Narra YoonGi.
Por extrañas razones había sentido el temor de poder perder a JiMin por ese estúpido guardia, pero al menos agradecía mi magnifica puntería para darle esos dos disparos en la cabeza.
El cuerpo del desconocido cayó a un lado, manchando el suelo con un charco de sangre que salía de su cabeza. Y sí, admiré mi obra maestra; dos hoyos sin salida o eso suponía yo, estaban perfectamente situados arriba de una de las cejas.
Pero un grito de horror, un aullido agudo, ahogado, me sacó de mis pensamientos. Miré al dueño del sonido, y me agaché en cuclillas. Mi mano se alzó por inercia, tocando la suavidad de aquél cabello sintiendo como si esa textura yo la conociera, de alguna forma, ese rostro... era bastante conocido para mí.
—Hey cariño, ¿estás bien?— Murmuré tratando de sonar pacífico, calmado, tratando de no alterarlo. Él no respondió, tan solo se apegó a mi cuerpo como si yo pudiera protegerlo de todos sus males. Como si yo... fuera el bueno aquí.
Cuán equivocado está...
Sí, lamentablemente está demasiado equivocado, él no sabe que yo soy el malo.
—JiMinnie...— ¿JiMinnie Min? ¿Es en serio? ¿A qué se debe aquél apodo tan absurdo?
Como era de costumbre, ignoré a la voz, de alguna forma sentía que si la ignoraba sería mucho más seguro para JiMin el que yo no hablara con ella. Me costaba hacerlo, me costaba tratar de fingir que esa voz no estaba ahí.
Mi mano continuaba moviéndose por su delicada cabellera, él temblaba, de miedo, de terror... y se refugiaba en mí como un gatito. Su calor me abraza, me volvía loco y su olor... su exquisito olor penetró mis fosas como una maldita droga. Le alcé el rostro, lo miré, admiré sus rasgos finos... y una fuerte corriente atravesó mi espalda.
Quería dañarlo, quería quebrar cada pequeño hueso, quería verlo llorar, suplicar...
Quieres matarlo...
¡Sí!
Quieres que te suplique, ver sus ojos llenos de dolor.
Quiero... quiero...
¡Quieres hacerlo gritar! ¡Convertirlo en un muñeco sin vida!
¡Quiero que grite! ¡Que llore! ¡Que suplique!
Hazlo... él te dañará Min, él te matará, no debes confiar en él. Él en verdad solo quiere que te pudras aquí, ¡quiere que nos quedemos aquí por siempre!
¡No! ¡Nadie me tendrá aquí!
—¡Nadie! ¡Nadie!— Grité con la suficiente fuerza como para asustar al médico, sus ojos de cachorro me miraron, pero ya no causaban nada... solo quería enterrar mi uña en aquellos ojos que me miraban con adoración.
Mi mano aterrizó con fuerza en su mejilla, sintiéndome glorioso al oír su voz quejarse totalmente asustado. Lo tomé del cuello apretando mis dedos en aquel nervio que hacía retorcerse de dolor hasta al hombre más fuerte.
El crujido de su cuello se escuchó como una rama siendo pisada, pero no lo suficiente como para declararlo muerto. Aterricé mi mano libre en aquél delicado cabello, y lo miré con adoración, besando sus labios con fuerza tirando con tanta fiereza su cabellera que cuándo lo solté algunos cabellos se quedaron en mi mano.
—¡Jodidamente nadie me retendrá aquí! ¡Maldita zorra! ¡¿Piensas que dándome tu asqueroso culo sentiré compasión?!— Otra fuerte bofetada había hecho resonar los pasillos, me reí, complacido de ver el dolor en su rostro, ver sus jodidas lágrimas caer, y no... ni se me apretaba el pecho de tan solo pensar que le hacía daño.
—Y-YoonGi... por... por favor...
Escúchalo Min... está... está suplicando por ti... que pares...
¡Pero no pararás maldito enfermo mental! ¡Dáñalo! ¡HAZ QUE LLORE CON GANAS JODIDA BESTIA!
Para Min ese fue el punto culmine de todo, como si algunos engranajes se hubieran jodido más en su cabeza, sonrió, moviendo la cabeza como si tuviese algún jodido tic que le hacía verse aún más espeluznante de lo que ya era. Se sonó los huesos del cuello y los nudillos, nuevamente le tomó del cabello, alzándolo desde ahí para pegarle en la mejilla, otra vez.
Lo arrastró, cerca de él, abrazándolo... besando su cuello, demostrándole pequeños afectos de amor cada vez que escuchaba un nuevo sollozo.
—Tranquilo... ya... ya pasó...— Murmuró, enredando sus dedos con delicadeza en su maltratado cabello. Sintió los brazos de JiMin rodearle, ocultándose en su pecho como si nuevamente él fuese su protector. YoonGi lo tranquiló, le besó los labios con ternura, con la añoranza plagada en sus acciones, el amor que sentía por el doctor lo transmitía entre cada movimiento de labios y lengua.
Las ropas entre ambos comenzaron a sobrar, el calor en el lugar dónde se hallaban se elevó. Sus bocas se movían una contra la otra, sus manos inquietas recorrían el cuerpo del otro y poco después, ya estaban jadeando.
YoonGi mantenía a JiMin con su pecho pegado a la pared, besaba sus hombros en un gesto de ternura situando su hombría en el centro de sus glúteos para después comenzar a empujar. Roces suaves, embestidas lentas, y gemidos agudos comenzaron a resonar.
El calor, la desesperación de hallarse el uno contra el otro era mucho más fuerte que cualquier otra señal.
La violencia había desaparecido para JiMin, sabía o al menos quería llegarse a creer que podía lidiar contra aquello.