Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fuimos algo imposible de olvidar por Niji_Takagawa

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas noches mis queridos lectores~ o bueno, al menos es de noche para mí en este momento así que cambien el "noches" dependiendo de la hora en que lean esto (?) Como les había prometido que cada uno de los capítulos siguientes contendrían una sorpresa para ustedes, éste no será la excepción; así que prepárense para la sorpresa de hoy. Ya vamos en el capítulo 9, o sea que nos acercamos a la mitad~

En fin, no daré más rodeos en este momento así por favor lean, y disfruten:

La paciencia nunca había sido una de las mayores virtudes de Ken Kitamura: le enfermaba la sola idea de esperar por la llegada de los hechos que tanto requería. Ésa era una de sus características más negativas por las cuales sus compañeros, especialmente Tetsu, solían regañarlo con frecuencia; esto se debía a que su impaciencia alcanzaba tal nivel, que se veía reflejada en las manías que había desarrollado para lidiar con ella. La más simbólica de éstas era sin duda el consumo de tabaco; cada vez que se sentía nervioso o ansioso, la nicotina le resultaba la mejor respuesta para sentirse mejor de nuevo. Desafortunadamente, con su paternidad había llegado también la decisión de dejar de fumar; aún no lo conseguía por completo, pero ya había llegado a la hazaña de fumar sólo dos cigarrillos diarios a lo mucho. Había días en que ni siquiera tocaba la cajetilla de cigarros que no dejaba de llevar consigo; empero, en días de desesperación y angustia como aquél, sus deseos de fumar lo volvían loco. Ése era uno de ellos, y lo único que lo detenía era la presencia de sus bebés, pues él había decidido esforzarse para ser el mejor padre posible; aunque eso significara ignorar el canto de sirenas que su tabaco producía desde el interior de su bolsillo.

─Ken, si continúas moviendo ese pie de ese modo juro que es cuestión de tiempo para que le hagas un hoyo al suelo ─tanto los miembros de L’Arc~en~Ciel como Takanori y los hijos del guitarrista se encontraban reunidos en el departamento de Hyde. Éste parecía haberse vuelto el punto de encuentro predilecto de los cinco músicos, pues por el momento parecía el sitio más seguro. Sin embargo, Ken no dejaba de mostrarse nervioso, por lo que fue Hyde el primero en señalar el evidentemente ansioso comportamiento de éste.

─Es verdad hombre, ¿qué es lo que te sucede? Llevas todo el día así, y eso no es normal en ti ─el siguiente en tomar la palabra fue Yukihiro, quien hasta entonces había estado muy entretenido con el pequeño Kenzo, a quien hacía saltar sobre sus piernas. Sin embargo, en cuanto el tema del nerviosismo del guitarrista fue sacado a flote, no dudó en expresar que estaba de acuerdo con las palabras del vocalista.

─Bueno… lo que pasa chicos, es que les tengo noticias ─en un inicio había contemplado la posibilidad de no decir nada antes de tiempo, pues no deseaba crear falsas expectativas en sus amigos y en su amado. Sin embargo necesitaba compartir su angustia con ellos, de manera que casi de inmediato volvió a hablar, pues su respuesta inconclusa le había traído cuatro expresiones de confusión e intriga─. Esta mañana hablé con el investigador privado que contraté para investigar a Midori; ya antes me había citado, pero lamentablemente ese día me dijo que había estado siguiendo la pista equivocada; no obstante, parece que por fin ha encontrado información realmente de ella, así que mañana iré a verlo.

─¡¿Qué dices?! Ken… ¡¿es en serio?! ─Por supuesto que todos se mostraron asombrados al respecto; sin embargo el primero en mostrar una respuesta fue Takanori. Él era el más interesado en que aquel asunto se resolviera, por lo cual no pudo evitar que un pequeño rayo de esperanza se encendiera en sus ojos.

─Por supuesto; no tengo nada concreto en este momento, pero quiero creerle al detective, así que iré a primera hora de la mañana para que me ponga al tanto de lo que averiguó.

─Nos da mucho gusto saber esto Ken, en verdad todos deseamos que todo salga bien para que por fin se libren de esa mujer ─pronunció Tetsu, recibiendo en seguida una sonrisa por parte del aludido.

─Ken ahora que estamos tocando este tema, hay algo que yo quisiera saber ─terció Hyde de nuevo, atrayendo la atención de todos, pues su expresión seria les indicaba que era un asunto delicado─. Yo dudo que en alguna ocasión hayas tenido la costumbre de mandar un detective a investigar a todas las chicas con quienes saliste… ¿por qué a Midori sí?

─La respuesta a eso es muy simple Hyde: decidí hacerlo después de que hubo provocado el accidente de Mina; ese hecho, además del cinismo con que me lo insinuó, me dijeron que había algo muy turbio con esa mujer. Así comencé a sospechar que lo que le hizo a mi hermana era apenas la punta del iceberg, así que supe que tenía que investigar en caso de que Midori tuviera un pasado más profundo que yo pudiera usar a mi favor… Yo creo que el hecho de que trató de deshacerse de mi hermana es suficiente motivo para sospechar de su poca cordura; luego, lo de Takanori y nuestra hija me lo confirmó…─En ese momento había desviado la mirada, mientras sus manos se apretaban furiosamente sobre la tela de sus pantalones a la altura de las rodillas; sin embargo, casi de inmediato un par de cálidas manos se dirigieron a las propias, haciéndole liberar aquella tela del agarre que mantenía. Lo hizo, y a continuación alzó la mirada para poder encontrarse con aquella de color marrón y llena de dulzura que tanto amaba.

─Ken tranquilo; yo comprendo que estás nervioso, ya que esto puede significar esa libertad que tanto anhelamos que recuperes para poder estar juntos. Sin embargo, yo te juro que todo va a salir bien; recuerda lo que te he dicho: pensamientos positivos traen sucesos aún más positivos. Pase lo que pase, aquí me tienes para apoyarte y buscar una solución.

─Taka… no sabes cuánto necesitaba escuchar palabras así de tus labios… Tú eres mi pilar, esa fuerza que me impulsa a seguir adelante y que me motiva a avanzar porque me muestra un futuro hermoso que es brillante, sólo porque tú estás ahí…

A continuación los dos se abrazaron, sin decir nada más, como si repentinamente olvidaran que se encontraban rodeados de personas; necesitaban ese abrazo, compartir ese dulce momento de tranquilidad y esperanza sólo de ellos. Los compañeros de Ken se quedaron en silencio mientras tanto, pues sabían que lo mejor era brindarles ese espacio de intimidad que tanto necesitaban. Ya estaban cerca de una posible respuesta a sus problemas, pero los tres sabían que mientras ésta llegaba, ellos iban a necesitar de mucha calma para poder soportar la espera.

Por fortuna el tiempo pasó rápidamente gracias a la buena compañía, las bromas y las risas que siempre estaban presentes cuando L’Arc~en~Ciel se reunía; de esa manera, llegó el tan anhelado día para Ken, por lo que procuró llegar al despacho de su detective a primera hora de la mañana. Éste le había dicho que podía llegar en cualquier momento del día, por lo que decidió hacerlo temprano o no iba a poder con los nervios el resto del día. Incluso la espera junto al escritorio de su secretaria le había parecido eterna, a pesar de haber sido dos minutos; por ello, cuando ésta regresó del interior de la oficina, su semblante se iluminó nuevamente, y no tardó en adentrarse por completo al despacho para dirigirse al encuentro de aquel hombre que podía simbolizar su salvación.

─Buenos días Kitamura-san; lo esperaba temprano, aunque no creí que tanto ─mencionó el dueño de la oficina en el momento que se puso de pie para recibir a su cliente, a quien le ofreció un cordial saludo con su diestra. Éste le fue rápidamente correspondido, y cuando se soltaron, tomaron asiento en sus lugares correspondientes.

─Buenos días Shiraoka-san, espero no importunar al haber venido a esta hora; preferí venir lo más temprano posible, quería dejar de alargar esta espera que ya me está matando. Así que por favor, no esperemos más y dígame todo lo que averiguó acerca de esa mujer ─al mismo tiempo que hablaba, se inclinó un poco más sobre el escritorio que tenía enfrente, donde apoyó las manos en una pose expectante.

─Bien, pues le tengo excelentes noticias… vistas desde la perspectiva de que usted desea mandar a esa chica a la cárcel desde luego. Verá lo primero de lo que me di cuenta fue que no existen registros de una persona llamada Midori Abe, al menos no con las características de la que usted conoce. Existe una homónima que vive en Sapporo, pero no hay ninguna otra mujer con ese nombre ─comenzó a hablar finalmente, tras lo cual recibió una expresión de absoluta sorpresa como toda respuesta. Sin embargo, su afamado cliente no pronunció ni una palabra, por lo que prosiguió con su discurso─ esto significa que esta Midori es una ladrona de identidades, y lo más grave es que “Midori Abe” no es la única identidad que ha tomado. Ya tengo la lista de los nombres que ha tomado ilegalmente, los cuales suman seis, al igual que el verdadero; ella en realidad se llama Ayame Higuchi, tiene treinta y seis años aunque siempre se quite edad, y ha sido viuda en tres ocasiones ─la última frase fue la que definitivamente dejó al guitarrista prácticamente en shock. Estaba bastante pálido, con los ojos desmesuradamente abiertos, los cuales incluso tenían impreso un dejo de incredulidad.

─Momento… ¿es en serio lo que me está diciendo? ¡¿Ha sido viuda tres veces?! ¡Pero qué rayos es lo que ha pasado con sus maridos! No puede ser lo que estoy pensando…─De alguna manera intuía la situación, ya que la seriedad en el rostro de su interlocutor le hacía saber que se trataba de un asunto mucho más delicado de lo que podría haber imaginado.

─Verá Kitamura-san, los susodichos eran hombres poseedores de fortunas más o menos elevadas, empresarios de nivel intermedio; todos se casaron de una forma muy precipitada, para después morir una vez que transcurrió un lapso no mayor a cuatro meses luego de la boda. Durante ese tiempo Ayame se encargó de arreglar los requerimientos legales para que sus fortunas pasaran a sus manos una vez que murieran; al primero lo envenenó poco a poco, por lo que murió tras un mes de ese tratamiento. El segundo cayó desde la terraza de un décimo piso, y el tercero iba en su jet privado rumbo a Corea cuando éste explotó, y ni siquiera quedaron rastros de él.

─No puedo creerlo…─Ken estaba prácticamente sin palabras; su desesperación al escuchar tan terribles noticias era notoria, pues mantenía el rostro agachado mientras sus manos se enredaban entre sus cabellos para jalarlos con cierta ansiedad. De algún modo se negaba a creer que la madre de su primogénito era tal monstruo, que él había creído en su máscara de falsa dulzura, pues si todo aquello era cierto, tanto él como su amado, sus hijos, amigos y familia corrían peligro mientras esa mujer estuviera libre.

─Usted debe comprender perfectamente ¿verdad Kitamura-san? El extraño fenómeno que sería enviudar tres veces en situaciones igualmente trágicas e imprevistas; si lo analizamos en  términos estadísticos, resulta imposible. Más aún si consideramos que los tres hombres eran jóvenes, saludables y lo suficientemente buenas personas para no tener enemigos de ese nivel; además de todo, la chica siempre desaparecía en cuanto podía tomar posesión del dinero heredado. Rechazaba las propiedades, y ahora comprendo que lo hacía para no dejar cabos sueltos; así podía eliminar esa identidad suya sin dejar rastros ─en ese punto hizo una breve pausa, durante la cual pudo sacar el material que había recabado para así mostrárselo a su cliente. Éste constaba de fotografías de la chica con una imagen distinta a la que tenía en la actualidad, además de diversas actas y otros documentos legales que certificaban la veracidad de los hechos averiguados por el detective. Conforme los sacaba del sobre donde los había colocado anteriormente, Ken tomaba cada hoja de papel entre sus manos, como si lo analizara para verificar que no había errores. Por fortuna, no había un solo error: la tenía en sus manos─ qué me dice Kitamura-san, ¿cómo procederemos?

─Shiraoka-san… si por mí fuera encerrarían a esta mujer hoy mismo y no volvería a ver la luz del día en lo que le quede de vida ─por supuesto que podía decirse que Ken se sentía dichoso al tener en sus manos la posibilidad de librarse del único obstáculo que le impedía alcanzar la felicidad absoluta. Sin embargo, también se sentía embargado por la ira al darse cuenta del engaño en que había sido sumido por la magnífica actuación de una mujer sin escrúpulos. En un principio no había comprendido por qué ella se había obsesionado con él a ese nivel; su primera explicación se inclinó hacia un simple capricho que ella deseaba obtener por los medios que fueran necesarios. Empero, ahora que había escuchado todo el pasado oscuro que ella tenía, le quedaba totalmente claro que su objetivo siempre había sido el dinero que poseía─. Además, como es lógico, quiero quitarle absolutamente todos los derechos que pueda tener sobre mi hijo; no permitiré que vuelva a verlo jamás, así que a partir de ahora se quedará conmigo sin importar qué suceda.

─Siendo usted el padre del bebé, se puede solucionar muy fácilmente así que no tiene por qué preocuparse por ese asunto; lo que sí tiene que decidir en este momento es: ¿quiere iniciar ahora mismo la demanda en su contra para que la encierren?

─¡Desde luego que sí! Entre más rápido la capturen, más pronto recuperaré mi tranquilidad; así que a estos cargos que usted averiguó, agregue el intento de homicidio de mi hermana, de mi pareja, de mi hija, además del intento de extorsión ─al mismo tiempo que hablaba, uno de sus puños golpeó con fuerza el escritorio que tenía enfrente. Su mirada brillaba por la furia, y de igual manera sus puños se cerraban fuertemente, hasta el punto de enterrarse las uñas en las palmas.

─Naturalmente Kitamura-san, así que ahora vaya a casa; mientras no tengan encerrada a esa mujer no debe exponerse ni usted mismo ni a los que ama ¿comprende? Le sugiero la contratación de personal de seguridad para que estén a salvo, especialmente sus hijos ─al terminar con su respuesta, el alto guitarrista asintió un par de veces, para después ponerse de pie; él imitó esta última acción para poder despedirse.

─Así lo haré; así que por favor manténgame al tanto de todos los avances con respecto al caso. Yo buscaré otro lugar dónde quedarme para que ella no pueda localizarme de ningún modo; sin embargo lo llamaré para hacerle saber cómo puede contactarme. Le agradezco muchísimo su ayuda Shiraoka-san, gracias a esto podré vivir la vida tranquila y feliz que tanto he querido desde hace tiempo.

A continuación volvieron a estrecharse las manos a modo de despedida, y una vez que se hubieron soltado de dicho agarre, Ken se encaminó hacia la puerta principal. Así, mientras sus pies le guiaban en dirección a su coche, no dejaba de repasar todos los acontecimientos que a partir de ese momento se implicaban por las revelaciones que acababa de recibir. Le entusiasmaba poder deshacerse de esa acosadora, y eso se hacía muy evidente debido a la sonrisa que no se borraba de sus labios; no obstante, también se sentía angustiado. La sola idea de que la madre de su hijo era una criminal tan peligrosa no le permitía sosegarse lo suficiente como para sentirse relajado respecto al asunto, y no lo estaría hasta saber que. Midori Abe, o mejor dicho, Ayame Higuchi, fue encerrada para pagar por todos sus crímenes. La situación tan angustiosa en que se había visto envuelto por causa de esa mujer mantenía su cabeza hecha un lío, en medio de tantos pensamientos y sentimientos tan contradictorios. Por este motivo no dejó de darle vueltas al asunto durante todo el camino al departamento de Hyde, donde habían acordado reunirse cuando finalizara su encuentro con el detective que había contratado. Sus amigos y su amado habían demostrado experimentar las mismas ansias y el mismo nerviosismo que él antes de que dicha reunión se llevara a cabo; por ello decidieron verse apenas terminara con ella. Él aceptó sin dificultades, pues presentía que recibiría buenas noticias, por lo que querría comunicárselas de inmediato a todos.

Sí, para el guitarrista era muy difícil apartar su mente de aquel tema; no obstante, el hecho de conducir camino al encuentro con las personas importantes para él, le ayudó a relajarse un poco; gracias a eso, en el instante que atravesó el umbral de la puerta del departamento de Hyde, pudo mostrarles un rostro que trataba de transmitirles la esperanza que acababan de conseguir. Inmediatamente fue recibido con un amoroso abrazo y un beso por parte de su adorado Takanori, diversas palabras de apoyo por parte de sus amigos y peticiones de que les contara todo lo sucedido. Por ello dedicó los siguientes minutos a contarles todo lo que el detective había indagado y que le había contado estando en su despacho; y así, tal como lo esperaba, recibió la misma reacción contradictoria y compleja que él mismo había mostrado al enterarse. No obstante, de inmediato todos concordaron que, a pesar del riesgo que todos corrían, aquello era una excelente noticia: ya tenían las armas para mandar a esa mujer a la cárcel. Todavía no podían cantar victoria, pero ya tenían esperanza en algo concreto: todo era cuestión de esperar a que la policía hiciera su trabajo.

Por este motivo decidieron que la celebración oficial esperaría a recibir la notificación que les dijera que todo había sido un éxito; sin embargo, volvieron a coincidir en que al menos Ken y Takanori se merecían un tiempo para ellos solos. Ya habían pasado por demasiadas dificultades y obstáculos, más de lo que cualquier otra pareja podría soportar; debido a esto, la pareja dejó a los bebés en manos del resto de la banda, y se dirigieron al departamento de Tetsu. Habrían deseado quedarse en casa de Takanori debido a los hermosos recuerdos que ese lugar les traía; no obstante, sabían que era una imprudencia quedarse en un lugar conocido por Midori. Sabiendo eso, Tetsu no tardó en ofrecer su casa para darles un refugio seguro, el cual no dudaron en aceptar…

─¿No es increíble Taka? Hace unos días estuvimos hablando, buscando otras alternativas para resolver este problema en caso de que el investigador no me tuviera buenas noticias, y ahora tenemos algo concreto a lo cual aferrarnos. Me siento feliz ─recién habían arribado al departamento, por lo que mientras caminaba, mantenía los brazos alrededor de la cintura del solista, quien a su vez recargaba la cabeza en su pecho.

─Yo también me siento muy feliz, y apenas puedo creer que todo esté resultando aún mejor de lo que esperábamos; bien dicen que cuando más oscuro está, es porque está a punto de amanecer. Quiero aferrarme a esa idea; después de todo, tuve mucha suerte de no salir gravemente lastimado en aquel accidente, sin mencionar que fue un milagro que Bara-chan saliera completamente ilesa. No tolero la sola idea de que algo le hubiera pasado…

─Pero nada le sucedió, y a partir de ahora seremos muy precavidos hasta estar seguros de que el peligro se ha disipado; mientras tanto, debemos aprovechar el momento a solas que nuestros niñeros nos han otorgado ─mencionó el guitarrista, recibiendo una ligera risa como toda respuesta.

─De acuerdo… hace mucho tiempo que no tenemos oportunidad de estar solos.

A partir de ese instante las palabras pasaron a un segundo plano; probablemente la noche era joven en ese instante, pero habían pasado tanto tiempo siendo discretos y conteniendo demasiadas muestras de afecto, que ambos tenían cierto exceso de amor que necesitaba ser exteriorizado con urgencia. Por esa razón no tardaron mucho más en unir sus labios en un cálido beso, tan cargado de dulzura y cariño que ambos supieron que ése era apenas el comienzo de una velada mágica para los dos. Hasta entonces sólo habían podido pasar juntos una noche, la cual tuvo lugar más de un año atrás; apenas podían creer que habían dejado pasar tanto tiempo entre ellos, sin darle rienda suelta al amor tan grande que sentían por el otro. No obstante, ahora podían ver una tenue luz al final del oscuro túnel por el cual habían estado caminando, por lo que sabían que su felicidad absoluta se encontraba cada vez más cerca. Con eso en mente, inconscientemente decidieron que era el mejor momento para que su amor fuera expresado de todas las maneras que habían deseado, pero que no se habían atrevido a exponer.

Entre más besos amorosos, algunas caricias que parecían aleatorias, y pasos entorpecidos por el deseo de llegar al lugar apropiado para lo que deseaban, avanzaron por los pasillos del departamento en dirección a una habitación. Descartaron la habitación principal desde luego, pues ésta era la que evidentemente ocupaba el dueño de la casa; sin embargo, se adentraron en el primer cuarto de huéspedes, siendo ésta la que Takanori había ocupado en las noches que su embarazo le hacía requerir de compañía. Por ello, con la familiaridad que ese hecho le otorgaba, el solista se movió por el interior de la recámara, tras haberse soltado del abrazo que mantenía con su amado, y abrió las cortinas que hasta entonces se encontraban cerrando totalmente el paso de la luz lunar. De esa manera no hacía falta más iluminación que la que se adentraba por la ventana, brindándoles una maravillosa visión de las azuladas siluetas de los dos, avanzando para volver a encontrarse, hasta que de nuevo un beso se convirtió en el punto de encuentro de sus labios. En esta ocasión, el contacto se profundizó bastante rápido, siendo ésta la mayor evidencia de la profunda necesidad que sentían por el otro en ese instante.

De la misma manera las caricias fueron subiendo de nivel; comenzaron como suaves roces que apenas eran percibidos por sus pieles debido a la presencia de la ropa. Empero, no fue necesario mucho tiempo más para que las manos de ambos se movieran con frenesí sobre el cuerpo ajeno, buscando deshacerse de aquellos trozos de tela que impedían el contacto directo. Cuando terminaron con aquella tarea, el suelo de la habitación terminó cubierta por un camino de tela que culminaba al pie de la cama, donde ahora se encontraban ambos en las mismas condiciones de desnudez absoluta. Por el momento sólo se mantenían dando suaves caricias por la piel descubierta del otro, repartiendo besos por cualquier superficie de piel posible, y dejando escapar suspiros en un desesperado intento por recuperar por lo menos un poco del oxígeno perdido. La tarea de respirar lo suficiente y besarse al mismo tiempo les resultaba casi titánica; sin embargo valía la pena, pues no deseaban separarse del otro por mucho tiempo. La necesidad que sus cuerpos estaban experimentando en ese instante iba creciendo con cada caricia y cada beso, por lo que muy pronto los suspiros con que la habitación se llenaba, se convirtieron en gemidos suaves.

Este hecho evidenciaba aún más la excitación con que estaban siendo sometidos, por lo que decidieron que era momento de terminar de sucumbir ante lo que era obvio que tendría lugar esa noche. Mediante los movimientos de cadera apropiados, Ken terminó por unir los cuerpos de ambos en esa danza erótica que, debido a que habían experimentado una sola vez hasta entonces, realmente anhelaban volver a probar. Por ello la sensación de volverse uno solo fue simplemente magnífica, sublime, y tan cargada de diversas emociones, que por un momento se sintieron a punto de asfixiarse debido a la intensidad de los mismos. La fuerza con que sus deseos aumentaban no podía ser detenida, pues aquella sed que tanto anhelaban apagar únicamente podía ser extinguida mediante la culminación de esa unión que mantenían.

Mientras ambos cuerpos se movían de manera acompasada contra el otro, como una forma de buscar aún más contacto, los gemidos que anteriormente iniciaron de manera tenue, en ese momento se habían elevado tanto de volumen, que cualquier otro sonido a su alrededor quedaba opacado por ellos. Ese hecho les hizo sonreír mientras se miraban a los ojos, pues era evidente que el mismo pensamiento de satisfacción cruzó por sus mentes en ese mismo momento. Sentían, y compartían, una inmensa felicidad debido a la sensación de libertad que ese acto de amor les hacía experimentar; después de todo, tras haber pasado más de un año conteniéndose de repetir esa entrega de amor, cada día se volvía más complicado mantenerse discretos. Por fortuna, estaban muy cerca de alcanzar la libertad que requerían para dejar de mantener su amor en secreto, y poder dejar de esconderse para demostrarlo.

Ciertamente habrían deseado que ese momento pudiera durar por siempre, o por lo menos retrasar su final el mayor tiempo posible; sin embargo, por más que se esforzaran por ello, sus cuerpos terminaron sucumbiendo ante lo inminente. Tras algunos minutos más de ese modo, sus cuerpos terminaron alcanzando ese éxtasis que solamente puede llegar cuando el amor y la pasión se equilibran armoniosamente. Tal era su caso, pues aquel acto no se limitaba al deseo carnal; éste involucraba tantos otros sentimientos, aunque era sólo uno el que se destacaba: el amor. De esa manera terminaron con una sonrisa amplia, y luego de separar aquello que los mantenía unidos en uno solo, el guitarrista los giró a ambos hasta quedar de lado sobre el colchón, de modo que pudo abrazar a su amado por la espalda y entrelazar las manos sobre su vientre, permitiendo que él se acurrucara contra su pecho.

─Taka, ¿puedo decirte un secreto? ─Una vez que el guitarrista hubo recuperado el aliento lo suficiente, habló con voz suave contra el oído de su amado; por ello recibió una leve risa enternecida y un asentimiento como respuesta afirmativa, por lo cual siguió hablando─ eres maravilloso, y soy el hombre más feliz y afortunado del mundo por tenerte a mi lado.

─Ken…─el solista apenas había podido pronunciar aquello, pues era evidente que escuchar aquellas palabras le había apenado bastante, lo cual se reflejó en su sonrojo. Empero, tras unos segundos de silencio, fue capaz de hablar un poco más, por lo que giró un poco más la cabeza para poder hablar cerca de sus labios─ me hace muy feliz escucharte hablar así, y créeme que yo siento exactamente lo mismo por estar a tu lado.

─Sé que sientes lo mismo, y es precisamente eso lo que aumenta mi felicidad; de hecho es por eso que pienso prepararte una sorpresa hermosa una vez que encierren oficialmente a Midori ─mencionó mientras depositaba un beso sonoro en la mejilla de su adorado.

─¿Una sorpresa? Sabes que no necesitas darme regalos ¿verdad? ─Agregó en medio de una leve risa, la cual le fue contagiada al guitarrista de igual manera.

─Claro que lo sé; pero es que tú y yo tenemos pendiente una pregunta muy importante entre nosotros ¿recuerdas que acordamos aplazarla? Y bueno planeo propiciar el ambiente ideal para que me digas que sí.

─Siento que tú disfrutas dejándome intrigado… ya imagino la pregunta de la que se trata, pero has despertado mi curiosidad; ya quisiera saber qué tanto planea esa cabecita.

─Pues te podrás imaginar que se trata de algo muy hermoso; eso es lo único que importa ¿no lo crees? ─Respondió, obteniendo un leve puchero a manera de respuesta inconforme ante el misterio que sus palabras contenían─ vamos amor, hoy es un día que debe llenarse de felicidad así que mejor no pienses en nada más, y muéstrame una sonrisa.

─Ken, no sé qué extraña influencia tienes en mí que… no puedo enojarme contigo.

Al mismo tiempo que pronunciaba aquellas palabras, ya no pudo contener más una leve risa, negando un poco con la cabeza con una expresión divertida en su rostro; ciertamente, el guitarrista tenía un poder muy fuerte en él, aunque el hecho de que borrara su enojo con demasiada facilidad, no era el único efecto que tenía sobre su persona. La sonrisa que sus labios dibujaban cada vez que lo tenía cerca era apenas una pequeña consecuencia del amor que se profesaban, y que muy pronto podría ser expresado con absoluta libertad. Ken por otro lado, se sintió derretir en el momento de recibir aquella preciosa sonrisa que tanto le robaba el sueño desde hacía años. Había pasado demasiado tiempo creyendo que jamás se iba a poder auto-nombrar la razón de dicha sonrisa; no obstante, ahora que lo tenía de esa manera entre sus brazos, sabía que ese título le quedaba perfecto. Ninguno de los dos necesitaba de nada más para ser felices, por lo tanto sabían que una vez que le pudieran gritar su amor al mundo, su existencia estaría completa.

Notas finales:

Cierta personita me dijo, luego de leer el capítulo anterior, que ya que Tetsu y Gackt habían tenido su lemon, era turno de los demás. Aquí tienen ya el de Ken y Takanori así que... bueno, ustedes ya saben a quién le falta lemon~ jajaja. Por ahora no les tengo más avisos ni nada por el estilo así que aquí termino los comentarios finales; por favor sigan comentando el fic, sigan leyéndolo y compártanlo con quien crean que le interesará~ Me gusta ver que mis fics sean leídos por muchas personas, ya que eso me da la oportunidad de recibir más comentarios al respecto. En fin, les mando saludos como siempre; cuídense, nos leemos a la próxima. Hasta entonces, dulces lunas ♥

http://www.facebook.com/Niji.Takagawa92


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).