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My unknown husband por frizzante gatto

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Naruto reprimió un bostezo de aburrimiento mientras recorría el salón con la mirada. El baile era una velada elegante, con música alegre, gran despliegue de tentempiés y bebidas, y una cantidad de invitados con título y fortuna. Hacía demasiado calor en el salón, aun cuando las imponentes ventanas rectangulares estaban abiertas y dejaba pasar la fresca brisa del verano que llegaba desde el jardín. Los invitados se secaban, con disimulo, los rostros sudados y bebían innumerables copas de ponche de frutas, entre una y otra pieza de baile.

Pese a las objeciones de Naruto , Neji Hyuga había insistido en que lo acompañase a la fiesta de todo el fin de semana que daban lord y lady Asuma, en su casa de campo de Warwickshire. Naruto tenía plena conciencia de que no era su compañía, precisamente, lo que Hyuga deseaba si bien, en los últimos dos años, habían entablado una cierta amistad. En realidad, Neji buscaba la ayuda de él por su capacidad para atraer donaciones para el teatro Capital.

Naruto , de pie junto a Neji en un rincón del salón, conversaba discretamente con él, antes de que cada uno de ellos se mezclara, por separado, con diversos invitados. El rubio se alisó un poco de su traje azul oscuro, de sencillo diseño, con un corte que dejaba entre ver su esbelta cintura.

Neji habló junto al oído de Naruto mientras su mirada perspicaz barría el salón.

—Lord Ōnoki está maduro para caer. Es aficionado al teatro y tiene debilidad por los donceles bellos. Y, lo más importante, tiene un ingreso privado de diez mil libras por año. ¿Por qué no comentas con él la temporada que se aproxima y la necesidad que tenemos de contar con más auspiciantes?

Naruto sonrió con fastidio mientras observaba al anciano caballero de mejillas rubicundas. Volvió su vista hacia Neji, que producía un impacto con su levita negra de fiesta, su chaleco de seda verde esmeralda y sus ajustados pantalones de color crema. Las luces de los candelabros hacían brillar su cabello como si fuese de caoba lustrada. Todos los presentes habían asistido a la fiesta por motivos sociales Neji , en cambio, veía la reunión como una oportunidad para hacer negocios. Estaba dispuesto a usar su apostura y su encanto para solicitar fondos para el Capital... y, como siempre, tendría éxito. Casi todos querían asociarse con un hombre a quien se consideraba uno de los más grandes artistas de la escena que Londres había conocido.

Para sorpresa del propio Naruto, su popularidad había crecido rápidamente en el teatro y le había otorgado un relieve social que era considerado significativo para un actor.

Tenía una elevada paga que le había permitido comprar una casa en la calle

Somerset, a poca distancia de la de su antigua profesora, Tsunade Senju. La anciana se enorgullecía del éxito de Naruto como si hubiese sido suyo y lo recibía calurosamente cada vez que Naruto tenía la posibilidad de ir a tomar el té con ella y a conversar sin prisa.

En ese mismo momento, Naruto deseaba estar con Tsunade en lugar de estar perdiendo el tiempo con personas que se consideraban superiores a él; Naruto soltó un suave suspiro.

—No me agradan estas reuniones con tanta gente —dijo, más para sí que para Neji.

—No se nota. Te mueves entre estas personas como si hubieses nacido en este medio—dijo el Hyuga, mientras quitaba una pelusa de su manga—. Harías bien en reclutar al lord de baja estatura, que está junto a la mesa de los bocadillos, y a lord Aburame, que hace poco tiempo ha recibido un interesante patrimonio. Tal vez, una sonrisa cálida y un poco de animación lo convencieran de convertirse en patrono de las artes.

—Ojalá ésta sea, por un buen tiempo, la última fiesta de fin de semana a la que tenga que asistir. Me incomoda halagar a hombres viejos y ricos con la esperanza de que den parte de su dinero para el teatro. Quizá, la próxima vez puedas traer a Kiba o a alguna de los otros actores..

—No quiero a uno de las otros. Tú eres tan eficaz en estas reuniones como lo eres en el escenario. En el término de dos años, te has convertido en la adquisición más valiosa del Capital... fuera de mí, claro.

Naruto sonrió con picardía.

—Caramba, señor Hyuga, si sigue elogiándome, tal vez le pida un aumento en la paga.

El ojiblanco resopló por la nariz.

—No me sacarás un solo chelín más. Ya eres el actor mejor pagado de lo que yo tenga noticia.

Su expresión ceñuda hizo reír a Naruto.

—Ah, si el público supiera que al mismo individuo que me trata tan apasionadamente sobre el escenario y me ha conquistado miles de veces como Romeo, Benedick yMarco Antonio, fuera del escenario sólo le importan los temas relacionados con los chelines y los negocios... Es probable que parezcas un personaje romántico a las damas de Londres, pero tienes el alma de un banquero, no de un amante.

—Y gracias a Dios. Y ahora, ve y engatusa a los caballeros que te he indicado.., ah, y no te olvides de ése —dijo Neji, indicando con la cabeza a un hombre de pelo oscuro que se encontraba en medio de un grupo pequeño, a pocos metros de allí—. Él ha administrado las propiedades de la familia durante los últimos años. Al ritmo que lleva, en cualquier momento va a convertirse en uno de los hombres más ricos de Inglaterra. Harías bien en convencerlo de que se interese en el Capital.

—¿Quién es?

—Lord Sasuke, el marqués de Uchiha.

Neji le dirigió una breve sonrisa y se alejó, para reunirse con algunos conocidos. Lord Sauke, el marqués de Uchiha. La confusión paralizó y enmudeció a Naruto . De súbito, a su cerebro le costaba funcionar. Dudó de haber oído bien. Era extraño oír ese apellido y ese título de labios de Neji Hyuga, extraño que, después de haber imaginado tantas visiones temibles e indignantes, descubrir que el objeto de su resentimiento era un hombre de carne y hueso. Por fin, su pasado había aterrizado de cabeza en su presente. Ah, él pudiese hallar un modo de desaparecer... pero, al contrario, no atinaba a hacer otra cosa que permanecer ahí, atrapado a campo raso. Tenía miedo de que, si se movía, no podría contenerse y saldría corriendo como un zorro perseguido por galgos.

No se explicaba por qué no había esperado que su esposo fuese tan apuesto, espléndido, moreno y elegante como un príncipe extranjero. Era un individuo alto, de presencia potente y serena. Bajo una chaqueta negra, un chaleco a rayas ámbar y gris, pantalones gris oscuro, los anchos hombros dominaban sobre un torso que se ahusaba hacia la cintura y las caderas. Sus facciones eran austeras y perfectas, su mirada, vacía de emociones. Formaba un sorprendente contraste con los hombres con los que el mismo solía vincularse como, por ejemplo, Neji y los otros actores de la compañía, que se ganaban la vida gracias a la expresividad de sus rostros. Este hombre, en cambio, parecía inaccesible.

Como si el azabache hubiese percibido su presencia, miró en su dirección. Su frente se crispó en un ceño intrigado y ladeó un poco la cabeza, como concentrándose. Naruto trató de apartar la mirada pero el otro no se lo permitió, pues no apartaba la suya del rostro del rubio . Dominado por un repentino pánico, Naruto se volvió y empezó a caminar con pasos controlados, pero ya era demasiado tarde. Sasuke le cortó el paso y se acercó al más bajo, obligándolo a detenerse, so pena de chocar con él.

Naruto sintió que su corazón latía dolorosamente en su pecho. Levantó la mirada y se encontró con los ojos más extraordinarios que hubiese visto nunca, fríos y obscuros, despiadados e inteligentes, enmarcados por pestañas negras tan largas que se le enredaban en los extremos.

—Usted me resulta conocido.

Su voz no tenía la suntuosa claridad de la de Neji, pero vibraba en ella un atractivo y sutil matiz ronco.

—¿En serio? —dijo Naruto, pronunciando con dificultad por los labios rígidos—. Tal vez me haya visto usted en el escenario.

El Uchiha siguió mirándolo fijamente y el blondo, por su parte, sólo podía pensar: "Eres mi marido...

"mi marido"

A Sasuke le intrigaba el joven que estaba ante él. Tuvo la impresión de que la música y los colores que reinaban en el salón retrocedían hasta el fondo de la escena mientras él contemplaba el rostro del ojiazul. Sabía que jamás los habían presentado; Dios era

testigo de que él jamás hubiese olvidado a una doncel como el, pero había algo tan familiar en el más bajo que lo inquietaba. Era delgado, y parecía frío con traje azul, con su pose regia que no daba lugar al menor atisbo de incertidumbre. Su rostro se asemejaba más a la creación de algún artista que a un rasgo de una doncel real, fascinante, con los pómulos que formaban un ángulo con las suaves curvas de las mejillas y la mandíbula. Esas marcas en las mejillas que se asemejaban a las de un zorro travieso y vivaz, Pero a pesar de poseer tan singulares marcas, no era lo más destacado. Lo más notable eran sus ojos azul intenso , propios de un ángel caído de tan virginales, tiernos; sin embargo, reflejaban el conocimiento de las maldades de este mundo.

"Tal vez me haya visto usted en el escenario", había dicho el rubio.

—Ah —dijo él en voz suave—. Usted debe de ser la señor Uzumaki.

El blondo era mucho más joven de lo que él hubiese supuesto de es popular actor cuya imagen se había difundido por toda Inglaterra en pinturas, estampas y grabados. El público estaba enloquecido con el ojiazul, como también los críticos que elogiaban su atractivo y su talento. Este talento era innegable pero, más que eso, lo que le había ganado el fervor del público, tornándolo familiar y querible, había sido su calidez.

Con todo, ese personaje guardaba una distancia sideral con el joven que tenía ante sí, como una aparición. Le dio la impresión de que su cuello era demasiado delgado para sostener el peso de sus hermoso cabello rubio, un poco alborotado y sujetando su flequillo con unos pasadores. Sasuke no tuvo conciencia de haber tomado su mano ni de que el menor se la ofreciera pero, de pronto, los dedos enguantados del blondo estaban entre los suyos. Cuando los acercó a sus labios, notó que el que parecía un kitsune temblaba.

Su mente se llenó de preguntas. ¿Le tendría miedo? ¿Por qué estaba solo, allí? Sin notarlo, bajó su voz hasta un tono más quedo que el habitual, como si no quisiera asustar a la criatura que tenía ante sí.

—Puedo servirle en algo? Yo soy...

-Sí, lo sé. Usted es el marqués de Uchiha —interrumpió el kitsune y, al instante, su semblante cambió y sus labios se abrieron en una sonrisa de compromiso. Retiró su mano—. Mi productor teatral, el señor Hyuga, deseaba que yo lo conociera a usted. Al parecer, cree que yo sería capaz de convertirlo a usted en un patrocinante del Capital. Sorprendido por lo directo de su abordaje, Sasuke le respondió, sin devolverle la sonrisa:

—Si gusta, puede intentarlo, señor Uzumaki. Pero yo nunca derrocho dinero en propósitos frívolos.

—¿ Frívolos? ¿No cree usted, acaso, que las personas necesitan escapar hacia el mundo del teatro de tanto en tanto? Una obra puede hacer que el público viva una experiencia que jamás había imaginado. En ocasiones, descubren que después de haber visto una obra de teatro sus sentimientos y opiniones han cambiado y que contemplan su vida de otra manera... no se puede decir que eso sea frívolo, no es cierto?

El azabache se encogió de hombros.

—Yo no necesito escapar.

-¿A no? —replicó el rubio , mirándolo con más intensidad, si ello era posible—. Yo no creo eso, milord.

—¿Por qué no?

Ninguna mujer o doncel se había atrevido a hablarle con tanta audacia. Al principio, el blondo estaba temblando y ahora lo retaba. Si lo que el kitsune quería era sacarle dinero, tenía una manera novedosa de intentarlo.

Por el cuello del rubio trepó un sonrojo que subió hasta sus mejillas, como si estuviese haciendo un esfuerzo para contener cierta potente emoción.

—Jamás he conocido a una persona que se sienta en paz con su pasado. Siempre existe algo que nos gustaría cambiar u olvidar.

Sasuke permaneció inmóvil, con la cabeza inclinada hacia el más bajo. Parecía tenso e inquieto, como un pájaro presto a levantar vuelo. Sasuke tuvo que contener su necesidad de acercarse al rubio y abrazarlo, y retenerla consigo. Algo vibraba en el aire, entre los dos... cierta elusiva conciencia que lo atraía.

—¿Y usted? —murmuró—. ¿Qué es lo que trata de olvidar? Se hizo un prolongado silencio.

—Un esposo —susurró el menor, ocultando los ojos azules tras sus pestañas.

Naruto no supo qué la había movido a decir semejante cosa. Horrorizdo por su temeridad, le dirigió una breve reverencia y se escurrió hasta perderse entre la multitud, antes de que el azabache tuviese tiempo de reaccionar.

—Espere... —creyó oír el rubio, pero no hizo caso y huyó del salón.

Sasuke se quedó mirando el sitio donde el kitsune había estado y, en ese momento, lo recordó y la imagen del rubio ardió en su mente. Recordó la noche de Mayo en Warwickshire, el gitano doncel que bailaba a la luz de las antorchas. El blondo era actor y formaba parte de una compañía itinerante, y el Uchiha le había robado un beso. No le cabía duda de que se trataba del rubio y, en cierto modo, su premonición de que volvería a encontrarlo se había cumplido al fin.

—Dios mío —dijo el moreno, por lo bajo.

 

Notas finales:

Al fin un acercamiento, desde ahorita se va a ver un poco más seguido 


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