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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del capitulo:

Holaaaaa!!!... antes que nada, mil disculpas x haber desaparecido asi, fue xq se descompuso mi pc y estoy desde una prestada, gracias x su paciencia y espero que les guste, feliz lectura ^^

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            Cuando entró a sus habitaciones, Draco se tumbó de nuevo en el salón sintiéndose más deprimido que nunca; cada día le pesaba más el encierro, la vida nueva que ahora tenía y todo lo que conllevaba.

            -Quiero irme de aquí… -musitó cerrando los ojos.

            A la hora de la cena, ni siquiera quiso comer y pensó en decirle a Minerva que ni siquiera entrara con la comida, no comería, pero cuando tocaron a la puerta, quien entró no fue ella sino las dos concubinas.

            -¿Qué sucede? –preguntó viéndolas entrar con una charola de comida cada una.

            -Hoy cenaremos aquí –dijo Luna sonriendo traviesa.

            -Millicent y Myrtle cuidaran a las niñas.

            -Ellas insistieron, no pude hacer nada –exclamó Minerva entrando tras ellas sonriendo.

            Las tres mujeres colocaron las charolas en la mesa para después sentarse como si nada.

            -Anda Draco, cena con nosotras –dijo Pansy.

            -Esto hacemos cada noche, a veces en las habitaciones de Pansy y a veces en las mías.

            -¿Y en las de Bellatrix? –preguntó sentándose sin más remedio.

            -¡Ah, ella es una arpía! –dijo Pansy.

            -Pansy, por favor… -exclamó Minerva mientras servía té.

            -No la reprimas –dijo Draco suspirando- suficiente tiene con estar aquí como para tener que cuidar lo que dice a cada momento.

            -Gracias –dijo Pansy sonriendo- ¿pero por qué dices que suficiente tengo con estar aquí?... soy feliz aquí.

            -¿Tú no lo eres? –pregunto Luna.     

            -Es evidente que no –respondio Pansy borrándosele la sonrisa poco a poco- lamento lo que dijo Bellatrix… es tan mala a veces.

            -Anda, come –dijo Minerva sirviéndole un plato de estofado de camello.

            -Gracias… -respondio desanimado. 

            -Pero lo que dijo es cierto ¿verdad? –Exclamo Luna- no eres feliz aquí.

            -Entiendo que eras un soldado –dijo Pansy- pero esta vida también es maravillosa, cuidamos a nuestras hijas y atendemos a nuestro esposo, cumplimos la ley de Dios y damos honor a nuestras familias.

            -¿Y nada más? –preguntó sin tocar la comida.

            -¿Nada mas? –Repitió Pansy- no entiendo.

            -Sí… ¿no deseas nada más?

            -¿Cómo qué?

            -Sí tengo que decirte que desear, es más que evidente que no deseas nada.

            -Bueno ¿tú que deseas?

            -Deseo ser libre… deseo poder elegir yo mismo la vida que quiero vivir.

            -Pero eres un doncel –dijo Luna sonriendo mientras tomaba un trozo de pan- no puedes hacer eso, como nosotras no podemos tampoco, estamos sometidas a nuestro marido como Dios manda.

            Draco exhalo un suspiro, era como querer explicarle como volar a una tortuga.

            -No pienses que somos tontas tampoco –dijo Pansy mirándolo- dame un ejemplo más claro de lo que según tú, deberíamos desear.

            -Muy bien –dijo enderezándose en su asiento- ¿han tenido orgasmos?

            Luna casi se atraganta con el pan, por lo que Minerva tuvo que darle golpecitos en la espalda mientras Pansy se ponía de mil colores.

            -¿Les gusta como las coge su marido?

            -Draco, por Merlín, no hables así enfrente de las chicas.

            -¿Por qué no?... ¿Porque les dan miedo las palabras?...  a ver Pansy, este ejemplo es muy claro ¿no? dime, ¿te gusta cómo te monta el príncipe, te hace gritar de placer, te hace desear más?

            Pansy se quedó congelada, pues a pesar de hablar abiertamente con Luna y Minerva acerca de su intimidad con su marido, nunca habían hablado de eso.

            -Porque a mí me lo hizo horrible –continuó Draco recargando los antebrazos en la mesa- fue bastante doloroso y nunca respetó mi negativa a hacerlo.

            -¿Y porque habría de hacerlo? Es nuestro marido, es su derecho.

            -Pero es nuestro cuerpo.

            -Pero…

            -De acuerdo –interrumpió- ¿y solo por eso no te gustaría saber que se siente tener un orgasmo?... o ya lo has tenido ¿lo has tenido?

            Pansy vio que Luna y Minerva la miraban muy atentas y nuevamente su rostro se encendió.

            -Yo no  -dijo Luna- es cierto, nunca lo he tenido –añadió al ver a las otras dos mujeres mirarla sorprendida- pero sé que soy una buena esposa aunque nunca lo haya tenido.

            -¡Exacto! –exclamó Pansy.

            -¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? –Dijo Draco- ser esposa no debe anular tu faceta de ser mujer.

            -Tal vez te dolió mucho porque era la primera vez –dijo Luna.

            -¿Acaso a ti ya no te duele cuando te lo hace?

            -Bueno… si, un poco, si…

            -¿Y qué hace cuando acaba?

            -Pues se duerme.

            -Claro, como un camello cuando monta a la hembra.

            -¡Oye, mi marido no es camello!

            -Ni tú una camella, debería ser entonces mas considerado a la hora del sexo ¿no?

            Las dos chicas ya no dijeron nada, solo se miraron entre ellas.

            -Bueno… -dijo Pansy- la verdad si me gustaría que fuera más cariñoso a la hora de yacer en la cama conmigo.

            -¡Pero lo es! –exclamó Luna- nos dice cosas bonitas y nunca es rudo… al menos no como contigo –dijo viendo el ojo aun morado de Draco- nunca nos ha castigado porque somos buenas esposas, tal vez si tú te portas bien, no habría necesidad de castigarte tampoco.

            En lugar de ofenderse, Draco comprendió que no era tan sencillo hablar de eso con ellas, era más que obvio que estaban del lado de su marido.

            -Yo siempre soñé que el sexo sería algo genial –dijo tomando una taza de té- y que sería yo quien decidiría con quien, en cambio fueron otros los que decidieron por mi y de pronto me vi acostado en una cama con un tipo al que nunca había tratado en mi vida partiéndome el culo con singular alegría.

            Evidentemente las chicas se escandalizaron de la forma de hablar de Draco, pero estaban entendiendo el punto del rubio.

            -Pero… eso es parte de la vida de las mujeres y donceles –dijo Pansy.

            -¿Y eso lo hace bueno?... ¿Qué hay de lo que nosotros deseamos?

            Todos se quedaron en silencio, nunca habían pensado en eso, habían sido educadas para no hacerlo y Draco lo entendía.

            -Tan solo díganme ¿alguna de ustedes sabe leer?

            -No, las mujeres tenemos prohibido ir a la escuela, lo sabes –dijo Luna.

            -¿Y no les gustaría saber?

            -¿Y para qué?

            -¿No te gustaría leerle cuentos a tu hija antes de dormir, por ejemplo?

            Eso nunca lo había pensado y el solo imaginarlo hizo que sonriera emocionada mirando a Pansy, quien evidentemente había imaginado lo mismo.

            -Cómo soldado, tú debes saber –dijo Minerva.

            -Sí, sé leer.

            -¿Y nos enseñarías? –preguntó Luna.

            -Podría, no me cuesta nada.

            -Pero el señor podría molestarse –dijo Minerva preocupada.

            -El no tiene porqué saberlo –respondio Draco- lo haremos aquí y será un secreto.

            -Podríamos turnar nuestros aposentos –exclamó Pansy ya emocionada.

            -De acuerdo.

            -Pero que Bella no se entere, podríamos tener problemas –dijo Luna.

            Minerva ya no dijo nada, solo deseo que en verdad aquello no trajera problemas.

            Cenaron ya con una ambiente más tranquilo y relajado hasta que llego la hora de dormir.

 

 

_________________________________________________________

 

 

            -¿Cómo te fue? –preguntó el rey James cuando el príncipe regreso quince días después.

            -Mas o menos, las transacciones con los extranjeros no son nada fáciles, pero de todos modos tenemos ventaja, terminarán aceptando nuestras condiciones si quieren invertir aquí.

            -Genial –respondo palmeándole la espalda- procuraré quitarte responsabilidades por ahora.

            -¿Por qué?

            -Para que pases más tiempo con tu concubino, necesitamos ese heredero ¿recuerdas? -Harry suspiro discretamente mientras James continuaba hablando muy animado- no sabemos cuando el cuerpo del doncel este maduro, así que lo mejor es yacer en su lecho todas las noches.

            Harry ya no dijo nada, solo se despidió sonriente de su padre y se fue a sus habitaciones para descansar.

            -¡Hijo mío, qué bueno que regresaste sano y salvo! –Exclamo Lily cuando lo vio en el pasillo- ¿A dónde vas?

            -A descansar.

            -Sí, pero deberías descansar en los aposentos de tu concubino.

            Harry disimuló de nuevo el fastidio que sentía cada vez que le recordaban lo que se esperaba de él.

            -Recuerda que necesitamos un heredero –dijo ella percibiendo el malestar de su hijo- es tu obligación, recuérdalo.

            -Sí, sí, ya se… bueno madre, me voy a descansar.

            -Sí, pero ya sabes dónde –respondio ella girándolo y dándole un empujoncito en dirección contraria a sus habitaciones- anda hijo, cumple con tu deber.

            Rodando los ojos, Harry ya no discutió, lo que hizo fue dirigirse al área de concubinas.

            Draco estaba comiendo un plato de frutas tumbado en el sofá cuando la puerta se abrió dando paso a su marido.

            -He llegado, Dios te bendiga –dijo a modo de saludo pasando directamente a la habitación.

            Draco quedó mudo por el desconsuelo de ver al príncipe de regreso; en la habitación Harry se desnudó y se dio un baño, luego salió y se tumbo en la cama a dormir; pasado un buen rato y sin que escuchara nada de ruido, Draco decidió entrar para saber los planes del príncipe, solo que lo encontró tumbado bocabajo en la cama completamente desnudo; iba a salir de inmediato pero la vista de aquel cuerpo lo hizo detenerse.

            Curioso se acercó silencioso hasta la cama y recorrió con lentitud el cuerpo esbelto y bien formado del príncipe Harry; sus piernas largas y separadas dejaban ver su pene y sus testículos algo aplastados, su trasero carnoso… de no estar en la situación en la que estaban, le hubiera gustado acariciar esas piernas y ese trasero, tal vez tocar esa espalda, pero al recordar quién era, hizo que hiciera un gesto de rechazo y saliera de ahí.

            -Todo iba tan bien –pensó con desconsuelo.

            Entonces unos toques suaves en la puerta se escucharon.

            -¡El señor llego! –dijo Luna hablando bajo cuando él le abrió.

            -Sí, gracias por la noticia, ya lo tengo echado con el culo al aire en mi cama.

            -¡Oh!... bueno, tal vez me tarde un poco –respondio riendo- ¿y qué piensas hacer?

            -¿Con qué?

            -Es seguro que esta noche te tomará.

            Draco hizo muecas mientras salían de la habitación al jardín.

            -¿Por qué tenía que regresar?

            -¡Oye, debe hacerlo, es el príncipe! Sí no regresara significa que murió y el reino estaría en problemas.

            -Sí, lo sé… ¿pero por qué tiene que regresar precisamente a mi cuarto?

            -El es lindo cuando lo dejas –respondio ella poniéndole una mano en el hombro- sé gentil con él y él lo será contigo.

            -¡Pero no quiero!

            -Lo sé, sé que no quieres… pero no tienes opción Draco –respondio comprensiva- pero si te niegas él usara la fuerza y será más desagradable para ti.

            -¿O sea que flojito y cooperando? –exclamó sonriendo irónico.

            -Exacto –dijo ella riendo- si tanto te disgusta, mientras más rápido comience, mas rápido terminará.

            -Mejor ve a cuidar a tu hija en vez de andar dando estos consejo –dijo dándole un suave empujón- largo de aquí.

            Riendo, ella se despidió mientras él regresaba a sus habitaciones.

            Horas después Harry despertó sintiendo morir de hambre, por lo que se puso calzoncillos y una túnica encima y salió de la habitación, tocó una campanilla que sonaba fuera de la casa y era señal para que Minerva llevara alimentos, así que mientras tanto se sentó en el sofá viendo a Draco mirarlo con mala cara.

            -Sí, me fue bien ¿y a ti?

            -Estaba muy bien –respondio Draco ceñudo.

            -¿Y que arruinó tu día?

            -¿Y todavía lo preguntas?

            -¿Conociste a las concubinas? –pregunto Harry sin ánimos de discutir.

            -Sí… me agradaron.

            -¿Ya viste que no eran lo que tú pensabas?  

            -Bueno si, un punto a tu favor.         

            La puerta se abrió para que Milicent y Minerva llevaran la comida a la mesa.

            -Bienvenido mi señor –saludo Minerva haciendo una reverencia junto a la otra sierva- los alimentos están listos ¿desea que le sirva?

            -No, retírate, mi concubino me atenderá.     

            Draco abrió la boca anonadado mientras las mujeres se retiraban en silencio.

            -¿¡Hablas en serio?! –exclamó cuando quedaron solos.

            -Por supuesto, sírveme.

            -No se te van a caer las bolas si te sirves tu solo.

            -Veo que sigues en la misma actitud, pensé que convivir con las chicas te haría ver las cosas con diferente perspectiva.

            -Oye vamos, no soy tu sirviente, sírvete tu mismo, eso hacemos en los campamentos, no esperamos que alguien más venga a darnos de comer en la boca.

            -Tú lo dijiste, en los campamentos, pero resulta que ni estoy en un campamento ni tú eres un soldado, estoy en mi casa y tú eres mi concubino, así que levántate a servirme si no quieres que te levante yo.

            -Vienes de malitas ¿eh? –dijo cruzándose de brazos, sin la más minina intención de levantarse.

            -Bien –dijo Harry levantándose haciendo a Draco ponerse alerta, pero para su sorpresa Harry no fue hacia él; lo que hizo fue sentarse a la mesa y comenzar a comer como si nada.

            Pasado un rato, Harry se levantó y fue a la habitación en donde se lavó los dientes y se preparó, pues si algo tenía era que sus concubinas estuvieran a gusto con él, sin el olor del ajo en su aliento; así que con el doncel no era distinto.

            -Listo, es hora de dormir –dijo asomándose a la puerta.

            -Bueno, pues duérmete ya, buenas noches.

            -No estoy para bromas, sabes de que hablo.

            Para su desgracia, sabía muy bien de que hablaba, pero  no deseaba pelear.

            -Escucha ¿podemos llegar a un acuerdo?

            -No, no podemos, entra ya.

            -Tus concubinas me dijeron que no había problema en cederles mi lugar.

            -Draco, no estoy jugando –dijo inclinando la cabeza con hartazgo.

            -Yo tampoco, es muy en serio.

            -Te doy un minuto, sino entras yo saldré por ti y no será como hace rato –concluyó cerrando la puerta.

            Draco miró la puerta cerrada y un presentimiento le dijo que esta vez Harry decía la verdad, no como en la comida, así que decidió que haría un nuevo intento de persuadirlo hablando como gente civilizada.

            -Bien –dijo Harry viéndolo entrar.

            Draco lo vio quitarse la túnica y quedar solo con los calzoncillos, tal vez hubiera apreciado la vista de no encontrarse nuevamente al borde de un ataque de nervios.

            -Escucha Potter… si te sientas por un momento y me dejas hablar…

            -Puedes hablar mientras te lo hago si ese es tu deseo –dijo levantando la colcha.

            Draco miró la cama y luego a él y tragó en seco; Harry vio el miedo en sus ojos grises, un miedo igual al de sus concubinas la noche de bodas, pero él las había tranquilizado y todo había salido bien, pero este concubino no se dejaba tranquilizar, no era como ellas, sin embargo deseó hacer las cosas de la mejor manera.

            -No seré rudo esta vez, no habrá golpes ni nada de eso, solo ven…

            -No, si los golpes no me preocupan, no solo los recibí yo –respondio sin moverse de su lugar- es solo que…

            -¿Quieres una copa? Tal vez eso te relaje.

            Draco lo miró sorprendido, el príncipe se notaba realmente preocupado por él, pero aun así eso no era el problema.

            -El asunto es que no quiero.

            Harry exhalo un suspiro mientras se sentaba en la cama.

            -Escucha, sé que tu también estás presionado… -dijo Draco intentando a toda costa convencerlo- pero esto es muy difícil para mí.

            -¿Y crees que para mí no?

            -No por lo que veo –dijo mirando el bulto que se había formado en la entrepierna del moreno.

            -Me excitas, me gusta tu cuerpo, es normal que esto pase –dijo mirando su entrepierna- y es normal que tome a mi concubino y tenga sexo con él.

            -¿Y entonces en donde esta lo difícil para ti?

            -En que debo hacerlo y no quiero obligarte.

            -Pues no lo hagas.

            -El asunto no es así y tú lo sabes.

            Draco agachó la cabeza sintiendo que las puertas se le cerraban nuevamente.

            -De acuerdo, entiendo eso… -dijo mirándolo otra vez- pero…

            -Sí te duele mucho, puedo ir despacio, a tu tiempo -Draco lo miro sorprendido de que por primera vez, Harry tomara en cuenta ese detalle- pero de que lo haremos, lo haremos… así que desecha tus argumentos disuasivos, no lo lograrás.

            Draco comprendió que de nuevo no había escapatoria, que estaba atrapado y por más batallas que hubiese librado y ganado, otra vez tendría que someterse a ese hombre.

            Inclinó la cabeza sin decir nada, sintiendo que ese amplio y hermoso cuarto de repente se hacía tan pequeño que lo asfixiaba.

            -No retengas la respiración, te marearás… -dijo Harry observándolo- aspira por la nariz.

            -No me digas que hacer –exclamó enojándose mientras se quitaba la ropa con malos modos mientras se acercaba a la cama.

            Pronto quedó solo con calzoncillos, por lo que se acostó cruzándose de brazos y flexionando las piernas nuevamente.

            Harry observó su cuello y deseó probarlo, por lo que se acostó junto a él acercando su nariz a su oreja.

            -No tan cerca… -dijo Draco ceñudo mirando al lado contrario.

            Harry le tomo la cara para que no se alejara y acercó sus labios a su cuello percibiendo el fresco aroma a jabón; pero Draco había sentido ese toque como algo repugnante y no pudo evitar alejarse a pesar de la mano en su mejilla.

            -Quiero disfrutar tu cuerpo, es mi derecho…

            -Pero yo no quiero.

            -Pero me gustas y quiero probar tu piel… -susurró en su oreja.

            -Pues no quiero… además dijiste que irías a mi tiempo.

            -Sí, pero a la hora de penetrarte… en lo demás, es mi derecho disfrutar tu cuerpo.

            Draco quise alejarse pero Harry se había enderezado y había enterrado su rostro en su cuello.

            -¡No!

            Pero esa piel tibia era demasiado tentadora para oír quejas, él era su esposo y no estaba haciendo nada malo.

            -Cállate o te doy una bofetada –respondio molesto.

            -¿Y por qué si te estoy diciendo de antemano que no quiero?

            Harry se enderezo y se sentó.

            -¿Quieres que te amarre a la cama?

            -¿En verdad lo harías? –pregunto espantado.

            -Por supuesto, tal parece que quieres que te dome como a un potro salvaje.

            Draco sintió la cara caliente de la furia que sintió al verse comparado con un caballo.

            -Contesta ¿quieres que te amarre?... te estoy hablando.

            -No.

            -Entonces deja de portarte mal y te advierto, a la próxima me levantaré pero ya  será para amarrarte  a la cama ¿entendido?... ¡contesta cuando te hablo!

            -¡Sí, ya entendí!

            -Bien, quítate los calzoncillos –dijo ceñudo mientras él se quitaba los suyos.

            Poniendo mala cara, Draco alzo la cadera y se quitó los calzoncillos sin atreverse a ver siquiera a Harry desnudo.

            Cuando Harry se desnudó se acercó a Draco y le separo las rodillas para colocarse entre ellas y encimarse en su cuerpo; Draco hizo la cara a un lado con un  gesto de angustia que no pudo evitar, mientras tanto Harry por fin sintió en todo su cuerpo la tibieza del cuerpo del rubio y paso a probar su cuello mientras metía su mano por debajo de Draco y lo estrechaba contra sí.

            Draco quería gritar mientras sentía las manos de Harry recorrer su cuerpo sin que él pudiera hacer nada, sintió con horror como le tomaba una nalga y se la estrujaba mientras su peso encima lo inmovilizaba.

            Cuándo su marido se levantó y se hincó entre sus piernas para poner sus manos en sus caderas y contemplarlo, alcanzo a ver su erección y pudo ver de nuevo aquel miembro hinchado que goteaba por la punta, evidentemente ansioso de entrar en acción.

            Harry en tanto tenía las manos en las caderas de Draco, observando detenidamente el vientre plano, luego el rizo rubio de su pubis y su pene flácido que descansaba hacia la derecha; entonces lo soltó y tomo el pene de Draco con una mano.

            -No… -masculló Draco tomándole la muñeca- por favor… -añadió al ver los ojos verdes mirarlo con enojo.

            Harry entendió que Draco estaba haciendo un gran esfuerzo, por lo que decidió soltarle el pene y tocar sus piernas.

            -Eres tan hermoso… -dijo colocándose las piernas en los hombros.

            Eso hizo a Draco sobresaltarse pues cuando Harry se inclino se sintió totalmente expuesto sintiendo la punta húmeda de su pene toquetear la abertura de sus nalgas.

            -Dijiste que con calma…

            Harry vio la angustia en su rostro y entonces le sonrió tranquilizador.

            -Lo sé, tranquilo…

            -Pero es que creo que ya me lo vas a hacer ¿no?

            -¿Quieres que espere un poco más?

            -Sí.

            Harry le bajó las piernas y continuó observándolo, dándose cuenta cuanto le gustaba la vista de aquel cuerpo masculino, de esas formas esbeltas y planas al mismo tiempo… de ver que en donde por lo general disfrutaba de unos pechos redondos, no le disgustaba en lo más mínimo ver solo las tetillas del doncel, de hecho se le antojo probarlos, lamerlos y apretarlos suavemente con sus dientes… pero sabía que aquello sería demasiado para el ex caballero del desierto por mas doncel que fuera, así que solo los tocó y los manipulo en sus dedos con suavidad, luego se toco a sí mismo para darse alivio.

            Draco permanecía quieto en la cama, viendo el evidente deseo en su  cara y sobre todo en el enorme pene erecto que el príncipe friccionaba con su mano.

            Después de un rato así, Harry volvió a colocarse las piernas de Draco en los hombros haciéndolo sobresaltarse.

 

 

 

 

            -Espera, todavía no…

            Pero Harry solo sonrió y acomodo la punta entre sus nalgas.

            -Tranquilo, iré despacio.

            -No, es que… -dijo poniéndole una mano en un hombro- es que… escucha, si no supiera lo que va a pasar no habría problema…

            -La vez pasada tampoco sabías y hubo problemas.

            Draco cerró los ojos y se dio cuenta de que sus propias emociones estaban saliendo de su control y el pánico amenazaba con hacerse presente.

            -Haré lo que tú quieras, pero… por favor, no hagas esto…

            -Oye, cálmate… -dijo al ver verdadero pánico en su cara- respira profundo.

            -¡No…! –respondio con un sollozo atorado en la garganta.

            Harry vio sus cristalinos ojos grises llenarse de lágrimas y exhalando un profundo suspiro le bajó las piernas y se acostó a su lado de costado recargado en un codo.

            -Tranquilízate.

            -¡Déjame en paz! –respondio cubriéndose la cara con las manos.

            Harry se acostó bocarriba sintiendo que su excitación iba bajando dolorosamente, por lo que se fricciono el pene mientras cerraba los ojos obligándose a calmarse; mientras tanto Draco seguía con las rodillas flexionadas, juntas y cubriéndose la cara mientras las lagrimas escurrían por sus sienes.

            -¿Cuál es el problema? –Dijo Harry mirándolo, pero Draco continuaba en silencio, con pequeños hipidos sacudiendo sus hombros- ¿fue la primera vez?... ¿eso fue lo que te causo este shock?

            Por toda respuesta Draco se giró dándole la espalda, odiándose a sí mismo por reaccionar así; pues aparte de la noche de bodas, hacía años que no lloraba… así no se comportaba un caballero del desierto. El, que había enfrentado bandidos y rebeldes con espadas afiladas, situaciones extremas de privaciones y peligros… ¿reaccionando con un ataque de pánico?... ¿Qué estaba pasando con él?

            -Tal vez es el darse cuenta de que esta vez no es un peligro que puedas enfrentar con tus habilidades –dijo Harry como si leyera su mente- si… eres un doncel y sé cuáles son tus obligaciones, pero no quiero que pienses que soy completamente ciego; si yo estuviera en tu lugar probablemente también pelearía.

            -No… no pensabas así antes de irte… -dijo sin voltear- pensabas que es mi obligación dejarme montar por ti.

            -Sigo pensando igual, no te equivoques –respondio tomando una almohada y colocándola en la cabecera para recargarse en ella- pero este tiempo lejos me sirvió para ver tu perspectiva, tomar en cuenta lo que eras y lo que eres ahora… no es fácil un cambio de vida tan radical.

            -El sexo es horrible… no me gusta… -exclamó sorbiendo la nariz- ¿Por qué a mí me duele más que a tus mujeres?

            -No lo sé, pero puedo preguntarle al doctor.

            Draco permaneció en silencio unos momentos antes de atreverse a preguntar:

            -¿Y esta noche?

            Harry no contestó, necesitaba un hijo desesperadamente, su mentalidad respecto a las mujeres y los donceles y sus obligaciones seguía siendo la misma, pero tampoco deseaba ver miedo en la cara de su concubino cada vez que fuera a tomarlo, así que sin más remedio, se levantó y se metió al baño.

            Draco no tuvo idea de cuánto se tardó, solo se durmió sin sentir cuando regresó; solo supo que al despertar al día siguiente, su marido estaba dormido junto a él, ambos bajo la misma manta y completamente desnudos.

 

 

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Notas finales:

Hasta la proxima!!!


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