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Lágrimas de plata por Zero Shiro Rose

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo! Aquí os traigo el nuevo cap, sé que voy bastante lenta, pero en cuanto acabe la época de examenes todo cambiará.

Bueno se que por ahora el fic puede parecer un poco lioso con tantos personajes nuevos y seguro que mucho (o solo me emparanoie yo) dudais sobre la pareja de nuestro lindo peli plata, tranquil@s ya llegará, no creo que falte mucho. (Hay que ver, soy la autora y no estoy segura, muy mal nena)

Bueno en fin cosas de la vida, jajajaja. Disfrutad de la lectura.

Un suspiro cansado fue todo lo que salió del joven peli plateado que se encontraba apoyado en la barra de “su” cocina.

Miró el reloj, las 20:09 pm, tenía 21 minutos para acabarse de preparar el café, tomárselo y correr al centro de la GN, otra vez... eso sin contar que apareciera Takao como madre gallina y se lo llevara a rastras sermoneando que siempre vivía al límite, por dios, no tenía que estar ahí hasta las 21:00 pm, así que, ¿Por qué correr?

La garganta le ardía como si un torrente de fuego subiese y bajase por ella a toda velocidad, a esto había que sumarle el incipiente dolor de cabeza que se le empezaba a formar “Genial, tenía que ser justo ahora, estúpida sed de sangre.”

Tras otro suspiro se alejó de la barra y fue a una estantería, de allí cogió una caja que ponía “Preparado de condimentos: hinojo, cebolla, ajo y pimienta. Los cuatro condimentos que necesitas para la dieta.” con eso escrito ningún vampiro se acercaría a ese botecito, por lo que Zero no tenía que preocuparse de nada.

Lo abrió y miró las pocas pastillas que le quedaban, “Tendré que conseguir más” cogió dos y volvió a colocar el tarro en su sitio, en ese momento, la cafetera silbó y tras servirse una buena taza de café negro humeante se tomó las pastillas seguidas de dicha taza caliente.

“Dos pastillas… 7 horas…” pensó.

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii pipipi piiiiiiiiiiiiiiiiii

“Aquí está el que faltaba” rodó los ojos y fue a la puerta del apartamento, la abrió y allí estaba su “querido” amigo, vecino, casero… lo que sea.

-¡Zeeroo!- gritó lanzándose listo para darle un fuerte abrazo, cosa que no logró.

-¿Qué quieres Takao?- preguntó mirando al suelo donde posaba su compañero de trabajo, el cual había caído cuando Zero se había apartado del abrazo.

-Que cruel eres, siempre rechazando todos mis actos de amor, repudiando mis sentimientos por tí y actuando con ese frío carácter- se llevó una mano al pecho, donde está el corazón, y desde el suelo miró con ojos lagrimosos a Kiryuu- Puedes actuar tan hosco como quieras, pero yo se que en el fondo eres un cachito de pan, un uke tan frágil que espera a alguien que lo cuide y proteja- empezó a dramatizar.

-¿De qué coño hablas? ¿Uke? ¿Alguien que me cuide y proteja?- preguntaba Zero entre confundido y enfadado por llamarlo débil, el otro seguía despotricando en el suelo hasta que a Zero se le hinchó una vena en la frente  y le dio un fuerte coscorrón al peli verde.- ¡Tonto, callate ya, molestas!-

-¡¡Auu!! ¡Retiro lo dicho, me compadezco de quien vaya a ser tu compañero, tendrá que soportar tu mal genio! ¡Bruto!- se quejaba Takao antes de ponerse de pie.

-Eres una reina del drama, Takao.- volvió a suspirar por tercera vez el oji amatista, miró el reloj 20:28 pm- Mejor vamonos ya- y fue a la puerta a coger su chaqueta, cuando el otro le agarró de la muñeca- ¿Y ahora qué?- preguntó fastidiado.

-¿No pensarás ir así vestido, verdad?-

Zero se miró en el espejo, llevaba unos pantalones negros ajustados con varias cadenas plateadas en el cinturón, un jersey también negro y ajustado de manga larga y cuello alto con los hombros descubiertos y unas botas militares hasta la mitad de las pantorrillas, su cabello estaba revuelto y algo húmedo por su reciente ducha y sus típicos aretes en las orejas.

-No veo qué problema hay con mi ropa.- concluyó.

-Zero, todo tú parece un cartel luminoso que dice “Fóllame”, como sigas así te aseguro que más de uno pensará en cómo violarte.- dijo completamente serio y con una creciente aura de protección a su alrededor.

“Ya entró en modo hermano sobreprotector” -pensó con una gotita en la sien.- Si alguno piensa siquiera en acercarse, que lo intente, lo estaré esperando- dijo alzando a Bloody Rose y besando el cañón antes de colocarlo en su cintura.

-¡¡Zero!!- gritó sonrojado Takao, por la erótica imagen de su amigo- Además podrías resfriarte si vas con una ropa tan fina.- intentó convencerlo de otra forma.

-Por eso me voy a poner la chaqueta, claro si me sueltas.- entrecerró los ojos y se inclinó hacia él con una sonrisa traviesa.- a menos que quieras faltar al trabajo por motivos… personales.- acabó lamiéndose los labios e inclinándose hacia él.

-¡¡ZERO!!- gritó soltando la mano y retrocediendo hasta el pasillo fuera del apartamento rojo como una remolacha.

-Era broma, bro-ma. - dijo incluso separando las sílabas- Además no eres mi tipo, prefiero a los chicos con músculos, que crean que tienen el control cuando en verdad soy yo quien maneja la situación.- acabó con una sonrisa lobuna.

-¡¡ZEROO!!- volvió a gritar.

-Por dios Takao, pareces una histérica.- acabó antes de coger su chaqueta negra, salir del apartamento y cerrar la puerta con llave.

-¿Has tomado ese café raro otra vez, verdad?-

-No se de qué me hablas.- mintió perfectamente.

-Siempre que tomas “ese” café actúas más libertino, como cuando intentas ocultar algo. Y solo es ese tipo porque con los demás cafés nunca te comportas así.- dijo mirando como el peli plateado se acercaba a las escaleras- ¿Sabes que puedes confiar en mi, verdad? - se acercó hasta tenerlo a unos centímetros de distancia y lo abrazó.- Siempre me tendrás a tu lado.- acabó dándole un beso en la frente al más joven.

Zero no sabía qué responder, no quería contarle que tenía que tomar las tabletas de sangre, que su cuerpo no las toleraba y que eso le provocaba un dolor horrible, pero tampoco quería mentirle diciendo que a lo sabía, que en él siempre podría apoyarse, porque si algo había aprendido a lo largo de su corta y desgraciada vida, era que nada dura para siempre, y mucho menos si hay sentimientos involucrados de por medio.

Así que no dijo nada, simplemente respiró ese olor a canela y regaliz típicos en el cuerpo de su amigo que afirmaba que realmente estaba allí  y cerró los ojos disfrutando del momento.

Takao por su parte tenía la barbilla apoyada en la suave cabellera de Zero, notaba la tensión y rigidez de su cuerpo cada vez que lo abrazaba, y esta, no era distinta, oía los acelerados latidos de su amigo y en su interior deseaba que este se fijara más en él, que le confiara ese secreto que tanto le hacía sufrir… pero conociendo al más bajo, sería imposible.

-Takao… vamos a llegar tarde- dijo Zero aun en el abrazo del peliverde, y en cuanto este notó la uña de Kiryuu clavándose en su costado pegó un brinco.

-¡Aah! ¡Zerooo! ¿Por qué me pegas? Y yo que solo intento animarte- dijo lloroso.

-Es culpa tuya por ser tan pegajoso.- contestó yendose sin mirar atrás.- No te voy a esperar.-

Y dicho esto, ambos se marcharon volviendo a su estado habitual de bromas y juegos.

Al llegar al edificio de la GN, nadie se extrañó cuando la encargada de la sección de espionaje, Miza Alissaya, le ordenó al peli plata ir a ver al capitán a su despacho, llegó frente a la puerta negra donde en un cartel podía verse “Capitán de la Guardia Nocturna Rogelius Petra”.

-Vaya, pero miren a quién tenemos aquí.- Zero se giró y allí estaba Petrorus, el comandante de la división del Sur, un joven de 25 años y más alto que Takao, de piel oscura y ojos verdes como un bosque, llevaba el uniforme negro de comandante, que se diferenciaba de los otros porque en vez de estar acabado en detalles de plata, eran blancos y la estrella de seis puntas plateada y azul lo diferenciaba como un miembro de la división del Sur.

Él pertenecía a una familia de vampiros noble y muy conocida, la casa Lumina, que mostraba gran respeto, admiración y fidelidad a la familia real y al reino en sí, todos los miembros de su familia, tanto hombres como mujeres habían formado parte, o bien de la guardia Nocturna o de la guardia Real; hasta que decidían seguir con la herencia familiar, un gran conglomerado de empresas farmacéuticas cedidas por la casa real hacía ya miles de años, por ello su dedicación y agradecimiento con la familia Lucis.

Petrorus, al igual que toda su estirpe, admiraba y reverenciaba a la familia real, mientras que para Zero, el simple hecho de que existiera una monarquía vampírica en este mundo también, le hacían venir arcadas, todo ese sistema le recordaba a Kuran, su  desagradable experiencia con el “Rey” de los vampiros de su propio mundo le habían hecho aborrecer todo lo referente con la opulencia y pomposidad de la monarquía, por ello, cuanto más lejos de ellos, mejor.

Por esa diferencia de opiniones, los dos de ellos no habían congeniado nunca, y dudaba que algún día llegaran a tratarse sin insultos, pero también estaba el hecho de que Zero, con apenas 19 años hubiese llegado a ser el tercero al mando de toda la GN, y Petrorus tan competitivo como era no había asimilado nunca ese hecho.

-¿Qué quieres?- el ojiverde sonrió torcido y se acercó hasta quedar a medio palmo de Zero.

-Bueno, pasé a saludarte, o mejor dicho a despedirme de ti por última vez, con lo enfadado que estaba el capitán el otro día, creo que esta será la última noche que camines por estos pasillos.- lo miró desde arriba.

- No me mal interpretes, pero odio a la gente como tú, aquellos que son incapaces de reconocer cuál es SU LUGAR en la escala social; los que no respetan a los que están por encima suyo y que les han dado un lugar donde vivir, aunque sea como cucarachas, por ello, espero que todo en la vida de ahora en adelante, te vaya mal.- acabó con una sonrisa y se fue por el pasillo.- Chau.-

Zero rodó los ojos, ciertamente, después de meses de tener que soportarlo se había acostumbrado al temperamento del más alto, y además, había recibido insultos peores que ese, miró a la puerta y entró sin picar ni anunciarse.

-¿Qué quieres, viejo?- preguntó desganado.

El despacho constaba de una habitación vacía de decoración, paredes oscuras con solo una ventana en el fondo y una estantería con varios libros a la derecha, en el centro de la sala estaba el escritorio del capitán repleto de papeles y frente a este dos sillas; el capitán estaba (o había estado) concentrado en unos papeles, pero ahora miraba fijamente a Kiryuu con sus ojos entrenados, al final suspiró y le indicó que se sentara.

-Cuando la situación de los rehenes se solucionó tan rápido, por un momento pensé que todo había salido de acuerdo al plan, ya sabes… la Guardi Real había derrotado a esas cosas mientras que los invitados se habían comportado gracias a la presencia de mis hombres en las instalaciones...- empezó colocandose un cigarro en la boca, pero miró a Zero cuando bufó.- ¿Te hace gracia?-

-La Guardia Real no vale una mierda, no saben hacer nada más que esconderse en una esquina.-

-Te equivocas.- dijo empezando a enfadarse- La Guardia Real estaba lista para el ataque, ellos usan métodos diferentes al nuestro, nosotros vamos a por la acción, pero ellos lo planifican todo, cada paso, cada cosa que puede salir mal, y crean un segundo plan por si acaso pero tú… PERO DECIDISTE QUE IBAN MUY LENTOS Y PREFERISTE SER TÚ EL QUE ACABARA CON LOS NIVELES-E, GRACIAS A TÍ HE RECIBIDO QUEJAS DE UNO DE LOS ALTOS COMANDANTES DE LA GUARDIA REAL ¿CREES QUE TENGO QUE AGUANTARLO?- gritó golpeando la mesa con los puños.

El silencio que siguió solo era entorpecido por la agitada respiración del capitán antes de que volviera a sentarse en su silla

-Kiryuu- volvió a empezar con voz calmada pero tensa- espero que sepas que con tu comportamiento de la última noche debería despedirte. Has infringido muchas normas y siempre, en cada misión, te saltas mis órdenes, pero...- suspiró otra vez.

-Pero no lo va a hacer por…-

-No lo voy a hacer, porque desde que llegaste a este equipo hemos logrado muchas victorias, porque gracias a que interviniste en aquella delicada situación salvaste a todas las personas que estaban atrapadas en los pisos... ¿16 y 23? Bueno, da igual- lo miró atentamente- No voy a despedirte, pero tu comportamiento tampoco puede quedar sin castigo, por ello, Kiryuu Zero, tercer al mando de la Guardia Nocturna, quedas suspendido de tu puesto y tus tareas dos semanas.-

-¡¿QUÉ?! ¡Pero si acab-! -

-Da gracias a que son solo dos semanas y que la Guardia Real haya decidido no intervenir en este asunto.- le interrumpió con voz fría- Ahora márchate a casa y no vuelvas por aquí hasta que tu castigo haya acabado.-

Tras esas palabras, Zero se levantó del asiento enfadado y salió del despacho dando un portazo, por el pasillo vio a Petrorus que sonreía al verlo enfadado, aunque no era por lo que el mayor pensaba, eso lo consoló, no podía esperar a que acabaran esas dos semanas y ver la cara que ponía el ojiverde cuando lo viera de nuevo en su puesto.

Dos semanas después…

Bibibibip, bibibibip, bibibibip, bibi-

“Estúpido despertador, ugh”

Unos ojos amatistas empañados aún por el sueño miraron hacia la ventana, por esta se veía la silueta de los edificios de la ciudad y la tenue luz de las farolas mientras el cielo, mayoritariamente oscuro, empezaba a teñirse con los primeros tonos rosados que anunciaban el cercano amanecer.

El peli plateado se revolvió aún entre las cobijas el edredón del futón, fuera hacía frío (normal si se considera que están a finales de Febrero, pero por mucho que a Zero le hubiese gustado quedarse a dormir un poco más, tenía que ir a trabajar para ganarse el sustento.

Salió de la calidad de su “cama” y se dirigió al armario, se vistió con unos pantalones tejanos azul oscuro, unas botas marrones hasta los tobillos (NA: Como las que se usan para hacer senderismo.) y un jersey grueso de lana color crema, se peinó un poco, o lo intentó, y recogió el futón junto con el pijama.

Eran las 05:45 am y tenía que estar en el trabajo a las 06:15 am para preparar las pastas, pasteles, y cerciorarse de que todos los productos estuvieran listos para la hora de abrir a las 07:30 am, con esto en mente se sirvió en una taza el café que sobró de la noche anterior, lo calentó, se lo bebió de un trago cogió su macuto y su chaqueta negra antes de salir del apartamento.

El aire frío de la mañana fue lo primero que recibió nada más salir del edificio, se subió las solapas de la chaqueta y guardó las manos en sus bolsillos bajó por varias calles hasta llegar a la estación de metro, desde allí cogió la línea 1 que lo llevó hasta la estación de la plaza Astrum.

El lugar era enorme, un gran rectángulo empedrado de 1,5 km envuelto por varios árboles y esculturas de diversos animales que Zero seguía sin conocer el nombre, bueno, al menos de la mayoría; esta plaza estaba situada en una de las zonas de lujo de la ciudad y siempre estaba llena de turistas, comunicaba con las otras zonas a través del metro y de la carretera principal que daba al final de la recta.

Entró en una tienda con el letrero “Momentum Felicitatis”, por dentro era elegante y desde allí podía verse perfectamente el gran obelisco con distintos grabados y representaciones que contaban una parte de la historia del reino.

-¡Hey! Buenos días Zero.- dijo una joven de cabellera castaña oscura por los hombros y unas pequeñas gafas cuadradas, iba vestida con el uniforme de la tienda y en sus manos llevaba  varias cajas.- Mikeyl está en la cocina, te lleva esperando desde hace 5 minutos, jajaja, que os divirtáis.-  salió por la puerta que Zero había dejado abierta.

El peli plateado entró en la parte trasera donde dejó su chaqueta y ropa para cambiarse por su uniforme, este consistía en unos zapatos negros brillantes, pantalones negros con finas rayas verticales de color gris, camisa blanca con una pajarita negra y un delantal de cintura hasta los tobillos de color negro, se mojó el pelo y se lo peinó hacia atrás dándole un aire seductor y con sus aretes daba la sensación del chico rebelde que era.

Entró en la cocina donde se encontró con una imagen bastante familiar estos días, un chico de 24 años de cabello rojo fuego y vestido con el mismo uniforme que Kiryuu, maldecía a varias sartenes y utensilios por no hacerle caso, se apoyó en el marco de la puerta y dijo con voz seca.

-Lo estás usando al revés- el chico se giró y fijó su afilada mirada parda en el peli plateado.

-Al fin su alteza se digna a aparecer- dijo con burla, pero después de verlo de arriba a abajo detenidamente sonrió.- aunque te perdono el retraso por lo sexy que se te ve con el uniforme- acabó relamiéndose los labios y mandandole una mirada lujuriosa.

-Lárgate de aquí, este es mi territorio y tú solo lo contaminas con tu presencia.- respondió enfadado.

-Jajajajaja, por supuesto, como ordene, oh su majestad el Príncipe del Hielo.- dijo marchándose hacia la puerta y haciendo una reverencia al pasar al lado del peli plata.- Estás como un bombón.- susurró en su oído antes de salir por completo.

-Tch.- masculló antes de cerrar la puerta cuando Mikeyl salió, se acercó a la mesa y vio las diferentes pastas que tenía que hacer hoy, suspiro y se puso manos a la obra.

Hacía diez días la cafetería donde trabajaba había cerrado por la falta de clientes y porque el jefe había decidido marcharse de la ciudad, pero antes de eso había mandado el currículum de Zero, ya que era su único camarero, a la cafetería de su amigo, pero este ya tenía la plantilla llena.

Por un momento el peli plateado había pensado que se quedaría sin trabajo, y sin su puesto en la GN por la noche durante esas dos semanas no le extrañaría nada si un día Takao volvía de patrullar y él se había pegado un tiro, por darle demasiadas vueltas al coco.

Pero por suerte para él, o porque le había dado pena al amigo de su jefe, este le había recomendado otra dirección que con suerte, si necesitara otro par de manos. Y así había sido, donde ahora trabajaba, el lugar lo dirigía una vampiresa de unos 50 años muy estricta y con una preocupante obsesión por los chicos y chicas lindos.

Nada más ver a Zero los ojos de la mujer habían brillado con estrellitas por un breve momento antes de volver a endurecerse y mandar al peli plata a ponerse el uniforme, cuando salió la mujer estaba encantada y para el final del día ya tenía un contrato provisional sobre la mesa.

Había conocido a sus compañeros al día siguiente, dos chicas y un chico; la primera era de baja estatura y cabellera y ojos marrones tras unas gafas, era bastante amable y divertida pero muy dedicada a sus tareas, su nombre era Alyss Chamber y era humana.

Mikeyl Anderlem, un joven vampiro civil alto y musculoso que, desde un principio se había obsesionado con Kiryuu, era un maldito pervertido que no dejaba de tirarle indirectas y miradas cargadas de deseo y lujuria.

Y por último estaba la otra joven, de 26 años y con el mismo carácter de la dueña, su hija, Mayala Nix,  una despampanante vampiresa de clase noble que, como todas las mujeres del reino, estaba obsesionada con la família Real, en especial con el heredero al trono, era una chica muy atractiva, tenía las curvas en los sitios adecuados y muy bien proporcionados, su larga cabellera rubia le llegaba hasta la cintura y sus ojos grises y afilados como el acero dejaban caer siempre un insulto o dos al día.

Zero siempre tenía encontronazos con Mayala, sobretodo cuando su madre no estaba, que era toda la semana a excepción del sábado que iba de 17 a 18h de la tarde a ver como iban las cosas.

-¿Dónde está Mayala?- preguntó al salir de la cocina con varias bandejas con pastas para ir colocandolas en el amplio y largo mostrador, Mikeyl que estaba terminando de limpiar las mesas se encogió de hombros.

-Ni idea, pero conociéndola como la conozco de seguro con el club de fans del Príncipe.- dijo con voz agria. A Mikeyl tampoco le gustaba nada la familia Real, Zero no tenía ni idea de por qué, pero el que no le agradara el príncipe le daba un punto a su favor.

El día fue, como siempre, ajetreado, el que la cafetería se encontrase en una zona turística y cerca de la zona de negocios de la ciudad provocaba que cada día cientos de clientes entrasen a tomar algo, por ello, los cuatro estaban siempre ajetreados, bueno tres,ya que Mayala la mayoría de las veces no estaba nada más que las últimas horas, o a veces ni eso.

Hoy le tocaba a Zero cerrar, y sería el último día porque a partir de mañana volvía a incorporarse a la GN, y eso, era algo que no podía esperar. El reloj acababa de tocar las 22:00 pm, los últimos clientes se habían marchado hacía ya 10 minutos, el cielo estaba de nuevo cubierto por el manto de estrellas y Kiryuu acababa de cerrar el local cuando dos hombres se posicionaron a sus espaldas.

-Kiryuu Zero- dijo una voz grave, el joven se giró y levantó una ceja al hombre frente a él, este era alto y con ojos marrones claros, pero era lo único que podía distinguir en la oscuridad.- Acompáñenos amablemente y no haremos uso de la fuerza- acabó con voz neutra.

-¿Y si me niego?- el otro hombre, este de ojos verdes, sacó una pistola, Zero abrió los ojos y giró a su derecha a la vez que el agente intentó agarrarlo.- Ya veo, entonces creo que paso.-

Se había centrado en esos dos hombres descuidando sus alrededores, por lo que cuando quiso salir corriendo no notó como un tercer agente se colocó a sus espaldas y le cubrió tanto la boca como la nariz con un pañuelo empapado de algún químico para dormirlo.

“Mierda.” fue lo último que pensó antes de que su borrosa visión se tornara completamente negra

Notas finales:

Ejejeje, si hay alguna duda ya sabéis, y si quereis matarme igual, las puertas están abiertas.

Una cosa, el tema de contestar los reviews sigo sin dominarlo (mal, lo sé), por lo que puede que mis repuestas salgan repetidas o haya contestado a alguien en el review de otra persona, Gomeeen.

Trataré de aprenderlo lo más rapido que pueda, lo juro.

Bueno, es todo, espero que os haya gustado, hasta la próxima.


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