Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Momentos por Browl

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola, decidí escribir un fic más "largo". En realidad no sé qué tan largo, pero será de más de dos capítulos, lo que para mí es larguísimo jajajaja

Desde ya aviso que habrá triángulo amoroso, pero le daré mucho amor a ambas parejas, porque me encantan las dos ajjajajaja Eso sí, no diré con quién se quedará al final. 

CHAN.

Ah, otra cosa es que si bien intentaré hacer a los personajes lo más dentro de personaje que se pueda, la historia es un poco más "oscura" y "madura" por lo que se verán quizás menos infantiles.

Y eso! jajajajaja

Notas del capitulo:

Primer capítulo, y es Kuro/Tsuki.

CHAN jajajaja

En vdd nunca sé qué escribir acá.

Si le preguntaran a Tsukishima qué recordaba diría simplemente que era una noche silenciosa y hacía calor. Se enfocaría en el ambiente, el escenario que los rodeaba, olvidándose de sus sentimientos e impresiones. No es que importaran tampoco ¿no?

¿A quién le interesaría saber los sentimientos de un crío de dieciséis años? Porque no se engañaba, eso era él por ese entonces; un niño. Un tonto creyéndose dueño de la situación. Y no es que Kuroo fuera mejor tampoco. Ser dos años mayor o ir a la universidad no lo hacían menos inconsciente. De hecho, si lo pensaba bien, eran solo dos estúpidos dejándose llevar, aunque en ese momento pareciera más fundamental.

Y a pesar de que se negara incluso a sí mismo lo que sentía, una parte de él sabía de ello. Esa misma parte de él sentía nostalgia. A juicio del mismísimo Kei, esa parte suya era muy muy tonta y masoquista, porque no había sido perfecto, ni siquiera había habido tanto cariño. Había sido…

—Gafas— kun ¿Qué haces despierto a esta hora? ¿No sabes que los niños buenos se duermen temprano? –preguntó Tetsurō acercándose a Tsukishima.

—Hace demasiado calor, no puedo dormir – contestó tranquilo Tsukishima, demasiado consciente en esos momentos de la situación; primero que todo eran los únicos despiertos, aunque ese no era realmente el punto. Lo principal, y lo que verdaderamente se preguntaba Kei en esos momentos, era si de verdad Kuroo creía que engañaba a alguien con su actitud desenfadada.

Una media hora antes de su encuentro, y mientras buscaba un lugar fresco para pasar el rato, lo había visto salir frustrado del edificio escolar en el que se alojaban. Así también había visto que corría por el campo de entrenamiento desgastándose, y los golpes de frustración al piso tampoco le habían pasado de ser percibidos.

Aun así, no dijo nada. No iba a preguntarle si le sucedía algo. No se metería en su vida, no creía que el otro lo quisiera y él tampoco se reconocería que le interesaba o al menos, inquietaba.

—Ah… Miyavi tiene un clima más agradable ¿no? – comentó el pelinegro esta vez, sentándose al lado del otro, quien apenas le dedicó una mirada antes de responder un “sí”, desinteresado.

Un silencio que en otro momento habría sido incómodo se apoderó del lugar. Los dos estaban callados, pero en paz, lo cual no solía ser el caso entre ellos; Kuroo disfrutaba fastidiando a Tsukishima, y éste a su vez no perdía la oportunidad de recordarle lo molesto que era. Sin embargo, esta vez ninguno hablaba, quizás porque no tenían nada que decir realmente o puede que simplemente las pullas no parecieran correctas cuando lo que ambos necesitaban era un respiro y no un estímulo para entrenar.

Solo se oía su respiración y el resonar de uno que otro insecto.

Sus pensamientos eventualmente se acoplaron al entorno.

La mente en blanco, ellos callados.

Nada por un momento, y luego todo.

O quizás no todo, pero sí algo.

 

            Cuando se preguntaran ambos después, qué rompió el silencio, Kuroo se diría que fue la mirada escrutadora de Tsukishima, mientras que Kei pensaría que sin lugar a dudas había sido la sonrisa de medio lado del pelinegro. Aunque ambos estarían de acuerdo en que lo que terminó de hacer añicos ese silencio, había sido que ambos se acercaran al otro y besaran.  

En definitiva, su beso había sido el nuevo inicio de su comunicación. Fue un diálogo serio, pero aparentemente sin sentido. No habían sido acciones planificadas ni tampoco hubieron palabras aclaratorias; solo fueron los labios de ellos encontrándose, sus lenguas entrelazándose y sus manos buscando intensificar el contacto.

No es extraño, que luego de unos segundos se encontraran casi sin respiración, tampoco lo es que no les importara; el pelinegro sostenía con firmeza la nuca de Tsukishima evitando que se alejara a la vez que su boca continuaba asaltando sus labios. Pasado un momento, tampoco fue suficiente solo un beso. No importaba que fuera intenso, necesitaban conocer más del otro. Y no es que Kuroo intentara contenerse; ni siquiera se cuestionó sus acciones cuando su lengua dejó de lado los labios del otro para dirigirse a su cuello, o cuando sus manos se colaron debajo de la camiseta del rubio para acariciar su pecho. Necesitaba más al fin y al cabo, ya era más que dejarse llevar; era tomar lo que le hacía falta.

No era sorprendente que lo que comenzó como un silencio pacífico en las escaleras de entrada se transformara en jadeos compartidos en uno de los salones desocupados del lugar. No eran relevantes en esos momentos los motivos que podrían separarlos. La presencia de sus compañeros en las cercanías se les había olvidado entre medio de alguno de los besos pasados y el que apenas se conocieran no podía haberlos apartado.

—Si quieres que me detenga, dilo ahora Gafas-kun— murmuró el pelinegro contra el cuello del otro. Todavía guardaba una parte de autocontrol, o al menos buscaba demostrarse eso a sí mismo y a Tsukishima.

El rubio no contestó, y los últimos trazos de control comenzaron a perderse de la mente de Kuroo. Aunque no hablara, Tsukishima seguía abrazándolo y acercándolo a sí mismo. Pasó por la cabeza del pelinegro el pensamiento fugaz de que en realidad el objetivo de Kei fuera acabar con él.

—Hablo en serio Tsukishima. Si quieres que me detenga, dilo – dijo esta vez sosteniendo con fuerza el rostro del otro, dejando de lado los últimos trazos de humor. Ya no cabían apodos o cualquier cosa que lo llevara a pensar que esto era algo más impersonal.

Esta vez eran realmente los dos, sin caretas.

—Si quisiera que te detuviera, lo diría – contestó seriamente Tsuki. Kuroo no necesitó más, y esa cuota de racionalidad que había llevado a Kei a hablar bien también había sido dejado de lado. No podía mantenerse mientras Tetsurō se apoderaba nuevamente de su boca, esta vez sin limitación alguna y logrando que ambos acabaran en el piso.

La ocasión era única, de eso se intentaría convencer el rubio cuando su falta de juicio lo perturbara. Era más fácil creer que lo que lo había llevado a aceptar al otro y dejarse llevar había sido la curiosidad. Solo eso, como si tener sexo con Kuroo se tratara más de un hecho científico que de entregarse al otro.

En ese momento no hubo racionalización de todos modos.

En el salón estaban solo ellos dos quitándose torpemente la ropa. Luego estuvieron solo ellos disfrutando de algo más que roces o insinuaciones.

Una vez desnudos lo que partió como un juego dio paso a algo más. Ya no era solo que Kuroo rozara su erección contra Tsukishima, o que el pelinegro recorriera el sexo del otro por sobre su pantalón. Esta vez eran más que promesas. Eran más que jadeos también.

Tsukishima gemía mientras Kuroo tomaba su miembro con sus labios. Su lengua recorría su longitud y sus ojos no perdían de vista los del otro. En otro momento probablemente la vergüenza le hubiera ganado a Kei, pero no en esta ocasión. Esta vez el ver cómo la lengua de Kuroo recorría su sexo lo excitaba más. El que una de sus manos pellizcara sus pezones parecía extrañamente correcto también, puede que por eso él mismo siguiera tocándolos cuando los dedos de Kuroo dejaron de lado su pecho para acariciar su trasero.

Los labios del mayor se despegaron del sexo de Tsuki, subiendo hasta su oído.

—No me detendré – susurró antes de besarlo y de que sus manos se dedicaran a masajear su erección.

La boca de Kuroo que parecía devolverse en su camino, chupó sus pezones, incluso dándole suaves mordidas y haciendo con esto que los gemidos antes tímidos del rubio se volvieran más deshinibidos. Cuando Tetsurō se apartó, una de sus propias manos se encargó de estimularlos y otra de seguir masturbándose.

La boca de Kuroo ahora en su entrada. Su lengua en su orificio, buscando prepararlo colando saliva y así mismo, masajeando la zona. Uno de sus dedos jugaba a colarse en su interior, mientras con su otra mano acariciaba su propio sexo. En realidad solo preocuparse del otro había sido casi una tortura, estaba duro solo del corto juego previo, y tenía claro que no duraría demasiado por lo que hacer que Tsukishima estuviera listo era más que necesario,  fundamental.

—Estás muy estrecho… —dijo más para sí mismo que para el Kei, cuando por fin hizo entrar uno de sus dedos.

Tsukishima no sintió placer, tampoco dolor. Era una mezcla de ambos, y no es que crearan una sinergia o compensaran sino que parecían alternarse las dos sensaciones, solo a muy cortos momentos uniéndose. Se sentía muy contradictorio, aunque eso no era extraño, Kuroo siempre lo descolocaba; probablemente eso era lo que más lo molestaba de él, que no sabía cómo reaccionar ante sus acciones.

Hubo solo un pequeño titubeo en las acciones de Tetsurō, uno que no pudo esconder. Uno que molestó a Tsuki.

—Cobarde –logró decir, Kuroo rió por sus palabras antes de meter esta vez dos dedos, haciéndolo jadear.

—Te vas a arrepentir de esas palabras – comentó, mientras el contacto en el interior se intensificaba con el rápido vaivén de sus dedos—, Gafas- kun— terminó de decir antes de acercar sus labios a los del otro, mordiéndolos.

Ya no había caricias. Kuroo se posicionó para entrar en el cuerpo de Tsukishima. Su erección en su mano buscando el camino, sus ojos viendo los del otro. La mirada de ambos estaba nublada. El rechinar de los dientes de Tsukishima cuando el miembro de Kuroo comenzó a abrirse paso entre sus paredes no fue fingido, y por algún motivo excitó más al pelinegro. Y no es que disfrutara haciéndole daño, pero le gustaba el saber que lo sentía por completo, le gustaba quizás ser consciente de que nadie más lo había hecho.

En realidad buena parte era morbo, pero no todo.

Si hubiera sido solo sexo sin importar lo que sentía el otro, se habría movido sin contemplaciones sobre su dolor. No se habría detenido cuando por fin estuvo por completo en su interior, y tampoco sus movimientos sido cuidadosos.

Si realmente no hubiera significado nada el otro, Tsukishima no habría intentado fingir que no dolía al principio.

Si realmente no hubiera existido un “algo más” no habría habido placer para ambos, pero lo hubo.

—Más… — gimió Kei cuando por fin su cuerpo comenzó a acostumbrarse a la presencia del otro. La molestia olvidada, porque el sexo del Kuroo ya no era solo invasor, sino que tocaba también un punto que lo hacía estar al límite. Todo él se sentía al límite y solo sabía que necesitaba más, no bastaba con lo que sus manos hacían con su erección, anhelaba también que Kuroo siguiera follándolo. Que le hiciera sentir más de eso que no conocía, pero parecía ser adictivo.

Tetsurō no se lo negó. Su cuerpo reaccionó incluso antes que su mente, sus caderas chocaron contra las del otro con más fuerza y su sexo llegó más allá dentro del otro. Él también gemía, no creía poder contenerlo más.

No duró mucho más tampoco, Tsukishima se corrió gimiendo con fuerza, casi gruñendo. Después de eso Kuroo no se contuvo, entró en el cuerpo del otro lentamente pero con fuerza un par de veces más antes de apartarse y dejarse ir.

Ninguno dijo nada nuevamente. Estaban recostados uno al lado del otro, y volvía el silencio, aunque esta vez no era como el de antes. Ahora puede que necesitaran palabras.

El pelinegro miró a Tsukishima, quién seguía con la respiración desacompasada y la vista fija en el techo.

—Tenemos que ir a dormir – dijo pareciendo relajado.

—Ve tu primero – habló por su parte Tsuki, sin mirarlo. Sin ver también cómo lo miraba el otro.

Tetsurō se levantó y limpió como pudo antes de dirigirse a la salida. Cuando solo su espalda era lo que se veía, Kei se atrevió a despegar su mirada del techo, para esta vez quedarse inmóvil observando la puerta.

Una parte de él quería que Kuroo volviera. Esa parte de él era realmente muy muy tonta. Hoy en día ya le era bastante fácil el ignorarla, pero por ese entonces era más débil.

Y quizás esa parte tonta de él sentía en realidad nostalgia, porque Kuroo había vuelto. Le había sonreído, y a pesar de sus quejas le había ayudado a limpiarse y vestirse.

En realidad no era la gran cosa, pero había sido todo.

O quizás no todo, pero definitivamente algo.

Notas finales:

Si llegaste hasta acá; gracias por leer <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).