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La persona correcta por Chaque-chan

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Notas del capitulo:

'Desincronización.'

El día anterior había sido Kaijo, ahora era el turno de Tōō. ¿Qué seguía luego? ¿Un partido contra Shutoku y Yosen al mismo tiempo y al día siguiente uno con Rakuzan?

Bueno, aquello último lo veía bastante improbable, considerando la infinidad de veces que el equipo del emperador había rechazado las propuestas de Seirin para un partido amistoso.

De cualquier forma, en ese momento, aquello no importaba.

Lo que tenía a Hyuuga al borde la cólera era la actitud casi despreocupada de Riko para con el equipo al organizar partido tras partido sorpresa con los equipos de la Generación de Milagros.

Una vena gorda palpitaba en su frente mientras fulminaba con la mirada a la muchacha —que se encontraba hablando con el entrenador del equipo contrario, Harasawa— y trataba de comprender por qué los hacía sufrir semejante tortura.

Sus cuerpos no eran de goma y, a pesar de que al otro equipo no le había sido fácil ganar, el partido con Kaijo los había dejado bastante destruidos —hasta Mitobe estuvo quejándose toda la mañana del dolor en sus brazos, aunque lo hacía en silencio, claro está.

—Vamos, Hyuuga. —le decía Kiyoshi palmeándole la espalda y sonriendo amablemente, como siempre. — ¿Qué mejor forma de entrenar que esta? Sabes que Riko siempre quiere lo mejor para nosotros.

No es como si las palabas del castaño no hubieran sido acertadas, al fin y al cabo, él pensaba de igual forma y coincidía en que la mejoría del equipo era bastante importante.

Sin embargo, el dolor que aquejaba su cuerpo y el tono simplón con el que el más alto se había expresado solo habían logrado irritarlo aún más. Hasta el punto de apartar la mano de Kiyoshi de un movimiento brusco para luego alejarse chasqueando la lengua.

Teppei suspiró. Aquello era tan típico que casi no le molestaba. Y como el resto del equipo también estaba acostumbrado a la incomprensible ira de su capitán, tampoco se molestaron en consolar al castaño.

En la otra punta del gimnasio, los tres suplentes de primero, junto a Tsuchida, se encargaban de ordenar las toallas y botellas de agua, además de sacudir los trapeadores para limpiar el piso de la cancha antes de que el enfrentamiento comenzara.

No obstante, la vista de uno de ellos estaba centrada en cierta pareja pelicolorida que se encontraba sentada en la banca, sin mirarse ni hablarse.

—Oigan —dijo la aguda voz de Furihata, que estaba al lado de la canasta de balones —, ¿no creen que Kagami y Kuroko están un poco… raros?

Automáticamente, el resto de los chicos dirigió su mirada a la banca, para confirmar lo escuchado.

Si bien lo habían hecho oficial en el equipo —luego de que Koganei los descubriera besándose en los vestidores—, lo cierto era que el diez y el once no eran una pareja, como se decía, muy demostrativa.

Al menos, no en público.

Pero si solían demostrar cierto cariño hacía el otro durante el tiempo que estaban juntos, aunque fuera por medio de miradas o gestos sutiles que casi nunca se percibían.

Sin embargo, ese día no estaba sucediendo así.

Había cierta tensión de fondo entre ellos que podía sentirse sin la necesidad de estar cerca: Kagami casi no cruzaba la mirada con Kuroko y, éste último, a pesar de siempre ser poco expresivo y casi inhumano, se movía de forma similar a un robot, dejando ver la falta inusual de brillo en sus ojos que se hacía presente cuando el más alto estaba cerca.

Tsuchida y Kawahara alzaron las cejas sorprendidos al comprender lo que quería decir Furihata. Por su parte, Fukuda torció el gesto en una mueca de confusión, como si no lograra ver más allá de lo que sus ojos le mostraban.

Durante unos instantes, se concentraron en inspeccionar a la —ya de por si— rara pareja de forma inquisitoria, que se estaba comportando más raro de lo normal.

Ambos estaban sentados uno al lado del otro, aunque a una distancia bastante considerable, como si no se soportaran. El pelirrojo estaba con los codos apoyados sobre las rodillas y la vista puesta frente a si, como si observara la extraña charla entre los entrenadores de ambos equipos —aunque en realidad se notaba que no estaba prestándoles atención alguna.

Kuroko, podría decirse que estaba como siempre —callado, tranquilo y con rostro insondable. Pero la verdad era que aquellos adjetivos estaban muy lejos de ser acertados. En esos orbes celestes como el cielo podía percibirse la sombra de la tristeza y por la forma en que ignoraba los ladridos y piruetas de Nigou, era obvio que no le sucedía nada bueno.

De todos modos, ninguno de los cuatro espectadores hizo ademán de acercarse y preguntarles qué les pasaba.

Aunque era común verlos discutir —aunque fuera Kagami el único que gritaba—, cuando se trataba de problemas amorosos, el resto del equipo no sabía muy bien cómo intervenir.

No es como si siempre hubieran tenido ese tipo de disputas, solo que, considerando la personalidad pacifica del más bajo, no les parecía probable que llegara a suceder algo similar.

—Al parecer, terminaron. — murmuró la rasposa voz de Koganei que espantó a los de primero  y logró que Tsuchida se sobresaltara un poco. Detrás de él, Mitobe asentía con una expresión un poco preocupada.

— ¿De verdad? —exclamó en un susurro Kawahara, sorprendido  mientras doblaba las toallas. Koganei asintió.

—Pero si solo ha pasado un mes. —mencionó Fukuda observando con curiosidad a la estática pareja.

—A veces las parejas con coinciden en todo y bueno… Pasa esto. —dijo el chico gato con tono experto.

—Pero, ¿por qué? —indagó Furihata, colocando la última pelota en el carrito.

Entonces, el silencio hizo acto de presencia y aquel interrogante quedó en el aire.

Si bien Koganei había oído un poco de la conversación que la luz y la sombra habían tenido en los vestidores, decidió guardarse aquella información para él mismo, para luego tener sobre qué trabajar si la situación se salía de control —a pesar de que lo que había oído solo eran un par de ‘ok’  y un ‘hasta pronto’ por parte del peliceleste.

De repente, la puerta del gimnasio se abrió de par en par y lo único que se oyó fue la voz de Momoi emitiendo un chillido de fastidio, seguido por una aguda reprimenda dirigida a la imponente figura que ingresaba con paso lento y desganado.

— ¡Aomine-kun! —exclamó la pelirrosa apretando su celular en su mano, el cual había estado pegado a su oreja desde que su equipo llegó a Seirin.

— ¡Tsk! —Aomine chaqueó la lengua con molestia y se llevó el meñique al oído expresando lo mucho que lo irritaba la vocecita de su manager.

Ambos entrenadores detuvieron su charla al oír el grito de la muchacha pero rápidamente la retomaron, como si nada hubiera pasado.

En las otras bancas, frente a la que estaban sentados Kagami y Kuroko, Wakamatsu murmuraba una variedad infinita de improperios dirigidos al peliazulado recién llegado mientras, a su lado, Imayoshi reía en silencio, divirtiéndose por la cascada de regaños que Momoi descargaba sobre la despreocupada figura del cinco. Susa y Sakurai, por su parte, se quedaron en silencio, pasando por alto la usual actitud de su ala pivót.

Ignorando olímpicamente los reproches de su manager, Aomine dirigió su mirada a las únicas personas que, según él, valían la pena.

En cuanto visualizó la rojiza cabellera de Kagami y la insondable mirada de Kuroko, dejó caer su bolso al piso y se sacó la campera, arrojándosela a Momoi sobre la cabeza y callando su sermón.

Aunque no lo estuviera mirando justamente a él, a Koganei se le crisparon los nervios en cuanto el cinco comenzó a avanzar hacia la pareja de Seirin. El año que había compartido junto a Kagami le había enseñado que mientras tuviera esa mirada y esa peligrosa aura a su alrededor, la mejor opción era alejarse o, en su defecto, molestarlo lo menos posible.

Sin embargo —y para sorpresa, no solo de Koganei sino del resto de los espectadores—, cuando la mirada de fuego hizo contacto con la eléctrica del moreno, Kagami dibujó una sonrisa pagada de sí misma y con firmeza se puso de pie.

Los blancos dientes del cinco relucieron con sorna y con las manos en los bolsillos —pretendiendo tranquilidad y desinterés— se acercó donde el diez se hallaba con su muda sombra detrás de él.

— ¿Estás listo para morder el polvo, Bakagami? —dijo Aomine arrastrando las palabras  pronunciando aquel apodo con tono burlón. Frente a él, Kagami ladeó la cabeza y amplió su sonrisa socarrona, llevándose las manos a la cadera.

—Esa debería ser mi línea, ¿no crees, Ahomine?

Detrás de ambos, los entrenadores y los demás integrantes de los equipos se hallaban en silencio, observando la escena detenidamente y sopesando la idea de que deberían comenzar a prepararse para empezar el partido.

Entre aquellos dos podían verse las chispas de la rivalidad saltando en cualquier dirección y era más que obvio que no iban a seguir esperando.

 

 

 

 

— ¡Demonios! ¡Sabía que iba a pasar esto! —bramó Hyuuga dándole un fuerte golpe a la puerta de su casillero que hizo que más de uno en el vestidor se sobresaltara. — Espero, Riko no tenga el tupé de venir a regañarnos.

El resto del equipo no hizo comentario alguno a aquello —más que nada por miedo a que la cólera de su capitán aumentara y la descargara sobre ellos—, solo Kiyoshi tuvo el valor de acercarse a él y palmearle la espalda nuevamente.

—Ya, ya, Hyuuga. Solo fue un partido amistoso de práctica. —le dijo con una amable sonrisa, como siempre solía hacerlo.

El de gafas solo se giró y lo fulminó con la mirada como si no supiera lo frustrante que era perder contra Tōō. Tal vez no había sido por muchos puntos —perdieron 89 a 87—, pero de todas forma molestaba el hecho de perder contra un equipo al que le habían ganado anteriormente.

Y Hyuuga —más por orgulloso que otra cosa— no podía evitar echarle la culpa a su entrenadora por hacerles jugar dos partidos seguidos contra dos de los cinco prodigios. Lo que menos soportaría en ese momento sería una reprimenda.

Con molestia se sacudió la mano del castaño de su espalda y volvió a abrir su casillero para quedárselo viendo con el ceño fruncido.

—Eh… Me retiro. —se despidió Kagami en voz baja y se llevó el morral al hombro, saliendo del vestidor.

Todos —a excepción de Hyuuga que seguía mirando el interior de su casillero murmurando incoherencias— se quedaron atónitos por la salida del pelirrojo.

No es como si Kagami no fuera tranquilo, la verdad que no era del tipo que causaba alboroto en los entrenamientos —como Wakamatsu. Pero, luego de perder contra Aomine, el resto esperaba escuchar y presenciar un Kagami furioso y frustrado, con cara de pocos amigos, y sentado en la banca del vestidor.

—Eso fue… extraño. —comentó Izuki con su remera a medio poner. A su lado, Mitobe asintió en acuerdo.

— ¿Ves, Hyuuga? Kagami se lo toma con calma. —dijo Kiyoshi ganándose otra mirada molesta por parte de su capitán.

—Kuroko, ¿tú sabes qué le pasa a Kagami? —intervino Koganei sentándose al lado del peliceleste.

— ¿Por qué debería, Koganei-senpai? —contestó la sombra con tono monocorde. Izuki alzó las cejas confundido.

—Pues, ustedes están juntos, ¿o no? —indagó Furihata poniéndose los pantalones. Kuroko negó con la cabeza.

—Kagami-kun y yo ya no somos pareja. —contestó con simpleza la sombra.

Incluso Hyuuga miró con sorpresa al más bajo cuando oyó eso, olvidando su casillero y su enojo.

— ¿Cómo es eso? —preguntó Izuki acercándose a él. Los demás lo imitaron y de un segundo a otro el peliceleste se vió rodeado por la totalidad de su equipo.

—Nos separamos. —comentó Kuroko con obviedad. Tsuchida y Kawahara intercambiaron una mirada y luego la dirigieron a Koganei, recordando lo que éste les había dicho antes del partido.

— ¿Pelearon? ¿Kagami te engañó? ¿El sexo no fue bien? —Koganei hizo una pregunta tras otra dejándose llevar por la curiosidad y olvidándose de ser un poco más discreto. Varios en la habitación se sonrojaron fuertemente ante la última pregunta, aunque en el caso de Kuroko no fue así.

—Nada de eso, Koganei-senpai. —dijo el más bajo mientras se ponía de pie. —Buen trabajo hoy. —se despidió y sin más desapareció por la puerta del vestidor.

Más de uno quedó estático en donde estaba, incapaces de codificar lo que habían oído por parte de la sombra. Fue la voz de Kiyoshi la que los trajo a tierra de nuevo:

—Bueno, mientras no afecte su desempeño dentro de la cancha…

Si hubieran podido, hubieran asentido en acuerdo con lo que el castaño había dicho. Pero aún estaban absortos en sus pensamientos, intentando digerir todo aquello.

 

 

 

 

Cualquiera pensaría que luego de haber vencido a su rival, Aomine se sentiría como el rey del mundo, invencible, omnipotente.

Pero la realidad era otra.

A pesar de que disfrutaba jugar contra Kagami y, según él, no había oponente mejor, ese día podía asegurar con certeza que el pelirrojo no había estado completamente metido en el partido.

¿Por qué estaba tan seguro?

Kuroko estuvo actuando de la misma manera.

Sinceramente no es que le importara la razón por la que aquellos dos se comportaran de esa manera, los problemas amorosos no eran su fuerte.

Pero si le molestaba el hecho de no poder jugar como Dios mandaba contra el pelirrojo. Y si debía hablar con Kuroko para que eso se solucione lo haría sin muchos problemas.

Sin embargo, había algo que no lo dejaba tranquilo.

Si bien no le importaba, sabía que algo había pasado entre ellos para que se encontraran tan dispersos a la hora de jugar.

Por más que le costara admitirlo, tenía que aceptar que la coordinación que tenían Kagami y Kuroko era mucho mejor que la que él había llegado a tener con éste último por aquellos tiempos en Teiko. Y era obvio que la perdida de dicha coordinación sugería que algo se había roto en aquella pareja.

— ¿Ese no es Ki-chan? —preguntó Momoi a su lado. Destruyendo su línea de pensamiento. Además de recordarle que no se encontraba caminando completamente solo.

Sin sacar las manos de su nuca, se detuvo al lado de su manager y giró la cabeza, dirigiendo su mirada en la dirección que miraba la pelirrosa.

— ¿Y ese no es Kagamin? —volvió a preguntar la chica con cierto tono de sorpresa.

Aquello último le crispó los nervios.

¿Kise con Kagami? ¿A esa hora y compartiendo una mesa en el Maji Burger?

No le parecía extraño, si se lo preguntaban. Pero le costaba creerlo. Después de todo, Kise tenía que transitar un largo tramo en tren para poder tener aquel tipo de encuentro —el instituto Kaijo quedaba en el distrito de Kanagawa, bastante lejos de la preparatoria Seirin.

Por un instante se sintió tentado a entrar al local e interrumpirlos con tal de saciar su curiosidad. Pero aquello solo dejaría en evidencia que le importaba lo que pasaba con ellos dos y no estaba en sus planes sufrir tremendo bochorno.

No obstante, algo que vió lo dejó estático nuevamente y hasta logró deshacer su postura de preocupación.

— ¿Dai-chan? —preguntó Momoi al notar que los ojos de su amigo de la infancia estaban fijos en un lugar específico.

Pero Aomine no respondió. No podía.

La forma en que Kise sonreía y tomaba la mano de Kagami sobre la mesa había sido suficiente para que quedara en una especie de estado de shock. Algo en su pecho se apretó y de repente su garganta se transformó en un fuerte nudo. Una voz en la parte posterior de su cabeza le decía la razón de esos síntomas pero decidió ignorarla.

Solo había una sola idea en su cabeza.

Odiaba a Kagami más que antes en ese momento.

 

 

 

 

Aquel simple contacto lo hizo estremecer pero por alguna extraña razón, no apartó la mano de Kise de encima de la suya. Simplemente se dedicó a engullir su décima hamburguesa, desviando la mirada hacia cualquier otro punto que no fuera el rostro del rubio.

—Lamento molestarte de esta forma, Kagamicchi. —le dijo Kise sin borrar su sonrisa. El pelirrojo solo asintió y siguió masticando.

Para ser sinceros, él no estaba del todo de acuerdo con el plan que el siete estaba llevando a cabo. Pero Kuroko había sido tan convincente a la hora de persuadirlo la noche anterior que intentar encontrar razones para evitar toda aquella situación le parecía en vano.

Lo que menos quería era ganarse una paliza por parte de Aomine si es que lo que le había dicho su sombra era verdad. Pero tenía que admitir que un castigo por parte de su novio le iba a doler mucho más que un ojo morado.

—Entonces —habló Kagami luego de tragar —, ¿cómo esperas que esto funciones si Aomine no viene aquí y no nos ve? —solo preguntó aquello para no estar en silencio como dos idiotas, realmente no le interesaba si al modelo le salían bien las cosas.

—Kurokocchi me dijo que hoy tuvieron un partido sorpresa con su escuela, ¿verdad? —dijo Kise aun sonriendo, sacando su mano de encima de la del otro y llevándose el sorbete de su batido de frutilla a los labios.

Kagami asintió algo confuso. Al parecer su novio y el rubio estaban más sincronizados de lo que él pensaba.

—De seguro Aominecchi pasará por aquí antes de ir a su casa. —comentó el siete recostándose en su asiento. —Tiene un apetito voraz casi parecido a tuyo, Kagamicchi.

A pesar de que el argumento que el rubio le dio fue más que convincente, había algo que lo había dejado aturdido.

Tal vez nunca lo había notado, o no se había tomado el tiempo de mirarlo con detenimiento, pero la sonrisa de Kise realmente era algo. Sus labios eran finos y sus dientes perfectos. Además su nariz se arrugaba de forma graciosa. Por un instante tuvo el impulso de tomarlo por las mejillas y mirarlo más de cerca.

Pero la imagen de Kuroko atravesándole la mente lo trajo a la realidad nuevamente y antes de contestarle al de Kaijo sacó su celular de su bolsillo y le escribió al peliceleste.

Meneó la cabeza para despejarse un poco y se dijo a sí mismo que más allá de que sabía que debía fingir que estaba en algo con Kise, tampoco debía dejarse llevar.

Sobre todo porque Aomine no estaba cerca y porque estaba cien por ciento seguro de que Kuroko era la persona correcta para él.

Notas finales:

Konbawa, Minna-san! Espero no les haya parecido muy larga la espera de la actualización! Estuve a punto de actualizar mañana pero me gustaría más si se vuelve rutina que todos los jueves lean este fic así que a pesar del sueño y el cansancio (hoy tuve un duro día en la universidad) tomé la computadora y comencé a tipear todo para no tener deudas con ustedes!

Imaginense lo cansada que estoy que estoy escuchando musica coreana para no dormirme en mi escritorio! (Y no, no soy fan de ese estilo de musica aunque se me pegaron varias canciones, pero me sirve para mantenerme despierta cuando ya no tengo bateria.)

Bien, no tengo mucho para decir sobre este cap. Siendo sincero, me voy a tomar esta historia con mucha calma asi que las cosas interesantes de verdad van a tardar un par de capitulos más. Con más razón no revelaré las parejas de esta historia, no quiero que pierdan el interes!

Lamento no haber contestado sus rw pero prometo que para la proxima actualización los respondere todos! Por lo tanto, que no les de pena dejar sus opiniones cuando terminen de leer!

Espero les esté gustando la historia hasta ahora y si encuentran algun error o quieren hacer una sugerencia, haganmelo saber! Nos leemos el jueves que viene sin falta! Matta ne!


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