Acababa de escuchar lo de Gray y Juvia y no me lo podía creer. A Gray nunca le había gustado Juvia, siempre había odiado su forma de ser y de pronto quería juntarse con ella, lo que me parecía demasiado sospechoso. Y por alguna razón que yo mismo no entendía, me molestaba demasiado.
Lucy se quedó hablando con Juvia, así que disimuladamente salí de allí para buscar a Gray, a quien no tardé en localizar por el olor y sabía que aún estaba en su casa. No tardé en llegar allí y justo cuando iba a abrir él salió.
— ¿Se puede saber cuál es tu problema? — Le pregunté de manera desquiciada y él me miró sin entender nada.
— ¿Cuál es el tuyo? ¿Qué haces aquí después de una semana? — Preguntó sin entender y mirándome con algo de resentimiento.
— Estabas mal y no quería molestarte. — Le comenté convencido y Gray me miró con un rostro entristecido por un momento pero luego me miró enfadado.
— ¿Y de quién es la culpa de que estuviese mal? — Me preguntó como si me estuviera reprochando a lo que no le entendí.
— Ya me disculpé por haberte hecho daño Gray, eres un quejica. — Me quejé convencido y él frunció el ceño.
— Eres un idiota y te odio por ello. — Me dijo convencido antes de comenzar a andar camino al gremio. Realmente no me gustaba como iba esta conversación pero eso nunca me había echado para atrás para hablar.
— ¿Por qué has empezado una relación con Juvia? — Le pregunté directamente y él se detuvo aunque sin mirarme.
— Porque quiero y porque puedo. — Me comentó y luego me miró levemente. — Pero no te preocupes, seguiré teniendo sexo contigo si es lo que quieres. — Me dijo aunque su tono parecía amargo.
— ¿Pero quieres a Juvia? — Le cuestioné.
— ¿Y tú a Lucy? —
— Claro que sí, lo sabes perfectamente que lo mío contigo es sólo sexo. — Le expliqué convencido ya que parecía no tenerlo del todo claro cuando lo hablamos muy al principio. Él se encogió de hombros.
— Entonces yo hago lo mismo que tú con Lucy. Querré a Juvia y tendré sexo contigo. Así de simple, no te quejes. — Me dijo convencido y yo fruncí el ceño.
— Vas a hacerle daño a Juvia. Tú mismo acabas de decir que no la quieres. ¿Por qué estás con ella, Gray? — Le pregunté confundido por su actitud a lo que él me miró con una emoción que no supe identificar cual era.
— No me obligues a hablar, Natsu. Hasta que te has enterado sólo era tu follamigo, así que deja que haga lo que quiera. — Dijo convencido, pero yo no podía entender su actitud. Llevaba días raros y de pronto hacia esto. Era como si... Como si...
— Gray, ¿Me estás ocultando algo? — Le pregunté mientras le cogía de la barbilla para que me mirara directamente a los ojos, sin embargo Gray no era capaz de mantenerme la mirada. — ¡Gray! — Le grité. Estaba temblando, podía notar su aliento chocando contra mi de puros nervios. Estaba temblando levemente.
— ¡Olvídame por favor! — Me chilló mientras se apartaba de mi y salía corriendo en dirección al gremio y yo le perseguí como pude y cogerle del brazo. — ¡Suéltame Natsu! — Me pidió pero simplemente le ignoré.
— Gray, deja a Juvia. Vais a haceros daño los dos con eso. — Le traté de convencer. Gray me miró en ese momento y me fijé en sus ojos ya que parecía que iba a llorar en cualquier momento.
— ¿¡Y tú crees que no nos haces daño a Lucy o a mi con tu actitud!? — Me gritó con su voz temblorosa y tratando de que le soltara el brazo. Me sorprendí muchísimo cuando me dijo aquello.
Entonces, comencé a entender toda la actitud de Gray los últimos meses desde que había comenzado a salir con Lucy y a tener sexo con él. Siempre estaba deprimido y no quería acercarse a nadie del gremio y mucho menos a Lucy. Y cuando lo hacíamos, siempre me estaba preguntando que por qué seguía con Lucy y siempre parecía estar mal con mis respuestas. Llegué a creer que estaba un poco enamorado de Lucy.
Pero al parecer... Me he equivocado...
— Gray... Tú... ¿Tienes sentimientos por mi? — Le pregunté en voz baja a lo que él miró sorprendido. — ¿Estás enamorado de mi? — Volví a cuestionarle.
La respuesta... No sé si estaba seguro de querer escucharla.