Frío. Gélido. ¿Dónde estoy?, ¿por qué este lugar?, ¿por qué yo?. No sé por qué llegué a estas cuatro
horrendas paredes que cada vez se van haciendo más y más pequeñas. Quieren atraparme, aplastarme, igual
que ellos, igual que todos. Si de verdad alguna vez en mi libre, pero aún así corta vida, en aquello a lo que
suelen llamar hogar, si de verdad alguna vez me quisieron... ¿por qué no hicieron más? ¿por qué no defendieron
lo que era suyo? por qué. ¿Por qué no aguantaron vivos un poco más? por mí, no pudieron por mí. ¿Por qué?,
es obvio. Todo aquello que es cubierto por un halo de calidez, tal vez, de color rojizo... todo aquello que
suelen llamar, de nuevo, hogar, todo eso... está destinado a terminar de la más cruel de las maneras. Madre,
padre, ¿por qué no lucharon por mí?, ¿por qué se dejaron aplastar como un par de asquerosas cucarachas?...
tal vez... ¿eran un par de asquerosas cucarachas?. Frío... gélido... ¿dónde estoy?, soy... ¿yo?. Soy hielo.
Hielo incapaz de derretirse. ¿Por qué tengo que soportar esto?, ¿por qué no puedo ser cálido?, ¿por qué?...
Tal vez... tal vez lo sepa, tal vez lo sepa pero quiera negarlo. Fuisteis vosotros, vosotros no me dejásteis
ser cálido, no me enseñasteis a serlo, ¡no me dejasteis serlo! ¡maldición! ¡Por qué tengo que soportar esto
y aún así negar lo evidente! Por qué... Tal vez... lo mejor sería caer... caer... en la depravación. Tal vez
debería apreciar la belleza de lo miserable... así podría apreciarme a mí mismo. Nadie, nunca, nunca me miró
con amor, nadie nunca me miró a los ojos directamente para dedicarme palabras verdaderas. Nadie nunca...
*De repente, Judal empieza a sentir algo extraño acariciando su pálida espalda y su terso cabello. Se gira
extrañado, sintiéndose realmente raro pero, para nada desagradable, para finalmente ver un halo rojizo en la
lejanía*
¿Haku...ryuu? *murmuró confuso mientras creía ver la tenue figura de su predilecto candidato a rey del Imperio
Kou de espaldas. Entonces despertó, todo fue un sueño*
Judal, despierta, Kouen solicita tu presencia para unos asuntos importantes. -Dijo el joven príncipe mientras intentaba despertar al Magi-
Tch... ¿Qué haces Hakuryuu?, ¿te aburres mucho? déjame dormir un poco más anda, ve a conquistar un calabozo o algo y haz algo
de provecho -decía entre leves carcajadas mientras se daba la vuelta encima de los cojines sobre los que dormía- ... ...
-Hakuryuu clavó su mirada en la nuca del mayor en absoluto silencio-
... ... ... ¡AH, ESTÁ BIEN, YA VOY! -Rechistó Judal bajo la presión del menor mientras se ponía en pie- Pero a cambio luego
tienes que hacer unos juegos conmigo, si no me iré volando y que le den a Kouen.
¿Unos... juegos? -preguntó Hakyryuu extrañado y usando un tono
extrañado como si no confiase mucho en Judal-
Sí, unos juegos. Vamos chico, ¡me aburro como una ostra a diario en este palacio!, no hay nada divertido. Bueno, sí, estás tú para molestarte hasta que llores. -exclamó el mayor entre risas, queriendo así picar al menor buscando su enfado-
¡Oye, pero qué estás diciendo! agh... está bien, luego jugaremos a... lo que sea que quieras decir, pero ahora ve ante Kouen o de lo contrario las quejas irán hacia mí.
Bien, bien mi joven Hakuryuu, ¡no olvides nuestra promesa! -dijo sonriendo mientras empezaba a elevarse por los aires- O de lo contrario seré yo a quien tengas que temer de verdad... -dijo para sí mismo entre susurros, esbozando una leve sonrisa de satisfacción, mientras volaba hacia donde se econtraba Kouen-
Ahh... -suspiró Hakuryuu algo agotado, pero dibujanto otra pequeña sonrisa en su rostro mirando hacia el suelo- Bueno, aquí te espero.