En un día como cualquier otro, un castaño de grandes ojos azules estaba terminando su manuscrito. Había estado trabajando en él desde temprano. ¿Lo más sorprendente? Antes de la fecha límite. Se lo había prometido a su amigo de la infancia, Hatori.
-“Vamos, Chiaki. Hazlo con ánimo. Fue una promesa a tu mejor amigo”-se dijo a sí mismo.
Desde que eran muy pequeños habían sido amigos. Y eso que sus personalidades eran completamente opuestas: Hatori era muy serio y maduro, y Chiaki siempre sonreía y era algo (muy) inocente. Aunque bueno, dicen que las personas con más diferencias, son las que mejor se llevan.
-Yoshino, ya llegué-avisó un castaño de alta estatura.
-Bienvenido-saludó el menor levantándose de la silla.
-¿Ya has cenada?-preguntó. Aunque estaba bastante seguro de la respuesta.
-No, estuve trabajando con en el manuscrito-Hatori lo miró incrédulo-. De verdad. Mira.
Yoshino le tendió las hojas. Hatori las miró una por una. Su amigo no mentía.
-Me alegra que lo terminaras a tiempo-exclamó con una de sus grandes manos en la cabeza del más bajo-. Hare la cena. Quieres algo en especial.
-No. Si lo haces tú, da igual lo que sea-dijo con una sonrisa, sin percatarse de lo que podía producir en el mayor.
Hatori comenzó a preparar algo y Chiaki solo miraba televisión. Ya al menos había terminado el manuscrito. Solo debía esperar... Lo que más odiaba cuando Tori cocinaba.
-“Lo notó extraño. Cuando le dije lo de hace rato...sonrió. Casi nunca lo hace. ¿Fue solo por lo que dije?”-se preguntaba. Su amigo muy pocas veces sonreía. No era algo común.
-¡Hola! ¿Qué hay de nuevo?-saludó un rubio, que entró al departamento como si fuera el suyo.
-¡Hola, Yuu!-contestó Yoshino, contento de ver a su otro amigo.
-Hatori-dijo secamente el rubio.
-Yanase-contestó de igual forma.
Chiaki no entendía que pasaba. Ellos no podían estar en la misma habitación, porque la tensión podía sentirse hasta la otra calle.
-“Que extraño... Ellos nunca pueden estar juntos en la misma habitación, pero... ¿Por qué?”-se preguntaba el castaño menor.
-En fin, no vengo para quedarme, solo vine a darte esto Chiaki-exclamó, dándole un manga a su amigo.
-¡Guau! Gracias, Yuu. Pero creí que ya no lo tenían.
-Bueno, cuando salió a la venta, se vendió como pan caliente, pero yo había reservado uno para ti-dijo sin dejar de sonreír, y eso hacía que Hatori tuviera ganas de gritarle. Pero como podía se contenía-. Ok, ya me voy. ¡Disfruta el manga!
-¡Adiós, Yuu!
-Adiós, Hatori.
-Adiós-dijo apretando los dientes. Cuando escuchó la puerta cerrarse, habló normal-: Yoshino, la cena esta lista.
Ambos se sentaron y comieron, mientras hablaban de cosas triviales. Hatori notó como el rostro del menor se comenzaba a poner rojo.
-Yoshino, ¿te encuentras bien?-preguntó preocupado.
-Sí. ¿Por qué no lo estaría?
-Estás rojo. ¿Te ha dado fiebre?
-No, no creo...-no dejaba de pensar en algo-. ¡Espera un segundo!
Tomó un papel y lápiz y comenzó a dibujar. Hatori decidió dejarlo, ya que sabía que al dibujar, Chiaki estaba en otro mundo. Se olvidaba completamente del mundo, por mas exagerado que podía ser.
-“Quisiera dibujar como él”-al ver que terminó, preguntó-: ¿Lo puedo ver?
-No, aun tengo que darle los detalles. Te lo mostrare cuando lo haya hecho.
Terminaron y cuando Chiaki se levantó para ver televisión, sus piernas cedieron a su peso y cayó de nuevo en la silla.
-¡Yoshino!-se preocupó de inmediato el mayor.
-Estoy bien...-dijo teniendo el rostro totalmente rojo.
Hatori le tocó la frente y lo confirmó:
-Estás volando en fiebre-susurró, preocupado.
-No me di cuenta-contestó con el distraído que era-. Creo que...
Antes de que pudiera seguir, sus ojos se cerraron por si solos, pero no perdió el conocimiento. Sintió como Hatori lo tomaba en brazos y lo llevaba a su cuarto.
El mayor se quedó con él el resto del día.
-¿Necesitas algo?-preguntó, sentando en el borde de la cama.
-Solo un vaso con agua-respondió sin PODER abrir los ojos.
-¿Solo eso?
Chiaki asintió. Hatori fue a la cocina y, aparte del agua, le llevó un medicamente para que le bajara la fiebre.
Chiaki se bebió todo en un abrir y cerrar de ojos.
-Que buen amigo-pudo decir.
Su hubiera tenido los ojos abierto, habría visto el gesto decaído de Hatori; un gesto que jamás había visto...y que no vio.
-Yo... debo irme. Volveré en la noche, ¿de acuerdo?
El menor asintió y escuchó como Hatori salía del departamento.
Unas horas después, su celular sonó.
-¿Hola?-habló como pudo.
-¿Chiaki? ¿Cómo estás?-preguntó el rubio, angustiado.
-No muy bien. Aun tengo fiebre.
-Cielos... ¿Necesitas algo? ¿Quieres que vaya?
-No, no te preocupes. Tori vendrá pronto-respondió con una pequeña sonrisa.
-De...acuerdo-dijo con disgusto-. Bien, no dudes en llamar si necesitas algo... Cualquier cosa.
-Gracias. También eres buen amigo.
Dejó el celular en su mesita de noche y trató de dormir un poco más, pero se moría de calor y de frio al mismo tiempo. Apenas se podía mover. Sentía que en cualquier momento se desmayaría.
Cerca de la madrugada, se despertó al sentir presión en sus labios. Abrió los ojos y vio que... Tori lo besaba. Hatori se separó un momento y lo miró a los ojos. El menor se sorprendió por ello. Hatori lo volvió a besar. El menor giró la cabeza.
-¡¿Tori?!-Hatori volvió a girar su rostro y lo besó con algo de brusquedad.
Coló su lengua en la boca ajena y eso fue más violento. Chiaki puso sus manos en los hombros de Hatori y trató de empujarlo. Pero el mayor le quitó la camisa y le amarró las manos, por detrás de su espalda.
-¡Espera! Tori, ¿Qué estás...?-no pudo terminar cuando Hatori lo besó una vez más.
El mayor dirigió una de sus manos al pezón de Yoshino y comenzó a apretarlo. El menor gimió de dolor.
-Pa-para...Por favor...
Hatori no dijo nada y solo comenzó a morderle el cuello y dejó varias marcas rojas. Le dolió. Los gemidos de dolor se escuchaban en toda la habitación. Bajó hasta los pezones y los mordió levemente. Jamás había sentido tanto dolor junto. Pero lo peor era que quien lo producía... era su amigo de infancia. Quien siempre lo había cuidado.
-¡Ah! Para, te lo ruego...
El castaño le quitó el pantalón y la ropa interior. Sin siquiera lubricarlo, metió un dedo en la entrada del menor. Comenzó a moverlo, sin mirar los ojos del castaño. Simplemente, no podía.
-¡¡Ah!! No más... Por favor... ¡Hatori!
El simple hecho de que lo llamara así... le dolió. Pero... no se detuvo. Siguió con su brusca acción. El menor solo se retorcía y gemía de dolor. Hatori quitó su dedo y pudo escuchar un suspiró tembloroso de alivio. Pero aun no acababa. Se quitó el pantalón y la ropa interior y entró en Yoshino de una sola estocada.
El grito no pudo salir de su boca. Apenas podía articular palabra debido al dolor. Era insoportable. Eso no se podría comparar con nada.
-¡¡AH!! Para... ya... Te lo suplico... ¡No sigas!-pudo decir entre gemidos.
-Yoshino...-pronunció. Su mirada era desolada.
-“No pongas esa cara... como si estuvieras por llorar”
Las embestidas parecían golpear sus entrañas. Era un martirio. Sentía que en cualquier momento se partiría en dos.. Hatori lo abrazó con fuerza.
-“¿Por qué me haces algo así, obligándome? ¿Y luego me abrazas como si fuera lo más preciado para ti?”
-Chiaki...siempre te ame-susurró en su oído.
“Simplemente... no te entiendo”-pensó antes de desmayarse.
Continuar...