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Capsule por MikitsuLee

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Notas del fanfic:

Participa en la convocatoria del grupo de fb MuraAka fans 9x4 del Mes MuraAka

Día 7: Adicciones

Notas del capitulo:

No sé si la narración sea correcta o fue demasiado corto, pero espero que sea de su agrado, disculpen si hay faltas de ortografia. 

En bastante tarde y en la oficina un pelirrojo no descansa. Revisa informes,  firma aprobaciones,  y planea nuevas presentaciones. Esta estresado. Esa misma noche mientras trabaja recibe una llamada que le deja sin aliento y le sube el pulso.


-Han dicho que esta fuera. De peligro,  pero creo que es necesario que vengas.


Agrega al último el sujeto que le ha llamado, uno de sus amigos con quien no ha tenido contacto en mucho tiempo, desde la universidad.


Sin dudarlo un instante,  deja todo a medio ordenar en su escritorio para después irse al auto sin esperar al chofer, busca llegar al hospital lo más rápido posible. Mientras lo hace, piensa en muchas cosas. Cosas que pasaron hace años,  relacionadas con la persona que se dirige a ver. Está preocupado y triste.  No sabe si decepcionado, pero también siente mucha culpa.


Akashi se culpa de todas las cosas malas que pasaron.


Se culpa del fracaso de su matrimonio.


Al llegar a recepción, busca informes que le lleven a la ubicación de su esposo, la enfermera le indica con detalles como llegar hacia él y se apresura. Al primero que ve en el lugar es a un tipo de cabello negro que cubre uno de sus ojos con un largo mechón, con un lunar, Akashi se enfada. Pisa fuerte,  el chico del lunar le mira y quita lo relajado de su postura al verlo llegar, sabe que habrá una riña.


-No debo preguntar qué haces aquí,  ¿qué le diste esta vez?


El chico del lunar le mantiene la mirada, le da gracia  ver su gesto de molestia, dejaron de llevarse bien hace mucho. Enarca una ceja solamente, después vuelve a recargarse en la pared, desviando la mirada.


-Deberías estar al pendiente de tu marido - dice como una muestra clara de provocar - No es culpa mía que este aquí, al menos no de forma directa.


-Eres tú quién le da toda esa mierda.


Akashi está sumamente furioso y respira para controlarse.


-Qué le diste esta vez, Tatsuya?


-A tu esposo le gustan las cosas dulces. Brandy, vodka, ron... Siendo sinceros, no sé cuánto bebió.


Akashi resopla. Se recarga en la pared opuesta con la mirada baja, se siente desmoronado.


-No sé qué problemas tengan, exactamente,  tampoco creo que sea tu culpa,  pero, me preocupan. Ambos. 


Akashi siente pesadas esas palabras, toma aire y al final termina por sentarse en el suelo, abatido.


-Atsushi  cambió los dulces por anfetaminas y ahora las ha cambiado por alcohol, no sé si sentirme mejor porque dejó las drogas o peor porque ahora tiende a ser alcohólico.


Himuro Tatsuya escucha atentamente sintiendo la congoja del pelirrojo. Hace una mueca.


-Creo que debes estar feliz porque sigue vivo.


Akashi le mira regresando a la furia de un principio,  se incorpora y se acerca al contrario con la intención de darle un golpe hasta que una voz ruidosa hace presencia.


-Akashi, ¡qué bueno que has llegado! - dice un azabache, interviniendo entre ambos para que no pasara a mayores, aunque el chico del lunar no se encuentra inmutado,  sosteniendo la mirada severa del pelirrojo - Shin-chan quiere hablar contigo.


Akashi accede al final porque está más preocupado por saber qué es lo que pasa con su esposo que por las indirectas del problemático chico de lunar. Mientras el azabache lo guía hasta con quien le había llamado, se  recrimina el hecho de haber casi golpeado al sujeto de hace un momento. No debe rebajarse, es un Akashi.


Al llegar donde se encuentra el médico,  Akashi se preocupa por la seriedad de su amigo, aunque siempre lo ha sido siente algo diferente esta vez, siente la alarma que le anticipa prepararse para lo peor.


-Shin-chan, ha llegado.


Dice con una voz más calmada Takao Kazunari.  Ese cambio drástico en su voz también lo alarma.


Midorima Shintaro, quién le ha llamado,  se da media vuelta para poder ver al recién llegado. Se encuentra hablando con un colega,  el médico que había atendido a Atsushi en el lavado de estómago.  Los colegas solo asienten y tras un respetuoso saludo, el medico se aleja dejando solo al pelirrojo y al peli verde. Incluso el azabache se va. Akashi vuelve a sentir un vacío.


-¿Qué sucede? - cuestiona de primero el pelirrojo olvidando sus modales trabajados durante años.


Shintaro le sostiene la mirada aun serio y aguarda un minuto antes de hablar.


-Murasakibara tiene una congestión alcohólica, se encuentra estable pero debe permanecer internado. Lo importante es saber, ¿cuándo fue la última vez que tuvo un lavado de estómago? Parece que tiene dañada la flora intestinal.


Akashi Seijuro sabe que no es la primera vez que a su esposo le han realizado un lavado de estómago,  aun así demora un poco en asimilar que su esposo debe internarse y otro poco en recordar cuando fue la últimamente  vez que tuvo que realizarse un lavado.


No ha pasado mucho tiempo.


La semana anterior había sido el último, hace cinco días exactamente.


-La última vez fue la semana pasada...


Shintaro medita la respuesta recibida, piensa un poco.


-Mi compañero atendió a Murasakibara y cree necesario  que se realice una desintoxicación. Se encuentra mal. Su sistema está contaminado y es urgente liberarlo de las toxinas. ¿Consumía drogas?


La pregunta es incomoda porque el medico sabe sobre el oscuro pasado del emperador. Se le queda mirando esperando la respuesta, sabe que será positiva pues ha revisado los últimos informes del registro medico de su amigo. Akashi aprieta los puños.


-Sí… las consumía. Pero creo que ahora las ha cambiado por el alcohol.


El más bajo no le mira directamente sopesando la respuesta. ¿Desde cuándo Atsushi había dejado los dulces para sumirse en un mundo oscuro? Se culpa todo el tiempo, por él su esposo está en ese lugar. El medico frente a él casi atina a adivinar en lo que está pensando, no se imagina cuán difícil es aceptar que es su responsabilidad el que Atsushi se haya consumido desde adentro.


“Solo era para probar.


Seijuro lo probó solo para rendir más en sus clases, no se percató del momento en que ya no pudo dejarlas. Varias capsulas se desparraman de un pequeño botecito blanquecino de fármacos donde se contiene el detonante de energía con el que Seijuro puede seguir todo el día en la universidad.


Sus ojos están rojos, su piel es casi transparente y se ve más flaco de lo normal.


No ha visto a Atsushi en una semana y se pregunta si lo verá esa tarde, decide que es mejor no verlo, tiene muchos proyectos que entregar.


Tatsuya entra al dormitorio poco después de haber ingerido dos de las capsulas que aún están regadas en su escritorio. Tatsuya tiene una sonrisa de oreja a oreja que le hace ver como un idiota retrasado, su lengua esta adormecida por un trozo de papel milimétrico de LSD, todo se mueve, todo brilla, todo tiene colores llamativos y escucha más voces de las que entiende. Contempla a Seijuro y comienza a reírse para después arrojarse en su cama, perdido en las formas imaginarias que forma su cabeza mientras Seijuro lee.


-Taiga se enfadó.


-No lo soportó.


Dice cortante el pelirrojo de forma casi instantánea apenas lo escuchó.


Kagami Taiga es un conocido de Tatsuya, en realidad, es algo así como su amante. Seijuro no lo soporta. Había salido con uno de sus amigos y le había roto el corazón, se preocupaba por el chico del lunar más que nada y se preguntaba también, porque diablos entonces no formalizaban su relación. Tatsuya siempre estaba drogado, a Taiga no le agradaba eso. Había escuchado un día uno de sus sermones, le bastó para detestarlo toda la vida.


Seijuro no era un drogadicto, de verdad necesitaba de esas capsulas para que le fuera perfecto en la universidad. Era algo que no podían entender, solo Tatsuya, Daiki y Ryota, aunque esos tres últimos lo hacían para estar más fuera de la realidad que para otra cosa, en especial el último, el rubio quebradizo.


-¿No le darás una oportunidad?


-Veo a Taiga hasta en la sopa.


Bufa Seijuro, el chico del lunar suelta largas carcajadas con unas cuantas lágrimas en los ojos.


-Deja eso, ¿sabes que te dará más energía?


Seijuro mira al chico aun tirado en su cama, este se levanta para ir con él y poner sobre su escritorio una pequeña bolsita con polvo blanco. Seijuro jamás ha probado la cocaína.


-Esto es aún más ilegal.


-Esto te dará mucha energía.


Murasakibara Atsushi no encuentra a su novio en su dormitorio, lo encuentra en el gimnasio, practicando entradas desde media cancha con salto desde un cuarto de cancha. Atsushi se da cuenta en lo delgado de su cuerpo y deja su paleta en la boca mientras se detiene a observar. Incluso sus músculos parecen diferentes, no están tonificados, todo Seijuro parece un desastre.


Atsushi se acerca un paso, Seijuro le mira y se lanza sobre de él terminando en el piso. El peli lila no luce feliz, no mientras mira una sonrisa artificial en el rostro traslucido de su pareja. Se siente triste.


-Llegaste.


-¿Qué hizo Aka-chin? – cuestiona el titán sin corresponder el abrazo, el pequeño aun encima de él ni siquiera siente que no le ha tocado.


-Practico entradas. ¿Quieres…?


-¿Que hizo Aka-chin que se ve cómo papel?


Seijuro entiende la pegunta después de un rato, Atsushi tiene esos enormes ojos no demostraron algo como flojera, si no mucha, mucha decepción y tristeza. Seijuro poco a poco rompe el agarre hasta quedar de rodillas a su lado, sintiendo de repente el bajón del polvaso que se ha metido, Atsushi se sienta mirándole fijo.


-¿Qué pasa con  Aka-chin?


Esa pregunta le recuerda al sermón del amante de Tatsuya, frunce el entrecejo ahora enojado, porque aunque el titán no haya usado ningún tono de voz recriminatorio, le molesta el sentido de esa pregunta.


-Que te importa.


Responde altanero antes de ponerse de pie y darse media vuelta, regresando por el balón para hacer dribleos furiosos y encestes coléricos.


Atsushi le sigue mirando, la paleta en su boca ha perdido el sabor duce que tanto le gusta mientras mira como su novio parece un descarriado corriendo por toda la cancha.


-Aka-chin…


-Estoy ocupado, Atsushi.


Corta el pelirrojo sin dar oportunidad a que el otro hable. Murasakibara se incorpora triturando la paleta con su palma y sale del gimnasio mordiéndose el labio mientras la mata lila le cubre un rostro que comienza a ser humedecido por agua salina de sus ojos.


Duele.”


El colega de Shintaro le explica detalladamente el método de desintoxicación a Seijuro. Este escucha atentamente analizando todo mientras su celular no deja de vibrar en su bolsillo, no le presta atención aun teniendo cerca de treinta llamadas perdidas. El proceso al que se someterá su esposo, parece doloroso.


-¿Hay algún otro modo…?


-Sería más fácil si solo fuera adicto a una sola sustancia, pero no es así.


Seijuro asiente. Regresa a la puerta de su esposo porque le han dicho que puede pasar a verlo ya, se siente inseguro y vacila en girar la perilla antes de abrir la puerta. La entreabre cuando lo consigue y ve a su esposo en una cama adaptada a ella por su estatura, conectado a varios cables a una máquina que no deja de emitir un sonido a cada segundo, también ve intravenosas, suero, y él con los ojos cerrados, pálido, envejecido, con los pómulos casi rompiéndole la piel porque es más hueso que musculo.


Akashi quiere llorar.


Se acerca vacilando de nuevo, la imagen es demasiado fuerte para él y para su culpa. En su mano izquierda no lleva puesto su anillo de bodas, el vacío se hace más grande en el interior del pelirrojo.


-Quiero a Aka-chin…


Escucha que murmura el titán, no sabe si dormido, sedado o ya alucinando.


Se acerca para sostenerle la mano que siente desaparecerá en la suya, solo quedan largo falanges donde alguna vez hubo largos dedos imponentes en la defensa.


-Atsushi, estoy aquí…


La voz se le quiebra, le es imposible decir algo más. El titán parece reaccionar con su voz y tras escucharla entreabre los ojos. Una sonrisa débil aparece en la comisura de unos labios maltratados en algún tiempo por el cigarro. Seijuro quiere inclinarse a besarlo y lo hace antes de que se dé cuenta, en su nuca siente unos dedos más duros de lo pensado que le atraen para mantener el beso por más tiempo. Seijuro se rompe, llora refugiando el rostro en el pecho del gigante, lo quiere de regreso.


-Perdóname…


Atsushi se acongoja por la palabra, le estrecha la mano que aún le sostiene y deja un beso en su frente con algo de dificultad.


-Aka-chin vino de verdad… Ya no está ocupado…


Seijuro siente que las palabras le rompen más. Se quiere colar en la cama de su esposo para poder acurrucarse, pero sabe que arruinara alguno de los cables conectados a él, cuando se calma no le mira, pero sus ojos se han hinchado.


Atsushi mas consiente de lo que pasa, siente que una imagen similar ha pasado antes. Al acordarse, un par de lágrimas resbalan de sus mejillas.


En esa ocasión, Akashi estaba en una cama de hospital.


“Incierto.


Tatsuya le ha llamado por un desmayo que no sabe cómo se produjo, está seguro de que el LSD no causa eso, ni tampoco el éxtasis, con lo último le preocupa que en realidad haya tenido un infarto.


Atsushi llega queriendo ver a su novio pese a que los médicos le dicen que le es imposible y que debe de aguardar porque se encuentra delicado. Atsushi quiere golpear a Tatsuya porque sabe que es por él que su pequeño emperador se ha metido en todo eso, pero no lo hace, la impotencia hace que devore golosina tras golosina mientras camina de un lado a otro esperando respuesta. Tatsuya está en un rincón, sopesando apenas los efectos del LSD en su sistema.


Cuando el medico va a buscarlo, le ha dicho que puede pasar a ver al chico, pero que es necesario que estén los dos para hablar. Atsushi no entiende pero la urgencia de poder ver al pelirrojo es mayor, acata lo que dice el médico y va con él.


Su emperador está en una cama de hospital con un suero en el brazo, fuera de ahí todo parece normal, Akashi siente vergüenza de ver a su novio ahí pero también alivio, el titán se sienta al borde de la cama para abrazarlo y con las pocas fuerzas que tiene, Seijuro lo hace también, con ganas de no soltarlo nunca.


-Es un poco difícil lo que tengo que decirles – comenzó el médico, llamando la atención de ambos – No sé si sepa lo que es un doncel.


Akashi niega aunque le surge una idea en la cabeza de lo que puede ser. Trata de calmarse.


-Bien. Los donceles son chicos “especiales” cuyo cuerpo tiene la posibilidad de ser fértil, en el sentido de que puede gestar un embrión – Akashi siente caer poco a poco en un agujero negro mientras Atsushi se mantiene mirando al doctor con el doble de confusión – El desmayo no solo fue por la droga, fue un aviso más de que en realidad estaba gestando, Seijuro. Sin embargo, en base  a los análisis de orina, descubrimos que no era solo esta vez que ingería alguna droga – las palabras del médico pesan haciendo que las lágrimas del pelirrojo salgan de una, Atsushi no sabe cómo se siente, su alma se desprende de su cuerpo y contempla la escena como si fuera un espectador que no reacciona por el shock – En otras palabras… El producto se perdió.


Akashi toma aire y después solloza que al exhalar siente como si los pulmones se le hubieran vaciado por completo, el aire se le va y trata de agarrarse fuerte de su pareja que no deja ver que llora, solo le abraza fuerte, tan fuerte que piensa que se desmoronara más con su tacto. Después de un par de segundo, Seijuro consigue escuchar sollozos por parte de su titán, este le abraza de la cintura y usa su cuerpo como refugio, como si así lo pudiera proteger de todo lo malo que ha dicho el doctor. Seijuro forma puños y los pone contra el pecho del titán para que lo suelte.


Entiende que no lo merece.


Atsushi se niega y lo abraza incluso con más fuerza, Seijuro se resigna al final y se deja caer en su regazo, llorando la perdida repentina de algo que no sabía que existía y sería posible dentro de él, llorando sus errores, llorando una infelicidad que le marcaria para siempre. Llorando el dolor.


-Aka-chin, yo te amo…


Escucha decir a Atsushi, Seijuro niega incapaz de mirarlo a los ojos, incapaz de contemplar sus enormes ojos lilas para descubrir cómo estaba roto por dentro.


-No merezco que me ames…


-Amo a Aka-chin más que a nada, más que a los dulces…. Amaré a Aka-chin hasta mi último día…. Quiero hacer feliz a Aka-chin…


Los ojos se le vuelven a humedecer, Atsushi de nuevo le estrecha contra su cuerpo.


Se estremece más al sentir la mano del titán en su abdomen, un escalofrió le recorre al sentir que acaricia su vientre con tanta dedicación que le da nostalgia.


-Haré que a Aka-chin ya no le duela aquí.


Atsushi le mira a los ojos, es la primera vez que se ven de esa manera en todo el rato, Seijuro descubre lo rojo de estos, ha estado llorando mucho también.


El titán deja un beso en su vientre después, Akashi acaricia sus cabellos para abrazarle por el cuello después.


-Perdóname…


Susurra más en un sollozo, Atsushi hace que se vuelva a recostar y logra acomodarse a lado de él para mantenerse abrazándolo mientras entrelaza una mano con la de él.


-Aka-chin, ¿quieres casarte conmigo?


El pelirrojo se escoge más contra su cuerpo y solo asiente con la cabeza. Atsushi sonríe aunque el contraria no lo ve, lo conoce tan bien que figura una alegre sonrisa en su mente.


Una unión a base del dolor.


Dolor que solo se intensifico.”


Atsushi acaricia los cabellos de su pareja cuando logra conciliar el sueño debido al llanto. Se mira los dedos encontrando más huesos, no logra dormir más.


Rebobina el momento en que le habían dicho que habían perdido a su primer bebe y una línea dura se forma en sus labios al recordar la segunda vez que les dieron la misma noticia.


Se siente mal de haber causado tanto dolor en el cuerpo de la persona que más amaba que poco le importo dañar el suyo si de algún modo remendaba el daño causado.


Mientras mira por la ventana, recuerda la primera vez que ingirió anfetaminas, recuerda la gran energía que tenía y también recuerda a Akashi debajo de él. Se da asco a sí mismo al recordar el forcejeo del otro mientras intentaba besarlo. También recuerda el puñetazo de Shintaro y la pelea con Seijuro. Recuerda cuando se puso ebrio poco después. Como su amado pelirrojo tratando de acomodarlo en una cama, había perdido el equilibrio por el peso incomparado al suyo del titán. Recuerda que un mal golpe le apago la sonrisa de nuevo por mucho tiempo cuando le repitieron “el producto se perdió”.


Recuerda el llanto de Seijuro.


Recuerda lo infame que se sentía.


Recuerda la razón del porque cambio los dulces por capsulas de la felicidad que le hacían olvidar de a momentos que su esposo no tenía tiempo para él, pensando que había sido porque por su culpa habían perdido a su segundo bebé. Recuerda que tras un lavado de estómago peligroso decide no volver a usar las capsulas, pues juro haber visto a su abuela muerta al final de una luz antes de despertar en un hospital. Recuerda que insatisfecho por la soledad de una mansión que no era suya, se refugia en la compañía de una dulce botella que todos los días le hablaba como la mejor compañera.


Recuerda el cigarro.


Recuerda la marihuana.


Recuerda el rostro descompuesto de Akashi la primera vez que le encontró vomitando porque había bebido mucho y la pestilencia por toda la casa debido a la hierba. También recuerda cómo se había ido sin despedir al día siguiente.


Recuerda los papeles de divorcio, hace un mes.


 “Confusión.


Atsushi escucha como una de las sirvientas le dice a su esposo que su padre le llama. El otro no dice nada y solo le sigue. El titán juega con un vaso de ron servido, pensando en que es mala idea  beber con su esposo y suegro presentes aunque tiene muchas ansias por beber. Termina haciéndolo después no solo su trago, si no toda la botella.


En su despacho, Seijuro ve la seriedad en el rostro e su padre y un rasgo de molestia, se pone frente a él con solemnidad.


-Quiero tratar contigo un asunto importante.


Le dice de primero, sacando de debajo de su escritorio cinco botellas de brandy y ron vacías. Seijuro sabe que son de la reserva de su padre y también sabe quién se las ha tomado.


-Repondré tus licores…


-No se trata de reponer, se trata de detener el consumo.


Seijuro duda una vez, cree que le está pidiendo que se vayan de la casa.


-Buscaremos un lugar donde mudarnos…


Su padre azota las palmas en su escritorio poniéndose de pie molesto.


-¿Qué haces casado con un drogadicto? – Seijuro mira a su madre sin creer que haya llamado a su esposo de esa manera – Es como una sanguijuela, solo gasta tu dinero y mi dinero. Está bien si decides darle el gusto de que te chupe toda la sangre y te deje en la calle, pero no pasara lo mismo conmigo. Esta es mi casa, estas son mis cosas, y si quiere seguirse drogando, que regrese al trabajo. Es tu culpa que sea así, por solaparlo.


Seijuro frunce el entrecejo, toma aire antes de poder hablar.


-Atsushi es mi esposo. Nos iremos si te molesta nuestra presencia.


-Te llevará a la desgracia.


-Entonces me hundiré con él.


Seijuro sale del despacho de su padre con un aire fiero que se desmorona al encontrar a Atsushi con la segunda botella a medio beber. Le duele verlo de esa manera, se acerca a abrazarlo por detrás intentando quitarle la botella.


-Ven a descansar


Dice con voz suave, Atsushi niega bebiendo de la botella nuevamente.


-Atsushi, deja de beber, por favor…


Dice ahora en tono suplicante. Su padre que se queda en la entrada, observa la escena, como el titán se niega y su hijo termina postrado a sus pies abrazado de la cintura de un ebrio gigante. Regresa a su despacho y llama a su abogado para que comience los trámites de divorcio, tramites que hace llegar al gigante cuando su hijo se encuentra en un viaje de negocios y entrega a su nombre.


Atsushi se hunde.”


Seijuro se muerde el labio inferior tratando de soportar la imagen de sufrimiento de su esposo al abstenerse por tres semanas de todo tiempo de estupefaciente. Primero, había implorado por algo de alcohol, después, por algo de polvo. Su frente esta cristalizada por el sudor pero al menos tiene algo más de color que antes, piensa en lo mal que lucía entonces cuando él también consumía esas drogas que tanto le habían dañado no solo el cuerpo, sino también la relación con el amor de su vida.


Un mes después, Atsushi parece ser el mismo de antes.


Los rasgos infantiles le regresan al poder abrazar a su Aka-chin, Seijuro se siente tan feliz que llora cual niño pequeño, Atsushi que esta tan feliz de poder verlo lo carga y sostiene en el aire antes de llenarlo de besos. Caminan de la mano hasta el auto para llegar a casa y es ahí donde la magia parece romperse.


No viven más en la mansión, la dejaron después de la riña con el padre de Akashi, viven en una casa pequeña solo con lo necesario a las afueras de la ciudad donde han estado más feliz que en mucho tiempo atrás. No hay lujos, pero sienten que de esa manera es como están más unido. Les sorprende un auto desconocido en su entrada, y un hombre de traje en la puerta. Dice ser un abogado.


-Vengo a concluir su divorcio.


Dice extrañando a la pareja.


-No hemos pedido ningún divorcio – empieza de primero Seijuro, Atsushi le mira sin comprender.


Era el único que se estaba haciendo a la idea de que quizás debía de firmar esos papeles hasta hace tres meses.


-¿No me quieres pedir el divorcio?


Seijuro le mira sin comprender lo que está diciendo negando lentamente.


-¿Tú quieres divorciarte?


El pelirrojo piensa que sería lo más normal después de todas las bajas en su matrimonio. Piensa que es lo más lógico. Piensa que la felicidad se acaba cuando Atsushi toma los papeles que el abogado le ofrece y lee lentamente.


-Quiero estar con Aka-chin hasta el último de mis días, por Aka-chin es lo que más amo, incluso más que los dulces


El titán rompe los papeles por la mitad y le da los destrozos al abogado que no se encuentra ni indignado ni sorprendido, solo se despide de ellos. Después, va a ver al Sr. Masaomi que espera un informe detallado de la situación.


-Sé dónde viven, una casa promedio. Lucen bien. No se quieren divorciar.


El padre de seguro no mira al abogado. Él sabe mejor que nadie que ese par por nada del mundo se separará, sonríe de medio lado sin demostrar su felicidad.


-Puedes irte.


Dice sin más, aliviado de que su hijo fuera feliz en ese preciso momento.


En realidad, está agradecido con Atsushi.


En realidad, nunca lo odio.


En realidad, le da las gracias por haber alejado a su hijo de las drogas, aunque haya sido una víctima más del vicio.


Un año más tarde, los amigos más cercanos a la pareja se reúne en el patio trasero de su casa, un amplio patio con pasto que bien podría ser un campo de futbol. Están felices. Ha nacido la primera hija del matrimonio, una hermosa niña de cabellos lilas igual de hermosa que su padre.


En el hospital, Seijuro rompe en llanto al poder cargarla mientras Atsushi sonríe de oreja a oreja con los ojos cristalizados.


-Nuestra bebé es hermosa…


Susurra el gigante, abrazando a los dos amores de su vida, contempla a su pequeña, uno de sus dedos es más grande que toda su mano, la siente tan delicada y pequeña que teme poder tenerla en brazos por si se rompe.


Quiere protegerla como a nada en el mundo.


-Es tan linda como tu


Dice al final Seijuro, dejando resbalar las primeras lagrimas besando la frente de su pequeña.


Atsushi  ríe y de la felicidad las lágrimas también escurren.


Los ama.


Ama a la pequeña luz en los brazos de su esposo, ama a su esposo y ama a su familia.


Incluso agradece las malas experiencias. Agradece el sufrimiento. Agradece haber aprendido a valorar las cosas y amarlas más que a nada pese a todo.


Agradece haber dejado las drogas.


Agradece tener una familia a la cual cuidar y amar. 

Notas finales:

Gracias por su tiempo!! 


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