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La Bandida por porfavorviolameShizuma

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Notas del capitulo:

La Bandida Capitulo 3


Hermandad

La Bandida Capitulo 3

Hermandad

 

SHIZUMA

No iba a seguir discutiendo con mi hermana y menos le iba a prestar atención a sus condiciones. No iba a permitir que Chitaru se le acercara y lo haría a mí modo.

Pasado el fin de semana regresamos a clase. Kaori se comportó demasiada coqueta durante la misma, tanto que en tres ocasiones lo volvimos a hacer en el laboratorio, mientras que con Chitaru las cosas fueron diferentes, pues desde el inicio de semana le deje las cosas en claro. Una vez finalizo la clase del lunes y estuvimos a las afueras del colegio, me le acerque sigilosamente y con ambas manos tome con fuerza el cuello de su camisa, acercándola a mi rostro.

-Te prohíbo que te le acerques a mi hermana- le hable en un susurro amenazador

-tu no me puedes prohibir nada y menos que vea a Kirigaya- me contesto con una mirada desafiante -no te tengo miedo-

-pues deberías- le dije empujándola con fuerza hacia atrás

Chitaru se repuso de inmediato adoptando una posición de pelea.

-es una advertencia-le dije ignorando su postura y me marché.

 

Y así pasaron los días, parecía que mi amenaza había surtido efecto, sin embargo, el fin de semana seria testigo de que no era así. Como cada domingo madrugábamos a la iglesia, pues estaba convencida de que ¨el que peca y reza, empata¨. Luego regresábamos a casa para pasar algún tiempo juntas, terminar algunos de nuestros quehaceres y en la tarde me escabullía a recorrer la ciudad para cazar algunas víctimas. Los fines de semana por ser planes familiares, garantizaba que los padres tuviesen suficiente efectivo en sus bolsillos, añadiendo que si vez a tu hijo siendo amenazado por un desconocido y que este se encuentre armando será más fácil acceder a las peticiones del villano.

Llevaba varios días en los que había pensado en aquella estrategia y otros más en llevarla a cabo. Lo cierto era que los fines de semana eran muy productivos, además que para esos días contaba con la ayuda de otro delincuente motorizado que me apoyaba en mis fechorías, él era un sicario. Del botín del día me pedía solo un pequeño porcentaje, pues aparte de conocer mi situación, decía que me admiraba y que él ya tenía una forma de ganarse la vida, por consiguiente el que le permitiera acompañarme le permitía aprender otras tácticas. Nos conocimos varios meses después de que Levi se fue, él es uno de los guardaespaldas de Homero, quien es el mayor expendedor de drogas de la ciudad y con la mejor calidad de marihuana.

Recuerdo que iba al centro de la ciudad a comprar sustancias psicoactivas para vender, quería eliminar intermediarios y dar directamente con el productor. Sabia donde se hallaba Homero, pero también comprendía que era el más custodiado. Con cuidado me fui mezclando entre la multitud de vendedores y consumidores que conformaban la zona de tolerancia de la ciudad, poco a poco fui recogiendo información de  su ubicación, pero antes de que pudiese llegar uno de sus subordinados se percató de mi búsqueda y aviso a sus guardaespaldas. En cuestión de segundos un tipo flaco, alto me agarro el brazo derecho llevándomelo a la espalda para luego apuntar su pistola sobre mi cabeza

-que quieres-

Sabía que si ponía resistencia la bala de aquella arma podía terminar en mi cabeza, por tanto alce mi mano libre en señal de desarme -solo vengo a comprar krispi-

-no tiene cara de jibara, ni consumidora, acaso eres policía- me dijo mientras me empujaba contra la pared.

-no lo soy, y si soy jibara, solo quiero lo mejor para vender y la de homero es la mejor- le dije con vos de dolor, pues con su flaco físico tenía mucha fuerza.

-ya veremos si es verdad-

Sin cambiar el lugar de mi brazo me condujo a la fuerza hacia lo que imagine seria a guarida de Homero, aunque muchos vieron lo que estaba sucediendo, todos lo ignoraron, sabían quien era y también que era mejor no atravesarse en su camino. Llegamos a una casa de aspecto muy viejo daba la impresión que pronto se vendría abajo. Al ingresar estaba repleta de consumidores en su mayoría chicos jóvenes. Con facilidad mi captor se abrió paso entre al gentío y pasamos a otra habitación, luego a otro cuarto custodiado por varios hombres quienes al verlo se apartaron permitiéndonos el acceso a otra puerta que conectaba con unas escaleras y nos permitían bajar a un túnel subterráneo. El olor a humedad era impresionante. El túnel no era más de dos metros de ancho pero era lo suficiente para los que habitaban dentro de él. Tenía el aspecto de una mercado chino a cada lado del túnel habían tiendas muy pequeñas, donde se vendía todo lo referente a armamentos, otros donde encontrabas narcóticos, algunos tenían personas atadas, mientras conversaban con otras tratando de hacer negocios con ellas.

Así como en la calle, en este lugar todos ignoraban que aquel hombre me continuaba amenazando con su arma. Seguimos caminando hasta toparnos con un tipo que se hallaba tirado en el piso, una mancha roja ocultaba su rostro al igual que ensuciaba su pecho.

-Así terminaras si descubro que me has metido- me dijo mi captor

Dios, pero en qué lugar había venido a parar?  Desde el mismo momento en que me había obligado a venir con él, mis nervios estaban de punta y más por todo lo que veía a mí alrededor. Temblaba por dentro, pero no podía demostrarle a aquel hombre mi miedo, pasara lo que pasara no podía comportarme como una cobarde, por más retorcida que fuera esta situación mi vida estaba en juego y aquí la fuerza no iba a servir de nada, lo único que funcionaria seria mi fuerza mental. Por fin llegamos al final del túnel conocido como la "z" y como un lugar prohibido, donde absolutamente nadie puede ingresar sin autorización. Dos hombres armados custodiaban una puerta, como los anteriores estos hicieron lo mismo, sin preguntas se dedicaron a abrirla y dejarnos seguir. Esto parecía otro lugar. Una habitación mucho más grande, quizás como la sala de una casa, pero en esta habían dos mesas largas. En una tenían instrumentos de laboratorio y en otra había gran cantidad de polvo blanco, el cual era empacado por 4 personas, algunos en bolsas grandes y otras más pequeñas. También en un extremo de la mesa había una torre de pastillas que tenían la imagen de Homero impresa en las mismas. Las personas que trabajan en aquel lugar ni se percataron de nuestra presencia, proseguimos caminando hasta la siguiente habitación, a mi parecer era igual de grande que la anterior. En esta habían varias mesas todas con instrumentos de laboratorio. Un hombre de edad, calvo, gordo y vestido con una bata blanca conversaba con una mujer quizás de cuarenta años, vestida de la misma forma.

-A que debo tu visita, y esta hermosa dama ¿quién es?-

-Solo alguien que quiere comprar directamente su mercancía-

-Ah ya veo- respondió el anciano acercándose a mí y tomando mi mentón entre sus manos -valla que eres una chica muy arriesgada, eres consciente que quizás no vuelvas a salir de aquí-

-Sí, lose- le conteste con voz firme aunque mi cuerpo era un caos por dentro.

-Ya la puedes soltar- le ordeno el anciano a mi captor. -Si quieres comprar primero debes probar, sino como sabrás que es buena mercancía-

Mi captor coloco una silla en el centro del lugar, en la cual me obligaron a sentar -vamos a ver si no eres un policía- susurro

Empezaron a pasarme distintos narcóticos los cuales tenía que organizar para ser consumidos. Al final me dijeron que eligiera uno. Obviamente elegí un porro. Me ordenaron encenderlo, por Dios que sensación tan exquisita. El humo era muy suave, pero te atrapaba con gran rapidez. Con solo aspirarlo dos veces sentí mi cabeza englobada. Mi cuerpo se relajó rápidamente volviéndose más liviano. Mis sentidos se volvieron más sensibles captando más sonidos, olores y aunque me daba ganas de aspirar nuevamente no debía hacerlo y menos por la situación en la que me encontraba.

-Verdad que esta buena- aseguro el hombre de edad

-bastante buena- le dije con una sonrisa en los labios efecto de aquel narcótico

-bueno, parece que eres de los nuestros. Encárgate de ella- le ordeno a mi captor, luego nos dio la espalda y continúo conversando con la mujer que había en el lugar.

Mi captor me arrebato el porro que tenía entre los dedos, lo llevo a su boca y me levanto con fuerza, mi cuerpo reacciono a la defensiva

-¿Ahora que iba a hacer conmigo?- pensé

La sensación de pánico que había estado controlando se desbordo por completo. El solo hecho de verme al borde de la muerte hizo que mi cuerpo reaccionara a la defensiva, mientras me levantaba de la silla lleve mi mano libre hacia el muslo, alcanzando el frio metal de la navaja que llevaba escondida. La empuñe con fuerza y en un movimiento ágil lo empuje hacia la pared y coloque el puñal en su cuello. Vi como sus ojos se abrieron ante la sorpresa. Seguidamente un fuerte golpe me hizo perder el sentido.

No sé cuánto tiempo había pasado desde que desperté, solo sé que estaba sobre una cama y muy cómoda, lo primero que hice fue revisar mi cuerpo, mi ropa parecía estar en orden. Posteriormente me toque la cabeza y fue cuando palpe una venda que cubría lo que parecía un golpe. Recordé lo último que paso. Sin embargo, dudada del lugar en el que me encontraba, por tanto, sigilosamente me levante y camine hasta la puerta, antes de poder alcanzarla esta se abrió.

-Valla que eres impredecible. Parece que el porro te dio mucha energía. Espero que no tengas por ahí otro puñal guardado-

- ¿Dónde estoy? - le pregunte mirándolo a él y luego hacia la puerta

Julio, como recordé que le habían llamado antes de perder el conocimiento atravesó la habitación y se sentó sobre la cama

-estamos en mi habitación, esta es la casa de homero, aquí vivimos sus hombres de confianza, el hecho de que estés aquí es porque eres uno de los nuestros- se puso en pie y se acercó a una mesa donde se hallaba un retrato, lo tomo entre sus manos y volvió a mirarme. A pesar de que la puerta estaba abierta decidí no huir, sino que preferí seguirlo con la miraba, el que saliera de esta habitación me garantizaba la libertad, pero el que no contara con un arma para defenderme y no saber que podía encontrar más allá de este umbral me obligaba a quedarme donde estaba.

-Para los que estamos metidos en este negocio sabemos que la familia es lo más importante. Para mi es Homero y para ti es tu hermana-

¿Mi hermana? ¿Cómo sabía que tenía una? Me sorprendí cuando lo dijo

-No te sorprendas, como te dije aquí nos cuidamos mucho, te he visto muchas veces por acá, así que te investigue, puede que no sepa todo sobre ti, pero si muchas cosas con las cuales te puedo hacerte daño, por tanto solo quería asegurarme que no eres una amenaza, desde hace algunos años muchos policías se han infiltrado en este mundo, la mayoría queriendo capturar a Homero, por ello me aseguro de seguir a quienes merodean este lugar-

-Y bueno, ¿qué has descubierto?, ¿que soy policía?- le dije mirándolo de la manera más frívola que sentía

-claro que no- se burló –como Homero lo dijo, eres de los nuestros, te daré lo que viniste a buscar, vamos- me dijo poniéndose en pie y caminando hacia la puerta.

Mientras salíamos de la habitación me explico el cómo habíamos llegado a aquel lugar, me dijo que esta era la casa de Homero. Por el túnel que habíamos ingresado era el principal y este conectaba con varios, por los que habían rutas para escapar en caso de que las fuerza policial llegara a este punto. Todos daban con diferentes viviendas que cuentan con un estricto sistema de seguridad que se activa una vez los capos estén fuera de los túneles, dándoles tiempo suficiente para huir.

Tras aquel fatídico día cumplí con mi objetivo y también sume un nuevo aliado, pues con el paso de los días Julio y yo nos hicimos buenos amigos y nuevos cómplices en nuestras fechorías.

Dejando esa historia atrás, al final de cada domingo regresaba a mi casa feliz y con el botín dentro mis bolsillos, sin embargo ese fin de semana como lo reitere anteriormente la sorpresa que me llevaría me partiría el corazón. Mientras introducía la llave dentro del cerrojo de la puerta de mi hogar, un vehículo lujoso, de alguna marca que para mí no tenía importancia parqueo frente a mi casa haciendo que acaparara toda mi atención. La puerta del piloto se abrió y un tipo bien vestido rápidamente se bajó y abrió la puerta de los acompañantes, para una mayor sorpresa Chitaru fue quien descendió del vehículo, como todo un caballero extendió su mano y seguidamente mi hermana fue descendiendo del mismo. Sínicamente ambas sonrieron, cruzaron sus miradas con la mía y caminaron hasta la entrada de la casa donde yo me encontraba. Las ignore por algunos segundos mientras giraba la lleve y abría la puerta dejándola abierta. Cuando mi hermana se acercó a mí, la tome con fuerza metiéndola a la casa y cerrando la puerta con llave. Sin dejar reaccionar a Chitaru me abalance sobre ella propinándole un golpe en su rostro y otro en su abdomen

-te dije que no te metieras con mi hermana- le grite con furia

Su conductor se acercó para auxiliarla, por lo cual yo adopte una postura de combate en caso de que aquel hombre buscara revancha.

 

KIRIGAYA

 

Desde la ventana y la con la impotencia que me consumía veía como mi hermana golpeaba a Chitaru, aunque varias veces intente abrir la puerta fue en vano porque sabía que mi hermana había dejado la llave dentro del cerrojo y por tanto al introducir desde adentro la mía para quitar el seguro esta quedaba bloqueada, lo único que podía hacer era golpear con fuerza el vidrio de la ventana casi a punto de reventarlo. Esto parecía una pesadilla, no podía creer que mi hermana fuera capaz de tanto. De pronto los recuerdos del pasado inundaron mi mente, me traslade a ese instante en que aquel demonio le arrebataba la vida a mi madre.

 

SHIZUMA

 

El conductor ayudo a Chitaru a ponerse en pie, mientras esperaba su reacción de reojo vi que mi hermana dejaba de golpear la ventana, se me hizo raro pero solo se me ocurrió pensar en que se le había acabado su pataleta. Chitaru se puso completamente en pie, se toco con su mano la comisura del labio de la cual brotaba aun sangre por el fuerte impacto de mi muñeca. Por cuestión de segundos fijo su mirada en el vidrio, quizás para ver una última vez a mi hermana pero sus ojos se abrieron horrorizados

-Kirigaya- fue lo único que pronuncio golpeando la ventana y caminando hacia la puerta

Un escalofrió recorrió mi columna vertical, algo le había pasado a mi hermana, en dos zancadas me puse delante de Chitaru, le empuje y abrí la puerta. MI hermana yacía tirada en el suelo. Me arrodille junto a ella, tome su rostro entre mis manos, dándole algunos golpecitos en sus mejillas para que reaccionara, pero nada

-hay que llevarla al hospital- me grito Chitaru verificando que respirara

-Esto es culpa tuya, te dije que te mantuvieras alejada de ella- le bramé con mi garanta ahogada en llanto

-cúlpame después de que la llevemos al hospital y se recupere. Dame espacio para levantarla y llevarla al vehículo- Respondió Chitaru

-eso lo puedo hacer yo- tome a mi hermana entre mis brazos, llevándola hasta el vehículo de Chitaru que ya se hallaba encendido y con ella esperándonos con la puerta de los pasajeros abierta. Acosté a mi hermana en el asiente trasero para luego acomodar su cabeza en mis piernas, Chitaru que iba en el asiento del copiloto me paso un pañuelo mojado en alcohol, el cual coloque sobre la nariz de Kirigaya haciéndola reaccionar.

(Lenguaje de señas)

-¿cómo te sientes?- le pregunto Chitaru

-me duele la cabeza- contesto Kirigaya

-no te toques, vamos al hospital a que te revisen- le dije para luego acomodar con ternura su mano sobre su regazo.

-¿Qué me paso? ¿Me caí?- me pregunto

Chitaru guardo silencio esperando que yo fuse quien contestara aquella pregunta

-solo te desmayaste, pero pronto te vera el doctor-

Una vez ingresamos al hospital Chitaru se encargó del papeleo y de que le atendieran rápidamente, un doctor le examinaba en un consultorio mientras ambas junto con su conductor esperábamos

-Kirigaya no puede tener emociones fuertes, desde el día en que murió nuestra madre su sistema nervioso se altera con facilidad- le explique a Chitaru sin que me lo preguntara. -Te lo voy a decir una última vez, aléjate de mi hermana, si me hubieses hecho caso esto no estaría pasando. Además, ya te puedes ir, no te necesitamos- le advertí.

-me niego rotundamente a obedecerte, puedes ser su hermana mayor y todo lo que quieras, pero no lo hare, a menos que sea ella misma quien me lo pida. No te voy a repetir que no le voy a hace daño, porque igual no lo entiendes, y tampoco volveré a permitir que me pongas una mano encima- me respondió con tal seguridad que en todo momento me hizo frente con sus rojos ojos.

Cuando estaba a punto de encararla apareció el médico. -Señoritas, la paciente se encuentra estable, parece que solo es un episodio de estrés, aun con la caída que sufrió solo tuvo contusiones leves, le recetare algunos analgésicos y daré la orden de salida, pueden pasar a verla- y antes de terminar aquellas palabras ya había tomado la delantera para ingresar al consultorio.

Lenguaje de señas

-hola, ¿Cómo estás? -

-Bien, ya recuerdo todo-

Palidecí, el rostro de mi hermana se tornó frio y serio

-No tienes derecho de lastimar a Chitaru, no puedes obligarme a no verla. Siempre te he admirado y respetado-

-pero ella es diferente a nosotras, quiero evitar que te lastimen- le conteste

-eso es la vida, no puedes evitar que viva y si me lastiman hace parte de mi crecimiento-

-Entonces vas a ignorar mis enseñanzas, muy bien entonces quédate con tu Chitaru- le grite.

 

KIRIGAYA

 

Completamente ofuscada mi hermana salió de la habitación. No podía entender porque odiaba tanto a Chitaru ¿Solo porque tenía dinero?, pero eso no eran razones suficientes para odiarla. No todas las personas son iguales. Pero sus rabietas no iban a cambiar mis sentimientos por Chitaru y tampoco pensaba en dejarle.

No pasaron más de algunos segundos cuando la puerta de la habitación se abrió. Unos cabellos rojos junto con un par de ojos del mismo color se asomaron con cautela.

Le sonreí en señal de que podía ingresar.

(Lenguaje de señas)

-¿Cómo estás?

-Bien, mucho mejor, pero ven, acércate-

Chitaru ingreso y se detuvo a unos centímetros de la cama, al tenerla tan cerca pude ver que la comisura de sus labios evidenciaba un color rojo. Quise acariciar la piel que mi hermana con su rudeza había golpeado, y así lo hice con delicadeza deslicé mis dedos por su mejilla.

-No pasa nada, estoy bien- leí en sus labios.

Con ternura Chitaru tomo mi mano y planto un beso sobre ella.

-Entiendo a tu hermana, es lógico que quiera protegerte. Ella vivió un episodio de desamor con Kaori y creo que por ello piensa que el resto de personas que tenemos una posición social diferente somos iguales-

-lo sé, pero debe está equivocada. No puedo asegurar que tú seas diferente, pero si puedo ver en tus ojos y en el sonido de tus palabras que eres una persona sincera, sabes, las personas que tenemos alguna discapacidad desarrollamos mucho más el resto de nuestros sentidos, porque percibimos el mundo de formas muy diferentes. Por ello puedo leer los labios, aunque no pueda hablar, si puedo escuchar, ver, tocar, oler y muchas cosas más, por ello sé que no eres una persona mala, y es lo que me molesta que mi hermana no vea-

-me halagas, pero no te preocupes por ello, créeme que entiendo a tu hermana y poco a poco me iré ganado su confianza, la verdad- tomando mis manos, llevándolas a sus labios y depositando un beso en cada una de ellas -me interesas muchísimo, sé que ha pasado poco tiempo, pero es lo que siento-

Mi rostro ardía ante el contacto de mis manos con sus labios y ante aquella declaración

-Creo que es mejor que nos vallamos- le conteste deshaciendo el encanto del momento, lo cierto era que sentía muchas cosas por Chitaru, pero tenía miedo, era la primera mujer que acaparaba mi atención y prefería ir despacio. -

 

SHIZUMA

 

Estaba absorbiendo dando una última bocanada de humo al cigarrillo cuando mi hermana salió junto a Chitaru del hospital. Tire la colilla al piso para luego pisarla.

-Las llevare a su casa- dijo Chitaru.

A lo cual ni me opuse, no tenía sentido que lo siguiese haciendo y más cuando mi hermana me había dejado claro que la prefería a ella. Eso si no le quitaría los ojos de encima, pues tenía que asegurarme que lo que mi hermana veía en ella era cierto.

 

 

 

Con un nuevo lunes el trimestre empezó. La intensidad académica absorbió casi todo mi tiempo, y el poco que quedaba lo dedicaba a conseguir dinero. En muchas ocasiones los raptos que hacia el fin de semana no eran suficientes, por tanto, debía ejecutar algunos actos delictivos entre semana, en las noches. Además de continuar con la venta de estupefacientes los jueves, viernes y sábado. Sin embargo, con cada día que pasaba las autoridades hacían mayores allanamientos y capturas. Cada día una banda de traficantes o delincuentes era desarticulada. Era como si los mismos delincuentes se delatasen entre ellos, porque la efectividad de la policía para atraparlos era de un 90%. En varias ocasiones llegue a pensar que era Levy quien les daba información al respecto, pero en las pocas veces que hablábamos no me decía nada al respecto, solo que pronto terminaría de prestar servicio militar y que por su buen desempeño seguiría la carrera militar. Justo eso era lo que me hacía pensar en que él estaba cooperando con las autoridades. De estar en lo cierto esto me obligaría a cambiar de estrategia y buscar otras opciones de conseguir dinero.

Y en eso empecé a trabajar en algunas ideas, no quería quedarme varios años delinquiendo de la misma manera, necesitaba algo grande, una gran cantidad de dinero con la que pudiese sobrevivir mucho tiempo o por lo menos mientras me preparaba en la universidad y posteriormente ejercía. Además, si conseguía una buena cantidad de dinero podría hasta cambiar de ciudad y así evitar que mi hermana se encariñe con Chitaru.

Con un objetivo claro fui investigando cuales eran los sitios donde podría conseguir una buena suma de cantidad de dinero, con pocos golpes y sobre todo donde no estuviese demasiado expuesta a ser atrapada, aunque entre más dinero se manejara el peligro seria mayor. Así que cada noche dedicaba algunas horas para meditar al respecto. Y en medio de todas mis ocupaciones el tiempo paso volando, llegaron las tan esperadas vacaciones de mitad de año, un tiempo que dedicaría a pulir mi nueva estrategia. Tras meditarlo muchas veces y debatir entre asaltar un banco, una joyería o un cajero, me decidí por este último, pues los riesgos eran menores, no requería mayores cómplices ni me vería expuesta a que me atrapasen con facilidad. Sin embargo esta opción requería la compra de tecnología, que solo se podía adquirir en el mercado negro y que era bastante costosa. Por tanto las tan anheladas vacaciones implicarían mucho trabajo.

 

KAORI

 

Lo peor de las vacaciones era que me iría donde mi padre al extranjero y no vería a Shizuma por algunas semanas, aunque ella aun no me perdonaba eso no era impedimento para que lo hiciéramos varias veces a la semana no solo en el laboratorio sino en otras partes del colegio. Tengo que admitir que aunque me encantaba lo que hacíamos, también me dolía porque para ella solo me convertí en su juguete, mientras que a mi cada vez me gustaba mucho más. La odiaba pero también la amaba, ya no gustaba de otras mujeres, solo quería estar con ella, pero esa marginal conmigo no. Sin embargo puede que aquellas vacaciones me ayudaran a ser yo misma.

Notas finales:

Continuara...

 

 

Gracias por leer :)


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