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Un Amigo Puede Sanar Un Corazón Herido por SheylaKon

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Notas del capitulo:

Los personajes le pertenecen a la maestra Shungiku Nakamura. 

Capítulo III

 

─¡Akihiko!

Lo llamó mientras corria pero este no respondía.
El castaño comenzaba a perder la paciencia.

Se había apresurado en perseguir a su amigo pero lo había perdido de vista y aún no lo alcanzaba. Unas nubes grises, que amenazaban con dejar caer una fuerte lluvia, se iban aconglomerando en el cielo obstruyendo la poca luz que brindaba la Luna.

Bufó molesto, quería ir a su casa, queria dejar esta tonteria, dejar a ese hombre con sus problemas.

Pero no puedo.

Se daba la misma respuesta cada vez que estaba por desistir, negando con la cabeza para sacarse esa idea.

Las primeras gotas comenzaron a caer y se apresuró en buscar un refugio o algo que lo protegiese. A la vista encontró una parada de autobuses, de esas que estaban cubiertas por un techo y se aproximó a ella.

Respiraba con algo de dificultad, llegó corriendo hasta ahí poco antes de que la lluvia empezará a caer con más fuerza.

Buscaba con la mirada al escritor pero con la oscuridad y ahora con esa lluvia le resultaba más dificultosa aquella tarea.

Estaba enojado e irritado, todo es culpa de ese tonto de Akihiko, se repetía molesto cada cierto tiempo mientras continuaba forzando su vista. Él sabía que no era así, pero no iba a admitir la culpa por su estado.

Se sentó agotado en la banca de ese lugar y solo hasta entonces se percató de que alguien más estaba sentado ahí. Su ropa estaba más húmeda que la de él, tenía los hombros caídos y el rostro oculto por sus cabellos.

Hiroki se acercó un poco más y al visualizarlo mejor, se sentó a la izquierda de este hombre, junto a él, pese a que aquella banca era larga. Aquel hombre apoyó su cabeza sobre el hombro del profesor y la dejó ahí sin decir nada al igual que el castaño quien colocó su cabeza suavemente sobre la de él.

Si Hiroki escuchó algo más que la lluvia golpear contra el pavimento, no preguntó que era, y si sintió su hombro humedecerse por algo que no era la ropa del contrario, tampoco mencionó nada. 

.

Lo rodeaba una sensación cálida, no quería abrir los ojos, quería permanecer así, ahí, donde sea que estuviese.
Sentía que debía despertar, que algo no iba bien, pero se negaba a dejar su lugar cálido. En ese momento no importaba nada más que él y su paz, una que hace mucho no sentía.

Después de minutos la curiosidad pudo más y abrió los ojos lentamente. Estaba oscuro, ¿Nowaki aún no llega? se preguntaba mientras intentaba no volver a caer dormido pero sin moverse de donde estaba.

─Creí que no despertarías.

Eso lo alarmó. Giró un poco el rostro hacia arriba y pudo ver unos ojos lila que lo observaban divertido.

Cayó en cuenta de que estaba practicamente acostado sobre uno de los hombros y parte del pecho del escritor y se retiró de inmeditado, acto que le consiguió un ligero mareo. Se llevó una mano a su cien masajeandose con los dedos.

─¿Estás bien?

─Sí, yo solo...

Esperen, ¿esa pregunta no debería hacersela a él?
Lo miró molesto, acusandolo. Pero luego recordó los hechos. Aunque su mirada se viese algo divertida, su rostro denotaba cansancio como si no hubiese dormido bien en días, él sabía que el escritor no acostumbraba a dormir a sus horas pero algo le decía que aquello no era solo por el trabajo y además estaba ese semblante, ese que demostraba gran tristeza y culpa, pareciese que intentaba ocultarlo, pero no era algo que Akihiko podría hacer en estos momentos.

El escrito pareció leer sus pensamientos y se levantó rápidamente dirigiendo su vista a otro lado.

─Ya debo irme. ─dijo dispuesto a marcharse.

Hiroki se levantó de inmediato y alzó la voz.

─Espera.

Akihiko detuvo sus pasos y dirigió su mirada al castaño.

Bien. ¿Y ahora qué?
Cuando se dispuso a perseguir al de cabellos de plata, no pensaba en nada más que alcanzarlo, y ya lo hizo. No se le ocurrió, y tampoco se dio tiempo para pensar que iba a hacer luego, ¿dejarlo ir y ya? ¿hablar de sentimientos y emociones que a ambos les resultaría incómodo?
No, el profesor y el escritor se habían distanciado con el tiempo, seguían siendo buenos amigos pero ya no era como antes, cada uno tenía su propia vida independientemente del otro, no podía simplemente meterse ahora en la de él y hacerle preguntas que Akihiko muy probablemente no responderia.

El de ojos lila seguía ahí parado en medio de la calle esperando que el castaño continue hablando.

─Te acompaño.

No se le ocurría que más decir. No podía preguntar abiertamente sobre lo que sucedió, eso era algo que a Akihiko le tendría que nacer el contarle. Así que al no poder ayudarlo con palabras lo haria con presencia, no era mucho, quizá es nada, pero era lo que le podía ofrecer.

Akihiko no asintió ni negó su compañía. El castaño no lo sabía pero este, interiormente, le estaba muy agradecido.

.

Caminaron juntos, sin mucha prisa pese a traer encima ropa húmeda, sin decirse ni cuestionarse nada. Hiroki quería hablar, preguntar, saber, pero no deseaba incomodar más al de ojos lila. Este, mientras, tampoco parecía querer decir nada y se veía demasiado concentrado o demasiado perdido en sus pensamientos.

Llegaron al edificio y el castaño se detuvo en la entrada mientras que Akihiko presionaba el botón para llamar al ascensor.

─Oi, Akihiko... ─el lugar se hallaba vacío por lo que no alzó mucho la voz.

El mencionado giró su vista a su amigo y luego se adentró al ascensor que acababa de abrir sus puertas.

El profesor lo obervaba con el ceño fruncido desde su posición. Ese maldito... Bien, si no quiere hablar- detuvo sus pensamientos al notar la mirada insistente del escritor, ¿y ahora qué quiere?. Akihiko detuvo que las puertas se cerraran mientras suspiraba algo molestó. Hiroki bufó al entenderlo y se adentró a aquel elevador. El de cabellos de plata presionaba el último botón en tanto su mejor amigo lo miraba con molestia.

Yo no sé leer mentes. ─gruñia internamente.

Pero me entendiste. ─respondía con la mirada, una que se mofaba de él.

─Tsk. ─se cruzó de brazos mientras desviaba su mirada a otro punto dentro de esa pequeña máquina.

Escucharon el sonido que alertaba que habían llegado a su piso mientras veían las puertas abrirse y salían de ahí.

Avanzaron unos pasos, Hiroki, aún con el ceño fruncido, detrás de Akihiko, hasta que notaron como la puerta del único apartamento en ese piso se abría a la par que se oían pequeñas risas mezcladas con murmullos y al observar a dos personas salir de ahí.

─¿U-Usagi-san?

Notas finales:

Espero les guste. 

Disculpen las faltas ortográficas y de redacción. 

 

PD: Mis capítulo son cortos, pero ¿se nota que este es más corto que los anteriores?


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