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Ojos Cerrados por Kuromiyano

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El apartamento de Neil era exactamente igual al de Daniel en cuanto a espacio pero era totalmente diferente en contenido a diferencia de la cocina y el montón de libros en cuatro estantes de gran altura. En vez de sillones Neil tenía grandes almohadas dispersas en una enorme alfombra verde y acolchonada, al igual que su habitación que solo ostentaba un armario como mueble pero como cama un gran colchón y múltiples almohadas en este. El no contenía armas en su departamento, porque no eran necesarias en su caso. Neil estaba perfectamente bien con su bastón, él era la cabeza que armaba el plan a seguir, no necesitaba nada más allá de su cabeza para subsistir desde que se unió a Daniel como compañero de trabajo.

Por el olor al llegar al complejo de apartamentos y estructura de una que otra cosa que toco al entrar, más los pocos ruidos molestos que rodeaban a la edificación concluyo que no estaban en un complejo de mala muerte como en ocasiones anteriores, era un edificio que se podría considerar para gente con muchos recursos más no para exagerar.

Sus trabajos, según el mapa de la ciudad que le habían dado con anterioridad, quedaban un poco lejos de ahí, un poco cerca de una empresa con fama mundial alrededor del mundo “Kelly. Corporation”, en donde según Vincent, el Señor Richard suele frecuentar debido a múltiples negocios con ellos. Por supuesto que para tener ese aspecto en vigilancia, Daniel será quien estará a cargo de cuidar de los jardines decorativos de tan reconocida empresa mundial y él estará en la biblioteca a 2 cuadras de distancia de la empresa.

Pero no se apresuraría, tenían –según sus órdenes – que establecerse. En otras palabras que su presencia se sintiese de alguna manera estable en esa sociedad, algo nuevo en su modo de operar, jamás habían esperado más de 5 semanas para actuar, pero esta vez les pusieron un alto temporal antes de empezar. El tiempo siempre tiene que ver con la complejidad de la misión, entre más larga, más tedioso será llegar al objetivo.

Desempaco rápidamente para empezar a colocar sus velas aromatizantes por todo su departamento. Sus sentidos eran más sensibles que cualquier otra persona, por esa razón  no le importaba no tener vista. Si no veía, podía saber lo que le rodeaba a través del sonido, del tacto y del olor, él era casi un animal según Daniel.

Neil era tranquilo y expectante, atento a cada mínima cosa a su alrededor, manejaba la energía de su alrededor para saber si algo era amenazante o no, podía sentir el estado de animo de las personas y sobre todo las intenciones asesinas y se movía de acuerdo a ellas.

Neil no se veía como un “casi” animal, sino que para el hombre, él era perfectamente un animal tan peligroso como Daniel a la hora de atacar o incluso más.

Aun no conocía el edificio en el que vivían y considero buena idea aventurarlo un poco. Después de todo nunca se sabía que cosas podrían ocurrir. Salió de su apartamento dispuesto a inspeccionar el lugar y en lo que abría la puerta, escuchaba como otra se abría a unos cuantos pasos de distancia a la suya. No era la de Daniel, era un vecino.

Cerro su puerta con llave, estando atento a lo que la otra persona hacia porque no escuchaba ningún movimiento de parte del desconocido. Espero un momento después de bajar su mano de la manija y luego se dirigió hacia el que sería su vecino pensando en saludar.

 –Buenas tardes. –saludó inclinando la cabeza con respeto.

 –Buenas tardes. –respondió la mujer vecina con el mismo tono de cordialidad. –Usted debe ser el nuevo inquilino por lo que veo. –apuntó. La voz de la mujer era un poco ronca pero agradable al oído, hablaba en un volumen modulado arrastrando ciertas palabras. Y por el tono de voz, Neil podía asegurar que era el tipo de personas horriblemente directas. –Un placer conocerle, Elizabeth Koelpie. –se presentó dandole la mano a Neil quien por el fru fru de la ropa supo del gesto y correspondió.

 –Neil Sting, igualmente señorita Koelpie. –

 –Llámame Elizabeth,  no hay necesidad de formalismos si no hay trabajo. –corrigió Elizabeth pero a Neil le pareció curioso como a pesar de sus palabras el tono de cortesía no cambiaba ni un ápice. –Se acaba de trasladar hoy supongo, si necesita ayuda con alguna cosa puede consultarme si lo desea, como pudo notar estoy en la puerta de al lado. –ofreció sonriendo levemente. –Fue bueno conocerle en el momento, Si me disculpa, me tengo que ir. –

–Lo tendré en cuenta, muchas gracias por el ofrecimiento, nos vemos. –Neil podía oír los pasos de la mujer alejarse, parecía tener prisa. Le pareció prudente armar una relación de confianza con sus vecinos cercanos para poder cubrir cualquier sospecha que en el camino pudiera aparecer.

En base a sus datos, sabía que Elizabeth era una mujer considerablemente alta 1.73 de origen finlandés de parte de sus abuelos, italiano de parte de su padre y centroamericana de parte de su madre, era una mujer latina hermosa y atractiva al trato, de cabello caoba, largo y ondulado, tez trigueña, ojos marrones almendrados y cuerpo delgado y esbelto. Su trabajo consistía en negociaciones entre empresas de relaciones internacionales y manejo de producto mercantil de estas.

Y de acuerdo a lo poco que acababa de conocer, era una mujer diplomática, directa y probablemente fría en las negociaciones y primeras impresiones.

Dejando a Elizabeth a un lado siguió su camino por el edificio encontrándolo muy confortable, llego hasta el tejado en donde el viento corría de manera libre revolviéndole el cabello.

Decidió que sería agradable su convivencia en ese lugar por un tiempo.

……

Había dos cosas que había aprendido muy fuertemente al irse de casa para seguir sus estudios. La primera, era que tenía que ser tan independiente como fuera posible para poder seguir avanzando. La segunda, era que debía de evitar en mayor parte posible el no apegarse emocionalmente con las personas. La primera se lo enseño la partida del hogar, y la segunda su trabajo.

Esas eran dos cosas que siempre tendría presente y era por ello que en ese momento lograba desempeñar a la perfección su trabajo con mucha fluidez.

 –Señorita Koelpie, han llegado los trámites de exportación de la empresa Ford. –informó uno de los empleados de forma rápida mientras ella caminaba directo a su oficina. –Parece haber un problema con el número de productos que se calcula, ¡no son los esperados! –

 –Calma, el trato está cerrado,  contáctame con el proveedor en mi oficina, el producto debe de ser mandado pasado mañana, fue inteligente hacerlo con anticipación. –ordenó sabiendo exactamente el procedimiento a seguir.

 -¡Enseguida! –

 –Señorita Koelpie, los dos representantes de la empresa KING han llegado. –dijo una mujer acercándose apresuradamente a ella.

 –Mándalos a mi oficina en 10 minutos, necesito atender una llamada. –

 –Si señora. –

 –Y por favor, llama al presidente avísale que sus invitados han llegado a la ciudad. –agregó

 –Si señora. –

Llego a su oficina para contestar la llamada con los proveedores dándoles a entender el fatal error que habían  cometido y exigiéndoles los productos faltantes para el siguiente día sin falta, con una amenaza legal de por medio como incentivo principal. En cuanto termino la llamada dos hombres de traje entraron a su oficina, imponentes como unos reyes al igual que la empresa que representaban.

. –Así que, después de todo sigues trabajando aquí Elizabeth. –dijo Jean sentándose en uno de los  sillones junto a Albert. –Brian te sigue reteniendo como siempre. –

Elizabeth arqueo una ceja conteniendo un comentario sarcástico en la punta de su lengua, su fuerte nunca fue tratar con personas arrogantes como los que tenía enfrente, ese trabajo se lo dejaba felizmente a su jefe.

. –Señores. –saludó. –El señor Brian vendrá en un momento, espero que hayan tenido un agradable viaje en su vuelo con la clase media. –sonrió con intención, sabiendo de sobra la experiencia poco aristocrática que habían tenido esos hombres que no soportaban siquiera pisar un local normal en una ciudad sin un mayordomo.

Tanto Jean como Albert torcieron el gesto en desagrado no cayéndoles en gracia el comentario.

. –Fue…rápido afortunadamente. –contestó Albert de forma esquiva. –Mejor vayamos al grano querida, sabes a que hemos venido y no creo que haya necesidad de esperar a Brian para saber el lugar en que nos alojaremos. –

Definitivamente el área social de Elizabeth difícilmente seria el campo político, nunca sería capaz de mantener una sonrisa hipócrita por más de cinco minutos. Afortunadamente no tuvo que esperar más de lo necesario. Escucho la puerta de su oficina abrirse dejando pasar a un hombre de cabello caoba tupido peinado hacia atrás, con una perfecta sonrisa en el rostro y brillantes ojos grises, con un halo de carisma innato alrededor de él en un traje azul.

. –¡Mis queridos primos! ¡Qué alegría verlos aquí! –

Elizabeth sonrió al ver como los rubios rodaban los ojos tratando de mantenerse estoicos ante el entusiasmo de Brian, su jefe. Ahora ya no tendría que hacerse cargo de la molestia.

. – No has cambiado en nada Brian. –dijo Jean levantándose para recibirlo con un apretón de manos al igual que Albert.

. –¡Oh vamos! No digas eso, ¿Qué sería de nosotros si fuéramos siempre los mismos de ayer?-

. –En tu caso, nada. –dijo Albert  causando una risa en Brian. Albert interpreto el gesto como una burla y lo fulmino con la mirada haciéndole saber su disgusto. Un disgusto perfectamente ignorado.

Elizabeth estaba tentada a recordarles a sus invitados que estaban en su oficina y que sería una gran ayuda que se fueran de ahí. Miró significativamente a Brian mandándole una muda advertencia y orden,  sabía que Brian había captado el mensaje.

. –Bueno, no los hare esperar más. –saco una tarjeta y un folder amarillo de su saco. –aquí está la información de su hotel temporal y los datos que mi adorada tía me pidió para que escogieran sus hogares también temporales. – Jean las tomo en sus manos. –Fue bueno verles por menos de 10 minutos primitos. –sonrió burlón disfrutando  la cara hastiada de ambos hombres.

. –Sigues siendo demasiado…eufórico para nosotros Brian. –dijo Albert acido, listo para irse en ese mismo momento si era posible. Miró a Elizabeth que hasta ese momento no se había molestado en pronunciar palabra alguna y solo se había dedicado a observar a la familia dispar. –Si en algún momento ya no lo soportas, siempre serás bienvenida con nosotros Elizabeth. –la oferta le dio un escalofrió a la mujer que trataba de mantener las apariencias, sobre todo cuando Albert le sonrió con una pizca de coquetería que lo hacía parecer más atractivo  y sensual. Pero para fortuna de Elizabeth y mala suerte del otro, Albert no era ni por cerca el tipo de hombre de Elizabeth.

. –¿Sabes Albert? Si actuaras así de galán conmigo mi tía estaría encantada contigo. –comentó Brian haciendo brincar bufón sus cejas. Albert ante sus palabras le dedico una desagradable mueca de desacuerdo.

. –Mi madre está muy feliz conmigo Brian, mi trato contigo es totalmente innecesario en mi diario vivir. ¡Vámonos  Jean! – el mencionado asintió.

Los dos rubios salieron de la oficina dejando a Brian y a Elizabeth solos.

Se miraron por un momento y con una muda interpretación de sus gestos empezaron reírse libremente de la situación. Elizabeth un poco más reservada que Brian.

……….

Daniel estaba leyendo un libro sobre la fertilización de la tierra y  sus propiedades en ese momento, Neil entro al departamento desviando la atención de Daniel del libro hacia él.

. –Buenas Noches. –saludó educado con la usual inclinación de cabeza. Daniel cerro el libro dejándolo en la mesa de centro y se acomodó en el sillón apoyando sus pies en la misma mesa.

. –¿Traes vino? –preguntó al verlo sostener una bolsa.

. –Es sidra de manzana. –

. –Funcionara, trae las copas de la cocina, están en la encimera pegada a la pared colgadas. –indicó vagamente sabiendo de antemano que Neil no tendría problema en encontrarla.

Neil sirvió el líquido en las copas transparentes, ninguno de los dos estaba realmente con ganas de armar una conversación así que solo se dedicaron a beber todo lo que Neil había traído. El bajo contenido de licor difícilmente les afectaba sin importar la suma de esta, Daniel se dedicaba a observar por un corto momento las vestimentas de su compañero, siempre oscuras para no tener problemas a la hora de combinar y verse presentable para cualquiera, lo único de color vivo que Neil siempre llevaba era su cabello pelirrojo, sedoso y brillante. El verlo lo reconfortaba, le hacía recordar que estaban en el presente y que el pasado estaba atrás muy lejos de ellos.

. –Hoy… -empezó Neil dejando a un lado su décima copa. –Conocí a nuestra nueva vecina, su nombre estaba en el registro de gente del edificio: Elizabeth Abigail Koelpie Torreli. –

Daniel escucho perezoso recordando vagamente el nombre en algún lugar de los papeles que le habían dado.

. –Te dejare la convivencia social a ti, es un martirio para mi siquiera verles la cara. –dijo Daniel buscando zafarse de la siguiente propuesta de su compañero.

. –Creo que sería mejor que los dos creáramos una relación de confianza con nuestros vecinos, tomando en cuenta el tiempo que estaremos aquí. –

Daniel suspiro tratando de aliviar el nudo en su pecho que normalmente era un indicador de irritación y total desacuerdo que llevaban usualmente a un berrinche suyo.  Volvió a suspirar pesadamente tragándose la réplica.

. –¡Lo que sea! –contestó a secas, Neil negó con la cabeza, se esperaba algo por el estilo. –Tch, me obligan a trabajar como jardinero y encima me piden esto….increíble. –murmuró para si mismo.

. –Que tengas una buena noche Daniel. – se despidió Neil, Daniel no contestó, solo lo miro penetrantemente algo que él ignoró magistralmente.

Al irse Neil, Daniel se quedó unos segundos tirado en el sillón mirando el libro tirado en la mesa de centro inhalando y exhalando profundamente antes de ir a su habitación. Se despojó de su camisa tirándola al piso y se recostó en su cama colocando sus antebrazos detrás de su cabeza ya nada importaba de ahí hasta la mañana siguiente.





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