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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

Amigos, de una vez les aviso que si no hay actualizacion la proxima semana, es porque mi pc esta fallando de nuevo, de hecho hoy tuve que darle un par de madrazos para que reaccionara T_T

pero por lo pronto aqui les van dos capitulos, espero que lo disfruten.

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            Tres días después, mientras levantaban su campamento, Goyle abrió la cortinilla del palanquín encontrando a Draco durmiendo aun.

            -Oye, está perdido, si movemos el palanquín se despertara.

            -Yo cada día lo veo peor –dijo Crabbe- no en el sentido de que este enfermo, pero lo veo más agotado.

            -Y el muy cabezota quería seguir solo –respondio Blaise negando con la cabeza.

            -Según sus cuentas ya tiene como ocho meses y medio más o menos ¿no?

            -Así parece pero no lo sé… no estoy seguro de nada, creo que ni él mismo sabe su cuenta exacta, además de que no sabemos de partos de donceles- dijo con pesimismo- pero coloquémoslo en los camellos, faltan dos días para la próxima ciudad, es mejor apurarnos.

            -Bien.

            Llegaron a la ciudad y se instalaron en una posada para que Draco durmiera bien al menos por una noche.

            -Quiero bañarme primero –dijo sentándose en la cama haciendo gestos.

            -Preparare el baño –respondio Blaise.

            Draco asintió pero cuando se iba a levantar un mareo lo hizo trastabillar.

            -Mierda… -mascullo sujetándose de Blaise.

            -Te ayudare a bañarte.

            -No…

            -Puedes resbalarte y caer.

            -Pero no quiero que me veas desnudo.

            -Por el profeta Merlín, Draco… nos hemos visto desnudos desde que íbamos en la academia.

            -Sí, pero yo no tenía esta panzota… me da vergüenza.

            -Pues me importa un pito tu vergüenza, o te ayudo o no te bañas.

            -¿No que un doncel no debe ser visto por alguien que no sea su marido?

            -Déjate de bromas, ya te lo dije.

            Draco suspiro desconsolado sabiendo que Blaise no bromeaba, así que sin más remedio comenzó a desnudarse mientras Blaise lo esperaba pacientemente mientras él se arremangaba las mangas no importándole empaparse al ayudarlo.

            Blaise no pudo evitar mirar el rechoncho cuerpo de su amigo, quien esquivaba su mirada muerto de vergüenza.

            -Vamos, solo espero que no me violes –dijo Blaise tomándolo de un brazo.

            -Idiota.

            Cuándo acabaron, el rubio terminó en cama siendo arropado por el soldado.

            -Cásate conmigo Blaise, ya me viste todo –dijo sonriendo.

            -Ni loco, serías una mierda de marido, tendría que andar tras de ti todo el tiempo para que no me dejaras en vergüenza.

            Draco sonrió mientras cerraba los ojos durmiéndose casi al instante.

            -¿Y qué haremos cuando lleguemos a la capital? –pregunto Crabbe en otra habitación cuando llego Blaise.

            -Ya lo pensé, yo iré a ver al rey  mientras ustedes esperan fuera de la ciudad, no en el área de caravanas, es muy peligroso, si alguien se entera que Draco está ahí…

            -¿Lo entregaremos? –pregunto Goyle mirándolo.

            Blaise suspiró mientras recargaba los codos en la mesa y entrecruzaba los dedos bajo su mentón.

            -El rey hará que le digamos donde está –dijo Crabbe- a menos que le mientas y le digas que tú mismo oíste el plan de esos dos.

            -Pero tú no conoces a esos tipos –exclamo Goyle- no podrías señalarlos siquiera.

            -Lo sé, lo sé… -musito pensativo.

            Los dos soldados se quedaron callados viendo a su capitán quedarse en silencio otra vez.

            -Creo que ya sé que haré –dijo después de un rato.

            -¿Y? –pregunto uno de ellos.

            -Ya lo sabrán.

            Los dos amigos se miraron entre sí sorprendidos.

            -Seguro lo mencionaras.

            -Pero él no quiere.

            -Nunca nos perdonara Blaise.

            -No te creas –respondio el capitán cada vez más convencido de que hacia lo correcto.

            Partieron al día siguiente, con la capital a dos semanas de distancia.

            -¿Cómo vas? –pregunto Crabbe asomándose al palanquín.

            -Bien –respondio Draco acostado de costado, con la mano en el vientre.

            -¿Seguro?

            -Sí.

            -Bien.

            Pero realmente Draco no se sentía tan bien como quería aparentar, pues si era sincero consigo mismo se sentía raro, sentía la abertura de su perineo excesivamente sensible y sentía que en cualquier momento sufriría un ataque de pánico.

            -Todo estará bien… estoy con mis amigos.

            Faltaban solo dos días para que finalmente llegaran a la capital, sin embargo ya era de noche y debían acampar para comer y dormir.

            -Asado de camello –dijo Crabbe asomándose al palanquín plato en mano, pues esta vez Draco no quiso salir- está muy bueno.

            -No tengo hambre.

            -Pero no comiste.

            -Pero ya te dije que no tengo hambre.

            -Desayunaste muy poco ¿Cómo es que no quieres comer?

            -Déjame en paz, no quiero.

            -¿Qué pasa? –pregunto Blaise asomándose.

            -No quiere comer.

            -Es que no tengo hambre.

            -¿Estás bien? –pregunto el capitán viendo el rostro sudoroso de Draco.

            -Sí.

            -No estoy para mentiras –exclamo duramente- dime como te sientes.

            Draco se quedó callado y después apretó los labios mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

            -Draco…

            -Me duele aquí… -musito señalando sus genitales- ahí… donde está la abertura… y también tengo el vientre duro…

            -¿Y no siempre esta así? –pregunto Crabbe.

            -No… -respondio oprimiéndose el vientre- me llega un dolor cada cierto tiempo…

            Cuando oyeron eso, los dos soldados se miraron entre sí con expresión de pánico.

            -No puede ser… -musito Crabbe.

            -Claro que no –dijo Blaise.

            -Pero puedo aguantarlo… no es tan fuerte… -dijo con expresión nada convincente.

            Los soldados cerraron la cortina para deliberar o más bien para expresar su desesperación con libertad.

            -¡Mierda, no puede ser! –exclamó Blaise con una mano en la frente y otra en la cintura mientras caminaba de un lado a otro.

            -¿Qué pasa? –pregunto Goyle masticando aun su bocado. 

            -¡El bebé! –Respondio Crabbe tomándolo de los brazos asustándolo- ¡creo que llego la hora!

            -¡No la jodas!

            -¿¡Blaise, que vamos a hacer?!

            -¿¡Y porqué me preguntas a mi?!

            -¡Porqué tú leíste el puto libro!

            -¡Tú también!

            -¡Pero tú eres el capitán!

            -¡¿Y eso me hace partero?!

            -Pues algo debemos hacer, eso que siente son contracciones –dijo Crabbe señalando el palanquín- estamos a dos días de camino y ten por seguro que no va a aguantar.

            -Mierda… -mascullo con ambas manos en la cabeza.

            -¡Ah!

            Los tres corrieron al palanquín asomándose, viendo a Draco hecho un ovillo.

            -¿Estás bien? –pregunto Blaise.

            -¿Te parece que está bien? –exclamó Goyle exasperado.

            -Yo… los dolores van haciéndose más fuertes… Blaise… -dijo mirando a su amigo- ¿llego la hora, Blaise? No estoy listo…

            -Tranquilo, todo estará bien –respondio haciéndose el fuerte- solo cálmate ¿vale?

            Cerraron la cortina viéndose con desesperación entre sí.

            -De acuerdo… -dijo Blaise después de unos momentos- Crabbe…

            -¿Sí?

            -Necesitamos una nodriza pero no hay tiempo de buscarla, así que compraras fórmula para bebé, estamos a dos días pero sin descansar harás menos, lo mejor es no mover a Draco, así que no podemos acercarnos a la ciudad.

            -Entiendo, debo regresar lo más rápido posible –respondio el soldado dando la vuelta y ensillando su camello con rapidez.

            -¿Y nosotros Blaise?... ¿nosotros nos quedaremos con él? –pregunto Goyle con cara de susto.

            -¿Y quién mas, idiota?... hierve agua, necesitamos agua limpia para lavarnos las manos y limpiarlo a él.

            -Voy… -respondio mascullando: -preferiría enfrentar a una pandilla de mortífagos…

            Rato después, Blaise había abierto las cortinillas del palanquín para poder estar con Draco con libertad.

            -Estoy mejor… -respondio el rubio con la frente sudorosa- las contracciones se han detenido… creo que fue una falsa alarma.

            -Eso espero, quiero que Crabbe tenga tiempo de regresar con la fórmula para el bebé… la naturaleza se olvido de ese detalle con los donceles Draco ¿Cómo jodidos se supone que los alimenten si no pueden dar leche?

            -No sé… pero al menos no me crecieron las tetas –respondio sonriendo cansinamente.

            -El agua ya está puesta –dijo Goyle regresando.

            -Bien.

            Esa noche Draco la paso durmiendo a ratos mientras los otros dos ni siquiera pudieron hacer eso.

            -¿Y cuando nazca, qué?

            -No dice nada de eso –respondio Blaise libro en mano- ya lo leí como diez veces y no dice nada de cómo es el parto… mierda… -rezongó  aventando el libro a la arena.

            Amaneció  y Draco seguía sin querer comer, solo bebió agua y permaneció acostado todo el tiempo, a excepción de cuando tenía que ir al baño.

            -¿Cómo vas? –pregunto Goyle ayudándolo a acostarse.

            -Bien…

            Pero ese “bien” se transformo en “fatal” cuando llego el atardecer, pues las contracciones habían regresado pero con mayor intensidad.

            -Yo creo que ahora sí Blaise –dijo Goyle viendo a Draco encogerse de dolor.

            -Sí, yo también lo creo… bien, pensemos que es otra batalla Goyle –respondio mirando a su amigo.

            -Bien, pero tú como capitán vas al frente amigo, yo te cubro las espaldas –dijo palmeándole un hombro.

            -Hijo de puta.

            Prepararon mantas limpias y agua hervida en la que se lavaron las manos, después Blaise se acercó a Draco.

            -Draco, oye… creo que ya sabes que el momento ha llegado ¿no?

            Draco asintió en silencio.

            -Y yo voy a ayudarte, así que cálmate y deja que yo haga lo mío ¿de acuerdo?

            Draco volvió  a asentir sabiendo de qué hablaba Blaise, pero para ese momento le importaba un cuerno que sus amigos le vieran “ahí”, lo único que quería era que el maldito dolor desapareciera y que su hijo naciera bien.

            Blaise se metió al palanquín y comenzó a quitarle las botas, luego el pantalón y por último la ropa interior; Goyle le asistía en lo que necesitara, así que le paso una jofaina con agua hervida y paños limpios; Blaise hizo de tripas corazón y venciendo su temor a lastimarlo o lo que fuera, comenzó a lavar su área genital; después le puso una manta delgada encima y esperó… pero no espero mucho pues Draco seguía quejándose cada determinado tiempo.

            -Goyle acerca todas las lámparas que puedas, está oscureciendo y no veo bien.

            El soldado se apresuro a acercar las lámparas y después se acerco de nuevo.

            -Listo.

            -¡Ah!... –grito Draco retorciéndose.

            Blaise le separo las rodillas y miró.

            -¡Duele un carajo!... ¡mierda!...

            Goyle se sentó junto a él y le tomo la mano diciendo:

            -Apriétala si quieres.

            -Blaise…

            -Todo va bien, tranquilo –dijo sin tener la menor idea de lo que hablaba mientras levantaba el pene de Draco para ver bien por donde nacería el pequeño, viendo que la abertura de su perineo estaba roja e inflamada

            Entonces su corazón palpito acelerado al ver salir de Draco un líquido transparente.

            -Merlín ¿Qué diablos es eso? –pensó sintiendo la boca seca y las manos temblorosas.

            Draco cerró los ojos sintiendo alivio entre contracción y contracción, así que Goyle se apresuro a secar su frente sudorosa.

            -Carajo… -dijo sin abrir los ojos y sin soltar la mano de Goyle- siento como si me abrieran la cadera y me partieran los huesos…

            -¿Ya ves idiota? Y tú que querías parir solo –exclamó Goyle.

            -No sabía… no sabía que iba a ser tan feo… ¡ay!... ¡diablos!...

            -Calma, calma…

            -No… -dijo sollozando- es horrible… ni la noche de bodas me dolió tanto… ¡ay!

            -Draco, no necesitamos saber eso –dijo Goyle pasando de nuevo el lienzo por su cara.    

            -¡Joder, como duele!

            Blaise en tanto permanecía en silencio, analizando todo, había notado que las contracciones iban espaciándose cada vez menos y que el líquido seguía saliendo con cada una de ellas.

            -¡Blaise ayúdame! –gimio Draco apretando la mano de Goyle.

            -En eso estoy amigo, ten paciencia.

            Blaise agradeció que aun estuvieran lejos de la ciudad pues nadie oiría los gritos de Draco, porque  intentar acallarlos en el área de caravanas hubiera sido simple y sencillamente imposible.

            -Creo… que me voy a morir…

            -No te vas a morir Draco, cálmate –dijo Goyle.

            -¡Ah!...

            Draco pasó casi una hora más así, hasta que Blaise notó que de su abertura ahora salía un líquido sanguinolento y más gritos del rubio.           

            -¡Siento… siento!... ¡oh quiero pujar!

            -¡Pues puja, imbécil! –respondio Blaise mirando fijo entre sus piernas abiertas, a la espera de quien sabe qué, pero entonces lo vio… noto que la abertura se abría y dejaba ver algo.

            -¡Carajo, creo que ya viene!

            -¡Ah!... ¡duele!... –gritó Draco aferrado a Goyle- ¡Ay!...

            -¡Puja!

            Draco obedeció pero no paso nada.

            -Cuándo sientas la siguiente contracción, puja –dijo Blaise atento.

            Varias veces sucedió sin que el bebé lograra salir.

            -Ya… ya no puedo… -dijo Draco agotado.

            -¡Eres un maldito soldado! –grito Blaise haciendo saltar hasta a Goyle- ¡Y si te digo que pujes, pujas!

            Draco asintió en silencio, y segundos después llego la ocasión para obedecer, así que puso su mejor esfuerzo y pujo con todas sus fuerzas.

            -Carajo… -exclamó Blaise al ver entreabrirse la abertura y ver algo.

            Draco descansó un momento mientras Blaise esperaba otra contracción, viendo sus manos mancharse con la sangre del rubio.

            -¡Ah!...

            Fueron varias veces que Draco estuvo así, hasta que por fin la abertura se abrió más y Blaise pudo ver la coronilla de la cabeza del bebé.        

            -¡Vas bien Draco, estás haciéndolo muy bien, puja otra vez!

            Agotado y sollozando, Draco pujo de nuevo y con esto Blaise vio salir la pequeña cabeza cubierta de cabello negro.

            -¡Eso es Draco, ya casi, ya casi!

            -¡Animo Draco, tu puedes!

            El cuerpo del bebé salió por fin y con eso Draco descansó instantáneamente.

            -¡Ya nació! –Gritó Blaise- ¡Goyle pásame algo para cubrirlo!

            Goyle se apresuro a pasarle una manta a Blaise, quien lo cubrió mientras limpiaba su nariz y boca.

            -Anda llora… -musito frotándolo dejándose escuchar un llanto segundos después.

            Draco comenzó a reír, lo mismo que los otros dos hombres.

            -Dios mío… Dios mío… -susurró Draco entre riendo y llorando.

            Blaise envolvió al pequeño y se lo paso a Draco, quien lo beso en la frente y lo acuno en su pecho.

            -Mi hijo… mi hijo… -musito dándole besitos en la cabeza.

            Blaise y Goyle se miraron sonriendo, sintiendo que habían cargado el mundo en la espalda y al fin lo habían soltado.

            -¿Y ahora? –dijo Goyle viendo que el pequeño aun tenía el cordón umbilical.

            -Bueno… supongo que hay que cortarlo, pásame la navaja… ¡pero antes límpiala con el agua hervida, estúpido!

            Blaise cortó el cordón y luego miró que este aun tenía el otro extremo dentro de Draco.

            -Creo que hay que sacarlo –dijo el moreno abriéndole de nuevo las piernas.

            Lo jalo sacando con ello el resto del saco del bebé.

            -Cuanta sangre –dijo Goyle echando un vistazo- parece que matamos una oveja.

            Blaise limpio a Draco y miró si no seguía saliendo sangre.

            -Parece que no –dijo aliviado.

            Quitó las mantas manchadas y como pudo colocó otras y cubrió bien a Draco y al bebé pues el frio comenzaba a arreciar.

            -Bajare las cortinas –dijo acomodándole la almohada- Crabbe no tarda en llegar con la leche para el bebé, mientras descansa ¿de acuerdo?

            Draco deseaba decirle tantas cosas a Blaise pero estaba tan cansado que solo asintió sonriendo.

 

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            Siendo casi las cinco de la mañana, Crabbe regresó al campamento.

            -¡Ya estoy aquí! –dijo viendo a los dos hombres recostados junto al palanquín y no en sus respectivas tiendas.

            Blaise abrió los ojos y se estiro antes de sentarse.

            -¿La conseguiste?

            -Sí, traje biberones –respondio el soldado bajando de su camello de un salto- ¿Qué paso, como está Draco?

            Los dos hombres se miraron entre sí y sonrieron.

            -Ya nació –dijo Goyle- y Blaise recibió oficialmente su titulo de partero.

            -Vete a  la mierda –respondio el aludido levantándose.

            -¿Pero como esta? –pregunto Crabbe, molesto de que no le dieran mas información.

            -Míralo tú mismo –dijo Goyle levantando la cortina.

            Crabbe se acerco para mirar dentro a Draco profundamente dormido con un pequeño bulto bajo las mantas.

            -¿Están bien? –dijo en voz baja.

            -Muy bien –respondio su compañero- Blaise lo hizo como todo un experto.

            -Casi me muero –dijo Blaise acercándose a la fogata apagada- con toda esa sangre creí que Draco se iba a morir.

            -Pues lo disimulaste bien.

            -¿Y qué podía hacer?... ¿gritar junto con Draco y formar un coro?

            -Esa es buena –dijo Crabbe riendo.

            -Encendamos la fogata, tengo hambre y hay que hervir agua para la leche –dijo Blaise.

            Poco después el llanto del bebé despertó a Draco atrayendo también la atención de los demás.

            -Buen día –saludo Goyle muy sonriente abriendo la cortina.

            -Hola –dijo Draco con el pequeño en brazos.

            -Toma, dale esto –dijo Crabbe con un biberón listo- la señora que me la vendió me dijo como prepararla.

            Draco agarro el biberón y miro temeroso al pequeño, entonces se lo acerco a la boca y éste comenzó a chupar de inmediato provocando que los cuatro hombres que miraban atentos comenzaran a reír como bobos.

            -¿Y tu como te sientes? –pregunto Crabbe.

            -Hecho mierda… pero bien –respondio sonriendo cansado.

            -Desayunemos y reiniciemos la marcha –dijo Blaise- el bebé de la reina tampoco tarda en nacer.

            Ese comentario hizo que todos se pusieran serios pues cuando eso pasara, no tardarían mucho en asesinar al rey; por lo que se hizo tal como lo dijo el capitán.

 

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            Dos días después por fin llegaban  a la capital de Hogwarts; entraron a la ciudad y se registraron en el área de caravanas, pues ya no tenía caso esperar afuera si el bebé ya había nacido, solo había que cuidarse de no ser vistos.

            -Bien –dijo Blaise situándose de nuevo en el extremo más alejado y vacío- durante todo el tiempo que estemos aquí, Draco no saldrá para nada de la tienda, si el bebé llora diremos que es el hijo de tu esposa, Goyle.

            -Pues que esposa tan fea me toco.

            -Ya quisieras a alguien como yo, tarado.

            A pesar de la situación, todos rieron por esos comentarios, pero Draco se puso serio otra vez mientras preguntaba:

            -No le dirás que estoy aquí ¿cierto?

            -No.

            -Vamos Blaise, júramelo.

            -No tengo porque hacerlo… bueno chicos, atentos, me voy y no sé cuando regresaré, puede ser en un par de días pues el rey no creerá todo de buenas a primeras y tampoco me dejará ir hasta comprobar todo por si mismo… solo espero conservar mi cabeza sobre mi cuello.

            -Suerte capitán.

            Cuando Blaise se fue, los tres se quedaron en silencio, hasta que el bebé comenzó a llorar, por lo que Draco preparó un biberón.   

            -No nos has dicho como lo llamarás –dijo Crabbe.

            -Se llamará Scorpius –respondio Draco agitando el biberón.

            -¿Scorpius? –repitió Crabbe- interesante.

            -Pensé que lo llamarías “Harry” como su papá –dijo Goyle.

            -¿Tienes mierda en la cabeza? –exclamó enojado.

            -O “James” como tu difunto suegro –dijo Crabbe.

            -Me están jodiendo a propósito, hijos de puta –exclamo al verlos sonreír.

            Los dos soldados comenzaron a reír mientras salían de la tienda.

 

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