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Soneto CXVI por Dagi

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Notas del capitulo:

Acurrucados...

El sonido de la lluvia lo despertó. ¿Dónde estaba...? Oh, si... la habitación... su cama. Sacándose de encima el adormecimiento que aún lo invadía, Cas quiso acomodarse pero gruñó al sentir un dolor agudo en su cuello. Bueno, al parecer se había quedado dormido en una mala posición y su cuerpo se lo estaba avisando con énfasis. La luz de la lámpara todavía estaba encendida y Cas extendió su mano hacía la mesa de noche para agarrar su teléfono celular. Como creía... faltaba unas cuantas horas para que amaneciera.

Intentó moverse hacia el otro lado de la cama, pero un peso lo detuvo. Giró su cabeza y observó como Dean estaba acurrucado a su lado, manteniendo un brazo firme sobre su cintura. Cas sonrió ante la imagen que veía sus ojos azules. Dean dormía plácidamente y a comparación de unas horas atrás, su semblante era más tranquilo. El hombre había tenido una pesadilla y Cas se había levantado para reconfortarlo. Mientras trataba de despejar los malos recuerdos que Dean todavía mantenía en su mente, comenzaron una pequeña charla. Cosas triviales y cotidianas: las compras de la semana, ir a visitar a Sam y dar unas cuantas llamadas a viejos amigos. No hablaron de la caza y de nuevos casos. Una vez relajado, Dean se había puesto un poco juguetón y Cas lo tomó como una buena señal. Después de unos cuantos minutos de darse placer mutuo, la liberación llegó con mucha satisfacción. Se abrazaron y mientras Dean cerraba sus ojos, Castiel acariciaba su espalda con suavidad. Como si su mano fuera un pincel sobre el lienzo, trazó con las yemas de sus dedos algunas de sus cicatrices. Distintas en formas y profundidades. Algunas más recientes que otras. Cas memorizó cada una de ellas.

Siendo un ángel, no había comprendido aquella postura obstinada en Dean de no querer ser curado por completo. Él pensaba que el hombre exponía las heridas como una especie de trofeo por haber estado al filo de la muerte y salir airoso en el último momento. Sin embargo, no era así. Estaba muy lejos de la verdad. Con el correr de los años estando en la Tierra, junto a Dean, al fin lo entendió: Dean quería mantener sus cicatrices de batalla como un recordatorio de su lucha y de la historia que lo había marcado ni bien era un niño. A pesar de todo el dolor, Dean aún se mantenía en pie. Esperanzado, con fuerza y convicción.

Un rayo cayó cerca del terreno y despejo a Cas de sus pensamientos. Bostezó y decidió que era el momento de volver a dormir.

—Te amo, Dean... estoy orgulloso de ti — le susurró antes de darle un beso en la sien. Esta vez pudo acomodarse y se acercó con felicidad a la calidez que Dean siempre ofrecía.              

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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