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La persona correcta por Chaque-chan

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Notas del capitulo:

'Cumpleaños. - Segunda Parte.'

Cuando Takao bajó las escaleras, luego de que Mibuchi dijera que él vigilaría a Midorima, primero se cercioró de que la casa siguiera en excelentes condiciones. Si bien el tatami no corría peligro por estar cubierto, los adornos de la casa sí. Pero, cuando recorrió toda la casa no notó nada roto o fuera de lo normal, asi que siguió con lo que le concernía.

Según el escolta de Rakuzan, Akashi lo estaba esperando en el jardín para hablar. Por lo que Takao se dirigió hacia aquel lugar sin titubear. Sin embargo, aún le quedaba la duda de por qué el cuatro quería verlo.

¿Solo quería hablar? ¿Sobre qué? ¿Sobre Shin-chan? ¿Acaso iba a pedirle que lo dejara? ¿Le propondría algo a cambio de ello? ¿O, quizá, le preguntaría si ellos ya estaban juntos y luego haría su jugada?

Aquellas preguntas estaban volviendo loco al diez, pero sabía que la única forma de responderlas era ir con Akashi y escuchar lo que tenía para decir. Por lo que asomó su cabeza por la puerta del jardín y buscó la pelirroja cabeza de Akashi.

—Kazunari, aquí. —dijo la tranquila voz del cuatro. A Takao se le crisparon los nervios a oír su primer nombre, pero aun así salió y caminó hacia los muebles del jardín donde Akashi estaba sentado.

—Tu compañero me dijo que me buscabas. —dijo Takao con tono despectivo y aun de pie, mirando a Akashi desde arriba.

—¿Por qué no te sientas? —preguntó el cuatro con una sonrisa.

En contra de su voluntad, el cuerpo de Takao se movió por si solo y así como si nada, el base quedó sentado frete al emperador. Takao comenzó a pensar que la heterocromía no tenía nada que ver con las habilidades del cuatro, sino que ejercía un increíble poder de manipulación por medio de su intimidación.

Ambos se quedaron en silencio por unos minutos en los que Akashi bebió algo de su agua y Takao fijaba su mirada en cualquier lugar que no fueran los ojos del emperador.

—¿Shintarō sigue ebrio? —preguntó Akashi de la nada, asustando un poco a Takao.

—N-No. Está dormido.

—Ya veo.

Otra vez silencio.

La mano de Akashi viajó hacia la mesa para tomar la botella de agua. Los ojos de Takao siguieron aquellos movimientos con detenimiento y con algo de miedo. Exteriormente, el emperador no daba señales de nada, su rostro se mantenía estoico al igual que los coordinados movimientos de su cuerpo. Takao no podía dilucidar lo que Akashi pensaba y eso lo ponía realmente nervioso.

—Kazunari. —lo llamó el cuatro. Los ojos de Takao parpadearon confundidos al ser traído a la realidad. —A ti te gusta Shintarō, ¿verdad?

Takao no se sorprendió por la pregunta porque no le parecía extraño que Akashi lo notara luego de todas las miradas asesinas que le envió desde que se conocieron en persona. Por lo que el halcón asintió sin miedo ni vergüenza; negarlo no tenía sentido y menos frente a una persona como el base. Akashi sonrió y entrecruzó los dedos sobre su regazo.

—Y me imagino que sabes que Shintarō solía tener sentimientos por mi cuando estábamos en Teiko. —dijo el cuatro con calma.

—Sí, lo sé. —contestó Takao algo molesto por el tono que Akashi estaba usando para hablarle. —¿A dónde quieres llegar con todo esto? ¿Quieres hacerme enojar? ¿Te estás burlando?

Akashi rió por lo bajo y luego negó con la cabeza.

—Estás equivocado. No busco nada de eso al hablar contigo.

—¿Entonces? —repuso Takao más molesto que antes, la situación le estaba poniendo los pelos de punta. —Dime lo que quieres y déjame volver con Shin-chan, quizá le haya pasado algo.

—Reo está con él, si algo le pasa vendrá a avisarnos.

Takao resopló inquieto y se cruzó de brazos para luego dirigir la mirada hacia su derecha, dando a entender que estaba ignorando al capitán de Rakuzan.

Ambos se quedaron en silencio por varios minutos, Akashi observando a Takao y éste último fingiendo admirar el jardín.

Si Akashi no buscaba molestarlo o burlarse de él, entonces Takao no entendía por qué le daba tantas vueltas a aquella charla. ¿No era más fácil decir todo de una vez y terminar con aquel incómodo momento para volver cada uno a sus asuntos? Quizá el cuatro conocía lo desesperante que podía llegar a ser el diez y se estaba aprovechando de eso.

De igual forma, ninguno dijo nada hasta que Akashi se aclaró la garganta y eso hizo que Takao girara su rostro. Se miraron fijo por unos segundos y luego el pelirrojo habló.

—Sé que nos escuchaste aquel día, detrás de la pared. —dijo Akashi con cierto tono divertido. Takao alzó las cejas, pero no estaba sorprendido sino más bien apenado. —¿Sabes por qué le dije eso a Shintarō? —volvió a hablar el emperador.

—Porque querías humillarlo. —contestó Takao con desprecio al recordar aquel día y aquella escena. Akashi sonrió y luego negó con la cabeza.

—Lo hice porque de verdad no quería seguir con culpa y porque él me pidió que me disculpara como correspondía.

—¿Él? —preguntó Takao confundido. —¿Shin-chan te pidió que te disculparas?

Akashi iba a contestar que no hasta que su acompañante, aquella persona que Kise había reconocido cuando llegó, apareció detrás del asiento de Takao con un vaso de cerveza en la mano y un celular en la otra. En el rostro del cuatro se dibujó una sonrisa y Takao, sorprendido por aquello, dirigió su mirada en la dirección que el otro la tenía.

—¿Interrumpo algo? —preguntó el que Takao reconoció como Nijimura Shūzō, el ex capitán de Teiko y predecesor de Akashi, y el cual se sintió algo incómodo al ser observado de esa forma por ambos bases.

—¿Pudiste hacer la llamada, Shūzō? —dijo Akashi. Para sorpresa de Takao el semblante del más bajo había cambiado hasta el punto de ser una persona totalmente diferente.

—Sí, gracias. —dijo Nijimura y le entregó el celular al pelirrojo para luego sentarse a su lado. —¿Tu eres Takao Kazunari?

—S-Sí. —contestó el pelinegro algo nervioso. No quería sacar conclusiones apresuradas, pero creía que ahora ya sabía a quién se refería Akashi cuando decía que él le había pedido que se disculpara con Shin-chan.

—Akashi me contó que Midorima cambió mucho gracias a ti. —dijo el mayor antes de beber de su cerveza. Takao observó realmente sorprendido al cuatro de Rakuzan. ¿Por qué había dicho aquello?

—Kazunari. —habló Akashi con voz apacible. —La razón por la que te llamé es para que sepas que yo no tengo segundas intenciones para con Shintarō. Realmente le pedí perdón porque no quería seguir sintiéndome culpable.

—Y porque yo se lo pedí. —acotó Nijimura. Akashi sonrió.

—Y —comenzó Takao más confundido que antes. —, ¿por qué se lo pediste?

—Porque creo que Midorima no debe quedarse con las malas experiencias. —dijo el mayor sonriendo. —Estoy seguro de que la disculpa de Akashi le dio la paz necesaria como para empezar a avanzar hacia ti.

—Además, Shūzō se preocupaba de que Shintarō siguiera enamorado de mi e interviniera entre nosotros. —habló Akashi ocasionando que Nijimura a su lado escupiera la cerveza a causa de la vergüenza.

—¿E-Entre ustedes? —indagó Takao. Akashi volvió a sonreír mientras Nijimura se sacudía la cerveza de la ropa.

—Shūzō y yo somos pareja hace casi cuatro años.

—¡Akashi! —espetó Nijimura rojo como un tomate.

En ese momento, Takao sintió como un gran peso se desprendía de su cuerpo.

 

 

 

 

Kise miraba preocupado a Kagami mientras éste bebía su vigésima cerveza de la noche. Las mejillas del pelirrojo estaban muy rojas y sus ojos vidriosos y perdidos. Aún se le entendía lo que decía, pero de igual forma arrastraba las palabras al hablar.

El siete de Kaijō le había insinuado a Himuro que quizá era mejor ya no darle más alcohol al diez, pero la respuesta del de Yōsen fue un simple: “se le pasará cuando se recueste.”. Kise no confiaba mucho en esa frase, pero de todas formas no hizo nada para detener a Kagami y evitar que siguiera emborrachándose de esa manera tan monstruosa.

Además, no era como si la estuviera pasando mal. Himuro era muy agradable y le gustaba la idea de conversar con Murasakibara después de tanto tiempo. Y mejor aún, no se había topado con Aomine ni Kuroko ni una sola vez desde que había llegado, así que estaba bastante tranquilo.

Kagami, sin embargo, era otra historia. La razón de su ebriedad no era porque le gustara el alcohol, realmente no lo soportaba mucho. Pero, en un momento, Kise estaba tan entretenido hablando con Himuro y Murasakibara que no quiso interrumpirlo para pedirle que le trajera una botella de agua. Además, tampoco estaba tan ebrio como para no poder ir él mismo, por lo que se puso de pie e ingresó a la cocina.

Ojalá no lo hubiera hecho.

En cuanto sacó una botella de agua de la heladera y se giró para volver al jardín, su mirada pasó por la puerta que conectaba la cocina con el comedor y que estaba abierta. Eso le permitió ser espectador del momento más doloroso de su vida.

En el comedor no había nadie, solo estaban Kuroko y Aomine, sentados uno al lado del otro, con sus cabezas totalmente apoyadas en la mesa y sus rostros enfrentándose.

Kagami sabía que Kuroko no tomaba alcohol porque no le gustaba, por lo que supuso de algo lo había hecho sonrojar. A su lado, Aomine sonreía muy complacido y sus labios se movieron, diciendo algo que Kagami no pudo descifrar, para luego acercarlos a los de Kuroko y besarlo.

Aquello había sido devastador para el as de Seirin. Aomine llevaba la sonrisa que él mismo solía llevar semanas atrás y Kuroko llevaba el mismo sonrojo que él mismo solía provocarle cuando estaban solos. Además, el hecho de ver que el peliceleste no se había resistido a aquel beso ni que tampoco se había enojado luego del mismo, solo logró que en el pecho del pelirrojo se despertara una incontenible ira. Una ira que le hizo volver a guardar la botella y sacar tres de cerveza de una sola vez.

Las primeras dos se las tomó en ese mismo instante mientras veía como Aomine y Kuroko seguían besándose con pacífica y completa melosidad, la tercera cerveza se la bebió cuando volvió a salir al jardín y se sentó al lado de Kise que aún entretenido con la conversación de Himuro, apenas se había dado cuenta de su corta ausencia.

Y ahora que estaba por terminar su cerveza número veinte, sopesaba la idea de cambiar de bebida ya que seguía enojado y no soportaba el sabor amargo de la cerveza. Se sentía molesto a la altura del estómago por el gas contenido en la bebida y que estaba peleando con el alcohol que se abría paso por su sistema.

—Tatsuya. ­—habló con voz rasposa y arrastrando cada sílaba. —¿Hay algo más que cerveza para beber aquí? —preguntó tratando de sonar lo más normal y sobrio posible. —Además, tengo hambre.

Tanto Kise como Himuro lo observaron unos minutos en silencio y luego fue el de Yōsen el que contestó.

—Taiga, yo creo que deberías parar. Te tambaleas hasta estando sentado. —dijo entre risas, pensando que, quizá, Kise tenía razón.

—Estoy bien. Solo tengo sueño y hambre. —dijo el pelirrojo con cierto tono molesto al tiempo que se incorporaba con dificultad. ­—Dame algo para comer. ¿O acaso se la comió el gigante que tienes como novio?

Himuro suspiró y negó con la cabeza al tiempo que sonreía. Por su parte, Murasakibara frunció el ceño mientras comía los pocos dulces que le quedaban, y Kise miraba sorprendido a Himuro al oír aquello. ¿De verdad estaba en pareja con Murasakibaracchi?

—Está bien, Taiga. Vamos a buscarte algo para comer. ­—dijo el de Yōsen con calma. —Kise-kun, ¿puedes llevarlo a alguna cama mientras yo busco algo para que coma?

Kise casi escupe lo que estaba tomando de la sorpresa.

—¿Y-Yo? ¿Por qué?

—¿Eh? ¿A la cama? ¡No! ¿Por qué? —espetaba Kagami hipando de vez en vez y conteniendo algo que subía desde su estómago.

—Taiga, estás hecho un desastre. Si comes ahora, vomitarás todo. —dijo Himuro con tono maternal. —Además, no estarás solo. Kise-kun estará contigo, ¿verdad, Kise-kun?

Kise asintió aún confundido. ¿Por qué no podía el mismo Himuro llevar a su mejor amigo a una cama y luego llevarle comida mientras él y Murasakibara se quedaban hablando? No quería entrar y cruzarse con Aomine, la estaba pasando realmente bien así.

El pelirrojo miró desde arriba al rubio un segundo y luego buscó apoyó en una pared.

—Está bien. —dijo conteniendo algunas arcadas. —Pero, primero llévame al baño.

—Yo no voy a ver cómo vomita. ­—dijo Kise horrorizado. —Esas cosas me dan impresión.

Himuro sonrió y miró a Murasakibara.

­—Atsushi, ¿puedes llevarlo? Iremos detrás de ti, pero ten cuidado. No lo sacudas demasiado.

—¿Quién dijo que entrarías al baño conmigo? —exclamó Kagami molesto mirando a Kise. No había terminado de pronunciar la última sílaba que ya se encontraba sobre el hombro del pelilila cual saco de papas.

Los tres jóvenes caminaron al interior de la casa en dirección al baño con un quejoso Kagami que luego fue casi arrojado al interior de aquella habitación cuando a Murasakibara se le acabó la paciencia.

—Ay, Atsushi. —dijo Himuro resignado. El pelilila solo se encogió de hombros como respuesta. —Kise-kun —volvió a hablar mientras miraba al rubio. —, iré a buscar comida. Cuando Taiga salga del baño, llévalo a una habitación.

Kise torció el gesto no muy de acuerdo con aquello, pero igual asintió y se sentó en el piso, a un lado de la puerta, a esperar el pelirrojo mientras Himuro y Murasakibara iban a la cocina.

—Muro-chin ­—dijo el pelilila. —, ¿de verdad vamos a cuidar a Kaga-chin?

Himuro sonrió mientras recordaba lo que había hablado con Kagami cuando se quedaron solos y el pelirrojo no estaba tan ebrio.

 

 

 

Una hora y media atrás…

—Taiga, ¿te gusta Kise-kun?

Kagami se giró de inmediato en cuanto oyó la voz de Himuro y sus ojos se abrieron exageradamente en cuanto oyó la pregunta. Lo habían tomado desprevenido y no sabía qué otra cosa hacer además de tartamudear como un idiota.

—Y-Yo… No, es decir… Quizá, sí… No sé… ­—fue la respuesta del pelirrojo mientras se sonrojaba abruptamente. Sus manos estaban en los bolsillos de su jean y su cabeza baja.

Himuro sonrió.

—¿Qué pasó con Kuroko?

—¿A qué te refieres? —dijo Kagami totalmente decidido a no tocar ese tema. Himuro notó aquello y decidió seguir indagando ya que sabía que Kagami no se enojaría si era él quién le preguntaba.

—Pues, creí que Kuroko iba a venir contigo. —dijo el escolta de Yōsen con calma. —Y cuando apareció, ese tal Aomine estaba a su lado. Y luego tu llegaste con tu equipo y Kise-kun.

Kagami no sabía cómo contestar a eso hasta el punto de abrir y cerrar la boca varias veces sin emitir sonido alguno. Finalmente, decidió callar y solo se limitó a mirar a su hermano de forma fija. Himuro pudo comprender a que se debía esa mirada por lo que sintió más curiosidad aún.

—Taiga, si no me cuentas, no podré ayudarte. —le dijo con amabilidad. Kagami frunció el ceño con frustración y luego suspiró.

—Bien, pero no me digas nada hasta que no termine toda la historia. —dijo con fastidio.

Himuro asintió y luego oyó con total atención.

Kagami no se guardó nada a la hora de hablar. Le contó a Himuro todo, desde el plan de Kise hasta la riña que tuvo con Aomine un par de semanas atrás. Pero, además de todo eso, Kagami también sacó a relucir sus sentimientos, aquellos que rara vez mostraba y que solo Himuro y Kuroko habían tenido el privilegio de escuchar alguna vez.

Himuro no cambió la expresión de su rostro en ningún momento del relato de su amigo y solo cuando terminó, dejó salir un suspiro. Por su parte, el pelirrojo lo observó expectante una vez que calló.

—Yo creo ­—comenzó Himuro con calma. —que deberías hacer lo que tu corazón te dicte, Taiga.

Kagami lo miró sorprendido. Esperaba, como mínimo, una reprimenda. Pero, contra todo pronóstico, encontró comprensión y calma.

—Tu no hiciste nada malo. —siguió el de Yōsen. —Y tampoco lo hizo Kise. Ambos merecen estar en paz y ser felices por igual.

—Pero, yo no sé si Kise siente lo mismo que yo. —dijo el pelirrojo con pena.

—Averígualo. —le dijo Himuro con entusiasmo. —No pierdes nada con intentar averiguarlo. Solo obtendrás dos resultados: un rechazo o una aceptación. Pero, nada con lo que no puedas vivir.

Aquellas palabras tan calidad y dichas con tanto aliento, borraron la angustia que había estado castigando el corazón de Kagami. Himuro recibió un abrazo silencioso como agradecimiento y cuando Kise volvió, ambos amigos fingieron que aquella conversación nunca había pasado.

 

 

 

—Muro-chin. —dijo Murasakibara por quinta vez al ver que el pelinegro no lo estaba escuchando y tenía la mirada perdida en la lejanía.

Himuro se sobresaltó un poco cuando fue traído de nuevo a la realidad y le regaló una sonrisa al pelilila para darle a entender que esta vez sí lo estaba escuchando.

—¿Qué te parece si volvemos al hotel, Atsushi? —dijo el escolta con calma. El más alto no contestó y solo comenzó a caminar hacia la salida.

Notas finales:

Buenas noches! Cómo han estado? Espero que bien!

Yo sigo sin tener tiempo de contestar sus rw, asi que de nuevo les pido disculpas por no haberlo hecho! Pero entre el trabajo y la universidad tengo muy poco tiempo libre, espero lo entiendan.

Quiero contarles que estoy en Wattpad con el mismo pseudónimo que aquí y que he comenzado a publicar una historia que no tiene que ver con ningún anime. Es una historia de mi propia autoría que contiene tanto romance heterosexual como homosexual. Espero le den una oportunidad y vayan a leerlo, me gustaría mucho verlos allí también! La historia se llama La Gracia y recién he publicado el capítulo 0, mañana por la noche publicaré el capítulo 1 y ahí comenzará todo de verdad! Asi que espero vayan a leerme allí también!

Espero el cap de hoy les haya gustado! Nos leemos la semana que viene como siempre! Bye bye!


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