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La persona correcta por Chaque-chan

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Notas del capitulo:

'Acciones.'

El clima afuera era cálido. El cielo era celeste, brillante y sin una sola nube cubriéndolo. Había una muy leve brisa danzando por el patio del instituto Seirin que hacía que las cortinas se arremolinaran y algunos estudiantes —que debían asistir a clases complementarias por haber desaprobado algunas materias— se pegaran a las cortinas para recibir un poco de aire.

— ¡Maldición, qué calor! —exclamó Hyuuga una vez sacó su cabeza debajo del chorro de agua fría de la canilla. A su lado, Izuki se echaba aire con un abanico de papel muy similar al que usaba Riko para reprenderlos.

—Ten, Hyuuga. —dijo Kiyoshi y le pasó el tupper con limones y miel que había recibido de Mitobe. El escolta asintió y tomó el recipiente para sacar cuatro rodajas y luego pasarle todo al base.

— ¿Por qué Riko no nos deja tener vacaciones de verano como los chicos normales? —se quejó Koganei mientras se sacaba la remera. —Todos aprobamos nuestros exámenes y no necesitamos clases complementarias.

—Es porque no pudo reservar en la cabaña de la última vez para el entrenamiento de verano. —dijo Tsuchida luego de beber agua. A su lado, Mitobe asintió.

— ¿Y eso por qué? —preguntó Fukuda mojándose la cabeza.

—Por el susto que le dio Kagami cuando quiso irse. —contestó Kawahara con seriedad. —Como la entrenadora no sabía si Kagami se iría o se quedaría no pudo hacer la reservación a tiempo.

Todos asintieron y luego se quedaron en silencio, dando por terminado el tema.

— ¿Saben cómo está Kagami? —preguntó Koganei. Izuki lo golpeó con su codo.

—Su ojo sigue hinchado. —dijo Furihata algo nervioso. —Pero está de mejor humor.

—Es extraño oír eso considerando que lo suspendieron de las actividades del club. —dijo Izuki.

Todos volvieron a asentir y nuevamente el silencio hizo acto de presencia. Esta vez, el tema de verdad estaba terminado.

Si bien el clima era excelente desde hacía dos semanas, el ambiente en el equipo de básquet del instituto Seirin era todo lo contrario.

Luego del “pequeño” susto que Kagami había causado entre sus compañeros cuando intentó abandonar el país, Riko estaba de tan mal humor —aunque también aliviada— que volvió loco al ala pivót con sus espartanos entrenamientos y además organizó un último partido amistoso contra dos de los equipos de los prodigios de la Generación de Milagros.

El primer partido había sido contra Yosen. Y a pesar de que Kagami estaba aún un poco enojado con Himuro por haberlo delatado cuando quiso volver a América, disfrutó mucho de aquel encuentro y hasta le agradeció a su hermano por haber intervenido aunque no le dijo qué había pasado cuando su plan fue frustrado. Pero Himuro estaba contento de que su mejor amigo no se hubiera ido así que no insistió.

El segundo partido amistoso fue contra Tōō. Y aquello había sido todo un drama que el equipo de Seirin prefería olvidar lo más rápido posible.

 

 

Una semana y media atrás…

 

Cuando Kagami oyó la voz de Imayoshi desde la puerta del gimnasio un fuerte temblor le azotó la espina. No porque el ex capitán de aquel equipo le diera miedo, sino porque sabía que vería a alguien indeseable.

Mientras Kiyoshi y Hyuuga se acercaban a Wakamatsu e Imayoshi, y mientras Riko se reunía con el entrenador Harasawa, Momoi se apresuró corriendo hacía Kuroko ignorando por completo a Izuki que comenzó a lloriquear contra el hombro de Tsuchida.

— ¡Tetsu-kun! —lo saludó alegre la pelirrosa mientras se sentaba a su lado, en el piso.

—Hola, Momoi-san. —le respondió el peliceleste mirándola, luego volvió su atención a los cordones de sus zapatillas.

Momoi lo observó unos momentos en silencio.

Los ojos de Kuroko estaban decorados con unas enormes bolsas negras que casi le llegaban a las mejillas. Sus enormes orbes parecían mucho más pequeños que de costumbre porque estaban hinchados —señal de que había estado llorando sin parar por un periodo de tiempo largo. Además, sus pupilas no brillaban como antes y su rostro mostraba una expresión de tristeza que jamás le había visto.

En vista de todo aquello, Momoi dirigió su mirada hacia Kagami que estaba sentado en una de las bancas, algo lejos del peliceleste. Al principio no notó nada extraño pero luego, Kagami alzó la mirada y sus rojizos orbes hicieron contacto con los rosados y dulces de Momoi.

La pelirrosa se estremeció por completo y retrocedió de forma inconsciente.

Kagami estaba enojado. Muy. Sus ojos echaban chispas de odio que tranquilamente podían quemarla si los miraba de forma fija. Momoi había visto a Aomine miles de veces con una expresión de fastidio en sus ojos pero jamás la habían asustado como lo hacían los de Kagami en ese momento.

—Momoi-san. —la llamó Kuroko por tercera vez. Momoi se sobresaltó y lo miró confundida. — Momoi-san, ¿estás bien?

—S-Sí. —contestó la chica aún algo aturdida. Volvió su mirada a Kagami una vez más pero éste ya no la estaba mirando. Por primera vez, deseó que su amigo de la infancia no apareciera en un partido.

Harasawa la llamó en ese momento y luego de que Kuroko la ayudara a levantarse, fue a paso rápido en dirección a Riko y entrenador. Kuroko, por su parte, se sentó en la otra banca que estaba bastante separada de la de Kagami.

Para los de Seirin aquel comportamiento, en ese momento de sus vidas, no era extraño. Pero para los de Tōō, que no tenían idea de todo lo que estaba pasando, la poca interacción entre Kagami y Kuroko era toda una novedad.

— ¿Acaso pelearon? —preguntó Imayoshi con cinismo. Hyuuga lo fulminó con la mirada.

—Digamos que no están pasando por su mejor momento. —contestó Kiyoshi mientras intentaba contener a su propio capitán de dañar al de Tōō.

— ¿Ya no son novios? —dijo Wakamatsu como quién no quiere la cosa. Kiyoshi y Hyuuga se miraron algo preocupados.

A Hyuuga le daba igual pero Kiyoshi no estaba seguro de si estaba bien ventilar los problemas ajenos a extraños. Sobre todo si ni siquiera ellos mismo no sabían la razón exacta que había desencadenado todo aquello.

De repente, la puerta del gimnasio se abrió y el corazón de Momoi se detuvo…

Y luego volvió a latir tranquilo.

— ¡Kagamicchi! —dijo la cantarina voz de Kise mientras ingresaba a la cancha y caminaba a paso rápido hacia el pelirrojo.

Entonces, Momoi lo notó.

En cuanto Kise apareció por esa puerta y Kagami oyó su voz, su semblante cambió y se suavizó para dejar aflorar una sutil pero simpática sonrisa.

Y así como Momoi lo había notado, Imayoshi no iba a ser la excepción. Por lo tanto, en su rostro también se dibujó una sonrisa pero ésta no era para nada simpática.

—Oh, ya veo. —dijo el base de Tōō con tono macabro. A Hyuuga le recorrió un escalofrío por la espina al oír esa voz. Kiyoshi solo sonrió y Wakamatsu se quedó mirando a su ex capitán totalmente confundido.

Riko estaba a punto de soplar su silbato para que ambos equipos comenzaran a calentar, cuando la puerta del gimnasio volvió a abrirse de forma abrupta.

Y el corazón de Momoi volvió a detenerse.

Y ésta vez, no parecía dar signo se volver a latir.

—Aomine-kun. —murmuró Kuroko para sí mismo con algo de temor.

El recién llegado ingresó al gimnasio y dejó que la puerta se cerrara por si sola detrás de sí. Observó con ojos aburridos a los presentes y en silencio avanzó por la cancha hasta la banca donde Sakurai estaba sentado y temblando por los nervios.

Nadie dijo nada, ni siquiera se movieron. Aunque no entendían muy bien porqué todo había terminado tan mal entre Kagami y Kuroko, intuían que no solo Kise era parte del problema sino que Aomine también. Por lo tanto, decidieron aguardar pacientes para ver cómo continuaba todo cuando los cuatro estuvieran juntos y si debían o no intervenir.

Al principio, no sucedió nada. Aomine comenzó a sacar sus cosas del bolso, Kuroko siguió sentado en su lugar y Kise y Kagami siguieron hablando como si nada. Pero, luego, una frase llegó a los oídos del cinco de Tōō.

—Iré a sentarme, Kagamicchi. —dijo la alegre voz de Kise. —Sé que ganarás, confío en ti.

—Gracias, Kise. —contestó el pelirrojo sonriendo. —Yo-

— ¡Já! —exclamó Aomine desde su lugar. Todos se giraron para mirarlo, hasta el mismo Kuroko, sorprendidos de que hubiera hablado. — ¿Confiar? ¿En Kagami? ¿Estás seguro de eso, Kise?

Tanto Momoi como Riko tragaron con fuerza. El entrenador solo suspiró y el resto de los presentes se quedaron en silencio, expectantes. Kise parpadeó confundido porque al principio no creyó que Aomine le estuviera hablando a él pero luego frunció el ceño y se dispuso a decir algo. Sin embargo, Kagami se puso frente a él y lo interrumpió antes de que el rubio abriera la boca.

— ¿Qué dijiste, Aomine? —preguntó el pelirrojo enojado y mostrando aquella mirada que había asustado a Momoi anteriormente. Kuroko también notó aquella mirada y automáticamente se puso de pie.

Aomine sonrió.

—Todos aquí oyeron —comenzó el moreno girándose para enfrentar al diez. —que le dije a Kise que es mejor no confiar en ti.

—Aomine-kun… —quiso intervenir Kuroko.

— ¿Estás diciendo que soy alguien que defrauda a todos? —insistió Kagami más enojado que antes. Kise lo tomó de los hombros pero el pelirrojo se escapó de su agarre. —Creí que ese era tu trabajo, Ahomine.

—Kagamicchi…

—Ah, claro. —exclamó el moreno acercándose a Kagami. Ya no había una sonrisa socarrona en su rostro y eso alarmó a los equipos que amagaron a acercarse a los dos ases. —Entonces, ¿fui yo quién engañó a Tetsu con ese rubio oxigenado?

— ¡Dai-chan! —exclamó Momoi desde su lugar

— ¡Cállate, Aominecchi! —gritó Kise al borde de la impotencia. —Todo esto es tu culpa por-

— ¿Por qué? ¿Por no aceptarte en vez de Tetsu? Lo siento, pero no me gusta la gente fácil.

—Aomine-kun, basta. —dijo Kuroko acercándose y poniéndose frente a el moreno. Sin embargo, fue apartado al instante por Kagami que, luego de oír eso, acortó la distancia y estampó su puño derecho en la mejilla del moreno.

— ¡Kagami-kun! —gritó Riko y corrió hacía él. — ¡Hyuuga-kun, Teppei!

El grito de Riko fue tan desesperado que hasta Susa y Wakamatsu reaccionaron y fueron junto a los de Seirin.

Mientras Kuroko estaba sentado en el piso por el empujón que Kagami le había propinado, Aomine estaba tendido en el suelo con el mismo pelirrojo sobre su cuerpo dándole un puñetazo tras otro en el rostro.

— ¡Basta, Kagamicchi! —gritaba Kise nervioso aunque algo lejos de ambos, no quería ganarse un golpe él también.

— ¡Kagami-kun, no lo lastimes! —gritó Kuroko mientras gateaba hacía ambos. Entonces, Kagami se detuvo y giró su rostro en dirección al peliceleste.

— ¿Tanto… te importa, Kuroko?  —preguntó el diez con dolor. — ¿De verdad… lo amas más que a mí?

Kuroko se quedó viendo a Kagami sin saber qué decirle. No quería mentirle pero tampoco quería decirle la verdad: él amaba a ambos, aunque sonara extraño y sin sentido, Kuroko no podía elegir entre ellos. Los quería a ambos por igual. Pero sabía que eso no sería suficiente para Kagami si se lo decía.

Entonces, Aomine aprovechó ese momento de distracción de Kagami y le dio un derechazo en el ojo, sacándoselo de encima. Kagami cayó de espaldas al piso y cuando Aomine estaba a punto de seguir golpeándolo, Susa y Wakamatsu lo tomaron de las axilas y trabaron sus brazos para que no pudiera moverse.

Kise, Teppei y Hyuuga se acercaron a Kagami y lo ayudaron a sentarse en una de las bancas para que luego Riko le pusiera una bolsa de hielo en la zona golpeada.

Por un lado, Harasawa no intervino en la pelea y los integrantes de Seirin no fueron reprendidos por él. Pero, por el otro, como adulto responsable del equipo de básquet de Tōō y su entrenador, debía reportar el incidente ya que estaba en juego su permanencia en los campeonatos futuros por las heridas que había sufrido su as. Por lo tanto, luego de que los ánimos se calmaran y los dos jugadores fueran puestos en lugares diferentes y alejados del gimnasio, Riko, Hyuuga, Harasawa, Momoi y Wakamatsu fueron a la oficina del director para reportar lo sucedido. Lo que llevó a la suspensión de Kagami y la prohibición para Aomine para que no vuelva a entrar a Seirin bajo ninguna circunstancia.

 

 

Riko se asomó por la esquina y cuando identificó a sus jugadores, caminó hacia ellos.

—Oigan, ya tuvieron suficiente descanso. —dijo parándose entre ellos. —Vamos, vuelvan. Debemos seguir.

Izuki, Koganei y Tsuchida suspiraron mientras los tres de primero se quejaron por lo bajo, aunque, de igual forma, todos entraron al gimnasio.

— ¿Dónde está Kuroko? —preguntó Hyuuga.

—Me pidió permiso para irse antes. —contestó Riko.

— ¿Irse? ¿A dónde? —insistió el cuatro. Kiyoshi le palmeó la espalda.

—Vamos, Hyuuga. — dijo el castaño y comenzó a empujarlo sutilmente a pesar de las quejas del de gafas.

Riko iba a seguirlos hasta que su celular vibró en el bolsillo de su pantalón. Pensando que era un mensaje de su padre, lo tomó y lo abrió algo molesta. Pero luego la sorpresa se apoderó de su rostro.

— ¿Mi-Midorima-kun? —murmuró extrañada.

 

 

 

 

Kagami siseó de dolor cuando Kise le rozó el parpado con la crema cicatrizante. El rubio no pudo evitar dejar salir una risa al ver la reacción de aquel chico de un metro noventa de alto.

—No te rías, Kise. —dijo Kagami molesto y alejando su cara. El rubio bufó.

—Solo es crema, Kagamicchi. —dijo Kise con una sonrisa. —Ni siquiera tiene alcohol, no seas cobarde.

—Pero duele. —se quejó. Kise lo miró incrédulo.

—Pues, te aguantas. —dijo y volvió a poner crema en el pequeño corte que tenía la piel morada.

Ya había pasado una semana y un par de días pero el ojo del diez estaba igual de hinchado que el mismo día que recibió el golpe. No era de sorprenderse, los golpes de Aomine eran algo. Ahora Kise podía imaginarse como había quedado Haizaki aquella vez.

— ¿Por qué sigues viniendo? —le preguntó Kagami en un intento por no pensar en el ardor que sentía en su ojo. Kise sonrió y se giró para buscar una venda.

—Porque es mi culpa que hayas acabado así, Kagamicchi. —le dijo con calma. Kagami frunció los labios.

—Debes dejar de pensar que todo es tu culpa. —le dijo con seriedad. Kise solo lo miró aun sonriendo y siguió con su labor.

Sabía que no toda la situación era a causa de él, pero la gran mayoría sí y no encontraba palabras suficientes como para pedirle perdón al pelirrojo. Así que prefería ayudarlo en lo más que podía.

Desde la pelea con Aomine, Kuroko lo llamó dos veces a Kise: la primera solo para decirle perdón y la segunda vez le dejó un mensaje de voz que decía que él se encargaría de arreglar las cosas.

Kise no sabía lo que eso significaba en el idioma del peliceleste pero tampoco quería averiguarlo. Y, a pesar de que se moría de la curiosidad y quería preguntarle a Kagami sobre eso, prefirió no hacerlo. Porque pensaba que Kagami no necesitaba saber de Kuroko en ese momento y él tampoco quería seguir causándole problemas o malestar.

—Listo. —dijo el rubio poniendo el último trozo de cinta sobre la venda que había colocado en el ojo del pelirrojo. No quería tapárselo por completo pero Kagami tenía la maldita costumbre de rascárselo y sacarse la cascara de sangre coagulada y empeorar todo así que no tuvo otra opción.

—Gracias, Kise. —dijo Kagami sonriendo. Luego se puso de pie y caminó hacia la cocina. — ¿Cómo puedo devolverle el favor?

Kise estaba a punto de contestarle cuando su teléfono sonó. Era un mensaje.

Como había estado encargándose de Kagami en esos últimos días, con permiso de Hayakawa, había decidido faltar al entrenamiento de verano en la playa. Por lo que, cuando recibió el mensaje, pensó que se trataba de su capitán avisándole algo.

Sin embargo, no fue así

—No puede ser. —dijo Kise llevándose la mano a la boca y releyendo el mensaje por cuarta vez.

— ¿Sucede algo? —preguntó Kagami desde la cocina. Kise sonrió.

—Creo que ya sé cómo puedes pagarme el favor.

 

 

 

 

—Dai-chan, Tetsu-chan vino a verte. —le dijo su madre y luego abrió la puerta de la habitación para dejar pasar al peliceleste.

—Gracias, Mariko-san. —le agradeció el once y la mujer le correspondió con una sonrisa antes de cerrar la puerta y retirarse.

Kuroko se deshizo de su bolso y lo dejó en una esquina de aquella desordenada habitación. Luego tomó la silla que correspondía al escritorio y la colocó frente a la cama del moreno para luego sentarse allí. Aomine lo observó en silencio y detenidamente desde que entró hasta que se sentó. No esperaba verlo allí, no después de todo lo que había pasado hasta el momento y menos después de lo mal que había dejado el ojo de Kagami.

Pero, al parecer, eso no le importaba a Kuroko ya que, desde que se había sentado, lo había estado mirando de forma amable y con una sonrisa.

— ¿Cómo estás, Aomine-kun?

Notas finales:

Buenas noches! No sé qué hora es en sus hogares pero acá en Argentina ya es domingo y son las doce y cuarto de la noche.

Casi que me da un acv cuando me di cuenta que se me había ido el día y no había actualizado el fic! Sé que puedo hacerlo mañana pero el tema es que no voy a estar en mi casa en todo el día y cuando volviera seguro se me iba a pasar el día de nuevo jajaja

Como habrán visto, el cap pasado si les pude contestar los rw y espero esta vez también pueda tener tiempo de hacerlo!

Muchas gracias por seguir leyendo y comentando, me hacen muy feliz y me dan más ánimos para seguir este fic hasta el final! Asi que por favor no olviden dejar un rw para que no pierda las ganas!

Espero hayan disfrutado este cap! Nos leemos la semana que viene! Bye, bye!


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