Eran las 12 de la noche, todo estaba obscuro. Me habían llamado para venir a esta habitación pero a partir que entro hay muchas dudas en mi cabeza. El que me abrió no era mi cliente, no… simplemente era un lacayo que le abría la jaula al animal: lo note porque entre la espectacular vista y una tenue luz de una lámpara, lo vi… un hombre que solo pude ver entre la nula iluminación una gran cicatriz, no era uno causado por un cuchillo sino por, ¿quemaduras? Pero lo que más me impresionaba era el hambre voraz con que me barría de pies a cabeza.
—vaya, en verdad se lucieron con este espécimen. —aquel hombre de la cicatriz me hablaba como si fuera una mascota que acababa de adquirir… me molestaba muchísimo. Pero… no tengo que quejarme, es trabajo al fin y al cabo—.
—me siento totalmente alagado de que se sienta atraído por mí de esa manera señor. —Me coloque haciendo una reverencia hasta el suelo para darle el gusto de tenerme como perro todo lo que dure el servicio—.
—no me digas señor, me hace sentir viejo. —por como estaba, no pude ver que hacía en este momento, aunque supuse que le dijo a sus subordinados que se fueran por el ruido de la puerta abrirse y cerrarse en un lapso moderado de tiempo—. Mejor llámame amo.
Supuse que esa era una señal de que podía levantar mi cabeza, viendo desde un ángulo bajo la altura que cargaba ese hombre y lo note… esa cicatriz, su ojo derecho estaba manchado de una piel marcada con el fuego caótico.
—muéstrame que te hace merecedor de tenerte bajo mi cuidado.
Di media sonrisa, descubriendo mi cuerpo de un abrigo que solo es una tapadera de la vestimenta que usaba el día de hoy: un corsé negro, forrado con cuero mientras que abajo traía puesto una pantaleta que dejaba descubierto mi trasero; mis piernas tenían unas medias largas pero que no las dejaban ver del todo por las botas que llevaba, si… tenia piernas largas, y eso lucia muy bien con lo que presentarme.
— ¿así está mejor, amo? —el adecuarme a mi papel de puta era esencial si quería tener acceso a el “puesto” si es que tiene ese nombre para ser sinceros.
El sonido retumbante de mis tacones altos hizo eco en la habitación, deteniéndose en donde se encontraba el “amo”, sentándome en sus piernas con una intensión meramente sexual.
—eres el espécimen perfecto… el digno esclavo sexual de mi cometido, de mi experimentación… demasiadas feromonas juntas en un solo individuo… lamento demasiado que no seas un Omega.
Si… recordé de inmediato las razones por las cuales vine aquí.
Aquel individuo, un funcionario de los altos cargos del gobierno… un Alfa, vino aquí a buscar Betas que fueran de su gusto. Los usara para saber si se semilla puede ser tan potente como las de unos casos para embarazar a un Beta como yo.
Esbozo una falsa sonrisa—. Sí, es lamentable… pero yo puedo mejorarlo todo, puedo ser el mejor de todos…
Solo hago esto por único valor monetario que significa esto… mi hermano, especialmente mi madre, depende de que todo esto, salga bien… todo para que ella reciba su medicación. Solo ellos dos son las únicas personas que me importan.
¿Qué bajo he caído para ser una prostituta de laboratorio?