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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

Hola shiquillas y shiquillos, gracias por su paciencia, espero que este nuevo capitulo se de su agrado,  y muchisimas gracias por sus comentarios, me hcicieron super feliz, besos!!

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            -¿Dónde pueden estar? –mascullo Minerva buscando por decima vez en su habitación, hasta que Myrtle la llamo desde afuera.

            -Señorita Minerva, ya es muy tarde, el panadero está en la entrada de víveres ¿Por qué no ha ido a abrirle?

            -No encuentro mis llaves Myrtle ¿no las has visto? –Respondio saliendo de su cuarto- ya las busque en la cocina y en el jardín y nada, por eso regrese aquí, pero tampoco están.

            -No las he visto.

            -Bueno niña, dile al panadero que deje el pan por la entrada principal.

            -Bien.

            Cuando salió para dirigirse a la cocina, vio a lo lejos la casa de Draco sintiendo el impulso de ir a ver como estaba y llevarle algo para el dolor, pero decidió que lo mejor era dejarlo dormir un poco más, entonces vio entrar al rey corriendo dirigiéndose a su casa, entonces también corrió pensando que de nuevo iba a castigarlo y estaba dispuesta a defender al muchacho a pesar de todo. 

            Harry entro a la habitación de Draco encontrando la cama vacía, así que entro al baño sin encontrar a nadie ahí; se dio la vuelta encontrando a Minerva en la entrada de la alcoba.

            -Minerva ¿Dónde está?

            Minerva vio la cama tendida y al rey saliendo del baño, por lo que comprendió la pregunta al instante.

            -No lo sé… puede que con alguna de las chicas.

            Harry salió con paso apresurado a la casa de Luna seguido por Minerva, pero cuando entro y vio que él no estaba, hizo lo mismo con la de Luna, incluso con la de Bella.

            -No puede ser… -musito saliendo al centro del jardín mientras las mujeres también salían preocupadas al ver el jaleo que se estaba armando- no está, no puede ser…

            Entonces echó a correr saliendo de ahí y las mujeres no supieron más.

            -¡Minerva! ¿Qué pasa? –pregunto Pansy.

            -Draco, Draco no está… creo que esta vez sí escapo –respondio con una mano en la boca y otra en el pecho- Dios mío, Draco se fue.

            Harry movilizo a todo el palacio poniéndolo de cabeza, hizo salir varias tropas para buscar en toda la ciudad.

            -¿Ya revisaron la zona de caravanas? –dijo Ron.

            -Sí capitán, solo hay dos y otra más  salió a las cinco de la mañana y ya envié hombres para alcanzarla y revisarla.

            Ron miraba como sus hombres hacían lo que podían, pero ignoraba que ventaja llevaba el concubino y muy a su pesar también sabía que no buscaban a una mujer indefensa como se le consideraba al doncel, sino a un experimentado caballero del desierto que podía sobrevivir perfectamente en las arenas abrazadoras, fuese cual fuese el camino que hubiera tomado; también miraba a su amigo, ir y venir con gesto desesperado, gritando y maldiciendo a sus soldados sin justificación, pero podía comprenderlo, podía ver la aflicción y arrepentimiento en la cara del rey por haber castigado tan severamente a su concubino sin hacer ningún tipo de investigación… y él también se sentía culpable aunque no lo dijera ni externara, pues él también lo había azuzado a castigarlo sin preguntarle siquiera la procedencia de esa medicina.

            Ya era media noche y Harry cabalgaba por la ciudad en espera de noticias.

            -Sí tan solo supiera qué dirección tomó.

            -No te desesperes Harry –dijo Ron- es muy pronto para saber, los soldados que enviamos tras la caravana aun no regresan, tal vez traigan buenas noticias.

            -No… él no es tan tonto como para ocultarse en una caravana… y lleva a mi hijo, Ron… -añadió volteando a verlo- yo lo castigue tan fuerte cuando ya tenía a mi hijo en su vientre.

            -No te tortures amigo, no sirve de nada.

            -Soy un idiota… un maldito bastardo…

            -Harry…

            -Pude provocar la muerte de mi hijo ¿entiendes? Y también puse su vida en riesgo... y todo por… imbécil –mascullo no encontrando otra palabra para insultarse.

            -No puede ir muy lejos, ten paciencia.

            -Lo deje tan lastimado… -dijo sintiendo sus ojos anegarse de lagrimas- tan lastimado…

            -Tranquilo, no puede estarlo tanto si pudo escapar por su propio pie.

            -Es que no lo conoces Ron… su orgullo es capaz de mover sus pies…

            -Regresemos al palacio Harry, es más que obvio que no está en la ciudad.

            Los dos jinetes dieron vuelta a sus caballos y regresaron al palacio.

 

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            Harry entro con paso lento a la casa de Draco, cruzo el umbral de la alcoba viendo el espacio vacío y nuevamente sintió ganas de llorar, se sentó en la cama intentando tragar el nudo que tenía atorado en la garganta.

            -Majestad –dijo Minerva en la puerta- debería dormir.

            -¿Y cómo podría?... el se fue por mi culpa… y lleva a mi hijo en su vientre…

            -Lo sé, la noticia ya se corrió –respondio sentándose en la cama a su lado.

            -Debí confiar en él, debí preguntarle primero…

            -Sí, debió –confirmo con tono duro.

            -Y ahora que ya estaba confiando en mi… -dijo sorbiendo la nariz- ya confiaba en mi, Minerva… y justo ayer cuando llegue se volvió sonriéndome y yo… y yo le cruce el rostro con mi fusta…

            -Ahora que el fénix había decidido quedarse… -dijo levantándose- viene un idiota y lo arroja fuera de la jaula –concluyo saliendo de ahí sin esperar respuesta.

 

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            El calor como siempre era abrazador, pero Draco estaba acostumbrado y a pesar del dolor de cuerpo que se cargaba, disfrutaba el ir solo por las inmensas dunas, con los camellos como única compañía; el apremio de ser perseguido le urgía a ir de prisa, pero sabía que no ganaría nada agotando a sus animales, así que como si fuera un simple viajero mas, continuo tranquilamente;  cuando anocheció armó una tienda y solo encendió fuego en una lámpara de acampar para preparar su comida y la apago comiendo solo con la luz de la Luna.

            Todas esas horas había estado como en trance, haciendo a un lado con deliberación aquel tumulto de sentimientos que amenazaban con desbordarse, pero el asco que sintió cuando estaba comiendo fue la gota que derramo el vaso, la hizo a un lado y comenzó a llorar silenciosamente, sintiéndose tan decepcionado y utilizado que lo único que atino a hacer para mitigar ese sentimiento agotador que le inundaba el alma, fue meterse en su tienda y llorar sobre las mantas… ¿Por qué estaba tan triste?... con exactitud no lo sabía, pero lo que si sabía era que le había dolido enormemente el que Harry ni siquiera le preguntara, que diera por hecho que aquella medicina era suya y sobre todo, que le tratara como un caballo rebelde al que se le castiga a palos.

            Pero esa vida ya había terminado, ahora era libre y estaba dispuesto a iniciar una nueva; ¿regresar al ejército? Imposible, otro asunto más que agradecerle a la familia real, la aniquilación total de sus sueños, pero él no era del tipo de personas que se quedaban lamentándose, desde que supo que era un doncel su padre le había dicho que no se quejara, que mas bien jugara con las cartas que la vida le repartía y eso estaba dispuesto a hacer, así que se permitió llorar lo mas que pudo para que al iniciar el día, lo hiciera con la hoja en blanco, listo para escribir cosas nuevas y buenas para él.

            -Maldita suerte… -dijo al día siguiente viendo que su entusiasmo se veía empañado por un malestar estomacal que le aquejaba desde hacía varios días.

            Siguió su camino hasta encontrar una pequeña ciudad en donde por fin pudo comprar el maquillaje que tanto necesitaba para poder mostrar la cara cuando fuera necesario, se reabasteció y continuo su camino en solitario por un mes más, después llego a otra ciudad y compro cosas para vender e intercambiar, ese sería su nueva forma de vida, era bueno con los negocios, su padre siempre dijo que si no hubiera elegido ser soldado, hubiera sido un excelente mercader como él; así que aprovecho su habilidad y se unió a una caravana para viajar protegido.

            -Adelante Lucius, bienvenido seas –dijo el jefe de la caravana- ya debes saber que mientras seas respetuoso con los demás integrantes de la caravana, no habrá ningún problema en que te unas a nosotros.

            -Gracias amigo.

            Desde ese día Draco fue parte de la caravana que iba de un lado a otro ganándose la vida.

 

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             A una semana de la huida de la huida de Draco, Bellatrix anuncio a Harry que estaba embarazada, siendo esto confirmado por su médico personal Peter Pettigrew, quien ante el asombro de Dumbledore le dijo que no se preocupara, que ahora él llevaría el embarazo de la reina para que todo tuviera buen fin; Harry solo pudo fingir una sonrisa y abrazar a su esposa.

 

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            Draco en tanto, seguía su vida con sus nuevos amigos y compañeros.

-Madre ¿no tienes algún remedio para Lucius? –dijo Samara, una mujer que era parte de la caravana viendo que Draco casi no comía.

            -Sí tengo, es un té –respondio la anciana mientras mojaba un trozo de pan en su comida y se la llevaba a su boca desdentada- pero ya llevas mucho tiempo así ¿no Lucius?... deberías ver un doctor en la próxima ciudad, ya bajaste un par de kilos en un mes, es preocupante.

            -Estaré bien –respondio Draco recostándose en la alfombra que tenían en la tienda- no sé que es, a de ser un virus o algo así, todo me da nauseas.

            -Pareces mujer embarazada –dijo Samara riendo.

            -Deja que termine de comer y te preparo el té –respondio la anciana riendo también por el chiste de su hija, pero quien no reía era Draco.

            -No puede ser… -pensó dándose la vuelta fingiendo dormir mientras miraba al frente con expresión de pánico- No, no, no… eso no puede pasarme, no puede… no ahora…

            Pero a tres meses de su huida tuvo que aceptar que sus malestares no se debían a un virus… o al menos no a un virus cualquiera, sino a uno que vivía dentro de su vientre y del cual se curaría dentro de otros seis meses.

            Tuvo que aceptar que un bebé crecía dentro de él y que sería padre dentro de algunos meses, la angustia que vivió durante días fue tan extenuante que casi se desmaya sobre su camello, la caravana se detuvo para dejarlo descansar un rato pensando en que era debilidad; pero después de eso la resolución y resignación se hicieron presentes de nuevo; decidió que se haría pasar por viudo y que criaría a su hijo él solo, y que cuando llegara el momento del parto se iría a algún lugar en donde pudiera tenerlo sin ayuda de nadie, no podía arriesgarse a pedir ayuda a algún médico, para esas alturas todo el país sabia de la huida del concubino del rey y que éste estaba preñado, sabrían al momento de quien se trataba, así que en cada ciudad que llegaban, iba a la biblioteca pública para reunir información acerca de su condición, pues con sus padres nunca hablo de esas cosas.

            -¿¡Qué se me va a abrir qué?! –pensó horrorizado mientras leía sobre el parto de un doncel.

            De nuevo las cartas que le daba la vida eran de mierda, pero no había más remedio que jugar con ellas, así que se resigno a tener que vivir aquello, pero por lo pronto había decidido que no se preocuparía tanto por eso, ya cruzaría ese puente cuando llegara a él.

            Lo que sí tuvo que hacer fue cambiar de caravana pues su aumento de peso estaba siendo notable; así que continúo su vida de mercader con compañeros distintos.

 

 

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            -¿Qué paso? –pregunto Harry a Ron cuando lo vio llegar.

            -Nada Harry, si hubiera algo nuevo, ya te lo hubiera dicho.

            -Lo que debe hacer majestad –dijo el primer ministro Severus Snape- es revisar las peticiones de los gobernantes de...

            -Para eso están ustedes –interrumpió molesto- ¿de qué me sirve un consejo de diez ministros si quieren que este con ustedes todo el maldito día?

            -Cálmate Harry.

            -¿Y cómo quieres que me calme si ya pasaron cinco meses desde que Draco desapareció?... ¿Cómo es posible que nadie haya notado a un hombre preñado?

            -Sabe ocultarse, además el país es inmenso… es como buscar una aguja en un pajar.

            -¿Sus padres siguen sin saber nada?

            -No, no han recibido ni siquiera una carta, sabe que lo reportarían de inmediato contigo.

            Harry exhalo un suspiro de exasperación y ya no dijo nada.

            -Mejor ve a ver a la reina, también ya tiene casi cinco meses y casi no la vas a visitar.

            -¿Y para qué? Va su médico todos los días ¿no?

            -Sabes que no es lo mismo, no seas tonto.

            Harry suspiro de nuevo sintiéndose culpable, sabía que Bella no tenía la culpa de lo que estaba pasando, de hecho nunca pudieron resolver como llego el medicamento a la casa de Draco, así que haciendo un esfuerzo dijo:

            -Tienes razón, después de todo espera un hijo mío… o hija.

 

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            Draco iba montado en su camello, muy quitado de la pena comiendo dátiles secos, fruto que en su embarazo se había hecho su favorito, lo comía a todas horas, lo llenaba y además le quitaba las nauseas.

            -Lucius, vas dejando un camino de semillas –dijo riendo uno de sus compañeros- nunca había visto a nadie que le gustara tanto los dátiles.

            -Cuándo mi hija estuvo embarazada… -intervino una mujer de edad que iba en otro camello- estaba muy flaca y no quería comer, le dije que comiera dátiles, son buenos para mujeres en estado.

            -¿Ah sí? –pregunto Draco echándose a la boca otra frutita.

            -Sí, pero de todos modos se quedo flaca.

            -En cambio tú Lucius, deberías bajarle un poco al bocado, eres muy joven para estar tan gordo –dijo el primer hombre- espero que no te ofendas si te hago mención de esa barriga, hombre… es por tu salud.

            -No te preocupes Ender –respondio Draco riendo mientras comía mas dátiles- no me ofendo.

            Cuando acamparon para descansar y se reunieron alrededor de la fogata, el jefe de la caravana dijo:

            -Amigos, la ciudad más cercana está a una semana, pero propongo no detenernos y llegar directamente hasta la capital Griffindor que está a tres semanas, ahí hay cosas que no hay en otras ciudades y es un buen lugar para nuestros negocios también, podemos trabajar y reabastecernos ¿Qué  les parece?

            Todos comenzaron a hacer comentarios afirmativos, menos Draco quien quedo en silencio pensando en que lo que menos quería era regresar a esa ciudad, sin embargo pensó que también sería bueno investigar cómo iba su búsqueda y también en hacer negocios, pues el jefe de la caravana tenía mucha razón.

            Así que al día siguiente emprendieron el camino hasta la capital de Hogwarts.

 

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            Llegaron a la ciudad al atardecer y se registraron para poder acampar en el área de caravanas, después pusieron sus tiendas y se dispersaron cada quien a hacer lo suyo.

            Draco por su parte también puso su tienda, pero realmente moría por un buen baño de verdad y dormir en una cama, así que después de cenar con algunos compañeros en el campamento, salió de ahí y esta vez con el velo puesto.

            Camino viendo la ciudad, andando entre la gente y sobre todo evitando a los soldados que alcanzaba a ver a lo lejos; fue a un rumbo de la ciudad un tanto sórdido y ajetreado, donde la gente iba y venía sin prestarse atención, ahí el rubio pensó pagar una noche en una posada, pero vio un puesto en una casa en donde vendían dulce de dátiles, así que muy animado pidió una ración.

            -Claro, con gusto –respondio la mujer moviendo la olla en donde lo cocinaba- estará listo en unos minutos, tenga paciencia por favor.

            -Esta bien, mientras tomare un té –dijo sentándose en una mesita que el pequeño local tenía.

            -Por supuesto, hija sírvele un té al señor.

            Cuándo Draco tomaba su té, se puso a observar la callejuela iluminada con varios faroles, mostrando un par de locales en donde vendían licor y otros en donde vendían especias y comida a pesar de estar ya entrada la noche, pues por ser ruta de viajeros siempre había clientela.

            Estaba tomando su té cuando un hombre que pasaba le llamo la atención.

            -Yo lo conozco… -pensó viendo que se detenía en la entrada de un local de licor viendo discretamente si no era observado, pero Draco estaba en un ángulo que no podía ser visto, así que no hubo necesidad de disimular que lo miraba- oh sí, es Pettigrew, el doctor de Bella.

            Pero quedo mas sorprendido cuando un rato después llego otro hombre que también reconoció.

            -Es el capitán Greyback… ¿Qué hacen aquí esos dos? Parece que se están escondiendo de algo.

            -Esta listo –dijo la mujer que atendía- enseguida se lo sirvo.

            -No se preocupe, se lo pago de una vez y vengo por él en un rato.

            -De acuerdo.

            Draco se levanto y camino hasta el local, pero no entró, lo que hizo fue ir por atrás y buscar alguna otra entrada, no la encontró pero si encontró una ventana con las puertas abiertas para que se ventilara el humo del tabaco; discretamente se asomo agachándose casi al instante al ver que justo a un lado de ella estaba la mesita de Greyback y el médico, quien la habían elegido precisamente por estar cerca de la ventana y escapar un poco del humo del tabaco.

            -¿Ya consiguió a la madre que dará al bebé para ya sabe quién? –dijo Pettigrew.

            -Por supuesto –respondio el soldado siendo escuchados perfectamente por Draco a pesar de las voces y sonidos circundantes.

            -¿De verdad dará al bebé sin ningún problema?

            -Eso dijo, es una madre soltera que oculta su embarazo, si saben de su pecado sería repudiada, pero obviamente me encargare de ella, no me gusta dejar ningún cabo suelto.

            -¿Pero y si no es niño?... esta vez no debemos fallar, ella debe tener un hijo varón.

            -No sea idiota, es obvio que eso es muy factible, así que tengo otras dos posibilidades, tengo gente vigilando y cuando sea el momento del parto me avisaran de que sexo es el bebé, lo que quiero saber es como le hará usted para el supuesto nacimiento, todas sus mujeres alumbran en la clínica del palacio, es más que obvio que ella no puede hacerlo ahí.

            -Es obvio que no, por eso cuando usted tenga al bebé yo lo llevare oculto en un maletín hasta su casa y diremos que fue un parto repentino, que no hubo tiempo de llevarla a la clínica, tendré preparados algunos frascos de sangre de oveja y las verteremos en la cama y las sabanas, eso será más que suficiente y cambiando de tema ¿aun no tienen noticias de él?

            -Ninguna, parece que se lo tragó la tierra.

            -Pues más vale que se movilice, imagine lo mucho que se disgustaría mi señor si un día, de buenas a primeras él aparece con el hijo de ya sabe quien en los brazos reclamando el trono.

            -Eso no sería problema porque por eso vamos a encargarnos antes del rey…

            -¡Shhh no lo mencione! –dijo Pettigrew mirando a todos lados.

            -Si llega a aparecer, el otro ya no estará, así que no serviría de nada… su señor vendrá a ayudar a su hija viuda a gobernar.

            Draco abrió la boca al comprender la naturaleza de esa conversación mientras escuchaba agachado bajo la ventana.

            -Tal vez sea bueno encargarnos también del médico –dijo Pettigrew- me mira con recelo y no deja de insistir en revisarla él mismo, no sé si sospeche algo.

            -Ya veremos… su señor deberá pagarme muy bien por todo esto.

            -A estado haciéndolo, no puede quejarse, le está yendo mejor que a mí.

            -Eso es porque el trabajo pesado lo estoy haciendo yo.

            Pettigrew hizo un gesto despectivo y pidió otro trago.

            -Sí no hay nada más de que hablar, me voy –dijo Greyback.

            -No hay mas, cualquier cosa nos reunimos de nuevo.

            -Bien, adiós.

            Se escuchó el sonido de una silla moviéndose y después nada mas, por lo que Draco comprendió que el capitán ya se había retirado, por lo que espero un momento y después también se fue.

            Cuando llegó a la posada y pidió un cuarto, se sentó en la cama aun sin terminar de asimilar lo que había escuchado, estaba como en especie de shock, pues si lo que había oído era cierto, el rey y el país entero estaba en peligro, pues había una conspiración en plena marcha dentro del mismísimo palacio, y lo peor era que la propia reina era parte también.

            -Y a mi quieren matarme… -inconscientemente se toco el vientre, pues era más que obvio que no solo a él, sino también  a su bebé, que aunque le pesara era un príncipe, hijo del rey- Nunca te pondrán un dedo encima- pensó consternado y decidido al mismo tiempo- pero debo pensar que debo hacer, no puedo quedarme sin hacer nada.

            Se levantó sintiéndose muy estresado, así que entro al baño para bañarse y descansar y así pensar con más claridad en lo que tendría que hacer; cuando salió de bañarse, se acostó para dormirse casi enseguida pues a pesar de estar angustiado con lo que había escuchado, estaba muy cansado.

            Al día siguiente despertó muy tarde pues hacia semanas que no dormía en una cama normal, así que realmente disfruto estar como en un nido, pero lo ocurrido la noche anterior se hizo presente como maldición, así que no tuvo más remedio que levantarse, bañarse de nuevo y sentarse en la cama para pensar que hacer.

 

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            Salió de la posada directo a desayunar pues pensar con la panza vacía ni de broma, después se dirigió al campamento de caravanas y se metió en su tienda, cerro la cortina y se acostó para decidir con calma que hacer, pues realmente ya se cansaba con facilidad; no tardo mucho en decidirse, pues aunque detestara a Harry, a la realeza y todo lo que tuviera que ver con ella, su país estaba de por medio.

            Así que salió de ahí y camino hasta el centro de la ciudad sabiendo ya que debía hacer, por lo que busco con la mirada a alguien que le pudiera servir para lo que necesitaba.

            -¡Oye tu, niño! –exclamó cuando un chiquillo como de unos trece años paso por ahí.

            -¿Sí?

            -Necesito un favor, te pagare un Sickle si haces lo que te digo.

            -De acuerdo.

            El niño camino hasta el cuartel general de los caballeros del desierto y se metió buscando la oficina principal.

            -Buenos días –saludo al hombre encargado.

            -¿Qué se te ofrece?

            -Quiero saber en donde esta designado el soldado Blaise Zabini, es del distrito de Slytherin, antes estaba bajo el mando del general Sirius Black, pero le perdí la pista.

            -¿Y para que quieres saber?

            -Yo no quiero, es mi hermana a la que le urge... ya sabe, cosas de casados –respondio el chiquillo alzándose de hombros.

            El soldado rio por el comentario y enseguida sacó una enorme carpeta en donde empezó a buscar y después de cinco minutos dijo:

            -Listo, lo encontré, está en el distrito de Hufflepuff, aun bajo el mando del general Black.

            -Gracias señor, adiós.

            -Adiós.

            Cuando el chiquillo dio la información y recibió su pago, se alejo muy contento, en tanto Draco hacia un gesto de desconsuelo.           

            -¡Esta muy lejos! –Pensó suspirando- mierda…

            Se alejo del cuartel y se regreso al campamento para pensar con tranquilidad y sopesar todos los pros y los contras… había pensado que no podría presentarse en el palacio por obvias razones, por más que se preocupara por el país, tampoco iba a meterse en la boca del lobo; tampoco podía enviar un mensaje pues ignoraba quienes estaban ya bajo la colaboración del rey Riddle; así que lo único que podría hacer era recurrir a la única persona en la que podía confiar al cien por cierto que no traicionaría al rey… aunque a él sí.

            -Blaise, Blaise… tu eres el único que puede entrar al palacio a llevarle esta información al estúpido rey.

            Pero eso representaba varios problemas, el primero y el más obvio era el viaje, pues estaba aproximadamente a un mes de distancia a lomo de camello.

            -Veamos ¿Cuánto tengo?... –pensó tocándose la panza- cuando salí del palacio ya iba con premio, así que pueden ser como dos semanas y ya pasaron cinco meses y medio, entonces tengo seis… creo… viajar hasta Hufflepuff a buen paso…

            Resoplo reconsiderando eso de “a buen paso” pues debía detenerse en las ciudades de paso a reabastecerse, además de que sus pies y piernas se hinchaban y tenía calambres.

            -Cuándo llegue allá tendré siete meses, si es que no me tardo mas.

            Y el segundo problema era como reaccionaria Blaise al verlo, lo más seguro era que lo arrestara y lo entregara devuelta a su marido… o tal vez no, tal vez ya había tenido tiempo suficiente para reflexionar y reconocer que había sido un hijo de puta la última vez que estuvieron juntos.

            -No hay opción… -pensó resignado- debo ir.

            Para no perder más tiempo, salió para reabastecerse y salir en cuanto estuviera listo; se despidió de sus compañeros alegando un familiar enfermo y salió al día siguiente a las cuatro de la mañana.

            Su propia caravana constaba

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            -¿Dónde pueden estar? –mascullo Minerva buscando por decima vez en su habitación, hasta que Myrtle la llamo desde afuera.

            -Señorita Minerva, ya es muy tarde, el panadero está en la entrada de víveres ¿Por qué no ha ido a abrirle?

            -No encuentro mis llaves Myrtle ¿no las has visto? –Respondio saliendo de su cuarto- ya las busque en la cocina y en el jardín y nada, por eso regrese aquí, pero tampoco están.

            -No las he visto.

            -Bueno niña, dile al panadero que deje el pan por la entrada principal.

            -Bien.

            Cuando salió para dirigirse a la cocina, vio a lo lejos la casa de Draco sintiendo el impulso de ir a ver como estaba y llevarle algo para el dolor, pero decidió que lo mejor era dejarlo dormir un poco más, entonces vio entrar al rey corriendo dirigiéndose a su casa, entonces también corrió pensando que de nuevo iba a castigarlo y estaba dispuesta a defender al muchacho a pesar de todo. 

            Harry entro a la habitación de Draco encontrando la cama vacía, así que entro al baño sin encontrar a nadie ahí; se dio la vuelta encontrando a Minerva en la entrada de la alcoba.

            -Minerva ¿Dónde está?

            Minerva vio la cama tendida y al rey saliendo del baño, por lo que comprendió la pregunta al instante.

            -No lo sé… puede que con alguna de las chicas.

            Harry salió con paso apresurado a la casa de Luna seguido por Minerva, pero cuando entro y vio que él no estaba, hizo lo mismo con la de Luna, incluso con la de Bella.

            -No puede ser… -musito saliendo al centro del jardín mientras las mujeres también salían preocupadas al ver el jaleo que se estaba armando- no está, no puede ser…

            Entonces echó a correr saliendo de ahí y las mujeres no supieron más.

            -¡Minerva! ¿Qué pasa? –pregunto Pansy.

            -Draco, Draco no está… creo que esta vez sí escapo –respondio con una mano en la boca y otra en el pecho- Dios mío, Draco se fue.

            Harry movilizo a todo el palacio poniéndolo de cabeza, hizo salir varias tropas para buscar en toda la ciudad.

            -¿Ya revisaron la zona de caravanas? –dijo Ron.

            -Sí capitán, solo hay dos y otra más  salió a las cinco de la mañana y ya envié hombres para alcanzarla y revisarla.

            Ron miraba como sus hombres hacían lo que podían, pero ignoraba que ventaja llevaba el concubino y muy a su pesar también sabía que no buscaban a una mujer indefensa como se le consideraba al doncel, sino a un experimentado caballero del desierto que podía sobrevivir perfectamente en las arenas abrazadoras, fuese cual fuese el camino que hubiera tomado; también miraba a su amigo, ir y venir con gesto desesperado, gritando y maldiciendo a sus soldados sin justificación, pero podía comprenderlo, podía ver la aflicción y arrepentimiento en la cara del rey por haber castigado tan severamente a su concubino sin hacer ningún tipo de investigación… y él también se sentía culpable aunque no lo dijera ni externara, pues él también lo había azuzado a castigarlo sin preguntarle siquiera la procedencia de esa medicina.

            Ya era media noche y Harry cabalgaba por la ciudad en espera de noticias.

            -Sí tan solo supiera qué dirección tomó.

            -No te desesperes Harry –dijo Ron- es muy pronto para saber, los soldados que enviamos tras la caravana aun no regresan, tal vez traigan buenas noticias.

            -No… él no es tan tonto como para ocultarse en una caravana… y lleva a mi hijo, Ron… -añadió volteando a verlo- yo lo castigue tan fuerte cuando ya tenía a mi hijo en su vientre.

            -No te tortures amigo, no sirve de nada.

            -Soy un idiota… un maldito bastardo…

            -Harry…

            -Pude provocar la muerte de mi hijo ¿entiendes? Y también puse su vida en riesgo... y todo por… imbécil –mascullo no encontrando otra palabra para insultarse.

            -No puede ir muy lejos, ten paciencia.

            -Lo deje tan lastimado… -dijo sintiendo sus ojos anegarse de lagrimas- tan lastimado…

            -Tranquilo, no puede estarlo tanto si pudo escapar por su propio pie.

            -Es que no lo conoces Ron… su orgullo es capaz de mover sus pies…

            -Regresemos al palacio Harry, es más que obvio que no está en la ciudad.

            Los dos jinetes dieron vuelta a sus caballos y regresaron al palacio.

 

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            Harry entro con paso lento a la casa de Draco, cruzo el umbral de la alcoba viendo el espacio vacío y nuevamente sintió ganas de llorar, se sentó en la cama intentando tragar el nudo que tenía atorado en la garganta.

            -Majestad –dijo Minerva en la puerta- debería dormir.

            -¿Y cómo podría?... el se fue por mi culpa… y lleva a mi hijo en su vientre…

            -Lo sé, la noticia ya se corrió –respondio sentándose en la cama a su lado.

            -Debí confiar en él, debí preguntarle primero…

            -Sí, debió –confirmo con tono duro.

            -Y ahora que ya estaba confiando en mi… -dijo sorbiendo la nariz- ya confiaba en mi, Minerva… y justo ayer cuando llegue se volvió sonriéndome y yo… y yo le cruce el rostro con mi fusta…

            -Ahora que el fénix había decidido quedarse… -dijo levantándose- viene un idiota y lo arroja fuera de la jaula –concluyo saliendo de ahí sin esperar respuesta.

 

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            El calor como siempre era abrazador, pero Draco estaba acostumbrado y a pesar del dolor de cuerpo que se cargaba, disfrutaba el ir solo por las inmensas dunas, con los camellos como única compañía; el apremio de ser perseguido le urgía a ir de prisa, pero sabía que no ganaría nada agotando a sus animales, así que como si fuera un simple viajero mas, continuo tranquilamente;  cuando anocheció armó una tienda y solo encendió fuego en una lámpara de acampar para preparar su comida y la apago comiendo solo con la luz de la Luna.

            Todas esas horas había estado como en trance, haciendo a un lado con deliberación aquel tumulto de sentimientos que amenazaban con desbordarse, pero el asco que sintió cuando estaba comiendo fue la gota que derramo el vaso, la hizo a un lado y comenzó a llorar silenciosamente, sintiéndose tan decepcionado y utilizado que lo único que atino a hacer para mitigar ese sentimiento agotador que le inundaba el alma, fue meterse en su tienda y llorar sobre las mantas… ¿Por qué estaba tan triste?... con exactitud no lo sabía, pero lo que si sabía era que le había dolido enormemente el que Harry ni siquiera le preguntara, que diera por hecho que aquella medicina era suya y sobre todo, que le tratara como un caballo rebelde al que se le castiga a palos.

            Pero esa vida ya había terminado, ahora era libre y estaba dispuesto a iniciar una nueva; ¿regresar al ejército? Imposible, otro asunto más que agradecerle a la familia real, la aniquilación total de sus sueños, pero él no era del tipo de personas que se quedaban lamentándose, desde que supo que era un doncel su padre le había dicho que no se quejara, que mas bien jugara con las cartas que la vida le repartía y eso estaba dispuesto a hacer, así que se permitió llorar lo mas que pudo para que al iniciar el día, lo hiciera con la hoja en blanco, listo para escribir cosas nuevas y buenas para él.

            -Maldita suerte… -dijo al día siguiente viendo que su entusiasmo se veía empañado por un malestar estomacal que le aquejaba desde hacía varios días.

            Siguió su camino hasta encontrar una pequeña ciudad en donde por fin pudo comprar el maquillaje que tanto necesitaba para poder mostrar la cara cuando fuera necesario, se reabasteció y continuo su camino en solitario por un mes más, después llego a otra ciudad y compro cosas para vender e intercambiar, ese sería su nueva forma de vida, era bueno con los negocios, su padre siempre dijo que si no hubiera elegido ser soldado, hubiera sido un excelente mercader como él; así que aprovecho su habilidad y se unió a una caravana para viajar protegido.

            -Adelante Lucius, bienvenido seas –dijo el jefe de la caravana- ya debes saber que mientras seas respetuoso con los demás integrantes de la caravana, no habrá ningún problema en que te unas a nosotros.

            -Gracias amigo.

            Desde ese día Draco fue parte de la caravana que iba de un lado a otro ganándose la vida.

 

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             A una semana de la huida de la huida de Draco, Bellatrix anuncio a Harry que estaba embarazada, siendo esto confirmado por su médico personal Peter Pettigrew, quien ante el asombro de Dumbledore le dijo que no se preocupara, que ahora él llevaría el embarazo de la reina para que todo tuviera buen fin; Harry solo pudo fingir una sonrisa y abrazar a su esposa.

 

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            Draco en tanto, seguía su vida con sus nuevos amigos y compañeros.

-Madre ¿no tienes algún remedio para Lucius? –dijo Samara, una mujer que era parte de la caravana viendo que Draco casi no comía.

            -Sí tengo, es un té –respondio la anciana mientras mojaba un trozo de pan en su comida y se la llevaba a su boca desdentada- pero ya llevas mucho tiempo así ¿no Lucius?... deberías ver un doctor en la próxima ciudad, ya bajaste un par de kilos en un mes, es preocupante.

            -Estaré bien –respondio Draco recostándose en la alfombra que tenían en la tienda- no sé que es, a de ser un virus o algo así, todo me da nauseas.

            -Pareces mujer embarazada –dijo Samara riendo.

            -Deja que termine de comer y te preparo el té –respondio la anciana riendo también por el chiste de su hija, pero quien no reía era Draco.

            -No puede ser… -pensó dándose la vuelta fingiendo dormir mientras miraba al frente con expresión de pánico- No, no, no… eso no puede pasarme, no puede… no ahora…

            Pero a tres meses de su huida tuvo que aceptar que sus malestares no se debían a un virus… o al menos no a un virus cualquiera, sino a uno que vivía dentro de su vientre y del cual se curaría dentro de otros seis meses.

            Tuvo que aceptar que un bebé crecía dentro de él y que sería padre dentro de algunos meses, la angustia que vivió durante días fue tan extenuante que casi se desmaya sobre su camello, la caravana se detuvo para dejarlo descansar un rato pensando en que era debilidad; pero después de eso la resolución y resignación se hicieron presentes de nuevo; decidió que se haría pasar por viudo y que criaría a su hijo él solo, y que cuando llegara el momento del parto se iría a algún lugar en donde pudiera tenerlo sin ayuda de nadie, no podía arriesgarse a pedir ayuda a algún médico, para esas alturas todo el país sabia de la huida del concubino del rey y que éste estaba preñado, sabrían al momento de quien se trataba, así que en cada ciudad que llegaban, iba a la biblioteca pública para reunir información acerca de su condición, pues con sus padres nunca hablo de esas cosas.

            -¿¡Qué se me va a abrir qué?! –pensó horrorizado mientras leía sobre el parto de un doncel.

            De nuevo las cartas que le daba la vida eran de mierda, pero no había más remedio que jugar con ellas, así que se resigno a tener que vivir aquello, pero por lo pronto había decidido que no se preocuparía tanto por eso, ya cruzaría ese puente cuando llegara a él.

            Lo que sí tuvo que hacer fue cambiar de caravana pues su aumento de peso estaba siendo notable; así que continúo su vida de mercader con compañeros distintos.

 

 

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            -¿Qué paso? –pregunto Harry a Ron cuando lo vio llegar.

            -Nada Harry, si hubiera algo nuevo, ya te lo hubiera dicho.

            -Lo que debe hacer majestad –dijo el primer ministro Severus Snape- es revisar las peticiones de los gobernantes de...

            -Para eso están ustedes –interrumpió molesto- ¿de qué me sirve un consejo de diez ministros si quieren que este con ustedes todo el maldito día?

            -Cálmate Harry.

            -¿Y cómo quieres que me calme si ya pasaron cinco meses desde que Draco desapareció?... ¿Cómo es posible que nadie haya notado a un hombre preñado?

            -Sabe ocultarse, además el país es inmenso… es como buscar una aguja en un pajar.

            -¿Sus padres siguen sin saber nada?

            -No, no han recibido ni siquiera una carta, sabe que lo reportarían de inmediato contigo.

            Harry exhalo un suspiro de exasperación y ya no dijo nada.

            -Mejor ve a ver a la reina, también ya tiene casi cinco meses y casi no la vas a visitar.

            -¿Y para qué? Va su médico todos los días ¿no?

            -Sabes que no es lo mismo, no seas tonto.

            Harry suspiro de nuevo sintiéndose culpable, sabía que Bella no tenía la culpa de lo que estaba pasando, de hecho nunca pudieron resolver como llego el medicamento a la casa de Draco, así que haciendo un esfuerzo dijo:

            -Tienes razón, después de todo espera un hijo mío… o hija.

 

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            Draco iba montado en su camello, muy quitado de la pena comiendo dátiles secos, fruto que en su embarazo se había hecho su favorito, lo comía a todas horas, lo llenaba y además le quitaba las nauseas.

            -Lucius, vas dejando un camino de semillas –dijo riendo uno de sus compañeros- nunca había visto a nadie que le gustara tanto los dátiles.

            -Cuándo mi hija estuvo embarazada… -intervino una mujer de edad que iba en otro camello- estaba muy flaca y no quería comer, le dije que comiera dátiles, son buenos para mujeres en estado.

            -¿Ah sí? –pregunto Draco echándose a la boca otra frutita.

            -Sí, pero de todos modos se quedo flaca.

            -En cambio tú Lucius, deberías bajarle un poco al bocado, eres muy joven para estar tan gordo –dijo el primer hombre- espero que no te ofendas si te hago mención de esa barriga, hombre… es por tu salud.

            -No te preocupes Ender –respondio Draco riendo mientras comía mas dátiles- no me ofendo.

            Cuando acamparon para descansar y se reunieron alrededor de la fogata, el jefe de la caravana dijo:

            -Amigos, la ciudad más cercana está a una semana, pero propongo no detenernos y llegar directamente hasta la capital Griffindor que está a tres semanas, ahí hay cosas que no hay en otras ciudades y es un buen lugar para nuestros negocios también, podemos trabajar y reabastecernos ¿Qué  les parece?

            Todos comenzaron a hacer comentarios afirmativos, menos Draco quien quedo en silencio pensando en que lo que menos quería era regresar a esa ciudad, sin embargo pensó que también sería bueno investigar cómo iba su búsqueda y también en hacer negocios, pues el jefe de la caravana tenía mucha razón.

            Así que al día siguiente emprendieron el camino hasta la capital de Hogwarts.

 

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            Llegaron a la ciudad al atardecer y se registraron para poder acampar en el área de caravanas, después pusieron sus tiendas y se dispersaron cada quien a hacer lo suyo.

            Draco por su parte también puso su tienda, pero realmente moría por un buen baño de verdad y dormir en una cama, así que después de cenar con algunos compañeros en el campamento, salió de ahí y esta vez con el velo puesto.

            Camino viendo la ciudad, andando entre la gente y sobre todo evitando a los soldados que alcanzaba a ver a lo lejos; fue a un rumbo de la ciudad un tanto sórdido y ajetreado, donde la gente iba y venía sin prestarse atención, ahí el rubio pensó pagar una noche en una posada, pero vio un puesto en una casa en donde vendían dulce de dátiles, así que muy animado pidió una ración.

            -Claro, con gusto –respondio la mujer moviendo la olla en donde lo cocinaba- estará listo en unos minutos, tenga paciencia por favor.

            -Esta bien, mientras tomare un té –dijo sentándose en una mesita que el pequeño local tenía.

            -Por supuesto, hija sírvele un té al señor.

            Cuándo Draco tomaba su té, se puso a observar la callejuela iluminada con varios faroles, mostrando un par de locales en donde vendían licor y otros en donde vendían especias y comida a pesar de estar ya entrada la noche, pues por ser ruta de viajeros siempre había clientela.

            Estaba tomando su té cuando un hombre que pasaba le llamo la atención.

            -Yo lo conozco… -pensó viendo que se detenía en la entrada de un local de licor viendo discretamente si no era observado, pero Draco estaba en un ángulo que no podía ser visto, así que no hubo necesidad de disimular que lo miraba- oh sí, es Pettigrew, el doctor de Bella.

            Pero quedo mas sorprendido cuando un rato después llego otro hombre que también reconoció.

            -Es el capitán Greyback… ¿Qué hacen aquí esos dos? Parece que se están escondiendo de algo.

            -Esta listo –dijo la mujer que atendía- enseguida se lo sirvo.

            -No se preocupe, se lo pago de una vez y vengo por él en un rato.

            -De acuerdo.

            Draco se levanto y camino hasta el local, pero no entró, lo que hizo fue ir por atrás y buscar alguna otra entrada, no la encontró pero si encontró una ventana con las puertas abiertas para que se ventilara el humo del tabaco; discretamente se asomo agachándose casi al instante al ver que justo a un lado de ella estaba la mesita de Greyback y el médico, quien la habían elegido precisamente por estar cerca de la ventana y escapar un poco del humo del tabaco.

            -¿Ya consiguió a la madre que dará al bebé para ya sabe quién? –dijo Pettigrew.

            -Por supuesto –respondio el soldado siendo escuchados perfectamente por Draco a pesar de las voces y sonidos circundantes.

            -¿De verdad dará al bebé sin ningún problema?

            -Eso dijo, es una madre soltera que oculta su embarazo, si saben de su pecado sería repudiada, pero obviamente me encargare de ella, no me gusta dejar ningún cabo suelto.

            -¿Pero y si no es niño?... esta vez no debemos fallar, ella debe tener un hijo varón.

            -No sea idiota, es obvio que eso es muy factible, así que tengo otras dos posibilidades, tengo gente vigilando y cuando sea el momento del parto me avisaran de que sexo es el bebé, lo que quiero saber es como le hará usted para el supuesto nacimiento, todas sus mujeres alumbran en la clínica del palacio, es más que obvio que ella no puede hacerlo ahí.

            -Es obvio que no, por eso cuando usted tenga al bebé yo lo llevare oculto en un maletín hasta su casa y diremos que fue un parto repentino, que no hubo tiempo de llevarla a la clínica, tendré preparados algunos frascos de sangre de oveja y las verteremos en la cama y las sabanas, eso será más que suficiente y cambiando de tema ¿aun no tienen noticias de él?

            -Ninguna, parece que se lo tragó la tierra.

            -Pues más vale que se movilice, imagine lo mucho que se disgustaría mi señor si un día, de buenas a primeras él aparece con el hijo de ya sabe quien en los brazos reclamando el trono.

            -Eso no sería problema porque por eso vamos a encargarnos antes del rey…

            -¡Shhh no lo mencione! –dijo Pettigrew mirando a todos lados.

            -Si llega a aparecer, el otro ya no estará, así que no serviría de nada… su señor vendrá a ayudar a su hija viuda a gobernar.

            Draco abrió la boca al comprender la naturaleza de esa conversación mientras escuchaba agachado bajo la ventana.

            -Tal vez sea bueno encargarnos también del médico –dijo Pettigrew- me mira con recelo y no deja de insistir en revisarla él mismo, no sé si sospeche algo.

            -Ya veremos… su señor deberá pagarme muy bien por todo esto.

            -A estado haciéndolo, no puede quejarse, le está yendo mejor que a mí.

            -Eso es porque el trabajo pesado lo estoy haciendo yo.

            Pettigrew hizo un gesto despectivo y pidió otro trago.

            -Sí no hay nada más de que hablar, me voy –dijo Greyback.

            -No hay mas, cualquier cosa nos reunimos de nuevo.

            -Bien, adiós.

            Se escuchó el sonido de una silla moviéndose y después nada mas, por lo que Draco comprendió que el capitán ya se había retirado, por lo que espero un momento y después también se fue.

            Cuando llegó a la posada y pidió un cuarto, se sentó en la cama aun sin terminar de asimilar lo que había escuchado, estaba como en especie de shock, pues si lo que había oído era cierto, el rey y el país entero estaba en peligro, pues había una conspiración en plena marcha dentro del mismísimo palacio, y lo peor era que la propia reina era parte también.

            -Y a mi quieren matarme… -inconscientemente se toco el vientre, pues era más que obvio que no solo a él, sino también  a su bebé, que aunque le pesara era un príncipe, hijo del rey- Nunca te pondrán un dedo encima- pensó consternado y decidido al mismo tiempo- pero debo pensar que debo hacer, no puedo quedarme sin hacer nada.

            Se levantó sintiéndose muy estresado, así que entro al baño para bañarse y descansar y así pensar con más claridad en lo que tendría que hacer; cuando salió de bañarse, se acostó para dormirse casi enseguida pues a pesar de estar angustiado con lo que había escuchado, estaba muy cansado.

            Al día siguiente despertó muy tarde pues hacia semanas que no dormía en una cama normal, así que realmente disfruto estar como en un nido, pero lo ocurrido la noche anterior se hizo presente como maldición, así que no tuvo más remedio que levantarse, bañarse de nuevo y sentarse en la cama para pensar que hacer.

 

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            Salió de la posada directo a desayunar pues pensar con la panza vacía ni de broma, después se dirigió al campamento de caravanas y se metió en su tienda, cerro la cortina y se acostó para decidir con calma que hacer, pues realmente ya se cansaba con facilidad; no tardo mucho en decidirse, pues aunque detestara a Harry, a la realeza y todo lo que tuviera que ver con ella, su país estaba de por medio.

            Así que salió de ahí y camino hasta el centro de la ciudad sabiendo ya que debía hacer, por lo que busco con la mirada a alguien que le pudiera servir para lo que necesitaba.

            -¡Oye tu, niño! –exclamó cuando un chiquillo como de unos trece años paso por ahí.

            -¿Sí?

            -Necesito un favor, te pagare un Sickle si haces lo que te digo.

            -De acuerdo.

            El niño camino hasta el cuartel general de los caballeros del desierto y se metió buscando la oficina principal.

            -Buenos días –saludo al hombre encargado.

            -¿Qué se te ofrece?

            -Quiero saber en donde esta designado el soldado Blaise Zabini, es del distrito de Slytherin, antes estaba bajo el mando del general Sirius Black, pero le perdí la pista.

            -¿Y para que quieres saber?

            -Yo no quiero, es mi hermana a la que le urge... ya sabe, cosas de casados –respondio el chiquillo alzándose de hombros.

            El soldado rio por el comentario y enseguida sacó una enorme carpeta en donde empezó a buscar y después de cinco minutos dijo:

            -Listo, lo encontré, está en el distrito de Hufflepuff, aun bajo el mando del general Black.

            -Gracias señor, adiós.

            -Adiós.

            Cuando el chiquillo dio la información y recibió su pago, se alejo muy contento, en tanto Draco hacia un gesto de desconsuelo.           

            -¡Esta muy lejos! –Pensó suspirando- mierda…

            Se alejo del cuartel y se regreso al campamento para pensar con tranquilidad y sopesar todos los pros y los contras… había pensado que no podría presentarse en el palacio por obvias razones, por más que se preocupara por el país, tampoco iba a meterse en la boca del lobo; tampoco podía enviar un mensaje pues ignoraba quienes estaban ya bajo la colaboración del rey Riddle; así que lo único que podría hacer era recurrir a la única persona en la que podía confiar al cien por cierto que no traicionaría al rey… aunque a él sí.

            -Blaise, Blaise… tu eres el único que puede entrar al palacio a llevarle esta información al estúpido rey.

            Pero eso representaba varios problemas, el primero y el más obvio era el viaje, pues estaba aproximadamente a un mes de distancia a lomo de camello.

            -Veamos ¿Cuánto tengo?... –pensó tocándose la panza- cuando salí del palacio ya iba con premio, así que pueden ser como dos semanas y ya pasaron cinco meses y medio, entonces tengo seis… creo… viajar hasta Hufflepuff a buen paso…

            Resoplo reconsiderando eso de “a buen paso” pues debía detenerse en las ciudades de paso a reabastecerse, además de que sus pies y piernas se hinchaban y tenía calambres.

            -Cuándo llegue allá tendré siete meses, si es que no me tardo mas.

            Y el segundo problema era como reaccionaria Blaise al verlo, lo más seguro era que lo arrestara y lo entregara devuelta a su marido… o tal vez no, tal vez ya había tenido tiempo suficiente para reflexionar y reconocer que había sido un hijo de puta la última vez que estuvieron juntos.

            -No hay opción… -pensó resignado- debo ir.

            Para no perder más tiempo, salió para reabastecerse y salir en cuanto estuviera listo; se despidió de sus compañeros alegando un familiar enfermo y salió al día siguiente a las cuatro de la mañana.

            Su propia caravana constaba ya de cuatro camellos llenos de mercancía, víveres y su tienda, y uno más que él montaba y con paso lento tomo rumbo al distrito de Hufflepuff.

 

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ya de cuatro camellos llenos de mercancía, víveres y su tienda, y uno más que él montaba y con paso lento tomo rumbo al distrito de Hufflepuff.

 

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Notas finales:

HAsta la proxima!!


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