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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

Hola chic@s, aqui estamos de nuevo con mas capis, espero que sean de su agrado, porque por lo menos del mio, vaya que lo son!!.. gracias por sus comentarios, me hacen muy feliz, besos!!

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            -¿Y por qué vas a dejarlo salir después de lo que hizo? Eso es como un premio, pensara que puede hacer lo que quiera y salirse con la suya, lo estás maleducando.

            -No es un perro Ron, tiene veintitrés años, ya esta educado –dijo Harry caminando con su amigo hablándole a un lado.

            -Pues nunca es tarde para jalarle las riendas.

            -Tampoco es un camello.

            -Pues no, porque creo que un camello entiende mas.

            -Cuidado… -dijo Harry deteniéndose- recuerda de quien estás hablando.

            Ron se sorprendió al ver a Harry prácticamente llamándole la atención.

            -Harry ten cuidado –dijo reanudando la marcha- él puede estar manipulándote para que lo dejes salir y escapar.

            -No lo creo.

            -¿Y si llegar a suceder en un descuido tuyo?

            -No pasará porque tú vas a ir conmigo.

            -¿Yo?

            -Ajá, tú y Cédric, tampoco soy tan tonto.

 

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            Cuando Harry le entrego la ropa, Draco la miro sin poder creerlo aun.

            -¡Oh uniforme mío, cuanto te extrañe! –dijo abrazándolo contra su pecho.           

            -No seas dramático, ya vístete o te dejaré.

            Al oír eso, Draco corrió al baño a cambiarse, y con gran deleite se vistió como lo hizo durante tantos años; sonrió al sentir las botas de cuero en sus pies y el turbante negro enrollando su cabeza… lo único que no le gusto fue tener que colocarse el velo que comúnmente usaba cuando estaba en el desierto, no bajo techo, pero suspirando resignado cubrió su rostro dejando ver solamente sus ojos grises.

            -Listo –dijo saliendo del baño encontrando a Harry vestido también como soldado.

            -Adelante –respondio el rey abriendo la puerta y dejándolo salir primero; grande fue su contrariedad al encontrarse con Ron y otro hombre esperando afuera.

            -¿Y tú qué haces aquí, comadreja tarada?

            Ron entrecerró los ojos y apretó los labios para no responderle mientras Harry cerraba la puerta tras él.

            -¿Nos vamos? –dijo el rey.

            Harry comenzó a andar seguido por aquellos dos soldados mientras Draco se le emparejaba para preguntar:

            -¿Qué hacen esos dos atrás de nosotros?

            -Nos acompañaran.

            -¿Por qué?

            -Por seguridad.

            -¿No confías en mi?

            -¿Tú confiarías en ti?

            -Claro, con todo mi corazón.

            -Sí, claro –dijo sonriendo.

            Cuando llegaron a las caballerizas, Draco aspiro profundo.

            -No creí que extrañaría el olor a estiércol.

            -Ven, aquí están nuestros caballos –dijo Harry caminando entre las caballerizas.

            Cuando llegaron a los elegidos, Harry saco uno diciendo:

            -Montaras éste.

            -Bien… ¿Qué haces? –dijo al verlo sujetar la brida.

            -Lo sostengo para que lo montes.

            -No la cagues Potter, no soy una mujer, deja esas mierdas ridículas, recuerda que fui soldado durante años.

            Los dos soldados que estaban cerca, se miraron atónitos entre sí al oír a Draco dirigirse así a Harry, quien solo se alzo de hombros diciendo:

            -Perdón, es la costumbre.

            Cuando los cuatro hombres estuvieron en sus monturas, salieron a la calle.

            -Vamos a la plaza –dijo Harry encabezando la comitiva.

            Pero Draco no lo oía, cerraba los ojos disfrutando la simple calle como nunca pensó que lo haría, luego los abrió y guio su caballo tras Harry.

            La gente se inclinaba cuando el rey pasaba entre ellos, pero nadie pensó que uno de los tres soldados que lo seguían, el único que tenía el velo puesto, era el doncel del rey.

            -¡Qué bellezas! –pensó Draco desmontando rápidamente haciendo que Ron bajara rápidamente también.

            Harry desmontó cuando vio a Draco caminar apresurado a una tienda llena de armas.

            -Esta es perfecta –dijo tomando una daga con mango de marfil.

            Ron, Cédric y Harry se acercaron presurosos al puesto mientras Draco empuñaba la daga.

            -Oye… -dijo Harry colocándose a su lado.

            -Majestad, mis cordiales saludos –dijo el hombre que atendía el puesto inclinándose- su soldado ha hecho una buena elección.

            -¿Cuánto cuesta?–dijo Draco sacándola de su funda de cuero.

            -Tres galeones.

            -¿Estás drogado? La punta esta mellada.

            -Es un poco antigua pero aun así vale su precio.

            -Pero es mucho, yo te daría uno.

            -Mire el tallado en forma de caballo que tiene el mango, le dan un hermoso toque distinguido, tiene ojos de rubíes pero le falta uno, aun así es hermoso.

            -Pero el filo esta desgastado, el afilado también cuesta dinero, insisto en un galeón, además esta tuerto.

            -¿Qué le parece dos y diez sickles? Le aseguro que una daga como esa no va a encontrarla en otro lado.

            El regateo era común, pero Harry se divertía viendo a Draco negociar con el hombre de la tienda.

            -Eso es mucho, insisto en un galeón, no voy a pagar doble con el afilado.

            -Se lo dejo en dos galeones y no más.

            -Ni tú ni yo, que sea un galeón y cinco sickles.

            -Un galeón y diez sickles.

            -De acuerdo… -dijo Draco mirando a Harry- paga.

            Sus dos soldados volvieron a mirarse, esperando la reacción de Harry, quien solo sacó el dinero y pagó al tendero, pero cuando el hombre entregó el arma envuelta en un papel, la agarró antes que Draco.

            -Ya hablaremos después de esto –susurró sonriendo.          

            Draco lo fulmino con la mirada, pero comprendió que no podía hacer una escena ahí, además estaba emocionado por andar en el mercado por primera vez en meses, así que decidió seguir caminando mientras sujetaba la brida de su caballo.

            Camino más aprisa cuando vio otra tienda de calzado.

            -Muéstreme esas botas –dijo a la mujer que atendía después de que ésta se inclinara ante el rey.

            Un regateo similar se llevo a cabo terminando la transacción con Harry pagando.

            -Cárgalas –dijo Draco dándoselas a Ron, como quien le ordena algo a un criado, y Ron tuvo que tomarlas mientras le lanzaba cuchillos con los ojos      - ¡Mira, una tienda de tiro al blanco! –dijo señalando una tienda donde un hombre tenía una pared con diminutos blancos moviéndose.

            Los tres hombres caminaron apresurados cerca del doncel mientras este caminaba de prisa hacia el puesto.

            -¿Cuánto el turno?

            -Un Sickle por tres tiros –dijo el hombre con el arco en la mano.

            -Dámelo.

            El hombre se lo dio y Draco apunto a los blancos movibles atinándole a los tres.

            -Ahora tu Potter.

            Harry le dio la brida de su caballo a Cédric y tomo el arco también.

            -No estuvo tan mal –dijo Draco cuando Harry derribo todos también.

            El rubio se dio la vuelta y camino mientras Harry le pagaba al hombre; siguieron caminando hasta que Harry se detuvo en otro puesto.

            -¿Libros? ¿Piensas comprar libros? –pregunto Draco.

            -Sí, serán un obsequio para Luna y Pansy, quieren cuentos para las niñas.

            Draco se quedó callado sin saber cómo reaccionar a aquello, tal vez fuera un truco.

            -Sé que les estás enseñando a leer.

            -¿Y no te molesta? –preguntó viéndolo.

            -No, me parece un lindo gesto de tu parte para con ellas… están muy emocionadas.

            -Yo pensé que te enojarías.

            -Es más bien que no me conoces; si te dieras la oportunidad, tal vez te guste lo que encuentres.

            Draco desvió la mirada sintiéndose turbado, por lo que tomo un libro para tener en que usar las manos.

            -¿Por qué no les llevas este? –dijo agarrando el primero que encontró.

            -No les llevare ese, es el kamasutra.

            -¡Uy, perdón!

            -Pero si quieres te lo compro a ti.

            -No gracias –respondio acalorándose más dentro de su velo.

Pasaron cerca de tres horas fuera del palacio hasta que Harry pensó que era suficiente y tuvieron que regresar.

            -Estuvo muy bien ¿Por qué regresamos tan pronto? –dijo entrando al palacio.

            -Tú no tienes llenadero de calle –respondio Harry dándole las bridas a Cédric y tomando las cosas que habían comprado.

            -¿Salimos mañana?

            -No lo sé, tengo mucho trabajo.        

            -Oh vamos, para eso tienes ministro ¿no?

            -Sí, pero no puedo desatenderme del trabajo todo el tiempo.

            -¿Todo el tiempo? No seas exagerado, solo fue un día, claro que si no puedes, puedo ir yo solo.

            -Ajá, claro.

            -De acuerdo, ya sé que no, pero ¿Por qué no le dices a tus guardias que me acompañen?... podrías decirle a ese de cabello castaño, no al pelirrojo porque tiene cara de estúpido, pero el otro…         

            -No –interrumpió molestándose- si no vas conmigo, no vas con nadie ¿entendiste?

            -¡Pues entonces deja el trabajo y atiéndeme! El reino no se caerá si te desapareces un rato.

            -¿Eso quieres? –Dijo deteniéndose y acercándosele mientras sonreía- ¿Qué te atienda?

            -No quise decir eso y lo sabes –respondio rodando los ojos y caminando hacia atrás conforme Harry se acercaba.

            -Porque si es por eso, yo dejo el reino y me estoy contigo –exclamó acorralándolo contra la pared y encerrándolo con sus brazos recargados en el muro- solo dime que eso quieres y yo lo hago –susurró mientras le desprendía el velo.

            Draco miró el rostro de Harry a un palmo de distancia y pudo ver intensidad en esos ojos verdes que lo miraban atento, se dio cuenta de que esos ojos no eran desagradables… de hecho el tipo ese tenía ojos bonitos.

            -No solo me gustas ¿sabes? –dijo Harry acercándose tanto que Draco volteo el rostro para no pegar sus labios con lo del rey, quien continuo hablándole al oído- creo que me he enamorado de ti.        

            Draco trago saliva y lo empujo reanudando su camino; Harry ya no dijo nada mientras se movía también para seguirlo, solo sonrió cuando lo vio sonrojarse antes de empujarlo.

 

 

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            -¿Dices que pasaste la noche en los aposentos de mi marido? –pregunto Bellatrix cuando Draco llego al área de concubinas después de comer con Harry de nuevo en su habitación, por lo que las mujeres tomaban el fresco bajo la palmera, incluida la reina por ser un día especialmente caluroso.

            -Aja… mira, estos libros son para ustedes –respondio Draco sacando los libros de sus envolturas y dándoselos a Luna y  a Pansy.

            -¿Y saliste a pasear con él todo el día de hoy? –preguntó Pansy.

            -Sí, mira  Minerva, te traje esta mascada, me gustó para ti. 

            -Gracias –respondio la sierva mirando a las tres mujeres mientras Draco seguía sacando cosas como si nada.

            -También compre una daga pero esa no quiso dármela, tal vez pensó que con ella le rebanaría el cuello mientras duerme –continuo riendo sin ver las miradas que las mujeres le dirigían y se dirigían entre sí- ¿por cierto, quien le dijo que yo les estaba enseñando a leer?... ¿Qué pasa? –pregunto cuando por fin alzo la vista y vio un extraño ambiente.

            Bellatrix se levantó y sin decir nada se fue de ahí, Pansy sonrió un poco titubeante y se retiro también alegando que su hija debía merendar, finalmente Luna se fue diciendo lo mismo hasta dejarlo solo con Minerva.

            -¿Qué paso? –Preguntó confundido- ¿no les gusto lo que les traje?

            -No es eso querido, ven vamos a tu casa y tomemos té ahí –respondio Minerva.

            Cuando estuvieron en la sala de la casa de Draco, éste se sentó en la alfombra recargando un codo en el sofá esperando que Minerva se sentara a su lado.

            -¿Y bien? ¿Por qué todas me miraron raro?

            -Querido, pasaste la noche en las habitaciones del rey.

            -¿Y? tampoco es que fuera por mi gusto, de hecho mañana vendrá por mi y dormiré de nuevo allá-refunfuño recargando la espalda en el sofá.

            -Draco… ni siquiera la reina Bellatrix ha visitado las habitaciones reales ni una sola vez.

            Al oír aquello, Draco volteo a mirarla boquiabierto.

            -Luna y Pansy mucho menos… y tú, en menos de un año de casado ya hasta dormiste allá.

            Draco miró al frente pensativo, ahora entendía por qué aquellas mujeres lo miraron así.

            -¿Están celosas?

            -Mas bien están dolidas.

            -Pero no fue mi elección –dijo mirándola- solo hice lo que me aconsejaste, pedí cosas con actitud diferente y él accedió.

            -Draco ¿no lo ves?... el rey está enamorado de ti.

            -Bueno… el ya me lo dijo, pero yo creo que ustedes exageran y él solo esta…

            -¿Qué te dijo, qué? –interrumpió Minerva mirándolo fijo.

            -¿Qué de qué?

            -¿Dijo que está enamorado de ti?

            -Bueno no, solo dijo “creo que me estoy enamorando de ti” ¿pero tú crees que un hombre que tiene a tres hermosas mujeres, va a enamorarse de un doncel de buenas a primeras?... yo creo que no –exclamó con firmeza mientras veía sus pies calzados con sus botas nuevas- bonitas ¿no? son de piel de cordero.

            Minerva suspiro quedándose callada, dándose cuenta de que el chico había logrado en unos cuantos meses, lo que ninguna de las mujeres del rey pudieron en años.

            -¿Y tú, querido?

            -¿Yo qué?

            -¿Tú que sientes por el rey?

            -Nada –respondio alzándose de hombros.

            -¿Estás seguro?

            -Por supuesto.

            -¿Sigues detestándolo igual que la primera noche?

            -Bueno, tanto así no…. –respondio mientras se quitaba una bota- de hecho… creo que ya hasta me cae bien –añadió sonriendo como si acabara de decir un chiste.

            -El rey es atractivo ¿no te parece?

            -Sí –respondio sin dudar para luego añadir un tanto avergonzado- es decir, feo no es, pero tampoco es como que fuese la octava maravilla ¿eh?

            -¿Sigues padeciendo su presencia en tu lecho?

            -Sí lo que quieres saber es si me gusta cuando me coge, no, no me gusta –respondio firme, ya acostumbrado a hablar de esas intimidades con la anciana.

            -¿Por qué?

            -Porque aun no confío  en él –respondio con naturalidad quedando sorprendido él mismo de esa extraña revelación.

            -¿Y qué necesitarías para confiar en él?

            -Minerva, ya deja de preguntarme cosas –respondio molesto levantándose con sus botas en una mano.

            -¿Hay alguna posibilidad de que tú llegues a enamorarte de él?

            -No, buenas noches –respondio yéndose a su habitación dejándola sola.

           

 

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            Cuando quedó solo, decidió no cenar, así que se acostó temprano, pero el sueño huía de sus ojos cuando recordaba la situación con las mujeres y las preguntas de Minerva; había quedado muy sorprendido cuando supo lo de las habitaciones reales y los sentimientos de las mujeres, pero tampoco era que él lo hubiese hecho a propósito.

            Sin embargo era una pregunta en especial la que no dejaba de hacer eco en su cabeza “¿Tú que sientes por el rey?

            -Nada, obviamente… -pensó dando otra vuelta para acomodarse por centésima vez en la cama.

            Pero el rey ya no era tan patán como al principio, de hecho ahora era tan considerado que entablar una plática con él era hasta divertido.

            -Pero de ahí a confiar en él…

            Se giró de nuevo y golpeo su almohada varias veces para acomodarse de nuevo.

            -¿Qué necesito para confiar en él? –Había preguntado la vieja sierva- no lo sé…

            El mismo reconocía los esfuerzos que hacia Harry para agradarlo, incluso había dejado su trabajo y había salido con él, le había permitido usar de nuevo el uniforme de un soldado después del incidente del escape fallido… incluso era paciente con él estando en la cama… ¿entonces porqué aun no podía confiar en él, que se lo impedía?

            Suspiro exhausto mentalmente, si era sincero consigo mismo, debía reconocer que el rey era agradable, incluso atractivo con esos bonitos ojos verdes y ese cabello negro que sin turbante parecía un nido de pájaros… era más que comprensible que él les gustara a sus tres mujeres.

            -Pero yo no soy uno más…

            Entonces se dio cuenta de que eso precisamente era una de las cosas que no le gustaban de toda aquella bizarra situación… ser uno más; la cuarta pareja del rey… la cuarta…

            Aunque siempre supo que hacer una vida en pareja era prácticamente imposible debido a su condición, siempre deseo entablar una relación como la de sus padres; Lucius solo había desposado a Narcisa no porque no pudiera mantener a más mujeres, sino porque siempre declaro estar enamorado de una mujer y que esa mujer le bastaba para ser feliz.

            Se giró de nuevo pensando que aunque detestaba las reglas para un doncel, lo que más le pesaba era haber sido unido a alguien que no amaba… haberse entregado a alguien que no amaba… que una persona que no significaba nada para él hubiese tomado su virginidad, porque aunque proclamara a los cuatro vientos que eso no debía importar, lo cierto era que en verdad apreciaba eso de sí mismo y siempre deseo que una persona especial fuera la que se encargara de desvirgarlo… pero había sido un desconocido hijo de puta quien se la había quitado, un hijo de puta que también cargaba en los hombros la responsabilidad de un reino entero.

            -Un hijo de puta que tiene unos ojos muy bonitos… -pensó girándose para quedar boca arriba.

            Y estaba lo que había dicho Harry y lo que había dicho Minerva… ¿el rey enamorado de su concubino? ¿Logrado en meses lo que sus mujeres no pudieron en años?... sin darse cuenta, una sonrisa se dibujo en sus labios recordando las palabras de Harry, sus miradas…

            -¡Ah que incordio! –mascullo revolviendo su cabello.

            Y después de una docena de veces más en que se acomodó, por fin pudo conciliar el sueño.

 

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            -¡Durmió ahí, durmió ahí! ¿¡Entiendes?! –Exclamó Bella caminando de un lado a otro gesticulando exageradamente con las manos- ¡Yo ni siquiera conozco su maldito cuarto!

            -Cálmate –respondio el doctor Pettigrew.

            -¿¡Y cómo voy  calmarme si por mas que se lo pido, no quiere que me mude ahí?!

            -Eso ahora es lo de menos, es más que obvio que no te mudarás.

            Bellatrix hizo un gesto de exasperación mientras se desplomaba en el sofá.

            -Lo que debes hacer ahora es lograr que venga a tu lecho de nuevo, fingir un embarazo con una sola vez que te haya tomado sería muy sospechoso.

            -¡Pero esta encandilado con el maldito doncel!

            -¿¡Y acaso quieres que yo lo traiga hasta tu cama?! ¡Se supone que es tu esposo, tu mejor que nadie debe saber cómo tratarlo!

            Bellatrix dejo caer su cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos.

            -Lo sé… lo sé…

            -Pues no parece.

            -De esta semana no pasa, te lo aseguro.

            -Eso espero, si ese doncel se embaraza antes que tú, estás perdida.

            -Creo que hoy vendrá a practicar de nuevo con él y se lo llevara a sus habitaciones otra vez… mañana lo atraparé, te lo juro- exclamó con firmeza.

           

 

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            Esa tarde Harry llego puntual para practicar con Draco, quien curiosamente no había salido en todo el día para compartir con las mujeres, se sentía un tanto raro con ellas, así que decidió que lo mejor era dejar pasar un poco de tiempo; Pero las chicas si salieron para ver la práctica, incluida Bellatrix quien nunca había asistido a una.

            -La daga que elegiste ayer esta muy bien –dijo Harry mientras se dirigían al salón en donde practicaban.

            -Sí, lo sé, fue muy buena compra.

            -Yo tengo una similar, está colgada en la pared.

            -Sí, la vi, pero tiene el mango muy pesado, solo es de ornamento.

            -¿Acaso la agarraste?

            -Por supuesto, es muy llamativa.

            -Deberé cuidarme de ti… -dijo riendo- pero si sabes manejar bien una daga, no importa el peso, tu mano se adapta automáticamente.

            -Lastima que tu mano no haga eso con la espada –respondio petulante.

            -No dices eso cuando voy ganándote.

            -¡Ya quisieras!

            Las cuatro mujeres que iban detrás de ellos no perdían ningún detalle, no se perdieron la práctica así como ninguna palabra entre ellos; y cuando la sesión terminó, Harry lo tomó del brazo diciendo:

            -Allá te bañas, vámonos ya que quiero mostrarte algo.

            Draco asintió y camino junto  a Harry sin siquiera despedirse de las mujeres, lo cierto es que le daba pena que esa situación se suscitara entre ellos, pues realmente había llegado a apreciarlas y lo que menos deseaba era hacerlas sentir mal.

            Cuando los dos hombres desaparecieron, cada mujer se retiro a su casa sin decir nada, algo inusual cuando terminaban las prácticas.

            -Solo hay que ver como lo mira… -dijo Luna con ojos llorosos, sentada en su sala con Minerva escuchando- cuando trajo a Pansy por supuesto que me puse celosa, pero solo fue un par de días pues no sentí que mi relación con él hubiese cambiado de manera significativa… todo siguió igual, además sentí que el amor que nos tenía a las tres, aun a pesar de que Bella es su esposa era realmente igual… pero con él… ¡oh Minerva, a ninguna de nosotras nos mira con tal intensidad! –sollozó sonándose la nariz.

            -Calma querida –dijo Minerva tomándole una mano.

            -¿Y sabes lo que es peor?... que Draco ni siquiera se lo  propuso… estoy enojada con él y al mismo tiempo me siento culpable porque él llego aquí en contra de su voluntad…

            -Es normal que te sientas así.

            -Y su forma de hablar entre ellos… yo nunca podría tener tal familiaridad con él, ni siquiera lo llamo por su nombre y eso nunca me había pesado tanto…

            -Luna, tu eres su concubina y sabes que te ama.

            -Me ama como a la madre de su hija, pero no como mujer… y hasta ahora me doy cuenta Minerva… y no sabes cómo duele eso…

            Minerva suspiro acongojada pensando que todavía tenía que consolar a Pansy, que aunque era de una personalidad más extrovertida, era obvio que también estaba sufriendo.

 

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