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El jodido inquilino del piso superior (Ayakane) por hakkirkland

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Notas del capitulo:

Seguimos resubiendo capitulos <3 

—Mierda, si no hubiera sido por ese bastardo no tendría este jodido sueño- dijo hablando en voz alta para sí mismo.

—Tan temprano y ya estas pensando en mi, crio violento —dijo una voz tras de él, por lo que se obligo a sí mismo a mirar quien sería el que lo estaba fastidiando a primeras horas de la mañana. Una cabellera blanca se movió por el viento mañanero dejando ver algunas hebras que levemente pasaban por aquellos ojos grises tapándolos levemente. Frunció el ceño notando de quién era aquella maldita voz y anteriormente ocupante de sus pensamientos.

—No he pensado en ti por un segundo, idiota culo pervertido —lanzo un gruñido volviendo a retomar su camino, sin dejar de escuchar aquellos pasos que iban tras de él con tranquilidad, se sentía molesto al sentirlo tras de sí por lo que una sonrisa curvo sus labios al llegar a la salida ya que seguramente sus caminos iban a separarse, pero este siguió caminando hasta entrar al mini-marcket cercano al complejo de apartamentos— Tch… —gruño mientras buscaba una botella de jugo de frambuesa y una galleta para el desayuno de aquel día.

—Mmm… Ese no es un buen desayuno para un niño en crecimiento, vas a quedarte enano —dijo tranquilamente mientras tomaba un sándwich y un leche cultivada entregándoselas en la mano.

—No he pedido tu jodida opinión, guárdatela, no somos amigos ni estamos en términos razonables para ello -aseguró sin ningún respeto ante el chico de mayor edad mientras le devolvía las cosas, había tocado un punto débil para Ayato y es que su altura le acomplejaba bastante como para que este ganara simpatía por hacer mención de ella. Volvió a tomar sus anteriores opciones para su posible desayuno cuando sintió que el albino se había posado tras de él, intentando ignorar la cercanía de su actual vecino intento recomponer la confusión que había sentido en aquel momento—. No te acerques por detrás de mí a menos que quieras volver a sentir tu culo maldito ser pateado por mi —dijo con una venita en la sien que parecía palpitar mientras una sonrisa arrogante se posaba en sus labios, casi triunfante, al recordar que el día anterior le había golpeado en pleno rostro dejándolo aturdido en el suelo con aquella cara de confusión. Al parecer jamás nadie había tocado aquel rostro bonito, eran los pensamientos que mantenía el de cabellera azulada. 

—Aunque no deberías de considerar lo que sucedió el día anterior como una victoria, ya que prácticamente me tomaste por sorpresa, niño. Así que no lo tomaría como un triunfo para tu lista de rebeldes —susurro levemente en su oído, acomodándose más en el hombro del más bajo, «maldición» pensó, justo en ese momento no había nadie en la tienda que viera a aquel maldito pervertido. Sus ojos se ensancharon cuando sintió la mano del mayor recorriendo su trasero repentinamente, masajeándolo como si lo hubiera hecho tantas veces, como si ambos tuvieran tal confianza— Entonces, crio violento ¿puedo saber tu nombre? —murmuro. «Maldita sea», pensó el menor al sentir el aliento del más alto golpeando el lóbulo de su oreja, olía a menta, los bellos de su nuca se erizaron como si hubiera congelado su sistema. Instintivamente apretó su puño para darle un buen golpe en la cara, pero cuando se volteo, el mayor esta vez tomo su mano repentinamente jalándola hacia abajo con fuerza dejándole por segundos sorprendido— Que mal que esa sea tu reacción, pero tienes que aprender a calmarte, así no podremos llevarnos bien como buenos vecinos de lote —explicó con una sonrisa que más que calmar al chico de cabellos azulados le irrito, más por aquel tonillo de voz que usaba para con él. Ayato comenzaba a cabrearse «¿Qué le hacía pensar que deseaba jugar al buen vecino con él?» decía su mente con enojo al ver aquella suficiencia que pertenecía al hombre que apegaba su cuerpo en su espalda.

—cállate hijo de puta pervertido, suéltame, voy a golpearte por tocarme el culo.  —dijo cabreado tratando de soltarse del agarre de su captor.

—Quiero saber tú nombre, prometo soltarte cuando me lo digas —prometió sin inmutarse en la fuerza que retenía el cuerpo que se retorcía molesto en sus brazos.

—Kirishima, Kirishima Ayato —escupió de mala gana. Cuando noto que el contrario tenía la intención de extender su agarre—. Ahora puedes quitar tus asquerosas manos de mí. Quizás a que puta han estado agarrando durante toda tu vida. —soltó aquel comentario sin sutileza alguna. No le interesaba si sus palabras herían al ajeno, simplemente quería que le soltara.  

—Tiene una mala boca, Ayato-kun, aunque podemos arreglarla más tarde. —Insinuó con sorna mientras soltaba el cuerpo del contrario, observándolo con cierta diversión—. Vas a llegar tarde a la escuela si no te apresuras.

Miro el reloj de su celular aun con el ceño fruncido por las acciones extrañas de aquel idiota que tenía como vecino—. maldición —grito exasperado mientras se dirigía a pagar el jugo y la galleta. No es que Ayato amara ir a la escuela ni mucho menos, pero había bajado sus notas y si no las mejoraba, su hermana mayor le había amenazado con ir a vivir junto a él para vigilar que estudiara lo debido después de haberse alejado de su familia—.  Me las vas a pagar más tarde cabrón —le amenazo antes de salir  del mini-marcket lo más rápido que sus piernas le permitieron moverse.

—Claro, Ayato-kun, como digas —sonrió bastante divertido, o al menos fue lo último que noto Ayato cuando salió corriendo de la tienda para ir a la escuela siete cuadras más allá de su apartamento nuevo.

Apenas había logrado llegar con unos minutos de anticipación antes de que el profesor cerrara la puerta del salón, prácticamente pudo notar como el maestro le puso una cara de molestia diciéndole «Una vez más tarde, Kirishima» Como odiaba al cabrón de Houji, su profesor de clases. Desde su primer día de clases había sido jodidamente molesto, tanto como para hacerle la vida escolar una mierda.

—Bueno, este año los alumnos de primero han tenido un rendimiento bastante bajo para lo que usualmente tiene esta institución, por lo que los alumnos que nombre deberán quedarse a clases particulares después del periodo escolar. —Dijo desviando la mirada para cruzarla con la de Ayato «No, definitivamente no podía hacerle esto» pensó para sí mismo el menor al captar aquella mirada que hablaba sin mover la boca para insultarlo «Maldito Houji» pensó una vez más el menor.— Kirishima-kun, sabrá que una silla le espera también o ¿prefiere que me haga personalmente cargo de sus clases particulares? —dijo hablando en tono que denotaba burla total. No, el menor sabía que era mil veces mejor perder una tarde que él estar con Houji a solas.

—Solo apresúrese y empiece la maldita clase, no vine a calentar el asiento y escucharlo hablar mierdas —Espetó socarronamente logrando la atención de varios de sus compañeros, pero no era como ellos, no iba a dejar que Houji le atemorizara solo por que este les amenazaba con bajar sus notas en exámenes o le hacía la vida imposible a quién tuviera en la mira, tal como trataba de intimidarle a él.

Poco a poco las clases avanzaron, lentas y aburridas por lo que se dedico a jugar con el teléfono móvil a escondidas y a fingir que prestaba atención a las clases de Houji, quién a veces se acercaba a comprobar que no le estuviera ignorando, Así hasta las cuatro de la tarde. Sonó el timbre para que los alumnos se retiraran a sus hogares por lo que el menor tomo sus cosas con evidente intención de retirarse, pero Houji se paro en la puerta evitando el paso a este.

—¿Adónde va Kirishima-Kun? creí haberle dicho que tenía un asiento con su nombre, ya que sus notas no son para nada el de sentir orgullo personal —sonrió con malicia mientras el menor se sentaba una vez más en su asiento de mala gana mascullando pequeños he intendibles insultos.

Houji se dedico a llamar uno a uno los alumnos a los que les dedicarían tutoría, alrededor de 15 alumnos de la clase, entre ellos un chico raro llamado Suzuya Juuzou, un debilucho de nombre Seidou Takizawa y un marica llorón obsesionado por su hermano llamado Naki, obviamente Kirishima Ayato no iba a escapar de la boca de aquel maldito viejo.

—Tch... Maldito viejo de mierda —murmuro por lo bajo mientras se dirigió de mala gana al salón que le habían indicado que tendría la supuesta tutoría. Pero a veces el mundo es bastante pequeño, pues apenas abrió la puerta sus ojos se ensancharon al escuchar aquella voz, que aunque no la había escuchado por mucho quedo grabada en su cabeza, gracias a los pequeños cruces que había tenido con el poseedor de la misma. «No, no podía tener tanta mala suerte» pensó para si mientras abría la puerta completamente, encontrándose aquella mata de cabello blanco. 

—Buenas tardes, Kirishima-kun, esperó desde hoy tengamos una buena convivencia —sonrió con amabilidad en el momento en que me vio, por fin estaban frente a frente.

—¿Qué mierda estás haciendo tú en mi escu... —repentinamente el mayor tapo la boca de Ayato mientras le llevaba fuera del salón antes de que pudiera decir alguna palabra.

—Primero que nada Kirishima-kun, este no es el lugar para hablarme tan informalmente, desde ahora por favor llámame Kaneki-Sensei, pues desde hoy seré vuestro maestro de tutoría. —dijo inexpresivo  «¿Kirishima-kun? apenas hace unas horas atrás el cabrón le estaba llamando por su nombre (Sin mencionar el asunto de su trasero) y ahora le decía que fuera formal con él» solo logro que el menor frunciera el ceño— Y segundo, espero que dejes nuestra vida personal fuera de la institución ¿bien?

—¿Qué mierda con eso de «Nuestra»?... No tengo nada que ver contigo cabrón; haz lo que tengas que hacer y trata de no hablarme, maldito pervertido —Dijo el ojiazul mientras pasaba al salón una vez más. Pudo escuchar tras de sí, una pequeña risilla combinada con un «Qué lindo es cuando gruñe de esa manera» por lo que el menor le fulmino una vez más antes de irse a uno de los asientos finales. «A quién estaba llamando lindo el hijo de puta» pensó. Lo mejor sería ignorarlo y hacer como si jamás lo hubiera visto en su vida. Suspiro mientras reposaba con aburrimiento su mentón en la palma de su mano esperando que el suplicio acabara pronto. 

—Bien, desde hoy seré su maestro de tutoría después de clases. Mi nombre es Kaneki Ken, espero que podamos llevarnos bien y que me permitan ayudarles con las materias que les dificultan. Estas clases solo serán de una hora, por lo que tratemos de aprovechar cada minuto para reforzarlos lo mejor posible. Lo ideal es que pasen con sobresalientes después de esta tutoría, así que pueden sentirse libre de señalar lo que les cuesta más en clases. —dijo con una sonrisa relajada y malditamente caliente «no, maldición el jodido idiota no está bueno ni nada. Definitivamente no pienso eso de ese culo pervertido» Kaneki pareció notar la mirada del menor por lo que fijo la propia en la de Ayato con una sonrisa divertida, logrando que el chico más joven volteara su mirada algo sonrojado e irritado por aquella situación—. También haremos exámenes para ver sus progresos por lo que pongan atención en las notas explicativas que les daré a lo largo de su reforzamiento. Comenzaremos el día de hoy con un cuestionario mixto, es decir, encontraran preguntas de varias de las asignaturas presentes, Literatura, Matemática, Historia e Ingles que son en las materias en las cuales la mayoría de los estudiantes tienen bajas concentraciones de notas. Cuando lo terminen pueden retirarse, no olviden poner su nombre —comenzó a repartir unas hojas, no eran muchos por lo que fácilmente llegó al menor dejando el cuestionario en el escritorio de este con una hoja aparte, lo cual llamo la atención de Ayato al instante. 


«Ayato-kun, eres lindo cuando te enojas. Pero si me miras tanto terminare queriendo atacarte. Puedes venir siempre a mi departamento, ya sabes, por clases particulares de lo que desees, no tengo problemas de atenderte si eres tú. Los buenos vecinos siempre pueden ayudarse entre sí» y junto al mensaje había un feo y deforme emoticón que parecía ser un guiño.

Le miro con desconcierto por aquella nota y él pareció sonreír mirándole con juguetonería y diversión— Jodete —ayato movió sus labios en silenció formando el insulto, sonrió con una venita plasmada en la sien mientras arrugo el papel en su mano con fastidió, metiéndolo en su bolsillo con cierta vergüenza «"Clases particulares de lo que deseara" maldito cabrón pervertido», nada bueno iba a salir de alguien que le había tocado el culo sin siquiera conocerlo, pensó el ojiazul.

Se dedico a resolver el maldito examen, en realidad conocía todas las respuestas con facilidad, el único problema que tenía el menor era que el maestro lo odiaba. Como era de esperar, Houji se había encargado de hacerle la vida cuadritos y por ende sus calificaciones habían bajado notoriamente a como era en su otra escuela. Pero Ayato no tenía intenciones de ser como sus compañeros que dejaban que el mayor les menospreciara como ratas, no, él era totalmente diferente y si tenía que soportar al maldito pervertido de su edificio iba a hacerlo, aunque le costase como el infierno, pero no le daría gusto a Houji de ver que le estaba fastidiando.

—Mmmm... Kirishima-kun, ¿por que te asignaron a tutoría? No pareces necesitar ayuda —Dijo murmurando tras del menor «Oh maldita sea. Porque le gustaba hablar justo en mi oreja» pensó mientras se trataba de contener el estremecimiento o temblar frente al contrario por su repentina acción. Además, cuando había llegado a ese lugar, apenas se había dado cuenta de la presencia del albino.

—No es tú problema, ahora puedes alejarte, aun me debes lo de esta mañana cabrón —murmuro por lo bajo, tampoco quería que alguien se enterara de que un hombre le había tocado el trasero.

—Sigues tan violento incluso en las tardes, debes relajarte o terminaras arrugado, aparte de enano —le molesto riendo levemente, estuvo a punto de darle un golpe en la cara por meterse con su altura más de una vez, si no fuera porque tendría que lidiar con más problemas que una estúpida tutoría.

 

—Si termino esta mierda puedo retirarme ¿no? —Le pregunto con ironía mientras obtenía un asentimiento del mayor, comenzó a marcar las respuestas y escribir las que solicitaban desarrollo con rapidez obteniendo la atención del albino «Vaya sorpresa con este niño» se dijo a si mismo Kaneki— Aquí tienes —Dijo mientras se levanto de su puesto para retirarse.

—Espera Kirishima-kun, no te puedes retirar aun —Manifestó mientras le volvía a sentar al poner sus manos sobre el hombro del chico con fuerza sutil en su asiento— Tengo que hablar contigo después de que termine la tutoría, se buen chico y espera hasta entonces.

—Pero ¿Qué? dijiste que si terminaba podría retirarme —Dijo el menor con enojo obteniendo la atención de todos sus compañeros, algunos murmurando un «Ya comenzó otra vez» «Por que no solo se calla» —Tch... Malditos, porque no se callan ustedes —bramo de mala gana entre tanto se quedaba sentado jugando con su celular, irritado porque él albino consiguiera lo que deseaba. 

Después de cuarenta minutos por fin todos se habían retirado dejando al menor con su maestro tutor a solas, este se levanto acercándose con su mochila al hombro imponente y arrogante mientras pateaba la mesa de Kaneki quien alzó una ceja como preguntándole «Es que acaso no puedes dejar de comportarte violentamente».

—Entonces, ¿Que se supone que debemos hablar? —Dijo el de cabellos oscuros imponente mientras obtenía una sonrisa llena de sorna seguida por una mirada inexpresiva que se dirigía al contrario.

—Ayato-kun, no es correcto que golpees la mesa o hables de esta forma a tu profesor —indicó tranquilamente mientras se ponía de pie acercándose al menor— Tengo ganas de pasar un poco de tiempo con mi lindo estudiante, nada inusual ¿no puedo hacerlo?

—No es normal —Dijo el menor con el ceño fruncido al sentir como este se acercaba repentinamente.— ¿Puedes explicarme que haces en mi escuela? —exigió mientras se cruzaba de brazos con claros indicios de no agradarle la presencia del albino en aquel lugar.

—No sabía que era tú escuela hasta que vi tu uniforme, y no sabía que sería tú maestro hasta hoy cuando ingrese mi tarjeta que vi  tú nombre en la lista de “alumnos con problemas”. —dijo dando un leve suspiro al ver como el menor mantenía su guardia con él.— Ayato-kun, solo fue una coincidencia —sonrió apresando la cintura del menor repentinamente para atraerlo hacia si, logrando que el más joven se tensara por el movimiento, lo primero que su cerebro le indico fue llevar sus manos al pecho del chico de cabellera albina, haciendo palanca con sus brazos para poner distancia de ellos ¿Qué le sucedía a este hombre? ¿Por qué pensaba que podía acorralarlo cuando se le viniera en ganas? Se preguntó furioso el de ojos de color tormenta.

—Que mierda estás haciendo... Hey, déjame maldición —se quejo mientras le miraba con enojo al rostro aunque estaba claro del notorio sonrojo que se estaba formando en sus mejillas. Ayato sabía que no era alguien tímido. Pero no quería decir que aquellos absurdos movimientos hechos por su vecino lo atormentaran al punto de hacer que sus mejillas se calentaran de ese modo.

—¿Y si no quiero? aun debo vengarme por el golpe que me diste ayer Ayato-kun —murmuro casi desafiante mientras acercaba sus labios al cuello del contrario— me pregunto cómo debería de castigarte...


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