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Juguetes sexuales. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Nada como una agradable persecucion al aire libre...

 

Desperto con la beatitud de los inocentes cuando el sol ya comenzaba su trayecto de vuelta. Estaba realmente agotado luego de la batalla, y aunque ya no se sentia tan cansado, le urgia un buen baño. El riachuelo no llevaba agua suficiente para lavarlo, por lo que lo sigio corriente arriba, a la espera de que naciera de algún manantial, como en efecto era. En caso de haber llegado hasta el manantial habría sido rápidamente preso por los confederados que lo custodiaban, y a aquella hora incluso habría escuchado decir a la vieja esclava del coronel Fasmember del putillo que quería lavarse como si de verdad, como si no acostumbrara a quedar mas sucio y a limpiarse con menos.

Pero Forbes no llego al origen del riachuelo: a medio camino, protegido por los arboles e ideal para que una ninfa tomara un baño, habia un estanquito, poco profundo, cuyas límpidas aguas dejaban ver las redondeadas y multicolores piedras del lecho. Se quito la ropa sin ninguna precausion y se metio ahí: sus largas piernas eran quizá algo delgadas para considerárselas tentadoras, pero sus nalgas desafiaban la esbeltez de los muslos: redonditas, generosas, bien formadas. Si los soldados confederados hubieran imaginado que aun habia un oficial yanqui libre en las inmediaciones hubiesen estado peinando el terreno, pero su propia imprudencia salvo a Forbes: quien pensaría que estaría ahí, tan quitado de la pena, agachándose para lavarse la cabeza, exponiendo esas blancas nalgas suyas.

¡Oh si! Si los soldados lo hubiera visto, lo habrían violado nada mas hacerlo prisionero, todos, formando circulito en torno mientras esperaban su turno: no habían tenido sexo en semanas, y aunque las facciones de Forbes, despojadas del ridículo bigotito, no eran tan delicadas como las de Robert, seguían siendo mejores que las de muchas señoritas de las plantaciones.

Rubia pelusilla adornaba lo bajo de la pelvis de Forbes; una curvita deliciosa se formaba hacia su ombligo, lo mismo que la que formaba su baja espalda. Su piel, muy blanca y sin cicatrices, estaba en esos momentos marcada por un golpe que amenazaba con convertirse en tal, el golpe diagonal sobre su espalda de un sable pero por lo ancho (si hubiera sido por el filo Forbes no lo estaría contando).

Su espalda se anchaba lo suficiente en los hombros para que Robert le creyera seme y su abundante pelo de un rubio dorado, oscuro, era la envidia de muchos. Limpia y mojada, su piel resultaba mucho mas invitadora, totalmente expuesta, en una desnudez libre como la de la naturaleza que lo rodeaba. Figuras de luz se formaban sobre ella, con la que se filtraba entre las hojas de los arboles, iluminando ahora un pezoncito erguido por el frio o un fragmento de costado acinturado, terso.

Forbes se acaricio el cuerpo, largamente, recostándose luego en el estanque como si de su bañera se tratara. Con los ojos cerrados y su expresión de placidez, la cabeza apoyada sobre una saliente cubierta de hierba, cualquiera habría pensado que un dios invisible le hacia el amor: un pie acariciaba la otra pierna, sus manos se ocupaban afanosamente de su bajo vientre y muslos, el interior alto de estos. Se puso de ladito para lavarse mejor, una pompa medio expuesta y una mano sobándose y sobándose la no bubi.

No habia manera de que quedara bien, por lo que tras mesarse una vez mas los cabellos dentro del agua, salio de esta. No estaba tranquilo, el baño no lo habia relajado como debía de hacerlo (incluso un baño asi) y era porque no sabia que habia sido de Robert. Ni la fresca agua habia eliminado la sensacion como de pesadez, de temor, que sentia por su querido.

Si Robert hubiera estado libre, pensó mientras salía del estanque, chorreando, habría ido a aquel mismo lugar. Luego entonces, estaba preso.

Miro su ropa sucia con el mismo desagrado con el que veria a los captores de Robert, pero lavar era algo de lo que no tenia la menor idea como se hacia, por lo que se puso la ropa sucia y se acerco al borde del campamento, cuidadoso como un comando, para descubrir que habia sido de Robert.

A poco ubico donde estaban los oficiales presos, y que estaban por mandarse sus cartas a sus familias. Espero y espero a que salieran, para comunicarse con Robert, pero no salían, porque estaban esperando que los llamaran al reparto de potaje, pero nadie cenaba hasta que el coronel no diera la orden, y el coronel no la daba porque estaba muy ocupado comiendo pastel en su cuartel, según escucho a un malhumorado cocinero.

Finalmente el coronel salio: era un tipo un poco mayor que ellos en edad, bastante en estatura y en el limbo entre lo guapo y lo ya demasiado masculino. Atractivo, era una mejor palabra para definirlo: era un tipo atractivo, con su mirada atormentada y su decididamente viril figura: hombros anchos, caderas estrechas, pero decididas… podía imaginarlas bombeando sin parar, y si habia de dar crédito a lo escuchado, sin parar bombeaban. Un tipo guapo, pero que no honraba su deber de oficial como era debido.

Se alegro de haberse quedado viendo desde su escondite al coronel atractivo cuando, al servirse finalmente el potaje, los prisioneros salieron en fila y el primero de ellos, un viejo capitán que se habia mostrado paternal hacia Robert y el lo increpo:

-¿Dónde tiene usted al coronel Shaw? Es contra todas las convenciones de guerra que lo tenga usted separado de nosotros.

-Shaw esta en mis habitaciones, por su propia seguridad. 

Forbes aguzo muy bien el oído, queriendo incluso acercarse mas, pero no habia por donde.

El capitán arqueo las cejas.

-Se dice de usted que comete abusos…

-¡Basta! – el latigazo de su voz lo hizo temblar alla, a lo lejos – Mis hombres están mucho mas impacientes que yo por hacer cumplir la ley.

-Esa no es ley…

-Es la ley. – puntualizo el coronel, con un brillo acerado en sus ojos verdes – Y la ley le otorga alimentación: si no la quiere, haga favor de quitarse y deje que los demás la obtengan. Buenas noches.

Se alejo a largos pasos, luciendo el uniforme pardo, verdoso, con gran garbo.

Robert estaba seguro. ¿Porque, entonces, tenia esa mala sensacion? Esa especie de tristeza que se habia agudizado conforme caia la noche…

 

***

Era ya noche cerrada cuando Forbes, aun sin terminar de fraguar un plan, escucho ruiditos. Al principio no estuvo seguro, pero luego identifico el cascabeleo: un cascabel, ahí, en el bosque, por absurdo que sonara. Y pasos, pasos rapidos, ligeros, sonido de hojas y ramas pisadas. Aguzo el oído y su corazón se acelero pues reconocio antes que su intelecto la manera de correr de Robert.

 

*

 

Robert estaba tan traumado que ni siquiera podia llorar. No quería hacerlo, delante de ese monstruo. ¡Oh!, ¿Cómo habia sido capaz? Con velas, con un nabo… lo habia sodomizado con tantas cosas, humillado tanto, que no seria capaz de nuevo de dar la cara a los suyos. No, mejor morir, pensó, engurruñado en la esquina de la habitación, detrás del mueble, donde pretendía esconderse.

Tenia que dejar estirada la pierna del tobillo engrilletado a la bola, ya le estaba doliendo, pero cuando se movio para desentumecerse… el sonidito, el cascabeleo, lo hizo quedarse muy quieto de inmediato. Ese hombre impuro no estaba pero se habia asegurado de recordarle su presencia: lo dejo penetrado, poseído por una serie de bolas, enormes y vergonzantes, tan grande la ultima que no la podia sacar de su culito. Haber hecho el exfuerzo habia sido tan vergonzozo; sintió que moriría, aunque estaba solo. Tenia las manos atadas adelante, de modo que no podia alcanzar la anilla que pendia de un hilito, tan obseno, entre sus nalgas.

Ocultaba la cara, lleno de vergüenza, incapaz de mirar su propio cuerpo, ultrajado, marcado. Sentia sobre su piel la tirantez de la saliva de ese hombre, y, peor aun, le habia amarrado… cada que se movia… ¡oh! No podia ni pensar en ello.

Fasmember regreso, comido y descansado, listo con nuevas ideas. Le arrojo un camisón, que habia pertenecido a una chica algo mas alta pero menos deliciosa que el.

-Te dare una oportunidad de escapar. – le dijo.

La manera en que lo miro, con sus ojitos atemorizados, le llego al corazón. Y a la entrepierna.

-Es verdad. – le dijo – Una sola. Y te dare ventaja: te soltare en el bosque y esperare dos minutos antes de ir por ti. ¿Te parece justo?

-No te creo.

-Por favor coronel, soy un caballero.

-No me lo ha demostrado.

Fasmember se llego a el, furioso, tomándolo de la mandibulita.

-¿Y que estuve haciendo toda la tarde, he, pequeña zorra? – la solto, dándose cuenta de que le hacia daño y Robert cayo al piso, alzando sus manitas atadas para sobarse.

-Te cazare yo solo, sin hombres ni perros: solo tu y yo.

Robert no podia ni mirarlo, no luego del ruidito que hizo al ser alzado y caer.

-¿O acaso te gusta? – pregunto con un tono mas suave – Si te gusta, podemos recomenzar ahora mismo…

-¡No! – exclamo Robert, sacudiéndose, sonando.

No creía en ese hombre, era un monstruo, pero incluso un tiro por la espalda era mejor que seguir siendo vejado. Fasmember saco un cuchillo. Robert creyo llegado su ultimo momento, pero el hombre solo le corto las amarras de las manos. Se sobo sus lastimadas muñecas.

-Vistete. – le indico el camisón.

Robert lo tomo, sin darse cuenta de que era de chica, pues era muy parecido a los suyos. Luego libero su tobillo, sobándoselo, alzando su pierna y acariciándosela, besando su pie. Miro hacia arriba, se veía muy bien, adornado asi…

Lo solto, Robert se puso de pie, avergonzado. Se metio rápidamente en el camisón; le arrastraba por el piso. Fasmember se inclino a arrancarle el ruedo, al darse cuenta de que la nenita no lo haría. Le gustaba el juego justo, y no lo seria si se caia al dar el primer paso. Ademas, con el ruedo desigual, lucia mas tentador, se veian sus tobillos y hasta parte de sus piernas.

-Vamos. – lo empujo del hombro, haciéndolo avanzar frente a el, escuchando el cascabeleo calmado, a tono con el balanceo de sus caderas.

No tenerlo desnudo era aun mas tentador que tenerlo: la ropa se le transparentaba a la luz de las llamas, desgreñado y roto se veía mas desprotegido.

Si alguien los vio alejarse del campamento no se dio por enterado. Una vez dentro del bosque, pero no demasiado, Fasmember se detuvo.

-Cerrare los ojos y tu podras correr. Esperare dos minutos.

La preciosa zorrita lo miraba, una esperanza brillando en sus atemorizados ojos. Se dio cuenta de que iba desarmado. Cuando vio que iba a hecharse a correr cerro los ojos. Que tonta nena: no haberse quitado el cascabelito. Su repiqueteo lo excito, imaginando la cosita a la que estaba amarrado saltando para todos lados mientras su dueño huia, frenético.

Espero los dos minutos, enteros, y hecho a correr, guiado por el sonido. Era un excelente cazador: recordaba por donde habia pasado; sus largas zancadas, rápidamente sucedidas, ganaban terreno a la carrera de Robert por la libertad.

*

¡Robert!, estaba a punto de gritar, loco de alegría de verlo correr, vivo. Todavia estaba lejos, pero era el: reconocio el camisón. Estaba tan contento que no pudo hablar, y eso lo salvo. Se oian pasos, es decir, mas pasos, además de los de Robert, que volteaba frecuentemente a ver. Y ese desesperado cascabeleo, que quien sabe de donde venia, resultaba desconcertante.

Entonces lo vio, al tio bueno. Robert tambien lo vio, y chillo aterrado, cayendo de nuevo. Ya habia caído varias veces, pues tenia manchas de tierra y golpes, y su camisón estaba desgarrado en varios puntos. El coronel confederado estaba tan cerca que ya ni siquiera intento levantarse: solo se cubrio el rostro con las manos, un gesto que le rompió el corazón a Forbes, que alzo el pecho dispuesto a salir en su defensa.

Sin embargo, la manera salvaje en que el confederado le cayo encima lo hizo dudar. Era un animal, una bestia salvaje y enorme, contra la que no podría en un cuerpo a cuerpo. Habia perdido sus armas, a excepción de su sable, y el desconocido debía llevar una pistola.

Creyo que habia aplastado a Robert, pero no. Simplemente lo habia capturado debajo de el, de una manera tan dominante, posesiva, que le volvia gelatina las piernas, a pesar del gesto de terror de Robert. ¿Porque tenia tanto miedo Robert? El gesto del desconocido era extraño, si, pero no… aterrador. No parecía que fuera a hacerle daño, daño en serio, como matarlo o algo asi. Habia emoción en su mirada, la emoción del cazador recompensado, pero era natural que la tuviera si habia atrapado a Robert.

Lo que paso a continuación lo dejo plantado en las sombras, aterrorizado e incrédulo, y tambien con una rara sensacion, caliente, recorriéndolo.

El confederado beso a Robert. Atrapado entre sus brazos, este poco se podia negar, pero lo hacia. Aun asi, el atractivo hombre lo devoraba, cubriendo por completo la boquita de Robert, y mas aun, al abrir la suya en hambrientos besos, devorándolo. El habia tenido ansias de Robert, cuando los habían separado, pero nunca de esa manera. Habia algo instintivo, animal, en la manera en que ese hombre besaba a su chico, lo acariciaba, como si ya le estuviera haciendo el amor, y, de alguna manera, sus caricias sobre sus brazos eran mas eróticas que un movimiento de caderas entre sus piernas.

Cuando recorrio sus muslos forcejearon mas, el cascabeleo retorno. Era raro, ¿de donde venia?, se preguntaba Forbes con gesto extrañado. El desconocido le dio la vuelta a Robert, le subio el camisón, deteniéndolo sin problemas, y ante su boquiabierta expresión tiro de un hilo que Robert tenia entre las nalgas, haciéndolo gritar y sacando de entre ellas una bola, y otra, y otra, y otra!

Todavia surgio otra bola mas, ante sus ojos como platos. Forbes se perdió la pulsasion del ronrosado agujerito, lubricado por el aceite que las bolas habían dejado a su paso. Robert lloraba, muerto de vergüenza, porque incluso le habia gustado, esa sensacion tan rápida, esas bolas saliendo mojadas en rápida sucesión, el tiron de Fasmember. Lloraba, desesperado y humillado como nunca en su vida. Volvio a gritar, sin interrumpir las lagrimas, cuando Fasmember se lo metio.

Lo de las bolas lo habia dejado tan destrozado, tan impotente y desesperado que incluso tardo en darse cuenta del repiqueteo de su cascabelito, ritmo animado sostenido por las caderas de Fasmember, por las embestidas de Fasmember.

Ya no le dolia tanto, la violación. Era casi incomoda, nada mas, cuando se acostumbraba al tamaño de esa bestia. Le agradecia el aceite; lo mejoraba mucho. Lo toqueteaba por las caderas, muslos, pancita.

-¡No! – exclamo cuando le agarro el miembro.

Pero Fasmember no le hizo ningún caso, haciéndolo repiquetear a su gusto. Recios apretones, casi dolorosos, ante los que su carne se endurecio.

Una vez que lo tuvo bien duro Fasmember lo solto. Lo imaginaba, pero decidio que seria mejor verlo. Le dio la vuelta, el camisón ya estaba alzado, se irgio sobre sus rodillas, jalando a Robert, dejándole apoyados solo los hombros sobre el lecho de hojas secas, que crujían. Y vio, ambos vieron, el cordelito rojo atado a la división entre punta y tronco, con un cascabelito en el centro del moño, moviéndose y repiqueteando conforme Robert era follado, su ereccioncita sacudiéndose frenética, sus bolitas aplastándose cuando caian abajo.

Gimio, Robert gimio y Forbes hizo cara de que traición, hasta que se dio cuenta de que era un gemido de dolor, pues el confederado habia incrementado el ritmo, el feroz ritmo con que se lo jodia. La velocidad de sus caderas le hizo ladear el rostro, mostrando los dientes: debía doler, ¿Cómo podia alguien ir tan rápido? Y disfrutarlo, con su gesto loco, frenético, ojos enfebrecidos clavados en Robert, en su pollita y en su cara.

El tipo duraba y duraba; Robert ya solo hacia caritas raras, adoloridas. Le detenia las piernas bien arriba, follandoselo, y luego lo agarro solo con una, con tanta brusquedad que seguro le dejaría moretón, y se salio, jalándosela con la otra mano como si se la quisiera arrancar, esa monstruosa arma brillante de fluidos. Se la jalaba tan bestialmente como pujaba, lanzando viscosos chorros, blancos y obsenos, sobre Robert, bañándolo desde la cara hasta el cascabel, que alcanzo algunas gotitas.

El tipo se relamio, tomando entonces la pollita de Robert y jalándosela con igual violencia, haciéndolo chillar, algo de semen caia en su boca, se lo tragaba. Fasmember se la jalo menos duro, temiendo arrancársela de verdad, obligándolo a gozar con el hoyo abierto al aire, cubierto de semen con la ropa desgarrada, en medio de la nada, la muy puta, soltando esos chillidos desesperados, retorciéndose, bañándose a si misma con el contenido de sus duraznitos, mismos que se permitio apretar, sacando hasta la ultima gota de su puntita, sonando el cascabel al tomarla con la punta de su dedo y llevarla a sus labios.

Dulce, como un dulce de leche. Lucia tan bien asi que resistio las ganas de limpiarla, usando solo su lengua sobre algunas gotitas, metiéndole los dedos mientras encontraba algo con que penetrarlo, buscando entre las ramas, las piedras, hallando un palo de superficie lisa, gastada, seguramente una pata de silla volada o algo, mojándola en el hilito de agua que corria, cercano y metiéndosela, con un nuevo y adolorido chillido por parte de Robert.

 

 

Continuara...

 

Notas finales:

Kiitos!


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