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El llamado salvaje /Larry (Omegaverse) por Aqua Marie Paula

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El santuario de Anatkok por su carácter sagrado se encontraba cerrado al público la mayor parte del año, salvo ciertas fechas festivas donde se iba a rendir ofrendas en su nombre, por lo cual era extraño que alguien además de Hazza cruzara el rocoso sendero que conducía a la cueva, la mujer en cuestión no la tenía fácil, su pequeña figura apenas podía balancearse entre las rocas mientras sostenía sobre si todo el peso de su abultado abrigo; aun con el frío ambiente se estaba sofocando de calor bajo el kilo de piel que la aislaba del sereno de la noche. Se encontraba verdaderamente furiosa, no solo por la complicada maniobra que estaba efectuando para llegar a su destino, sino porque había sido plantada, bueno estaba acostumbrada a eso pero no por Hazza, no solo se consideraba la única familia del chaman, también al parecer era la única que verdaderamente se preocupaba por su prolongada ausencia y decidía ir a buscarlo personalmente para asegurarse de su bienestar.

 

Conocida como Tikaani, es la hija omega mayor del jefe del clan, a diferencia de sus hermanos omega, feroces guerreros, ella era conocida por ser una hábil estratega y consejera de caza, mas no fue por su posición sino por su propio merito que se ganó el respeto y reconocimiento de todos los lobos de su manada, contrario a lo que se podría pensar nada de eso la convertía en la legítima sucesora de su padre, nada más alejado de la realidad, era considerada la última de las opciones.

 

En la primera camada que tuvo Amaguq todos habían nacido omegas y aunque Tikaani era la mayor no contaba con buena salud, el líder siempre fue conocido por ser un padre devoto, por lo que no desprecio ni por un segundo a la pequeña omega, por el contrario se compadeció de su estado y trato lo mejor que pudo de darle las herramientas para defenderse por su cuenta, fue adiestrada únicamente por su progenitor para ser su mano derecha cuando creciera, su brillante enseñanza la había privado del exhaustivo entrenamiento tradicional a los que eran sometidos los futuros guerrero, nunca se le puso a prueba por petición del líder ya que por su enfermedad era débil e incapaz de estar en un verdadero campo de batalla. No fue, ni será fácil lidiar con las miradas desaprobatorias sobre ella, pero tenía a su familia que siempre la apoyaría, aunque no encajara en la manada. Sabía lo que se decía de ella aun cuando lucho por darse su lugar, nunca dejaría de ser considerada por todos como una completa inepta en el rol que debería desempeñar en la tribu, además del peor partido para cualquier alfa y sinceramente a ella no le importaba, ya lidio demasiado con ello, no le daría más importancia, su padre y madre la criaron bien, por el amor a ellos es que seguía firme en su deber.

 

Un sentimiento de realización la invadió cuando por fin llego a la entrada de la cueva, había sido toda una travesía a su criterio -¡¿Hazza?!- llamó varias veces, no le era permitido entrar a los agrados aposentos sin autorización, solo se quedó de pie mientras los minutos pasaron sin respuesta, tenía la certeza de que él estaba allí, aun con el silencio absoluto, lo delataba que todas las velas del interior estuvieran encendidas –¡Voy a entrar!- Suspiro al no obtener de nuevo respuesta, pero ya estaba decidida; se quitó de encima el pesado abrigo de piel empequeñeciendo aún más su delgada figura y dejando sueltas sus largas trenzas que no rozaban el piso de piedra por centímetros. Paso de largo los grandes altares que cubrían las paredes del santuario, le aterraban las cuevas, cada paso la adentraba más al sofocante espacio, donde se perdía la natural luz lunar y el fresco viento, dándole paso a la tenue luz anaranjada de las velas de cera que consumían todo el aire, elevando varios grados la temperatura del lugar. No entendía como alguien podía vivir en esas condiciones, solo llevaba un minuto dentro y el olor fuerte a yerbas le estaba provocando nauseas.

 

La cueva era bastante grande para su mala suerte, por un momento creyó perderse hasta que escucho los suaves jadeos que la guiaron al cuarto privado de Hazza. Temía que su presentimiento de que algo iba mal se cumpliera. Olvidando todos los protocolos, entro sin anunciarse; al abrir las gruesas cortinas que hacían de puerta encontró tirado entre los cojines a un afiebrado omega, pero no por alguna infección, aquellos síntomas de pupilas dilatadas, colmillos largos y abundante segregación de feromonas era sin dudas un celo sin satisfacer, uno doloroso y fuerte. No se sabían las razones exactas, podía ser por el clima o el entorno, era un algo que influía en que los celos solitarios de los omegas u alfas fueran insoportables, por ello los omegas de la tribu antes de llegar a la mayoría de edad ya se encontraban emparejados, ella era una de los escasos casos de omega soltera, le sobraba experiencia en ese estado de agonizante frustración sexual, para Hazza esto no debería ser un problema, su deber era estar soltero, puro, sin los trances agónicos en donde un omega buscaba aparearse, era una blasfemia que estuviera pasando un mundano celo en aquel sagrado lugar, pero por el momento no podía pensar en toda la situación, debía atender al pobre lobo, iba a morir en cualquier momento de deshidratación.

 

Tuvo que dejarlo solo de nuevo para sacar algo de agua del arroyo que cruzaba la cueva, al volver contó con la disposición del castaño para tomar una buena cantidad de líquido, no recibiría ningún alimento por el momento, un poco más calmado se dispuso a descansar mientras Tikaani para bajarle la temperatura puso sobre su frente tiras de piel frías, eso poco a poco ayudo a mejorar su estado. Ya a medianoche recobro la razón.

 

Abrió con dificultad sus ojos para enfocarlos en ella, pudo notar que tenía miedo de verse descubierto, pero le dedico una débil sonrisa de agradecimiento al reconocerla, comprendía que para el chamán era difícil mostrarse así de débil ante alguien, no había en la manada alguien en quien confiara, más que en Tikaani –Madre...- susurro con la voz quebrada buscando refugio en el regazo de la mayor, que lo acuno como la primera vez, cuando encontró al pequeño niño con tan solo cinco años perdido y herido en el bosque. 

 

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Las cosas estaban yendo relativamente bien para Louis, descartando el pequeño incidente, aceptaba que ese encuentro con Hazza lo había descolocado...bastante, estuvo confundido unos minutos después de su retirada pero logro reponerse, dormir por completo a su alfa. Ya sin más obstáculos o pruebas, contaba con el permiso de quedarse indefinidamente en el territorio de los lobos árticos, se le asignó una cama provisional, en lo que Atka llamo un centro de bienestar, pasaban los años pero nunca se acostumbraría a las primeras impresiones al llegar a estos lugares, porque si, fue sorpresivo cuando le enseñaron donde dormirá, claro, para los lugareños lo que era toda una habitación a su criterio solo era un hueco en la pared. A sabiendas que no debía rechazar la poca hospitalidad que se le brindaba, se acomodó sin quejas, primero acomodo su equipaje bajo la piel de antílope que cumplía como cama y uso la bolsa de ropa como almohada, se dispuso a dormir sin más, con la ropa que llevaba desde esa mañana, no tenia de otra, la primera noche siempre era incomoda, ya con suerte los siguientes días se acomodaría mejor a la vida del clan.

 

Esa madrugada, Louis se encontraba en una de las tantas torre de observación, era la más baja de todas y se encontraba en el centro del claro, como las demás parecía una gran árbol con su superficie lisa imposible de escalar sin una escalera, cubierto solo hasta arriba de vegetación. Aún era un recién llegado, por lo que no se le permitía interactuar directamente con el clan, así que buscaron aislarlo y ese era el mejor lugar, estaba lejos de todos, además de encontrarse custodiado siempre por algún alfa u omega, no protesto por esa extraña clase de jaula en la que se encontraba, suspendido en el aire como un canario, viendo el lado positivo al menos desde esa altura podía ver todos los movimientos de la tribu, ya cuando pudiera convivir con ellos sería más fácil hacer anotaciones más íntimas.

 

La mañana trascurrió en un borrón, se notaba que no había eventos importantes programados, solo la cotidianidad del clan, estaba bien de esa manera, era agradable estar en calma mientras anotaba todo lo que veía. Fue como a eso del mediodía que empezó a sentir hambre, todos se encontraban devorando la carne recién cazada y se encontró en un debate, se acordarían de subirle comida o él tendría que bajar, cosa que de hecho tenia prohibida. 

 

-Hey!- tan encimado estaba en los gruñidos de su estómago que no escucho que alguien trepara hasta su posición –Carne de liebre- anuncio con una gran sonrisa su salvadora cuando estuvo por fin sobre la superficie de la tarima de madera. Su olor la delataba como alfa, pequeña y delgada compartía todos los rasgos característicos de una loba ártica.

 

-Se lo agradezco mucho, señorita- extendió su mano para recibir el cuenco de madera.

 

Le entrego su almuerzo, para luego posar ambos manos en sus mejillas –Miki, la hija menor de Amaguq- se presentó al tiempo que pasaba las yemas de sus dedos por las marcas rojas de pintura de su cara, recordó súbitamente que muchos de los omegas que lo recibieron ayer, hicieron una mímica similar, incluso Atka, pero como la chica, este le había dicho su nombre mientras la efectuaba.

 

-Pido perdón por adelantado...- hizo una pausa, analizando la expresión de auténtica curiosidad que le dedicaba la menor, se notaba que estaba tan interesada en él como él en ella -¿Por qué delineas las marcas hechas en tus mejillas?- una melodiosa risa revoloteo en el pecho de la chica, mientras repetía con lentitud la acción que despertó curiosidad en el mayor.

 

-Es un saludo, se acostumbra a ser mudo pero como tú no sabes leer nuestro lenguaje, tú no sabes que significar, en cambio nosotros si saber tu lenguaje por los libros- La pequeña loba tenía razón, Atka ya le había dado a entender que muchos de los miembros sabían hablar el idioma universal que se había establecido por las tres grandes capitales del mundo, no dejaba de ser bastaste tosco, pero entendía que ellos mismos lo aprendían mediante los libros que regalaban los embajadores del país, el de "Albus nox" era Clara, pensándolo detenidamente debió ser elegida por su condición de omega ya que habitualmente eran betas y en esa isla no eran muy bien recibidos. Por lo que sabía la principal función de los embajadores en el proyecto, era el alfabetizar a todas las culturas salvajes que constituyeran el territorio a su cargo, aunque claro sin llegar a obligarlos, por lo cual era una grata sorpresa saber que la chica aunque se quejara, había logrado hacerse llegar al hostil clan de esa manera.

 

-Me gustaría saber tu lenguaje- imito su forma de hablar haciéndola de nueva cuenta reír con ganas

 

–Vamos, comer caliente primero, que la tormenta llevar a los débiles- estaba sorprendido, pero de buena manera, para ser una alfa aparentemente sumisa, tenía una voz y personalidad potente, nada que envidiarles a las de la ciudad, solo llevaba dos días pero las reglas de la aldea parecían todo un enigma y necesitaría mucha energía para desvelarlos, acepto la orden con gusto, agradeció de nuevo la comida y sin perder más tiempo engullo la gran presa. Cuando su plato estuvo vacío la chica trato de hacer una mímica de aprobación con las manos, seguramente sacada de un libro, alzo el dedo pulgar al final, le devolvió el mismo gesto, ambos aprobaban sus acciones –Felicitaciones, tu recompensa-de la bolsa de cuero que colgaba en su hombro saco un pergamino, seguramente cuero de cabra y se lo tendió entusiasmada –Aquí todo el plan de estudio. Lenguaje y leyes. Espero que tu aprender, yo tomar luego lección- iba a tomar el pergamino pero ella lo puso fuera de su alcance a último momento –Ahora que yo responder todas tus preguntas, tu responder a mí.-

 

-Es un trato- Miki sonrió aliviada mientras le volvía a tender el pergamino y esta vez dejaba que se lo quedara.

 

Miki decidió quedarse todo lo que quedaba de tarde, cumpliendo el trato, entablaron una amena conversación de preguntas y respuestas con Louis, este deseaba conocer a profundidad el folklor de los lobos árticos así como ella, todo sobre los avances del nuevo mundo, de paso fue agradable tener otro par de ojos que sondearan las actividades de todo el clan.

 

No notaron cuando Tikaani paro su recorrido de golpe, sin ganas de llegar a su hogar y enfrentar las preguntas de sus familiares, se dejó caer en la suave nieve que cubría el suelo, cerró los ojos entregándose a una momentánea siesta al aire libre, se encontraba agotada tanto física como mentalmente por aquella noche que paso en vela cuidando al chaman, aunque bien sabía que ese no era el problema que la aquejaba. Sus manos enguantadas cubrieron toda la extensión de su rostro, dejo salir por fin un largo suspiro de frustración, le picaban los ojos más no era la clase de persona que lloraba, aun cuando se sentía perdida y desolada. No podía evitarlo, la invadía un mal presentimiento y eso que esta no era la primera vez que pasaba por una situación delicada, donde se requería que tomara decisiones extremas, después de todo ella era una consejera, se caracterizaba por siempre tener un plan, entonces porque ahora se estaba desmoronando, todo era diferente si se encontraba su pequeño Hazza en medio, se volvía personal, su instinto tomaba el control y le nublaba la razón, necesitaba que otro, ajeno al vínculo, la aconsejaran, sin embargo no sabía a quién decirle todo lo que estaba pasando, si fuera cualquier otra situación acudiría con su padre, lamento no poder contar con su ayuda en esta ocasión. 

 

El sol del atardecer comenzaba a teñir todo de un hermoso naranja y purpura, se acomodó en la nieve más a gusto, la tranquilidad del entorno comenzó a relajarla, literalmente ahora tenía la cabeza fría. Rememoro los sucesos de aquella mañana, Hazza había despertado después de una noche de fiebre, aún estaba débil pero bastante consiente, se dio cuenta de inmediato que huía a mirarla directamente y respondía con monosílabas.

 

-Vuelve a la aldea, se cuidarme solo- fue tan repentino que tardo en asimilar las palabras del menor, seguía sin dirigirle la mirada y por la tensión en su cuerpo podía intuir que temía a un posible interrogatorio.

 

No quería presionarlo, pero debía obtener en ese momento alguna respuesta, porque sabía que luego sería imposible sacarle información –No me iré hasta saber que paso- se mostró firme en su postura.

 

-No lo viste tu misma, entre en celo- no solo había remarcado lo más obvio sino que lo exponía como un hecho sin relevancia, aquel detalle le molestaba, le enojaba que la trataran como tonta.

 

-Sabes que eso no debería pasarte, el ritual debería haber expulsado todos tus deseos carnales...- no se atrevió a seguir hablando, por fin Hazza la miraba y ahora deseaba que no lo hubiera hecho, sus hermosos ojos verdes estaban apagados, la miraban con completa indiferencia.

 

-¿Qué ritual? ¿Te refieres al veneno que me dieron? Cuando mataron una parte fundamental en mi interior sin mí permiso, no hables de ello tan a la ligera, tu no puedes llegar a imaginar lo agonizante de aquella sensación, dolió mucho, fue como si me arrancaran el alma en su momento y aun después de meses del ritual seguía sintiéndome vacio pero sabes, termine aceptándolo, abrace mi nuevo destino ya que después de todo era un sacrificio a pagar por los dones que se me concederían, estaba seguro de que las heridas ya habían cicatrizado, pero lo que yo creí muerto, lo que había dado por perdido...¡volvió!- La voz se le quebró, tuvo que guardar silencio mientras se recomponía, le era sumamente difícil hablar de lo sucedido, juro jamás confesarlo, debían ser las hormonas que lo ponían sumamente sensible, estaba tan débil, se sentía tan patético –Tome una decisión, ya estoy en este camino, solo me queda avanzar o hundirme- Se retiró de la frente el pañuelo que había bajado toda la noche su temperatura –No necesito de nadie, así que vete...ya has visto suficiente.-

Notas finales:

Continuara. 

Agradezco mucho su apoyo, sus comentarios son hermosos :3

Me alegra que noten los detalles que con tanto esfuerzo agrego a la lectura.

Espero disfruten este capítulo.

Nos leemos.


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