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Bajo la piel por Kalis97

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Notas del fanfic:

Esta serie me ha cautivado de tal manera que no podía esperar a escribir algo, y tenía que ser algo que involucrara mucho a los personajes de una forma muy cariñosa, pero para que pudieran superar las adversidades juntos.

Decir que va a ser un yaoi bastante sutil, ya que personalmente me gusta hacer hincapié en un amor que está ahí, pero que no se remarca hasta el final.

Espero que os guste:)

La historia y los personajes le pertencen al escritor Koji Oji y a los creadores del anime. 

Notas del capitulo:

Bueno, allí va mi primer fic yaoi en esta página :3

Por alguna extraña razón, Haru siempre dejaba la puerta de su casa abierta, como siempre había hecho mientras estudiaba en la secundaria, adelantándose a los movimientos de su mejor amigo Makoto, que cuando acudían a la misma escuela solía entrar y encontrarlo en el cuarto de baño. Había pasado medio año desde que el grandullón de los ojos verdes había dejado de aparecerse allí repentinamente aunque de modo esperado para ofrecerle su mano para ayudarle a levantarse de la bañera en cuya agua Haru llevaba un buen rato sumergido.


Pero aquellas agradables y acostumbradas mañanas ya no se habían vuelto a repetir desde que los jóvenes habían ido a la universidad. Y Makoto, de hecho, se había ido a Tokio, y Haru tenía que habituarse a no ver a su amigo diariamente como hacia antes. Y lo cierto es que le estaba costando bastante…


Rei no lo había conocido hasta el bachiller. Rin siempre había ido a su bola, en otras escuelas, Nagisa después de primaria no se habían vuelto a reencontrar hasta el bachiller porque el chico había ido a otro lugar a estudiar la secundaria. Pero Makoto era diferente. Makoto era su mejor amigo desde que iban juntos a primaria, y no se habían separado hasta que la universidad les había obligado a escindirse. Ni siquiera podía verlo como antaño al bajar las escaleras de su barrio, donde en mitad de las mismas vivía su amigo con su familia. No, ahora solo veía a su familia, a sus dos alegres hermanitos que cada día crecían más, pero él ya no había vuelto.


Por eso, cuando su nueva monotonía establecida se rompió de pronto, Haru, que era el chico más inexpresivo e inmutable de su ciudad, no pudo ocultar su asombro.


- Buenos días, Haru-chan- Makoto le tendió la mano para ayudar a levantarse de la bañera llena de agua caliente.


El moreno tardó en reaccionar. Al principio, se limitó a aceptar la mano y a dejarse elevar, mostrando su traje de baño.


- Deja de llamarme chan- dijo sin entusiasmo.


Y de repente, fue cuando se vio obligado a sacudir frenéticamente la cabeza de un lado a otro, sin poder creérselo.


- Ma...Mako…


- Buenos días, Haru- dijo el chico dedicándole su característica y dulce sonrisa.



 


- ¿Caballa? No has cambiado nada, eh, Haru- dijo Makoto al verle al chico preparándose caballa a la plancha para desayunar.


- ¿Quieres?


- No, no gracias. Ya he desayunado.


- ¿Has ido a casa primero?


El otro asintió.


- Claro, llegué ayer por la noche y dormí en casa


- Ya veo…-dijo sin emoción Haru.-¿Y cómo es que no has avisado antes de venir?


- ¿Me empiezo a parecer a Rin, eh?- dijo con cariño- Pues verás… quería darte una sorpresa, Haru.


El moreno no dijo nada. Se concentró en dar la vuelta a su pescado para que se hiciera por el otro lado en la sartén.


- ¿No te preguntas el motivo?


Haru negó con la cabeza. Parecía más pendiente de que no se le quemara la comida.


- Fue para estas fechas cuando empezamos a nadar en la piscina Iwatobi.


- Ya veo…


El silencio inundó la habitación.


- ¿Haru?¿Ocurre algo?


- No creo que hayas venido por eso.


- ¿Eh?


- Si fuera así no me lo dirías tan directamente, ni mucho menos me irías pidiendo que me lo preguntase- los ojos azules del moreno sostenían firmemente la mirada de Makoto, de un gesto tan penetrante que llegó a sentirse incomodado.


De pronto, el rostro de Haru pareció ablandarse.


- ¿Ha ocurrido algo en Tokio?


Makoto sonrió y movió la cabeza de izquierda a derecha para indicar que no. Pero a Haru no le convenció del todo. Pese a ello, prefirió no forzarlo a preguntas.


- ¿Y tú por aquí como vas? ¿Entrenas mucho?- inquirió.


Haru se encogió de hombros continuando con su gesto inexpresivo.


- Es agobiante tener a los entrenadores meter presión sin dejarte hacer lo que quieres...pero es lo que hay, supongo.


Makoto guardó silencio, pensativo.


- ¿Estás bien, Haru?


- ¿Y tú, Makoto?


- Estamos de entrenadores de prácticas algunas tardes dando clase a los niños. Es bastante divertido.


Haru no respondió. No preguntaba por eso aunque se esperaba alguna respuesta similar a la que había dado.


- ¡Se te está quemando la caballa, Haru!- exclamó Makoto al ver el pez demasiado tostado y echando humo.


- Ah, cierto. - reaccionó el otro sacando el filete de la plancha con la parsimonia que determinaba todos sus movimientos.- ¿Seguro que no quieres?


- Me limitaré a ver cómo comes. Buen provecho.


Haru lo miró con esos ojos de color agua y se sentó en la mesa, dispuesto a desayunar.


- Había pensado ir a buscar a Rei y a Nagisa después de clases, así de sorpresa…


El moreno masticaba lentamente mientras escuchaba a su amigo hablar.


- ¿Los has visto últimamente, Haru?


El aludido se dedicó a asentir sin intención de dar ninguna explicación.


- Os he echado de menos.- dijo Makoto con una sonrisa triste.


Justo Haru terminó su comida, y tras contemplar a su amigo largamente con un sutil atisbo de cariño en sus ojos, se levantó para recoger el plato y lavar los utensilios de cocina.


- ¿Te parece que vayamos después del entrenamiento? Seguro que Gou y Ama estarán…


- Sí- dijo simplemente Haru, cerrando el grifo de la fregadera tras terminar de limpiar.


- ¿Ahora vas a clase?


- Sí


- Entonces llévate el móvil y avísame cuando vayas a salir para ir a buscarte ¿De acuerdo?


Esta vez, Haru asintió también, pero con la cabeza.



El club de natación del instituto Iwatobi tenía ya, al menos, más de diez integrantes, donde Nagisa había pasado a ser el capitán, a pesar de que su estatura era menor que la de los demás nadadores que parecían tener un cuerpo de líder más apropiado.


- ¡Venga chicos! ¡Muy bien hecho hoy! El entrenamiento termina aquí- dijo el rubio con su típico y exuberante entusiasmo. A su lado, Rei contrastaba con una calma inhumana. Probablemente estaba haciendo cálculos para sus adentros acerca de las mejoras de su equipo.


Los jóvenes, jadeando del cansancio, agradecieron con gusto las toallas y las botellas de bebida energética que Gou les lanzaba una a una para que recobraran el aliento. Y uno a uno, despidiéndose de Nagisa, de Rei y de la chica, fueron abandonando la piscina para dirigirse a los vestuarios.


Una vez solos, el rubio se volvió al de gafas.


- ¡Ha estado genial hoy!- dijo con ansia.


- Sí, algunos van mejorando mucho… aunque…- calló en seco. Lo que iba a decir no sería del agrado de nadie.


- ¿Eh?


- Nada, nada…


- ¿Ibas a decir que no es lo mismo que cuando estábamos con Makoto y Haru?- preguntó el chico con una falsa y larga sonrisa.


- Nagisa, yo no…


- ¡No te preocupes!- le interrumpió sin parar de sonreír.-¡Voy a vestirme!


- Oye, Nagisa…


El otro lo ignoró canturreando una canción aleatoria mientras se alejaba, con esa sonrisa en su rostro de mentira.


Gou se acercó a Rei, que se sentía culpable por haber dado pie a sacar el tema.


- Nagisa no lleva muy bien el no seguir con ellos ¿No?


Rei suspiró.


- Creo que más es por no saber nada de Makoto… desde que se fue no sabemos nada de él. Creo que teme que haga como Rin cuando se largó a Australia.


- Pobre…- exhaló la pelirroja. - Makoto ha sido desconsiderado por su parte…


- Parece que cada vez que uno se larga afuera le pasan cosas raras que oculta a los demás…- comentó el chico con sarcasmo.


Pero Gou, en vez de reírse, se encogió de hombros.



Makoto de pronto se llevó la mano al pecho, y ralentizó su paso. Haru, que caminaba a su lado se percató de ello y se volvió hacia su amigo:


- ¿Estás bien?


- Sí, me ha dado un pinchazo. Pero no es nada, no te preocupes.


- ...¿Nada?- masculló Haru, extrañado.


- ¿Qué pasa Haru?- inquirió Makoto, sintiéndose algo intimidado por la profunda mirada de su amigo. Se habían detenido en un camino de tierra muy próximo al instituto, mirándose de frente.


Haru no dijo nada, aunque sus labios habían vacilado al querer exteriorizar sus dudas, pero prefirió ser prudente.


- No es nada…


El rostro de Makoto se ensombreció, desviando la vista del alcance del moreno.


- Siento preocuparte- dijo al fin.


Entonces Haru volvió a remover los labios.


- ¿Entonces sí que hay algo por lo que debería estar preocupado?


Makoto le respondió con una sonrisa cansada que hizo estremecer al chico.


- ¡Ah! ¡Nagisa!- exclamó de pronto Makoto, rompiendo con la tensión.


Haru, sorprendido, miró en la dirección a la que apuntaba el otro con su voz, y en efecto, vio por él mismo cómo Nagisa pasaba de largo cerca de la verja del instituto.


-¡Nagisa!- gritó Makoto emocionado.


Sin embargo, y a pesar de que el aludido pareció percatarse de la llamada, el chico no detuvo sus pasos y pasó de largo a unos metros de ellos.


- ¿Eh?


Haru no dijo nada. Contempló cómo Nagisa marchaba sin parecer verlos.


Makoto resopló, frustrado.


- Vaya, quería verlo de verdad después de tanto tiempo…


- ¿Por qué no corres detrás de él?


- ¿Eh?- por un momento, el chico se mostró abrumado, pero a duras penas, trató de endulzar su gesto- No, da igual… Ya lo veré mañana…


- Makoto- el aludido tembló por momentos ante la fría llamada de su amigo-¿Te ocurre algo que te impida correr?


- ¡Para nada!- vociferó el otro con una voz vacilante- ¡Si quieres me pongo a correr ahora mismo…!


- ¿¿¿¡Makoto!???


Ambos se volvieron a una. La inconfundible figura de Rei corría hacia ellos jadeando.


- Oh… ¡Rei!


El chico se paró justo a escasos centímetros de Makoto.


- No… no me lo creo ¡Estás aquí! ¡Oh cielos! ¿De verdad eres tú?- decía atragantándose por alteración, observándole desde todos los ángulos.


- Si, soy yo, Rei…


- ¡No me hago a la idea, en serio! ¡Es una noticia genial que hayas venido!


Ambos rieron con complicidad.


- ¿Cómo va todo por Tokio?


- Oh, no está mal. Hacemos prácticas con los niños y es algo agobiante, pero está bien. Me alegra mucho el ayudar a aprender.


Haru lo miró de reojo, perspicaz. ¿Acaso solo iba a contar eso de su estancia en Tokio?


- Genial, me alegro mucho, Makoto. ¿Y qué te trae por aquí?


- Bueno, hacía mucho que no os veía ni a vosotros ni a mi familia… - recitó como si fuera una respuesta evidente.


- Ah ya… bueno me alegro mucho de que hayas vuelto. ¿Cuánto te vas a quedar?


- Pues...no estoy seguro- admitió el chico, rascándose la nuca con pesadez.


Los ojos fríos de Haru se habían clavado en aquel mohín, pero prefirió no comentar nada al respecto.


- ¡Oye! ¿Qué te parece si vamos a visitar al entrenador? Se alegrará mucho de verte de nuevo.


Makoto asintió, mostrando la mejor de sus sonrisas.


...


 


- ¿MAKOTO? ¿ERES TÚ?¡CLARO QUE ERES TÚ SI NO HAS CAMBIADO NADA EN ABSOLUTO!- empezó a atolondrarse el entrenador al ver entrar por la puerta a su ex alumno.


Conmovido, comenzó a abrazarlo con ímpetu.


De repente, Makoto sintió de nuevo una punzada en el pecho ante la presión que el rubio ejercía sobre él, y Haru no lo pasó por alto.


Cuando por fin lo liberó de su agarre, Makoto tomó aire con calma, para recomponerse.


- ¡Me alegro mucho de que estés aquí! ¿Cómo va todo por allí?


Haru volvió a escuchar la misma respuesta que antes y que en su casa, pero esta vez no pareció sorprenderle.


- ¡Ah! Ya que hablas de niños, Hayato está…


- ¡Entrenador!- la voz de un niño y el sonido de unos pasos pisando cada vez más fuerte sobre el suelo de la piscina hizo volverse al chico.


- ¡Hayato!- el mayor se conmocionó a ver al hermano pequeño de su excompañero dirigirse con gran hervor hacia él. Quiso abrazarlo, pero contuvo sus movimientos y esperó a que el chico se parara antes de rozarlo, mostrando respeto.


- ¡Entrenador! ¡Cuánto tiempo! ¡Mire, mire! ¡Ya sé nadar a estilo libre!- el pequeño había cogido al chico de la mano y ya no lo soltaba. Lo condujo sin mucho esfuerzo hasta el borde de la piscina, y una vez allí, el niño se lanzó de cabeza y empezó a dar brazadas sobre el agua, recorriéndose la piscina en una ida y una vuelta.


- ¡Increíble, Hayato!- aplaudió Makoto al verlo como pez en el agua. Era cierto que había mejorado mucho.


- ¡Hayato! ¡Tu hermano habrá venido a buscarte ya! ¡Prepárate para vestirte!


- ¡Sí!- obedeció el niño preparándose ya para salir del agua. - ¿Vendrá a verme mañana, entrenador?- preguntó a Makoto antes de irse.


El otro por su parte asintió con una amplia sonrisa, y el niño se la devolvió, entusiasmado. Los allí presentes se quedaron solos tras que el pequeño abandonara la piscina para ir a los vestuarios.


- También deberíamos irnos, se va haciendo tarde- propuso Rei.


- Tienes razón, tendré que cerrar en nada. Bueno, encantado de haberte visto tan sano, Makoto. A ver si estos días que estés aquí te pasas a nadar un poco...ah, y eso me recuerda… ¿Haru no quieres nadar un rato?


- No, gracias entrenador.


El de la cresta se encogió de hombros con benevolencia, y se despidieron.


- Ah, por cierto- dijo Rei antes de que sus caminos se escindieran- Mañana ver a vernos entrenar, Makoto… Nagisa te echa de menos y será una agradable sorpresa…


- Ah, claro ¡Así lo haré!


Pero tanto Rei como Haru eran conscientes de que la reacción de Nagisa podría ser perfectamente otra...



A la vuelta, a Haru le pareció que a Makoto le costaba más subir las escaleras que otras veces. O eso o iba más lento, y se preguntó para sus adentros si había dejado de entrenar y por ello sus piernas ya no eran lo que eran antes.


Se detuvieron en el portal de Makoto, a mitad de camino de la casa de Haru. Era muy tarde y su familia estaría ya durmiendo. El moreno se entretuvo con el gatito blanco que acababa de aparecer para saludar mientras Makoto rebuscaba en su mochila las llaves de la puerta.


- Rayos… me las he olvidado dentro.


- ¿No puedes llamar al timbre?


- La verdad es que no quería despertarles…


- En ese caso… ¿Quieres venirte a dormir a casa?


- Oh, Haru… ¿Seguro que no es molestia?


- ¿Por qué iba a serlo? Antes lo hacías mucho ¿No?


Pese a la realidad, Makoto parecía poco convencido, pero terminó por aceptar la petición.


Y el moreno subió el resto de las escaleras al ritmo de siempre. Pero de repente reparó en que Makoto se había quedado muy atrás, y que su rostro reflejaba una mueca asfixiada.


- ¿Makoto estás bien?


Pero el aludido se limitó a llegar al final entre jadeos e ignorar la pregunta, lo que dejó aún más intranquilo a Haru.


- Eh, Makoto…


- Haru, simplemente abre la puerta- dijo con la respiración entrecortada.


Haru no pudo hacer otra cosa que obedecer. Dejó paso a su agobiado amigo que enterró su trasero en el sofá y se reclinó sobre el respaldo, inclinándose hacia atrás para hacer más bocanadas de aire.


Pasaron unos minutos hasta que la acelerada y violenta respiración de Makoto pareció volver a la normalidad, y entonces, Haru advirtió que su amigo no había parado de sostener con su mano su pecho mientras su caja torácica se abría y se cerraba con ímpetu.


El moreno aprovechó el relax para preguntar.


- Makoto… ¿Qué te sucede? Pareces enfermo…


El chico cerró los ojos, como queriendo no seguir con esa conversación.


- Makoto… no me ignores ¿Qué te pasa?


No podía perder los papeles. Pero todo era tan extraño… se había hecho tantas preguntas desde que Makoto había aparecido tan misteriosamente… ¿Por qué no explicaba el motivo de su repentino regreso? ¿Por qué no decía qué había hecho allí?… ¿Por qué le costaba respirar, por qué le molestaban los abrazos o le daban punzadas en el…?


- ...¿Corazón?- sus últimos pensamientos se materializaron en un susurro largo.


- ¿Haru?


- ¿Makoto… porqué te molesta el pecho?


- Haru, no es lo que…


- ¡Dímelo!- le espetó el moreno, rozando la histeria. Y Makoto, al verlo tan alterado, comprendió que debía decirle algo.


Suspiró largamente y se acomodó en el sofá. Haru no tomó asiento, se dedicó a contemplarlo, aunque los ojos del otro estuvieran fijos en el suelo, como si le avergonzara aquello que estaba apunto de decir.


- Tenía predisposición genética… dos de mis abuelos murieron de un infarto y otro sobrevivió a uno que le dio de forma prematura…


Los ojos de Haru se iluminaron de la misma forma que cuando miraba el agua, pero con un sentimiento de preocupación. Sintió que el corazón se le hacía un puño cuando Makoto continuó con la frase.


- Me dio uno nadando en la piscina mientras entrenaba a unos niños. 

Notas finales:

Fin del primer capítulo. No será una historia muy larga. Espero que os haya gustado y se agradecen comentarios:) 


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