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El llamado salvaje /Larry (Omegaverse) por Aqua Marie Paula

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Pensó que después del celo las cosas volverían a la normalidad, pero fue demasiado ingenuo, su cuerpo solo empeoro, deteriorándose con el paso de las horas, estaba seguro que moría lentamente, agonizaba en sus últimas fuerzas. Anatkok se lo había advertido, no encontraría amparo a la soledad, por lo cual no necesitaba de un castigo porque su vida se estaba extinguiendo, su existencia se evaporaba con cada jadeo estrangulado que salía de su garganta. Pero la vida le dio un pequeño descanso antes de acabarlo, cayó en un profundo sueño en algún momento en el que su suplicio aminoro, en la oscuridad de su inconciencia encontró aquellos recuerdos que creía perdidos. Hermosos retazos de su niñez, en ellos veía las grandes extensiones del bosque donde nació, las tierras del clan Zev, estas no eran blancas y heladas como el territorio de los lobos árticos, sino verdes y cálidas, estaba en un lugar tan diferente y lejano de su posición actual.

 

Justo su mente lo llevó a la última primavera que presenció, donde los brotes de diferentes flores alfombraban el suelo con diferentes colores y su aroma llenaba el aire como un aromatizante natural. Él estaba de nuevo allí, en su hogar, acostado en el césped de un claro, durmiendo una siesta alejado de todo el ruido, ese era su escondite en las horas perezoso de la tarde. Suspiro, sintiendo el suave sol acariciar su rostro, mientras la suave brisa lo refrescaba y revolvía todo a su alrededor, nada comparado al desierto ártico, todo era tan tibio y reconfortante en su imaginación.

 

 Sintió la carne suave y viva de una pequeña mano pellizcando con un poco de fuerza su mejilla, no quería levantarse, esta tan a gusto como hace días el dolor no lo dejaba estar, pero la insistencia lo obligo, abrió los ojos con dificultad, la fuerte luz lo deslumbro solo por un momento antes de poder visualizar a la perfección al perpetrador que osaba despertarlo.

 

Se sorprendió al ver a un niño pequeño, de unos 5 años con pelo negro y ojos cafés, no había visto nada igual en muchos años, este se limitó a sonreír al verlo despierto, tomo con su pequeña manita la suya, pero esta era igual o más pequeña, no lograba procesar nada, cuando el chico ya lo estaba jalando para que lo siguiera fuera del claro. No era difícil seguir el ritmo, pero saltaba con dificultad las depresiones en la tierra y las rocas, su estatura era mínima y apenas sentía poder separar las piernas, era un niño de nuevo. Las palabras no hicieron falta, llegaron donde estaban los demás cachorros de la manada, todos eran concebidos en una misma fecha para que las camadas fueran contemporáneas y se acompañaras entre ellas, todos los infantes le sonrieron y corrieron a saludarlo para luego jugar hasta el anochecer, se correteaban entre sí como cazándose, el chico que lo despertó se le lanzo encima y ambos cayeron, rodando en el pasto cuesta debajo de una pequeña elevación, a él se le unieron los demás. Todos en falsas luchas que incluían sus pequeños dientes y garras que solo ponían un poco roja la piel cuando se rozaban.

 

Llego a una pequeña cabaña de madera casi a medianoche, se despidió de su amigo pelinegro y entro al lugar, todo sucio como se encontraba,  en el umbral de la puerta diviso a su madre una joven loba, su cabello tan largo y abundante, castaño y rizado como el suyo, lo recibió con los brazos abiertos, en un apretado abrazo donde oyó su melodiosa risa, no recordaba la pequeña contextura de la mujer, cuando estaba con ella siempre la veía tan fuerte y capaz como todas las grandes hembras de la manada que jamás reparo en su débil condición, pero ahora la recordaba vívidamente, con toda la paciencia y amor que se necesitaba para cuidar de un muy curioso e hiperactivo cachorro de lobo. Su cara dejo de estar en la penumbra de la noche, fue allí que recordó por completo sus facciones, suaves y finas, tan parecido a él, aunque el recuerdo le trajo uno más profundo, solo duro un parpadeo; la pequeña figura femenina llorando sola, cuando creía que su esposo e hijo no la veían, lamentándose tener un útero tan pequeño que ahogo hasta la muerte a la camada de trillizos que había esperado por meses, solo él sobrevivió y sería el único hijo que alguna vez tendría, ya que nunca tuvo la oportunidad de volver a quedar embarazada.

 

 -Vamos mi pequeño Harry- Asintió hipnotizado a la voz de su progenitora, ¿cuánto tiempo que nadie lo llamaba así? La siguió obediente, antes de cenar, fue limpiado con una toalla de lana empapada en jabón, cambio su pantalón de suave cuero por uno de lana, para estar totalmente fresco al dormir. Su padre llego más tarde y comieron en familia la jugosa carne cruda de una ternera, ya con el estómago lleno su madre solo lo amamanto un rato, ya casi no necesitaba la leche materna pero el vínculo era importante hasta que alcanzara la madurez de su naturaleza, ya fuera omega u Alfa.

 

Sintió que los días siguieron como en rutina, no recordaba nada relevante de su pasado pero como dicen, los primeros años de vida son cruciales en la vida, para él, al menos los últimos días antes de su cumpleaños número 6 fueron los que cambiaron drásticamente su destino.

 

Ahora todo era más claro, los nombres y las caras de su pasado, estar en primavera no era una coincidencia, ya que esa también era la época de emparejamiento, todos los solteros no duraban más allá de sus 6 años de edad, se comprometían desde muy jóvenes y cuando llegaban a ser adultos justo en la misma fecha de su compromiso se unían como pareja de por vida, por ello todas las semanas se celebraba una unión en el clan y él adoraba las fiestas de compromiso, ya que solo en ellas se servían platos dulces, llamados postres. A veces los adultos se descuidaban y los cachorros comían tanto que les dolía la barriga toda la noche, claro él solo lo hizo una vez, odiaba preocupar a su madre.

 

Fue exactamente en una de aquellas ceremonias de compromiso cuando el macho alfa líder de la manada dio el gran anuncio. Acababa de llegar de una reunión con el alfa de la manada del sur, ellos eran la del norte, ambas eran una sola pero se asentaban en partes contrarias del bosque con su propia jerarquía, solo corrían juntas durante la luna llena, él nunca tuvo el placer de conocer a sus hermanos del sur.

 

Como dictaba la costumbre, todo se reunieron alrededor de su líder, este posicionado en medio de la manada, llamo a su cachorro más pequeño, Zayn, el lobo que lo despertó en el claro, sabía que fue algo así como su mejor amigo, eran inseparables.

 

-Los espíritus protectores han elegido entre los hijos de cada tribu, al Alfa que llevara la forma del lobo líder, el próximo heredero a esta posición será el hijo menor del actual líder de la manada del sur, Louis y su pareja elegida, quien se unirá en el sagrado compromiso de sangre será Zayn, este compromiso seguirá marcando la unión entre nuestras manadas- Todos los lobos celebraron a su alrededor, a su edad poco sabia del significado de algunas costumbres, en su limitado conocimiento solo sabía que la forma de lobo líder solo se le otorgaba por generación a un lobo este era elegido por los protectores, normalmente podía nacer tanto en esta como en la otra manada, su actual líder, Cedric, era el alfa definitivo del territorio, había visto en acción muchas veces al alfa así que por experiencia sabía que no solo era fuerte, sino más sabio que cualquier adulto que hubiera conocido hasta el momento aun en el clan de lobos árticos, recuerda estar contento por su amigo, después de todo este estaría emparejado con el mejor prospecto de pareja.

 

Curioso cómo era, tiro del vestido de su progenitora -¡Madre! ¿Qué es un compromiso de sangre?-

 

-Mi pequeño Harry- Sintio la suave caricia de sus manos por las hebras de su cabello –Es una promesa entre dos lobos, bendecida por las grandes fuerzas del destino, solo los protectores pueden dictaminarla, eligen entre dos jóvenes cachorros, los más calificados, asegurándoles que en vida siempre estarán juntos, nunca podrán separarlos y cuando sus almas vuelvan a la luna seguirán juntas por toda la eternidad aun cuando reencarnen, pues se volverán a encontrar.

 

-Wow, yo también quiero estar comprometido por sangre.

 

-Oh, pero es una gran responsabilidad, el líder del territorio no es solo fuerte porque si, tiene que defendernos a todos, pensar siempre en el bienestar colectivo, luchar por nuestras costumbres y tierras, por ello los protectores designan al omega más calificado para que siempre lo apoye, le dé crías sanas y sea la mano derecha de este.

 

Sonaba complicado, él aun no sabía cuál era su naturaleza, trato de recordar su cumpleaños cuando despertó como omega, pero es borroso, trato de escarbar más profundo, pero solo veía las altas llamas naranjadas del crepitar de un ardiente fuego, se sentía sofocado, escucho gritos en la lejanía, su padre lo sostenía, reconocía su voz, estaba llorando, trato de hablarle, tranquilizarlo pero no tenía fuerzas.

 

-¡Alfa Cedric! No hay muchos sobrevivientes, no sabemos con qué nos atacaron, tampoco quienes, pero es seguro que vienen, acabaran con los pocos que quedamos- Las voces se oían en la lejanía, tan ajenas a él.

 

-Corre, lleva el mensaje al Alfa Mark, adviérteles del peligro, si no es ya demasiado tarde- La voz de aquel lobo tan fuerte, se oía tan quebrada, derrotada como nunca pensó oírla, sus sollozos se oían, no podía ocultarlos, la situación debía estar realmente mal para que el líder se haya desmoronado de esa forma, solo podía intuir que esa noche fue cuando todo lo que él conocía murió, pues sentía el vínculo de su madre de nuevo roto, estaba muerta.

 

-Desmond- Su padre se tensó aun sosteniéndolo.

 

-Sí, Alfa- Respondió con respeto, sentía el movimiento, estaba siendo trasladado.

 

-Dale esto a Harry

 

-¿Qué?...pero esto es…

 

-Zayn a muerto, todos han muerto, tal vez tu hijo no fue escogido pero es ahora nuestra única salvación, para asegurar el destino de nuestra raza.- Sonaba otra vez firme, fue un gran líder, pensó hasta el último momento en la manada –Corre tu también, yo los distraeré con los que quedan, llévalo hasta el mar, los protectores guiaran su camino hacia un lugar seguro.

 

Sentía la brisa nocturna pegarle directa y duramente en la cara, su padre estaba corriendo, lo sostuvo en un fuerte abrazo una última vez entre sus brazos, luego de eso ya no sintió su calor, solo el frío del ambiente, estaba flotando, era como mecerse en el aire, a veces sentía que se despegaba de la superficie donde estaba apoyado para luego caer de nuevo en ella, en un sordo golpe, podía saborear la sal en su boca reseca tanto como picaba sobre su piel expuesta y quemada, estaba seguro ahora, estaba naufragando en el mar.

 

Volvió a conectarse a su sueño cuando sintió algo dulce y refrescante aliviar el ardor de su lengua y garganta –Pobre cachorro, esto hubiera matado a cualquiera, debe ser un lobo muy fuerte- Una voz femenina hablo con mucho amor y ternura hacia él, le era tan familiar, tanto el olor como la delicada caricia que mantenía en uno de sus pómulos, distribuyendo una especie de sustancia cremosa que alivio el dolor en su cara.

 

-Es verdad pequeña Tikaani, el cachorro es especial- La vieja voz de un hombre apenas se oyó en el fondo de su cabeza.

 

-La manada no aceptara a este pequeño, no es un lobo ártico, lo mataran por invadir nuestras tierras- Sonaba asustada, como alguien podía preocuparse tanto por un infante que acaba de reconocer.

 

-No temas, si ha llegado a este lugar es porque es su destino- Las caricias cambiaron, ahora eran de una mano más grande y callosa, sintió que presiono en su frente, en un patrón determinado –Cuidaremos del pequeño como los espíritus lo han dictaminado, ahora es tu hijo.

 

-¿Qué, cómo puede decir algo así, tan a la ligera?- No se oía molesta, solo sorprendida.

 

-Es tu destino, tus conocimientos lo ayudaran en la lucha que tendrá en un futuro- No hubieron más palabras, fue envuelto en una tela demasiado suave, como nunca había sentido antes y probo de nuevo el sabor de la leche, creando un nuevo vinculo materno, sellando su nuevo destino.

 

Abrió de nuevo los ojos, esta vez realmente los abrió, visualizó el techo rocoso de la cueva, el dolor no había menguado, solo se intensificaba con cada segundo que estaba despierto, gimió de dolor, iba a morir, ahora era seguro.

 

-¡Hazza! ¿Qué te esta pasando? - Tikaani apareció de prisa a su lado, empujando agua en su boca, pero esta ya no le sabia a nada, eran sus últimas fuerzas, el dolor ya no lo dejaba pensar con claridad –Dime que hacer ¿Cómo puedo ayudarte? Por favor no mueras- La voz femenina apenas se oía entre los jadeos de los fuertes sollozos, las lágrimas comenzaron a mojar su cara, cálidas, saladas contra sus labios, haciéndolo recordar de nuevo todo de golpe.

 

-Louis, llévame con él- Si no hubiera estado tan cerca, jamás hubiera oído aquel débil murmullo que logró escapar de sus cuerdas vocales. Confundida miro sin entender a su hijo, las lágrimas no paraban, pero no cuestiono nada cualquier cosa que lo mantuviera con vida, agarro las pieles y trato de arrastrarlo con su poca fuerza, hasta la entrada de la cueva, pero para llegar a la aldea seria toda una travesía diferente, jamás lo lograría, trato de llevarse el lánguido cuerpo del moribundo omega a su hombro, pero el peso los hizo colapsar a los dos.

 

-¡Lo siento!- Grito de frustración la mujer, sus sollozos sacudieron con fuerza su cuerpo.

 

ÉL también comenzó a llorar, le había fallado a su manada, se lamentó haber sobrevivido, no era el elegido después de todo, era lo único que le faltaba, sentir más lastima por sí mismo, miro el cielo estrellado, tan hermoso y etéreo, la luna estaba llena y brillante, nunca antes lo había llamado como hoy lo hacía, sintió el cambio correr por su piel, las fuerzas lo llenaron otra vez, este no podía ser el final, apenas había visto una vez a Louis y tenían toda una vida por delante juntos, quería conocerlo, remediar sus errores, no se rendiría, sobrevivió a mucho.

 

El potente aullido de un lobo calló todos los demás sonidos, esa era su señal, se levantó como pudo, sus piernas temblaban mientras ponía sobre ellas su peso, no le importo, con el respiro que le dio la luna, aulló, respondió el desesperado llamado de su pareja, él estaba allí, esperándolo, aunque fuera para verlo por última vez. 

Notas finales:

Continuara


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