De sol y de lluvia
- Oye idiota, espero que hayas terminado el papeleo – inquiere Sasuke entrando a la oficina del Hokage.
Naruto esboza una sonrisa tan propia de su carácter que Sasuke se limita a fruncir el ceño. Odiaba cuando Naruto olvidaba sus deberes para enfrascarse en asuntos que nada comprendían el entorno laboral con la Aldea de la Hoja.
- Lo siento, Sasuke-teme pero estaba –
- Haciendo nada, por lo que veo – dice Sasuke, obviando la situación a su alrededor.
El Hokage intentó no sonrojarse ante la evidencia. Fue inútil, Sasuke lo atrapó con las manos en la masa.
- Eres el líder ahora, no el mismo chiquillo de hace diez años. Recuérdalo. – Sasuke deja sobre el escritorio una tanda de papeles que Naruto tenía que firmar antes de las cinco de la tarde.
El Uzumaki, resignado ante su nueva carga de labores, decide suspender su entretenido juego en su recién adquirido psp. Obsequio de Sakura luego de que esta olvidara su cumpleaños abruptamente. Naruto no estaba enojado en lo absoluto, le parecía gracioso que Sakura estuviera demasiado inmersa en su papel de médico que a veces olvidaba que ya no eran unos niños.
Echa una sutil mirada a Sasuke. El Uchiha que se había desterrado a sí mismo. El traidor de la Aldea, quien estuvo a punto de acabar con su vida, y a quien perdonó para sorpresa de todos los habitantes de Konoha, de sus propios amigos y de Sakura misma.
Habían pasado diez años desde la última gran pelea en el Valle del Fin. Naruto tenía dieciséis y Sasuke estaba decidido a demostrarle que era más poderoso que él.
Durante la batalla, Naruto y Sasuke abrieron viejas heridas para irremediablemente volverlas a cerrar. La soledad que los había marcado desde la infancia se cerró con docenas de recuerdos que los dos habían tejido en sus años como integrantes del Equipo Siete. Una lazo de amistad que nació de la rivalidad.
Y ahora están ahí, mirándose a los ojos. Azul y negro, una mezcolanza de entre lo vivo y lo que yace muerto.
- Sasuke… - Naruto se toma unos minutos sopesando lo que va a salir de su boca.
- ¿Qué pasa, dobe? – una sonrisa ladina se posa en esos labios color cereza. Naruto suspira.
- ¿Por qué no te casaste con Sakura?
Naruto lo ha tomado desprevenido, pudo preguntar cualquier cosa, todo menos algo que era demasiado personal.
- Por la misma razón por la cual tú no te casaste con Hinata – confiesa.
- Hinata-chan es mi amiga, la quiero mucho pero no creo que estuviera listo para casarme tan joven.
- Sakura fue nuestra compañera, te acompañó valerosamente hasta encontrarme. Nunca estuve enamorado de ella, y lo comprendió poco después, cuando hablamos del tema.
- ¿Hablaron sobre eso? – Naruto levanta su mentón en dirección a la ventana, su vista se llena de la Aldea, su Aldea.
- Si, meses después de que volví a Konoha.
- Debió ser duro para ella aceptar la verdad.
- Nunca le oculte nada. Fui sincero hasta el último momento.
Lentamente se acerca a donde Naruto, situándose a su derecha, admirando el bello paisaje de la Konoha citadina. El hogar de los Uchiha. Porque no había otro lugar a donde ir que no fuese Konohagakure.
- ¿Tu amabas a Hinata? ¿te arrepientes de no haber aceptado sus sentimientos?
Sasuke espera que la respuesta no desarme alguna de sus conjeturas. Durante años Naruto se vetó a si mismo de hablar sobre eso. Más que nada por respeto a Hinata, quien guardaba un profundo y etéreo amor hacia el blondo.
- La quiero como una amiga, siempre la vi así. Pero no la amé en ese momento en el que se abrió a mi confesando sus sentimientos. – Una mano dura se posa en su hombro y Naruto gira su rostro encontrándose con los profundos orbes negros del Uchiha.
- Dobe.
- Teme.
Se sonríen como en antaño, como cuando eran unos niños de diez años buscándose pelea dentro de la Academia. Sonríen evocando cada proeza en sus misiones, ese vínculo inquebrantable que había surgido dentro de las más llana convivencia.
Muchos de sus amigos le preguntaron a Naruto alguna vez por qué razón no desistía de su búsqueda por Sasuke.
Y nunca contestó. Porque nadie comprendía ni llegaría siquiera a entender sus razones. Sólo Gaara entendió a su modo la manera en la que esos dos estaban unidos.
Naruto buscaría a Sasuke todavía si el Uchiha decidía marcharse sin decir adiós. Él lo buscaría siempre, a donde fuera, hasta el fin del mundo, y Sasuke estaba seguro que se dejaría encontrar.
- Gracias dobe. – Dice de repente el azabache con una voz cálida, suave, como no lo había escuchado antes.
- ¿Eh? ¿por qué?
- Por creer en mí y traerme de vuelta.
Naruto asiente, comprendiendo.
- Si se trata de ti, jamás me voy a rendir.