrazos a todos ustedes gentecita hermosa 

Bye!


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