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Hasta el fin del mundo por Mal-Dita

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Notas del capitulo:

Hola ^-^, gracias a quienes han leido. Si, es dramatico, lo siento. 

 

Espero que les guste y les recuerdo que muchos de los personajes que aqui aparecen no son de mi autoria, pero algunos si.

 

2-------------------------------------------------------------------------------

En cuanto el avión apago sus turbinas y las azafatas dieron por fin luz verde para descender del pájaro de metal Haru se sintió perdido. Se sintió como la primera vez que acompaño a Rin a Australia, las diferencias culturales lo agobiaban. Dio un último vistazo a los pasajeros de aquella nave porque no sabía cuándo sería la siguiente oportunidad de toparse con otro japonés en este viaje.

Ya con su bolso sobre los hombros y el Air India a lo lejos comenzó un bombardeo de taxistas que exigían su atención, era una horda de hombres gritando en varios idiomas y Haru solo tenía en mente el transfer. Cuando pudo respirar con tranquilidad diviso un centro de informaciones, pero descubrió que era un poco difícil comprender el ingles de la chica encargada. Aun así logro ordenar sus ideas y de una forma fluida le explico que quería saber donde se encontraban los transfer, ella le dijo que habían unos buses gratuitos que lo dejarían en el centro de Nueva Delhi, pero el movió su cabeza en señal de negación, para luego explicarle que necesitaba llegar a la embajada Australiana. La pequeña mujer de tez morena saco un lápiz y un papel en donde escribió un par de coordenadas y luego se las entrego al extranjero, al cual en pocas palabras le indico la dirección del los estacionamientos y en una especie de señal de simpatía esta le sugirió el nombre de quien le podría ayudar.

-Es más seguro-pudo entender-

Haru se mostro muy agradecido y se encamino en busca del vehículo. La chica del mostrador quedo desconcertada ¿qué hacia un chico con aquellos rasgos buscando una embajada de un país tan distante para ella?. Jamás sabría la respuesta, pero le deseo toda la suerte en su pequeña travesía.

Cuando llego a la dirección indicada por la joven pudo ver una larga fila de taxis amarillos, paso junto a ellos no sin evitar ser acosado nuevamente por sus conductores. Pocos metros más adelante vio lo que supuso era uno de los buses gratuitos que en esta oportunidad no podría utilizar. Casi al final de la losa de estacionamientos de vehículos de transporte interurbano encontró lo que buscaba, eran cuatro Van estacionadas una tras de otra, se acerco a un hombre joven que aparentaba ser el conductor de una de ellas y se mostro extremadamente gentil al ver al posible cliente.

-¿Donde quieres ir tu?-dijo con un tono rasposo-

-Busco a-no supo como pronunciar el nombre y le mostro el papel- él.

-Mmm...tks-hizo un gesto de inconformismo- ¡Maitreya!

Haru miro sorprendido al hombre que comenzó a gritar, pero los gritos no eran dirigidos a él, sino que a un sujeto fuera de su campo visual. En ese momento descendió de una de las Van un hombre de mediana edad y una gran sonrisa que comenzó a gritar en buen modo al joven que se encontraba frente a Haru cosas inentendibles.

-¡Oh! así que tu buscarme a mí.

-Si -y le extendió el papel- quiero ir a la embajada australiana.

-Mmm...-dijo leyendo el papel- ¿quién darte esto?

-Una chica en informaciones.

-¡Oh! Madhumita, es una buena chica. Sube por favor.

-Ok-dijo subiendo con precaución sus cosas-

-¿Japonés?-dijo antes que Haru se sentara-

-Sí.

-Lo imaginaba-dijo como última palabra antes de volver a salir del vehículo-

Maitreya le dijo que esperarían a un par de pasajeros más y luego partirían. Los minutos se pasaban lentamente y no podía evitar mirar cada cierto tiempo el reloj de pulsera comprobando la hora. Pero solo unos quince minutos después subieron dos personas más siendo en total unos catorce pasajeros y el conductor junto a su ayudante se posicionaron en los asientos delanteros.

Cuando salieron del aeropuerto Haru se encontraba enajenado por lo que estaba observando, las diferencias de aquel país eran increíbles. Como la pobreza y el lujo convivían en cada calle y cada persona, las monumentales estructuras frente a la fragilidad de las casas construidas con tablas y latas, pero aun así continuaban viviendo. El también debía continuar viviendo a pesar de lo que sucediera.

A medida que avanzaban el paisaje comenzó a cambiar y los pasajeros a disminuir. Finalmente dentro de una zona residencial fue sacado de sus pensamientos cuando la Van paro.

-¡Hey!¡el japonés!-dijo mirando por el retrovisor- tu lugar.

El ayudante del conductor lo ayudo a descender y ya abajo le pago lo acordado, pero antes de poder comenzar a caminar en dirección a la embajada la voz del indio lo llamo.

-¡Chico!-dijo llamándolo desde el puesto de conductor-

-¿Si?

-Toma-dijo extendiendo una tarjeta- yo soy taxista, si necesitas un viaje me puedes llamar.

-Oh, gracias.

-No sé porque, pero creo que por alguna razón tú necesitas mucha ayuda.

-...-no contesto, se limito a escuchar-

-Bueno, ten un buen viaje y encuentra lo que buscas-Haru lo miro sorprendido- que Visnú bendiga tu camino .

-Gracias.

No era creyente, pero si llegase a existir algún dios no estaría de más su ayuda, aunque con los problemas de este mundo un solo dios no daría a basto. Haru concluyo que tener los millones de dioses de la religión Hindú sería bastante útil.

No era la única embajada del lugar, ya que al frente se encontraba la británica que también tenía un gran jardín. En la puerta principal un  guardia le pregunto que deseaba, a lo que contesto diciendo que buscaba a una persona de las cruz roja. El guardia lo miro con escepticismo, pero lo dejar pasar.

Ya al interior del edificio espero que la secretaria terminara de hablar por teléfono mientras contemplaba el lugar que tenía algunas fotografías de Australia, pero al verlas  sintió como se le oprimió el pecho.

"Rin"

Estaba arto de que todo le recordara al pelirrojo.

-Hola ¿que necesita?-pregunto amablemente la secretaria-

-Busco a Sam de la cruz roja.

-¿Sam?, no sé de quién hablas

-Se supone que la encontraría aquí -comenzó a sudar frio-

-Mmm, espera-tomo el teléfono y disco un par de números-

-¡Hey!, si hola, si, no claro que no, si ¿sabes algo de una tal Sam de la cruz roja?, em la busca un chico, ¿cómo te llamas?-dijo tapando el auricular-

-Haruka Nanase.

-Haruka Nanase- repitió- ok, si supongo ¿cuánto?, ok, ¡no digas eso!. Si gracias, adiós -colgó-. Bueno, si existe esa Sam, lo siento pero hace poco llegaron y no conozco bien sus nombres.

-No hay problema, gracias.

-Veras ella no esta aquí, pero volverá dentro de poco, ¿quieres esperar?

-Sí.

-Si quieres puedes esperar aquí en la recepción o en el jardín.

-¿Tienen internet aquí?

-¡Oh claro!, esta es la clave-dijo entregando un trozo de papel con números, ¿necesitas algo más?

-Si por favor, ¿donde encuentro comida?

-En el pasillo a la izquierda, ahí también está el baño.

-Gracias - esbozo una sonrisa antes de dirigirse en busca de comida-

"¡Wow! cuando sonríe se ve aun más guapo, ¿será soltero?"-pensó la chica-.

El baño estaba vacío y dispuso sus cosas en el suelo, se miro al espejo donde pudo ver como el cansancio se evidenciaba en su rostro. Sus ojos cansados solo anhelaban que todo resultara.

Pasaron casi cuarenta y cinco minutos los cuales los ocupo en el lavado, comer lentamente lo que había conseguido en la máquina expendedora y enviar un mensaje a Makoto diciendo que ya estaba en la embajada sin ningún problema. De pronto una voz llamo su atención. Al levantar la vista encontró una figura alta e imponente.

-¿Haruka?-dijo la chica-Tienes que ser tu, no veo más japonenses aquí con pinta de elite.

-Sí, hola ¿Sam?-atino a decir. No entendía lo de elite-

-Sí, sí. Nada de formalidades gracias. Ahora toma tus cosas y sígueme elite.

Parece que "dura" era una buena palabra para calificar a esa mujer, ruda era otra muy buena. Sam incluso era unos centímetros más alta que Haru, llevaba el cabello corto y rubio natural que hacían juego con su camiseta negra y pantalones de estilo militar.

-¡Elite! ¡vamos! -dijo casi al otro extremo de la habitación a punto de virar por un pasillo-

Haru la alcanzo y siguió sus pasos por el edificio hasta que en el segundo piso lo hizo entrar en una de las oficinas.

-Espera aquí-y sin más salió-

No sabía que pensar de esa chica, pero percibía que lo miraba con un semblante poco amigable. A los pocos minutos volvió a la habitación.

-Haruka Nanase, escuadrón siete, primeros auxilios. Si te preguntan tu vas conmigo.

-¿Cuando partimos?

-Mañana ¿alguna otra pregunta elite?

-¿Por qué me llamas elite?

-Porque quiero-dijo con suma indiferencia- te quedaras esta noche aquí. Mañana partimos a las siete, a las seis debes estar listo.

-...-asintió- estaré listo.

La mujer salió de la habitación sin decir más. Se notaba a leguas que ella no lo pasaba (razón que desconocía Haru), pero no tenía más opción que seguir lo que ella dijese. Era su única oportunidad para encontrar a Rin desde ahora.

No tenía mucho que hacer en la pequeña habitación a parte de leer mientras las horas pasaban. Ya eran las ocho de la noche y el hambre se estaba haciendo presente.

-¡Hey! elite, tu cena -le entrego un embase de comida precalentada, pan y agua- Si quieres bañarte al fondo del pasillo hay un baño.

-Gracias.

-No tienes que agradecer, no puedo dejar que uno del escuadrón muera antes de la acción.

-Sí-se limito a decir-

-Tks, de los que dice poco. Me estresa, de cualquier modo nos vemos a las seis.

Cuando salió la habitación quedo nuevamente en un silencio sepulcral. Cogió el embase de comida que por lo visto era rameen de carne. Hasta que no comenzó a comerlo, no había notado el hambre que tenía, lo comió tan rápido que casi le dieron nauseas.

Se quedo dormido rápidamente dentro de su saco de dormir luego de tomar una ducha rápida en el baño que le había sugerido la rubia. No soñó con nada.

La alarma de su celular sonó a las cinco y media, se alisto y espero que apareciera su boleto de entrada a Nepal. Ya listo solo pasaron tres minutos de la hora estipulada para que apareciera la rubia.

-Vamos.

Fue lo único que se limito a decir en un buen rato. Haru no tenía más que seguirla entre pasillos y esperar en algunas ocasiones cuando de improvisto alguien le hablaba. A las siete y cuarto se subieron a una Van que iba atestada de paquetes y cajas, dentro iban tres personas contando al conductor. Todos al ver a Haru se quedaron extrañados, pero Sam contesto un dulce "no pregunten" y todos asintieron sin cuestionar lo que decía la chica.

Haru miraba tras el cristal como la gente se preparaba para un nuevo día. Los niños con uniformes, los comerciantes y los vagabundos que se amontonaban en las calles para capear el frio de la mañana.

La Van se detuvo frente a un gran portalón gris y un militar se acerco al conductor para verificar su identidad, para luego hacer un saludo y abrirle paso al vehículo. Unos cuantos metros más adelante se detuvieron y la rubia abrió las puertas.

Por imitación Haru comenzó a bajar las cajas que se encontraban dentro de la Van y ayudo a cargarlas hasta un avión militar que llevaba suministros.

-Nuestra única opción para llegar era traer todo hasta India y luego ir en aviones del ejército hasta Nepal -le comento una de las chicas que iba en el vehículo- las calles están atochadas porque es un pequeño país así que era casi imposible ir desde aquí por tierra.  Pero no podíamos venir directamente desde Australia con las cosas, porque el aeropuerto de Nepal es demasiado pequeño como para recibir más naves.

Haru escuchaba con atención la explicación de la chica menuda con rasgos polinésicos.

-Por cierto soy Lily, ¿tu?

- Haruka,  Haru -corrigió- gracias por explicarme .

-Lindo nombre Haru -y sonrió abiertamente-.No hay problema, nunca te había visto y aquí la mayoría se conoce ¿sabes?. Yo he estado en algunos centros de la cruz roja en Tanzania, Kenia y Etiopia. Yo conocí a Sam en el entrenamiento que hicieron en Camberra hace algún tiempo.

-Oh, ya veo.

-Sí, ¡tiene un carácter difícil a primeras!, pero es muy dulce en el fondo -Haru la miro escéptico-. ¡Vamos! ¡es cierto!. Por cierto ¿de dónde eres?

-Japón.

-¡Oh!, debí suponerlo...

-¡Hey! el par, ¡si ustedes!¡Elite!¡Lily! -dijo la rubia sobre la nave-¡aun faltan cosas!

Pararon de hablar y corrieron a la Van por las ultimas cosas. Cuando finalmente terminaron pudieron subir a la nave que al ser en si un avión de carga era mucho más incomodo que uno normal.

-Escuadrón siete ¿listos?-dijo un hombre que paso registrando los grupos-

-Si-dijo Sam- Somos diez en total. Aquí está la lista y sus identificaciones

La nave por fin encendió sus motores y los tripulantes estaban ansiosos, para muchos ese no sería más que otro viaje a un país en crisis, pero para Haru era la única manera de volver a ver al chico de ojos carmesí. El viaje no era muy largo, casi una hora y media. A ese ritmo ese mismo día estarían en plenas maniobras de rescate.

El azabache no se había percatado que Sam había cambiado el puesto con un chico calvo  para sentarse a su lado.

-Hey. ¡Hey!

-Oh, lo siento -dijo sorprendido- no te había escuchado.

-Así lo veo elite.

-¿Puedes parar de decirme así?

-No.-Haru solo debió la mirada-. Vamos no seas sensible, o no sobrevivirás.

-Solo quiero terminar con esto.

-Lo sé, no me agrada tener que ser niñera.

-...-Haru solo respiro hondo- luego de llegar...

-No es tan fácil como parece. Llegaremos a Katmandu, pero quien sabe cuánto nos demoraremos en alistarnos y ordenar nuestros destinos.-La chica miro a Haru con el rabillo del ojos y pudo ver desolación-. Además si el chico esta en el camino del campo base puede que esté en cualquiera de los pueblos. Pero -dijo suspirando al intentar darle esperanzas- si estamos de suerte se habrá quedado un par de días más en alguno de los pueblos y ahora solo estaba de regreso. ¿Hace dos semanas está ahí?

-Sí, dos semanas aproximadamente.

-Eso es bueno.

-¿A qué te refieres?

-Si salió hace dos semanas, supongamos que ha viajado durante doce días. Ya sabes, siempre hay demoras y cosas por el estilo. El viaje dura aproximadamente entre nueve y diez días caminando hasta el campo base, pero si aun no hay noticias de él, significa que no tomo el aeroplano que se encuentra allá. ¿Aún no lo entiendes?

-No-dijo cortante, no entendía muy bien los tiempos de ese lugar-

-Significa que está regresando por el mismo lugar que fue, ósea que puedes encontrarlo en alguno de los pueblos que se encuentran en el camino porque no hay más opciones de regreso.

Haru reflexiono ante esa posibilidad y eso lo tranquilizo bastante, pero ahora debía ir contra el tiempo. En el caso de que Rin estuviese regresando en el momento del terremoto quizás se quedo atascado en algún pueblo, con eso podría ganar tiempo.

-De cualquier modo ya estas aquí, no es tiempo para andar desgastando energía innecesaria.-en ese momento se comenzó a levantar del lado de Haru- si todo sale bien en un par de días encontraras a tu chico.

Sin más se fue de la vista de Haru y el chico calvo regreso a su sitio. De algún modo a pesar de ser tan directa la rubia, Haru entendía que había intentado animarlo. Ella tenía razón, él era una carga en ese momento y debía dejar de anteponer sus sentimientos hasta nuevo aviso. No estaba seguro que sería lo que encontraría al bajar de aquel avión, pero con certeza sería algo terrible y desolador.

Cerro sus ojos y espero a que la hora del descenso llegara. Entre tanto Haru no se había percatado que la rubia lo analizaba con atención, ella sabía más o menos de que iba la cosa y en cierto modo le chocaba un poco la presencia del azabache, pero de alguna forma ver a ese chico algo apático y distante llegar a ese punto significaba algo importante. No cualquier persona haría ese sacrificio por alguien más y menos con la personalidad de ese chico, era seguro que él sujeto llamado Rin era alguien especial.

Cuando la nave toco tierra los pasajeros no pudieron evitar saltar y ondular en sus asientos, pero en cuanto los motores se apagaron todos se pararon en seguida y se reunieron con sus grupos.

Ya abajo y con todo el implemento cargado en diferentes vehículos militares los grupos se dispusieron a escuchar el itinerario por parte del jefe de grupo, que en caso del número siete era la ruda Sam.

-Bien, por el momento nos han enviado al sur de katmandu, quizás mañana nos trasladan a otro sitio, por ahora vamos a priorizar la entrega de suministros.

-¡Sam!-un grito proveniente de un par de metros de distancia puso en alerta al grupo-

-¡Oh! esperen un poco.

Todos siguieron con la mirada a la chica que se reunió con un tipo joven de lentes y barba algo tupida. Se saludaron como viejos amigos e intercambiaron bromas, pero en cierto momento el semblante del hombre cambio al igual que el de la chica que casi de forma instantánea miro al grupo, pero Haru sintió como la mirada se posaba en él y aunque fueron un par de segundos Lily que también se encontraba en el grupo comprendió que eso no era bueno.

La rubia y su amigo continuaron conversando unos minutos más sin mucho agobio, pero en Haru se había instalado ya una pequeña agonía que le gritaba que algo no iba del todo bien.

-Haru, ¡Haru!-dijo la menuda chica-

-Lo siento.

-No hay problema-la chica dudo preguntar, pero tenía un espíritu curioso-. ¿A quién buscas?

-¿Eh?

-Vamos, sé que no eres de la cruz roja y que fue Sam quien te inscribió para que pudieras entrar. ¿Ella está aquí y la vienes a buscar?

¿Tan evidente era? ¿o solo la chica era muy observadora? se preguntaba Haru. No tenía nada que perder en realidad, aunque pensó que de contestar con honestidad podría poner en aprietos a la rubia y de paso así mismo.

-Tranquilo, no se lo diré a nadie. ¡En verdad es romántico! -dijo la chica juntando sus manos mirando con emoción al de ojos azules-, ¡qué envidia!, me encantaría que alguien hiciera lo mismo por mi ¿Como se llama?

La chica comenzó a hablar muy rápido y Haru se sintió un poco agobiado, no sabía que contestar quizás podía ser homofóbica o algo por el estilo y no deseaba dar explicaciones al respecto.

-¡Oh! ¡vamos! no seas tímido, bueno si quieres obvio. ¡Lo siento!, pero me encanta esta clase de temas ¿sabes?, soy una clase de Emma para mi desgracia, ¡oh! ¿has leído a Jane Austen?, bueno si no lo has hecho no me sorprende somos de culturas distintas, pero sabes podrías leer para empezar orgullo y prejuicio. ¡Ah! yo amo a Darcy, cuando lo leí por primera vez supe que era el amor de mi vida, lástima que es ficticio -hizo un puchero-, pero yo no soy como Lizy. ¡Oh!, quizás ni siquiera has escuchado de ellos y ahora yo te hablo como si los conocieras. Lo siento, pero hablo mucho y a veces no me puedo contener. ¡Ah! pero sabes deberías leer ese libro, bueno quizás no te gusten ese tipo de novelas, pero es bueno y no es el típico libro empalagozo de amor.

-Creo que lo he escuchado- dijo finalmente después de escuchar la verborrea de la chica Rin veía esas películas a veces y no sería de sorprender que ya la hubiese visto -, no sé bien de qué va la historia, pero...

-¡Oh! bueno veras, es acerca de una familias que tiene cinco...

-Haruka -intervino Sam con un semblante serio- ¿puedes venir?

Haru camino en dirección a la chica, mientras Lily los observaba con cierta angustia. Sabía que no eran buenas noticias.

-¿Supiste algo sobre Rin?

-No exactamente sobre él, pero quizás es algo que deberías saber.

-Dilo.

-Veras, le pregunte a un amigo que trabaja hace un tiempo aquí si había escuchado algo de algún japonés últimamente que allá ido al campo base y le di la descripción física para tener algunas nociones.

-¿Pero?

-Me dijo que había sabido algo de un japonés, no sabía detalles de cómo lucia ni nada por el estilo, pero...-inspiro profundo antes de seguir-, lo encontraron muerto en un templo cerca de la capital.

-¿Cómo?-apenas si contenía las ganas de llorar-

-Al parecer en un derrumbe.

-Tengo que verlo, ver que no es Rin.

-Lo sé. Vamos.

Haru abrió sorprendido el par de ojos azules vidriosos. Eso no estaba dentro de los planes y de seguro le traería problemas a la rubia.

-Pero...                                       

-Tranquilo, deje un sustituto. Además no me gusta quedar con dudas.

Caminaron hasta una vieja camioneta cargada de suministros y dentro se encontraba el mismo hombre que había hablado con Sam.

-¡Hola! -saludo abiertamente- hoy seré su conductor un gusto. ¿tu nombre?

-Haruka -dijo con apenas un hilo de voz-

-Japonés ¿no?. Yo soy Samir -dijo mirando al azabache por el retrovisor- Una vez fui a Japón, pero vamos que soy malo para el idioma.

-Tú de por si hablas un idioma extraño.

-¿Árabe?, no es tanto...

En ese momento Haru dejo de escuchar, su mente era un caos y sentía pánico. No era seguro, podía ser cualquier otro japonés ¿pero si esa era la razón por la cual no se había podido contactar con el pelirrojo?¿si efectivamente había muerto?. Nunca más podría ver esa sonrisa y ese par de ojos carmesí que lo llevaban a cometer toda clase de locuras. No supo cuanto tiempo contuvo la respiración, pero fue lo suficiente como para comenzar a marearse.

La rubia que hablaba animada con su amigo sentada en el asiento de copiloto miraba continuamente por el retrovisor  para comprobar el estado del azabache que parecía morir de la agonía por dentro.

La camioneta apago su motor y sus ocupantes descendieron, pero no fue hasta que el hombre de lentes abriera la puerta y  Sam moviera el hombro de Haru que él azabache no volvió en sí.

Apenas eran las diez y media de la mañana, pero parecía que el lugar no paraba de moverse. Cientos de personas corriendo de un lado a otro entre escombros, personas haciendo maniobras de limpieza y otras descargando cajas. Nadie parecía perder el tiempo, cada segundo aun era valioso para salvar una vida.

Había una series de tiendas de campañas instadas fuera del hospital que se encontraba saturado a más no poder. Los gritos que acompañaban los llantos de dolor que una familia no dejaron indiferente a Haru, quien por un segundo olvido todo para centrarse en lo que sucedía a su alrededor.

Camino tras Sam quien era guiada por Samir entre la multitud, hasta que pararon frente a una gran tienda de color verde musgo. Antes que el árabe ingresara al interior de la tienda salió una camilla con un cuerpo cubierto por una manta negra que de seguro iría a parar en una fosa común si es que los familiares no tenían suficiente dinero como para brindarle un entierro, aunque la posibilidad de cremar los cuerpos era alta por temas de sanidad.

Finalmente Samir regreso y miro a Sam que entendió el gesto.

-Puedes entrar, iras con Samir -dijo estoica- Tapate la boca y la nariz cuando entres -le advirtió la chica-

Haru solo se limito a asentir. Sam decidió esperar afuera, no quería interrumpir al chico en ese momento, fuese o no el cuerpo su novio no deseaba entrometerse.

Al ingresar a la tienda, Haru se encontró con un horrible espectáculo de cadáveres cubiertos por delgadas mantas oscuras y un olor casi nauseabundo. En ocasiones alguna extremidad gris se dejaba ver debajo de las mantas. Llegaron al fondo del lugar y se encontraron con dos personas cubiertas de verde. Un hombre al cual solo se le veían los ojos hizo un pequeño gesto de asentimiento hacia Samir para luego dejar al descubierto el cuerpo que se encontraba bajo la manta.

Cuando vio el cuerpo palideció. No pudo respirar y sintió que todo le comenzó a dar vueltas. Era la segunda vez que veía un muerto en su vida, la primera había sido su quería abuela, pero esta vez era distinto, las circunstancias eran distintas. No había paz en el semblante de ese rostro marchito. Las mejillas unidas y varios hematomas recorrían el destrozado cuerpo.

Notas finales:

Les gusto <-<???....no me maten...gracias.


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