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My unknown husband por frizzante gatto

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La abundancia de los platos servidos durante la cena, podrían haber satisfecho a doce personas. Naruto se sentó a la derecha de Sasuke ante una larga mesa sobre la cual habían dispuesto floreros en forma de cáliz, llenos de orquídeas y mastuerzos colgantes. El primer plato era un consomé de verduras, seguido de ruedas de salmón cubiertas de crema y eneldo. Después, los criados entraron con unas humeantes bandejas en las que había faisanes rellenos de trufas y avellanas, y escalopes de ternera que nadaban en salsa Bordeaux.


Cuando vio que llegaban más platos, Naruto protestó; budines, tartas abiertas, mollejas y verduras.


—Esto es demasiado. ¡Me sería imposible hacerles justicia!


Sasuke sonrió y lo animó a probar un huevo de codorniz relleno de crema y cangrejo.


Naruto se permitió goces que hacía tiempo que no disfrutaba, bebiendo una selección de vinos franceses y dedicándose con placer al banquete. El Uchiha demostró que, cuando quería, podía ser un compañero de cena encantador, capaz de conversar de manera agradable sobre una gran variedad de temas.


—,¿Por qué te has convertido en actor? —le preguntó, casi al final de la parsimoniosa comida, reclinándose en su silla mientras retiraban sus platos y colocaban ante ellos pasteles y frutas frescas. Naruto jugueteó con una roja frutilla que había en su plato.


—Tuve ese deseo desde que era niño. Abandoné el hogar de mi familia cuando tenía dieciocho años para unirme a una compañía de actores itinerantes, luego actué en un teatro del señor Hidan hasta que tuve la buena fortuna de ser contratada por el señor Hyuga.


La idea hizo resoplar a Naruto , en señal de ironía.


-¿Tus padres lo aceptarón?—preguntó Sasuke


—Claro que no, ellos querían que yo me quedara en casa... sólo que bajo ciertas condiciones que para mí eran inaceptables


-¿Cuándo te casaste? —preguntó el moreno—. ¿Cuándo estabas de gira?


El blondo frunció el entrecejo.


—Nunca hablo sobre mi matrimonio.


Una semisonrisa apareció en los labios de Sasuke.


—No estoy seguro de que, de verdad, tengas un marido. —Lo tengo —aseguró Naruto, bebiendo un sorbo de vino.


"Él existe, del mismo modo que tu esposo existe", tuvo ganas de decir el ojiazul, pero se contuvo.


—¿No querrá tu esposo que dejes el teatro alguna vez?


—Sería un gran hipócrita si pretendiese semejante cosa —dijo el kitsune con altivez— Él mismo es actor.


Contuvo una sonrisa al ver la chispa de interés en la expresión del Uchiha, consciente de que Sasuke tomaría sus palabras al pie de la letra. Con todo, era verdad. Era innegable que lord Uchiha tenía habilidad para ocultar la verdad y presentarse bajo una falsa apariencia. Era un actor tan talentoso como cualquiera de los que trabajaba en el Capital.


Parecía que estaba a punto de preguntar algo más pero, de pronto, entornó los ojos y clavé su mirada en el antebrazo desnudo del rubio


—Milord? —preguntó Naruto, intrigado por su expresión.


Antes de que el menor pudiese reaccionar, Sasuke había tomado su brazo con una mano ancha y cálida y lo había acercado a la luz. Allí se distinguía con claridad la capa de maquillaje sobre el cardenal. Naruto trató de soltarse y barboteó, confundido:


—No es nada., estoy perfectamente bien, esto pasa en la actuación, ¿entiendes?...


—Calla.


El azabache se volvió hacia un criado que se acercaba y le pidió, con brusquedad, que trajese un recipiente con ungüento de los que guardaba el ama de llaves.


Naruto vio, en atónito silencio, cómo Sasuke mojaba la punta de una servilleta en un vaso con agua fría. La sorpresa la hizo ponerse tensa cuando el moreno pasó suavemente el paño mojado por la magulladura. Sasuke descubrió otras marcas de dedos y una mancha oscura en el hombro. Quitó la pintura que disimulaba los cardenales con todo cuidado.


Sobre la piel de Naruto se extendió un vivo sonrojo que subió desde el cuello hacia la cara. Ningún hombre lo había tocado nunca de este modo. El rostro del moreno estaba tan cerca que podía el grueso abanico de sus pestañas.


Se desprendía del azabache una grata fragancia, en la que se mezclaban el perfume de la colonia con el olor de la tela almidonada. Su aliento estaba cargado con la dulzura del vino de postre. El corazón de Naruto comenzó a palpitar con fuerza cuando cruzó por su cabeza la idea de rozar con las yemas de sus dedos ese cabello negro, la curva nítida de la oreja, el arco audaz de las cejas. Había bebido demasiado. Se sentía mareado, acalorado.., quería alejarse y, sin embargo...


El criado regresó llevando una lata pequeña con ungüento y se la entregó a lord


Sasuke . Al marcharse, cerró la puerta y se fue, dejándolos a solas.


—No es necesario que... —dijo Naruto, titubeando.


Su voz fue apagándose mientras Sasuke destapaba el recipiente, que contenía una pomada rosada, de aspecto ceroso, que despedía fuerte olor a hierbas.


Los ojos negros de Sasuke elevaron su mirada hacia la del kitsune Por primera vez, el blondo notó sutiles atisbos de carmesi en lo profundo de los ojos contrarios. Cuando el Uchiha empezó a hablar, lo hizo en un tono más grave que el habitual.


—Neji tendría que tener más cuidado contigo.


—Lo tiene —susurró el zorrito—. Lo que sucede es que me aparecen hematomas con mucha facilidad.


Sin apartar su mirada de la del rubio , el azabache hundió sus dedos en la pomada y se echó hacia delante. Una trémula negativa asomó a los labios de Naruto pero, por alguna razón que desconocía, no pudo emitir sonido. Sintió que los dedos del mayor esparcían el ungüento sobre sus cardenales. Lo trataba como si estuviese hecho de porcelana y el contacto de sus dedos sobre la piel del rubio era casi imperceptible. Naruto nunca hubiese imaginado que un hombre podía ser tan delicado.


Sasuke pasó al hombro ocupándose de ese hematoma mientras Naruto permanecía inmóvil.


El menor sintió que se inundaba de locos impulsos: quería apoyarse sobre el contrario, sentir toda su mano sobre la piel, guiar los largos dedos hacia su pecho. Contuvo el aliento, procurando que esos sentimientos desaparecieran pero, al contrario, esos anhelos crecieron. Impotente, aguardó a que el Uchiha terminase, clavando su mirada en la cabeza inclinada del moreno.


-¿Hay otros más? —preguntó Sasuke.


—Ninguno que puedas ver —logré decir Naruto.


Una sonrisa cruzó el rostro de Sasuke. Tapó el recipiente y se lo dio al menor.


—Te lo obsequio, señor Uzumaki. Estoy seguro de que necesitarás más antes de que terminen las representaciones de La fierecílla domada.


—Gracias —dijo Naruto, -.Hace mucho calor aquí —dijo, sin convicción.


—¿Quieres que demos un paseo por el jardín?


El menor asintió agradecido, y salieron juntos del comedor, cruzaron una antesala para trasponer unas anchas puertas ventanas que daban al sendero de un jardín pavimentado. Afuera estaba oscuro y fresco; una picante brisa hacía susurrar las hojas de los árboles y las de los cercos.


Caminaron en silencio, pasando ante densos cercos de tejo y ante una hilera de ciruelos florecidos. Cerca del centro del jardín había una gran fuente llena de esculturas de ángeles. Naruto se detuvo a admirar el paisaje y notó un seto hecho de rosales que llegaban a la altura del pecho y que bordeaban el sendero. Las flores le resultaban familiares, y eran como grandes llamas de color rojo pálido, que exhalaban un perfume indeciblemente dulce.


—Summer Glory —murmuró—. Las preferidas de mi madre. Ella solía pasar horas en su jardín, cuidándolas. Me decía que eran las más bellas y las más espinosas, también- comentó el zorrito


Sasuke lo vio inclinarse sobre una rosa e inhalar su perfume embriagador.


—Esta es una variedad muy rara, sobre todo en Inglaterra. La recibió mi familia, hace ya mucho tiempo, de manos de... —se interrumpió, y su expresión se tornó, sorpresivamente, alerta—. Un amigo —concluyó el moreno


Pareció que las dos palabras pendían entre los dos, trazando un interrogante en el aire.


De repente, Naruto sintió que sus pulmones se vaciaban de aire y tuvo que esforzarse por volver a llenarlos. Por cierto, las Summer Glory eran una variedad única. Lo pensó con cuidado y comprendió que sólo las había visto en la propiedad de su familia, y en ningún otro sitio. También comprendió que, sin ninguna duda, había sido Kushina, su madre, la que había dado esquejes a los Uchiha, hacía tantos años. Antes de haberse convertido en una inválida, Kushina se enorgullecía de su destreza para cultivar rosas exóticas y siempre regalaba plantas a sus amigos y conocidos.


Naruto pensó de qué manera podía encubrir el tropiezo y optó por cambiar de tema lo más rápido posible. Pasó de largo ante el arbusto con fingida indiferencia.


— ¿Está enterada lady Haruno de mi presencia aquí, esta noche?—preguntó, de pronto.


—Lady Haruno —repitió Sasuke, manifestando sorpresa ante lo abrupto de la pregunta—. No, no se lo he dicho.


—Si ella lo descubriese, ¿eso te acarrearía un problema?


—Ella no tiene ese derecho sobre mí.


—Ah, sí es cierto que tienes un "acuerdo" con ella... —dijo Naruto encogiéndose cuando una piedrecilla se metió dentro de su zapato. Se detuvo para quitarse el zapato y lo sacudió para sacar el guijarro—. ¿Acaso lady Sakura no abriga esperanzas de casarse contigo, milord?


—Está usted formulando preguntas muy personales, señor Uchiha.


—Estoy segura de que es así —dijo Naruto, respondiendo a su propia pregunta—. Eres un soltero muy codiciado, ¿no es cierto?


Sasuke le quitó el zapato de la mano y se arrodillé para volver a calzárselo.


—No tengo intenciones de casarme con Sakura.


El kitsune apoyó una mano en un hombro del moreno y descubrió, con asombro, que su chaqueta no tenía hombreras. Sintió sus músculos bajo la palma de la mano como si fueran de roble.


—¿Porqué no? —preguntó Naruto, contemplando el brillo del cabello obscuro del contrario a la luz de la luna—. ¿Ella no cubre tus elevadas expectativas?


Contuvo el aliento al sentir los dedos de él en su tobillo que guiaban suavemente su pie hacia el zapato.


La voz de él le llegó un poco amortiguada. —Tengo la intención de casarme por amor.


La sorpresa que se llevó Naruto estaba mezclada con un ramalazo de simpatía. De modo que, bajo ese exterior de individuo práctico, controlado, existía un sueño íntimo, el mismo que había sido arrebatado a ambos.


—No habría imaginado una idea tan romántica en un hombre como tú. Que teme eres.


—¡¿Qué?! A quién le dices teme, dobe- contestó exaltado el mayor, después de unos segundos preguntó por curiosidad -¿Qué habrías imaginado acerca de mí?


—Que te casaras por conveniencia y buscaras el amor en cualquier otro lado.


—Eso fue, exactamente, lo que hizo mi padre. Estoy seguro de que mi madre, que es una mujer sensata, no esperaba otra cosa de él pero yo creo que, aun así, eso la lastimaba. Me juré a mí mismo que yo haría algo diferente.


—Pero no siempre es posible.


—Para mí lo será.


¿Cómo iba a ser posible? Sin duda, debía de estar pensando en una anulación. Para poder casarse, antes tendría que librarse de él, a menos que no le importara cometer bigamia.


—¿Cómo puedes estar seguro? —preguntó Naruto—. Nada te garantiza que halles a tu alma gemela.


—Claro que no hay garantía —concedió el moreno, soltándole el tobillo—. Solo abrigo la esperanza.


Sasuke se incorporó y miró al rubio desde lo alto de su estatura. Su cabeza quedaba por encima de la del kitsune, su rostro estaba sumido en las sombras. Naruto hubiese debido soltarle los hombros pero se sentía falta de equilibrio, como si eso equivaliera a soltar el único sostén seguro que tenía en el mundo.


—Nosotros ya nos hemos visto antes, ¿sabes? —dijo Sasuke, en voz suave. Esa afirmación provocó a Naruto un escalofrío de alarma.


—Estás equivocado.


—Nunca he olvidado aquella noche —dijo el azabache, ciñendo con firmeza la cintura del rubio con sus manos, sosteniéndolo y contemplando su rostro vuelto hacia arriba—. Hace tres años, en Warwickshire. Yo había salido del castillo a dar un paseo y presenciar los festejos del 1 de Mayo en el pueblo. Y te vi bailar.


Guardó silencio, observando cómo el semblante del zorrito pasaba del desasosiego a la comprensión.


—Ah —dijo Naruto, con voz débil—. Yo no me imaginé...


Al principio, pensó que el Uchiha estaba refiriéndose al matrimonio entre ambos. ¡Buen Dios, así que él era el desconocido que le había besado aquella noche! Bajó la vista y la fijó en el centro del pecho de Sasuke, recordando de qué modo ese beso la había perseguido durante meses. Era increíble que el destino hubiese vuelto a reunirlos.


—Aquella noche, te pregunté si eras uno de los Uchiha y tú lo negaste. ¿Por qué no me dijiste, entonces, quién eras?


—No tenía modo de saber cómo reaccionarías tú. Podrías suponer que yo trataría de aprovecharme de ti.


—Lo hiciste: me besaste contra mi voluntad.


Una sonrisa renuente cruzó la cara de Sasuke.


—No pude evitarlo. Eras el doncel más hermoso que yo había visto. Aún lo eres.


Naruto trató de apartarse pero el mayor lo mantuvo pegada a si


—¿Qué quieres de mí? —preguntó Naruto, vacilante.


—Quiero verte otra vez.


El rubio negó con vehemencia sacudiendo la cabeza.


—No puedes comprar otra velada conmigo, aunque comprases todo el teatro Capital.


—¿Por qué no? ¿Porque tu marido se opondría?


—Ya te he dicho que no hablaré contigo acerca de él.


—No permitiré que te niegues a explicarme por qué no quieres verme.


--Porque no me interesa tener una aventura contigo y, dadas nuestras respectivas situaciones, es lo único que estas en condiciones de ofrecerme.


La sangre de Naruto adquirió un ritmo caprichoso. Con el cuerpo del moreno tan cerca del suyo, podía oír su propia respiración, sentía su calor y se veía atraída por el moreno como una polilla por una llama. Quería echar su cabeza hacia atrás y sentir su boca sobre la propia, apretarse contra el moreno. Nunca había experimentado una tentación así, ni sentido la promesa de algo extraordinario tan a su alcance. Sin embargo, no estaba dispuesto a entregarse a ese impulso destructivo. Si lo hacía, sería un desastre.


—No volveré a verte —dijo, retorciéndose hasta que el moreno le hubo soltado y el rubio quedó libre—. Debo marcharme.


El kitsune anduvo deprisa por el camino hasta la fuente y se detuvo en el cruce de dos senderos.


Oyó la voz de Sasuke justo a sus espaldas.


—Por aquí.


Volvieron a la casa en silencio, presos de una tensión que ninguno de los dos podía romper.


Cuando el carruaje se alejó con su adorable pasajero dentro, Sasuke, ya solo, cruzó el suelo de mármol del vestíbulo de entrada. Su mente estaba llena del rubio; revivió cada instante de las horas pasadas y quiso más.


Le quería a él. Le quería con una premura irracional, ciega, que estremecía todos sus nervios. Y le tenía rabia por eso mismo.


Fue, con pasos lentos, hacia la larga escalinata que subía a las dos últimas plantas de la casa. Se detuvo en el primer rellano y se sentó en un peldaño. Apoyé los antebrazos sobre las rodillas y miró, sin ver, los luminosos tapices medievales que cubrían la pared.


Menma Uzumaki estaba comprometida con otro. El mismo también. Habitaban mundos separados. El rubio estaba en lo cierto: era poco lo que le podía ofrecerle como no fuese una aventura. Y había que tener en cuenta a Sakura Ella no merecía que la traicionara y la abandonase Lo que había entre ellos era fácil y cómodo, y a él le había bastado.., hasta que encontró a Menma. Tendría que sacar de su cabeza al Uzumaki. Era la única alternativa lógica.


Sin embargo, algo dentro de él se rebelaba ante esa perspectiva. Nunca se había sentido tan encerrado, con sus posibilidades limitadas por un pasado que pesaba sobre él como una cadena de hierro de un kilómetro de largo. Estaba casado con un doncel al que ni siquiera conocía.


¡Ah, si pudiera encontrar a Naruto Namikaze!, maldita sea, y arrancarlo de su vida de una vez y para siempre...


 

Notas finales:

Gracias por leer y perdón  por las horribles faltas ortográficas


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