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Caminar de tu mano por Andy OFarril

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Notas del fanfic:

Luego de unos años ausente, comparto con ustedes este escrito que tanto me gustó. 

Basado en un original del autor "Charly D". Cuento con su permiso para esta adaptación. Él poseé todos los derechos, protegidos por Safe Creative.

Notas del capitulo:

Espero que les guste esta nueva aventura en la cual me embarco...

Advierto, al ser una adaptación, varios aspectos cambiarán, no vayan a creer que será la historia como copia y pega. 

 

Unos tenues rayos naranjas se colaban por la persiana de aquella silenciosa habitación. La alarma del despertador digital que estaba al lado, sobre el buró de madera, aun no sonaba y la persona que la activó la noche anterior ya tenía los ojos abiertos desde hacía rato. Faltaban unos minutos para las siete de la mañana, con algo de fastidio decidió abandonar la cálida y cómoda cama, bostezando durante unos segundos, se limpió los ojos con las palmas de las manos. Se debía duchar, vestir y peinar, ese día era el inicio del nuevo semestre en la universidad, y como ya era costumbre, no llegaría solo.

 

-¡Ren!- el grito de una mujer se escuchó desde afuera de la habitación

-¿Qué?- con un perezoso tono de voz el aludido contestó.

-Ya encendí el calentador, báñate pronto para que no se te haga tarde- contestando con un gruñido el chico terminó por levantarse de la cama. Con los cabellos revueltos y la pijama hecha un desastre tomó la toalla que estaba dentro de su closet y arrastrando los pies se encaminó a su tediosa tarea.

 

Luego de un buen rato, estaba frente a su espejo, trataba de alinear su húmedo cabello negro. Se miraba de arriba abajo, debía estar perfecto, había ocasiones en las que Renato, Ren, para sus más allegados, ponía mayor esfuerzo en su cuidado personal, esa mañana era una de esas veces….

-Hoy Álvaro pasa por mí- como desde hacía unos años el imaginar ese rostro varonil sonriéndole no pudo si no arrancarle un suspiro- ¡Mi amigo pasa por mí!- canturreó mientras pasaba el peine por sus hebras azabaches- ¡A quién engaño! No lo veo solo como amigo… claro que no… Estoy hasta las manitas por él- suspiró apesadumbrado,  lo tenía perfectamente claro, Álvaro, su mejor amigo, era el sujeto más heterosexual que había conocido, si se enterara de sus sentimientos muy probablemente lo tacharía de degenerado o le provocaría alguna bronca por confesárselo, por ello lo mejor que podía hacer, desde el día que descubrió estar enamorado de él, era mantenerse a raya, no deseaba arriesgar una bonita amistad por algo que sabía que no tenía esperanza alguna.

 

Terminada su labor, y un poco deprimido tomó una carpeta, la cual le serviría para tomar apuntes y la metió en su mochila, una de aquellas bolsas que se cruzan y que son lo suficientemente espaciosas como para una libreta y unos lapiceros. Al acercarse a su ventana, no pudo evitar asomarse, para su fortuna (o desgracia) Álvaro vivía en la casa de junto, la venta de la habitación de Ren quedaba casi frente a la de aquel amor platónico, muchas veces miraba por ese lugar para poder observarlo y sentirse conforme, estaba enamorado y le valía cuando menos unos minutos de contemplarlo para sentirse feliz, aunque su amigo ignorara que aquellos ojos marrón lo veían clandestinamente.

 

Bajó sonriente a la sala, su madre también comenzaba a arreglarse aunque ella para ir al trabajo, estaba allí.

-¿Y esa sonrisa gigantesca?- la mujer que vestía una enorme camiseta de algodón y con el cabello hecho una maraña, sostenía una taza de café caliente.

-Pues hoy es inicio de clases, ya me había aburrido de estar sin hacer algo de provecho- ladeó la cara para seguir sonriendo.

-Ay hijo mío, yo te dije que buscaras un trabajo, pero eres tan flojo que preferiste dedicarte a dibujar y pintar todas las vacaciones- negó con la cabeza para luego tomar el líquido negruzco. Pronto un claxon se escuchó desde afuera, Álvaro ya lo esperaba.

-Te dejo má, ya me voy- se arregló la camiseta de manga corta que llevaba puesta y se dispuso a salir.

-¿Y mi beso qué?- por la emoción olvidó despedirse de su progenitora como todos los días.

-¡Ya! Lo siento, que tengas buen día- se acercó la besó en la mejilla y salió corriendo.

-Ay Ren- miró la puerta azotarse y suspiró cansinamente.

 

 

El chico sonreía al cerrar la reja de su casa, aquella que separaba la banqueta de la entrada principal. Iba a saludarlo pero desistió momentáneamente al verlo hablar por teléfono.

-Entonces ¿también entra a clases hoy?- Ren aprovechó para subirse al vehículo y ponerse el cinturón de seguridad- Va, salúdala de mi parte, al rato nos vemos- luego de esas palabras el joven hombre de cabello lacio y corto, peinado en una pequeña colita, y rapado de los lados, puso el celular en el tablero y volteó el rostro para saludar sonriente a su amigo.

 

-¡Como siempre! Llegaremos tarde porque el niño siempre quiere andar a las prisas- comentó en tono bromista el vecino.

-Discúlpame, pero yo no tengo la culpa de tener una íntima relación entre mi cama y mi cuerpo- sonrió respondiendo la broma- Además, me parece criminal tener clases a tan tempranas horas- soltó un bufido de fastidio.

-Ya sé, pero si no tomara las clases a estas horas no tendría el tiempo necesario para los entrenamientos- Álvaro era el capitán de la selección de futbol su facultad, y a los ojos del amigo enamorado, era el mejor jugador del mundo.

-Te voy a pedir de favor que no empieces a hablar de eso- Ren hizo una mueca de asco al terminar su frase.

-Me es más que sabido que odias el futbol, pero a mí me fascina, así que te aguantas, que yo también me aguanto cuando comienzas con tus cosas de Da Vinci, y ese que se cortó la oreja, además te aseguro que algún día, de seguir por el camino que voy seré un futbolista profesional- volvió a hacer esa sonrisa de lado que tango le gustaba, un gesto que era inconsciente para el otro, pero a Renato lo encantaba cada día más.

-Ya te he dicho que es Van Gogh, ahí se nota el interés que pones a lo que hablo- le recriminó- Otra cosa ¿Te crees que triunfarías como futbolista? Un gran porcentaje de ellos nunca llegan a un mundial- remató su idea.

-No lo sé, a lo mejor sea el mismo porcentaje de dibujantes y pintores que nunca tienen una exposición o reconocimiento global- y el otro sin remordimiento alguno se la devolvió.

-Ya está, tranquilo amigo, no te sulfures que no quiero que vuelvas a estrellar el auto en un ataque de ira- soltó la carcajada.

-Pues tu que empiezas a provocarme y enciendes el demonio que traigo dentro- suspiró para luego continuar hablando- En fin, olvídalo, hay algo más importante que pelear por mundiales o exposiciones… tengo que contarte algo- Ren notó como el futbolista apretó las manos en el volante, su semblante se notaba serio, aquel gesto que hacía únicamente cuando tenía que decir algo realmente importante o delicado, por tal motivo, el copiloto mantuvo la respiración unos segundos antes de poder tener el valor de responderle.

- Pues espero que hables, al final de cuentas puedo notar que es serio…- su corazón latió fuertemente, algo comenzaba a no agradarle.

 

 

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En otra parte, un municipio vecino, se encontraba la Universidad Privada de Cortés, una institución que tenía la fama y el prestigio de haber sido el Alma Máter de reconocidos políticos, investigadores y artistas. Iniciaba el nuevo ciclo, un par de muchachas llegaba a bordo de un auto color arena. De él descendió una mujer pelirroja de cabellos ondulados que le llegaban a la altura del codo, mientras del lado del piloto bajaba una discreta chica de cabellos marrones, gafas de armazón muy delgado y piel blanca.

 

-Muchas gracias por traerme, sin ti no hubiera sabido llegar amiga- la de cabellos rojos miraba la enorme institución mientras la otra sonreía complacida.

-No hay de qué, para eso estamos- contestó para luego admirar también el edificio, cercado por todos lados por una enorme barda, y la entrada resguardada por un amplió portón color azul y dos vigilantes que pedían el carnet de estudiante para permitir el acceso, le parecía un lugar agradable.

-Esta será mi nueva escuela, espero que aquí si me sienta cómoda, mira que en la otra no me sentía a gusto- comentó la muchacha sonriente.

-Pues a ver si logras adaptarte Jery, porque si continuas cambiando de escuelas dejarás en la ruina a tus padres y serás una eterna universitaria- comentó con un tono amistoso.

-Tranquila, yo creo que esta ya será la buena, porque eso de cambiar de carrera ya me hartó, que suerte tienes Mila, tu si elegiste lo que querías desde el principio. Por cierto, ¿Cómo vas con ya sabes quién?- preguntó con curiosidad a la de gafas, esta se sonrojó y miró sus pies.

-Pues… pues vamos bien, hasta el momento se ha portado como un caballero- se pasó un mechón de pelo detrás de la oreja- Considero que estamos por buen camino- su corazón se aceleró al recordar el rostro de aquel que la emocionaba.

-Pues cuando haya algo más me tendrás que contar ¡Ni se te ocurra dejarme sin la noticia, eh!- le advirtió mientras la abrazaba- ¿Quién diría que la tranquila y tímida Mila ya andaría en esas cosas? Ya hasta vas mejor que yo- se separó de su amiga.

-Ay no es cierto, que tu eres a la que nunca le faltan los pretendientes, dudo mucho que justo ahora estés soltera- la miró entrecerrando los ojos.

-Pues la verdad es que…- se acercó al oído de la chica para decirle algo en secreto, Mila prestó atención- Es que ya me voy a clases- sonriendo se alejó y se despidió con la mano- ¡Te portas bien y me cuentas avances! Te mando mensaje al rato- dicho eso último, la joven se acercó a la entrada y presentando su documento ingresó dejando una curiosa amiga suya.

 

 

 

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Ren y Álvaro ya casi llegaban a la facultad en la cual estudiaban, la noticia que debía contarle el futbolista  estaba perturbando demasiado al amigo enamorado. Deseaba que la noticia fuera que por fin se dio cuenta de sus sentimientos y que le ofrecía vivir un amor de ensueño y lleno de aventuras tomados de la mano, esa era la ensoñación ideal de Renato. Pero algo en su interior le advertía que aquello no pasaría.

 

-Hoy será un día especial, por fin le pediré a Milagros que sea mi novia- el joven que manejaba dejó de ver al frente por un momento para ver la cara de su mejor amigo. El que iba escuchando sintió como si su corazón se partiera de cientos de pedazos, una vez más su intuición no lo engañó, ya sabía que no iba a suceder lo que imaginaba.

-Vaya- el dibujante mencionó en un tono plano- si es la misma que conozco me parece que…- hizo una pausa, pues la voz se le cortaría si continuaba hablando- hacen una magnífica pareja- conteniendo las lágrimas para no delatarse expresó aquellas palabras que tan amargas le sabían. En ese preciso momento quiso salir huyendo del coche y gritar como loco su frustración y desamor. Desde hacía seis años se conocían, en ese tiempo él había estado presente en cada uno de sus romances, tantas veces envidiando a esas mujeres con las cuales Álvaro salía, las detestaba e infinidad de ocasiones hubiera querido estar en los zapatos de aquellas que consideraba sus rivales para sentir lo que era un abrazo protector, un beso o una caricia de aquellos soñados masculinos brazos, por ello su gran frustración… ese sueño jamás se haría realidad.

-¿Es neta? ¿Solo eso me vas a decir?- la actitud retraída de Ren le pareció extraña.

-No- dijo en un tono casi inaudible- ¡No! ¡Cómo crees! Tu dime qué hacemos ¿Le llevamos flores, una serenata, o qué?- batallaba enormemente para que su voz no denotara el dolor que experimentaba en esos momentos, él mejor que nadie sabía lo que era ver a la persona que amabas feliz, aunque no fuera con él.

 -En verdad, es genial que seamos amigos, eres el único a quien le puedo contar estas cosas, a los aborígenes del equipo ni de broma se los diría…- un suspiro, muy propio de alguien enamorado fue exhalado de sus labios- Realmente Milagros me gusta para una relación seria, no para cogérmela una noche y mandarla a volar, en verdad la quiero a la buena- cada palabra que el otro decía era como encajarle un cuchillo en el corazón a Ren, el escuchar que su amor deseaba a otra persona lo lastimaba tremendamente.

-Pues ya sabes, en lo que necesites, cuentas conmigo- se limpió discretamente la gota que comenzaba a salir de su ojo derecho. El resto del camino, que no fue mucho, fue de absoluto silencio, había sido demasiada información y demasiado temprano, como para querer saber más.

 

Llegaron al espacio que la escuela destinaba a los vehículos de los estudiantes. Ninguno de los dos habló, por ello era evidente un ambiente de tensión entre ambos…

-¿Te pasa algo Renato? Te has quedado extraño desde hace un rato- el futbolista se dedicó a verlo mientras fruncía el ceño.

-No, descuida, es que… no nada- el cuestionado no podía decir la verdad, no podía decirle que le había roto nuevamente el corazón, como otras tantas veces.

-No seas embustero, te conozco y algo te pasa- lo escudriñaba con aquellos ojos que tanto le encantaban pero que menos necesitaba en ese instante.

-Ya, déjame en paz- sonrió fingiendo compostura- se hace tarde para nuestra primera clase y ya me dieron ganas de ir al baño, adelántate que yo te alcanzo- Álvaro lo miró con incredulidad, pero  sabiendo que era verdad lo de la clase, accedió  a obedecer.

-De acuerdo, pero no tardes, tengo entendido que el maestro que nos tocó es de esos retrógradas que si llegas un minuto tarde te deja afuera- asintió y comenzó su andar rumbo al aula que le correspondía.

Cuando notó que el otro desapareció de su campo visual giró sobre sus talones y sin poder resistir mas ese impulso de desaparecer, salió de la escuela y corrió a toda prisa, huyendo de su dolor, de su tormentoso amor.

-Ya debo dejar esas estúpidas cursilerías de lado, sé que nunca sucederá, es más hoy le declarará su amor a una mujer, una chica linda, educada, tierna y muy bonita, por supuesto que yo a su lado no soy nada- se decía mientras corría sin detenerse, de vez en vez limpiaba el rio de lágrimas que emanaba de sus ojos.

 

No supo cuánto tiempo pasó, ni cómo llegó, pero cuando Renato reaccionó se encontraba en el popular y conocido parque Central de la ciudad, ese donde por las tardes las parejas se juntaban para caminar, para besarse o para inmortalizar sus nombres en el tronco de algún árbol de Haya, los que más abundaban en el sitio.  Le sorprendió estar bastante lejos de la escuela, sentía los ojos arder. Pronto la respiración comenzó a fallarle, poniendo sus manos en las rodillas, batalló para poder recuperar el aire, no acostumbraba a correr y menos con los sentimientos tan a flor de piel.

-Te deseo lo mejor, en verdad quiero que sea feliz,  aunque yo sienta que el alma se me sale del cuerpo, ojalá y Mila sí sepa apreciar al hombre que le regalará su corazón- jadeante volvió a sentir las lágrimas salir de sus orbes, dolía, incluso más que aquella vez en la que su amigo le contó que había tenido su primera experiencia sexual con aquella chica del colegio.

 

Tratando de sobre llevar su dolor y controlar su respiración se quedó quieto, en la posición en la que estaba desde hacía unos minutos. Fue en ese momento que sintió su móvil vibrar, imaginaba de quién era la llamada, en un arranque masoquista sacó el aparato de su bolsillo y efectivamente, era quien pensaba, la pantalla decía: Alva <3. Haciendo uso de la poca fuerza que le quedaba decidió no contestar. Ignoró la llamada, en cuanto cesó la alerta vibratoria vio que ya era la octava llamada perdida.

-Si tan solo me quisieras como yo quiero…- se dijo se encogió nuevamente, sabía que aquello no sería posible, un heterosexual siéndolo realmente nunca se fijaría en un gay, es decir no tenía esperanza alguna.

 

Se mantuvo agachado recargándose de sus rodillas, mientras recordaba su desastrosa vida amorosa, cuando veía a esas parejitas que caminaban por las calles tomadas de la mano, sonriendo y siendo felices, envidiándolas por querer tener algo similar y nunca poder alcanzarlo, hasta entonces no había tenido pareja, nunca se había animado puesto que no compartía con aquellos amores platónicos el mismo sentimiento. Como si fuera una maldición, antes de Álvaro se había enamorado únicamente de chicos de hetero, era como un patrón a seguir; evidentemente nunca se confesaba, y cada vez que descubría que ellos andaban detrás de una chica o ya alguna de ellas ya había atrapado al que quería, lloraba por la rabia de haber depositado su amor en alguien equivocado. Sin embargo, con el futbolista la situación era más delicada, pues entre ellos si había una relación, y de varios años, aunque no de la manera que deseaba, se había enamorado sin saber cómo, Álvaro se fue metiendo en su muy lastimado corazón a tal grado que ya no lo podía sacar de ese lugar que cruelmente invadió.

Renato se incorporó dispuesto a seguir huyendo como lo había hecho cuando sin saber de dónde sintió un brutal golpe en la cara que lo tiró consiguiendo que se golpeara en el filo de una banca perdiendo el conocimiento.

 

-¡Ay no!- un joven con vestimenta de futbol y el cabello cubierto por una gorra corrió donde el chico tirado- ¡Hey! ¡Amigo! No seas gacho, despierta…- miraba al otro inconsciente y le preocupaba que la situación se tornara complicada. Al cabo de unos minutos el herido comenzó a mover la cabeza, al recuperar la vista, Ren miró una preciosa sonrisa combinada con un gesto de preocupación…

-¿Te encuentras bien?- un chico desconocido con gorra lo sostenía entre sus brazos.

-No… no lo sé- aún estaba confundido

-Perdón por el pelotazo, no te vi, en verdad, oye… no te duermas- lo último que vio el agredido fue esa sonrisa, aquella gesticulación que tan parecida era a la de su amado Álvaro, cerró los ojos deseando que aquella sonrisa no desapareciera

-Muy probablemente también eres heterosexual con una novia bonita…- fue lo último que pensó antes de volver a desmayarse.

 

 

 

CONTINUARÁ...


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