—¿Cómo está mi botón favorito? —preguntó Jaehyun, mientras le sonreía a su sobrina.
—No soy un botón. —Wendy puso mala cara—. Soy una chica.
Jaehyun se echó a reír negando con la cabeza. —Sí, lo eres. Pero aun así sigues siendo mi botón. —Levantó las manos cuando su diminuta sobrina le gruñó—. Hey, no osos furiosos, ¿de acuerdo?
—Te voy a comer si me llamas de nuevo botón —amenazó mientras Jaehyun se reía entre dientes y se dedicaba a quitar los platos de la mesa del comedor.
—La cena estuvo buena, Jaehyun —su hermana Irene, dijo dándose unas palmaditas en su hinchado vientre—. Muy buena.
Jaehyun depositó los platos en el agua jabonosa que había hecho momentos antes. —Gracias. —Abrió la llave del agua y empezó lavarlos. Su mente comenzó a deslizarse de nuevo a la otra noche, cuando visitó un club llamado The Manacle. No estaba seguro de por qué había ido allí, tal vez por curiosidad, pero sabía que nunca volvería allí de nuevo.
Además del hecho de que el lugar le había dejado los pelos de punta, tenía extraños sueños acerca de esa noche. Con lo duro que había sido para Jaehyun tratar de olvidarlos, seguía teniendo sueños acerca de vampiros atacándolo y luego uno de ellos rescatándolo. No podía ser real, porque los vampiros no existen. La persistente idea en su cerebro insistiéndole en que había sido real no le caía nada bien.
Era una persona seria, y la evocación de criaturas míticas no era algo que él tuviera la costumbre de hacer. Esa era una de las razones por las que no era un gran bebedor.
Pero tuvo que haber sido esa noche porque el recuerdo era tan malditamente vívido. Era casi como si realmente hubiera sucedido. Lo que no podía ser, porque los vampiros ¡no existen!
Ni siquiera recordaba haber bebido algo de alcohol fuerte.
Todo lo que consumió había sido solo un par de cervezas.
—Mamá quiere que vayas el sábado para que le ayudes con algunas cosas —dijo Irene mientras llevaba el vaso a la cocina y lo puso sobre el mostrador.
—Tengo planes el sábado.
Irene levantó las manos al aire, comportándose como la reina del drama que siempre había sido a lo largo de toda su vida.
—Tú sabes que ella te necesita. Desde que papá murió, ella no ha sido la misma. Ve, Jaehyun.
—¿Por qué no vas tú a ayudarla? —preguntó Jaehyun mientras enjuagaba un vaso. No era que estuviera tratando de esquivar a su mamá. Él realmente tenía algo que hacer. Su mejor amigo, Dino, tenía las entradas para el concierto al que moría por ir desde que se enteró en la programación de giras que su grupo favorito había incluido a su ciudad.
—Duh. — Irene señaló su hinchado abdomen.
—¿Qué pasa con Ye Jun? —Estaba desesperado por encontrar a alguien que le ayudara. Jaehyun realmente quería ver a los Rollings Head.
—Tiene que trabajar doble turno. Ve, Jaehyun. Ayuda a mamá.
Jaehyun suspiró. Él sabía que lo haría. El problema era que su mamá lo mantendría allí al darle una lista de tareas de una milla de largo. Estaría de suerte si salía a tiempo para estar listo y entrar de primeras al concierto.
Le sonrió a su hermana y la besó en la mejilla. —Iré.
Irene le dio esa sonrisa diabólica. Aquella que le decía que sabía que él terminaría rindiéndose. Ella le ayudó a terminar con los platos y limpiar la cocina antes de agarrar a Wendy. —Es hora de ir a casa, bebé. Papá estará en casa pronto.
Jaehyun ayudó a su hermana y Wendy a recoger sus cosas y luego las acompañó hasta su auto. Irene se volvió hacia él una vez que tuvo a su hija asegurada en su silla para el carro. Jaehyun se preparó. Conocía esa mirada.
—Deberías encontrar a una buena chica y sentar cabeza. No me gusta verte solo. —Ella levantó su mano—. Sé que Dino es bueno como amigo, pero necesitas más que un buen amigo que venga a ver el fútbol.
Jaehyun sabía que ella tenía razón. Odiaba escuchar la verdad sobre su inexistente vida amorosa. Al parecer no importaba con qué chica saliera, nunca se sintió bien. Había visto a muchos amigos terminar divorciados y él no quería ser uno de ellos. Llámenlo anticuado, pero Jaehyun creía que sabría instantáneamente cuando la chica adecuada llegara.
—Seguiré buscando, hermanita —prometió Jaehyun mientras la besaba en la mejilla antes de dar un paso atrás—. Conduce con cuidado.
—Lo haré. Te quiero, Jaehyun —dijo su hermana antes de cerrar la puerta del coche.
Se acercó a la ventana de atrás, haciéndole una mueca a Wendy —Chao, botón. —Se despidió, riendo, cuando su sobrina de cinco años de edad le gruñó. Le lanzó un beso antes de regresar a la casa.
Jaehyun pulsó el interruptor de la luz del porche encendiéndola y luego cerró con llave la puerta de entrada, se sentía cansado. Entró en la cocina para agarrar una copa de vino y luego se dirigió hacia su dormitorio. Había sido un día largo y estaba listo para finalmente relajarse. Sus pasos vacilaron cuando escuchó arañazos en la ventana de su dormitorio.
Dejando la copa sobre la mesita de noche, Jaehyun caminó unos vacilantes pasos hacia adelante. No estaba seguro qué había sido ese ruido. Podría ser sólo una rama arañando el lado de la casa, pero tenía la sensación que no era eso.
Cruzó la habitación, agarrando un bate de beisbol del armario antes de ir caminando hacia su ventana. No era que fuera valiente, ni mucho menos, pero no era un gallina tampoco. Bueno, tal vez lo era, pero Jaehyun necesitaba saber qué era ese ruido.
Podía sentir su corazón latir más rápido, mientras levantaba la cortina, tirándola de un lado para poder investigar el ruido.
—¡Santa Mierda! —Jaehyun casi saltó de su piel, dejando caer el bate y agarrándose el pecho cuando Dino, su mejor amigo, se echó a reír histéricamente mientras se encontraba de pie en su patio trasero. «Maldita sea». Jaehyun estaba listo para tomar el bate y meterle algo de sentido a Dino. El hijo de puta le gastaba bromas un poquito demasiado pesadas a veces. No había nada gracioso en hacer cagar del susto a alguien. No cuando él era el asustado.
—¡Mete tu culo aquí! —Agarró el bate y apuntó con éste a su amigo, dándole a Dino una fea mirada. Jaehyun lanzó el bate a un lado antes de caminar a través de la casa a oscuras, en dirección a la puerta corrediza de cristal en la cocina. Se detuvo por un momento, los vellos en el dorso de su cuello se estaban erizando a medida que miraba a su alrededor.
Al no ver nada, maldijo: —Mierda. Dino, me tienes nervioso como el infierno ahora. —Jaehyun acechó por la cocina y deslizó la puerta de cristal por un lado, poniendo sus manos en las caderas mientras Eli soltaba una risita.
—Mete tu culo aquí —dijo como si masticara clavos mientras fulminaba con la mirada a Eli. Su amigo se echó a reír manteniendo sus manos arriba, pasando rápidamente por un lado de Jaehyun como si esperara ser noqueado, lo que era una buena idea. Jaehyun debería hacerlo.
Jaehyun tenía esa extraña sensación de nuevo, como si alguien estuviera observándolo. Se quedó de pie en la puerta por un momento, mirando hacia el patio trasero. Por lo general no se asustaba tan fácilmente, pero maldita sea si los vellos de la parte posterior de su cuello no estaban de punta.
—¿Qué pasa? —preguntó Dino mientras miraba alrededor del cuerpo de Jaehyun. El hombre era bajito como el infierno—. ¿Ves algo?
Jaehyun negó con la cabeza, sin saber en ese momento si solo se lo había imaginado. —No. —Deslizó la puerta cerrándola, pero la sensación no se había ido. Caminó por un lado mientras se dirigía hacia su dormitorio.
—¿Irene y botón vinieron? —le preguntó Dino desde la cocina.
Jaehyun tomó su copa de vino y luego se dirigió de nuevo a donde su amigo hurgaba en la nevera, preparándose al parecer un plato con lo que quedó de la comida. Jaehyun le sonrió a Dino. Ellos habían sido los mejores amigos desde sexto grado. Dino siempre se la pasaba en su casa desde cuando Jaehyun vivía con sus padres y continuó con la práctica ahora que Jaehyun tenía su propio lugar.
—Sí, se fueron hace un rato —dijo mientras se subía en el mostrador. Jaehyun tomó su copa de vino, bebió un sorbo y estudió a Dino.
—¿Tu familia ya comenzó a decirte que sientes cabeza?
Eli se puso de pie, llevando el plato con la pasta sobrante para el mostrador de la cocina. Se sentó no sin antes tomar un plato de la alacena y luego se ayudó con el mismo a apilar un plato lleno.Dino lo metió en el microondas y presionó los botones antes de volverse hacia Jaehyun.
—Sí. Empezaron conmigo tan pronto como me mudé. Le dije a mi mamá que solo tenía veintitrés. Tengo algunas cosas que vivir antes de encontrar a la adecuada. —Dino parecía bastante preocupado. Jaehyun se preguntó si era por su pregunta o alguna otra cosa.
—Irene sigue recordándome cada vez que la veo que tengo que sentar cabeza —dijo Jaehyun mientras dejaba su copa de vino en el mostrador. Su hermana lo hacía sonar tan fácil. Como si la mujer que había estado buscando todos estos años, fuera a venir caminando hasta su puerta y tocara el timbre. Hasta el momento, no había encontrado a nadie a quien quisiera ver dos veces. Por supuesto que había tenido sexo, pero la conexión simplemente no estaba allí. Había tenido sexo con un chico antes, su familia estaba bien con el hecho de que fuera bisexual pero eso no lo había satisfecho tampoco.
Jaehyun había comenzado a pensar que algo andaba mal con él.
—Estaba pensando en ir a ese club cerca al distrito de los almacenes mañana en la noche. ¿Quieres venir conmigo? r13;preguntó Dino mientras sacaba su plato del horno microondas.
Jaehyun sabía exactamente a qué club Dino se estaba refiriendo. Era el mismo lugar donde él juraba que había sido atacado por vampiros.
The Manacle.
—Creo que mejor paso.
—Tú te lo pierdes, hermano. —Dino llevó su plato vacío al fregadero y lo lavó—. Pensé que podríamos salir por un rato.
Jaehyun suspiró. Odiaba decirle que no a Dino, pero no tenía ánimos de exorcizar vampiros nuevamente. Había algo en ese lugar que atraía a Jaehyun, y que lo asustaba de muerte también.
—Me lo pierdo, entonces. —Bajó del mostrador y lavó su copa de vino—. Me voy a la cama. ¿Te vas a casa o aterrizas en el sofá?
—Casa. Solo me detuve por un rato, iba camino a casa desde el bar. Nos vemos después —dijo Dino mientras caminaba hacia la puerta de entrada—. Déjame saber si cambias de opinión sobre el club.
Jaehyun dudaba que lo hiciera. Pasó el cerrojo después de que Dino se fuera y apagó las luces. Caminó hacia la cocina, rellenó su copa con vino dulce y se dirigió a la terraza de atrás. Agarró la manija y abrió la puerta corrediza de cristal, saliendo a la tranquila noche. Los sonidos de los grillos lo hicieron sonreír mientras tomaba asiento en una silla junto a la mesa del patio. Le gustaba la noche. Había algo relajante y mágico acerca de ella.
Bueno, quizás no era realmente mágica, pero se sentía como si lo fuera. El viento soplaba suavemente entre las hojas mientras colocaba su copa en la mesa y se relajaba en su silla. Jaehyun miró hacia el cielo, algunas nubes iban a la deriva mientras miraba las estrellas. Lástima que tuviera que trabajar casi todas las noches. Ser capaz de sentarse al aire libre y disfrutar de la noche sería perfecto. Era tan sereno.
Desde que era un niño pequeño había amado la noche. Solía colarse a hurtadillas después de que sus padres se fueran a la cama para sentarse en el techo justo afuera de la ventana de su dormitorio. A veces llevaba una manta con él y sólo se quedaba allí pensando en cómo sería vivir en un futuro lejano o viajar por entre las estrellas. El techo del segundo piso era plano, por lo que hizo posible que Jaehyun, cuya habitación era el ático, pudiera quedarse allí en las noches tibias o calientes.
Jaehyun tomó el tallo de su copa de vino levantándola de la mesa y tomó un sorbo, recordando las muchas noches que pasó en ese techo junto con Dino, hablando de lo que iban a hacer cuando se convirtieran en adultos. Se rio al recordar el gran plan de Dino de convertirse en un astronauta. Qué no podían conseguir los niños, ¿no?
Levantó la vista cuando oyó crujir algo a través del patio. Jaehyun vivía en los suburbios. Su casa no era para nada como las nuevas viviendas que eran fabricadas en un mes o dos. No, Jaehyun vivía en la parte más antigua de la ciudad, donde había árboles en abundancia y las casas tenían carácter y personalidad. Inclinó la cabeza, escuchando atentamente por si el ruido se repetía. Cuando no lo hizo, se echó hacia atrás, sacudiendo la cabeza.
El sinvergüenza de Dino lo tenía asustado por lo de antes. Sonrió, tomó un sorbo de vino, disfrutando de los sonidos de la noche. Desde que podía recordar, Jaehyun había sentido un ansia dentro de él que nunca pudo averiguar qué era. Realmente no podía precisarlo, pero siempre se había sentido diferente. No estaba seguro de por qué, pero una necesidad se lo carcomía por dentro desde hacía mucho tiempo, incluso desde antes que pudiera recordar.
Jaehyun hizo a un lado sus sombríos pensamientos mientras tomaba su vino, disfrutando de la tranquila noche.
Jaehyun tomó los vasos del mostrador y los llevó hasta el pequeño fregadero debajo de la barra. —¿Necesitas otro? — preguntó mientras rápidamente lavaba y enjuagaba los vasos utilizados. Odiaba esperar a que se apilaran antes de hacerlo.
—Haz que continúen viniendo, Jaehyun, hermano —dijo el hombre sentado al otro lado de la barra articulando ligeramente mal.
—Te voy a dar uno más, pero eso es todo. Creo que estás llegando a tu límite. —Se rio entre dientes cuando el hombre frunció el ceño, su cuerpo balanceándose ligeramente en el taburete.
—Sé cuándo he tenido suficiente. —Se detuvo a eructar, sus ojos se abrieron de par en par hacia Jaehyun, y luego se echó a reír—. ¿Ves? No he tenido suficiente, porque si estuviera borracho, no me habría importado eructar. Caray, ni siquiera lo habría notado.
Jaehyun sonrió y negó con la cabeza. Los clientes habituales en The Cave eran un buen montón. Era un bar de barrio, pero el negocio lo mantenía dando de brincos por todos lados. No había tal cosa como noches lentas en este bar.
—Dame un Jack y Coca-Cola. —Dean, un compañero de colegio de Jaehyun, se deslizó en medio de unas pocas personas y se abrió paso hasta la barra.
—Marcha —dijo Jaehyun, mientras se apresuraba a hacer la bebida y se la entregó a su amigo. Cuando tomaba el dinero por la bebida, Jaehyun vio a un hombre al otro extremo de la barra que lo observaba. Normalmente no le habría desconcertado, pero el hombre le resultaba familiar. Jaehyun lo estudió por lo que sintió una eternidad, sus ojos fijos uno en el otro mientras Jaehyun trataba de recordar dónde había visto al hombre antes. Era una sensación extraña. Los vellos de la parte posterior de su cuello se erizaron cuando sintió que estaba siendo absorbido por esos ojos negros como el carbón.
Si no se equivocaba, era el hombre que lo había salvado del ataque de los vampiros. Pero eso no podía ser, porque no existían.
Aunque, seguro como la mierda que se le parecía.
—Hey, ¿puedes darme mi cambio, Jaehyun? —Volteó bruscamente la cabeza. Su amigo, quien había ordenado el licor y el refresco esperaba con una mirada perpleja en su rostro.
Parpadeó un par de veces, tratando de sacudirse la sensación de familiaridad. Debía de estar extenuado esta noche y por eso terminó viendo a ese hombre en el bar. Eso tenía que ser.
—Claro, Dean. Lo siento. —Jaehyun no tardó en registrar sus bebidas y luego le entregó su cambio.
—Gracias. —Dean asintió con la cabeza y retrocedió a través de la multitud.
Jaehyun miró sobre su hombro mientras caminaba por el extremo opuesto de la barra. El hombre seguía sentado en uno de los taburetes observándolo.
—¡Hey, Jaehyun! —llamó otro de los clientes. Jaehyun le echó un último vistazo al hombre de cabello oscuro antes de tomar la orden.
Los clientes podían mantenerlo ocupado, pero Jaehyun no dejaba de notar al tipo al otro extremo de la barra viéndolo durante toda la noche. Era halagador y escalofriante al mismo tiempo.
—Tienes un admirador —su jefe, se burló de él—. Ha estado observándote la mitad de la noche.
Jaehyun se encogió de hombros mientras recogía las botellas de cerveza vacías que se alineaban sobre la barra delante de él, las echó en el bote de basura bajo el mostrador, y luego empezó a limpiar la madera mojada con un limpión. —¿Qué puedo decir? Soy caliente.
Su jefe resopló ante el comentario narcisista de Jaehyun. —No seas presumido.
No era ningún narcisista, pero estaba tratando de jugar. Jaehyun no quería que su jefe supiera cuán atraído se sentía por el hombre o que pensaba que era el hombre que lo había salvado de inexistentes vampiros. Leroy sólo quería ir hasta el otro extremo de la barra y comenzar a interrogar a su admirador. Jaehyun no quería o necesitaba eso ahora. Tenía suficientes problemas de qué preocuparse.
Por ejemplo, cómo iba a hacer para pagar el alquiler de este mes. Simplemente no estaba trabajando las horas que necesitaba en The Cave, a pesar de que el lugar se mantuviera lleno. Leroy hacía lo mejor que podía, pero tenía a su familia trabajando aquí, y obviamente tenían prioridad cuando su jefe tenía horas extras para repartir. Jaehyun no guardaba resentimientos hacia su jefe por eso, pero apestaba tener que estirar el dinero hasta el punto en que el águila graznara en la parte posterior del billete cuando tenía que pagar sus facturas.
—Ni en sueños. —Jaehyun se echó a reír y le guiñó un ojo a su viejo amigo. Notó algo de movimiento en el otro extremo y miró en esa dirección viendo al extraño gruñir, mientras se ponía de pie.
Jaehyun no sabía cómo lo sabía, pero sabía que tenía que alejarse de Leroy. Dio unos pasos hacia atrás, dejando un amplio margen de espacio entre su cuerpo y el de su jefe.
Eso pareció satisfacer al extraño, quien entrecerró los ojos en Leroy antes de volver a su taburete. Bueno, ahora que no era extraño en lo más mínimo, la atención de Jaehyun fue retirada a medida que más clientes se empujaban en la barra para pedir sus bebidas.
Jaehyun volteó para darle el cambio a una chica, pero encontró al extraño sentado en donde ella debía haber estado de pie. Jaehyun evitó rápidamente sus ojos mientras buscaba al cliente que le debía el cambio. El extraño lo puso nervioso al tenerlo allí sentado, delante de él.
—Hola. —Una profunda y deliciosa voz flotó hacia sus oídos. Jaehyun estaba sorprendido de que pudiera oírla a pesar de la multitud y la música. El extraño no había gritado.
Jaehyun se mordió los labios mientras miraba al hombre con el más negro cabello y pálida piel. —Hola. —Su dedo trazó una mancha en forma de círculo sobre la barra, preguntándose qué era lo que ese tipo quería.
Jaehyun podía haber bromeado con Leroy acerca de que era caliente, pero sabía que estaba muy lejos de ser eso. Su cabello castaño caía en inmanejables ondas que nunca cooperaban, por lo que lo mantenía peinado hacia atrás. También sus ojos eran de un color azul tan claro que casi parecían ser de cristal y luego, cambiaban a azul oscuro en un momento dado. Su madre decía que tenía los ojos de un ángel, pero Jaehyun pensaba que eran espeluznantes como el infierno.
Le habían dicho en más de una ocasión que parecía tener sólo pupilas negras cuando su claro iris se encontraba en su tono más claro. La mayoría pensaba que era escalofriante tal como él lo pensaba.
También tenía un cuerpo delgado que Dino describía como el cuerpo de un nadador, pero Jaehyun era tan flaco como un palillo. No tenía definición alguna. —¿Qué te sirvo?
Por alguna razón, la pregunta hizo reír al extraño. Era un sonido delicioso y erótico que hizo que el pene de Jaehyun se endureciera. Se empujó más cerca del mostrador, avergonzado por su excitación.
—Soy Tae Yong. Me preguntaba si te gustaría salir en algún momento.
Los ojos de Jaehyun se redondearon ante la pregunta de Tae Yong.
¿Por qué este hombre tan sexi querría salir con él? Se dio cuenta que su boca estaba abierta y la cerró rápidamente. —¿Por qué?
r13;Jaehyun quería patear su propio culo cuando la pregunta simplemente se le salió de la boca. ¿Podría parecer aún más fracasado? Sí, denle cinco minutos más, y garantizado que podría superar eso.
Tae Yong sonrió, sus ojos negros brillaban bajo la suave luz fluorescente. El hombre era simplemente hermoso. Jaehyun tuvo que cerrar sus manos en puños para no tocarlo. Su negro y sedoso cabello hacía que sus dedos picaran por deslizarse a través de las largas hebras. Quería sentir cómo se deslizaban sus dedos por todo su cuerpo desnudo. Ah, mierda, estaba aún más duro. Eso no era nada bueno.
La mujer se abrió paso hasta la barra para obtener su cambio, dándole a Jaehyun una diabólica mirada mientras miraba entre los dos. —Me debes algo de dinero.
Jaehyun arrojó el cambio encima de la barra, sin apartar la mirada de Tae Yong. Tenía miedo. Temía que si parpadeaba, Tae Yong desapareciera. El hombre tenía que ser producto de su imaginación. Nadie podría verse tan bien. ¿Una fantasía que había visto en dos ocasiones? Jaehyun no estaba seguro de qué pensar, pero tener al tipo más hermoso que hubiera visto tan cerca estaba haciéndole estragos a su cuerpo, a su pene para ser más precisos.
—Porque quiero llegar a conocerte mejor, Jaehyun.
Jaehyun notó de inmediato que Tae Yong sabía su nombre sin que él se lo hubiera dicho antes. Tal vez lo había escuchado cuando otras personas lo llamaban a gritos, o se lo había dicho él mismo en medio de su borrachera cuando estuvo en The Manacle, pero esa no era la razón por la cual Jaehyun dudaba para contestar. Jaehyun dudaba porque sabía que Tae Yong tenía el poder para acabar con él si se relacionaban a largo plazo y luego lo botaba. Por alguna razón, el desconocido lo cautivaba, lo sacaba fuera de sí y hacía que diera vueltas su cabeza.
—Lo siento, Tae Yong. Me siento halagado, pero no puedo. — Fueron las más difíciles palabras que Jaehyun hubiera dicho alguna vez. Pero si quería evitar que le arrancaran el corazón, tenía que decirlas.
Lástima que su dura como roca polla no estuviera de acuerdo con su mente. Jaehyun suspiró mientras se alejaba.
Fue un duro momento.
continuara...