Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bezo por Pandora09

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Era día viernes y el bar estaba inusualmente lleno, lo que era muy bueno para él si pensaba en su futuro y en la ínfima posibilidad de que el CEO de alguna gran compañía pasara por ahí y lo escuchara cantar. Soñar era uno de sus pasatiempos, con el dinero justo para llegar a fin de mes, era todo lo que se podía permitir.

KyungSoo y BaekHyun miraban desde su mesa mientras compartían margaritas y reían de los chistes que LuHan no alcanzaba a escuchar desde donde estaba.

No era extraño que sus amigos pasaran ahí las noches, embebiéndose del aroma a tabaco quemado que entraba por las ventanas y los tubos de ventilación, aun teniendo cosas más importantes que hacer. LuHan les agradecía todo el apoyo que le habían dado y se aseguraba de que sus mejores presentaciones fueran las noches en que ellos estaban entre el público.

Pero no era solo la presencia de sus amigos lo que hacía que su corazón latiera frenético y quisiera escapar de su caja torácica, era esa mirada felina desde el rincón a su izquierda, siempre el mismo lugar, siempre los mismos ojos, siempre el mismo estremecimiento azotándole la columna vertebral. No conocía su nombre ni su procedencia, ni siquiera había escuchado su voz, pero ahí estaba él, cada noche camuflándose entre la bruma oscura del bar, sosteniendo una cerveza con una mano, la que cada noche quedaba intacta, a veces ni siquiera se molestaba en abrirla. LuHan lo observaba, en silencio y a la distancia, temeroso de lo que podría encontrar al acercársele, temeroso de que esa fantasía que había construido en su cabeza se diera un golpe contra la realidad y muriera trágicamente.

- ¿En qué piensas tanto? –dio un respingo en su lugar y todos sus pensamientos desaparecieron cuando se encontró con los ojos curiosos y divertidos de Kim JongIn, su compañero de apartamento y de trabajo, también el flamante novio de KyungSoo.

LuHan sonrió y negó con la cabeza, sinceramente desorientado por el susto de ver a su amigo repentinamente a su lado.

- Hay demasiada gente.

Con las violentas noticias, muy poca gente se atrevía a salir a la calle de noche, pero siempre se podía contar con adolescentes temerarios y sedientos de adrenalina. Las ciudades grandes como Seúl siempre habían sido el blanco de mafias, terrorismo y asesinos en serie, por lo que no eran realmente sorprendentes las altas estadísticas de crímenes. A LuHan no le sorprendía, él había crecido en un sitio donde la ley del más fuerte era la predominante. No le temía a estar solo en la calle a altas horas de la noche, como la mayoría de las personas, pero los coreanos parecían tener el miedo arraigado a la piel, por lo que era sumamente extraño ver el bar tan lleno.

- Las estadísticas han bajado –comentó JongIn como si estuviera hablando del clima del día siguiente-. Es algo que pasa por épocas.

LuHan aún no estaba del todo familiarizado con cuáles eran las ‘épocas’ de las que JongIn hablaba, pero comprendía, más o menos, que se refería a que ya no habrían más asesinatos y llenar los bares y clubes nocturnos era la forma en que los coreanos celebraban esa victoria de las autoridades.

- De todas formas, debe ser conveniente para nosotros –en Exo, el nombre del bar, a LuHan se le daba una comisión, aparte de su sueldo base, los días en que llegaban más personas a verlo.

Y era sorprendente la cantidad de gente que fingía beber mientras lo escuchaba cantar. Incluso tenía un pequeño club de fans al que realmente no le ponía atención. Les agradecía, sí; pero mientras estuviera aún en la mitad de su carrera y debiera arreglárselas solo para sobrevivir, no tenía espacio en su vida para adolescentes hormonales persiguiéndolo todo el tiempo. Tal vez si algún día firmara con una gran compañía y pudiera dejar atrás esa vida miserable, podría devolverle el amor que todas ellas le habían entregado mientras era un don nadie.

- ¿Qué cantarás primero? –preguntó JongIn luego de ayudarle a conectar los cables del micrófono.

Como respuesta, simplemente se encogió de hombros. Pensaba improvisar un poco.

- Suerte entonces –le palmeó el hombro e hizo su camino hasta sentarse entre KyungSoo y BaekHyun, fingiendo una curiosa escena de celos.

Con un suspiro, decidió que comenzaría con alguna balada, aquella noche se sentía especialmente melancólico, pero cuando quiso enfocar la mirada en algo que no fueran sus infantiles amigos, su mirada conectó con esos ojos marrones que solían perseguirlo en sus sueños y toda su concentración se fue a la basura.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

Eran casi las cuatro de la mañana y los últimos clientes recién atravesaban la puerta hacia la calle. Fue una noche pesada, el grupo de fanáticas había crecido y LuHan había tenido que escapar de ellas durante gran parte de la noche, provocando que KyungSoo y BaekHyun se hicieran cargo de su floreciente popularidad. No es que LuHan haya despreciado de alguna forma el cariño que ellas le profesaban, pero definitivamente no estaba listo para hacerles frente tan pronto.

Los últimos clientes pagaban sus cuentas y LuHan consideraba la forma más rápida y segura de volver a casa. Su departamento estaba a unas cuantas cuadras del bar, justo la mitad de camino hacia la universidad. Cerca de todo lo que le importaba. Pero el bar también estaba en la zona más peligrosa de la ciudad, no era que le asustara pasearse por las calles oscuras a la madrugada, pero la idea de ser uno número más en las estadísticas de asesinatos no le hacía mucha ilusión.

Kris, el dueño del bar, rápidamente quitaba los vasos y botellas vacías de las mesas, la noche había sido larga y agitada, por lo que todos ansiaban volver al calor de sus hogares lo más pronto posible. A LuHan le daba lo mismo estar ahí o en cualquier parte, JongIn prácticamente estaba viviendo con KyungSoo, por lo que nadie lo esperaba en casa y nadie lo extrañaría si una noche decidía no regresar. De cualquier forma, esa noche no sería la que decidiría desaparecer de esa miserable vida, así que tomó un mantel y un trapo húmedo de la barra e imitó a Kris.

Las propinas eran escasas, considerando que la mayor parte de los clientes eran universitarios parásitos, así que no se hizo muchas expectativas, al menos no hasta que llegó a la mesa número siete. No, no había una fortuna en forma de arrugados billetes; en su lugar, una lata de cerveza se burlaba de él. Con un suspiro, la tomó y sopesó con una mano, adivinando de antemano que estaría casi llena. Incluso ahí, con el bar casi completamente vacío, podía sentir esos ojos marrones sobre su figura. Xiumin, así se llamaba, Kris se lo había dicho, solo iba al bar los días en que LuHan cantaba. Pedía una cerveza a media noche, la habría y jugueteaba con la lata hasta que se marchaba. Nunca se había quedado hasta el final de alguna presentación de LuHan. Nunca había bebido algo más que una cerveza. Nunca había hablado con alguien aparte de Kris.

LuHan se preguntaba quién era, de dónde vendría, ¿alguien lo espera en casa?

No hacía mucho para saciar su curiosidad, simplemente cantaba y, cada cierto tiempo, se aseguraba de que sus ojos siguieran sus movimientos. Había algo en esa mirada que a LuHan hipnotizaba, algo etéreo y milenario, como un misterio universal. Una melancolía casi inhumana. Simplemente fascinante.

Algún día –LuHan pensaba-, podremos hablar como personas civilizadas.

Por el momento, se aseguró de que nadie estuviera mirando, y, con un revoltijo de mariposas radioactivas en el estómago, saboreó la cerveza desvanecida con sabor a un fascinante desconocido.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

La noche era tibia deleitando a las personas que transitaban la calle, estaba a puertas del invierno y todos se preparaban para refugiarse de la nieve a penas esta llegara implacable.

Xiumin los observó con una sonrisa, todos tan ajenos al mundo, a él. Nadie podía imaginar que uno de ellos no volvería a casa. Nadie imaginaba los verdaderos peligros que asechaban desde las sombras.

Las piedras crujían bajo sus pies y las suelas gastadas de sus botas no dejaban huellas, nadie podría rehacer sus pisadas ni seguir su camino. No había pistas.

El vientre rugía insaciable y la garganta la sentía en carne viva, el hambre lo estaba consumiendo tanto como él anhelaba consumir a alguien. Pero era día viernes y tenía una necesidad más apremiante que simplemente beber del cuello de un humano.

Ese humano, el de los ojos que brillaban como las estrellas en el cielo nocturno, el del aroma a menta y bosque, el de voz adormecedora, el humano al que el cuerpo de Xiumin anhelaba, cruzaba la calle en soledad y le sonreía a la nada.

Siguió sus pasos en silencio y, minutos después de hacerlo LuHan, atravesó el portal del bar.

La noche era tibia, avisando una serena lluvia de bienvenida a un invierno despiadado, pero Xiumin sentía el calor recorrer sus venas muertas. Los colmillos le herían el interior de los labios y la saliva llenaba su boca con una sed voraz. LuHan estaba tan cerca, tanto que podía oler el perfume de su piel, sentir el calor de sus venas. Durante dos años había ido a ese bar a alimentar su sed, a anhelar algo que no podía tener porque aún conservaba una ínfima parte de su humanidad. Si Xiumin pudiera ser lo suficientemente afortunado como para entrar al Cielo al morir, aspiraría a encontrar a un ángel como él. Con su existencia eterna, solo deseaba llevarlo a ese lugar donde el sol nunca brillaba.

Buscó su asiento habitual y lo encontró como cada noche, aguardando impoluto por su presencia. Estaba seguro de que todos lo esperaban, con una cerveza fría que nunca podía beber completamente. Probablemente también sabían que solo iba por el cantante y su sangre que debía ser exquisita.

Kris, un tipo alto de origen chino, se acercó a su mesa y le tomó la orden. No hubo sorpresa en su pedido y, pronto, la cerveza estuvo frente a él.

- Kai no podrá venir esta noche, dice que KyungSoo está enfermo o una mierda así –ignoró todas las conversaciones a su alrededor y las miradas curiosas que se dirigían a su persona y solamente escuchó a Kris hablándole a LuHan.

- Lo cubriré.

Esa era una de las tantas cosas que admiraba de LuHan, la buena voluntad que tenía siempre que alguien lo necesitaba. Podía ver en sus ojos las cicatrices que la vida le había provocado, pero de todas formas seguían sonriendo de esa forma deslumbrante, tenía esa fortaleza inquebrantable que Xiumin había perdido hace demasiado tiempo.

Lo vio moverse con destreza por todo el lugar. Les sonreía a las chicas que le coqueteaban e ignoraba diplomáticamente el asecho de los hombres que lo miraban con lascivia. Xiumin sonreía con él, gruñía cuando alguien intentaba propasarse y casi suspiraba cuando escuchaba su voz cantarina. Su aroma delicado se desperdigaba por todo el lugar, embriagándolo y aumentando el hambre.

Alrededor de una hora después de su llegada, ligeras gotas de lluvia comenzaron a azotar las ventanas, creando una suave melodía que le recordaba al pasado.

Lo humanos solían ocultarse de la lluvia, escapar de su belleza y resguardarse secos en sus hogares. En invierno, el hambre aumentaba y el alimento escaseaba en las calles, debía encontrar algo para beber esa misma noche o muy pronto comenzaría a debilitarse y acabaría convirtiéndose definitivamente en un monstruo.

- ¿Quiere servirse algo más? –no lo vio venir, ni siquiera sintió su aroma acercarse, de pronto simplemente tuvo a LuHan a un solo paso de distancia.

Llevaba un mantel rodeando la cintura, una libreta en la mano y mordisqueaba la tapa azul del bolígrafo. Sus pestañas castañas revoloteaban sobre sus ojos cuando parpadeaba rápida e hipnóticamente.

- Para esta noche lluviosa –sus ojos vagaron hacia la ventana empañada, al otro lado, la lluvia caía con fuerza, creando pequeños charcos ahí donde el asfalto se desnivelaba. Una sonrisa delicada surcó su rostro y Xiumin sintió un calor muy distinto al hambre recorrer su cuerpo-, tal vez sería bueno un café.

¿Café? Xiumin había escuchado a muchos humanos hablar sobre eso, beberlo y gemir al degustarlo. Podía olerlo, cargado y caliente, en días fríos; dulce y con hielo en días cálidos. Pero nunca lo había probado, apenas había acostumbrado a su cuerpo a soportar unos cuantos sorbos de cerveza, no sería capaz de soportar una taza de café.

Sin embargo…

- Eso suena a una excelente idea.

Las pestañas de LuHan volvieron a agitarse con violencia, Xiumin casi podía olfatear los delicados vendavales que provocaban, y asintió con una sonrisa que silenció a la lluvia.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

Lo vio sonreír, Xiumin nunca antes había sonreído. Y LuHan sonrió con él, ¿quién podía no hacerlo cuando contemplaba esa sonrisa chueca y graciosa? Incluso sonriendo de forma despreocupada, el tipo parecía sacado de una revista.

Sacudiendo la cabeza, volvió a sus tareas. Mientras esperaban a que el bar se llenara un poco más, siguió atendiendo las mesas que le debían tocar a JongIn. Algunos clientes más permanentes preguntaron por el moreno, pero todos se veían felices de que fuera LuHan y no Kai quien los atendiera en esa noche fría y mojada.

El café de Xiumin estuvo rápidamente y LuHan debió asegurarse de respirar con regularidad antes de decidirse a llevarlo. Primero, se aseguró de que todo en él estaba perfectamente ordenado, desde su cabello hasta la ropa que cubría su cuerpo. Segundo, tomó un par de medias lunas y las puso sobre un plato en la bandeja con el café. Tercero, se aseguró de que el diseño con la crema fuera simple, pero perfecto. Finalmente, tomó la bandeja y, con toda la gracilidad que los nervios le permitieron, lo llevó a la mesa.

Xiumin volvió a sonreírle y LuHan tomaba esa sonrisa como su pago.

Lo vio probar el café y hacer una mueca de desagrado luego de tragar apenas.

- Está… amargo.

- ¿Necesitas azúcar? –preguntó antes de procesar sus palabras y se avergonzó de la desesperación con que estas sonaron.

- ¡No, no, no! Es solo que no estoy acostumbrado al café, realmente –lo vio tomar otro sorbo, pero esta vez con más seguridad-. Muchas gracias.

LuHan lo observó en silencio durante unos minutos, antes de darse cuenta de que estaba siendo completamente ignorado.

Con el rostro rojo de vergüenza, se dirigió a la cocina y se quitó el mantel, ya había suficiente gente como para ponerse a cantar y no ser ignorado, de nuevo.

Antes de acomodarse sobre la pequeña tarima ubicada en un rincón, vio a Xiumin salir casi corriendo del lugar. Quiso seguirlo, pero era plenamente consciente de que no era de su incumbencia lo que le pasara a un desconocido.

Suspiró y caminó hasta su mesa para limpiarla. La taza de café estaba vacía y las medias lunas intactas. El peso del salero sostenía en su lugar a los billetes que habían quedado como propina. Ni en una semana de propinas LuHan habría hecho tal cantidad de dinero, por lo que no dudó en guardarlo en el bolsillo de su pantalón y llevar las loza sucia a la cocina para volver a su lugar en la tarina y cantar un rato.

El resto de la noche pasó sin ningún contratiempo, cantó un rato, volvió a reemplazar a Kai y, cuando el sueño comenzó a atacarlo, decidió que era hora de volver a casa. Al día siguiente no tenía clases, por lo que planeaba pasar todo el día envuelto a las mantas de su cama, levantándose apenas para ir al baño.

Se despidió de Kris con una sonrisa y se envolvió el cuello en una gruesa bufanda. La lluvia había dejado de caer, pero de seguro hacía un frío de los mil demonios, por lo que deseaba llegar lo más pronto posible a su departamento y abrigarse para no salir hasta su próxima clase.

El bar estaba ubicado justo en la separación de la parte acomodada de la ciudad con la más humilde, he ahí la razón de que su clientela fuera tan variada. Debido a que no le emocionaba la idea de derrochar su dinero gastando en un departamento muy caro, debía dirigirse a la zona más pobre. No le sorprendía que algunas farolas no iluminara y otras solo titilaran, los clichés de películas de terror no le atemorizaban. Los gatos abandonados o los ratones rumiando la basura, tampoco. Pero eso no evitó que un grito ahogado escapara de su garganta cuando alguien lo detuvo desde la espalda y todo lo que se escuchó en la noche tenebrosa fue una respiración errática sobre su oreja.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).