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Midnight por Princess Nemesis

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La puerta de la limusina fue abierta. Shiki, Rima, Aido, Kain, Ruka y Seiren, salieron primero, seguidos por Kuran Yuuki. Allí estaban, nuevamente en la Academia Cross, solo para complacer a la castaña, como era de esperar, ella estaba feliz, la sonrisa que adornaba su cara, la delataba, el sonrojo de sus mejillas, decía el porqué del viaje.

 

La puerta de la segunda limusina, igualmente fue abierta. El noble rubio salió, sino fuera por su procedencia se le podía comparar con un pura sangre, su elegancia era mucho mayor a la de cualquier vampiro. El Kuran mayor salió, la forma en la que se desplazaba decía mucho de él,  le envolvía un aura que decía “No te puedes acercar” hasta los humanos, se daban cuenta de eso, por tal motivo le respetaban.

 

Sintieron una presencia extraña, por lo que buscaron con la mirada el origen de esta. Parado cerca de un árbol, estaba un joven de cabellos rubios, quien se dirigió hacia los recién llegados, no sonrió, su rostro se mantenía serio, con su mirada azulada les analizaba.

 

—Es un placer. Soy el nuevo guardián, Yagami Haru. –dijo serenamente.

 

—Encantado de conocerte. Soy Kuran Kaname, ella es mi hermana Kuran Yuuki, y ellos son mi sequito. –dijo Kaname, señalándolos.

 

El rubios asintió. Mientras que Yuuki, buscaba con la mirada a un guardián de cabellos plateados, esta acción, fue vista por Kaname, quien apretó los nudillos.

 

—Síganme –ordenó el rubio.

 

Los vampiros, pensaron que él era un cazador. Pero no les importo, ya que vieron que Kaname se dejaba guiar serenamente. Yuuki, mordió suavemente su labio, en señal de frustración.

 

—Yagami, me diría ¿Por qué, Zero no vino a recibirnos? Tengo entendido, que él sigue aquí –pregunto la castaña, sin vergüenza.

 

Los nobles vampiros, se contuvieron. Ruka, se mordió la lengua. Takuma se tranquilizó mentalmente, y los demás, simplemente apretaron los puños.

 

—Lamentablemente, no se encuentra bien. No se preocupe, le vera después. –respondió.

 

Ella asintió con entusiasmo. Mientras que Takuma analizaba a Yagami, ese rubio no le daba buena espina.

 

*

*

*

 

Recuerdos fugases y pasajeros. Recuerdos abandonados, momentos efímeros. Son aquellos que has olvidado como una canción que no has escuchados en años. Canción preciada del pasado.

 

Zero soñaba, pero no era un sueño. Eran sus recuerdos, era su preciada canción, aquella olvidada.

 

Añoranza y anhelo. El tierno amor omitido.

 

Se removió en la cama, sus ojos estaban cerrados, su respiración era suave. Pero como era su sueño.

 

>>La doncella de largos cabellos plateados, caminaba sin rumbo fijo. Sus ojos amatistas solo veían la oscuridad. Pero esta se mantenía en equilibrio con la brillante Luna.

 

Ella suspiro con cansancio, detestaba ir a las reuniones que se hacían en el Olimpo, aborrecía las miradas libidinosas que iban dirigidas a su persona. ¿Cuántas veces tendría que rechazarles para que entendieran que no deseaba nada con ellos?

 

Detuvo sus pasos al ver a un joven, quien se encontraba cerca de un pequeño arroyo, y mantenía su vista puesta en el cielo, parecía ver las estrellas.

 

Ese joven, dirigió su mirar hacia la doncella y le sonrió tiernamente. En ese momento, la peli plata pensó que hasta Afrodita, le tendría envidia a ese joven.

 

—No es apropiado que una dama, se encuentre en estos sitios, a estas horas –dijo.

 

La oji amatista alzó una ceja, y comenzó a analizar a ese joven, era bellísimo, su esbelta figura, esos lindos ojos, si no fuera un humano, se le podía confundir con algún dios.

 

—No, no es apropiado. Pero y ¿qué hace un joven como usted, en estos sitios? –interrogó la diosa.

 

Él rio suavemente, haciendo que la joven diosa se estremeciera, al sentir la pureza de esa alma. Antes de responder, el chico dirigió nuevamente su mirada al cielo y señalo a la Luna.

 

—No te parece que es hermosa. No, esa palabra es poco para describirla. Considero que hasta el ardiente Sol sentiría celos de ella.

 

Artemis, la bella diosa de la Luna, sintió sus mejillas arder, y sus ojos vidriosos. Todos los humanos, consideraban que el Sol, era más importante que la Luna. Como no hacerlo si daba luz a todos los seres vivos, si todas las mañanas veían su magnificencia.

 

—Su luz, no es tan fuerte y reconfortante como la del Sol. Pero es protectora, todas las noches, ella nos vigila y cuida desde su trono. –complemento el joven, la sonrisa que tenía en su rostro, era solo dirigida a la tierna Reina de la noche.

 

La peli plata sonrió, ese humano, era interesante. Y pronto se encontró amándole<<

 

*

*

*

 

Los nobles del clan Kuran, se encontraban en el dormitorio. Sencillamente estaban aburridos, por lo que algunos leían.

 

Yuuki Kuran, princesa sangre pura de los vampiros, en su habitación se probaba algunos vestidos, mientras tatareaba una melodía.

 

Estaba emocionaba ya que a partir de ahora estaría cerca de Zero. No podía evitarlo, le amaba y sabía que él también sentía lo mismo por ella. A Kaname le amaba igualmente, con él era ternura, tranquilidad y se sentía protegida. A diferencia de que con Zero, existía un fuego inapagable, era más emocionante.

 

Vio hacia la ventana, ya había anochecido, por lo visto había estado todo el día probándose ropa. Sintió su garganta seca, le pediría a Kaname que le diera de beber. Por lo que decidió bajar.

 

*

*

*

 

Haru veía al peli plata, mientras que esos ojos amatistas comenzaron a abrirse. Espero con paciencia, seguramente Zero estaría demasiado cansado.

 

Se sentó lentamente en la cama y dirigió su mirar hacia Haru.

 

—No era necesario que me dieras de beber tu sangre. Con tan solo con decir esas palabras, sabias que las escucharía.

 

El rubio sonrió. No era necesario que Zero se lo digiera, sabía que eso no era necesario para que despertara, pero sintió celos al pensar que Kuran, le dio de su sangre, por lo que quiso que Zero bebiera de su sangre.

 

—¿Qué demonios es esto, Apolo? –pregunto Zero.

 

Quien alzó su muñeca, en donde estaba el sello en forma de serpiente.

 

—Es un sello. –Contesto rápidamente —Zero, es para que tus poderes y presencia divina, se encuentren sellados.

 

Zero iba a protestar, pero el chirrido de la puerta siendo abierta le interrumpió. Apolo, se consterno, no había sentido ninguna presencia, ¿Quién era?

 

El rubio que abrió la puerta, se apoyó en ella, su expresión era seria, y con sus fríos ojos esmeraldas analizaron al peli plata y al oji azul.

 

—Entonces no me equivoque. Eras tu Apolo. –dijo Takuma.

 

Ambos dioses se sorprendieron, pero al ver bien al vampiro le reconocieron. Ahora sencillamente tenían problemas.

 

—No esperé volver a verte aquí –fue lo dicho por el rubio dios.

 

Takuma ignoro al dios, y dirigió su mirada hacia Zero, repentinamente sus ojos se volvieron tan afilados como dos dagas.

 

—No esperé que despertaras. –le dijo.

 

Su atención paso de Zero, a Apolo nuevamente. El peli plata, estaba extrañado, desde cuando él era tan frio.

 

—Te daré una advertencia, Apolo. Mi pulso no temblara. Por lo que vuelve al Olimpo y llévate a tu hermana -ordenó

 

Él no era así, pensaron, era una persona realmente amable, no le reconocían, donde estaba la persona que desprendía inocencia y amabilidad. Posiblemente el dolor había acabado con él.

 

—No entiendo el porqué. Sabes que necesito protegerle –añadió Haru, quien repentinamente apretó los puños.

 

—¿Por qué? Sencillamente no permitiré que los dioses, vuelvan a jugar con su vida.

 

Haru aflojo sus manos y abrió sus ojos asombrado. No podía creerlo, acaso….

 

—¿Le has encontrado? ¿Él ha reencarnado? –preguntó.

 

Los ojos de Zero, brillaron cual estrellas. Deseaba correr, he ir hacia donde estaba él. Necesitaba saber si estaba bien, si ahora era feliz.

 

Takuma volvió a mirar hacia Zero, y se percató de ese tono que tenían sus ojos.

 

—Por lo visto ya le has reconocido.

 

El peli plata asintió, y de su garganta solo salió un “Si”, el tono que utilizo fue uno lleno de bondad, un tono amoroso.

 

El vampiro rubio, se encontró apretando sus nudillos. Tenía que hacerlo, no quería ser tan cruel con ellos, pero no le quedaba de otra. Lo haría por su pequeño hermano.

 

—Zero –dijo llamando la atención del peli plata —Si ustedes se atreven a acercársele, no dudare, y les mataré.

 

Dicho esto se dio la vuelta y se marchó ya que comenzarían sus clases. Dejó a Zero con la mente en blanco y a Haru preocupado.

 

Ya tenía suficiente con la ira de su tío, y ahora tenían que enfrentarse también a Ganimedes, al consorte de su padre, el rey y señor del Olimpo, Zeus.

 

 

Dos alma inocentes, una fue condenada a olvidar todo, cuando murió. La diosa de la Luna, se llenó de culpa por la muerte de él.


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