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Sin Salida por Dunklen Geist

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Notas del fanfic:

Hola :D

365 días tiene el año.

305 han transcurrido, de los cuales 202 se la pasó lloviendo en Corea.

El hecho de que lloviera no le molestaba en nada a Minho, lo que hacía que su humor se transformara, era cuando alguna de sus ropas llegaba a mojarse. Es justamente por eso que siempre cargaba consigo una sombrilla, de aquellas que son compactas, de color negro para cubrir a una persona.

Tratar de evitar pisar los charcos de agua es como querer bañarte sin tener que mojar tú cabello; imposible, pero a fin de cuentas se tiene que hacer. El joven universitario iba de regreso a su casa, el camino a la estación de tren —en comparación de otros— no era para nada largo ni aburrido, en una que otra ocasión se dejaba llevar por curiosidad entrando a los comercios que inundaban las calles, admiraba los departamentos y tomaba diferentes rutas para poder conocer cada rincón de lo que era su ciudad. Varias veces se había perdido pero eso no fue ningún obstáculo para el gran Choi Minho, estudiante estrella de todas las clases, envidia de compañeros y anhelo de señoritas que, a pesar del clima, trataban de llamar su atención con las faldas que incluso enseñaban más de lo que debían.

—¿Qué tal la mañana he, Minho? —Jonghyun se acercaba con dos cafés en la mano, extendiendo uno a su menor.

—Fría, muy fría —le respondió restregando el aliento en sus propias manos, tratando de entibiarlas un poco. Tomó el vaso que le ofreció su amigo y lo pegó a su cara, de verdad que se moría de frio.

Traía puesto un suéter de lana blanco que le cubría el cuello y encima su gabardina negra que defendía hasta la muerte, su prenda favorita por así decirlo. Fuese lo que fuese primero era su gabardina y después él. Un capricho decía su padre, pero le importaba poco lo que los demás dijeran, a él le gustaba.

—¿Qué tal te va con las chicas?

—Son molestas —Dirigió una leve mirada a Jonghyun que se recargaba en la cajuela de su propio auto, y sorbió un poco de su café—. A pesar de que digas “no” siguen insistiendo, son como perros que regresan a seguir jugando cuando les has lanzado la rama ya muy lejos.

—¿O será que ya ninguna chica te interesa? —Habló meloso. Tratando de insinuar lo que Minho captó con rapidez.

—Todas son tan zorras que lo único que las diferencia es el peinado —hizo una pausa y bufó para negar despacio con una sonrisa sarcástica—. Ya ni en eso son originales, se copian los peinados, ropa, gestos y miradas ¿Cómo esperas que me interese la misma Barbie con diferente nombre?

            —¿Qué me dices de Taemin? Puede que se lleven bien —otra vez esas insinuaciones.

            —Gracias. Pero no, gracias. No quiero tener la oportunidad de conocer el sabor de tus babas —Minho miró a Jonghyun de pies a cabeza, examinando su figura, tratando de encontrar un defecto que  no tenía—. Ya lo manoseaste demasiado

            —¿Te aflige que lo haya tocado antes que tú? ¡Vamos, hombre! Solo fueron un par de veces.

            Jonghyun golpeó en el hombro a Minho con una sonrisa burlona que más bien denotaba la satisfacción de sus palabras, como si haber cogido —y seguir haciéndolo— varias veces con Taemin fuera un premio de presumir. Y sí, lo era tras haberle confesado que le quitaba su preciosa “pureza” al niño. El hecho era que ese juguete ya estaba demasiado usado.

            —Lo has desgastado más bien —dijo antes de beber de su café que se le enfriaba rápido— con suerte podre sentir algo de estreches.

            —Tienes razón —Jonghyun dio un sorbo a su café y continuó —ya está desgastado, incluso para mí.

            —¿Qué insinúas? ¿Dejaras a tu preciado niño solo porque hemos tenido ésta plática? —Minho le miró incrédulo—. ¿Acaso no te importa lo que sienta?

            —Si me importara no me habría metido con él, ¿Estás de acuerdo, no?

Era un muy buen punto. De todas las veces que Jonghyun había tenido “pareja” ninguna logró ser estable, a lo mucho duraba tres semanas con bastante suerte, pero no más. Parecía algo así como una norma, una norma que Minho también acató.

            El tener novia o alguna relación sentimental no le interesaba en absoluto. “Es una simple pérdida de tiempo” Claro que eso no le negaba el hecho de acostarse con quién él quisiera, eso se repitió a sí mismo todas las veces que se encontraba teniendo sexo con alguna mujer en cualquier lugar de la cuidad.

            Ahora simplemente mandaba a la mierda todo, lo único importante en su vida era él. Él y solo él. Todos podemos vivir de esa manera y aunque no lo quisiera admitir, una parte muy en el fondo de su ser anhelaba encontrar a esa persona ideal y entrelazar sus dedos. Pero mientras no la encontrara aun…

            —Eres el hijo de puta que todos aman, de verdad que no sé cómo lo haces Jonghyun.

            —Si quieres te enseño, claro que… Todo tiene su costo…

            —Si piensas que te chupare el pene porque me enseñes a ser un idiota, olvídalo. Yo solo me puedo hacer el idiota.

            —Como gustes primor.

            Hubiera abandonado a Jonghyun desde hace muchísimo tiempo, a no ser que si lo hiciera estaría más solo de que lo que ya se sentía, el rubio era su amigo —sólo tenía uno, y ése era él. —compartían varias cosas en común, como por ejemplo el gusto por un café muy cargado en las mañanas e hirviendo. Ambos se apoyaban y aunque no se lo dijeran, se querían, puede que como hermanos o solo amigos, pero se tenían el uno al otro. Con eso le bastaba a Minho.

            La campana sonaba y algunos estudiantes entraban a sus aulas mientras que los demás salían de ellas, el sonido de esa maldita cosa le molestaba, no tanto al grado de gritarle a medio mundo, pero si para dejar notar la molestia en su rostro. Y fue así que con una expresión amarga, accedió a su salón.

            Los mismos compañeros de siempre, el profesor recto de la misma hora, aquellas risitas de las muchachas que se encontraban enfrente de él, Jonghyun guiñándoles el ojo y sonriendo, la butaca que siempre tomaba y el resto de la clase un tema absurdo como siempre. Lo que era bueno de ese tiempo era que se echaba a volar con la imaginación, pensaba en cualquier tipo de situación que se le pudiera presentar: una invasión alienígena en la cuidad, el apocalipsis zombie de todas las películas, algo más fantástico como dragones ocultos o un libro de magia que encontraría, puede que un equipo de bomberos en situaciones poco usuales y extremas —De acuerdo, Minho debería dejar de ver demasiadas series gringas—. Una nueva ruta para llegar a la estación.

            Cierto, varias veces que caminó por la avenida principal había notado una especie de callejón, una conexión al otro lado de la calle tal vez y si fuera eso, le ahorraría darle toda la vuelta a la cuadra; lo atravesaría directo ahorrándose diez minutos. Bueno, algo productivo había resultado de la clase de hoy.

            —¿Quieres ir a ver una película cuando salgamos? —Jonghyun igual se daba sus divagues, aunque no tanto exagerados.

            —No creo, voy a irme directo a casa. Tengo algo que hacer —dijo cuándo recogía sus libretas y las guardabas en la mochila.

            —Siempre tienes algo que hacer, Minho ¿No se te olvida respirar, cierto? —ambos caminaban cruzando el salón hasta salir de ahí. Jonghyun trepando a su vehículo y Minho parado en la acera—. ¿Qué día tendrás tiempo para videojuegos y comida chatarra?

            —Mañana lo tendré —le sonrió con sinceridad, pasar un rato de calidad haciendo y diciendo tonterías era algo que le fascinaba. —Yo compro las sodas y pasa por mi cuando salgas de Literatura.

            —O mejor vamos juntos.

            —Reprobaste esa materia y la tienes que revalidar ¿Qué, acaso no quieres graduarte?

            —Si quiero pero… me da tanta pereza…

            —Sabes que yo hago tus trabajos, simplemente asiste a las clases para vean que “aprendes”. —acabado lo último, Minho dio la vuelta comenzando a caminar.

            Hacerle la tarea a un amigo era cosa de diez minutos. Le parecía increíble que a pesar de que fueran simples resúmenes le pagara por hacerlos, vaya desperdicio de dinero que se daba Jonghyun. Pero si se veía desde un ángulo diferente: Minho obtenía nuevos conocimientos y Jonghyun un papel donde dijera que terminó sus estudios.

            Nadie sale herido y todos felices, final perfecto.

 

Los caminos que recorría eran todos de color gris, tal vez debido al clima siempre se veían así, lúgubres. Pero después de un buen tiempo caminando por ellos, inclusive eran los más alegres de la ciudad. Acompañado únicamente de su mochila y el helado viento proveniente del norte que le pegaba en la cara; Minho, pudo divisar aquel callejón que vino a su mente estando en sus clases. Lo observaba desde el otro lado de la acera, tenebroso, peligroso, una imagen muy obscura que transmitía un sentimiento de que si lo siguieras mirando te arrancaría el alma en el siguiente respiro, una muerte muy segura y tan rápida que no te percatarías de lo que ha sucedido sino hasta que volvieras a ver tu cuerpo tirado en el pavimento o al escuchar el grito de la persona que te encontrara. Aterrador.

            El muchacho bufó.

            —El miedo es de niños, y yo ya tengo veintidós años.

            Negó con la cabeza tratando de sacar esas absurdas ideas, y una vez aclarada su mente dio el primer paso a lo que sin duda era una locura, una interesante locura. Al cruzar la calle notó que el ambiente en ese lado de la avenida era más gélido que el de cualquier otra zona, empezaba a sentir un escalofrío penetrante que se instalaba en los huesos y te hacía balbucear, seguido de una inseguridad que jamás habías experimentado. Alucinante.

            —N-No… No tengo miedo… --Minho sentía su corazón latir con fuerza y un nerviosismo que le hacía temblar los pies.

            Era la presencia de la depravación.

            —Yo… N-No… No quiero… —así sucedió lo inesperado, el miedo se instaló en Minho. Justo cuando dio la media vuelta para tomar otro camino, el terror hizo que diera un brinco y su corazón se acelerara.

            —Ah, mierda Kyuhyun, ¿Qué carajos estás haciendo aquí?

            —Eso mismo te iba a preguntar —aquel joven asomó su cabeza para ver donde miraba Minho.— ¿Acaso pensabas atravesar la calle?

            —Yo… Tenía curiosidad solamente —Choi trataba de ocultar el miedo que sintió hace solo segundos. Miraba al suelo como un niño sorprendido antes de robar un dulce. 

            —Recuerda que a curiosidad mató al gato.

            —¿Qué dices? —le preguntó.

            Antes de hablar, Kyuhyun lo observo a los ojos por un instante y luego dio un  suspiro para después desviar la mirada. Agarró a Minho por el brazo y jalo a un lugar más “seguro”, cualquier lugar que estuviera alejado de la boca del lobo.  

            —Es… Una especie de mercado negro pequeño.

            —¿Mercado Negro?

            —¿Qué no conoces lo que significa?

            —¡Claro que sí!

            —Entonces no debiste haber preguntado —Kyuhyun resoplo con intriga a lo que pudiera pasar si le contaba a Minho de lo que se trataba ese callejón, pero haría una buena acción, le iba a advertir. Claro, siempre y cuando no hablara demás.— Ese es un lugar de perdición, muchas personas entran pero pocas salen. Y las que lo logran no siempre lo hacen con vida.

            —¿A qué te refieres?

            —Te digo que no es conveniente pasar por ese lugar. Ahí encuentras de todo, cosas robadas, productos de mala calidad, prostitutas y niños que te piden una moneda para poder quitarte tu celular, traficantes de droga y de… bueno, podrás imaginártelo.

            —¿La policía no hace nada? —preguntaba incrédulo. Ya tenía tiempo que siempre pasaba enfrente de ese callejón y apenas se enteraba de lo que en realidad era. El mundo no era tan pequeño después de todo.

            —¿Y serviría de algo? He escuchado que incluso las autoridades tienen tratos con esas personas.

            Mientras no llames la atención todo bien, ¿verdad?

            —¿Cómo mierda sabes tanto Kyuhyun?

            —Bueno… Yo he entrado y salido —el muchacho vio la sorpresa que se llevaba Choi.— Si quieres salir vivo de ahí solo existen tres opciones: Tener amigos adentro, ir por negocios o tener mucha suerte.

            —Quiero suponer que tuviste mucha suerte.

            —Más bien tuve las tres —Kyuhyun le guiño el ojo y comenzó a caminar— De verdad Minho, no vayas por ahí, ¡Es peligroso! 

            Peligroso.

            Peligroso es una palabra muy interesante.

            Y Choi Minho se considera a sí mismo como una persona interesante.

            Dio un último vistazo al callejón y apenas alcanzo escuchar el rechinido de un metal, una rata que salió de la coladera entró al callejón pero bastaron sólo unos segundos para saliera y entrara de nuevo al drenaje.

            —Hoy traje mi computadora… Es mejor que regrese mañana.

Se tratara de un pretexto o no, el chico siguió su camino como de costumbre hacía su casa, acogedora y llena de paz como siempre había sido, solo que aburrida. Tal vez el tener demasiada tranquilidad es agotador hasta cierto punto, es por eso que se daba el lujo de ir a donde quería, cuando quería y con quien quería, ya que sus padres le daban libertad de moverse a su gusto cualquiera que no aprovechara eso sería un completo imbécil. Y Choi Minho, no es imbécil.

            —Voy a ir a casa de Jonghyun mañana, me quedaré a dormir con él. —dijo mientras subía las escaleras hacía su cuarto. Aquel santuario propio que era como un enorme baúl de secretos, arrinconado al final del pasillo y oscuro como los cabellos de su dueño.

            —¿Entonces regresas el jueves? —su madre que se encontraba sirviendo la comida a su esposo, ni siquiera dirigió la mirada a su hijo.

            —Tal vez… Quizá me mude con él un día de estos.

            —Te dejaré la comida en el congelador, si quieres un poco solo métela en el microondas.

            —Gracias.

            No era su costumbre comer en familia, resultaba lo mismo que si comiera solo, en toda la tarde no se escuchaba ni una sola palabra de las tres personas que vivían en esa casa. Eran una familia que no hacia ruido, se mantenía al margen de las demás y era totalmente individualista, y desde que se dio cuenta de ello se sintió solo. Era imposible tratar de recordar la fecha en la que empezó a ser así.

            —En verdad que empiezo a odiar mi vida… —susurraba para sí mismo.

            Conciliar el sueño era demasiado fácil para Minho, esa era la mejor forma en la que podía olvidarse de todo por un momento y tener paz. Casi como cualquier persona normal. El mundo que existía en su cabeza y al que podía llegar cuando soñaba era engañoso, con laberintos y puertas por todos lados aunque siendo sólo un sueño, era irrelevante.

 

Notas finales:

Adios *-*/


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