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Gracias Diablo por Pocky Beagle

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Notas del capitulo:

¡Hola!!! Esto va dedicado a Watson de Facebook, creo que era Jhon C. Watson, quien me lo pidio, pero facebook ahora dice que no e usuario ¬¬ asi que no se.

Ojala que les guste :D Tendra dos partes. Es un cross entre Filth y Shame. Lo había ideado de otra forma, pero simplemente fluyó así, asi que quiza deba quedar así.

Enjoy!

PARTE I



Brandon aún recordaba la primera vez que paso todo. Bueno, no lo recordaba con exactitud, pero fue después de que su vida se fuera al diablo. Hay lecciones que no se aprenden, hay personas que nacen rotas. O quizá la vida los rompía. A él y a su hermana la vida los jodió mucho. Se consolaba pensando que ella ya estaba en paz, pero lo atormentaba la culpa. Estuvo tan pendiente del sexo que ni pensó en su hermana esa trágica noche, y cualquier ser razonante creería que luego de algo así su lascividad disminuiría pero... pero no. Sigue igual, sigue ahí, con mil veces más de culpa. El sexo se había vuelto un placer masoquista, porque le generaba bienestar corporal pero lo atormentaba en la mente. 

Se sentía enfermo, y por eso hacía cosas cada vez más enfermas. Necesitaba desesperadamente sentirse vivo, y eso sólo pasaba cuando algo lo hacía sentirse tan mal que le justificaba sentirse culpable por hacerlo. Oh, sí, era una linea de pensamiento muy compleja. Pero, basicamente, si había culpa quería que fuera por lo sucio y pervertido que era. Fue así como Bruce llegó a su vida.

Lo vio parado en una esquina, con sus pintas de prostituta elegante... pero no fue eso lo que llamó su atención, sino la barba. La barba hacía que todo se viera enfermo, que la ropa, el maquillaje, la peluca, adquirieran una apariencia extraña. ¿Qué hacía el hombre allí? Era una buena pregunta, pero en ese primer momento a Brandon no le interesó. Quizá había una historia detrás, porque esa no era la esquina donde se paraban las prostitutas, pero bueno, cada quien con su vida. 

En ese primer momento no dudó en acercare, lo abordó, y segundos después estaban comiéndose la boca como si no hubiera mañana. Brandon nunca antes había besado a alguien con barba, mucho menos a alguien que olía a exceso de colonia de mujer. El contacto era desesperado, urgido, típico de las personas que quieren olvidar. Él pensó hacerlo allí en la calle, pero la chica, Carole, insistió en que no. Cuando empezaron a caminar, pudo notar que la ¿mujer? estaba un poco de más ebria, o quizá no sabía caminar con tacones. Aunque eso no debía ser su problema. 

Llegaron a su casa sin soltarse la boca ni un momento, era un hambre desesperada que parecían compartir. Ni bien cruzaron la puerta, la ansiedad le ganó y prácticamente le arrancó el tapado, dejándolo caer al piso. El sostén debajo hizo que se detuviera un momento a contemplarlo, casi sin pensarlo apretó los prácticamente inexistentes pechos logrando que su compañero se erizara. Cuando aterrizaron en sus sabanas azules, él ya estaba con el torso desnudo. Se quitó los pantalones y se asombró un poco de la desesperada ansiedad con la que sus manos acariciaban ese par de piernas fornidas. Ni bien le arrancó la falda, lo puso de espalda. No estaba lo suficientemente ebrio como para hacerse cargo de que se estaba follando a un hombre. De espalda era más fácil, ese trasero era perfecto y esas piernas gruesas, también. Con el brasier y la peluca, cualquiera se hubiera confundido. 

Follaron con ganas, él por suerte tuvo la delicadeza de prepararlo, no estaba acostumbrado a eso y fue medio raro. El hombre, mujer, lo que sea... no dejaba de decirle que lo llamara “Carole”. Él no estaba acostumbrado a gemir el nombre de las personas, pero como la voz ajena sonaba desesperada, accedió. Además, era fácil no olvidarse ni confundirse de nombre, lo cual era su mayor temor, cuando el otro gemía constantemente “Dime Carole, dime Carole”. Le llamó la atención que cuando acabaron él hombre gimió “Carole te amo”, no sonaba del todo normal si ese era su nombre como dragqueen, pero cada quien con lo suyo. No lo pensó demasiado, segundos después había caído en la cama rendido, al borde del sueño. Ni siquiera sabía si su acompañante había terminado, él no pensaba acariciarle el miembro, era muy gay. Suponía que sí, de lo único que había sido consiente era de la forma en la que había alzado sus caderas, ofreciéndole siempre ese redondo trasero, como se arqueaba, como se había abierto las nalgas para recibirle.

Carole... Carole era una sucia pervertida. Y a él le encantaba.

No hubo culpas, por primera vez en mucho tiempo no hubo culpas. Al menos no de noche, pero al otro día sí. Fue muy raro haberse revolcado de lo lindo con Carole, y despertarse con Bruce. El hombre prácticamente lo empujó de la cama cuando despertó. Hubo gritos y lamentos y protestas, y Brandon confirmó que la noche anterior la mujer/hombre/lo que sea había estado muy ebria. Aparentemente estaba un poco más acostumbrado a esto que él, ya que se quejó de haberlo hecho “otra vez” y luego le solicitó ropa. 

Brandon le dio la que menos le gustaba, porque estaba seguro que no la volvería a ver. Estuvo en lo correcto, casi...

Casi era la palabra cable. A la semana se dio cuenta que estaba jodido, porque cada vez que tenía sexo, recordaba ese maldito trasero ofrecido para él, esas manos toscas con las uñas pintadas separando las nalgas para darle lugar, los gemidos roncos, la salvajedad, “Carole”, “Dime Carole”. Necesitaba follarse ese trasero otra vez. Pero para su mala suerte no lo encontró tan rápido como deseaba, tardó semanas. Incluso llegó a pensar que ya nunca lo haría, identificó su acento escoces ¿y si había vuelto a su hogar? 

Afortunadamente halló en un lugar cercano a la ultima vez, traía un vestido negro, una bufanda colorida enredada al cuello, tacones incómodamente altos y la misma peluca. Esa vez no pudieron aguantarse, se lo folló allí mismo. Con el vestido levantado desde la parte de atrás y las manos de Carole apoyadas en la pared. No hubo preparaciones, y en un inicio le preocupó, pero después notó que su chica estaba sumamente floja. Cuando acabaron, vio un preservativo arrojado al lado de ellos y lo entendió. A pesar del desfoje, como llevaba semanas buscándolo, necesitaba más, necesitaba hacerlo una y otra y otra vez. Se la llevó a su casa, en el camino le dio su abrigo ya que temblaba de frío. Quizá en cualquier otra circunstancia eso hubiera sido romántico, pero eran un adicto al sexo y un travesti barbudo ebrio. Al menos su acompañante ya no tembló.

Cuando llegaron a la casa, la pasión volvió a devorarles como la vez anterior. Brendon quería disfrutar de ese hermoso trasero, por lo cual lo hizo apoyarse en la mesa, y en cuatro sobre la alfombra, y en la cama otra vez. Esta vez, no hubo ni el menor pensamiento de culpa, se durmieron al instante.

Al despertar, el maquillaje de Bruce estaba corrido por todos lados, pero eso sólo hacía que sus ojos se vieran aun más azules. Brandon lo contemplo un momento, a pesar de recién despertarse se veía cansado, sus ojos estaban cristalinos y se preguntó si regularmente estaban así. 

-Dime como contactarte-pidió, mientras miraba como Bruce se abotonaba la camisa. Ahí iba otro juego de ropa perdido. El hombre lo fulminó con la mirada.

-No sé que jueguito juegas, pero no soy maricón-dijo con un tono rudo, mientras sin permiso se adentraba en el baño. Cuando salió, tenía la cara ya limpia y se veía como un hombre hecho y derecho. Eso debió romper la fantasia de Brandon, debió quitarle las ganas, pero no.

-Yo tampoco soy maricón, pero quiero...

-Mira, no estoy para lidiar esto ahora, tengo resaca, un aliento de mierda y debo ir a trabajar-dijo, colocándose unas zapatillas-. Te mandare tu ropa por correo o algo así y...

-¿Quieres desayunar?-preguntó el de cabellos cobrizos mientras terminaba de acomodar su ropa.

-Y una mierda-protestó el escoces, antes de alejarse resongándo por lo bajo. Cuando se fue, un portazo resonó en el departamento. Brandon se dijo a si mismo que era lo mejor. Definitivamente, después de todo lo que habían hecho la noche anterior ya había perdido las ganas. Fantasia cumplida, fantasia vencida. 

Pero eso no acabó ahí. De hecho, volver a tenerlo fue lo peor. Ahora tenía miles de imágenes nadando en su cabeza, cada vez que se masturbaba, cada vez que pensaba en sexo, cada vez que tenía sexo, lo recordaba una y otra y otra vez. Esas redondas nalgas, esas poderosas piernas, la lencería negra, la peluca rubia, los gemidos. Quería tenerlo de nuevo, y de nuevo, y de nuevo. 

Pero a pesar de que lo buscó varias noches, no lo encontró. Y quizá, tampoco quería encontrarlo. En realidad, si cada vez que estaban juntos se volvía más y más adictivo, todo iba a terminar en un problema. Lo mejor seria no volver a verlo. Su mente lo entendía, pero sus bajos instintos no y, cuando se desesperaba por sexo, lo quería con él, quería encontrarlo y poseerlo. 

Frecuentó bares de ambiente, donde encontró varios dragqueen y aunque se encamó con algunos no fue lo mismo. En esos locales sí se esforzaban por parecerse mujeres, ninguno era como ella, todos tenían su rostro afeitado y mucho maquillaje, ninguno tenía sus piernas. Carole era seducción descuidada, no era precisamente delgada y por eso tenía una forma más redondeada en sus piernas y en su trasero, y no tenía una complexion grande, muchos de estos otros hombre sí, y se veían muy esforzados. Otros tantos lucían como autenticas mujeres, pero ninguno era lo que él buscaba. 

Hubo una noche que se puso de exquisito, quería a Carole, o algo que se pareciera mucho, o algo aún más enfermo. Dio vueltas por muchísimos locales buscando a quien llevarse a la cama, pero sólo hubo error tras error. Terminó discutiendo con la seguridad de un boliche, luego discutiendo en un bar, finalmente insultó a un travesti y terminó peleando con varios. La policía los encontró, las luces de la patrulla alumbraron el lugar, pero ni eso los detuvo. Luego, entre dos, los separaron. Sintió unos brazos jalándolo su cuerpo, y entonces lo vio. Los ojos azules. Carole. Bruce. 

Fue un verdadero shock verlo como policía, con el uniforme y esas ojeras que parecían su marca registrada. Brandon no atinó a decir nada, simplemente se dejó esposar y llevar en la patrulla. Media hora después, Bruce lo estaba empujando dentro de una celda, y recién allí su voz funcionó.

-Te estuve buscando toda la noche, Car...-antes de poder terminar de hablar, había sido empujado contra la pared. Dos manos violentas sujetaban su cuello, impidiendo que respirara correctamente. Los ojos azules lo miraban con ira, mientras el hombre le mostraba los dientes en una expresión sumamente violenta.

-¡No te atrevas a llamarme así, maricón! No sé que maldito problema tienes, jodido enfermo pero...-cuando el cuerpo se acercó un poco más a él, el policía pudo notar la erección que tenía entre las piernas. Joder, no debería sentirse así, no debería estar excitado, pero le había encontrado finalmente, llevaba una noche sin sexo, y estaba desesperado por un poco de acción-Maldito puto-espetó el hombre apartándose con asco y mirándole de arriba a abajo-. Otro jodido enfermo que se excita mientras lo ahorcan y...-mientras hablaba se iba alejando. Brandon seguía apoyando en la pared, pero al ver que se iba, se apresuró por la celda para alcanzarlo.

-Por favor, por favor, estoy desesperado, por favor...-ni bien logró tocarlo, Bruce le dio un golpe, apartándolo y haciendo que terminara en el piso. Cayó arrodillado, sin poder contener el llanto de frustración. Necesitaba acción, necesitaba que pasara algo, necesitaba...-Llevo toda la noche sin sexo, estoy desesperado, por favor...-una mano levantó su rostro y sus ojos se clavaron en los ajenos.

-¿Estas así de histérico por una noche sin sexo? Vaya que estas enfermo...-una risa burlista resonó en el lugar, de nuevo el hombre estaba por irse, por lo cual, lo sujetó del tobillo.

-Por favor, de verdad necesito... déjame...

-¿Quieres acción?-el esconces de nuevo se había girado hacía a él y estaba desabrochándose el cinturón-Bien, si quieres acción puedes chupármela, maldita putita, seguro la boca se te hace agua con la idea-comentó. 

-¿Qué? ¡Claro que no! Yo no soy maricón, cuando nosotros lo hacemos...-empezó a protestar. Ni siquiera cuando lo hacían lo tenía de frente. Un pene no le calentaba para nada, mucho menos chupar uno. Él necesitaba follar, agarrar ese redondo trasero y hacerlo suyo. 

-Bueno, si no quieres, no quieres. Me estaba sacrificando por ti, zorrita-de nuevo estaba abrochándose la ropa y dispuesto a marcharse. Brandon se sintió aún más desesperado que antes. No podía irse, no así, necesitaba que le tocara al menos. 

-Por favor, aunque sea másturbame o déjame mirarte mientras...-casi sin pensar había comenzado a desabrochar su pantalón. La necesidad, la desesperación no lo dejaban razonar. Necesitaba tenerlo, aunque sea para mirarlo.

-¿Estas demente?-alardeó el policía, se acercó a grandes zancadas y se inclinó, para sujetarle del cuello y hacer que lo mire a los ojos-Si quieres que algo pase, me vas a prestar esa bonita boquita y te vas a poner a mamar como la puta que eres. Sino tranquilamente me dare vuelta y mi ire, no soy yo el que esta desesperado aquí-debería enojarse con esas palabras, debería odiarle, pero no. Su pene aun palpitaba entre sus ropas y escucharlo así era sumamente incitante. Todo era aún más enfermo que antes, y a su parte más depravada le encantaba. 

-Pero al menos tócame, necesito...

-Si la chupas bien, quizá. Pero no te hagas ilusiones, mejor empieza a tocarte sola-la mano que rodeaba su cuello lo soltó. Se quedo estático mientras miraba como Bruce desabrochaba sus pantalones y los bajaba un poco, sacando de entre sus piernas su virilidad. Tenía el aroma almizcle de la masculinidad, y en ese momento pensó en apartarse, pero una mano sujeto con firmeza su nuca, impidiéndole hacerlo-. Cuidado con los dientes.

Ni en sus mas locos y pervertidos sueños, Brandon se imagino así. Arrodillado, en prisión, mamándosela a un policía. Él, que ni siquiera era gay. Pero allí estaba, había rodeado con sus labios esa virilidad semi erecta, que terminó de ponerse dura en su boca, y comenzó a chuparla, haciéndolo tal cual le gustaba a él. Bruce gimoteó roncamente, mientras con la mano le jalaba el pelo de tal forma que le hacía doler. Pero a él no le importó, siguió mamándosela mientras había comenzado a acariciarse a si mismo.

Esa hombre sin duda sabía arrastrarlo a los lugares más perversos. Ya sea Carole o Bruce. Daba igual. Lo volvían sucio. Su boca se esforzaba en tragar ese miembro hasta el fondo, cosa que fue menos difícil cuando el castaño comenzó a moverse para follarle la boca. Su nariz rozaba el pubis prolijamente recortado, lo cual le generaba una sorpresa, ya que nunca se lo imaginó así. Quizás era para cuando se disfrazaba de Carole, tener esa parte bien cuidada quizás era importante. Brandon nunca le había dado importancia porque siempre se lo follaba de espaldas. Siempre evitó tocar su miembro o verlo siquiera, era irónico que ahora lo tuviera atragantado en su boca. 

Un gruñido grotesco resonó en la habitación al mismo tiempo que su boca se vio inundada se un sabor amargo. Quiso apartarse y escupir, pero la mano del otro hombre no se lo permitió. Se vio obligado a tragar, mientras esa virilidad aún se movía un poco en su boca. Ni bien terminó, Brunce lo empujó desde el hombro, apartándolo. Brandon se sujetó del piso con la mano libre, para no caer, mientras con la otra seguía masturbándose.

-Por favor, por favor yo aún no... 

-Jodido maricón que no sabe atenderse solo-era curioso que se viera tan asqueado cuando ya habían follado antes, cuando ya lo había masturbado, cuando ya le había tenido en su interior incluso. El policía se inclinó, arrugando la nariz, mientras acercaba la mano a su entrepierna-. Mas vale que acabes rápido-se apoderó del miembro y lo tocó un poco. A Brandon le llamó la atención que no protestara o se negara más, pero no lo mencionó.

Se dedicó a disfrutar de las caricias descuidadas, que parecían mal hechas con intención, ya que él sabía que esa mano podía masturbarlo mejor. Pero no necesitó mucho más, varios toques descuidados y minutos después se encontraba temblando por el orgasmo y su simiente había embarrado sus ropas y la mano ajena.

-Que asco-protestó Bruce, y limpió su mano en la ropa del de cabellos castaños sin importarle en lo más mínimo. Mientras se levantaba, y aún le miraba algo asqueado, tomó un pañuelo y repaso la limpieza de su mano-. Debes afeitarte o hacerte algo ahí, hombre, eso parece la jodida Amazonas. ¿Qué nadie te ha dicho que tanto pelo da asco?-protestó, y luego sin más salió de la celda. 

Brandon se pasó la mañana y parte de la tarde, tirado en la celda, con la espalda recargada en una de las paredes. Y, aunque estuvo pensando mucho, no se dio cuenta que el asunto se le estaba yendo de las manos hasta que a la noche estuvo en su casa, con unas tijeras en la mano, recortando el vello de su entrepierna. 

Empezaba a creer que todo esto estaba rallando la demencia. 

Esa noche durmió todo lo que no había dormido la noche anterior ni en la mañana. Tenía que descansar para el día siguiente ir al trabajo. Si no podía mantener su vida profesional estable todo podía irse al carajo muy rápidamente, era perfectamente consiente de eso. 

Intentó actuar tranquilo durante la mañana, se mantuvo distraído todo lo que pudo, pero a la noche la ansiedad volvió a quemarle las venas. Recordaba el rostro de Bruce mientras se la chupaba, había intentado no mirarlo, pero de a momentos no pudo evitarlo. Esos ojos seguían siendo los mismos que de Carole. De ese azul intenso que lo volvía completamente loco. Lo buscó, y al no encontrarlo terminó arrastrando a una chica a su casa, quiso hacerle las cosas más perversas que cruzaron su cabeza, pero ella le marcó sus limites.

Nadie era como él, como ella.

La noche siguiente de nuevo salió a buscarlo, la mujer no había logrado calmar casi nada de sus ansias. Necesitaba esas piernas fornidas, ese trasero redondo... esa virilidad prolijamente cuidada. Por suerte lo encontró, no disimuló los pasos grandes y ansiosos que dio para llegar a su lado. Cuando lo tuvo enfrente, lo jaló del cuello, enredando su mano en las doradas hebras de la peluca, mientras lo acercaba a su ansiosa boca. Como siempre, los labios de Bruce lo recibieron con gusto, con las mismas ganas.

-Estaba desesperado por encontrarte, si no lo hacía mañana iba ir a la policía y...

-Mejor cállate-respondió el “rubio” mientras volvía a unir sus bocas. Sabía a lápiz labial y alcohol barato-¿Vamos a tu casa?-Brandon asintió al instante y lo jaló hacía su departamento, muy ansioso por llegar y hacerlo suyo. Esta ves se olvido de los pudores, no importaba si era mujer u hombre, era la persona que lo ponía completamente ansioso. Ni bien entraron, lo empujó contra la puerta y empezó a besarlo ansiosamente. Las manos de la rubia intentaban sacarle la camisa, pero Brandon no se sentía dispuesto a soltar su piel todavía. Besó el pronunciado escote del vestido rojo por el cual se transparentaba el corpiño negro. Siguieron caminando hacía la cama a tropezones, su pareja, a pesar de todo, no sabía usar bien los tacones de las sandalias. 

Ni bien llegaron a la cama, Brandon lo arrojó haciendo que Bruce caiga boca arriba, con las piernas abiertas, el vestido enredado en sus muslos dejando entrever el portaliga de sus medias. El mayor se relamió los labios al ver esas perfectas piernas. Sin pensarlo, se arrojó encima de él y descendió con besos descuidados hasta llegar a su entrepierna. 

-¿Quieres que...?

-No-respondió, sujetándole la cadera para que no se voltee. Lo había extrañado por completo, incluida esa parte de él. Le subió el vestido a la cadera, contemplando por primera vez la ropa interior. Siempre que la veía de atrás notaba que era alguna prenda femenina pequeña que se colaba entre las nalgas de ese perfecto trasero, podría pasar fácilmente por mujer, pero de frente la imagen era muy distinta. La prenda negra era pequeña y tenía asfixiado a ese miembro que parecía querer escaparse por un costado. Se veía completamente apretada, partes de la piel del pene se dejaban traslucir, se veía rojizo por la hinchazón. 

Brandon no era gay, pero se le hizo agua la boca. Era el sexo de esa persona a la que era adicto. Comenzó a besarle por encima de la prenda, Bruce se removía inquieto y gimoteaba. Finalmente, la tanga voló lejos y lo labios del pelirrojo se apoderaron de ese miembro. De nuevo el sabor almizcle. Podía acostumbrarse, podía llegar a gustarle. Se la chupó hasta que lo dejó a punto. Luego de eso, se olvidó completamente de las inhibiciones y también chupó su perfecto trasero hasta dejarlo completamente húmedo y abierto para él. 

Follaron. Por primera vez, lo hicieron de frente y Brandon se arrepintió de no haberlo hecho antes. Bruce, Carole, quien sea, se veía exquisito así. Sus mejillas ruborizadas como si estuvieran maquilladas, sus ojos brillosos y azules destellando en medio de la oscuridad, la pecaminosa boca roja por la que se entreveían un par de perlas de dientes blancos. Su cabello revuelto, cayendo un poco sobre u rostro y en parte sobre la cama, la barba roja, contrarrestando contra algunos cabellos negros despeinados sobre la frente. Era un lío de colores y perfección. 

Se besaron y tocaron todo el tiempo. Como ya no había necesidad de recordarle que gimiera “Carole”, el rubio tuvo su boca disponible para gemir constantemente “Brandon, Brandon, Brandon”. Y eso, a sus oídos, sonó jodidamente genial. Cuando acabaron la primera vez, la simiente de Bruce manchó el cuerpo de ambos. Descansaron sólo uno segundos, Brandon estaba relajado, pero luego vio la perfección: la ansiosa rubia se subió encima suyo para cabalgarlo, desesperada, como si no acabaran de hacerlo. Esa vez, la simiente embarró por completo su vientre. Hubo una tercera vez, con Carole en cuatro, con su trasero alzado como el de una perra en celo, su miraba obserbándolo provocativamente por sobre el hombro. El pelirrojo se asombró de tener que sujetarla del cuello con fuerza, como si quisiera asfixiarla. En un principió se sintió perturbado, pero al sentir los gemidos ahogados y como ese cuerpo se apretaba rodeando su pene, la sensación le hizo olvidar la extrañeza. 

Él era un adicto al sexo, quizás Bruce no tanto, pero era el más pervertido de la habitación.

-Ya no tengo más preservativos-susurró culpable, cuando estuvieron a punto de hacerlo una cuarta vez. 

-Supongo que tendremos que dormir-dijo un agitado Bruce, mientras miraba de reojo la virilidad enorme del americano. Se relamió los labios mientras la observaba. Se veía jodidamente sexy.

-Supongo-respondió él. Suponían mal. Segundos después tenia esa boca roja deliciosa rodeando su miembro, por primera vez. La sensación era indescriptible y perfecta. Sentía la suave barba cosquillear entre sus mulos y era extraño, pero delicioso. El cuarto orgasmo, le robó a Brandon la vida.

Esa, sin duda, era la mejor noche y allí sólo reafirmó lo innegable: nadie era como él, como ella, lo que sea. Era único. Era perfecto para Brandon. 

Al despertar al otro día, la peluca había quedado desparramada en la cama, ambos eran un lío y las sabanas era un desastre. Normalmente él odiaba eso, pero eso no importó. Tenía a esa persona junto a él, recién despertando, con sus ojos azules asomándose entre las manchas de maquillaje corrido. Era perfectamente imperfecto, era humano, era salvaje, era enfermo. Era lo que él siempre necesitó. 

-Tienes que decirme cómo encontrarte, tengo que verte de nuevo-dijo con voz segura. Bruce bufó mientras se levantaba y caminaba hacía el baño, sin que siquiera le importara su desnudes. Él sólo aprovecho la vista, no era un cuerpo perfecto, incluso al lado de Brandon podría pensarse que era gordo, o quizá que él era demasiado flaco. Pero definitivamente, era hermoso. El hombre meó sin siquiera preocuparle cerrar la puerta. El pelirrojo sintió, por primera vez en mucho tiempo, que le ardían las mejillas con algo de pudor. Se volteó para buscar la ropa, a este paso iba a quedarse sin-. Vístete con esto, supongo que te quedara bien ya casi no t...

-Voy a traerte tu ropa-respondió el policía mientras se ponía los boxer y una camisa.

-Si-fue lo único que respondió. Eso ya lo había dicho antes, pero nunca pasó. 

-No voy a estar esta noche, no me busques-dijo, de forma desinteresada mientras salía del departamento. Brandon salió media hora después para ir al trabajo. Extrañamente, ese día no se sintió ansioso en ningún momento. A pesar del bombardeo constante de imágenes sexuales que hacían los medios. Pero bueno, suponía que tener sexo cuatro veces la noche anterior calmaba a cualquiera.

Esa noche, por primera en muchas, estaba tranquilo. Suponía que aún le duraba la satisfacción de su ultima faena. O quizás era saber que no iba a encontrarlo. Igual, estaba tranquilo. Cambió las sabanas y se acostó a dormir. Igualmente, su cama olía a colonia barata de mujer, cigarrillo y alcohol. Carole. Bruce. 

Fue una verdadera sorpresa cuando, la tarde del día siguiente, Bruce, completamente y normalmente vestido, golpeó la puerta de su casa. Ni bien lo vio, le extendió toda la ropa que le había dado cada vez que se veían, estaba limpia y prolijamente doblada. Luego, parecía dispuesto a irse pero Brandon lo detuvo. Los ojos azules lo miraron de arriba abajo, estudiándolo con un interés particular.

-Bien, ¿pero para que quieres que me quede?-él tenía la misma duda, es decir, en ese momento no era Carole, era Bruce... la ropa que lo hacía “interesante” a sus ojos no estaba. ¿Qué sentido tenía que este invitándolo a pasar?

-Estoy por tomar unas cervezas, si quieres-dijo, caminando hacía la heladera y sacando una. Bruce entró y se dejó caer en el sofa sin pedir permiso si quiera. Como siempre, tenía esa aura particular de hombre descuidado y rudo. Tan distinta a la elegancia que Carole solía tener, con ese toque de seducción innegable. Le extendió la cerveza y, ni bien el hombre la tomó, le dio un trago, sin quitarle los ojos de encima. Ese azul era casi increíble de ver, costaba pensar que no eran unas lentillas. 

-Gracias-respondió ni bien tragó. Brandon se había sentando y cuando volvió a mirarle, notó una sonrisa torcida en los labios carnosos, parecía ligeramente cruel-. ¿Acaso de nuevo andas ansioso maricón? Porque no cr...

-No soy gay-le cortó él, algo cansado del tema. Y lo decía con sinceridad, a él no le gustaban los hombres, si se acostó con Bruce la primera vez fue porque lo vio de chica y llamó su atención, ya que se veía sumamente perverso. En realidad, no había considerado que Carole dejara de existir en algún momento, pensó que era como todos esos transexuales que querían operarse... sólo que a él le gustaba dejarse la barba-. Si entre nosotros ha pasado algo es porque te encontré vestido de mujer en esa esquina y...

-Cierto-lo cortó, como si no quisiera escucharlo. Aparentemente había toda una historia allí atrás, en un principio a él no le había interesado, pero ahora sí. ¿Qué era lo que escondía ese hombre?-. Te la has pasado de lo lindo con mi trasero-agregó tras unos segundos. Ahora sí se veía molesto. Hurgó los bolsillos de sus pantalones y sacó una bolsa de polvo blanco. Hizo una linea sobre su mano, ante la atónita mirada del estadounidense, y luego la aspiró en un segundo-¿Quieres?-él apenas y alcanzó a negar con la cabeza, en respuesta obtuvo un bufido y la bolsa volvió a desaparecer en el bolsillo ajeno-Ahora que lo pienso, todo el asunto es muy injusto ¿no crees? Te aprovechas de mi que estoy...

-Tu vienes aquí bajo tu propio consentimiento y, de hecho, lo disfrutas-recalcó. 

-Y tu también-mientras hablaba se había levantado y se acercó al sofa donde Brandon estaba sentado. Relamió sus labios mientras lo miraba-. Y mucho. Has disfrutado de lo lindo, y afirmas no ser gay pero te pusiste caliente cuando me la mamaste ¿no? Pensé que eso iba a dejar las cosas a mano, pero no. Eres un jodido maricón y por más que afirmes no serlo porque yo estaba vestido de mujer, te apuesto que ahora estas caliente-no se había dado cuenta en que momento se acercó tanto, pero al segundo siguiente lo tenía sujetando con firmeza su entrepierna y apretando su virilidad. Se sintió algo culpable, porque no estaba nadie vestido de mujer, los dos eran cien por ciento hombres en ese momento, pero él ya estaba erecto-¿Lo ves, marica?-se rió mientras se inclinaba más para juntar sus labios.

Segundos después se estaban besando, como nunca antes. Era completamente salvaje y brutal, con dientes que se chocaban y mordían, raspones, lenguas degeneradas enredándose, humedad y saliva cayendo por la barbilla. Era repulsivamente seductor. Brandon no estaba seguro como el asunto se le fue de las manos, pero habían terminados desnudos de las caderas para abajo. Entre empujones fueron a la cocina, y terminó recargado en la mesada con el trasero ofrecido, mientras un Bruce de sonrisa perversa dejaba caer aceite de cocina en su entrada.

-Vamos a quedar a mano-y él debió protestar, quejarse y negarse, pero no hizo nada. Sólo se mordió el puño porque el muy hijo de puta lo penetró sin prepararlo siquiera. Era la primera vez que hacía esto y le dolió hasta el alma. Sentirlo moverse dentro suyo fue jodidamente extraño, pero en algún momento empezó a golpear algo en su interior y terminó gimoteando e intentando agarrarse de lo que fuera.

Bruce era como una bestia, había subido una pierna a la mesada, sólo para montarle mejor, como si fueran dos animales. Él estaba seguro de que iba a quedar partido al medio luego de eso. Acabaron completamente agitados, estaban empapados de sudor y casi sin aliento. Él no pensó que podía disfrutarlo, pero había sido genial. Cuando intento enderezarse, el policía lo obligó a quedarse unos segundos más así mientras contemplaba su trasero como un vicioso. Recién cuando la mano ajena lo tocó, Brandon se dio cuenta que el maldito bastardo había salido dejando el preservativo dentro suyo, apenas y unos pocos centímetros colgaban fuera de él. Quiso protestar, pero el otro lo empujó y terminaron en el piso, aún intentando recuperar el aliento. 

Estuvieron en silencio hasta que, unos quince minutos después, Bruce se levantó y fue a buscar su ropa para terminar de vestirse. Acomodó sus cosas, guardó de nuevo la cocaína y prendió un cigarrillo mientras lo miraba. 

-Eres una buena puta, volveré mañana y estate lista-luego de eso, se marchó, dejándolo allí, tirado e intentando recuperarse. Brandon tardó varios minutos en levantarse, luego se fue al baño para hacerse cargo de si mismo. Su parte posterior estaba sumamente adolorida y retirar el condón sin hacer un desastre con su contenido fue sumamente complicado. 

Se dio una ducha para relajarse, el agua caliente lo calmó bastante. Luego, salió al comedor para ordenar un poco y se llevó una verdadera sorpresa al encontrar, abandonada en el sofa, una pequeña foto. Aparentemente se le había caído a Bruce de la billetera, en ella salían una mujer rubia y una niña. Lo que llamó su atención fue el hecho de que esa mujer tenía un ligero aire, muy sutil, a la forma en la que Bruce solía trasvestirse. El hecho de que había una historia oculta allí volvió a resonar en su cabeza. Dejó la foto sobre la mesa para no perderla y se encaminó a la cocina para limpiar la mesada que había quedado bañada con su simiente.

Esa noche ni pensó en salir a buscar sexo, no porque no quisiera más, sino porque le dolía demasiado el trasero como para sentirse cómodo haciéndolo. Ademas, teóricamente al día siguiente Bruce iba a volver... y esa era una buena promesa. 

Efectivamente, verlo al otro día fue una verdadera sorpresa, primero porque no estaba cien por ciento segundo de que viniera, segundo porque ya era algo tarde y tercero, porque no era Bruce, sino Carole. Ni bien abrió la puerta, los brazos de esa demandante mujer se enredaron en su cuello y los labios pintados de rojo se unieron a los suyos. Con el tiempo, Brandon se había acostumbrado a sentir la barba contra sus mejillas. Ella lo fue empujando hacía dentro, obviamente ansiosa.

En la mente del pelirrojo, esa era un verdadero sueño hecho realidad: alguien que compartía sus mismas ansias desesperadas por el sexo. Su virilidad ya estaba reaccionando más que gustosa, mientras sus manos bajaban por la espalda ajena hasta encontrarse con el final de la falda, e intentaba meterse debajo de ella para agarrar las firmes nalgas. 

Avanzaron hasta que las piernas de Brandon chocaron contra la mesa, Las manos ansiosas de su pareja lo hicieron sentarse y la chica volvió a besarlo con más y más ganas antes de separarse para quitarse su abrigo. Lo dejó caer sensualmente, revelando debajo un traslucido vestido negro que dejaba entrever su ropa interior. No, no era una mujer, pero era la imagen más jodidamente sexy que Brandon hubiera visto en su vida.

Todo era perfecto, hasta que esos ojos azules se desviaron. Fue sólo un momento, pero bastó para que lo viera.

-¿Qué haces con esto?-el, ella, quien fuera en ese momento, tomó la fotografía que estaba sobre la mesa y la contempló con ojos exaltados. De repente, lucia nervioso, y se había apartado unos pasos-¿De donde lo sacaste?-preguntó, la ansiedad se filtraba en su voz.

-Ayer la olvidaste-respondió, sentándose y obligándose a calmarse y no pensar en la sexy imagen enfrente suyo y en lo apretado que estaban sus pantalones-. ¿Ella es...?-no terminó la pegunta porque esos ojos lo miraron completamente cristalinos, al borde de las lagrimas, y algo en su pecho dolió. Ese hombre, mujer, lo que sea, se veía completamente extraviado en ese momento y sus ojos eran dos posos de dolor y desesperanza. Ya no eran la imagen de la seducción, solo eran un alma rota e inconsistente parada enfrente de él. 

-Es mi esposa-susurró, con la voz tomada por el llanto-. Y mi hija-volvió a mirar la foto, había algo en esa imagen que lo hacía algo menos que humano, sólo un ser roto en mil pedazos que estaba muy lejos de sanarse así mismo-. Ellas son... eran... eran mi familia-agregó, varios segundos después. 

-¿Están mu...?

-Me dejaron-y era la voz de un hombre abandonado, esos ojos eran como los de un niño solo en la oscuridad-. Me dejaron y ni siquiera sé porqué... no lo recuerdo. O quizá sí, pero me niego a verlo. Fui tan... hice todo tan mal-mientras hablaba apretaba los labios, las lagrimas se veían entre sus pestañas, a punto de caer pero sin llegar a hacerlo. Brandon nunca fue bueno para esos momentos, la convivencia humana nunca fue su fuerte. No sabía estar con las personas, la única interacción real que tenía era por medio del sexo. Aún contemplando esa alma rota, hurgó el bolsillo de su pantalón y sacó su billetera. Buscó la foto de Sissy y se la extendió a Bruce, que la tomó y la miró atentamente-. Es muy hermosa, ¿ella es tú es...?

-Es Sissy, mi hermana-susurró, los ojos azules volvieron a mirarle-. Murió hace unos meses. No murió, se suicidó. Yo no estaba allí para ella, estaba teniendo sexo con alguien, o intentando hacerlo-los ojos le ardían. No había hablado de eso desde que paso, no tenía con quien y tampoco sentía la capacidad de hacerlo. Ahora la historia estaba abandonado su boca sin que siquiera lo pensara-. Ella era muy dulce, el único ser humano en el mundo que sentía verdadero cariño por mi.

-Lo siento mucho-respondió Bruce, contempló una vez la imagen antes de devolvérsela-. Nunca sé que decir en estos momentos, yo...

-Perder a alguien siempre duele-en respuesta obtuvo un asentimiento. El hombre enfrente suyo seguía con los labios apretados, y las lagrimas ya estaban rodando por sus mejillas.

-Sera... sera mejor que me vaya-dijo, ahogando un jadeo mientras empezaba a irse marcha atrás. No se alejo muchos pasos, la firme mano de Brandon lo sujetó por la muñeca.

-No es necesario, yo...

-De verdad, esta noche no estoy en condiciones para hacer nada-recalcó, haciendo fuerza para liberarse, pero se sentía débil. Cansado emocionalmente. 

-No hace falta, sólo... vamos a dormir ¿quieres?-lo jaló, para acercarlo. Había un brillo de sorpresa y confusión en esos ojos azules, pero, cuando quedaron cuerpo a cuerpo de nuevo, el más pequeño sólo asintió. Brandon lo sujetó entre sus brazos un momento, la cabeza ajena se había hundido en su pecho, y la peluca le hacía cosquillas en la barbilla. Lo sentía temblar ligeramente. Tras unos minutos lo apartó un poco y le besó la frente. Luego, se dirigieron al cuarto. Bruce entró al baño y salió aun vestido de mujer, pero con el maquillaje lavado. Se acomodó en la cama mientras esperaba que Brandon entraba para también alistarse.

Él no pudo aguantarse, era consiente de que estaba con una persona triste en un momento difícil, pero se había quedado caliente. Tuvo que masturbarse, aunque se sintió sucio y culpable, y el orgasmo ni siquiera le dejó un buen sabor. Estaba seguro de que Bruce se había dado cuenta ya que había gimoteado y bufado exasperado por no poder acabar, y también había tardado demasiado.

Cuando salió, apagó las luces y se fue a la cama. Esos ojos azules le miraban atentos y parecían brillar como estrellas en la noche.

-Estas realmente enfermo-dijo, aunque no sonaba una acusación, era simplemente una observación. Brandon se sintió incapaz de negarlo.

-No soy el único-susurró, acomodándole el cabello de la peluca detrás de la oreja. Hubo una sutil sonrisa en esos hermosos labios, y luego ambos se fundieron en un abrazo. Esa noche no hubo pasiones bajas ni culpas, sólo dos almas rotas, casi desnudas, buscando salvarse la una a la otra. Fue el momento más intimo que tuvieron, y ambos estaban completamente vestidos. 

Hay grandes heridas que, al ser compartidas, crean un lazo más fuerte que cualquier otra cosa. Ellos eran dos seres extraviados e inadecuados en el mundo, consientes de que estaban rotos y enfermos, pero que se habían encontrado y parecía mucho más que una simple casualidad. Por lo menos así era a los ojos de Brandon, él podría haber encontrado a cualquier persona esa noche, podría haberse ido con otro, con alguna mujer bella, o no haberse acercado por saber que era un travesti... pero no, lo hizo, y encontró a Bruce. 

No podía ser casual, no existían las casualidades de ese tipo. ¿O acaso era normal que al estar los dos rotos se encontraran en circunstancias tan enfermas? Quizás era eso, el dicho decía que Dios los hace, y el diablo los amontona. 

El diablo los había juntado. Vaya espectáculo.

 

Notas finales:

Ojala les haya gustado!

Besos


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