Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Fénix del Rey por Orseth

[Reviews - 288]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aqui estamos de nuevo, espero lo disfruten, besos!!

 

 

___________________________________________________________

 

 

 

           

 

            Después del baño de asiento se acostó a dormir y cuándo despertó, no escuchó nada fuera de la habitación, así que supuso que ya habían terminado, por lo que se levantó y abrió el armario para ver que ropa había ahí; todo lo que encontró era hecho con las más finas telas y babuchas de muchos colores, pero deseo más que nunca vestir sus túnicas negras de caballero del desierto y sus duras botas de cuero; pero sin más remedio eligió unos pantalones azul turquesa y una túnica de color blanco, y sabiendo que no volvería ver la calle durante mucho tiempo no se hizo un turbante tampoco, así que se vistió y salió de la habitación encontrando todo limpio y en orden y comida en la mesa; sabiendo que había sido Minerva quien la había servido, se sentó sintiéndose mucho mejor.

 

            -Vaya, después de todo tenía razón con ese baño de asiento, aunque aun duele… -pensó haciendo gestos mientras se sentaba despacio.

 

            Cuando terminó, se dedico a mirar la habitación esta vez con detenimiento  y luego se acercó a la ventana al escuchar risas de niños; abrió la cortina con discreción y vio a tres niñas pequeñas jugando entre sí.

 

            -Deben ser sus hijas –pensó viendo a dos mujeres bordando mientras platicaban.

 

            Cerró la cortina y luego se dio la vuelta mirando a todos lados… ¿y ahora? ¿Qué hacen los concubinos además de dejarse coger?

 

            -Creo que me voy a morir de aburrimiento.

 

            Sintiendo que el día se le hizo eterno, dormitó en el sofá, en la cama y de nuevo en el sofá, llegó la hora de la comida, minerva se fue dejándolo solo de nuevo hasta que siendo ya las ocho de la noche, la puerta se abrió dejando pasar a su ya oficialmente marido.

 

            -¿Cómo te sientes? –preguntó viéndolo tumbado en el sofá.

 

            -¿Y acaso te importa?

 

            -Por eso lo pregunto –respondio detestando al rubio.

 

            Draco se alzó de hombros sin decir nada.

 

            -Bien, mientras más pronto termine, mas pronto me voy –dijo Harry caminando hasta la habitación.

 

            -¡Espera! ¿A dónde vas? –exclamó enderezándose de prisa.

 

            -A la habitación por supuesto.

 

            -Sí, ya vi  ¿pero para qué, piensas dormir aquí?

 

            -¿Dormir? –Repitió desabrochándose la túnica- cuando acabemos sí.

 

            Draco entro de prisa tras él viéndolo quitarse la túnica quedando con una camisa delgada debajo.

 

            -¿Vas a montarme otra vez? –preguntó horrorizado.

 

            -Obvio –dijo mientras se quitaba los zapatos.

 

            -¡No!

 

            -¿No?

 

            -¡Claro que no, anoche casi me muero!

 

            -Por favor, no te ibas a morir –respondió rodando los ojos.

 

            -¡Pero sentí que sí!

 

            Harry ya no contestó, solo se desabrochó el pantalón y se lo quitó sin prestar más atención a Draco, quien vio las largas piernas y el firme trasero de su marido, y lo hubiera apreciado de no ser por que justamente eran de su marido.

 

            -Es en serio –dijo caminando hasta ponérsele enfrente- esta noche no me vas a coger.

 

            -¿Estás negándote otra vez?

 

            -¡Es que fue horrible, horrible! –Respondio caminando por toda la habitación- coges horrible ¿acaso nunca te lo han dicho?

 

            Harry quedó impactado de nuevo, pero al mismo tiempo ofendido.

 

            -¡Claro que no, a mis mujeres les gusta!

 

            -¿En serio?

 

            -Por supuesto, además mi satisfacción es su satisfacción.

 

            Draco miro al techo exhalando un suspiro impaciente.

 

            -Típico… pero bueno, en lo que estábamos, esta noche no.

 

            -¿Y crees que tu lo decides?

 

            -¡Por supuesto, es a mi  quien se la metes, creo que debo de tener algo de opinión en esto! ¿No te parece?

 

            -¡Eres mi concubino, tienes obligaciones, debes obedecer a tu marido y aceptarme en tu lecho cada vez que yo quiera, estoy harto de tus estupideces y no voy a permitir que sigas faltándome al respeto cada vez que se te pegue la gana!... ¡y si para enseñarte a obedecer tengo que castigarte, lo haré cada vez que sea necesario!

 

            -¡Tú debes respetarme a mí también y si para hacértelo entender debo agarrarte a golpes como ayer, lo haré también cada vez que sea necesario!

 

            -Inténtalo… -respondio llegando hasta él de dos zancadas- eres muy hábil, pero yo soy más fuerte.

 

            Bien… ese era un punto para “su marido” pues lo que decía era cierto y lo había comprobado la noche anterior, así que tal vez debería ser un poco más prudente.

 

            -Puede ser… -concedió como haciéndole un favor a Harry- tal vez  me agarraste descuidado, pero esta noche no yacerás en mi lecho.

 

            -Las esposas o concubinas solo pueden rechazar el sexo con sus maridos en días de menstruación, pero tú no menstruas, por lo que quedas exento de esa regla.

 

            -¿Y eso hace que me duela menos?... ¡no me aguanto el culo por tu maldita culpa!

 

            -¡Es tu obligación aceptar todo eso, eres un doncel!

 

            Draco quiso cerrarle la boca de un puñetazo pero no quiso repetir lo sucedido la noche anterior.

 

            -¡Esta bien, de acuerdo, soy un doncel…! –Respondio dando pasos impacientes por la habitación- y tenía mucha curiosidad por saber cómo era esto de tener sexo... pero nunca imaginé que sería tan espantoso, tan… horrible…

 

            Harry lo miró hablar con gestos de desprecio y asco y de repente se sintió confundido… ¿espantoso?... ¿horrible?...  a pesar de haber sido rápido a él le había gustado… ¿cómo es que había sido horrible?

 

            -Sí así va a ser todas las veces, mejor mátame de una vez.

 

            -¡Ay por favor, no seas dramático!

 

            -¡Es que es inconcebible pensar que así va a ser siempre! ¡No quiero eso! ¿¡Entiendes?! ¡No lo acepto!

 

            -Esta bien, está bien… -dijo con fastidio- esta noche no haremos nada.

 

            -¿En serio? –Pregunto escéptico- ¿Dónde está el truco?

 

            -No hay ningún truco.

 

            -¿Entonces porqué sigues desvistiéndote?

 

            -Porque ya voy a dormir.

 

            -¿Aquí?

 

            -No, encima de una palmera ¡por supuesto que aquí! Y no jodas con que tampoco puedo dormir en mi propia cama, eso si ya no te lo voy a permitir.

 

            -No, pues por mi puedes dormir en la cagada de un camello, no me importa –respondio alzándose de hombros y cruzándose de brazos- yo dormiré en la otra habitación.

 

            -No, dormirás aquí.

 

            -Ya dije que no y si quieres que nos llevemos bien, deberás comenzar a respetarme –concluyó saliendo de la habitación.

 

            Harry solo negó con la cabeza preguntándose frustrado quien estaba educando  a quien.

 

            -Profeta Merlín dame paciencia.

 

 

 

 

 

____________________________________________________________

 

 

 

 

 

            Al día siguiente, Harry despertó con el aroma del desayuno colándose hasta la habitación, por lo que se levanto, se vistió y salió del cuarto encontrando a Draco sentado a la mesa.

 

            -¿No vas a desayunar con tus padres? –preguntó Draco al verlo sentarse a la mesa.

 

            -No.

 

            -¿No que tienes mucho trabajo?

 

            -Sí, pero después de desposar a una concubina, tengo unos días para pasar con ella, en este caso contigo.

 

            -Por mi puedes dejar esa formalidad e irte a hacer lo que tengas que hacer –dijo Draco llevándose a la boca un trozo de pan sin levadura.

 

            -No, pienso quedarme aquí –respondio sonriendo mientras se servía un poco de arroz con verduras y carne de cordero.

 

            Draco torció la boca con evidente enfado, pero Harry parecía muy dispuesto a quedarse ahí sin importar nada de lo que pudiera decir.

 

            -¿Y que se supone que haga de ahora en adelante? –Preguntó después de beber un poco de té- ¿estaré encerrado?

 

            -Claro que no, puedes conocer a las otras concubinas.

 

            -¿Y para que querría yo conocerlas?

 

            -Ahora son tus hermanas, compartirás con ellas.

 

            -¿Y qué hacen ellas?

 

            -Cuidan a las niñas –respondio comiendo muy entretenido su arroz.

 

            -¿Y yo que haré con ellas? –Preguntó ceñudo- no esperarás que las cuide también.

 

            -¿Por qué no? así iras tomando experiencia cuando tengas a mi hijo.

 

            Ese solo pensamiento hizo que Draco botara el pan que estaba a punto de llevarse a la boca.

 

            -¿Es en serio eso de quedarte unos días aquí cuando te unes a alguien?

 

            -Sí.

 

            -¿Y para qué?

 

            -Para conocernos más.

 

            -¿Eso hiciste con ellas?

 

            -Sí.

 

            -¿Y en serio se conocieron más? –preguntó escéptico.

 

            -Claro, por ejemplo así supe que a Luna le encantan las noches estrelladas.

 

            Draco rodó los ojos  mientras alzaba la cara al techo.

 

            -No jodas príncipe ¿esa es tu idea de conocer a alguien?

 

            -Deja de llamarme “príncipe”… es molesto –exclamó mirándolo.

 

            -¿Por qué? Eso eres ¿no?

 

            -Sí, pero tu tono es lo que me molesta.

 

            -¿Y cómo quieres que te llame?... ¿Señor, esposo mío, majestad?

 

            -Para empezar… -respondió tomando su taza de té.

 

            Draco se carcajeó con ganas haciendo que Harry dejara su té y lo mirara diciendo:

 

            -¿Por qué eres tan irrespetuoso conmigo, acaso yo no te he respetado?

 

            -¿Respetado tú a mí; cuando, si la noche de bodas me la dejaste ir como si espolearas un camello?

 

            -Te doy tu lugar, eres mi concubino, hubo una ceremonia donde quedó clara tu posición.

 

            -Y esa es debajo de ti, supongo.

 

            Harry lo miró de nuevo y en lugar de enfadarse y comenzar a pelear, quiso profundizar más en la mentalidad del rubio.

 

            -¿Por qué te molesta tanto, si así lo dispuso Dios, y el profeta Merlín nos lo hizo saber a través del libro sagrado

 

            Draco se sintió enfadado pero vio que Harry lo miraba atento, como si de verdad quisiera saber.

 

            -Porque yo soy igual que tú, lo único que me diferencia de ti son estás grecas –exclamo señalando su rostro.

 

            -Pero eres un doncel, puedes concebir bebés.

 

            -¿Y eso me hace menos?

 

            -No, Dios nos hizo iguales.

 

            -Aja… somos iguales según tú, pero tengo que estar bajo tu yugo.

 

            -Porque…

 

            -Soy un doncel, ya sé.

 

            -¿Por qué te pesa tanto ser un doncel?

 

            Draco suspiro, como reuniendo paciencia para explicar algo que no tendría que ser explicado.

 

            -Lo que me pesa es la carga que todo eso conlleva.

 

            -¿Y es?... –preguntó esperando la respuesta.

 

            -Ser tratado como una persona de diferente categoría.

 

            -No entiendo.

 

            -Ser tratado como si fuera una mujer, lo que me lleva a otra cosa.

 

            -¿Qué cosa?

 

            -Qué las mujeres y los donceles somos tratados como ganado.

 

            -Eso no es cierto, ustedes y las mujeres son valiosos a nuestros ojos, por eso están bajo nuestro cuidado y protección.

 

            -Sí ustedes no dejaran de ponernos el pie encima, se darían cuenta de que no necesitamos su “cuidado y protección” –dijo haciendo comillas con los dedos.

 

            -No lo necesitan… -repitió dejando su taza de té para mirarlo mientras decía: -si tú pusieras un pie fuera de aquí sin mi protección, siendo un doncel no tardarías ni dos días en llegar al mercado negro en donde darían un  muy buen precio por ti; si sabes mucho seguro también sabías eso ¿no?

 

            Draco lo miró quedándose sin palabras por unos segundos, después carraspeó y siguió el tema.

 

            -Aun así pienso que no nos dan el valor correcto… por ejemplo, con eso de la virginidad.

 

            -¿Qué hay con ella? –pregunto volviendo a tomar su té.

 

            - La virginidad no debería importar más que a la mujer o al doncel, pero no,  es propiedad de la familia y de la comunidad.

 

            -Porque es símbolo de honor.

 

            -¡Pues no debería! –exclamó exasperado- Exigiendo un himen intacto, el hombre piensa que es el primero en conquistar el cuerpo de la mujer y cree que podrá controlarla mejor y es lo mismo con los donceles.

 

            -La virginidad es símbolo de que la mujer y los donceles se respetan a sí mismos, que respetan a sus padres y a su familia.

 

            -¡Pero no debería, eso es algo muy intimo!... es mi cuerpo y solo yo sé que puedo hacer con él, si tengo ganas de coger o no fuera del matrimonio, es solo asunto mío.

 

            -Y demostrar así que tus padres no supieron educarte, que el honor importa una mierda y la sociedad puede ser una orgía.

 

            -Obvio no, pero se le da más valor a una simple membrana que a la persona misma… y eso está mal, yo valgo más que esa membrana que me desgarraste hace dos días.

 

            Esta vez Harry se quedó callado, lo que decía el rubio parecía tener su ración de lógica, sin embargo no todo era tan sencillo como el doncel lo pintaba, así que solo hizo un leve movimiento de cabeza, negando de un lado para otro y siguió comiendo.

 

            -Muchas cosas de esta sociedad son pura hipocresía.

 

            -¿Cómo cuales?

 

            -Cómo tú por ejemplo –dijo recargando su codo en la mesa y su mejilla en su mano.

 

            -¿Qué quieres decir? –Preguntó ceñudo- yo he hecho las cosas contigo según la ley.

 

            -¿Y eso te hace bueno?

 

            -¿Qué quieres decir?

 

            -Me tomaste sin ningún problema la noche de bodas, incluso estabas excitado…

 

            -¿Y? –Preguntó intentando ocultar la incomodidad de hablar de eso con él- eres un doncel ¿no?

 

            -A eso me refiero… puedo ser un doncel y tener bebés y todo lo que quieras, pero tengo pene como tú, tengo testículos como tú, si yo ocultara mis grecas ¿Qué me haría diferente a ti?

 

            -No entiendo.

 

            -Mas bien te haces el desentendido; la homosexualidad está prohibida por Dios y el libro sagrado, pero está bien cogerme porque soy un doncel… es como aquello que una vez pasó en una aldea en la que yo estaba de guardia, atrapamos a un tipo que había violado a un niño de once años, fue ajusticiado y ejecutado en la plaza, pero el mismo guardia que lo ejecutó, a la semana siguiente desposo a una niña de diez años… ¡diez años!... ah, pero estaba bien porque era una mujer.

 

            Harry se quedó callado, en lo particular detestaba ese tipo de uniones, pero no podía hacer nada porque la ley sagrada y de los hombres lo permitía.

 

            -Eso es legal, pero dime… ¿eso lo hace bueno?

 

            -La ley sagrada dice que está bien.

 

            -A eso me refiero contigo, eres un hipócrita Potter… me montaste sin ningún problema, te excitas conmigo porque dices que soy un doncel, pero yo creo que es porque eres homosexual.

 

            -¡No soy homosexual! –Exclamó azotando la taza de té- ¡Me gustan mis mujeres!

 

            -Entonces eres bisexual –dijo Draco con tranquilidad, viendo como el rostro de Harry se ponía rojo de enfado- eso también es pecado ¿eh?

 

            -Solo dices estupideces, son cosas totalmente distintas, así que no es igual.

 

            Sintiendo que había hablado al viento, Draco exhaló un suspiro y decidió cambiar de conversación.

 

            -Yo cuidaba ciudades… no quiero cuidar niños…

 

            -Bien, no lo hagas, no estás obligado a ello, para eso tienen a sus madres.

 

            -¿Y entonces?

 

            -Ellas te ayudarán, te enseñarán a bordar.

 

            -Es una broma ¿cierto? –pregunto sonriendo incrédulo.

 

            -No –respondio serio.

 

            -¡Mira mis manos!... –exclamó mostrándole las palmas de las manos- ¡tienen callos por la espada y la brida del caballo, no por empuñar una aguja!

 

            -¿Y entonces qué quieres hacer? –preguntó como si nada, haciendo a un lado el malestar que la conversación con Draco le había provocado exasperando mas al rubio.

 

            -¡Quiero salir de aquí, quiero montar a caballo y salir al desierto!

 

            -Lo siento, eso no se puede.

 

            -¿¡Porque  no?!

 

            -Porque eres el concubino del príncipe ¿te imaginas a Luna o a Pansy cabalgando como si se mandaran solas?

 

            -¡Pero yo soy un hombre, no puedes ponerme a bordar!

 

            Harry suspiró, tal vez el doncel tuviera razón, no podría ponerlo a bordar cuando empuño la espada por tantos años.

 

            -Tienes razón, no puedo ponerte a hacer lo mismo que ellas, pero también debes entender que tampoco puedes hacer lo mismo que antes; ya no eres un capitán ni un caballero del desierto te guste o no; que ya no te mandas solo y estás bajo mi cuidado de ahora en adelante y eso no va a cambiar por mucho que no te guste.

 

            -¡Pero no es justo!

 

            -¿Y quien dijo que la vida era justa?

 

            -Esto no puede ser verdad… -mascullo mesándose el cabello.

 

            -Hay que presentarte a las chicas.

 

            -Pues no quiero, siento como que presentas a un camello más a tu manada.

 

            -Tampoco voy a tolerar que les faltes el respeto a ellas –dijo cambiando de tono a uno muy serio- mis concubinas son buenas chicas y estás catalogándolas como camellos también; te prohíbo que vuelvas a decir cosas como esa.

 

            -Pero tú no puedes prohibirme nada –respondio sereno- soy una persona, no una cosa.

 

            -Pues compórtate como una persona, no como un idiota.

 

            Draco se levantó molesto de la mesa, estar encerrado ahí un día mas lo iba a volver loco.

 

            -Este encierro me mata.

 

            -No estás encerrado, puedes salir e ir a donde quieras mientras no traspases el área de las concubinas, más allá de eso se te está prohibido pasar y para que de una vez te vayas haciendo a la idea, esta noche te tomaré de nuevo.

 

            Draco hizo un gesto melodramático mientras se tumbaba en el sofá cuan largo era.

 

            -Pero no quiero…

 

            -No es tu decisión.

 

            -¿Lo ves? ¡A eso me refiero!... es mi cuerpo, yo debería decidir quién lo toma o no.

 

            -No voy a entrar en debates inútiles contigo, ya estás avisado.

 

            -Es que en serio, no quiero.

 

            Harry termino su taza de té y se volvió a mirarlo.

 

            -¿Cuándo terminarás de entender que tienes un marido?

 

            Draco tampoco tenía ánimos de entrar en un debate inútil, por lo que sentándose  dijo:

 

            -Escucha Potter…

 

            -¿Potter? –repitió como si no hubiese escuchado bien.

 

            -Ajá… no quieres que te llame “príncipe” pues no lo haré, pero tampoco esperes que te diga “esposo mío” o cualquiera de esas mierdas, porque tampoco lo haré.

 

            Harry se masajeó las sienes sintiendo que se avecinaba una gran jaqueca.

 

            -Bueno, como te decía… el que seas mi esposo no significa que tengas que estar aquí todas las noches, ve con alguna de tus concubinas o con tu esposa, seguro les encantará.

 

            -Pues aunque no lo creas, mis visitas a su lecho las hace felices.

 

            -¿En serio? –preguntó sarcástico.

 

            -Por supuesto… ninguna se ha quejado como tú.

 

            -¡Porque están educadas para no quejarse! –exclamó riendo.

 

            Sin verle ninguna gracia, Harry no quitó el dedo del renglón.

 

            -Ellas no has podido cumplir con darme un hijo, así que no tiene caso tomarlas ahora, eres tú quien debe hacerlo, así que si debo estar aquí todas las noches, así será.

 

            Lo ultimo no le hizo a Draco nada de gracia; pero también sabía que el príncipe estaba decidido, pero una noche igual a la de su noche de bodas…

 

            -Oye… -dijo cambiando el tono- en serio, hoy no quiero.

 

            Harry prefirió ya no discutir, así que se levantó y fue a sentarse al enorme sofá de piel de tigre.

 

            -La verdad es que dolió mucho –continuó viendo al hombre sentado frente a él- aun estoy adolorido… otra noche igual sería un infierno.

 

            De acuerdo, esa explicación podía aceptarla, por lo que decidió ser considerado con Draco.

 

            -Bien, esta noche no haremos nada… pero no siempre será así –añadió al verlo sonreír aliviado- esperaré para que veas que cuido de ti y me interesa tu bienestar, pero quiero que cuando decida que es hora, no pongas reparos ni pelees conmigo como esa noche, porque te advierto que seré duro contigo y aunque no lo creas, deseo evitar eso.

 

            Draco rodó los ojos pero decidió darle por su lado por el momento.

 

 

 

 

 

_________________________________________________________

 

 

 

            Pasada una semana, Draco pensó que para no volverse loco en esas habitaciones, tendría que conocer a las concubinas, por lo que después de desayunar, le dijo a Minerva:

 

            -Hoy conoceré a las concubinas.

 

            -¿En serio? –Exclamó sonriendo- ¡es un gusto! No te arrepentirás, son buenas chicas y ahora que el príncipe regreso a sus obligaciones y tuvo que salir de viaje por unos días, con ellas no te sentirás solo.

 

            -¿Y mis padres?

 

            -Ya regresaron a su ciudad.

 

            El solo suspiró añorando aquellos días en los que cabalgaba sintiendo la adrenalina de ser seguido por su tropa a donde quiera que fuese; aquellas tardes en donde daban paseos en camello con Blaise… Blaise, al que alguna vez fue su mejor amigo.

 

            -Anda querido, no te pongas triste –dijo ella levantándole la barbilla- tomaremos el té y nos divertiremos, solo a la princesa Bellatrix no la conocerás.

 

            -¿Por qué?      

 

            -Es… un poco huraña.

 

            -Bueno, la verdad me importa una mierda, solo quiero salir de aquí para no morir de aburrimiento.

 

            -Entonces saldré para avisarles y preparar unos ricos pastelitos para tomar el té.

 

            Draco encorvó el cuerpo dramáticamente cuando Minerva salió.

 

            -Tomar pastelitos con té…-pensó deprimido.

 

            Sus tardes de ocio era competir con sus compañeros en una especie de juego en donde tomaban un pellejo de cabra del suelo con el caballo en marcha… y ahora todo se reducía a tomar pastelitos con té con un par de mujeres desconocidas.

 

            Solo que antes de salir, llego Dumbledore con un pequeño equipo para sacarle una muestra de sangre.

 

            -¿Y para qué? –preguntó ceñudo, habiéndole agarrado mala vibra al anciano.

 

            -Cada mes te sacare una muestra, es para  ver si estás preñado.

 

            -Debe ser una maldita broma.

 

            -No, no lo es –respondio sacando una jeringa- si das positivo, se te administraran vitaminas y todo lo necesario para un buen embarazo, lo mismo paso con las mujeres del príncipe y tuvieron embarazos sanos y sin contratiempos.

 

            -Claro y por eso no se han logrado sus embarazos –exclamó con ganas de fastidiar al viejo.

 

            Dumbledore lo miró ceñudo mientras decía:

 

            -¿Vas a negarte o tengo que acusarte con tu marido?

 

            Bufando y mascullando quien sabe que cosas, tuvo que acceder a que el médico extrajera una muestra de su brazo.

 

 

 

 

 

            Un par de horas más tarde, se asomó por la ventana y vio a las chicas cuchichear emocionadas con su ropa más elegante de lo normal; él sin embargo vestía unos pantalones de color rojo escarlata con bordados en los tobillos, babuchas y camisa ligera con cuello alto, no había necesidad de turbante pues las palmeras daban suficiente sombra, así que salió con el cabello corto alborotado, con una arracada pequeña de oro en cada oreja y nada más.

 

            -¡Ven aquí! –dijo Minerva sonriendo mientras llegaba con una charola y la colocaba en la mesa.

 

            El  caminó hacia al pequeño grupo mientras ellas sonreían al verlo.

 

            -Qué tal –dijo alzando una mano.

 

            -Hola, yo soy Pansy –dijo una de ellas, muy bonita, con su cabeza cubierta por un velo color malva que dejaban ver largos pendientes de oro y diamantes en forma de gota, al igual que sus manos, que tintineaban al moverse por sus brazaletes de oro también.

 

            -Y yo soy Luna –dijo la otra, vestida para la especial ocasión.

 

            -Y yo soy Draco.

 

            -Nos da tanto gusto conocerte, ya moríamos de curiosidad.

 

            -¿Y eso porqué?

 

            -Nunca habíamos conocido a un doncel –respondio Luna dándole un pastelito a una pequeña que se acercó- esta es mi hija Adab, significa…

 

            -Esperanza –completo él sonriéndole a la pequeña.

 

            -Sí… ¿y la tuya como se llama? –preguntó a Pansy.

 

            -Baasima… significa “sonriente”.

 

            -Puedo ver porqué –dijo viendo a  la niña reír con la otra pequeña.

 

            -Supongo que la otra niña es de la princesa.

 

            -Sí, se llama Kala.

 

            -“Fortaleza” –dijo viendo a la niña de rizos negros- un nombre apropiado.

 

            -¿Y cómo le pondrás a tu hijo? –Preguntó una voz de alguien que iba llegando- porque solo para eso estás aquí ¿no?

 

            -Ella es Bellatrix –dijo Minerva sonriendo intentando disimular la expresión no tan amigable de la princesa- majestad, pensé que no iba  venir.

 

            -Pues cambie de opinión.

 

            Draco observo a la mujer que llegó, totalmente distinta a las otras dos chicas en lo referente a su actitud y porte; no había duda de que era una princesa.

 

            Bella no llevaba velo, iba con sus largos rizos negros descubiertos, como si quisiera que su belleza se mostrara en todo su esplendor.

 

            -Bienvenido seas doncel –dijo sonriendo amable mientras tomaba asiento.

 

            -Me llamo Draco, no “doncel” –respondio sonriendo también.

 

            Bella percibió el tono de Draco y sonrió a modo de disculpa.

 

            -Lamento si te ofendí, es que como eso eres… pero será como tú digas, te llamaré Draco; Minerva sírveme té.

 

            Pansy y Luna se miraron discretamente entre sí.

 

            -Y dime Draco ¿Qué tal tu nueva vida de concubino?

 

            -Bien.

 

            -Escuché que eras un caballero del desierto y no solo eso, también un capitán de tropa; espero que nuestra vida no te parezca aburrida ahora que ya no podrás salir de aquí.

 

            Draco sonrió de nuevo mientras deseaba azotar su cabeza en el suelo al recordar su triste realidad.

 

            -¿Gustas un pastelito, Draco? –ofreció Luna tomando un platito.

 

            -No, gracias.

 

            -Y cuéntame Draco ¿Qué hacías cuando eras un caballero del desierto? –pregunto Bellatrix con sencillez mientras endulzaba su té.

 

            Draco volvió a sonreír mientras miraba los jardines a su alrededor, sintiendo la brisa cálida del desierto llegar hasta ellos.

 

            -Me siento un poco indispuesto –dijo levantándose- me iré a descansar, disfruten la tarde señoras, me retiro.

 

            Draco se levantó y se fue dejando a las cuatro mujeres; cuando  lo vieron entrar a sus aposentos, Pansy encaró a Bellatrix.

 

            -¿Por qué hiciste eso? ¡Fue muy descortés de tu parte!

 

            -Yo solo hacía conversación, no es mi culpa que sea tan sensible, ni parece un soldado –respondio alzándose de hombros mientras daba un sorbo a su té.

 

 

 

 

 

_____________________________________________________________________

 

 

 

 

Notas finales:

Hasta la proxima y gracias x sus bellos comentarios, me hacen muy feliz ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).