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Love Secret por Momoka Yuuki

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Notas del capitulo:

¡Hola! -w-

Lamento la super mega demora, me dije que ya no me iba retrasar tanto, pero... mejor ya no digo más pateticas excusas u.u Aunque el trabajo estuvo un tanto acumulado.

Espero que sea de su agrado, es un poquito más largo que lo usual, así que espero que no les sea un poco tediosa la lectura :D

Sin más que agregar les dejo leer.

Cap.16 Dulce y dolorosa verdad.

En cuanto vio cómo su hijo partía con el heredero principal de los Uchiha, se adentró nuevamente a su residencia empezando por levantar todo el desorden que había generado su “retoño”. No podía simplemente decirle que se quedara con él, cuando no tenía planeado regresar a su casa hasta la próxima semana y probablemente él ya tenía planes. Se adentró a la cocina, abriendo el refrigerador para sacar algo de la comida que había dejado previamente preparada, que para su mala o buena suerte solo había un guisado que consistía en papas y algunos vegetales; calentó la comida agregándole unos ingredientes extras para hacerla más apetitosa y por consiguiente dirigirse al comedor a degustarla.

Una vez terminada esa simple labor y el haber limpiado el poco desorden generado se volvió a dirigir a la sala, encendió el televisor, cambiando de canal en canal sin encontrar algo que llamara su atención dejándole en un canal de música juvenil. Dejó caer su cabeza en el respaldo del sofá, cerrando los ojos y tratando de relajarse << que solo y deprimente es estar aquí>> pensó. Por un  instante se imaginó lo solo que se ha de haber sentido su pequeño cuando ambos se marchaban a sus respectivos trabajos y de cómo buscaba la compañía de los morenos para apaciguar un poco su soledad. “No tiene nada de malo amar tu trabajo, pero aprende a dividir el tiempo que dedicas a tu profesión y el tiempo que le dedicas a las personas que más quieres”, recordó las palabras que una vez le dijo Iruka, cuando Naruto se había desaparecido después de verlos a él y Kushina discutir por un tema que ahora carece de importancia.

— Lo siento hijo, soy un pésimo padre— rompió el silencio de la residencia con esa lamentable oración, sabiendo que su hijo no iba a escuchar su disculpa. Apago el televisor, tomo el bolso de su hijo sacando la libreta que se encontraba dentro. Pasó las hojas rápidamente, veía puras letras, párrafos tachonados y más letras. Reconocía que su hijo tenía un talento nato en la redacción y en la música pero no podía al menos llamarle la atención. Llegó a la última hoja, viendo ahora garabatos y uno que otro dibujo, aunque solo uno llamo su atención, un corazón con dos letras escritas en el centro. Una sonrisa dibujaron sus labios, ese tipo de garabatos eran un típico de las muchachitas de la secundaria baja. Volvió a guardar el cuadernillo en el interior del bolso, se puso de pie y se dirigió a la habitación de Naruto.

-o-

El reloj marcaba las veintiún horas con treinta y siete minutos, luego de ver una película de acción y degustarse con unas palomitas decidió que ya era hora de dormir. No negaba que no se había sentido solo en su propia casa, estaba más que acostumbrado a tener al menos la compañía de su revoltoso hijo o la de su amada esposa. Una parte de él todavía le costaba darse a la idea de la pérdida de su consorte, pero no podía dejarse vencer nuevamente por la impotencia de la pérdida, tenía que ser fuerte por él y sobre todo por Naruto. Borrando todo tipo de pensamientos tristes y negativos que pudieran rondar por su cabeza, decidió que era mejor irse a dormir  y esperar por un nuevo día acompañado de su amado hijo.

Pero al parecer sus planes no empezaron como lo había previsto, para empezar siempre que descansaba no acostumbraba a levantarse temprano, por lo general era a las nueve o diez de la mañana; segunda, el primer día era exclusivamente para dedicárselo a su familia y no recibir ningún tipo de visita sin previa cita, fuese quien fuese y todos sus conocidos más cercanos lo sabían de antemano.

-o-

Regresó a la sala con un par de tazas de café, colocando cada una en sus respectivos lados, se limitaba solo a observar los movimientos que ejercía el Uchiha, esperando pacientemente a que dijera el motivo de su inesperada visita matutina, tenía una vaga idea a que era a lo que venía pero más valía ser prudente y no alterar el orden de las cosas.

— Me parece más que extraño que usted venga en persona a hacerme una visita directamente a mi domicilio, nosotros no somos más que conocidos gracias a la amistad que tengo con su hermano. ¿Acaso tiene un asunto pendiente conmigo?— empezó a decir Minato, el silencio ya se había prolongado demasiado y él era paciente, sí pero no tenía toda la mañana, observó cómo su visita dejaba a un lado la taza de café y le dedicaba una casi imperceptible sonrisa.

— Bien, podríamos decir que sí y no tengo algún asunto que tratar con usted— se cruzó de brazos, acomodándose correctamente en el sofá, aguardando un pequeño lapso de tiempo antes de continuar— más bien, me gustaría que esta conversación tratara en relación a Naruto.

El Namikaze contrajo sus cejas y apretó los puños, logrando que los nudillos se pusieran blancos por la presión que estaba ejerciendo, inhalo aire lentamente tratando de calmarse, todavía no era el momento para “armar” una de sus escenas— ¿por qué deberíamos tratar un tema referente a mi hijo? ¿Qué relación tiene con usted, señor Uchiha?— preguntó calmado y analítico, pudiendo así notar un ligero estremecimiento en el moreno.

— Soy el profesor a cargo del área de literatura en el instituto de Konoha, precisamente estos fines de semana en los que su hijo a estado asistiendo al colegio es por las asesorías en las que mis subordinados y yo les estamos impartiendo, para así escoger al digno candidato para representar el nombre del colegio— expresó serio y con algo de orgullo.

— Entiendo, eso quiere decir que Naruto hizo algo, ¿o me equivoco?— el rubio no terminaba de entender el motivo real de la visita del hermano menor de su mejor amigo, su instinto de padre le decía que el azabache le estaba escondiendo el verdadero motivo, dándole demasiadas vueltas al asunto. Notó como este se quedaba quieto en su lugar, al parecer pensado lo siguiente que iba a decir— vayamos al punto, darle demasiadas vueltas al asunto no es lo mío y al parecer tampoco lo es para usted.

Madara ya no supo que responder ante aquello, era cierto, él no era una persona que le diera demasiadas vueltas, pero había notado como el Namikaze había reaccionado en cuanto el nombre de su hijo había salido a relucir. No podía arriesgarse y soltar todo de golpe, aun sabiendo que su pequeña pareja no le había dicho ni dado señales de una relación con él. Se limitó a asentir con la cabeza, mientras que por sus labios se escapaba un largo suspiro.

— Tiene razón, esto de irse por las ramas no es mi estilo— aceptó el Uchiha— pero al menos quería hacer menos tensa esta “reunión”— sonrió de medio lado, tomando la taza de café y sorbiendo lentamente de aquel líquido.

El rubio quería levantarse de su lugar, colocar sus manos alrededor de ese pálido cuello y estrangularlo por su atrevimiento. Tomó el puente de su nariz, tratando de tranquilizarse y sorbiendo un poco de su café.

Subió a la habitación de su pequeño con toda la intención de dejar el pobre bolso abandonado en su lugar, entró, encontrándose con todo impecablemente limpio. Dejó el bolso en la silla que reposaba tras el escritorio, miro la habitación azul cielo buscando alguna anomalía (además de la limpieza), percatándose que el cajón lateral derecho del escritorio estaba levemente abierto. No le costaba nada empujar el cajón para cerrarlo completamente o simplemente ignorarlo para después marcharse de ahí, pero como todo buen padre la curiosidad le pudo más. Abrió el cajón, encontrándose con un montón de lápices, hojas y algunos artículos de oficina sin usar, logrando distinguir entre todo ese material una hoja de libreta doblada en cuatro, misma que no cuadraba con lo que estaba dentro. Agarró la hoja, la desdoblo y leyó el contenido. Sus cejas se contrajeron, apretó los puños arrugando la hoja en el proceso y soltó un bufido. ¿Por qué su hijo le ocultaba ese tipo de cosas? ¿Acaso no le tenía la confianza suficiente para decirle lo que sentía? Meneo la cabeza para evitar darle una posible respuesta a sus preguntas, volvió a doblar el papel dejándolo en donde lo encontró, trato de calmarse, ya mañana hablaría con su hijo al respecto.

La pequeña taza de té, de color crema y flores color azul marino, volvió a reposar en la pequeña mesa de centro, ninguno de los hombres planeaba hablar, ambos se mantenían la mirada tratando de descubrir las intenciones o posibles acciones que pudiesen realizar. Minato ya se estaba exasperando, se supone que quien debía aclarar el motivo de esa “reunión” era el Uchiha pero no hacía nada más que mirarlo de tanto en tanto y comer lentamente cada una de las variadas galletitas que reposaban en un plato similar a la taza.

Madara por otro lado se encontraba nervioso, no pensó que se llegaría a sentir de ese modo después de más de quince años, la misma sensación de nervios que tuvo en cuanto fue a la casa de los Senjû a pedir la mano de su novio, obviamente antes de enterarse que estaban comprometidos. Aunque ahora sabía que era completamente diferente y ver la severa mirada que le dirigía el rubio lo hacía sentir expuesto en muchos aspectos, causando que la ansiedad le empezara a dominar aunque obviamente por la superficie se mostrara tranquilo y altivo.

— ¿Cuántos años tiene?— preguntó, si el Uchiha no quería iniciar, él lo iba a hacer a su manera.

El aludido levantó una ceja, sospechaba que el Namikaze ya supiera algo al respecto y solo esperaba el momento idóneo para que le soltara todo, no se arriesgaría en vano, mejor respondería de acuerdo a cada uno de los cuestionamientos que le realizara el rubio.

— Treinta y cuatro— respondió, observando como el hombre frente a él volvía a contraer sus cejas, optando mejor por presentarse adecuadamente— volvamos a comenzar, mi nombre es Uchiha Madara, tengo treinta y cuatro años, soy el segundo en mi familia, usted ya conoce al resto, así que omitimos esa parte, soy dueño y fundador de una reconocida editorial en Londres y próximamente el Instituto Konoha va a ser mío.

— Gracias por la presentación señor Uchiha, pero eso no era lo que quería saber— una leve sonrisa dibujaron sus labios al ver cómo le molestaba al moreno que le llamara “señor” y del también como rechazaba la información recién recibida. Le sorprendía en sí la supremacía de su apellido y de su éxito personal, pero obviamente nunca se lo haría saber— ahora dígame el verdadero motivo de su visita.

— Bien— carraspeo un poco la garganta antes de continuar— su hijo Naruto es una maravillosa persona, además de inteligente y modesta, por lo que me he dado cuenta tiene un gran talento en la escritura así como también tiene una gran imaginación, como profesor y dueño de una casa editorial le puedo asegurar el gran éxito que tendría sí se dedicara a ser todo un escritor.

— Lo sé, tanto mi amada esposa y yo nos dimos cuenta hace varios años, aunque sabemos que también tiene un gran talento con la música— señalo el piano— pero tanto ella como yo nunca lo vimos como algo para que ejerciera como profesión, además cuando le preguntamos a Naruto al respecto, él solo nos dijo que tanto la música como la escritura son un pasatiempo para él, que realmente él quiere ser profesor de biología, enfocado en la rama de genética— su mirada y su sonrisa reflejaban lo orgulloso que se sentía de su pequeño, además de que estaba siguiendo sus pasos— ¿ese es realmente el motivo de su visita?— levanto su ceja derecha sin dejar de ver al moreno.

— No, solo quería empezar diciendo lo talentoso e inteligente que es su hijo— respiro profundo y apretó suavemente la tela de su pantalón, todo sin dejar de mirar al Namikaze y sin que este le apartara la mirada—  ahora, el verdadero motivo de mi visita matutina es para revelar lo siguiente— se cruzó de brazos y guardo silencio por un corto lapso de tiempo, tratando de tranquilizarse y sonar lo más neutral posible, dejando expectante a su interlocutor— estoy manteniendo una relación con su hijo, Naruto Uzumaki.

“Lamento mucho no haberle corregido anteriormente señor Minato, pero tiene razón, yo no estoy manteniendo una relación con Naruto”, fueron las palabras que le declaró Sasuke esa tarde en donde lo invitó a comer. Las esperanzas de que su pequeño rubio terminara con el menor de los Uchiha habían sido desplazadas. Las mismas preguntas que anteriormente se había cuestionado ¿por qué? Porque no fue capaz de al menos de negarle que andaba con su mejor amigo, aunque en su momento no le dijera con quien realmente andaba saliendo. “Te amo” palabras comprometedoras viniendo de un adulto, así como también pueden ser parte de un juego sucio, en donde fácilmente cualquier adolecente pudiera caer. Sí tan solo tuviera más pistas, para poder hacerle frente al hombre que anda cortejando a su retoño, aunque la nota que encontró en el cajón podía ser prueba suficiente. Se recostó en la cama, sus acciones impulsivas no siempre eran la mejor opción, aun recordaba el llanto que escucho, justamente después de haber utilizado un afrodisiaco para tratar que se fijara en el joven peli-negro.

Había cerrado los ojos tratando de analizar lo recién escuchado, sus fosas nasales se abrían de tanto en tanto cada vez que aspiraba un poco de aire, sus cejas se habían contraído amenazando con dejar una marca y sus puños se habían cerrado lo suficientemente fuerte, para dejar los nudillos completamente blancos y las uñas enterradas. Uno, dos, tres, cuatro, cinco… trataba de contar para canalizar su enojo, para evitar cometer alguna estupidez bien justificada.

Madara, por otro lado sintió la amenaza al ver el rictus  que había adquirido el rubio, se sentía en peligro y suponía lo que el Namikaze pudiera hacer en su contra. Se estaba empezando a arrepentir de haber acudido sin la compañía de su pareja, pero ya nada podía hacer, un Uchiha jamás se retracta de sus acciones y decisiones.

— Haber si escuche bien, ¿usted está saliendo con mi hijo?— susurró Minato, un tanto lúgubre y con una mirada que destellaba fuego azul.

— Sí, efectivamente, estoy saliendo con su hijo— respondió seguro y serio, viendo como el blondo se tomaba el puente de la nariz tratando de mantener la calma.

— ¿Hace cuánto tiempo?— pregunto, dejando escapar un gruñido lleno de rabia.

— Un poco más de un mes— respondió el Uchiha, aunque sabía de antemano que el tiempo que podían catalogar como salida oficial era menor. Vio como el Namikaze tomaba un par de galletas y las masticaba con furia.

— Un mes— susurro, eso era relativamente poco tiempo para que uno como varón se vaya a presentar a los progenitores de su pareja, pero era demasiado tiempo para considerar que su hijo le estuvo ocultando algo tan importante— así que apenas llevan saliendo un mes— trato de mostrase sereno— ¿no cree que es relativamente poco tiempo? Considerando que uno como varón espera que la relación de noviazgo sea de lo más estable antes de dar un paso importante como venir a pedir, no… más bien, presentarse como la pareja oficial de mi hijo.

Madara resoplo, causado que su flequillo se levantar aun poco. Minato era alguien difícil, para todo tenía un porque y una muy posible y lógica respuesta. Notaba el semblante aparentemente tranquilo que adquirió poco después de su amenazante expresión, lo estaba presionando y retando a su manera, lograba distinguir como el mayor buscaba la ventaja y los argumentos necesarios con cada palabra que ambos emitían, no se la iba a dejar nada fácil, ahora comprendía porque Hatake le había dicho que anduviera con cuidado alrededor de Minato Namikaze.

— Amo a su hijo, de eso no tengo ninguna duda— dijo sincero y con un tono de voz suave, no quería alterar al padre de su pareja— sí Naruto estuviera presente, le estaría pidiendo su mano en matrimonio justo en este momento, ya que él es la segunda persona por la que he caído perdidamente enamorado— sus mejillas adquirieron apenas un perceptible color rosado, soltar aquellas palabras eran un tanto vergonzosas, pero si quería ganarse al menos un poco la simpatía del rubio era necesario decirlas.

— Jurar amor para la eternidad es algo demasiado imprudente, joven Uchiha— mastico con un poco de rabia el último par de palabras— considerando el poco tiempo en el ambos apenas se van conociendo, además de que la diferencia de edades tiene mucho que ver en sus intereses mutuos. Además cabe decir que no puede venir a soltarme todo este parloteo sin saber qué es lo que piensa mi hijo, usted ya piensa en matrimonio y no se en que otras cosas, pero mi Naru es joven y todavía tiene mucho por lo cual escoger— sonrió al ver la expresión contrariada que adquirió el moreno por unos instantes, desconocía el impulso que le obligo a hacer esa barbaridad, aun sabiendo que los Uchiha se caracterizaban por pensar demasiado y estar seguros de las cosas antes de actuar.

— No niego la lógica a su argumento. Tiene razón, Naruto es joven, pero no lo demasiado para no saber qué es lo que realmente quiere, él me ha declarado su amor y creo plena y ciegamente en él, así como yo también se lo he dicho y demostrado en todo momento— guardo silencio, inclinándose un poco hacia enfrente, mirando fijamente al Namikaze— además con respecto al tiempo, llevo más de cuatro años sintiendo más que simple atracción hacia su hijo.

Si anteriormente no se había sorprendido por la revelación, ahora sí había quedado perplejo. ¿Cómo que lleva enamorado de su hijo por años?, ¿Acaso está enfermo o qué?, ¿no podía ver que la diferencia de edad era abismal? ¡Podría ser su hijo! …l tenía cuarenta y pensar salir con alguien de la edad del hombre que esta frente a él, lo consideraba bizarro e incomprensible.

— ¡Eres un maldito pedófilo!— bramó enfurecido— voy a tener que poner una orden de restricción en tú contra, para que te mantengas completamente alejado de mi hijo— se levantó de su lugar, tomando velozmente el cuello de la chaqueta que traía puesta el moreno, iba a soltar una más de sus amenazas, pero se vio interrumpido cuando escuchó la puerta principal abrirse.

— ¡Estoy en casa!— gritó Naruto, mientras ingresaba a la casa acompañado del primogénito de los Uchiha, ambos se dirigieron a la sala observando entre extrañados y sorprendidos la escena delante de ellos, Madara miraba fija y retadoramente al Namikaze sin mover ni un solo musculo, mientras que este último no había aflojado su agarre inicial y de la misma manera mantenía fija su mirada en el contrario— ¿Papá?

Y como si aquella palabra hubiese sido un interruptor, le soltó un certero puñetazo en la mejilla al Uchiha, causando que ladeara la cabeza a un lado, se le partiera el labio y la zona afectada se empezara a teñir de un color rosa. Inmediatamente Itachi se dirigió hacia Minato, enredando sus brazos con el contario para evitar que hiciera algún otro movimiento, mientras que Naruto se acercaba a su novio y miraba preocupado el hematoma que poco a poco se iba formando en aquella pálida piel.

— Ni se te ocurra tocarle ni un solo cabello, desgraciado— alegó en cuanto notó como Madara iba a acariciar la mejilla del doncel— y tú Naruto, aléjate de él, no te quiero ver cerca de esa persona. E Itachi suéltame, que ese maldito desgraciado no se va a librar de mí tan fácilmente— forcejeaba tratando de librarse del agarre en el que estaba sometido.

— No voy a soltarlo hasta que se calme, señor Minato— hablo despacio y serio, aplicando un poco más de fuerza a su agarre, mientras que le dirigía una mirada reprobatoria a su tío.

En cuanto Minato le dijo que se alejara de su pareja, no pudo evitar sorprenderse un poco, miró fijamente el rostro del mayor tratando de obtener una respuesta, obteniendo solamente una pequeña sonrisa. Se alejó, para mirar al trío de varones y la extraña situación que se estaba suscitando. Volvió a enfocar su mirada en el azabache, dirigiéndose directamente hacia la cocina por el equipo de curación.

Cuando regreso a la sala con una bolsa de algodón y una botella de alcohol en la mano, miró como ya los tres estaban sentados correctamente sobre los mullidos sillones, Madara solo en el sofá doble e Itachi y Minato juntos en el sofá más grande, Naruto por lo tanto se acomodó a un lado de su pareja, logrando que su padre volviera a gruñir y decidiera levantarse nuevamente de su lugar. Afortunadamente Itachi estaba a su lado y lo regreso nuevamente al sofá.

— Naruto, te había dicho que no quería que te acercaras a él— reclamó, señalando al moreno despectivamente, Naruto solo levanto los hombros restándole importancia mientras curaba la zona maltratada.

— Me podrían explicar, ¿qué sucede aquí?— cuestiono Itachi, recorriendo con la mirada la expresión de todos los presentes, se imaginaba a que iba el caso, pero quería confirmarlo con sus propios ojos.

— Ese desgraciado que se hace llamar tu tío, es un maldito enfermo pedófilo— empezó por hablar Minato, señalando al otro Uchiha— además de un buen mentiroso y manipulador, dice querer a mi hijo y que este le corresponde de la misma manera y no sé qué tanta palabrería más, cree que soy capaz de tragarme aquel cuento, así nada más a la ligera, sabiendo como son todos los varones, ¿cree que soy estúpido?— se quejó, mostrando su semblante irritado y lleno de ira, además de que estaba poco a poco adquiriendo su actitud “berrinchuda” al ver como su retoño limpiaba cuidadosamente con un pedazo de algodón el labio de su ahora mortal enemigo.

— No son palabrerías ni nada por el estilo— empezó a decir el único doncel en la sala, con voz baja pero claramente audible— lamento no poder cumplir la última voluntad de mamá, realmente lo intente pero no pude cambiar mis sentimientos— seguía diciendo, sin mirar a ningún presente a los ojos, concentrado en pasar la bolita de algodón sobre la piel lastimada— trate de ver a Sasuke con otros ojos, a pesar de que él me ayudo para poder corresponderle, pero no pude hacerlo papá— levantó su cabeza para mirar fijamente a su progenitor— lo siento, realmente lo intente pero… yo amo a Madara.

Itachi que se había mantenido en silencio, escuchando atentamente cada una de las palabras que emitió cada rubio, no pudo evitar sentir varios sentimientos encontrados; asombro: al confirmar que la pareja de su tío era Naruto, suponía que su tío ya mantenía una relación con alguien porque había notado un singular brillo en su mirada y se notaba más relajado, enojo: ¿cómo era posible que su hermano se prestara para cambiar los sentimientos de su rubio amigo hacia él? ¿Acaso no le hizo caso cuándo le dijo que le apoyara y no perjudicara? Y por último ¿Alegría?... No sabía cómo clasificar aquel sentimiento, pero se sentía bien al saber que el pequeño Uzumaki correspondía los sentimientos de su tío y no se acobardaba ante la amenazante mirada de su padre, el conocía a su tío y sabía que si él se llegaba a enamorar era para toda la vida y lo había visto con sus propios ojos. Aunque también entendía la posición de Minato.

— ¿Pero qué barbaridades estás diciendo Naruto?—  le reprendió— ¿qué no vez que él y yo casi compartimos la misma edad?, solo está jugando contigo, cuando obtenga lo que quiere te va a dejar abandonado y tirado a tu suerte. Por favor, dime que es mentira y solo es una muy pesada broma— casi suplico, rogando que realmente así fuera.

— No es ninguna broma, señor Minato— habló nuevamente Madara— como ya le había dicho antes, estoy perdidamente enamorado de su hijo, lo amo, por lo tanto soy incapaz de hacer algo que no quiera.

Minato estaba que casi se arrancaba los cabellos, más al ver a su pequeño encogiéndose un poco avergonzándose de lo que había dicho el peli-negro. Podía ver ante sus ojos el amor que ambos se profesaban, uno sincero, el mismo que profesaba a su difunta esposa.

— No, no lo voy a permitir. Voy a poner una orden de restricción Uchiha, así que vete alejando de una vez de mi hijo— ignoro como el doncel se levantaba y protestaba en contra, aprovechando ese momento para tomarlo el brazo y acercarlo a su persona— y a ti jovencito, vete mentalizando, te voy a sacar de ese colegio para que no vuelvas a ver a este viejo rabo verde.

— ¡No! No papá— empezaron a derramarse algunas gruesas lágrimas de sus ojos al escuchar todo lo dicho por su padre— ya casi cumplo la mayoría de edad, no es justo. No solo es Madara y ¿mis amigos? ¿Por qué eres así? Por eso no te quería decir nada, sabía que ibas a reaccionar así— su llanto se empezó a hacer más fuerte— Kakashi e Iruka fueron más comprensivos, ¿por qué tú no?

— Porque yo soy tu padre y solo veo por tu bienestar— apretó más el agarre sobre el brazo de Naruto, causando que hiciera una mueca de dolor que pasó desapercibida gracias a su ira acumulada— y justo ahora estas castigado hasta nuevo aviso, así que a tu habitación, ahora.

Lo soltó, empujándolo un tanto para que se marchara a su recamara, Naruto permanecía inmóvil en su lugar, recibiendo los empujones que poco a poco iban cobrando más fuerza, Itachi y Madara veían reprobatoriamente las actitudes del Namikaze, siendo Itachi el quien hablara antes que el mayor.

— Señor Minato, creo que es mejor que Naruto le explique las cosas junto a mi tío, ambos de cierto modo son responsables de sus actos— trato de sonar calmado como siempre, su instinto protector de hermano mayor se había activado al ver como Naruto lloraba y su padre en vez de consolarlo le lastimaba.

— No necesito más explicaciones, con lo que he visto y escuchado hasta ahora es más que suficiente— se puso de pie, tomando al pequeño rubio de la muñeca y jalándolo hacia el pie de las escaleras— te he dicho, a tu habitación y no me contradigas— en ese momento Itachi se levantó y rodeo el cuerpo del doncel, al ver cómo Minato planeaba soltarle un golpe.

— Esa no es la manera correcta de corregir un mal comportamiento— le miró fijamente, sin dejarse intimidar por la furia de aquellos ojos azules— se supone que esta “protegiendo” a Naruto y yo veo justamente lo contario— se separó del Uzumaki al ver como el rubio mayor empezaba a temblar en su sitio.

— ¡Largo de mi casa!— gritó— ¡No quiero ver a nadie! ¡Fuera!

Los presentes se miraron entre sí, Madara sabía que no había concluido la charla con el Namikaze, pero viendo la situación y de como su sobrino le fulminaba con la mirada, se le hizo más que prudente levantarse para marcharse de ahí, regresaría cuando las cosas se hayan calmado un poco, todavía le restaban tres días antes de partir. Aunque por otro lado no le agradaba dejar a su joven pareja en compañía de su enfurecido padre, no después de cómo lo trato, al parecer Itachi pensaba lo mismo, ya que no se había movido de su sitio, observando alternadamente a ambos rubios.

— Hay que irnos— fue lo único que emitieron sus labios, antes de dar la media vuelta y obligar a su tío que le siguiera, solo quería asegurarse que Minato se haya tranquilizado.

Ninguno de los pelinegros se tomó la molestia de despedirse, ambos se dirigieron a la salida sin mirar atrás nuevamente.

-o-

Naruto no se atrevió a ver como partían ambos azabaches, solo miraba a su padre, que se había quedado de pie, con los brazos pegados a su costado, sus manos en forma de puño y con la mirada gacha, viendo fijamente el piso, no había dejado de temblar, aunque ahora el movimiento era casi imperceptible. Cuando vio como una lágrima se estrelló contra el piso, fue que reacciono y abrazo a su padre por la cintura, siendo correspondido de la misma manera poco después.

— Lo siento hijo— dijo Minato en cuanto se separó de su hijo. Naruto alzó la mirada para verlo fijamente— hablamos después— y no permitiéndole decir alguna palabra al doncel se dirigió a su habitación, encerrándose ahí. El pequeño rubio no pudo evitar sentirse herido por el repentino distanciamiento de su padre, causando que las lágrimas volvieran a deslizarse sobre sus mejillas.

-o-

Era miércoles por la tarde, estaba el rubio en la estación de trenes junto a su amigo azabache, esperando la llegada de su otro mejor amigo pelirrojo, Gaara. Si hubiese sido en otra ocasión o momento, estaría brincando de alegría y hablando sobre las posibles salidas, idas o vueltas que pudieran los tres hacer en esa semana en que Gaara iba a estar acompañándolos, pero muy contrario a su personalidad expresiva e hiperactiva se encontraba más callado de lo usual y su mirada se lograba ver opaca, cosa que a el Uchiha no le había pasado desapercibida desde el inicio de la semana.

No podía dejar de pensar en todo lo acontecido desde el domingo por la mañana, luego de todo lo ocurrido su padre no le había vuelto a dirigir la palabra, entendía que estuviera molesto con él, por no haberle contado acerca de la relación prohibida que mantenía con su profesor, pero esperaba que comprendiera que su indiferencia y la falta de apoyo que le estaba dando en estos momentos le lastimaba más que cualquier otra cosa. Había visto como su padre se encerraba en el invernadero y no salía de ahí, salvo para hacer sus necesidades básicas, comer e ir al baño, volviendo a regresar a hacer quien sabe qué cosa con sus plantas e ignorándolo por completo. Cuando trataba de acercarse a él, solo recibía como única respuesta “ahora no, estoy ocupado” hiriéndolo aún más. Luego no había recibido información por parte de su pareja, por lo que tenía entendido, su padre no había aun levantado la orden de restricción, ya que no lo había visto salir de su refugio temporal, salvo que lo haya hecho cuando estaba en el colegio, pero dudaba de ello, dejándolo con más dudas e inseguridades. Se sentía triste, sabiendo que al día siguiente se marchaba del país.

— Naruto, ¿qué tienes?— meneo la cabeza suavemente, enfocando correctamente su vista, reconocía aquella voz, a pesar de los años esa voz seguía manteniendo ese timbre suave y sensual que tanto le gustaba y trataba de imitar, y siguiendo sus impulsos se abalanzo sobre la persona frente a él.

— ¡Gaara!— expresó de lo más feliz y emocionado— lo siento, ¿hace cuánto que llegaste?

— Lleva más de cinco minutos hablándote, dobe— dijo Sasuke, palmeando suavemente la espalda del doncel rubio— mejor deja de andar pensando en la inmortalidad del cangrejo y salgamos de aquí— ambos asintieron, saliendo del subterráneo.

Caminaron hasta llegar a un pequeño centro comercial, en el trayecto el trío de amigos charlaba acerca del largo viaje que realizo el pelirrojo y sobre algunas anécdotas referentes a su estadía en Suna. Los tres tomaron asiento en una de las bancas libres, siendo el rubio que se levantara de inmediato al recibir una llamada, el moreno y el pelirrojo observaban el cambio de palabras y expresiones que hacía su amigo, hasta que dio por finalizada su tarea.

— Gaara, Sasuke discúlpenme— hizo una pequeña reverencia, acomodándose su mochila correctamente— pero esto es importante, juro que para la próxima se las pago— y salió corriendo de ahí, dejando a los otros un tanto confundidos.

-o-

La llamada que había recibido minutos antes, era ni más ni menos que de su novio Madara, donde este le decía que le esperaba cerca para poder hablar con él  correctamente. Sabía que tenía que rechazar esa invitación, ya que su amigo Gaara acababa de llegar, pero también tenía el conocimiento que esa pudiera ser la última vez que viera al Uchiha hasta quien sabe cuándo. Por lo que optó por disculparse, a su adorado amigo lo podía ver más al rato, pero a su novio… meneo la cabeza, acelerando el paso para llegar al lugar acordado, la parada de buses de aquella plaza, la misma en donde se había molestado con él.

Madara se encontraba recargado en el vehículo, que en cuanto vio cómo su pareja corría hacia él no pudo evitar que una pequeña sonrisa adornara su rostro. Abrió la puerta de copiloto invitando a pasar a su joven pareja, para posteriormente él ingresar al auto. Una vez dentro, se permitió estrecharlo entre  sus brazos, anhelaba ese contacto desde el mismo instante en que había abandonado la residencia Uzumaki-Namikaze, el rubio por otro lado correspondió el abrazo, permitiéndose aspirar aquella colonia que tanto le gustaba, además de acurrucarse en el pecho del mayor. Pasando unos minutos, ambos se separaron, el mayor puso en marcha el auto y en silencio se marcharon del lugar.

— Bienvenido— fue lo único que profirió Madara, una vez que aparcaron dentro de su residencia.

Naruto bajo del auto, sorprendido al ver por primera vez la casa en la que habitaba su pareja, era enorme, aunque un tanto más pequeña que la mansión en donde vivía su amigo. Los largos jardines y la fachada pulcramente blanca, recalcaban la elegancia que poseía el dueño de aquella residencia. El rubio se encamino con pasos cortos y temerosos, siendo tomado de la mano por el mayor para que tuviera un poco más de confianza. Veía con curiosidad todos los muebles que ahí reposaban, al igual que los cuadros, pinturas, adornos, cortinas, lámparas, todo lo que su vista lograba captar en el corto trayecto que les tomo recorrer para llegar a la sala.

Con una seña le indico a la mucama que se retirara, siendo inmediatamente acatada la orden. Naruto miro con detenimiento el lugar, pudiendo observar y quedando fascinado con el piano de cola que se encontraba en una de las esquinas a un lado del ventanal que daba una maravillosa vista hacia el jardín. Madara vio la emoción de su niño, no pudiendo evitar alborotarle los cabellos y que este le regalara un tierno puchero. Ambos tomaron asiento en el sofá principal, sin saber cómo empezar a abordar el tema que tanto les preocupa.

— Tú casa es asombrosa, ttebayo— empezó  diciendo para romper el silencio— ¿vives solo?— el moreno solo asintió como respuesta, el rubio inmediatamente borro la sonrisa que había estado manteniendo desde el momento en que se encontraron, acercándose más a su pareja y rodear su cuerpo con su brazo.

— No es tan malo como parece— dijo mientras él también rodeaba la cintura del doncel— pasado los años, te acostumbras— Naruto le miró, sin querer darle la razón a lo que decía— pero eso pronto va a cambiar— sonrió, dejando un poco confundido al menor.

— ¿De qué quería hablar conmigo?— pregunto pasado un considerable lapso de tiempo, ambos se habían quedado en silencio, disfrutando la cercanía del uno con el otro.

El azabache soltó un poco de aire antes de hablar— Hoy es mi último día en Japón—se separó un poco del rubio, obligando a que le mirara—y solo me quería despedir correctamente de ti.

Los hermosos ojos azules del doncel empezaron a tambalearse suavemente sobre sus cuencas y las lágrimas empezaron a acumularse, deslizándose lentamente sobre sus mejillas. Madara lo atrajo hacia su cuerpo, tratando de absorber un poco el dolor y permitiéndose compartir un poco del propio con su rubia pareja.

Notas finales:

Nuevamente, gracias por leer.

También muchas gracias a todas y todos aquellos que le dedican una pequeña parte de su tiempo para leer este incoherente fic, me hacen tan feliz :) al igual que sus bellos reviews.

Para los que siguen mi otro fic "Concédeme tu corazón" prometo actualizarlo a inicios de la semana que entra... (la inspiración se había ido), pero de este no prometo nada. º-º

Ya, ahora sí me lo voy y nos vemos en la próxima actualización.

Les quiere Momo ♥


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