Tsuna estaba en su habitación, acostado en su enorme cama y con su brazo izquierdo extendido hacia arriba mientras veía con una sonrisa ese anillo hermoso de plata que tenía acabados de color negro, pequeñas incrustaciones de diamantes en los lados y en el centro un Rubí en forma de corazón.
—mi amado Xanxus el anillo es hermoso pero no debiste pagar esa fortuna por ello.
—Todo por ti mi hermoso jefecito.
El castaño soltó una carcajada al escuchar eso, vio hacia la puerta y le abrió los brazos a su amado que recién entraba en la habitación.
El otro no se hizo de rogar y se apuró a colocarse encima de su amado para darle después un beso apasionado.
Empezaron a acariciar sus cuerpos mientras suspiraban. Las prendas les empezó a estorbar así que el mayor destrozo la ropa del castaño.
—¡Xanxus! ¿Sabes lo que cuesta el traje?
—no me importa, por mi tu estarías siempre desnudo, mostrando tu hermoso cuerpo que me vuelve tan loco.
Un sonrojo se posó en el rostro del ojiavellana pero sonrió mientras empujaba a su azabache y se levantaba de la cama.
Se dio la vuelta y fue quitando los trozos de tela poco a poco al mismo tiempo que se movía de forma sensual oyendo gruñidos por parte de su amado.
Para Xanxus esa vista era como el cielo, su amado era el cielo mismo pero también el infierno, ese cuerpo que tentaba a cualquiera que lo viera pero era sólo suyo.
El más alto se puso de pie, alzó su mano y le dio una nalgada a su prometido oyendo un grito que parecía más bien un gemido.
—Xan...ahhhh!!!
El azabache le seguía pegándo varias nalgadas fuertes pero se estaba conteniendo para no hacerle daño a su ángel.
Sus labios fueron a dar en el cuello del castaño mientras su mano libre acariciaba esos pezones que tanto le gustaba morder.
Tsuna ya estaba desnudo gimiendo mientras sentía esas manos grandes en su cuerpo pero se alejó del calor, se dio la vuelta y mordió suave la barbilla del ojorojo.
Sus manos canela fueron quitando a tirones la ropa del otro oyendo las carcajadas pero murieron cuando apretó el gran bulto que sobresalia del otro.
—Tsunayoshi.
Gruño viendo la sonrisa angelical que se tenía pero sabía muy bien que lo estaba provocando.
—de estas no sales caminando.
Le agarró del brazo y lo avento a la cama para después posicionarse encima del menor y entrar en el de una sola estocada.
Se quedó quieto al piro ese grito de dolor y placer, no quería lastimarlo más de lo que seguro ya habían hecho.
—ya puedes moverte...
—pero
—Muévete.
Acató la orden dada por su jefe pero de forma despacio, disfrutando la estrechez y calidez del otro.
El décimo enredo sus manos y piernas en el cuerpo de su prometido sintiendo como llegaban más al fondo.
Los dos cuerpos se movían sin parar hasta que se vinieron al mismo tiempo.
Xanxus salió de esa entradita para después darle vuelta dejando el trasero en alto.
—creo que hoy no dormiremos verdad Xanxus.
—tu lo has dicho amor.
—más te vale que TU hagas el papeleo mañana, no podré sentarme en la silla.
—está bien.
Mordió cono cuidado esas suaves nalgas escuchando suspiros Paraná después acomodarse y entrar en el.
Toda la noche se la pasaron demostrando su amor, por dicha la habitación era contra ruido o sino nadie en mansión Vongola hiciera podido dormir en paz con los gritos por parte de su cielo.
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Al siguiente día Xanxus tuvo que cumplir y hacer todo el tedioso papeleo ya que había dejado por el momento inválido a su amado cielo.
Por supuesto que lo sacó de quicio y le dejó todo al tiburón y bombardero. Se dirigió a la habitación del décimo, entró y vio confundido al castaño.
—¿Que pasa Yoshi?
Se acercó rápido y noto que tenía una mano en el estómago.
—¿Te duele el estómago?
—Xanxus.....creo que estoy en cinta.