Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un toque dulce... por Layonenth4

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Jojojojo la primera cita ewe

El día de la cita en el café había llegado.

Para Sam haber tenido que levantar el teléfono y marcar a línea directa a la oficina de Gabriel fue toda una odisea, duro toda una tarde completa en decidirse si marcar o no. ¿Sería muy pronto? No hace ni un día que lo había visto y la necesidad de confirmar su cita era sorprendentemente alta.

 Incluso Ruby se había burlado.

— ¿Lo llamarás? — pregunto su secretaria

— ¿A quién?

— Al bombón tamaño compacto que salió de tu oficina moviendo el trasero como todo hombre debe hacerlo con esos pantalones. — Sam agradecía que se había tomado el último sorbo de café segundos antes. Pestañeó confundido y sacudió los hombros, pero para la morena que lo conocía de sobra, esta simplemente rodó los ojos — Lo haces tú o lo hago yo Sam.

El castaño apenas le prestó atención en esto último, su cabeza se quedó trabada en el recuerdo de aquel movimiento de caderas prodigio. Para comprobar méritos laborales, claro. Ajá.

No fue hasta que Ruby entro a su oficina avisando que se marchaba a casa porque ya eran las siete de la noche, advirtiéndole que sí no llamaba ahora ella misma lo haría y después le contaría con lujo y detalle lo que había debajo de esos pantalones. Sam espero a que la morena cerrará la puerta y no lo pensó en realidad: marcó ese número esperando que el horario de oficina fuese el mismo entre el de un abogado y un reportero.  

¡Bingo! Gabriel no se encontraba. Golpe bajo. Pero un tipo le contestó alegando que era su compañero de piso y le dio permiso para dejarle un recado, a Sam no le quedo más de otra que utilizar su tono profesional dejando dicho que su reunión sería dentro de la siguiente semana a medio día.

Y ahora helo ahí, una semana después justamente el martes al medio día estaba llegando a una cafetería en el centro de New York que no quedaba muy lejos de su oficina, así que su vestimenta de traje sobrio y caro estaba preparada para una reunión más tarde aunque viniese saliendo de otra.

Entró a la cafetería minutos antes de la hora acordada, recibiéndolo con olor de cafeína caliente y postres de los que prefería muy poco y era muy selectivo, pero con una temperatura adecuada para ese verano, los colores junto a los muebles le daban un toque rustico fuera de la órbita en la gran ciudad.

Estaba acercándose a la recepcionista del lugar para pedir su mesa cuando al voltear en el camino se dio cuenta que detrás de la mujer y sentado de lado con el ventanal hasta el final y más solitario lugar ya estaban esos cabellos rubios ondulados esperando por él mientras garabateaba en una libreta diferente.

Cuando la mujer quiso atenderlo la despacho con una sonrisa caminando directo al tipo  de cabellos dorados que muy apenas se dio cuenta de su presencia cuando estuvo a su lado, viéndose obligado a carraspear.

Gabriel levantó la cabeza y sus ojos mieles se posaron en sus jade, y ahí fue a parar un segundo de cordura cuando volvió a admirar esos pequeños ojos tan brillantes.

— Señor Winchester, que placer verlo de nuevo. — saludo sincero y sonriente mientras con una maño le señalaba que tomara asiento

— Sin apellidos, Gabriel. — su tono fue afable y con sus dedos desabotonaba el saco al sentarse

— Sólo porque mi nombre se oye bien saliendo de ti. — tras decir eso seguía sonriendo pero la libreta en sus manos fue puesta debajo de la mesa con prisa.

¿Qué habrá dibujado esta vez? ¿Un deforme Flash? Aparte del coqueteo, ¿qué siempre tenía que hacerlo? Por su oficio debía de saber que existen las conversaciones normales, aunque para sincerarse a sí mismo debía admitir que él tampoco recordaba muy bien como socializar sin intentar ganar un caso o terminar en la cama. Aunque ese beso seguía rondando su mente, ese beso para nada amigable pero de un dulce sabor, literal, perdurando toda la semana en su lengua.

Ahí va de nuevo, delirando.

Al salir de sus pensamientos se dio cuenta que se quedó mucho tiempo callado, levanto su mirada y se topó con la misma sonrisa pero con ojos curiosos ante su silencio. Controlo su vergüenza carraspeando de nuevo y con su postura defensiva.

Malditos sus nervios.

— Empecemos con esto rápido, por favor. — su seriedad, sus manos entrelazadas sobre la mesa y en alerta siempre, junto todo eso parece que a Gabriel le fue divertido.

— ¿Cuál es la prisa? ¿En algún momento te has parado a observar tu día? — y con ello apunto por la ventana donde la vista no era bonita ni especial, logrando que Sam elevara una ceja escéptica antes de responder.

— No. Defender a la gente no te da tanto tiempo.

— Me declaró culpable. Siempre que pueda veré el hermoso cielo que nos acompaña detrás de toda la nube de contaminación, los edificios y gente que mide lo doble que yo sin compasión. — lo último lo dijo con mañana, sacándole a Sam una sonrisa torcida rodando los ojos.   

Sam ni se molestó por la broma de su estatura, la costumbre podría ser o que simplemente no estaba de ánimos para enojarse. Dentro de Gabriel se podían escuchar gritos de victoria por ese gesto.

— ¿Estuviste encerrado en una cueva a mitad del desierto?

— Serví en Afganistán, así que podemos comparar ambos escenarios. — la respuesta fue rápida por parte de Gabriel, y aunque seguía sonriendo, bajo el rostro por un sorbo de su bebida que parecía ser malteada de fresa.

Sam abrió la boca pero la cerró rápidamente al darse cuenta que no tenía nada que decir. Irak. ¿Qué carajos hacia un reportero como él en Irak? Se dio una pepa mental después de ese debate interno. Estaba claro que era un tema fuerte para sacarlo a flote, la postura incomoda de Gabriel lo delataba, aunque Sam no podía ver a ese pequeño, encantador, bromista, coqueto personaje en plena batalla como soldado.

Ignoremos que pensó en él como pequeño y encantador.

— Lo siento. — fue lo único que dijo, y esta vez sin los hombros tensos ni la mandíbula apretada, las manos descansando en la mesa y con toda la sinceridad posible.

Más no pareció importar porque Gabriel levanto la mirada con inocencia plasmada y la perilla pegada a sus labios delgados. Tras fingir demencia unos segundos sacudió una mano quitándole importancia.

— Nah, nada que una malteada no calme. — afirmó para seguir con su malteada.

Pero Sam no le creía, o al menos no todo lo presentía como cierto. No creía que un tema como haber participado en una guerra no significase nada y luego uno se oculte detrás de su batido de fresa. Sam sabía de batallas, todas las personas las tenían y era su trabajo defender algunas; él tuvo las propias, pero como la que presencio Gabriel pasaba a otro tipo de emociones y acciones.

Era sincero, le picaba la curiosidad como es que Gabriel sonreía tanto, era escritor, diciendo que apreciaba la oscura y amontonada vista de una ciudad como New York, bebiendo malteadas con un extraño por simple capricho, la misma persona tuviese un pasado como soldado. ¡Ni el cuerpo pertenecía a esos estándares físicos! Bueno, el trasero parecía tener ahora explicación, pero si tuviese menos ropa tal vez pudiese comprobarlo.

¿Gabriel no podía quitarse la chaqueta verde...?

Vale, eso se escuchó muy mal en su propia mente.

— ¿Fue difícil? — preguntó curioso y al momento de decirlo se arrepintió de ello. ¿Su lengua y su mente no podían ponerse de acuerdo en no hacer preguntas incomodas?  

El ojimiel levanto su mirada de la bebida para observarlo a él, con el ceño fruncido pero la mirase perspicaz y misteriosa.

— El reportero soy yo, Sam. — como elemento extra le hizo un guiño travieso. Sam olvidó cerrar la boca, lo que no supo era si fue por haberle esquivado u el mismo gesto.

Esquivado. Esquivado. Esquivado. Fue eso.

— ¡Pe- Pero…! — Gabriel ahogaba una risa y el controlo sus balbuceos apretando los labios con fuerza sin despegar la mirada incrédula del reportero. Espero a que los hombros de Gabriel dejaran de temblar por la risa para poder hablar — Tú dijiste que querías entrar en confianza.

Atacó con las mismas palabras que le dijo el reportero en su oficina. ¿Para qué citas a alguien con quien quieres entrar en conversaciones personales si realmente no hablaras de aquello? Vale, tal vez era una pregunta muy fuerte y personal, pero no admitiría que se ha quedado con toda una duda universal de aquella historia.

— Pero eso es información para otro momento. — contestó el sonriente rubio tras calmarse de su risa, sabiendo de antemano que la siguiente cita ahora sí estaba asegurada. — Anda, pide algo.

— De verdad no tengo mucho tiempo, en hora y veinte tengo una reunión de asesoría. — aclaró Sam, pero no tanto por la presión de aquella reunión, sino por lo que significaba quedarse ahí bajo la peligrosa curiosidad y sonrisa del reportero.

— Quedas advertido que entre menos tiempo me des, más citas habrá. — sentenció el hombre de ojos miel sin permitir replicas.

El rubio hacia una seña del lado contrario para llamar al mesero, pero Sam realmente estaba dudando en tomar la carta del menú, afrontar que esa sería una hora de la cual no sabía que esperar pero le mantenía en intriga, al mismo tiempo dándose cuenta y aceptando el hecho de que le importaba más de lo que debería.

Aceptaba que por el beso podía valer la pena la hora que pasaría en el lugar, incluso una segunda cita para acabar con el suspenso de la época de servicio en Afganistán, pero Gabriel quería mucho a cambio; quería su vida personal, esa de la que nadie debía escuchar por su propio bien y el historial que se le venía encima.

¿Podría con eso?

— Gabriel no puedo. — la duda se vio reflejado en el otro, y Sam decidió ser por completo sincero. — Estas “citas” no eran sólo por el reportaje, lo dejamos claro con la última “despedida”.

— Debo sacar provecho de todo lo que hago. — Sam tuvo que ocultar muy bien la sonrisa que cada vez se hacía más natural. Debía permanecer firme, aunque el otro siguiera viéndole con aquella mirada tan exquisita.

Debía parar ahora, justo en el momento donde sólo era una gran atracción lo que le inclinaba hacía el reportero, ahora que lo único que quería era volver a repetir uno que otro beso y no algún compromiso mucho más fuerte. Al mismo tiempo le hacía un favor a Gabriel en no hacerle perder su tiempo como sus anteriores parejas y relaciones fallidas.  

— Y me interesa, de verdad, creo que he venido mayormente por eso. Para verte. — Ahora estaba incómodo y Gabriel sin su sonrisa. Perfecto. Soltó un resoplido discreto y volteo la mirada un segundo para acomodar sus ideas, y regresó sus ojos con toda franqueza —; Pero no puedo compartirte mi historia, mis intimidades, mi vida. Nada.

Sam esperaba que ese nada fue bastante general y Gabriel lo comprendiera como tal. El hombre frente a él parecía tener mucho que demostrar, que dar, y vaya qué él necesitaba un poco de aquello; pero era un adulto, maduro y consciente de que tal vez no se llegara a nada más allá de lo común y ya se estaba cansando un poco de los ligues esporádicos. Gabriel lo entendería igual y lo dejarían por la paz.

— Esperare.

Definitivamente eso no se lo esperaba.

— ¿Eh? — de su boca sólo pudo salir aquel lamentable sonido, el ojimiel pareció divertirse por tremenda elocuencia de su léxico.

— Dije que puedo esperar, no es como si llevara prisa para llegar a tercera base. — Sam frunció el ceño, pero Gabriel pareció pensarlo con mucho descaro y aun así sonrió con picardía. — Bueno sí llevaba prisa, pero puedo aplazarlo.

— Te aburrirás de esto. — anuncio Sam soltando un suspiro agotador, suponiendo que el tipo frente a él no eran de los que se rinden tan fácil.

Gabriel sonrió ahora con toda su dentadura perfecta y el castaño no se dio cuenta que la carta larga del menú estaba extendida de forma vertical, pero para cuando de su corbata fue jalado hacia debajo de la protección de la carta, hasta ese momento supo que pasaba.

Los labios delgados y con sabor a caramelo y canela en esta ocasión estaban pegados a los suyos como un suave toque, sin mezcla de lujuria o necesidad como el primero, esta vez sólo tranquilo y relajado. Veía bajo sus pestañas el rostro de tez levemente más clara del otro hombre, y ahora era más notorio que la barba fue rasurada no hace pocos días, también que no podía ver aquellos ojos dorados y no podía confirmar si eran tan brillantes como su metal o tan cristalinos como la miel. Diablos.

Gabriel se alejó después sin haber hecho algún otro movimiento, y Sam fue liberado de la corbata y del contacto físico con lentitud desbordante pero que se le antojaba mucho más eterno. No sabía cómo tomarse ese beso, no sabía que decir, y aunque sabía que su mirada estaba dilatada y con los labios acalambrados, subió la mirada penetrante y la conecto con la ajena, que era su mismo reflejo de ansiedad y promesa.

— Yo no me rindo tan fácil, Sam. — la voz de Gabriel en esta ocasión no tuvo nada más que anhelo a algo mucho más divertido. — Anda, pide aunque sea un café antes de que te vayas.

Como si lo hubiese pronosticado el mesero llego pidiendo la orden, y mientras Gabriel pedía el postre del día Sam sólo pensaba que tal vez, y sólo tal vez en una mínima de probabilidad, él tampoco se rindiera en esta ocasión tan fácil.

Notas finales:

Esta vez sólo revise la ortografía dos veces, esperemos no tenga horrores en el texto xD

Una cosa personitas.

Antes que nada me gustaría agradecerles por estar leyendo esta historia, y aunque no me dejen un RR no importa, se les quieres  lectores fantasmita ^^

En fin, mi siguiente pregunta es importante: ¿creen que esta historia tiene mucho OoC?


Miren, mi duda viene de lo siguiente. Una amiga me dijo que notó mucho OoC en el comportamiento de Sam. Aclarando, me estoy basando en un Sam por completo separado de su hermano después de la universidad. Ya saben, ese Sam que aunque amaba a su hermano y a su padre quería una vida aparte; pues bien, aunque no maneje el mismo universo, el carácter lo estoy tomando en base a lo que pudo haber sido.

No es justificación. Explicó el porque de este comportamiento.

De hecho me he tardado en publicar el capítulo porque analicé por completo esta historia. Sí hay algo que deteste en los fics es el Bashing y el OoC, así que mi cabecita no podía aceptar el hecho de estar cometiendo la segunda peor cosa que detesto.

Así que dejando en claro mi gran duda universal, ¿creen que me puedan responder? En serio necesito saber que no estoy fallandole a Sam u.u

Muchas gracias por su atención!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).