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La persona correcta por Chaque-chan

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Notas del capitulo:

'Casi un chantaje.'

Midorima suspiró internamente.

Luego externamente.

Después eternamente.

Todo por quinta vez en media hora.

Cruzó su pierna derecha sobre la izquierda y apoyó la cabeza en su mano mientras abría los ojos.

Takao correteaba de aquí para allá por la casa y con el teléfono en mano. Sobre la mesa del comedor había todo tipo de objetos de decoración y desde su lugar podía verse como la mesa de desayuno en la cocina rebalsaba de diferentes tipos de aperitivos.

¿Cómo había llegado a aquella situación?

Bueno, aquello no necesitaba respuesta. O, en realidad, Midorima no quería recordarlo a causa de la vergüenza.

 

 

Dos semanas atrás…

 

—Pasa. —le dijo Takao con voz seria. El seis parpadeó confundido al principio y luego de reaccionar, se aclaró la garganta y avanzó.

Takao caminó tras él y despacio cerró la puerta.

Ambos caminaron en silencio por el pasillo para luego doblar a la izquierda e ir al comedor.

—Lamento haber interrumpido. —dijo Midorima al notar que sobre la mesa del comedor estaban los restos del desayuno de Takao. El base se encogió de hombros y se acercó a tomar el vaso de jugo con su mano.

—Ya había terminado cuando llegaste. —dijo y se bebió todo el jugo de naranja de una sola vez. Luego volvió a dejar el vaso en la mesa y posó su mirada en el peliverde. —Entonces, ¿qué querías decirme?

—¿No vas a abrirlo? —preguntó Midorima señalando la bolsa de cartón que él mismo le había dado a Takao y que ahora colgaba de la mano izquierda de éste.

Takao alzó las cejas y miró su mano. Estaba tan ansioso por escuchar las disculpas de Shin-chan que había olvidado el regalo que había recibido anteriormente en la entrada de su casa.

El base se quedó mirado la bolsa unos segundos y luego miró a Midorima una vez más. Las mejillas del escolta estaban fuertemente teñidas de rojo y pudo notar como tragaba nervioso.

—¿Ésta es tu disculpa? —preguntó el de ojos de halcón.

—N-No. Bueno, sí… —Midorima frunció el ceño ofuscado y bajó la mirada al suelo. —Solo ábrelo y dime si te gusta.

—¿Es ropa?

—No.

—¿Ropa interior?

—¡No!

—¿Un dildo?

—¡Takao!

El base contuvo su risa y se dedicó a abrir la bolsa. Dentro de ella había una pequeña caja negra aterciopelada. Aquello confundió un poco a Takao ya que parecía como si se tratara de un anillo, pero no quería volver a preguntar porque temía que Shin-chan perdiera la paciencia de verdad. Sabía que no era fácil para el escolta toda aquella situación y él no era tan cruel.

Bajo la atenta mirada del peliverde, Takao puso la caja en la mesa y se sentó en una silla para luego abrirla. Efectivamente, dentro había un anillo de oro, casi parecido a una alianza de casamiento.

—¿No te parece que estamos un poco jóvenes para esto, Shin-chan? —dijo Takao entre risas. El sonrojo de Midorima no hizo más que aumentar.

—Mira la parte interna del anillo, Takao. —dijo el seis con toda la calma que podía reunir en ese momento. Había ido con un propósito y no quería arruinarlo.

Takao rió por lo bajo y le obedeció.

Entonces, su sonrisa desapareció y tuvo que llevarse una mano al pecho para asegurarse de que su corazón no se había detenido.

Dentro del anillo había un grabado muy sutil pero muy tierno que decía: “tú eres el único para mí. M. S.”

—Shin-chan… —dijo Takao en voz baja y luego miró sorprendido. Midorima, por su parte, seguía en su lugar, aunque ya se había ido su sonrojo y su mirada ya no estaba pegada al suelo.

El base volvió a mirar el anillo y con mano temblorosa se lo colocó en el dedo anular de la mano izquierda. Sus pupilas brillaron con intensidad al notar lo linda que quedaba su mano con aquel anillo puesto y casi que rompe en llanto ante tal imagen. Pero algo dentro de su mente le recordó que seguía enojado con Midorima y que éste no se había disculpado de forma adecuada.

—¿Piensas que puedes comprarme con esto, Shin-chan? —dijo Takao con voz seria. En realidad, sí. Ya lo había comprado con aquello, pero no le parecía suficiente y quería hacer sufrir un poco más al peliverde.

Midorima alzó las cejas sorprendido y el miedo le inundó el cuerpo.

¿Cómo había sido tan estúpido? Era obvio que Takao iba a mal interpretarlo si solo le daba el regalo y no se disculpaba primero. ¿Por qué no había pensado todo antes de actuar?

La mente de Midorima había entrado en tal crisis que su boca comenzó a moverse por sí sola, logrando que tartamudeara como un idiota.

—Ta-Takao, yo… No, es que… Espera, no…

No sabía qué decir, no podía pensar. Se había prometido no cagarla y allí estaba, cagándola.

—Si de verdad quieres mi perdón —dijo Takao aun mirando su mano. El tartamudeo de Midorima se detuvo y sus oídos prestaron real atención a las palabras del base. —, deberías demostrarme que te importo.

—Pero el anillo…

—Sí, es muy lindo. —dijo el diez, restándole importancia a las palabras del escolta. —Pero yo necesito hechos. Acciones, Shin-chan.

—¿A-Acciones? —preguntó Midorima confundido. Takao asintió.

—Exacto. —dijo poniéndose de pie y caminando hacia el seis con una sonrisa. —Necesito que me lo demuestres con acciones.

—¿Q-Qué clase de acciones?

—En dos semanas es tu cumpleaños, ¿verdad? —preguntó Takao. Midorima alzó las cejas con sorpresa al ver que el base recordaba su cumpleaños y asintió con la cabeza. —Entonces, déjame organizar una fiesta para ti, Shin-chan.

El estupor de Midorima flotaba en el aire. ¿En serio? ¿Solo eso? ¿Solo debía dejar que Takao le organizara una fiesta de cumpleaños? Era demasiado simple.

Bueno, no es como si él amara las fiestas. Realmente las aborrecía, no eran para él y cada vez que asistía a una se sentía totalmente fuera de lugar. Pero si con eso conseguía arreglar las cosas con Takao, lo soportaría.

—Está bien. —respondió Midorima con decisión. Takao sonrió.

—En tu casa. —comentó el base con tono juguetón.

El drástico cambio de expresión en el rostro del escolta fue tan inmediato que parecía como si hubiera estado con esa expresión desde el principio.

¿Una fiesta en su casa? ¿Una fiesta de cumpleaños en su casa? ¿Una fiesta de cumpleaños como la de Kise en su casa?

La sola idea le hizo estremecer el cuerpo.

La familia de Midorima era muy tradicional y demasiado adepta a la cultura japonesa. No toleraban el desorden y mucho menos la suciedad. Admiraban el respeto, los buenos modales y la gente con voz suave y sutil. La sola idea de enfrentarse a sus padres para pedirles permiso para hacer una “reunión” con amigos en ocasión de su cumpleaños le helaba la sangre.

—No. —dijo Midorima con solemnidad. Takao abrió los ojos sorprendido.

—¿Qué? ¿Por qué, Shin­-chan? —preguntó con tono aniñado. Midorima se cruzó de brazos.

—Sabes cómo son mis padres, Takao. Y sabes que sé que no te harás responsable si sucede alguna tragedia.

—¡Eso no es cierto! —exclamó Takao con un puchero. —Sabes que soy casi tan responsable como tú.

Midorima sonrió con burla y se arregló las gafas.

—Sí, claro. Además, ¿qué ganaría yo con todo esto?

Takao lo fulminó con la mirada y se cruzó de brazos sin saber qué decirle. Entonces, una lamparilla se encendió en su cabecita y en sus labios volvió a aparecer una sonrisa un poco más juguetona que la anterior.

Con lentitud descruzó sus brazos y miró el rostro de Midorima con ojos felinos. De forma grácil y delicada comenzó a caminar, despacio y en dirección al escolta, contoneando las caderas lo mejor que su masculino cuerpo se lo permitía.

Aun sonriendo, terminó frente al peliverde, que lo miraba de forma seria pero expectante. Le rodeó el cuello con ambos brazos y acercó su rostro hasta que las narices de ambos se rozaron y la distancia entre sus labios fuera mínima.

—¿Qué haces, Takao? —preguntó Midorima con tono neutro. Sin embargo, la forma en que tragó luego de eso le demostró al base lo nervioso que estaba por esa cercanía.

—Tú querías saber —comenzó el diez en un susurro. — qué ganarías con esta situación.

Una gota de sudor se deslizó por la sien del peliverde y llegó hasta su barbilla donde se detuvo. La última vez que había estado en una situación así con Takao había sido solo en sus sueños. Jamás había pensado que podría llegar a pasar cuando estuviera despierto. El corazón de Midorima latía muy rápido y su cuerpo estaba totalmente tensionado. Sentía mucho calor y sus manos sufrían la estúpida necesidad de tomar las caderas del base para que el espacio entre sus cuerpos fuera nulo.

Takao notó todas aquellas reacciones y no lo pensó dos veces antes de dirigir sus labios al cuello del peliverde y besarlo con mucha sutileza. La piel de Midorima se erizó por el contacto y cuando Takao dejó salir su lengua para lamer la misma zona, las manos del de gafas se aferraron a las caderas del base con fuerza.

—Ta-Takao. —habló el seis en un suspiro. Su cabeza estaba levantada, con la mirada fija en el techo, y dejando su cuello estirado. Takao sonrió con malicia.

—Si me dices que sí, ganarás más que esto, Shin-chan.

—Y qué… —titubeó Midorima intentando mantener la compostura. —¿Qué sería más que esto, Takao?

El base se alejó del cuello del más alto y volvió a enfrentar su rostro. Nuevamente redujo la distancia entre los labios de ambos hasta que finalmente se rozaron.

Aquello parecía un beso muy casto e inocente que casi logra que el corazón de Midorima se escapara de su pecho, pero Takao aún no había hecho ni la mitad de lo que había planeado. Por lo que, tomando a Midorima por sorpresa otra vez, juntó más sus labios contra los ajenos y abrió su boca para dejar salir su lengua y deslizarla por el labio inferior del peliverde.

Midorima reaccionó inconscientemente y también abrió su boca para dejar salir un suspiro de asombro. Fue en ese momento que la lengua de Takao se estiró más y terminó recorriendo la cavidad bucal del escolta.

Aquel era el primero beso profundo de Midorima y obviamente no tenía ni idea de cómo reaccionar ante aquella situación. Sin embargo, el instinto aún no había abandonado su cuerpo y mientras Takao lo devoraba a besos, el peliverde le rodeó la cintura con los brazos y juntó aún más sus cuerpos.

El beso fue largo, húmedo y un tanto ruidoso, y Midorima se asombró de que Takao fuera tan bueno en ello hasta el punto de casi hacerlo desfallecer. Antes de separarse, el base tomó el labio inferior del escolta entre sus dientes y lo apretó levemente para luego tironearlo con lentitud, rasgándole sutilmente la capa más externa del epitelio, para luego separarse por completo y desunir los labios de ambos.

—¿Y bien, Shin-chan? —preguntó Takao antes de relamerse. —¿Aceptas ahora?

Los ojos de Midorima estaban clavados en la nada. Hasta la propia mente del joven estaba en cualquier lugar menos en la realidad.

Los labios de Takao se habían sentido tan dulces y cálidos que su mente estuvo reproduciendo las sensaciones experimentadas una y otra vez como un disco rayado. De nuevo, dejándose llevar por su instinto, asintió y Takao le regaló otro beso pequeño antes de irse canturreando a la cocina con los restos de su desayuno.

 

 

—Shin-chan, ¿tienes fiebre? —preguntó Takao al tiempo que posaba la mano en la frente del peliverde.

Al recordar involuntariamente cómo había acabado en aquella situación, su cuerpo comenzó a sentir mucho calor y eso se reflejó en sus mejillas con el tiempo. No iba a negarlo, la forma en que Takao lo había besado lo había calentado en demasía, pero no iba a dejar que el base supiera aquello. Suficiente con que había descubierto que era débil al contacto físico.

—No digas tonterías, Takao. —respondió el escolta mientras alejaba de un manotazo el contacto del base. Luego se puso de pie y se estiró la ropa. —¿Ya terminaste con todo?

—Solo falta ir a buscar tu pastel, Shin-chan. —dijo Takao con una sonrisa. Quería burlarse del peliverde un poco, pero parecía que ya estaba sufriendo lo suficiente.

—¿Quieres que te acompañe cuando vayas por él?

—Sí, por favor.

Midorima asintió y se encaminó a la cocina por un vaso con agua. Necesitaba bajar aquel febril calor que aún sentía en su cuerpo.

Takao retuvo una risilla con su mano y lo siguió hasta quedar pegado a su espalda. Luego lo tomó de los hombros y lo obligó a girarse para estamparle los labios con un beso corto pero profundo que nuevamente debilitó las defensas de Midorima.

—Espero no termines muy cansado esta noche, Shin-chan. —dijo el base con tono cantarín. —O sino, no podré darte tu regalo.

Antes de irse a buscar su billetera, le regaló un guiño al peliverde y una sonrisa muchísimo más pícara que cualquier otra que haya mostrado jamás.

Midorima se quedó estupefacto y mentalmente comenzó a maldecirse por ser tan débil al contacto físico.

 

 

 

 

Kise se sentía como si estuviera conociendo a la familia de su pareja por primera vez y esperara su bendición para poder casarse.

Si bien el equipo de Seirin no lo había tratado mal en ningún momento y ni siquiera le habían hablado más de lo necesario, el alero podía sentir cómo lo miraban de reojo muchas veces seguidas en pocos minutos.

Todos habían quedado sorprendidos cuando una semana y media atrás Riko entró al gimnasio casi espantada porque había recibido un mensaje de Midorima invitándola a ella y al equipo a su fiesta de cumpleaños. Había sido toda una novedad que el gran e imperturbable Midorima Shintarō se hubiera tomado la molestia de organizar una fiesta e invitarlos. Si tenían que ser sinceros, aquello no tenía sentido alguno.

Pero más sorprenderte había sido cuando, algunos días después, Kagami volvió al instituto y les informó que Kise Ryōta de Kaijo iría con ellos a la fiesta. Eso tenía algo de sentido, pero sonaba sospechoso.

Según Kagami, el equipo de Kise también había sido invitado al cumpleaños de una compañera de Moriyama que, casualmente, lo festejaba el mismo día que el escolta. Por lo tanto, Kise no quería viajar solo y le había preguntado a Kagami si podía acompañarlo.

Eso era, según Seirin, la parte que tenía sentido. Sin embargo, era sospechoso porque sabían que Kise tenía algo que ver con el hecho de que Kagami y Kuroko terminaran su relación, aunque el pelirrojo jamás hubiera dicho algo al respecto como para negarlo o afirmarlo, y nunca hubieran pensado que Kagami anduviera libremente con Kise frente a Kuroko. No obstante, el peliceleste también había tomado una decisión que nadie más hubiera esperado ya que, también casualmente, le comunicó a Riko que él iría a la fiesta de Midorima por su parte.

Por esas razones era que todo Seirin miraba extrañado a Kise que no se despegaba del lado de Kagami y Kiyoshi, que había sido el único que lo había tratado con normalidad desde que todos se habían encontrado en la estación para tomar el tren.

—Así que, Kasamatsu-san ya decidió a cuál universidad ir. —comentó Kiyoshi con una sonrisa.

—S-Sí. —contestó Kise intentando ignorar la manera casi asesina en la que Koganei lo miraba desde su asiento en el tren. —A-Al menos eso fue lo que Kobori-senpai me dijo hace unos días.

—¿Kobori-san también decidió? —preguntó Kiyoshi con algo de asombro. Si bien aquel tema le interesaba, solo buscaba una forma de distraer al pobre de Kise de las miradas de sus compañeros.

Kise asintió en respuesta y comenzó a contarle sobre los planes futuros que Kobori le había contado por teléfono.

Kagami, por su parte, estaba apoyado contra la puerta del tren, a un lado de Kise y frente a Kiyoshi. En su mano tenía su celular abierto en sus redes sociales, pero no les estaba prestando ni la más mínima atención, así como tampoco prestaba atención a la conversación que Kise estaba teniendo con su senpai.

La mente de Kagami estaba en muchos lugares y al mismo tiempo en ninguno. Por momentos pensaba en Kuroko; cómo estaba, qué estaría haciendo, cómo había quedado luego de aquel altercado en el gimnasio y si, en algún momento, pensaba en él. Luego el rostro de Aomine hacía acto de presencia, pero en cuanto eso pasaba Kagami desechaba esa línea de pensamiento automáticamente. Finalmente, y no sabía cuál era la razón de aquello, sus ojos se posaban en el rostro de Kise y su mente se inundaba con pensamientos sobre él en un instante.

Kagami pensaba en lo linda y radiante que era la sonrisa de Kise, en lo dulce que era su voz y en lo brillantes que eran sus ojos cuando el sol le daba de lleno en el rostro. También arribaban a su mente recuerdos donde Kise era el único protagonista: la vez que fue a su casa para convencerlo de no irse a América, cuando fue a alentarlo a aquel partido amistoso donde luego todo se fue por la borda, la suavidad de sus manos cuando intentaba curar la herida que el puñetazo de Aomine había dejado debajo de su ojo. Todos aquellos momentos calmaban el dolor que sentía en su pecho y lo reconfortaban.

Pero había otra cosa, otro recuerdo, que hacía que a Kagami se le escapara una sonrisa: el momento en que Kise le dijo que podía sentirse atraído hacia él.

Si bien con ese recuerdo venía el comentario de que, si le gustaba a Kise, era porque, en realidad, le recordaba a Aomine, a Kagami le generaba cierta felicidad saber que alguien como Kise se sentía atraído hacia él. No era como si ya no amara a Kuroko, ese tipo de amor no iba a desaparecer de la noche a la mañana. Pero pecaría de mentiroso si decía que no podía llegar a ver a Kise como algo más que un simple amigo.

—Kagamicchi. —dijo la voz de Kise con paciencia. Kagami parpadeó confundido al ser despertado de su pequeño letargo. —Ya llegamos, tenemos que bajar.

Kise lo miraba sonriendo y con una mano posada en su hombro.

Kagami también sonrió.

—Sí. —dijo y lo siguió fuera del tren donde lo esperaba el resto de su equipo.

Notas finales:

Buenas tardes! Perdor por actualizar un DOMINGO y encima EN PASCUAS. Pero ayer me fui de parranda con mis amigas a la noche y me olvide por completo de actualizar el fic antes de irme.

De nuevo no pude contestarles sus rw uno por uno, asi que lo hare por aqui. Muchas gracias por seguir leyendo este fic y saben algo? Me encanta que esten engachados al punto de analizar los personajes desde un punto de vista mas humano y hasta ponerse en su lugar. Me encanta ver como analizan esta historia como si fuera una anecdota mas de cualquier persona real que ustedes conozcan o como comparan sus propias experiencias con esta historia y sacan conclusiones tan profundas. Sinceramente me alegra mucho saber que el fic les parece interesante y que se expresen de esta manera al momento de dejar comentarios. De verdad estoy muy conforme con todos y cada uno de sus rw, ojala pueda seguir generando que piensen y piensen sobre esta historia y que sigan viendo todo desde su humanidad.

Espero el cap de hoy les haya gustado tambien y nos leemos la semana que viene, el sabado como siempre. Muchas gracias por su apoyo! Bye bye!


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