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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo, aqui estamos otra vez, y hoy solo un capitulo, digo para hacerla de emocion muajajaja

 

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Cuando Minerva regreso al área de concubinas, Draco quedó pensativo en sus habitaciones, sabía que debía hacer algo pero no sabía qué; Harry estaba en la peor de las disposiciones y él había echado leña al fuego.

            -Ni hablar… -pensó exhalando un suspiro mientras se levantaba- al mal paso darle prisa.

            Salió de sus aposentos encontrándose con el primer ministro Severus Snape que pasaba por ahí, y que al verlo solo alzo una ceja en reprobación al verlo dirigirse a él sin el menor recato.

            -Severus ¿ha visto al rey?

            -Esta en las caballerizas.

            -Ah… bien –respondio encaminando sus pasos hacia allá.

            -Majestad ¿no olvida algo? –dijo haciéndolo detenerse para mirarlo algo confundido.

            -Eh… ¿gracias?

            -No, el velo.

            -¡Oh mierda, es verdad! –rezongó regresando de prisa a la habitación y tomar una mascada haciendo a Severus rodar los ojos y continuar su camino.

            Fue colocándose la mascada en la cabeza mientras se dirigía a las caballerizas y cuando finalmente llegó, termino por cubrirse el rostro dejando ver solamente sus ojos grises.

            -¿Qué tanto me ven, idiotas? –pensó ceñudo mientras caminaba entre algunos soldados buscando a Harry.

            Harry estaba en la casilla de Hedwig cepillándolo.

            -Hola –saludo Draco como si nada deteniéndose ahí.

            -¿Qué haces aquí? –pregunto el moreno frunciendo el ceño.

            -Buscándote.

            -Eso es obvio, me refiero a que no tienes permiso de venir a las caballerizas.

            Draco apretó los labios agradeciendo que el velo ocultara su expresión; y contando hasta diez, puso su mejor cara y actitud decidiéndose a jugar sus cartas de la manera correcta aunque sintiera que se estaba mordiendo las bolas él mismo.

            -Lo sé, me disculpo por eso… pero mira, tengo el velo puesto.

            -¿Y? es tu obligación ¿no? –respondio sin dejar de cepillar al blanco caballo.

            -Hijo de puta… -pensó torciendo la boca.

            -Regresa al palacio, no quiero que estés aquí.

            -¿Y por qué no? –pregunto de la mejor manera dando unos pasos al interior de la casilla mientras tocaba el cuello de Hedwig.

            -Porque lo digo yo.

            -¿Y solo por..? –Exclamó deteniéndose al instante al recordar el motivo que lo llevaba ahí- Lo siento –dijo finalmente haciendo que Harry lo mirara extrañado.

            -Estás muy raro –dijo al verlo tan callado y correcto- ¿Qué quieres?

            -Hablar contigo ¿podemos?

            -No, no podemos –respondio ya sabiendo por donde iba el asunto.

            -Por favor –insistió poniéndole una mano en la mano que sostenía el cepillo para hacer que se detuviera y le prestara atención.

            -Dije que no y cuando doy una orden me gusta que se me obedezca ¿o quieres que te enseñe a obedecer?

            Draco lo miró sorprendido, dándose cuenta de que varios soldados que andaban en sus labores con sus caballos habían oído todo y discretamente miraban el asunto; tragó en seco sintiendo su cara enrojecer de vergüenza deseando gritarle hasta de que se iba a morir, sin embargo supo lo que debía hacer, así que solo inclinó la cabeza diciendo:

            -No… mi señor, pido perdón por mi insolencia, ya me retiro.

            Harry quedó perplejo al recibir tal respuesta, que simplemente quedó mudo cuando lo vio retirarse, por lo que al cabo de un rato el aguijón de la culpa comenzó a molestarlo; sabía que había sido rudo con Draco sin ninguna razón y que Draco le había dado su lugar frente a sus soldados, sabía que su mal humor se debía al asunto de Pansy y su hija y el rubio solo había solicitado hablar.

            -Diantres… -pensó botando el cepillo al suelo y saliendo de ahí.

            Sabía que se había pasado con su concubino y que Draco había sido lo suficientemente prudente para aguantarse, pero debía hablar con él para arreglar las cosas, por lo que se dirigió a sus habitaciones seguro de que el rubio estaba ahí; y no se equivoco, pues al entrar lo vio parado en medio del cuarto.

            -Draco… -dijo cerrando la puerta y dándose la vuelta- yo…

            Pero ni siquiera termino de hablar cuando un puñetazo en plena nariz literalmente le hizo ver lucecitas mientras caía hacia atrás.

            -¿¡Qué diablos…?! –balbuceó en el piso tocándose la cara.

            -Nunca más vuelvas a hablarme así enfrente de nadie ¿entendiste? –exclamó furioso señalándolo con el dedo.

            Furioso, Harry se levantó dispuesto a seguir la pelea.

            -¿¡Cómo te atreves?!

            -Ya veremos quien enseña a obedecer a quien.

            Ambos se pusieron en actitud de pelea, pero justo en ese momento Scorpius comenzó a llorar haciendo a Draco hacer una mueca de exasperación mientras se daba la vuelta y acudía presuroso a calmar el llanto de su hijo.

            -¿Qué ocurre Scorpius, porqué no dejas a tu papá poner en su lugar al imbécil del rey? –dijo sacándolo de su cuna.

            -Te le prohíbo que le digas esas cosas a mi hijo –dijo Harry entrando al cuarto con un pañuelo en la nariz.

            -¿O qué? –Respondió dándose la vuelta- mira Harry, fui a las caballerizas a intentar hablar contigo por las buenas ¿y qué me encuentro? A un imbécil poniéndome en vergüenza ante todos.

            -En primera Draco, no tenías permiso de ir a las caballerizas y lo sabes –contestó mientras caminaba de un lado a otro de la habitación.

            -Bueno ¿y qué? ¡Tú estabas ahí, era obvio que iba a verte a ti, no fui a escondidas!

            -Te ordené que te retiraras y no lo hiciste.

            -¿Y eso es motivo para que me humillaras frente a los soldados?

            -¡Ay por favor, no te humillé, solo te puse en tu lugar!

            -Sabes que no fue así… -dijo meciendo a un impaciente niño en brazos.

            -De acuerdo… -concedió el moreno sabiendo que Draco tenía razón- no debí hablarte así, pero tú te lo buscaste.

            -¡Vaya, que emotiva disculpa!

            -¡Eres tú quien debe disculparse por esto! –respondio señalando su nariz.

            -De acuerdo, no debí golpearte así, pero tú te lo buscaste.

            Harry lo miró y simplemente ya no dijo nada, solo siguió su impaciente deambular por el cuarto sintiendo que todo estaba mal.

            -Escucha Harry… -dijo Draco recordando el principal motivo de todo aquello- me disculpo por el mal rato si con ello logro que me prestes atención un momento.

            El moreno lo miro al ver el claro cambio en su actitud.

            -Sabes de qué quiero hablar ¿no? –Continuo al verlo quedarse callado- por favor… solo escúchame sin que me calles o te pongas como energúmeno.

            Harry suspiró haciendo gestos de impaciencia y de obvio autocontrol mientras Draco iba por un biberón para Scorpius; después, cuando el pequeño se quedo por fin tranquilo bebiendo su leche, lo acostó en la cuna para poder hablar.

            -Harry… -dijo sentándose en un sofá junto a la cuna para no salir de la vista de su hijo- conozco las leyes, sé que en caso de separación los hijos se quedan con el padre, sé que me vas a decir que es por su bien, que el padre puede cuidar mejor de ellos y cosas así… ¿pero es cierto eso solo porque la ley lo dice?... ¿Quién mejor para cuidar a un hijo que su propia madre?... caso contrario si Pansy fuera, no sé borracha o libertina, pero no es así.

            -Pero…

            -Yo sé que la extrañaras –dijo sin dejarse interrumpir- sé que Baasima te ama tanto como a su madre, pero Harry… -continuó poniéndose de pie y caminando hasta él- tú nunca estás y Baasima solo tiene cuatro años, dime ¿tu calmarás su llanto cuando se despierte a media noche buscando a su madre?... ¿y cuando tengas que viajar, que harás, como la harás entender que no puedes llevarla?... si ella está en paz cuando tú no estás es porque su madre esta con ella.

            Harry ya no dijo nada, solo tiró el pañuelo ensangrentado a un cesto de basura y se colocó otro mientras Draco se le acercaba.

            -Sí quieres que tu país cambie, su líder debe poner el ejemplo –dijo tocándole una mejilla.

            Pero Harry se dio la vuelta y salió de ahí sin decir nada dejando a Draco de pie en medio de la habitación.

 

 

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            Harry no regreso en toda la tarde y aun cuando ya era muy entrada la noche tampoco apareció, por lo que muy desanimado, Draco se acostó a dormir.

            Eran las dos de la madrugada cuando el rey fue al área de concubinas encontrando todo en calma, solo con el sonido de los grillos inundando la noche, se dirigió a la casa de Pansy, a la cual entró sin hacer ruido, fue a la habitación de su hija encontrándola vacía; se sorprendió al no ver a Baasima en su cama, por lo que fue a la de Pansy encontrándola en brazos de su madre, ambas dormidas, ignorantes de ser observadas.

 

 

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Cuando Pansy despertó esa mañana, inmediatamente sintió ganas de llorar al sentir entre sus brazos el cálido cuerpecito de Baasima, la abrazó besando su coronilla y estrechándola con ganas; no deseaba levantarse, pues eso significaba que debía prepararse para partir ese día, aunque de hecho su equipaje ya estaba listo.

            Sin embargo debía hacerlo, así que después de un buen rato despierta tuvo que levantarse; besó de nuevo a Baasima quien no despertó y salió de la habitación deteniéndose en seco al ver a Harry sentado en su sala.

            -¡Oh!...

            -Buenos días Pansy –saludó él poniéndose de pie e invitándola a sentarse junto a él, cosa que ella hizo en silencio mientras intentaba alisar su cabello.

            Harry exhalo un suspiro cuando ambos estuvieron sentados, entonces dijo:

            -Baasima partirá contigo –Pansy abrió la boca atónita mientras él siguió hablando- iré a visitarla cuando pueda, pero cuando ella cumpla doce años vendrá a vivir definitivamente al palacio para ser educada como lo que es, una princesa ¿quedó claro?

            Pansy tenía las manos en la boca sintiendo sus ojos anegarse de lagrimas sin siquiera poder responder, lo único que hizo fue abrazarlo con fuerza sorprendiéndolo.

            -Gracias… gracias… -balbuceó sin soltarlo.

            El solo la abrazó en silencio y después salió de ahí.

 

 

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            -¿Me llamaba, majestad? –dijo Blaise cuando recibió el permiso de entrar a la oficina de Harry.

            -Sí, siéntate –respondio acomodando unos documentos y metiéndolos en una carpeta para después dedicarle toda su atención al soldado- quiero que me recomiendes a uno de tus dos soldados, Gregory Goyle y Vincent Crabbe para un ascenso a capitán.

            -¿En serio? –exclamó gratamente sorprendido.

            -Sí, solo uno.

            -Bueno… -dijo sintiéndose incomodo al tener que recomendar a uno solo de sus amigos, sin embargo no tenía duda sobre a quién recomendar- los dos son muy buenos en realidad, leales y valientes.

            -No lo dudo.  

            -Pero si solo tengo que elegir a uno, definitivamente sería Goyle… Gregory Goyle.

            -Bien, él se quedará en tu lugar.

            -¿Cómo? –exclamó sorprendido.

            -Sí, necesito a alguien de mi total confianza para cuidar a mi hija cuando salga de aquí, así que tú te encargarás de su seguridad en todo el trayecto de regreso al distrito de Slytherin, de donde es Pansy y quedarte allá; esa será tu encomienda y me responderás con tu vida.

            -Cómo ordene majestad –respondio con firmeza.

            -Vincent Crabbe te acompañará, estará a tus órdenes, no necesito a más gente, quiero discreción y comodidad para mi hija y para su madre.

            -Así será.

            -Partirán dentro de un rato, así que tienes poco tiempo para alistarte, retírate.

            Blaise se levanto y haciendo una inclinación salió de ahí.

 

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            -Gracias Draco, sé que fuiste tú, Minerva me lo dijo –dijo Pansy abrazándolo a punto de partir- nunca podré agradecértelo lo suficiente.

            -No me lo agradezcas, es lo correcto –respondio dándole un beso en la frente, para después despedirse de la pequeña Baasima, que llorando se había despedido también de sus hermanas; vio a Harry despedirse de ella y sonreírle tranquilizador, luego salieron al frente del palacio en donde ya no se le permitió salir a despedirlas.

            -Estarán bien –dijo a Minerva, que lloraba desconsolada- y además estarán seguras con el capitán Zabini como guardián.

            -¿Pudiste despedirte de tu amigo? –preguntó la sierva mientras se limpiaba la nariz.

            -Sí, Harry dejó que lo hiciéramos en su oficina, estando él presente claro… voy a extrañar a esos dos, al menos aun me queda Crabbe, aunque de hecho no puedo platicar con él.

            -Vamos querido ¿ahora tú te pondrás melancólico?

            -No, solo decía… anda, regresemos adentro, te debo un recorrido por mis habitaciones.

            Esa noche, Harry regresó muy tarde de su oficina, por lo que pensó que Draco ya dormía.

            -Hola –saludo el rubio sentándose en la cama.

            -Oh, lo siento, no quise despertarte –exclamó sacando unas cosas de un cajón.

            -¿Qué haces?

            -Voy a salir mañana, hay un viaje que hacer y tardare más o menos un mes.

            Draco se sorprendió al oír aquello, por lo que levanto las mantas y se sentó poniendo los pies en el suelo.

            -Hace mucho que no salías… ¿es necesario este viaje?

            -Precisamente porque hace mucho los he pospuesto, debo salir –respondio sin dejar de hacer lo que estaba haciendo, por lo que Draco se levantó y le puso una mano en el hombro haciéndolo girarse.

            -Harry ¿estamos bien?

            -Sí –respondio dirigiéndose a otra habitación que fungía como oficina.

            Draco lo siguió y se recargo en el marco de la puerta viéndolo sacar documentos de un cajón, revisarlos y meterlos en una carpeta.

            -¿Sucede algo? –preguntó Harry al verlo en la puerta.

            Draco suspiró y camino hasta él, le quitó los papeles y tomó sus manos mientras se recargaba en el escritorio.

            -Sí, sucede que estoy muy orgulloso de ti por haber hecho lo que hiciste, pero te siento lejano, siento que estás enojado conmigo y eso no me gusta.

            Harry suspiró mientras se encogía de hombros.

            -No estoy enojado contigo, es solo que ya extraño a mi hija, antes sabia que yendo al área de concubinas podía verla, ahora no es así.

            -¿Y lo del viaje?... ¿es necesario o quieres escapar de aquí por un tiempo?

            -Es necesario, pero de hecho tampoco me tienes muy contento que digamos, ese golpe en la nariz no se me olvidará, tenlo muy presente.

            -Oh vamos Harry… -dijo levantándose y pegando su pecho al de él sin soltarle las manos- tú te lo buscaste, me hablaste muy feo frente a tus soldados y me dio mucha vergüenza.

            Harry solo torció la boca y giró el rostro mientras negaba con la cabeza.

            -Te di una orden y no la obedeciste, tu obligación es obedecer y eso lo sabes de sobra.

            -Anda Harry, ya déjate de estas tonterías… -continuó Draco soltando sus manos y rodeándole el cuello- te vas mañana ¿quieres irte enojado conmigo?

            -No, todo está bien –respondio con el mismo gesto serio y girando el rostro.

            -Ya quita esa cara… quiero que te vayas contento a tu viaje –dijo pegando su mejilla con la de él para terminar susurrando en su oreja: -y por eso dejaré que me montes duro como te gusta… ¿mmm te gustaría? –susurró mordisqueando su cuello.

            -¿Crees que todo se arregla con sexo? –preguntó mirándolo con el ceño fruncido.

            -Sí –respondio sonriendo.

            Harry lo miró en silencio por unos segundos para terminar riendo también mientras decía:

            -Tienes razón…

            Entonces le rodeó la cintura con los brazos haciéndolo pegar un salto rodeándolo con las piernas, y dándole un beso mientras lo cargaba lo llevó a la alcoba.

 

 

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            Al día siguiente, Draco desayunaba solo después de que Harry se fuera a las cinco de la mañana; vio a Scorpius jugando sobre la alfombra y sonrió al ver al pequeño reír con un osito de felpa, entonces se levantó para tomar la jarra de leche y servirse un vaso y cuando volvió a sentarse lo hizo con cuidado pues estaba adolorido.

            -Auch… -se quejó cuando recargó su peso en su trasero.

            Realmente había sido una noche muy movida y Harry lo había montado rudo tal y como Draco sabía que le gustaba a su esposo, pero no se arrepentía, él mismo se había corrido varias veces durante la noche y estaba muy satisfecho aunque ahora su culo le pasara la factura.

            Esa tarde, con su niño en brazos fue al área de concubinas, sabía que ahora que no estaban Pansy ni Baasima, Luna se sentiría muy sola, por lo que había decidido reanudar la relación con su hermana de matrimonio.

            Entró y vio bajo la palmera a la chica y a las dos niñas jugando en el pasto, acompañadas de Minerva.

            -Hola –saludó sonriente.

            -Hola –saludaron ambas mujeres.

            -Draco, que bueno que estás aquí –dijo Minerva- ven, siéntate con nosotras y deja a Scorpius que juegue con sus hermanas, casi no ha convivido con ellas.

            -Sí, debo solucionar eso –respondió colocando al niño junto a ellas y sentándose también- y bien ¿Qué hacen?

            -Vamos a hacer una túnica bordada para Kala, su cumpleaños número siete será en unos meses y quiero que quede perfecta –respondio Luna.

            Draco la observó y noto que había bajado un par de kilos y tenía unas tenues ojeras.

            -Mejor dejemos eso para después –exclamó decidido a sacarla de ese círculo rutinario que tenía todos los días- ¿quieren ir al mercado?

            -¡Sí, sí, vamos! –gritaron las chiquillas dando saltitos emocionados.

            -Pero Draco… -dijo Minerva un tanto seria- no pueden salir si su marido no les da permiso y el rey no está.

            -Así es –coincidió Luna- no podemos salir a la calle sin la compañía de un hombre.

            -¿Y yo que soy?

            -¿Un doncel? –Respondió Minerva alzando una ceja- vamos Draco, sabes de que hablo, no te metas en problemas por favor.

            -Ya lo sé Minerva –dijo rodando los ojos- sé que no puedo salir sin que un jodido hombre me acompañe- pero podemos decirle al primer ministro.

            -¿Al ministro Snape? –Exclamó sorprendida- ese hombre me da miedo, siempre usa túnicas negras, me da la impresión de un cuervo.

            -Oh vamos, no hace nada, de hecho voy  a verlo ya mismo, les encargo a Scorpius –respondio levantándose.

 

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            Caminó directo a la oficina de Snape, odiaba hacer eso, detestaba esas costumbres que le echaban en cara su condición, pero no había nada que hacer, así que lo mejor era ponerse en acción; tocó la puerta y espero el permiso para entrar.

            -Buenos días –saludó al hombre serio que trabaja tras su escritorio y que apenas al verlo levanto la ceja para responder en un susurro:

            -Buenos días.

            -Tengo un pequeño problema –dijo sentándose como si nada frente al escritorio- no tengo quien me acompañe al mercado, de hecho Pansy y Minerva me acompañaran, pero nuestro flamante marido no está ¿Qué podemos hacer al respecto?

            Esa actitud no paso desapercibida al ministro Snape, quien vio a todas luces que el concubino se negaba en redondo a pedir expresamente permiso para salir y sin embargo no infringía la ley.

            -¿Podría un soldado acompañarnos? Uno elegido por usted claro.

            -El rey podría tumbarme la cabeza si se entera que puse a un soldado como compañía de sus concubinos –respondio con rostro inexpresivo- seré yo quien tendrá que acompañarlos.

            -¿Usted? –Exclamó riendo- ¿y no le hará daño exponerse al sol?

            La broma de Draco solo hizo que Severus entrecerrara mas lo ojos, por lo que el concubino decidió que lo mejor era salir de ahí y prepararse para la salida.

            -¿Usarás velo? –preguntó Minerva viéndolo cargar a Scorpius, en espera de Luna.

            -¿Tengo opción?

            -No, claro que no, pero es raro que no rezongues ya por eso, por eso te pregunto.

            -Sé que el honor de Harry está en juego, tampoco soy tan tonto.

            Minerva sonrió al oírlo hablar de una forma más centrada.

            -¡Listas! –exclamó Luna llegando con una niña en cada mano.

            -Vamos pues.

            El pequeño grupo salió emocionado siendo seguidos por el ministro Snape, quien para horror de Draco le pidió a Ron que los acompañase.

            -¿Por qué tuvo que pedirle precisamente a la comadreja que nos acompañara? ¿Que no hay docenas de soldados para elegir? –mascullo molesto a Minerva.

            -Tranquilo, no lo tomes en cuenta.

            -¡Pero es que no tienes idea de cómo lo detesto! ¿Por qué no le dijo a Crabbe?

            -Porque él sabe que el soldado Weasley es el mejor amigo de su majestad ¿Quién mejor que él para cuidarte a ti y a Luna?

            -Yo no necesito que nadie me cuide.

            Minerva solo rodó los ojos y ya no dijo nada; el pequeño grupo iba emocionado pues aunque Draco siguiera molesto por la presencia de Ron, estaba contento de poder salir a la calle después de tanto tiempo.

            -¡Mira, que hermosas pulseras! –dijo Luna acercándose a un puesto de oro.

            -Y hacen juego con estos aretes –dijo Minerva levantándolos ante la vista de un amable vendedor, quien al reconocer al primer ministro, supo de quienes se trataban.

            -Le quedaran perfectos majestad –exclamó el hombre después sacando también un estuche con anillos después de hacerles una reverencia- y miré, aquí hay también anillos hermosos.

            La gente se dio cuenta de quienes eran y emocionados y cuchicheando comenzaron a rodearlos, viendo más que nada al doncel del rey, que se distinguía por ir cargando  a un pequeño que cada vez mas era la viva imagen de su soberano e ir además con el rostro cubierto.

            -¿Qué tanto nos ven? –masculló molesto.

            -A nosotras no –respondio Minerva- te ven a ti, ten en cuenta que nadie ha visto a un doncel y mucho menos al doncel del rey.

            Draco sacó dinero de una bolsita y compro las joyas que le habían gustado a Luna.

            -Este collar es hermoso, te quedaría muy bien Minerva –dijo Draco levantando un collar de oro trenzado.

            -Sí, es muy bonito.

            -¿Lo quieres?

            -¡No, es muy costoso!

            -¿Cuánto?

            -Diez galeones –respondio el hombre.

            -Te doy cinco y date por bien servido.

            -¡Pero majestad, ese collar es de tres tipos de oro y su trenzado es muy complicado!

            -Sí, pero ya llevamos una pulsera y un par de pendientes, merecemos un descuento.

            Ron miraba molesto la escena y comento al ministro en voz baja:

            -Se ve muy mal que el concubino del rey esté regateando, dirán que Harry no le da suficiente dinero.

            -A mi me parece bien –respondio el ministro sorprendiendo a Ron- así verán que el doncel del rey no es ningún tonto al que puedan darle gato por liebre.

            Después de un par de regateos más, el collar fue entregado por siete galeones.

            -¿Lo ves Minerva? Después de todo el collar no nos salió tan caro, así que quita esa cara –dijo Draco satisfecho, dándole el collar a la sierva.

            -Gracias Draco, es hermoso.

            -¡Mira, es el doncel del rey! –exclamaba la gente al verlos pasar.

            -Me ven como un bicho raro –dijo molesto.

            -¡Y trae al príncipe!

            A pesar de todo, la gente no los molestaba, sabían que no debían acercárseles, mas eso no impedía que un grupo de gente cada vez más numeroso, fuera siguiéndolos en su recorrido.

            A pesar de su incomodidad, siguió adelante por Luna y las niñas, que se notaba claramente que estaban divirtiéndose; compraron juguetes y dulces para las pequeñas y algo de ropa para la sierva y la concubina.

            -¿Y tú Draco, no piensas comprarte nada? –preguntó Pansy mientras comía una rebanada de pastel de coco.

            -No se me antoja nada.

            -Estás incómodo ¿no, mi niño? –dijo Minerva a su lado.

            -No, estoy bien… mejor vayamos a ver esas armas.

            La tarde ocurrió sin más, con Draco armándose de paciencia ante el acoso de la gente y finalmente para alivio del rubio, llego la hora de regresar.

            -Fue una tarde magnifica, gracias Draco –dijo Luna guardando los dulces de las niñas- no, les daré mas mañana –añadió ante sus protestas.

            -No hay de qué.

            -Y gracias por mi collar –añadió Minerva encantada mientras se lo ponía frente al espejo.

            -Te ves hermosa, te queda muy bien.

 

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Las semanas pasaron y Harry regreso encontrando a Draco dándose un baño; el moreno miró su cuerpo desnudo cubierto de espuma y sin pensarlo más se desnudo de prisa y entró silenciosamente atrapándolo por detrás.

            -¡Oye, no hagas eso! –exclamó Draco molesto después de casi estrellarle su codo en la nariz.

            -Mmm te extrañé mucho –dijo Harry pegando su delantera al trasero del rubio mientras lo abrazaba por la cintura.

            -Yo también –respondio sonriendo después del sobresalto- ¿Qué tal te fue?

            -Bien en lo que cabe ¿y a ti?

            -Bien, ya retomé mi relación con Luna… mmm… -gimio con agrado cuando Harry comenzó a masturbarlo.

            -¿En serio? Qué bien ¿y cómo está ahora que Pansy se fue?

            -Estaba triste… pero… oh Harry…

            -¿Qué? –pregunto sonriendo al ver que había logrado ponerle el pene erecto.

            Por toda respuesta Draco gimió y suspiró recargando hacia atrás su cabeza, justo en el hombro de él.

            -¿Quieres que te monte? –susurró Harry en su oreja.

            -No.

            -¿No? –repitió extrañado.

            -No… quiero ser yo quien te monte a ti.

            -¿Qué? –exclamó separándose.

            -¿Qué pasa? –pregunto dándose la vuelta.

            -Es broma ¿no? –preguntó sonriendo.

            -Claro que no… Harry, yo quiero hacértelo, quiero metértela yo… -susurró sobre sus labios.

            Harry se hizo hacia atrás mirándolo como si de repente le hubiera salido un tercer ojo.

            -¿Qué?

            -¿Estás loco? Eso no se puede, yo soy hombre –dijo como si no fuera obvio.

            -¿Y yo que soy? –pregunto frunciendo el ceño.

            -No es lo mismo, eres un doncel.

            -Pero soy un hombre, la única diferencia es que puedo tener hijos –dijo comenzando a enojarse.

            -No, no es lo mismo…

            -¿Por qué no?

            -No puede ser, vengo de un largo viaje y con lo que me recibes –mascullo negando con la cabeza  y saliendo de ahí.

            -¿Por qué te molestas? El que debería enojarse soy yo –respondio saliendo detrás de él después de tomar una toalla y colocársela en la cintura.

            -Las cosas son así, tu eres un doncel y por lo tanto es el hombre quien te monta, no al revés –concluyó sacando una toalla del armario y secándose el jabón del pecho.

            -¿O sea que dejarte montar te hace menos hombre?

            -Pues no, pero el hombre es el que va arriba… o abajo según sea, pero es quien la mete.

            -¡Oh si claro, el gran macho no puede acceder a que se lo hagan porque lo hace menos hombre! –exclamó con exagerado sarcasmo.

            Harry solo le echo una mirada asesina y se dirigió de vuelta al baño, cerrándolo de un fuerte portazo que despertó a Scorpius.

            Cuando calmó a su hijo, Draco se vistió y espero a que saliera Harry, pero cuando éste termino de bañarse y de vestirse salió de ahí para ir  ver sus hijas y a su concubina dejando al rubio con un dejo de culpabilidad, pues su marido estuvo fuera por semanas y lo primero que hace cuando regresa es discutir con él.

            Así que cuando Harry regreso, se le quedó viendo y luego se le acercó sonriendo.

            -¿Sigues enojado? –preguntó abrazándolo.

            Pero Harry volvió el rostro como solía hacer cada que se sentía “indignado”

            -Oh vamos Harry, no era para tanto… acaso dime ¿no te da curiosidad aunque sea un poquito, saber que se siente tenerla dentro?

            -Y volvemos a lo mismo –exclamó intentando deshacerse del abrazo.       

            -De acuerdo, de acuerdo, no volveré a mencionarlo –dijo resignado a que el macho de su marido no cambiara de mentalidad.

            Los meses continuaron su paso y Luna había mejorado mucho en su estado de ánimo gracias a los paseos que hacían todos juntos por la plaza, con su esposo, Draco y los niños.

            -Aun extraño mucho a Pansy –dijo del brazo de Minerva mientras se encaminaban a comprar postres que después comerían en el palacio- me costó mucho aceptar que se fuera de aquí, incluso aun no lo comprendo del todo, aquí estábamos tranquilas a pesar de todo.

            -Tal vez ella necesitaba más que eso respondio la sierva.

            -Si, puede ser… pero bueno, al menos tengo a mi hija.

 

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Notas finales:

HAsta la proxima y gracias por sus comentarios ^^


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