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Yes, I am. por Akira Ono

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-Kurokocchi, tienes que hacerlo.


-Oye, Kise, baja la voz o nuestros padres nos escucharán y se molestarán mucho.


-Izuki tiene razón y, como el mayor, espero hagan caso a lo que les digo. Kuroko, debes esperar a la hora del almuerzo, justo como Himuro hizo cuando los convenció de que nos dejaran estudiar el instituto.


-Por favor Hyuuga, sólo porque eres mayor por tres horas no quiere decir que tengas que decir siempre lo que haremos.


-Takao, deja de parlotear y vamos o nuestro plan se arruinará. Mamá vendrá a buscarnos si no nos damos prisa.


-Tsch, de acuerdo Furihata. Nos vamos, pero asegúrense de preparar bien el almuerzo.


-Ya, váyanse. Bien, el papeleo está listo, sólo debemos informarles a nuestros padres. Kise-kun, ¿podrías quitarte de encima?


-Oh, lo siento, sólo me emocioné-ssu.


El rubio bajó de la espalda de su hermano y todos salieron de su "base de operaciones secreta", que era el espacio debajo de la cama de Izuki, Takao y Himuro, y se sentaron en el suelo a conversar de otras cosas en el momento justo en el que Keisuke tocaba la puerta y entraba a la habitación.


-¿Qué hacen todos aquí? Se nos hace tarde, recuerden que tenemos que ir por la despensa.


-Ah, lo siento, estábamos aburridos y queríamos ver televisión.


-Primero vamos a comprar eso. Todos al auto.


-Hai, hai.


-Nos tratan como niños pequeños....


-Baja la voz Himuro.


-Siguen siendo niños pequeños, después de todo aún se esconden debajo de la cama para hablar.


-¿¡Qué!? ¿Cómo sabes eso?


-Soy su padre, Izuki, tengo que saberlo todo. Vamos.


Los chicos siguieron al castaño hasta la camioneta que se encontraba en el garaje. Si algo se debía aplaudir al matrimonio Furihata, era que, a pesar de los pequeños lujos de los que gozaba su familia, siempre supieron criar y educar a sus hijos de forma humilde, siempre viendo por los demás sin olvidarse a ellos mismos y, aún después de decirles a todos que no eran sus padres biológicos, salvo de Kouki, todos asimilaron la información de manera asombrosa y, si bien hubieron momentos en los que los reproches y las peleas salieron a la luz, la verdad era que el amor y la unidad de su familia era aún más fuerte.


-¿Que está en la lista, padre?


-Déjenme ver... mmm... Tetsuya, Ryouta y Tatsuya, ustedes buscarán las frutas y las verduras; Shun y Junpei se encargarán de los lácteos y demás. Yo iré por el resto de las cosas. Ya saben, mensajes a mi celular o llamadas si no saben que llevar o si se pierden.


-No somos niños, podemos hacerlo.


-De acuerdo, de acuerdo. Nos vemos pronto, hijos.


Keisuke tomó un carrito, al igual que los chicos, y se dividieron entre los pasillos para conseguir lo encargado, junto a los bocadillos que se les antojaban en el camino. En la caja, Keisuke no se pudo negar a comprar la leche de vainilla que Kuroko quería, o las fresas que Kise agarró, los flanes para Takao, las galletas para Kouki, los pudines para Izuki y el helado para Hyuuga... y sus hermanos.


Cuando llegaron a la casa Hiroshi los esperaba en la cocina, junto a Takao y Kouki pues preparaban el almuerzo. Siendo hijos de un médico como Hiroshi y un científico como Keisuke, los chicos tenían un régimen alimenticio bastante estricto, por lo que Hiroshi no estaba del todo contento por las "chucherías" que su esposo había comprado para sus hijos.


Unas cuantas miradillas y susurros en el oído, seguido de sonidillos como "Eww, eso es asqueroso" y todos se sentaron a comer tranquilamente.


-Mamá, papá, tengo algo que decirles.


Instantáneamente todos dirigieron la mirada hacia el pelicesleste que observaba tranquilamente comer a su familia.


-¿De qué se trata, Tetsu-chan?


-Mis hermanos y yo... Creo que hablo por todos cuando digo que queremos ir a estudiar a la universidad en Tokio.


Hiroshi dejó caer el tenedor completamente perplejo, al igual que Keisuke.


-¿Q-qué...? No, no lo permitiré.


-¿Por qué no? Hemos pasado toda nuestra vida en este pueblo, ya es momento de que salgamos de aquí para variar.


-¿Qué tiene de malo el pueblo, Takao? Han crecido completamente saludables aquí.


-No es vida si no podemos vivirla como queramos. No es como si quisiéramos alejarnos de su lado ni nada por el estilo, sólo queremos intentar nuevos horizontes.


-Es tal como mi hermano Hyuuga dice, sólo queremos intentar algo nuevo.


-Aun así no Kise, no puedo permitirles eso.


--¡Eso es algo egoísta y demasiado sobreprotector!


-¡Lo único que buscamos es protegerlos, no que los descubran, Tatsuya!


Hiroshi cerró la boca al notar lo que había dicho, hecho que sólo incrementó la curiosidad de Kuroko.


-¿Protegernos de qué? Ya somos el hazme reír del pueblo, no podemos enfrentarlos pero tampoco podemos ignorarlos.


-Si nos quedamos aquí nos convertiremos en los mediocres que dicen. Y yo ya no quiero sentirme como basura; tan sólo quiero olvidar.


-Por favor, déjennos ir.


Ante la seriedad de Kuroko y la expresión sombría que el rubio tenía en el rostro, Keisuke y Hiroshi intercambiaron miradas y una conversación silenciosa. Al final, Keisuke rompió el silencio.


-Muy bien, los dejaremos ir con una condición.


-¿¡Qué!? ¡Keisuke! Creí que les diríamos que no y los encerraríamos en el sótano.


-¿En serio? Supuse que les diríamos que sí y los llevaríamos mientas me como un poco del helado de moras que Junpei trajo.


-No y además tiraré a la basura esa porquería que compraron...


-¿¡Es enserio papá!? ¿Nos dejaran ir?


Los aludidos simplemente veían anonadados la ilusión que el rostro del rubio reflejaba, junto a la emoción que se reflejaba en el de los demás.


-¿Podemos ir? ¡Por favor!


-E-eso no...


-Hiroshi... Por su propio bien no podemos mantenerlos encerrados toda la vida.


Hiroshi mantuvo la vista en los ojos de su esposo sin poder decir nada más y, minutos después, terminó por acceder.


-...Está bien, pero nosotros iremos con ustedes.


-¡Son los mejores!


-¡Mamácchi, papácchi, los amo!


Takao se lanzó a los brazos de Hiroshi y Kise a los de Keisuke, mientras los demás festejaban y se abrazaban sumamente emocionados.


-¡Excelente! Traeré los papeles en éste momento para que los firmen.


-¿Qué? ¿Sabían que los dejaríamos ir, Kou-chan?


-Somos sus hijos, sabemos muchas cosas. Además, llevábamos cerca de un mes arreglando todo con Kuroko, se podría decir que somos absolutos.


Kouki salió corriendo entre risas hacia su habitación para llevar los papeles. Cuando vieron que sus padres firmaron la autorización, los chicos corrieron a su habitación como un torbellino de emociones para arreglar todo. Los padres se quedaron sentados en la mesa, la cual parecía haber sido arroyada por estampida de animales y mantuvieron la vista el uno en el otro.


-Me alegra que hayas accedido, esto será muy bueno para ellos.


-Supongo que sí, no puedo decir no ante esas expresiones. Ahora deberé llamarlos a ellos, son los únicos que podrán encontrarnos una casa segura y adecuada en Tokio.


-Oh, hace años que no los vemos.


-Sí, supe que estaban teniendo un momento difícil con una mascota o algo así, mencionaron a un conejo. Como sea, vendrán mañana mismo si los llamo ahora.


-En eso tienes razón, pero ¿estás listo para hablarles de ellos?


Hiroshi suspiró con suavidad justo después de dar un sorbo al jugo de naranja que le habían servido.


-Lo averiguaremos dentro de poco.


---


En cuanto bajaron del avión y tocaron el suelo, los Furihata (los chicos llevaban los apellidos de Hiroshi y Keisuke, aunque también conservaban los apellidos de sus padre biológicos) corrieron hacia la entrada del aeropuerto y observaban maravillados el hermoso paisaje que las calles de Tokio tenían, adornados bellamente con los cerezos que comenzaban a florecer. Les gustaba verlos en casa, pero el verlos en la capital del país era algo único.


-Bien, ahora al tren, iremos a Shibuya.


Keisuke observó perplejo a Hiroshi pues nunca pensó que dejaría que subieran al tren en su primer día... o en toda su vida.


-¿Estás seguro de lo que dices?


-Muy seguro, después de todo las cosas son muy diferentes de casa y si no los instruimos ahora puede ser perjudicial para ellos después. Síganme de cerca y no se separen.


Todo el grupo asintió y comenzó a caminar junto a Hiroshi.


Durante todo el trayecto, las personas no desprendían la vista de los chicos, en especial los hombres, pues había algo en ellos que los hacía observarlos.


No pasó mucho tiempo hasta que Keisuke notó que alguien quería tocar el trasero de Himuro, por lo que se acercó con una amenaza silenciosa y lo alejó de sus hijos.


Al parecer él no era el único protegiendo a su familia, pues ante los acosos sumamente descarados uno que otro sujeto "chocaba" contra el acosador y lo saca del alcance. Cuando Hiroshi lo notó, uno de ellos le guiñó el ojo antes de sentarse y Keisuke lo veía enojado.


-Al fin llegamos a cas...


-¡Wow! Es incluso más grande que la de antes.


Todos veían perplejos la enorme casa que tenían enfrente: amplios jardines, una casa grande, que si bien no era mansión, sí que imponía. Tenía una cochera techada que permanecía cerrada y era más que probable que hubieran habitaciones para cada uno y aun así sobraran, sin embargo, los hermanos preferían dormir juntos debido al confort que eso les brindaba.


Los primeros en entrar fueron Keisuke y Hiroshi, aprovechando que los chicos curioseaban el exterior, incluida la cochera. Dentro de ella había tres camionetas Cadillac ultimo modelo color negro, al parecer de lujos y los chicos, emocionados, corrieron a verlas.


-¿Les gustan?


Los chicos voltearon a ver a su padre, aunque al parecer se había amarrado el cabello y asintieron emocionados.


-¡Por supuesto! Son asombrosas.


-Condúzcanlas con cuidado. Vaya, han crecido demasiado.


-¿Eh?


-Oops, su padre me llama, nos vemos.


-Entraremos en un rato más, no seas tan dramático.


Hyuuga le contestó con cierto fastidio pues su “madre” en ocasiones era muy sobreprotector. Keisuke los encontró dentro de los autos de alguna manera y lucía sorprendido por los mismos. Al verlo, sus hijos bajaron sumamente emocionados.


-¡De nuevo gracias por los autos!


-¿Eh? ¿Cuáles aut...?


Hiroshi, que iba entrando a la cochera, no comprendía las palabras de sus hijos hasta que entró por completo al lugar, molestándose al instante.


-¡Ese maldito...! Le dije que nada de chatarra con cuatro ruedas en las que se puedan matar.


-Pero si acabas de preguntarnos si nos gustaron.


-Yo no he hecho algo así, y vayan a su habitación.


-A veces te comportas muy raro, mamá.


Los chicos rieron ante la rabieta del mayor, comenzando a entrar a la casa para explorarla.

Notas finales:

Como mencioné antes los personajes de "Kuroko no Basket" no me pertenecen, son autoría de Tadatoshi Fujimaki; sin embargo hay personajes que fueron de mi autoría, así como la historia. Espero os guste.


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