Era más de medianoche y Cas estaba al volante, conduciendo por horas hacia un lugar seguro, sin detenerse en ningún momento desde que había dejado a los Winchester inconcientes en el parque. Sabia que debía hacer una parada rápida, porque no estaba solo. Él podía sentir la respiración profunda y tranquila de su acompañante y por el rabillo del ojo, observó como la mujer había apoyado su cabeza contra la ventana mientras que sus manos rodeaban de forma proctectora su panza. Aquella imagen motivó aún mas su escape. El Nephilim le había mostrado una visión del futuro y él necesitaba aferrarse a esa esperanza.
Cas apretó sus manos y al instante su rostro mostró las emociones que lo agobiaban. ¿No había demostrado que era digno de la confianza de Dean? Entonces... ¿Por qué no podía ver que estaba haciendo lo correcto? ¿Por qué Dean siempre dudaba de él? Mas que enojo y malestar, Cas tenía dolor. Un dolor familiar que aumentaba con el correr del tiempo.
Estaba más que claro que el hombre no correspondía sus sentimientos, aquella confesión de amor que había hecho en la agonía de la muerte no tuvo más respuesta que el silencio y el olvido. Si bien trató de seguir como si nada hubiera pasado, Cas ya no podía soportar estar en una posición incierta en la vida del Winchester mayor. Dean le ofrecía señales contradictorias. No era una herramienta, pero al mismo tiempo era responsabilizado por sus acciones o la falta de ellas. No era una niñera, pero al mismo tiempo debía mantenerlo a salvo.
Suspiró y sus labios temblaron, ¿Qué mas podía dar?