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Der letzte Tag por VanniaDel

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Notas del capitulo:

Advertencia: Este capítulo contiene escenas explícitas.

¡Segunda y última patita de la historia!

Viñeta: Der Letzte Tag

Sketch


El portazo retumbó por todo el nivel del edificio, de una sola patada la había cerrado sin más.
Avanzaron lentamente intentando ver algo con que podrían tropezarse, pero sin luces y a cortinas cerradas era casi imposible.
—Mierda—, el estruendo de un jarrón les separó del susto abandonando los labios ajenos y desenredando las extremidades. Tom empujó con su pie los restos de la pieza caída y volvió a conectar sus labios con los ya hinchados de Bill.
Sus manos recorrieron firmes su trasero, empujándole contra su pelvis para que sintiera como le había puesto. Bill mordió su labio inferior con saña a respuesta mientras sus manos ágiles se movían por debajo de la polera contraria arañando el abdomen musculoso.
El de trenzas irrumpió en su boca mientras le guiaba por alguna parte de la sala, algo chocó contra las rodillas del moreno en la parte anterior haciéndoles caer encima, era el sillón.
—Uh—, un choqué medio brusco de sus frentes les cortó le emoción del momento, al caer de sopetón Bill se había pasado a morder la lengua.
— ¿Estás bien? —, incorporándose e intentando ver el rostro de su compañero de noche, palpó cerca de su mentón con delicadeza. Un asentimiento fue percibido y pensándolo mejor se sentó ayudándole a hacer lo mismo.
—Creo que hemos ido muy deprisa—, Tom se puso de pie para ir a la cocina a por un vaso de agua para que la boca dañada se enfriara. Fue recibido sin palabras, se sentó a su lado echando la cabeza hacia atrás para evadir el incómodo momento, quizás no había sido una buena idea traerle.
— ¿Esto lo haces muy seguido? —, Bill sorbió un poco del agua chocando la punta de su lengua contra su dentadura en el interior al sentir un chasquido de dolor.
— ¿Eh? —, Tom abrió sus ojos acercándose a la mesita para encender la luz. Al poco prendió dejando ver unos ojos semi velados que le miraban atentos. Volvió a su postura anterior esperando alguna aclaración respecto a lo anterior.
—Que si traes a tus ligues de una noche habitualmente—, aprovechando que el ardor había disminuido dejó en un lugar seguro el vaso con agua para focalizarse en el otro.
—No—, Tom se le acercó bastante serio sin despegar la mirada de esos ojos que le escrutaban.
—Pensé que lo hacías, por trabajo digo—, balbuceó sus palabras, le había salido tremendo trabalenguas. Ya estaba esperando que la tierra se lo tragara, al parecer su noche caliente había acabado sin siquiera empezar.
—Soy striptease, no un prostituto—, el de trenzas le corrigió sin perder la calma mientras hacia el último acercamiento posando su mano por el muslo del otro con la clara intención de retomar lo anterior. No perdería oportunidad.
— ¿Por qué me has invitado? —, observó el recorrido de esa mano inquieta que se quedó justo sobre la cara interna cargando con suavidad.
—Tú viniste solo—, Tom tomó una pose media chula afirmándose del codo en el respaldo del sofá soltando una sonrisita traviesa.
—Sí, pero no niegues que querías que viniera—, hizo un gesto con las manos defendiendo su postura al tanto que acercaba su rostro al contrario sin tener más contacto.
—Si no quieres estar aquí puedes irte—, el mayor bajó un poco la cabeza hasta llegar al cuello contrario dando una sensual lamida que sopló después provocando miles de hormiguitas viajando a la zona sur de Bill.
— ¿He dicho algo de no querer seguir acá? —, ya retomando las ganas hizo un puño la polera del otro apegándolo más a su cuerpo, subió su pierna tomando una postura que dejara más accesible su cuello y facilitara el mayor contacto posible.
—Entonces, no entiendo a qué te refieres—, Tom subió su rostro acariciando la tibia mejilla con sus labios.
—Solo dime porqué estamos juntos ahora—, tironeó una trenza para que sus alientos quedaran enfrentados, ya no le estaba quedando mucha cordura para poder alejar el deseo de besarlo.
—Porque me has parecido muy guapo, eres algo extraño pero me causa deseo verte—, deseo, retumbó en su cabeza, era lo mismo que él estaba sintiendo. Recorrió con su mano la cadera firme de Tom mientras le mordía la mandíbula.
— ¿Sí? —, provocó una vez más, sin pensárselo se abalanzó sobre los labios del trenzado quien no le detuvo, al contrario le abrazó por los hombros y se dejó caer encima de su cuerpo lamiéndole los labios y tironeándolos para que le diera el paso. Se separó de golpe y le dio la respuesta que quería escuchar.
—Si, por algo te tengo aquí—, una risita flotó en el aire. Le tenía dominado bajo su cuerpo, con una de sus manos le atrapó las suyas y las dejó arriba de su cabeza mientras con la otra bajaba al borde de los pantalones.
— ¿Crees que puedes conseguir todo lo que deseas? —, Bill suspiró alzando sus caderas moviéndose hasta que con sus rodillas empujó el trasero de Tom para que sus partes íntimas se frotaran por sobre la tela.
—Puede ser, hasta el momento lo estoy teniendo—, soltó un gruñido mientras ascendía su mano por el plano abdomen hasta llegar a ese pezón perforado. Atrapó un poco de la piel del hombro entre sus dientes capturando el sabor salado de los poros sudados.
— ¿Qué deseas ahora? —, de un tirón libero sus manos bajándolas de inmediato a desabotonar los pantalones anchos colando las manos para jugar con el elástico del bóxer.
—Tener sexo desenfrenado contigo—, bajó sus caderas rozándole constantemente apretando el pezón sacándole un gemido entrecortado.
— ¿Y qué estás esperando?—, casi lo soltó como un lloriqueo bajándole los pantalones manteniendo la vista en sus ojos brillosos de anhelo.
—Que dejes tu maldito interrogatorio.
Tom cargó su mano en la ingle del moreno al tanto que adentraba la lengua en su boca acariciando suavemente la reciente mordida.
Bill arqueó su espalda dejando caer su cabeza ligeramente hasta apoyarla en su totalidad en el mullido sillón mientras movía sus labios acomodándolos perfectamente en un beso húmedo.
Con sus manos atrapó la que subía cautelosa por su cintura y recorrió los firmes brazos que le tenían encerrado. Elevó sus caderas un poco para crear algo de fricción entre sus cuerpos y atender su parte necesitada.
Tom empujó sutilmente hacia abajo chocando y meciéndose sobre las caderas contrarias justo cuando quebraba el beso para buscar y recuperar el aliento extinto.
Ahí todo se volvió más rápido, las manos se movieron veloces tratando de tocar la piel contraria lo más que podían.
El choque eléctrico de sus caderas se intensifico, con un poco de fuerza bruta Tom le atrajo para incorporarlo y quitarle de un jalón la chaqueta para poder sacar el estorbo en que se había convertido su camisa. Un gemido pequeño soltó al sentir las manos firmes recorrer su espalda mientras rodaban al piso para caer en la alfombra que por suerte era suave. Bill soltó una risa ahogada cuando sintió que su cuello era bombardeado de mordiscos y besos mojados, las manos en sus costillas marcando cada relieve y cuando menos lo esperó sus pantalones volaron dejándole completamente desnudo ante los ojos lujuriosos del striptease.
Bill estaba acorralado entre la alfombra y el pecho de Tom que chocaba con el suyo mientras un beso fiero se abría camino. Se sentía tan victorioso el tenerle a su disposición y era sumamente excitante verle sin nada mientras le presionaba con su ropa.
Intentó mover sus manos hasta los pantalones holgados tirándolos por sus piernas para tratar de quitárselos, pero se distrajo con las nuevas caricias que estaba empezando a sentir entre sus piernas. Liberó un gemido audible que provocó en el trenzado la locura de crear más fricción sacándoles todo raciocinio de sus cabezas.
Se estaban retorciendo de puro gozo, Tom podía sentir su espalda sudorosa y levantándose un poco del cuerpo cálido de otro, desprendió su polera lanzándola a algún lugar de la sala sin detener el ritmo que habían tomado.
Un gimoteo escapó del de rastas que medio aprisionado buscaba los labios impropios para devorarlos con pasión al tanto que una mano de Tom viajó desde el muslo a su trasero para dar una larga caricia que le hizo aferrarse en sus omoplatos.

Tanteando el terreno se dedicó a explorar con su índice aquel recoveco que le llevaría a la gloria, con mayor presión empujó viendo algunos gestos acomplejados del menor. Para distraerlo se dedicó a repartir besos desde el lóbulo de la oreja a su firme mandíbula hasta bajar a donde sentía sus pulsaciones sanguíneas.
Los jadeos le estaban volviendo loco y sin esperar otra respuesta coló otro dedo haciéndole suspirar y gemir su nombre.
—Aquí, hagámoslo aquí—, Bill apenas y podía sesionarse de respirar adecuadamente. Tom estaba tocando algo ahí que le hacía dejar cabos sueltos, ya se sentía completamente listo y dispuesto para pasarla de maravilla.
—No, en la cama. Limpiar la tapicería es muy costoso—, su voz ronca cargada de deseo solo incitó más al otro a mantenerlo entre sus brazos para quedarse en la alfombra.
Aun así Tom fue más listo y adentrando más sus dedos le tomó en brazos al tanto que le oía gemir y volverse una gelatina. No le costó mucho llegar a la habitación contando con lo liviano que se le había antojado. Después de caminar por el angosto pasillo tambaleándose por la excitación, llegaron al borde de la cama. Bill miró los labios rojizos y el piercing que lo adornaba en su borde izquierdo, tomándolo entre sus dientes empezó a mecerse de arriba abajo esperando a que lo lanzara a la cama y empezaran con su sesión.
Apenas moviendo los labios el de trenzas llegó a la altura de las almohadas sin soltar al otro, dejándolo caer mientras quitaba las mantas y corría las sábanas.
—Quítate ésta mierda—, sacó sus manos de los firmes hombros y las bajó hasta el bóxer para tirarlos hacia abajo y terminar de estar piel contra piel.
Tom buscó el velador a ciegas para poder coger algún preservativo antes del gran momento acercando peligrosamente su erección a los glúteos del otro provocando una ola de satisfacción tras recrear el efecto deseado de la penetración.
—No-no-no, ¿tienes algo? —, logró soltar Bill estremeciéndose de pies a cabeza de puro placer, cogió más aire de lo normal buscando la mirada del otro.
—No—, Tom empujó un poco más la intrusión y vio como Bill abría la boca extendiendo su cuello hacia atrás, no se contuvo y moviéndose un poco lamió y mordisqueo la nívea piel del cuello y la clavícula.
—Entonces no lo pongas—, aferró sus dedos en esos tensos hombros morenos, soltando una lamida a esos labios que dejaban salir un aliento caliente. Sus ojos suplicaban que no perdiera el tiempo, que le necesitaba.
—Es por seguridad—, Tom se quedó pensando en algunos riesgos de tener relaciones sin condón, y no quería tener complicaciones a posterior por una calentura.
—No he estado con nadie antes—, enredó sus piernas por la cintura contraria empujando de paso las molestas sábanas que se habían quedado envueltas en sus pies. Pero al no ver movimiento de Tom alzó el rostro para ver que le detenía.
—No puedes decirme eso a estas alturas—, los orbes tenían un ligero brillo de pánico, estaba experimentando casi con fuego. Bill al verlo dudar se acercó a sus labios para darle un húmedo y candente beso que casi y los asfixia, atrayendo su nuca y enredando su mano en las trenzas solo para profundizar aún más el contacto.
—Vamos, hazlo ya y deja de pensar estupideces—, un poco aturdido por lo reciente, quitó su mano de la retaguardia de Bill y le sostuvo por la espalda afirmándose en sus codos.
—Seré gentil—, aseguró instalándose cómodamente entre las piernas del aludido. Bill soltó un pequeño gruñido arañándole la espalda y aferrándose aún más acercó sus labios al oído de Tom mientras mordía ligeramente el lóbulo.
—Lo último que quiero es que seas gentil—, y Tom captó sus palabras al literal, sin darle tiempo empujó su cuerpo hasta dejarle recostado en la cama y con premura separó sus glúteos para entrar de una pura estocada.
El rostro de Bill fue un poema en ese momento, con sus labios entreabiertos de la sorpresa, el dolor y el placer. Soltó un gemido medio aletargado y abriendo los ojos que en algún momento había cerrado vio la mueca contraída de su compañero.
—Tan estrecho—, soltó Tom entre dientes mientras se deslizaba hacia afuera y volvía a entrar con más confianza, el otro se mordía los labios para no gritar por las nuevas sensaciones que su cuerpo estaba experimentando.
El dolor ya se estaba disipando dejándole ver esponjosas luces de colores, con sus ojos blancos solo podía apretar la cintura del otro con sus tobillos para que no dejara de moverse en su interior.
—Oh, santa mierda—, Tom golpeó ese específico punto donde se le olvidaba hasta su nombre, enterrando sus dedos en la espalda sudada de este abrió la boca soltando jadeos mirando intensamente sus ojos castaños.
—Joder—, las paredes de Bill eran verdaderamente angostas, nunca en su vida había sentido tal presión en sus partes bajas, embestida tras embestida solo le daban ganas de apresurar el ritmo y perderse en él.
—Más fuerte, oh Dios, ¡sí! —, ya no se retenía sus gemidos, estaba sumido en un frenesí, el ritmo era perfecto y sumándole que Tom había empezado a masturbarle gentilmente ya sentía el orgasmo venir. Acompasando el movimiento errático aferró una mano a las sábanas y con la otra tomó el rostro del trenzado para unir sus labios brevemente, después de eso siguieron respirando sobre sus labios sin romper el contacto visual.
—Ya no puedo más—, susurró Tom bajando la velocidad de las embestidas, pegando sus frentes sudorosas.
—Ni yo—, el brazo que había estado apoyado en la cama para no aplastar a Bill se dobló por el agotamiento. Les hizo rodar por la cama y apoyó estaba vez su cabeza en la almohada sonriendo mordiendo su labio a un Bill sorprendido que estaba a horcajadas suyo. Paseó una de sus manos por la espalda desnuda al tiempo que la otra le guiaba en su cadera para mantenerse en movimiento continuo.
El de rastas se echó más adelante sujetándose de la sábana, la posición era extremadamente perfecta. Los gemidos descontrolados se volvieron más seguidos y en un beso profundo, Tom le estrechó en sus brazos dando la embestida final. Ambos alcanzaron el orgasmo sonriendo y liberando su agitada respiración. Había sido fenomenal y satisfactorio.

—Ha sido el mejor polvo de mi vida—, intentando acompasar la respiración jadeó sonoramente. Tom se sentó con la respiración más normalizada y salió de su cuerpo con cuidado atrayéndole para recostarse de golpe en la cama que estaba toda desordenada a esas alturas.
—Puedo decir lo mismo—, se estiró por su parte quitando los rastros de sudor de su frente. Estaban todos sudados y acalorados por lo recién vivido y soltando unas carcajadas sus miradas se clisaron.
Bill se le acercó con mirada felina tocando su pecho, le besó ardorosamente en los labios y le recostó bajo su cuerpo nuevamente.
Quizás podría convencerle de que le acompañara a la boda al día siguiente. Ahí acercándose lentamente venía el segundo round...
Sí, el narrador de la primera parte de esta historia definitivamente tenía razón, este era el último día en buen estado del trasero de Bill


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