Todo comenzó cuando mis nuevos vecinos se mudaron a la casa de al lado, una familia compuesta por tres adolescentes, como yo, y sus padres. Esa tarde yo los observaba desde la ventana de la sala, todos mis hermanos estaban haciendo un alboroto, yendo a ayudarlos con las cajas para así poder conocerlos mejor, pero yo seguía ahí en la sala, aun incluso cuando mis padres fueron a conocer a los nuevos vecinos con la famosa tarta de manzana de mi madre. Recuerdo haber estado mucho tiempo observando a un rubio de ojos verdes y a su hermano cargando cajas y llevándolas dentro, vi como su madre una rubia de aspecto agradable entablaba una conversación con mi mamá, y su padre de aspecto rudo y fiero saludar a mi padre mientras escrudiñaba a cada uno de mis hermanos, para los nuevos vecinos y las personas que apenas nos conocen es un poco sorprendente ver en estos tiempos una familia con 5 hijos y todos varones.
Y fue en ese momento en que un impala de 67 se estaciono al lado del camión de mudanzas, de él se bajó otro rubio con la mirada más intensa que haya llegado a ver, obviamente eran gemelos y eso me gusto ya que Misha y yo lo somos igual, aunque yo no me parezco nada excepto en lo físico. Decidí (obligado por Baltasar y Gabriel) salir y ayudarlos con la mudanza aunque toda ya estaba casi hecho. Resulta que Sam (el hijo menor) es muy agradable, es solo un año mayor que yo y empezara la universidad al finalizar las vacaciones de verano. También me pude dar cuenta de que Gabriel sufrió un grave flechazo en cuanto lo vio, (solo espero que no lo arruine con los nuevos vecinos, ya que mi hermano mayor es un tanto casanova).
Al terminar todo el alboroto y con todo más calmado note como el otro rubio (Dean) no se encontraba por ningún lado. En el momento en que ya nos pensábamos ir, Mary nos detuvo y pidió que compartiéramos la tarta que mi madre llevo para ellos, al principio mi progenitora estaba un poco renuente ante la propuesta ya que ellos debían estar muy cansados y con ganas de pasar un rato a solas, y a pesar de que creí que John estaría de acuerdo con mi madre y pediría que nos fuéramos, mucha fue mi sorpresa al ver cómo nos sonreía y pedía que nos quedáramos, seguido fue hasta las escaleras y grito el nombre del mayor, o sea Dean, para que este bajara.
-Ya he elegido mi habitación- dijo sin darle relevancia mientras sus otros dos hermanos gritaban y refunfuñaban, una mirada de John vasto para que guardan silencio. (Dios pero que intimidante podía ser ese hombre)
-La señora Novack, trajo tarta de manzana- le informo a su hijo.
-Mi favorito- dijo inmediatamente.
-Ay, como lo lamento, no hemos desempacado los platos ni los cubiertos- la pobre Mary se veía realmente afligida por algo como eso.
-No importa, si no les molesta podríamos ir a nuestra casa- ofreció mi padre.
-Todo, con tal de que comamos esa tarta hoy, por mí no hay problema- sentencio Dean
Todos nos dirigíamos a casa, yo estaba un poco atrás ya que así podía observar todo lo que hacían y eso siempre me ha gustado, lucifer y Baltasar hablaban entre ellos, mientras Gabriel trataba de coquetear aunque en vano con Sam, Misha conversaba amenamente con Jensen, y Dean, lo perdí de vista, pero si hacía un momento estaba al lado de John.
-hola enano- una voz gruesa me saco de mi ensoñación haciendo que diera un leve brinco
-No soy enano- respondí, a lo que creo que era su intento por entablar una conversación
-Está bien, no te enojes… así que, ¿qué mirabas?
- a todos
-mmm, ok, y dime ¿cómo te llamas pequeño?
-Ya te dije que no soy pequeño y mi nombre es Castiel
-Cass, me gusta ese nombre- no pude evitar sonrojarme un poco- mi nombre es Dean
Ya en la sala todos comían pie con leche, y por alguna razón no podía evitar sentir como una mirada esmeralda se posaba en mí.
-¿cuál es tu habitación?
-la que da a una de las ventanas de tu casa- lo sé mis explicaciones no son la mejores pero que importa
-¿Qué tipo de indicación es esa, acaso tienes 10 años?
-La mejor que puedo dar y no, no tengo diez años
- bueno once
-tengo 17
- sigues siendo un niño
-Sí y tú ¿cuántos años tienes?
-22
- es cierto eres un anciano- por un segundo pude ver como su rostro era invadido por la sorpresa de que yo le dijera algo así, era obvio que no se lo esperaba
-bueno, y ¿en dónde es tu habitación?
- te la mostrare
Mientras subíamos podría jurar que Dean no me quitaba la vista del trasero pero probablemente sea mi imaginación. Al llegar a mi habitación vi como este, la miraba de pies a cabeza, sorprendido por el orden, fue hasta la ventana y se quedó mirando un momento
-tu ventana da a mi habitación
Un grito desde la sala lo saco de su ensoñación, era su madre gritándole que ya se iban.
-mmm, supongo que hasta luego
-hasta pronto- lo curioso de toda esta situación es que aquel chico de brillantes ojos verdes no se movía de su lugar, sin importar que obviamente su familia ya había salido de la casa. - ¿Dean? Te encuentras bien?- su mirada seguía perdida como si estuviera luchando una batalla contra sí mismo y a punto de perder. Me acerque y lo moví un poco, lo necesario como para que reaccionara, sus ojos se enfocaron en mí, y parecían a avergonzados por ausentarse un momento – ¿estás bien?
-Perfectamente chico- me miro por un instante- ¿quieres salir?- su pregunta, petición, o lo que sea que haya sido eso me tomo un poco desprevenido, la verdad es que no me lo esperaba.- ya sabes, soy nuevo, no conozco a nadie, mis compañeros de la universidad no viven por acá- intentaba explicarse.
-De acuerdo.- tome mi gabardina- ¿A dónde quieres ir?
-No soy de acá, no lo sé, un buen lugar
-si sabes que no puedo ir a bares
-quien ha dicho algo sobre un bar- no pude evitar sonreír un poco. Me despedí y salimos. Hablamos de tonterías mientras caminamos hasta el auto familiar (el impala) me subí en el asiento de copiloto, Dean encendió la radio, estaba sonando “carry on my wayward son”, casi por reflejo quito la canción,- vaya, sí que estoy cansado de esa canción
- bueno, entonces a dónde quieres ir?
- un buen lugar, algún lugar para hablar
-mmm, ya se, sal del pueblo, ya yo te guio- cuando por fin llegamos al lugar son más de las ocho y todo está perfectamente oscuro, un pequeño bosque al que venía con mis hermanos cuando era más joven y el cual aún frecuento. Las estrellas iluminando el cielo y la luna oculta por unas cuantas nubes, bellísimo
-bellísimo- dice él, como si hubiese leído mi pensamiento.
Me acosté en el pasto para poder observar bien el cielo y los árboles, Dean se sentó a mi lado, hablamos de todo, de su vida antes de estar acá, de su familia, de la mía, de mi vida acá, de lo que haría en cuanto finalizara la universidad, de lo que yo estudiaría cuando acabara la secundaria, de todo y de nada, hablamos durante horas, sintiendo como si nos conociéramos de toda la vida, como si fuésemos dos buenos amigos que se vuelven a encontrar después de mucho tiempo. Cuando me sentí un poco cansado mire la hora y era la media noche, después de eso decidimos que era tiempo de ir a casa. Entramos otra vez en el auto y me quede dormido. Cuando me desperté tenia los labios del rubio sobre los míos, cabe decir que me sorprendí demasiado y que al retroceder de la impresión me golpee la cabeza con la ventanilla, lo cual alerto a Dean el cual se puso más rojo que un tomate.
-Lo lamento, de verdad lo lamento- estoy seguro de que lo único que lamentaba era que yo me hubiese despertado
-yo… yo no lo lamento- no lo lamentaba, nunca me había atraído una mujer, mucho menos un hombre, pero no me molesto que él me besara, es más me gusto. Su mirada me inspecciona de un lado a otro, me atraviesa, esa mirada tan profunda, me mordí el labio, no puedo creer lo que estoy a punto de hacer, pero es que quiero volver a sentir sus labios sobre los míos. Me libere del cinturón de seguridad, puse mi mano sobre su mejilla y me acerque, tanto que nuestras respiraciones se mezclan, puedo sentir como su respiración aumenta y el calor que este emana, sin pensarlo mucho, porque si lo pienso más me acobardare, le beso, es torpe, inexperto, mi primer beso.