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Juguetes sexuales. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Es el mejor titulo de capitulo que he publicado.

***

 

Forbes estaba en shock. Sentado con la cabeza entre las piernas, cercanas sus pompas al tronco de un árbol. ¿Cómo habían podido hacerle eso a Robert? ¿Cómo habia podido el presenciarlo todo, hasta el final, con una erección? Y luego se habia mastubado, ¡se habia masturbado, recordando como se veía Robert, lo que le hacían! Era un monstruo. Lo habia gozado tanto. Cuando se vino entre las hojas de los arboles se sintió tan aliviado. Toda la tensión, acumulada, toda la excitación, creciente mientras veía como ultrajaban a Robert, estallo, dejándolo con las piernas flojas, tirado entre las raíces de los arboles.

Pero a pesar de lo que habia hecho, de lo monstruoso que era, tenia que rescatar a Robert. Lo que ese hombre le hacia era peor que lo que el habia hecho, mucho peor, y, de hecho, ese hombre habia tenido la culpa.

Rescataria a su precioso Robert y seria lindo con el, lo consolaría. Y, tal vez, algún dia, Robert lo dejaría meterle un palo por el culo como el desconocido ese lo habia hecho.

Decidido, superado su conflicto interno, se levanto, avanzo hacia el campamento y se detuvo, recordando que aun no tenia un plan.

 

***

Robert solo quería morir. Sin su Forbes, la vida no valia nada, en especial la vida a la que el coronel confederado lo sometia. Se habia burlado de el al dejarlo correr en el bosque, desde el principio sabia que iba a atraparlo y solo lo hizo correr en camisón, con aquello adentro y el cascabel para satisfacer algún retorcido deseo.

Lo cargo de vuelta al campamento, como su fardo, y lo volvió a violar en su tienda, y cuando despertó a media madrugada. Apenas lo habia vencido el sueño en la mañana cuando volvió a violarlo, dejándolo en la desesperada contemplación del gris nacimiento de otro dia.

No habia ido de nuevo, pero no tenia dudas de que iria. Sin un sable, una pistola, o un puente, Robert no sabia como matarse. Tal vez, en el mas alla, volveria a ver a Forbes… No, ni eso. No podría darle la cara ni en el mas alla. Hasta eso le habia quitado ese malvado.

Una piedrita entro por la puerta cubierta solo por una cortina sucia y desgarrada. Le parecio curiosa. Le recordó a las piedritas que Forbes solia lanzarle a la ventana para que la abriera y le tendiera la escala. Escucho atento. Mas piedritas, impactando seguramente contra la madera y lonas tensas de la tienda.

Su corazón dio un brinco y olvidando que estaba encadenado trato de llegar a la puerta, dándose un tiron y cayendo de bruces a mas de un metro de la misma. ¡Oh! ¡No podría asomarse para ver a Forbes! A su espectro, aunque fuera una ultima vez.

El amor y la necesidad son los mas grandes aguzantes del ingenio, y cuando se combinan, pueden producir ideas portentosas en las mentes menos iluminadas. Cogio la piedrita y la lanzo de vuelta. Busco otra, algo mas que echar. Encontro huesos de durazno. Aguardo, con el corazón latiéndole a mil, vivo, feliz, esperanzado como no lo estuviera desde que la batalla termino.

-¿Robert? – percibio mas que escuchar el susurro de Forbes.

-Aquí estoy querido – exclamo mirando hacia arriba - ¡Oh, amor mio! ¿Estas en el cielo?

-No, tras la ventana.

Robert corrió. A esta si podía llegar. El rostro se le ilumino, sus ojos acariciaron con candidez el rostro bienamado.

-Forbes, mi amor… - saco la mano por la ventana.

-Robert, querido. – Forbes alzo la suya para agarrársela, arruinando todo lo que hubiera logrado ocultándose tras los barriles rotos y demás utensilios.

Sus manos se acariciaron. Sus dedos, entrelazándose, se dijeron mas que mil palabras.

-Sufri tanto al creerte muerto.

-Yo también vida mia. Voy a sacarte de ahí.

-¿¡Si?! ¿¡Cuando?!

-Esta noche.

A Robert el corazón le brinco, pero de angustia. ¿Cómo decirle a Forbes que de noche ese monstruo lo violaba?

-¿No puede ser ahora?

-Ahora los soldados están haciendo ejercicio en torno al campo. Al caer la noche, mientras cenan, podría robar unos caballos, sustraerte y escaparnos.

-¡Oh Forbes! Ese impio hombre, el coronel confederado, no me deja ni un minuto.

-Ahora estas solo.

-Si, no me lo explico. Es un odioso cancerbero, Forbes. Al caer la noche estará aquí, estoy seguro.

-Entonces lo matare.

-¡No, querido! Es un monstruo, y tan fuerte. Podria matarte el a ti y no… no quiero… no soportaría. Escapa tú mi amor, vete sin mi.

-¡Nunca me ire sin ti!

-¡Cabbot, por favor! – lloraba Robert. Pero Forbes sentía una opresión en el pecho, en la garganta. Jamas dejaría a Robert en manos de ese hombre para que siguiera abusando de el.

-¡No, Robert, no insistas! Te llevare conmigo, y saldremos juntos de esto o moriremos juntos.

Robert estrujaba la mano de Forbes, conmovido, enamorado.

-No, no soy digno…

-Te amo. Vendre por ti al anochecer.

Tras un ultimo apretón a su mano se alejo. Y Robert no se acordó hasta que estuvo muy lejos de decirle que estaba encadenado.

 

*

 

Fasmember entro, pulcro en su arreglo, aunque su uniforme gastado no era apropiado para una junta de estado mayor. Robert habia temido y esperado su llegada durante la ultima hora.

-¿Qué quieres cenar?

-Nada. Es decir, lo que sea estará bien.

Su cambio de actitud, su manera salamera de estar recostado, envuelto como una diosa romana, habrían hecho sospechar a alguien menos avispado que Fasmember.

-¿Qué tal platanos con mucha crema batida, mucha, y cerezas?

Robert temblo al recordarlo, pero se rehízo.

-Esta bien.

-¿Y si prefiero mazorcas con mayonesa? Duras, resbalosas…

El hombre era repugnante, pero tenia que conseguir que lo desencadenara.

-Esta bien. – Robert se movio, mostrando una pierna entre los pliegues de la sabana, la pierna del tobillo encadenado.

-Vaya, estas muy complaciente hoy.

-Ha empezado a gustarme. Pero ¿sabes? Esta cadena me lastima. – alzo la pierna, haciendo que los pliegues se abrieran hasta mas arriba de su rodilla.

-Vaya, este precioso tobillo esta rozado. – dijo, hincando una rodilla en tierra y agarrándoselo, acercándoselo al pecho como otras veces, como para adorarlo. – Es verdad. – dijo – No podemos permitir que esta preciosa piel se lastime. Innecesariamente, sobre todo.

Saco la llave y libero del grillete el tobillito de Robert. Su gozo fue casi exultante, triunfal.

-Pero, ¿sabes? – dijo, frotando su mejilla contra la pantorrilla carnosita, curveada, de Robert – No puedo permitir que te escapes. Tendre que ponerte otros grilletes. ¿Los prefieres en las manos o en el cuello?

 

***

Con tiempo suficiente para preparar la escena, Fasmember aprobó su obra con una mirada complacida y escrutadora. La damisela en peligro lucia adorable, con un fondito veraniego blanco, de tirantitos y amplia falda, ceñido bajo sus no pechos; una coronita de flores sobre sus castaños cabellos, una argolla de acero en torno a su delicado cuello, empotrada a la pared, y los ojos un poco turbios, perdidos, por la dosis minima de láudano que le habia suministrado para que se mantuviera callado.

Tranquilo, y callado, pues no quería que sus hombres fueran a herir a la otra lindura, la que lo habia herido a el, por accidente, cuando al derribarlo con lo ancho de su sable, habia hechado las manos atrás y arriba en un movimiento impráctico e inesperado, y le habia cortado aparatosamente el brazo en su caída.

Le habia parecido verlo, la noche que persiguió a la nenita en el bosque, y luego en las inmediaciones del campamento. Todo el regimiento lo habia visto en torno a este, y le avisaron. Podia ser un espia, y el tomo esta coartada. Habia que capturar al espia con vida y se encargaría el mismo. Dio orden de que fingieran no verlo, que lo dejaran hacer, ya se encargaría el, a menos que diera la voz de alarma, en cuyo caso debían reducirlo sin mas violencia que la necesaria y definitivamente, sin herirlo.

Se paro detrás de la puerta, esperando dar un juego justo a su oponente, que lógicamente esperaría que estuviera ahí. Pero el tiempo pasaba, la nenita comenzaba a remolinearse, sus manos estiradas arriba, atadas por una cinta suave, sus ojos menos turbios.

Fasmember comenzaba a impacientarse cuando las hojas secas se oyeron crujir bajo los pies y un instante después la cortina lo abofeteo. Pero lo que creyo un astuto “golpe de capa” para comenzar una pelea a capa y espada, solo era la despreocupada premura con que el rubio entro, sin armas ni nada, ni un misero cuchillo para cortar las ataduras de las manos de su amado. Al verlas, un gesto comico de desconcierto se formo en su coqueta fisionomía, acentuándose al ver la argolla del cuello.

-¡Robert! No me dijiste que estarías amarrado.

-No tuvo oportunidad, querido. – dijo inmovilizándolo por detrás, metiéndole los brazos justo por debajo de las axilas y subiéndoselos, dándole un llegonsote con la erección que terminaba de formársele mientras lo apreciaba de cerca; el fino bigotito resultaba menos absurdo en su rostro y las pompas contra las que su polla terminaba de ponerse dura eran mas voluminosas y blanditas de lo que se apreciaba bajo el uniforme.

Forbes se encontraba estupefacto. ¡Ese hombre no debería estar ahí! No sabia que hacer, que pensar. Ni siquiera reconocio la dura cosa que se frotaba contra sus nalgas conforme el hombre caminaba con el, cargándolo casi, para inmovilizarlo con cadenas en la otra pared, las dos manos, a una altura natural, que incluso le permitia moverlas un poco.

La pared era la opuesta a la de Robert, y cercana, por lo que podia ver con toda claridad como ese hombre se llegaba a su dulce novia y la besaba. Nada le dolio tanto como lo que, pensaba, era la traición de Robert al dejarse con ojos lánguidos, estrechado y alzado por la cinturita por ese malvado.

-Robert! – exclamo dolido, y al alejarse el rostro del hombre Robert lo volteo a ver, con sus ojos lánguidos, extraños, ausentes. Como cuando se habia bebido tres vasos de ponche, en Navidad, pero no exactamente igual.

Fasmember recorrio la línea que tenia frente a el, el frente del cuello y el contorno del rostro. El aro metalico y los cortos cabellos.

-Hermoso – susurro en alemán, antes de besarlo con increíble delicadeza cerca de la orejita. Luego, mirando al rubio de bigotito, lamio lascivamente el cuello de Robert, su escote, poniendo las manos sobre su pecho como si hubiera ahí algo que apretar, y apretar, sobando. Vio la molestia crecer en los ojos de la otra nena, para finalmente reclamarle:

-¡Lo que hace es inmoral!

Conteniendo la risa Fasmember enterro el rostro en el escote de Robert, subiendo sus no bubis y juntándolas. Algo siguió quejándose el rubio mientras besuqueaba el escote, los pechitos, lo cubierto y lo desnudo, agasajándose sensualmente a tan gentil bocadito.

-¿No te gusta lo que le hago a tu amiguito?

-¡No!

Fasmember volvió a carcajearse. Rasgo el fondito de Robert por la mitad, exponiendo su lindo cuerpo entre los jirones de tela. Blanco, salvo donde habia moretones. Tantos moretones; marcas de dedos, dientes, cardenales. Forbes sintio que se le humedecían los ojos de ver asi maltratado a su Robert.

-Schöne… - volvió a decir, bajando su dedo de poco mas arriba de su ombligo a su pollita, que agarro y froto. Robert solto un gemidito, parecio querer avisparse, pero las brumas de lo que le habían hecho beber aun eran fuertes.

La tela colgaba a los lados, desde los tirantitos de sus hombros. La manera en que lo tenia amarrado permitia a Fasmember girarlo un cuarto de vuelta, permitiéndole a Forbes apreciar como apreciaba sus curvas; la delicada depresión de su espalda baja y la exuberante explosión de sus pompas, carnositas, cubiertas de moretones.

-¡Deje a Robert, maldito desgraciado! – grito, forcejeando con las cadenas, un gesto fiero en su cara afilada.

Sonriendose, Fasmember le beso los hombros, le subio el camisón, convertido en una especie de bata que pudo hacer bola y echar sobre su hombro, dejándolo virtualmente desnudo, expuesto a los recorridos de sus manos seguras, tan grandes en comparación a la cinturita que apretaban, que recorrían arriba y abajo, rodeándola, abarcando casi toda la pancita de nena, esa baja curva tan femenina entre su ombligo y la base de su polla.

-¡Robert! ¡Por favor, reacciona, haz algo!

Nada le dolia tanto a Forbes como la aparente conformidad de Robert. El era timido en la cama, solia mostrar su contento con una lánguida dejadez, gemiditos condescendientes, tan parecido a lo que sucedia frente a sus ojos.

-Oh, ya le llegara su turno de hacer algo. – dijo tomándole la mejilla y levantandosela – Pero de momento me toca a mi.

Se arrodillo detrás de Robert y le beso las pompas. Se las beso enfrente de el, se las manoseo, lengueteo y escarbo, sumiéndose entre ellas, solo visible su nariz y sus ojos cerrados, complacidos. El vigoroso movimiento de mandíbulas que se veía que llevaba, el incremento en la velocidad de la respiración de Robert, sus gemiditos, que lo hacian sentir tan traicionado.

Finalmente el hombre despego el rostro, la boca toda brillante de saliva, y cogiendo un palo cerámico, blanco y de punta redondeada, hizo chillar a Robert conforme lo desaparecia entre sus nalgas golpeadas.

Forbes se quedo con la boca abierta: tan estupefacto, indignado y excitado como en el bosque. El jamas… nunca… ¡con un objeto! Jamas se le habría ocurrido.

-¿Qué te parece?  - le pregunto el hombre de los ojos verdosos, genuinamente interesado.

Palabrotas que su madre ni siquiera sabia que figuraban en su vocabulario salieron de su boca.

Fasmember se rio, mordiendo una pompa y preparando mas a esa cosita, dentro y fuera con el falo blanco hasta que fue fácil, su respiración se volvió cadenciosa, y entonces…

-¡No! ¡No te atrevas! ¡Robert, defiéndete!

Pero Robert, aunque cada vez mas lucido, poco podia hacer frente a Fasmember. Forbes vio, como si sucediera muy lentamente, que los labios de Robert se abrían en lo que parecía un mudo grito, para luego oírlo, tan desgarrador, como violento el pujido de ese hombre al meterse en el, al violentarlo.

Robert empezó a gimotear, y el hombre a sacudirlo, tan violenta, tan animalmente… Aquello no era amor, ni siquiera hacer el amor. Era tan crudo, rudo… violento de ver. Forbes no sabia como seguía teniendo ojos para ver aquello. Para ver el cuellito de Robert estirarse hacia el.

-Ayuda…

Forbes cerro con fuerza los ojos, y al abrirlos las lagrimas manaron calientes. Se sentia tan impotente.

-¡Dejalo, maldito, le haces daño! – le grito, sin que el otro ni se enterara, concentrado como estaba en violar a Robert, toda su atención puesta en sus caderas que se juntaban, se juntaban y se volvían a juntar en intervalos cada vez mas breves de tiempo, mas enrojecidas las suaves colinas que chocaban con su pelvis.

-¡Oh si, oh si! – exclamaba Fasmember, aferrándolo con sus dedos como garras, volviendo mas profundos los moretones existentes.

Forbes, lleno de rabia, hasta consigo mismo por estar tan duro, vio como el tipo ese acababa, sacudiendo a su Robert como si fuera un muñeco de trapo, haciéndolo chillar a pesar de lo borracho que estaba.

Cuando acabo lo vio sacar su monstruosa arma, obsenamente erguida y chorreante de fluidos, fluidos blancos que tambien empezaron a manar como locos del culito de Robert. Sudoroso y sonrojado, Fasmember lo giro mas, empinandolo y abriéndole las nalgas para que su novio viera mejor como lo habia dejado.

-No recuerdo la de veces que lo he visto asi. – y luego, encarándolo - ¿Lo habias visto tu?

Forbes solo bufaba, sin encontrar siquiera las palabras. Su garganta se cerraba por la ira, por la excitación. Tanto semen, bañando las bolitas de Robert, escurriendo desde ahí, por los muslos, su agujerito brillante, todavia abierto, como si jadeara.

Convencido de que no, Fasmember hundio el rostro entre las enrojecidas colinas, húmedas y brillantes al centro, mas húmedas y brillantes cuando el acabo.

-Postre de crema, mi favorito. – se relamio, mirando al rubio como si compartiera con un viejo amigo.

 

Continuara...

con mucho porno!

 

Notas finales:

Ojala haya sido de su agrado, en especial del tuyo, liss83 ;)

kiitos!


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