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Amor Inmortal por LevitaHatake

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Notas del capitulo:

Hola a todos ♥ Espero que se encuentren lo mejor posible~


Aquí tienen la novena parte de esta historia ;0; espero que les agrade este episodio, de alguna forma u otra, siento que ya pronto esta historia despegara a su punto principal.


Este episodio tuvo gran influencia y esfuerzo, ya que comencé un nuevo empleo y también adopte el pasatiempo de leer la saga de "Canción de Fuego y Hielo" durante los tiempos muertos de mi trabajo, jajaja xD Creo que tal vez (si no es que será muy obvio con ciertas frases o partes) se notara la influencia de dicha obra.


 


Como sea, espero que lo disfruten y les logre convencer para continuar leyendo sus próximos capítulos ♥

 

Aun no comenzaba el amanecer cuando el ejército del ave carmesí estaba levantando su campamento; sus tiendas estaban deshaciéndose y guardándose, al igual que todas las herramientas y armas, las carretillas estaban cargándose con provisiones, barriles llenos de agua y vino, grandes cajas llenas de verduras y cereales, los caballos y mulas de transporte estaban siendo preparados para iniciar el viaje.

Doflamingo había ordenado que la salida fuera lo más temprano y organizada posible.
Law había sido uno de los primeros en guardar sus pocas pertenencias.
El joven moreno despertó recordando la duda que habían dejado los hermanos Donquixote: ¿A qué se referían con lo de Dressrosa? ¿A qué se referían? ¿Era un objeto, lugar o persona?

En cuanto tuviera un momento a solas con Corazon se lo preguntaría.

Su marcha iba rumbo al noreste, saliendo de los límites de la ciudad libre de Sabaody.
Gran parte de los soldados extrañaría aquella ciudadela, en especial el gran puerto, en donde habían dejado sus navíos, encargados y pagando cierta cantidad de oro para su mantenimiento.

—Oye, Law…

— ¿Qué pasa, Baby?

Law iba cabalgando junto con la joven de cabello negro y ondulado, iban detrás de los comandantes, quienes iban justo detrás de Doflamingo y Corazon.

—Tuve un sueño extraño.

— ¿De qué trataba?

—Que tú y yo obteníamos poderes extraños, como los que usa Monet, pero de otra forma… No recuerdo muy bien los detalles…—respondió la joven con voz vaga.

— ¿Ah? Sí que fue un sueño. No creo que pudiéramos hacer algo como eso algún día…

—Pero todo era triste… Estábamos muy tristes y solos.

— ¿Cómo?

—Nos habíamos marchado, habíamos dejado el ejército—continuo Baby con su mirada violeta fija en el camino que tenía por delante—. Y estábamos teniendo problemas estando por nuestra cuenta…

—Qué cosas sueñas—comento Law con voz seca. Realmente no le había interesado mucho aquel extraño sueño de su compañera, pero, por otro lado, no quería ignorarla por completo así que decidió continuar su comentario—.  No te preocupes, si algo así llegara a ocurrir, no dejaría que nos pasara algo malo…

 

—Es un alivio saberlo— la muchacha sonrió, dando un vistazo a su alrededor noto que no eran los únicos en aquel camino. Observo un par de caravanas que llevaban varias carretillas, grupos más reducidos de hombres a caballo y varios viajeros solitarios que dependían solo de sus piernas para llegar a sus destinos.

De pronto advirtió un rostro familiar dentro de una caravana que llevaba bastantes carromatos consigo; reconoció a un hombre moreno de erizado cabello oscuro y semblante hosco, era aquel sujeto que le había auxiliado un par de veces en la ciudadela de Sabaody.
Casi como si aquel hombre pudiera darse cuenta cuando alguien estuviera mirándolo, volteo hacia ella y después de unos segundos también le reconoció: La saludo haciendo un gesto con la cabeza y apenas dejando ver una sonrisa de cortesía que duro un instante hasta que regreso su atención hacia sus compañeros.

 

—Es el…

— ¿De quién hablas? —pregunto Law confundido.

—Ah, es que conozco a ese muchacho... Lo vi un par de veces.

— ¿En qué circunstancias? —inquirió el joven frunciendo el ceño y esperando a que la respuesta no estuviera relacionada al constante problema de acoso que sufría Baby por su ingenuidad.

—Lo conocí cuando estuvimos buscando a un sanador, y lo volví a ver cuándo entre a una tienda de espadas…

—Entonces, ¿no trato de cortejarte ni tocarte de manera vulgar?

—No, no… El… Fue muy serio todo el tiempo.

—Bien. Pero recuerda bien que siempre debes tener cuidado cuando tengas que tratar con desconocidos—le menciono Law con voz grave.  

 

En unas horas más, el ejército había llegado a la costa, pues la ruta se había trazado siguiendo los consejos de los viajeros expertos en aquel continente: Todos advertían que el camino más seguro era por la costa este, ya que, si seguían en una recta hacia al norte y al oeste, se toparían con una vasta zona montañosa, donde era sumamente difícil desplazarse para todo un ejército que llevaba bastante equipaje.
Para disgusto de Doflamingo, aquella ruta era su única opción, el líder había tenido que reprimir su frustración y mantener el mejor semblante para que el viaje no tuviera más inconvenientes.

El camino era bastante agradable, tanto por los escenarios y el clima que les ofrecía días soleados y frescos, brisas marinas y paisajes de playas que invitaban a descansar o quizás instalarse permanentemente ahí.

Tal vez llegarían a la zona céntrica de aquel territorio en un par de semanas y ya llegando a ese punto, les tomaría un mes o un poco más, llegar hasta su destino, si todo salía según lo planeado.

Era tanta la premura de Doflamingo que el ejército tuvo que marchar varios días, sin parar, día y noche, hasta que cierta tarde, más de la mitad de sus hombres demandaba un día de descanso.

 

—Ya era hora… Pensé que nos tendría así por un mes entero…—resoplo Corazon mientras se quitaba las botas y se sentaba sobre la arena de la playa en donde habían decidido acampar.

—Era eso o renunciar a muchos de sus hombres… No le sería conveniente—comento Law tratando de esquivar su mirada de la figura de Corazon, quien ya estaba quitándose sus prendas superiores.

Ambos estaban justo afuera de la tienda de Corazon, observando el atardecer que les ofrecía un cielo y un mar decorados en tonos naranjas, rosas y amarillos.

—Lo adoraran mucho pero el cansancio pudo más esta vez—y el hombre de cabello rubio se incorporó para estirarse—. Al menos el paisaje es agradable… Hace que este tedioso viaje sea mejor.

—Por cierto, Corazon, la última vez, Doflamingo menciono algo sobre…. No recuerdo bien como se decía…

—Ah, eso…—y el semblante de Corazon se tornó un poco más serio.

— ¿Es algo malo?

—No quisiera que fuese así…

— ¿A qué te refieres? ¿De qué se trata?

 

Hubo un silencio incomodo por casi un minuto, Law observaba con atención como Corazon trataba de disimular una mueca de desagrado, pero sus ojos reflejaban una total emoción de rechazo y resentimiento.

—Ven… Entremos a la tienda…—indico Corazon sin mucho entusiasmo. 


Aquella imagen era algo sorprendente para Law, apenas recordaba viejos y fugaces momentos de hace años atrás, de cuando Corazon había dejado ver una intimidante expresión como esa.

—Dressrosa es el reino a donde nos dirigimos, la meta de Doffy—informo el hombre de cabello rubio—. Es el reino más próspero de este continente: tiene las más grandes cosechas, es la principal región productora de alimentos, tienen las tierras más fértiles y según la opinión de muchos, es también la zona más bella que puedas encontrar de este lado del mundo…

— ¿Y Doflamingo que pretende hacer ahí?

—Conquistarlo todo.

— ¿Qué? Pero, supongo que un reino como ese ya tiene una fuerte defensa, no creo que hayan llegado a ser una región prospera sin contar con una buena guardia y ejercito… ¿Qué podría hacer Doflamingo frente a algo así? Es absurdo.

—Yo también lo pensé, creí que solo sería cuestión de tiempo para que Doflamingo cayera en cuenta de que conquistar un lugar como Dressrosa sería solo una fantasía, pero parece que el destino parece favorecerle cada vez más…

— ¿De qué manera?

—Con esa magia en la que insiste invertir cada vez más su fe y esperanza—respondió Corazon con voz amarga y fría—. Ese es uno de los métodos que Doffy pretende usar, aunque aún no sé exactamente como…  

 

El escuchar hablar a Corazon en aquel tono, tan serio y áspero, resultaba algo confuso para Law; por una parte, le preocupaba que dicho tema consternara tanto a Corazon (al punto de provocar que su semblante se tornara tan severo) querría hacer lo posible para que aquella inquietud…
Pero, en medio de aquel disgusto, Law encontró una extraña fascinación por esa faceta tosca de Corazon, sentía un leve cosquilleo que parecía desear que Corazon siguiera mostrando expresiones duras y peligrosas, para seguir deleitándose al admirarlas y recordarlas cada noche antes de dormir.

 

—Law…

— ¿Si?

—Sé que ya eres alguien capaz de tomar tus propias decisiones… Ya no eres un niño pequeño e indefenso, pero…—y Corazon se tomó unos segundos para continuar, ya que su voz había comenzado a titubear desde las últimas palabras—, si llegara el momento en que Doffy te pidiera que le ayudes como algo más que un soldado y con algo además de tu espada y fuerza… Prométeme que te negaras—declaro finalmente dejando atrás todo rastro de duda—.  Sé que puede ser algo muy exigente de mi parte, que no te debería prohibir nada a tu edad, pero puedo jurar que Doffy no planea nada bueno… Y yo… No quisiera verte involucrado en alguno de sus planes más complicados... Perdóname, Law. Tal vez esto llegue a costarte una vida mejor, lujos y algún título importante, pero…

 

—Corazon, no necesitas dudar al pedirme algo—dijo Law con voz seria y tranquila—. Negare cualquier petición extraña que Doflamingo llegue a decirme… Te lo prometo. Creo habértelo dicho tiempo atrás, te lo recordare de nuevo: Si estoy aquí es gracias a ti y solo permaneceré en este ejercito mientras tu sigas en el... No tengo otro motivo de continuar luchando bajo esa bandera.

—Law… Gracias…

—No tienes que agradecerlo. Corazon, mi lealtad está contigo, no con Doflamingo. Y así será hasta el último día de mi existencia—anunció el joven con solemnidad, mientras hincaba una rodilla y se postraba ante el con toda la devoción que podía concebir.

 

 

 

El rostro de Corazon dejo atrás aquellas expresiones adustas, para darle paso a una genuina y cálida expresión de alivio y felicidad, estaba realmente conmovido por las palabras de Law y la manera tan digna en que habían sido proclamadas.

—Deberíamos ir a refrescarnos un rato en la orilla del mar, antes de que anochezca…—soltó Corazon tratando de relajar un poco el ambiente—. Vamos… Podemos cenar algo de pescado…

 

 

Tras una tranquila noche de descanso, en cuanto el cielo de madrugada empezó a dar señales de que el sol comenzaría a salir, empezaron a levantar sus tiendas y retomaron su viaje.
Siguieron marchando rumbo al noreste, manteniéndose dentro de la ruta costera y pasando la mayor parte del tiempo evitando los descansos hasta que llegaran al siguiente pueblo o ciudadela lo suficientemente grande como para reabastecerse y conseguir más información respecto a la situación actual de aquellas tierras, bienes y mantenimiento para sus carruajes, carretillas y animales de transporte.

Cierto día, el paisaje comenzó a cambiar, pues la ruta costera estaba terminándose y estaba orientándose un poco más hacia al norte.  

 

—Tenemos que tener mucho cuidado, joven amo.

— ¿Por qué? —replico Doflamingo mientras observaba el mapa que uno de sus nuevos subordinados había tendido frente a él. Doflamingo se había encargado de conseguir nuevos reclutas que conocieran los caminos y tierras de aquel vasto continente.

—Esta parte del camino está muy cercana a la zona de las montañas… Cuentan que a las faldas de dichas cumbres rondan criaturas peligrosas, animales gigantes y feroces y los caminos parecen fundirse y confundir a los viajeros…

—No tenemos por qué temerles a unas cuantas bestias, ¿de qué se podría tratar? ¿Lobos, osos y gatos salvajes? Podemos con ellos, nos vendría bien una gran cantidad de carne como esa.

—Pero joven amo, también deberían preocuparnos el hecho de que cuentan que esas tierras pertenecen a un noble sanguinario, dicen que muchos han…

—Rumores y palabrería. Ya recuerdo haber oído algo así cuando estuvimos en Sabaody.

 

Y como si hubiera sido una invitación en lugar de una advertencia, llego el día en que Doflamingo anunció que iría a explorar los terrenos al pie de las montañas cercanas, para así tal vez, toparse con algún animal grande, enfrentarse a él para matarle, tomar su carne como alimento para su ejército y llevar como trofeo su piel y cabeza. Hace mucho que no cazaba, pues la ruta costera que habían seguido les había proporcionado alimento fácilmente, y había pasado más tiempo desde la última vez que sintió la emoción de una batalla.

 

—Corazon, Law, irán conmigo también—ordeno Doflamingo después de haber reunido a sus comandantes.

—Y yo que pensé que me libraría de la expedición curiosa de Doffy…—murmuro Corazon con desgana a Law mientras subía a su caballo.

 

Se dirigieron hacia aquellos rumbos en donde arboledas de robles y pinos comenzaban a cubrirlo todo hasta toparse con los cimientos de las montañas. Hasta el clima había cambiado mucho; hacía un poco más de frio y la tierra era ahora oscura, repleta de maleza, pedazos de troncos viejos, setas y piedras repletas de musgo.
Les recordaba a los viejos paisajes de los bosques en donde solían acampar en el viejo continente, pero había una gran diferencia en comparación de aquellos grandes bosques, este lugar emitía una intensa sensación hostil, era intimidante, como si en cada árbol y arbusto estuviera escondida una criatura y esta te observara sin cesar, escudriñando cada detalle de tu ser.

 

—Doffy, este lugar no es normal, vamos, regresemos con los demás—dijo Corazon después de experimentar la incómoda sensación de una pesada mirada sobre él, aunque no estuviera seguro de donde o que la producía.

 

—No te acobardes así, Rosinante. No es nada… Solo estas nervioso al dejarte engatusar por esos viejos cuentos…

—Me sorprende oír que dudes de esa clase de temas cuando compartes lecho con una chica que puede crear nieve de las palmas de sus manos…—comento Corazon con recelo.

 

Doflamingo soltó un bufido que pareció una débil risa y prosiguió a explorar, haciendo caso omiso a lo que le había pedido su hermano menor.
No encontraban ni un ciervo, parecía como si todos los animales que pudieran haber habitado el bosque se hubieran esfumado al advertir su ingreso en aquel lugar.

 

—Ni un maldito ciervo…—se quejó Doflamingo al detener su caballo justo al pie de la base rocosa de un monte.

—No te preocupes, mi señor, mire hacia arriba…—señalo el comandante Diamante dirigiendo su mirada azul hacia la montaña.

 

Un gran halcón estaba volando sobre ellos y se había posado sobre una gruesa rama que salía entre unas grietas de la cordillera.
Observaron al ave, juraron que el imponente halcón estaba vigilándolos desde allá arriba, casi burlándose de su incapacidad de subir a por él.

 

—No creo que un halcón como ese se pueda cazar—opino Corazon—. Son demasiado rápidos y listos como para ser nuestra presa. Regresemos al campamento…

—Te rindes fácilmente…—y Doflamingo empezó a preparar arco y flecha para apuntar hacia el ave.

—Deberían escuchar al hombre de la armadura de Corazon—dijo una gélida voz que pareció resonar por todo el lugar.

 

Doflamingo aparto el arco y la flecha para desenvainar su espada, al igual que el resto de sus acompañantes. La voz que escucharon fue algo que los conmociono; había sido el eco de una voz seria y grave. No alcanzaban a ver a nadie más cerca de ellos… Hasta que Law volvió a dirigir su mirada gris hacia las alturas y entonces pudo notar que alguien descendía hasta toparse con ellos en la base de la montaña.  

 

—No puede ser… ¡ATENTOS, VIENE DE ARRIBA! —grito Law advirtiéndoles y fijando su atención en Corazon, asegurándose de que se alejara lo más que pudiera y se mantuviera a salvo.

 

En unos segundos, Doflamingo y compañía estaban atónitos al ver que un individuo aterrizaba ante ellos, de manera grácil.

Era un hombre, aunque no estaban seguro si era verdaderamente humano debido a su sorprendente habilidad; tenía una barba corta exquisitamente bien delineada y cuidado, patillas que enmarcaban su intimidante y atractivo rostro, piel pálida, cabello oscuro escondido debajo de un sombrero de ala ancha adornado con una gran pluma. Vestía elegante, con un abrigo largo color negro con mangas de color rojo oscuro; de su pecho colgaba un crucifijo dorado. Pero lo más llamativo de aquel sujeto era sus impresionantes ojos dorados que recordaban a los de un halcón.

 

— ¿Quién eres? —soltó Doflamingo mientras dirigía su mano hacia su espada. 

—El derecho de hacer esa pregunta me corresponde a mí—dijo el hombre de ojos de halcón— ¿Quiénes son ustedes? ¿Creen que pueden venir a cazar sin más en este lugar?

—Yo puedo cazar en donde yo desee—repuso Doflamingo comenzando a esbozar una gran sonrisa amenazante—. ¿Te crees el dueño de este espantoso bosque?

—No necesito creerlo, lo soy…—afirmo el sujeto de ojos dorados al tiempo que materializaba en su mano derecha una gran espada de hoja negra curvada, con una empuñadura de oro decorada con gemas rojas que recordaba a una cruz debido a sus largas extremidades, aquella espada era casi tan grande que tenía la misma altura de su dueño.

 

Al ver la majestuosa espada, todos retrocedieron, todos excepto Doflamingo.
El líder del ejercito del ave carmesí sonrió con más audacia, tomo su posición con la espada y sin dudar se dispuso a aceptar un duelo.

 

—Eres más estúpido de lo que aparentas—comento el misterioso hombre de la espada de cruz.

 

En menos de un segundo, fue demasiado rápido para ser captado por la mirada de todos los presentes, el torso de Doflamingo había recibido un gran corte, que iniciaba desde debajo de su pectoral derecho hasta llegar al hombro. Ni siquiera la armadura pudo protegerle ante la inhumana habilidad del hombre de ojos de halcón.

 

—Pero… ¿cómo pudo…?  —musito Doflamingo al percatarse de su herida que ya emanaba hilos de sangre.

— ¡DOFFY…! —Corazon fue el único que se atrevió a acercarse a su hermano y tratar de auxiliarle, sosteniéndole con cuidado y tratando de contener la hemorragia con un pañuelo que Corazon llevaba consigo.

—Considera esto como una advertencia—declaro el guardián del bosque con voz grave y serena—. Si tienes el suficiente descaro y estupidez de volver a pisar estas tierras con propósitos indignos, tomaré tu vida y tu cuerpo será alimento para los cuervos y halcones.

—Maldito seas…—gruño Doflamingo tratando de ignorar el dolor de su herida.

—Doffy, déjalo, no vale la pena que mueras aquí…—murmuro Corazon realmente preocupado por el estado de su hermano mayor.

—Suéltame, Corazon…—y Doflamingo trato de erguirse, dirigiéndose al hombre de ojos dorados, adoptando el semblante más orgulloso y fuerte que podía concebir—. La próxima vez que te vea… Seré yo quien tome tu vida y alimente a los animales con tu cuerpo. Dime tu maldito nombre, lo grabare bien en mi memoria…

 

—Un ser como tú no merece saber mi nombre—replico aquel sujeto mientras desvanecía su gran espada—. Salgan de aquí pronto, o volveré ante ustedes, provocando que sea la última ocasión en que sus corazones palpiten.

 

Y en un instante, aquel hombre comenzó a alejarse, hasta que se perdió entre la espesura del bosque.

 

—Rápido, suban a Doffy a su caballo y volvamos al campamento…—ordeno Corazon.

 

Aquella noche tuvieron que hacer otra parada. El hechicero y maestro Cesar atendió eficazmente la herida de Doflamingo, pero a pesar de que el dolor físico se había aliviado, existía algo más que no podría sanarse con facilidad, y eso era su orgullo.

 

—Lo matare… Y pondré su cabeza en una pica para que las aves carroñeras se diviertan con ella y arrojare su cuerpo a los lobos—dijo Doflamingo desde su cama.

—Ya basta, Doffy. No podrás hacerlo… Ese sujeto… No, no era un sujeto, sea lo que sea, es una cosa fuera de nuestro entendimiento, ni siquiera pudimos percatarnos de cuando te ataco—señalo Corazon con voz cansada. Corazon estaba sentado en un taburete al costado izquierdo de la cama de su hermano mayor—. No te conviene enfrentarlo, no tienes la necesidad de…

—Sí, si tengo, ¿Qué acaso no te cabe en la cabeza la forma tan estúpida y fácil en la que me humillo? —replico Doflamingo alzando un poco la voz, aunque realmente trataba de mantenerse lo más relajado que pudiera.

—Por eso mismo te estoy pidiendo que olvides esa idea, no puedes derrotarlo, aunque llevaras a todas las tropas, o incluso recurrieras a los poderes de Monet… No creo que puedan hacerle frente tan fácil… Y creo que no valdría la pena averiguarlo…

 

—No lo olvidare… Cuando sea el rey… Cuando consiga más poder… Me encargare de él…—se prometió Doflamingo mirando receloso hacia su espada que yacía a un par de metros de él; esa espada que había sido completamente inútil en dicha situación.

 

Y de pronto se puso de pie, con mucho cuidado, adoptando un semblante decidido y sombrío.

 

—Por favor, llama al maestro Ceasar y a Monet… Tenemos muchos asuntos que discutir y cosas que arreglar y mejorar.

 

—Doffy…

 

—Y si tienes intenciones de seguir tratando de disuadirme y de criticar cada método que me plazca utilizar, puedes irte a dormir de una vez—advirtió Doflamingo con voz áspera, dándole la espalda a su hermano menor.    

 

 

 

Un par de semanas después, el ejercito del ave carmesí se encontraba a unos kilómetros de llegar a la región de Las Siete Aguas; era una vasta zona repleta de pequeños poblados (todos estos asentados cerca de uno de los siete ríos que cruzaban por aquellas tierras) y una gran ciudadela portuaria que era famosa por ser cuna de los más hábiles carpinteros y constructores de todo tipo de navíos.

 

—Corazon… Te encargaras de esperarme aquí—señalo Doflamingo en el mapa que estaba extendido sobre la mesa de su tienda—. Hace días mandé un ave con un mensaje hacia Sabaody, indicándoles que quería que trajeran la flota hasta el puerto de Las Siete Aguas, tú serás el encargado de recibirla y ver que todo esté en orden. Solo habrá un barco que no llegará…

 

— ¿Y qué sucederá con ese barco?

 

—Lo usare para un viaje.

 

— ¿A dónde iras? —pregunto Corazon consternado, mirando totalmente confundido a su hermano mayor—. ¿Por cuánto tiempo? Pensé que tu llegada a Dressrosa tenía que ser lo más pronto posible…

 

—El incidente con aquel imbécil del bosque me abrió los ojos—comenzó a explicar Doflamingo, caminando lentamente alrededor de la mesa—. No puedo llegar a Dressrosa siendo tan débil…

 

—Pero según tus investigaciones, Dressrosa no cuenta con defensas o fuerzas ofensivas de ese tipo…

 

—No puedo arriesgarme. Y no quiero seguir en este estado tan mediocre, ahora que sé que puedo conseguir algo mejor…

 

— ¿Algo mejor? ¿Y cómo quieres conseguirlo?

 

—El maestro Ceasar sugirió que en las tierras oscuras del sureste hay una ciudad que alberga a los mejores hechiceros y brujas del mundo, en ese lugar podría estar la clave que necesito para fortalecernos… Iré a ese sitio, con Monet y el maestro Ceasar, nos tomaría un mes y un par de semanas ir y regresar. Pero no puedo saber cuánto tiempo necesite estar ahí…

 

—Doffy… No estamos tan lejos de Dressrosa, podemos llegar y encontrar el modo más digno y tranquilo de ganarnos al rey y a toda su corte; si lo planeas bien todo podría realizarse sin problemas, sin tener que recurrir a magia y poderes extraños que podrían dañarte de por vida…—dijo Corazon con una voz que pretendía estar en calma, pero había un deje inconfundible, un ligero toque de súplica y desesperación—. Por favor, olvídate de esos métodos de hechicería, olvídate de lo que pueda ser capaz de hacer Monet y busca otras formas de…

 

— ¿Recuerdas la batalla que tuvimos en Arabasta? —le interrumpió Doflamingo bruscamente.

 

—No podría olvidarla. Fue un acto terrible…

 

— ¿Puedes evocar las expresiones en los rostros de aquellos a los que Monet ataco?

 

—Claro que si…

 

—Entonces ahí está tu respuesta. No puedo, ni deseo, ignorar ese tipo de reacciones. No quiero desaprovechar lo que ella pueda ser capaz de inspirar en nuestros enemigos, semejante terror y poder… Un hombre asustado es un hombre vencido, Rosinante. Y quizá, yo mismo pueda hacer tales cosas, pienso averiguarlo y tratar de dominarlo.

 

 

Luego hubo un pesado silencio que duro un par de minutos hasta que Doflamingo habló de nuevo:

 

—Confío en ti para que cuides de la flota, de todas nuestras pertenencias y de todas las tropas quienes se quedaran contigo. Sé que, si se los ordeno, en especial si tú te quedas aquí junto con los comandantes, permanecerán fieles a mi bandera, ¿Puedo contar contigo?

 

Corazon soltó un pesado suspiro, miro amargamente el mapa y la región en donde se instalaría el ejército, a la espera de que su hermano mayor regresara de su absurda y peligrosa misión.

 

—De acuerdo... Te esperare… Te esperaremos ahí—acepto finalmente Corazon, desviando la vista hacia un rincón de la tienda.

 

Doflamingo esbozo una gran sonrisa llena de satisfacción, poso su mano derecha sobre un hombro de su hermano y le dio un par de palmadas de complicidad.  

 

Para cuando Doflamingo tuvo que partir, el líder de cabello rubio convoco a todo el ejército para anunciar su despedida temporal, así como dejar en claro que sus comandantes, y en especial Corazon, estarían a cargo durante su ausencia.

 

— ¡Les prometo que mi viaje no será en vano…! — dicto Doflamingo con voz fuerte y clara—. ¡Regresare, con grandes habilidades y sorpresas y, a partir de ese día, no volveremos a ser el mismo ejército…!

 

Una gran ovación fue dedicada a Doflamingo, aunque hubo algunos quienes no alabaron su plan, entre ellos, Law y Corazon.
Law estaba más concentrado en observar como el rostro de Corazon reflejaba su descontento y parecía querer marcharse de ahí lo más rápido posible.

Para cuando Doflamingo tenía todo su equipaje listo y todos sus acompañantes estaban sobre sus caballos, el líder del ejercito del ave carmesí se dirigió a su hermano menor para darle unas últimas recomendaciones y una sonrisa llena de confianza para asegurarle que estaría de vuelta pronto.

 

—Cuídate mucho, Doffy…—musito Corazon, resignándose.

—No te preocupes, Rosinante. Todo saldrá bien—aseguro el otro mientras se ajustaba sus guantes de cuero negro.

—Eso espero… No quiero que vuelvas convertido en un monstruo…

—Ja, pues pretendo regresar al menos con la fuerza de uno…—replico Doflamingo.

 

Corazon hizo una mueca que reflejo su molestia ante ese comentario mientras su hermano mayor montaba su caballo y se despedía de todo el mundo con un gesto de mano.

 

— ¡Hasta luego…!

 

Y Doflamingo y su pequeña escolta empezó su marcha, de regreso hacia al sureste, a paso apresurado.
No paso mucho para que salieran del alcance de la vista de Corazon.

 

—Corazon…

 

— ¿Qué sucede, Law?

 

El muchacho había llegado junto a él, situándose a sus espaldas.

 

—Veo que no te sientes bien…—dijo Law con voz cautelosa—. ¿Puedo ayudarte en algo?

 

Corazon se volvió para mirarlo directamente, dio un suspiro y al ver que aquel muchacho se mantenía tan serio y con toda la disposición de apoyarlo, sonrió con indulgencia y negó con la cabeza.

 

—Por ahora no es necesario… Tengo que ir a discutir ciertos asuntos con los comandantes, pero…—y Corazon se acercó a Law, posando una mano sobre un hombro del joven—, Créeme que te tomaré la palabra una vez que empecemos la marcha hacia el puerto de “Las siete Aguas”. Te lo agradezco.

 

Law sonrió discretamente, una leve sonrisa que no podía intensificarse más debido a que Law trataba de no mostrar sus emociones tal cual las sentía en su interior.

 

—Muy bien, no dudes en requerirme para cualquier cosa que necesites—le aclaro Law volviendo a adoptar un semblante totalmente serio.

 

—No podría olvidarlo—le dijo Corazon con la misma sonrisa paternal—. Ahora, discúlpame… Nos veremos más tarde.

 

 

Al día siguiente, el ejercito del ave carmesí se encontraba alistándose para continuar su viaje.
Corazon lucía muy tenso al momento de dirigir tropas y dar instrucciones que usualmente daría su hermano mayor.

Afortunadamente, todos siguieron sus órdenes sin protestar; era evidente que todos aquellos hombres creían fervientemente en Doflamingo y en sus palabras.

 

Tardaron un par de semanas en llegar hasta la zona portuaria; para ese entonces ya habían atravesado diversos pueblos y rodeado zonas en donde los ríos les cortaban el paso directo.

Y, tal como Law había propuesto, Corazon requirió la ayuda del joven moreno para dirigir a ciertos grupos durante el viaje.

 

Para cuando estaban a un par de días de llegar al puerto de “Las Siete Aguas”, tomaron un día completo de descanso, pues debido al viaje de Doflamingo, ahora no tenían por qué seguir con tanto apuro su marcha.

 

—Lo haces bien—comento Law a Corazon mientras comían conejo asado—. No te ha costado nada dirigirlos.

 

—No estoy tan seguro… Solo están aquí y hacen todo lo que hay que hacer porque Doffy se los ordeno—explico Corazon quien después dio un trago a su tarro de cerveza.

 

—Aun así, muchos aprovecharían para hacer algún desmán mientras Doflamingo no está aquí—le dijo Law casi pudiéndolo garantizar.

 

—Espero que esto termine pronto… Siento que ha pasado mucho tiempo desde que Doffy se fue…

 

— ¿Lo extrañas?

 

—Claro que si… Aunque sus motivos de viaje no hayan sido los mejores, espero que se encuentre bien en donde sea que este y que regrese sano y salvo—respondió Corazon bajando su mirada ambarina hacia el suelo cubierto de pasto y tierra oscura revuelta con piedras.

 

Law miro la mirada melancólica del rubio, le costaba mucho entender del todo ese tipo de sentimientos por parte de Corazon; por una parte, había momentos en que parecía que Corazon quería alejarse de su hermano y no volver a escuchar sus ideas y planes, y, por otro lado, existían ocasiones como esta en las que Corazon dejaba ver que sentía un cariño genuino por su hermano mayor y velaba por su bienestar.

 

—Volverá pronto… Tengo una corazonada—dijo Law después de unos segundos de silencio, como un intento de animar un poco a su amado Corazon.

 

— ¿Tú crees?

 

—Si. Doflamingo parece contar con una suerte extraña y se gana la confianza de la gente fácilmente, con eso a su favor, puede que su viaje sea más rápido y fácil…—señalo Law tratando de dar pruebas más convincentes de su recién construido presentimiento.

 

—Ahora que lo expones de esa manera…—balbuceo Corazon—. Puede que así sea… Ahora me siento más tranquilo al considerar esos detalles—y el hombre rubio esbozo una suave sonrisa tímida.

 

Para Law, el contemplar cada sonrisa que Corazon creaba era un hermoso regalo que grababa con gran esmero en su memoria para evocar su recuerdo en sus momentos de soledad y dificultad, aquellos gestos eran una de sus más grandes motivaciones y era un método infalible para tomar fuerzas durante sus batallas.
Ahora que Doflamingo se había marchado, dejando una preocupación constante en Corazon, Law tendría que esforzarse el doble por apoyarlo tanto en sus asuntos con las tropas, así como para menguar su ansiedad y hacerle sentir lo más tranquilo posible hasta el regreso de su hermano mayor.

 

Paso un mes y medio, las tropas del ejército del ave carmesí ya estaban establecidas en las afueras de la ciudad portuaria de la región “Las Siete Aguas”.
Corazon había recibido sin problema alguno a los navíos de la flota de su hermano mayor, había dejado todo en orden para su regreso, las tropas se habían reabastecido y su campamento ya estaba más que asentado. Ahora solo quedaba esperar a Doflamingo…

 

— ¿Qué tanto podrás estar haciendo ahora, Doffy? —se preguntó Corazon mirando al horizonte del mar que estaba teñido de naranja y dorado debido a las luces del atardecer.  

 

El hombre de espeso cabello rubio tenía una manzana medio mordida entre sus manos, en los últimos días había estado comiendo una manzana antes de cenar. Podía sentir la fresca brisa marina acariciando su pálido cuerpo que había dejado la armadura por un día completo.

 

—Corazon…

 

—Law… ¿Qué sucede?

 

—Nada malo, solo… estaba buscándote para ir a cenar…

 

—Oh, entonces ya empezaron a preparar todo muy temprano en el campamento, eh.

 

—De hecho, muchos decidieron que no querrían cocinar esta noche, aprovechando que hay un festival, la mayoría decidió acudir y…

 

— ¿¡Entonces no hay nadie en el campamento!?

 

—Los centinelas asignados para esta noche permanecen ahí, así como unos pocos que se quedaron bastantes a descansar—le tranquilizo el muchacho—. Me preguntaba si no querrías ir a comer algo en ese festival, es decir, has estado con mucho trabajo últimamente—dijo Law fingiendo una actitud casual e indiferente que buscaba suavizar la gran preocupación que sentía por Corazon—. Quisiera invitarte a comer algo diferente a lo que siempre consumimos en el campamento.  

 

—No suena mal… Quisiera comer un poco de frutas y verduras frescas. Vamos…

 

 

Corazon y Law empezaron su paseo por aquella ciudad, observando distintos comercios que se encontraban guardando la mercancía que habían puesto en exhibición durante el día, se toparon con muchos viajeros que se dirigían a distintas posadas para tener una noche de descanso, varias tabernas que estaban recién abriendo sus puertas y daban la bienvenida a los clientes más ávidos por un buen tarro de cerveza y buena compañía.

Pronto llegaron a la plaza central, en donde era realizado el festival, había muchos puestos de exótica comida, así como exhibiciones de arte, música con actuaciones de bardos, músicos diversos, bailarinas que movían hipnóticamente largos lazos y pañoletas enormes, y poetas que recitaban puñados de bellas y reconfortantes palabras entonadas en voces suaves y melodiosas.

 

 

—Law, acabaras con tus ahorros... —comento Corazon al recibir un gran platón de verduras frescas bañadas en una especie de salsa y vinagre especial.

 

—No tengo mucho en que gastar la plata que llego a obtener—dijo Law mientras observaba discretamente como Corazon empezaba a dar bocados de su ensalada.

 

—Esta delicioso… Oye, Law, ¿Qué no tienes hambre? —pregunto el rubio al darse cuenta de que el muchacho de cabello negro no había tocado su plato de arroz preparado con verduras y especies exóticas.

 

—Creo que perdí un poco de apetito… Pero tengo mucha sed—y Law se sirvió un poco más de un vino frutal que había comprado para los dos.

 

—Cuidado, podrías embriagarte fácilmente si bebes mucho y sigues con el estómago vacío—advirtió Corazon con un ligero tono divertido en su voz.

 

—No lo creo… Nunca me ha pasado—replico Law, manteniéndose serio.

 

—Sería un evento sorprendente…

 

— ¿Qué?

 

—Verte totalmente ebrio—dijo Corazon con una sonrisa que mezclaba condescendencia y algo de curiosidad—. Me pregunto en qué clase de persona te convertirías…    

 

—Sería el mismo.

 

—Supongo que si…—continuo Corazon—. Aunque siempre han dicho que uno deja ver su verdadero ser cuando se está ebrio o cuando uno está a punto de morir… ¿Tu qué crees?

 

—Me inclino más por el ultimo enunciado—contesto Law—. Creo que es más probable que la muerte nos orille a revelar nuestra verdadera naturaleza.

 

Corazon observo los ojos grisáceos de su joven acompañante; Law era una de las personas más serias que conocía, así había sido desde pequeño, aquellos ojos del color del humo rara vez lucían algún brillo de alegría o diversión. Como deseaba verlo feliz o relajado más a menudo…

 

Terminaron de comer y continuaron explorando el festival, observando transeúntes, expositores y puestos de comerciantes.

Cuando ya estaban dispuestos a regresar al campamento, atravesaron una callejuela en donde la puerta de un edificio de varios niveles se mantenía abierta de par en par y era custodiada por varias mujeres que al momento de notar su presencia empezaron a invitarles a pasar un rato con ellas, a cambio de un par de monedas.

El rostro de Corazon enseguida se ruborizo y con mucha torpeza dio excusas y disculpas a las mujeres que pretendían tomarle como su cliente.
Por otro lado, Law brindaba una expresión antipática, y se mantenía vigilando cada palabra o acción que Corazon hiciera ante aquellas prostitutas.

 

De pronto, Law noto que Corazon sacó un par de monedas de oro y se las brindo a una joven de largo cabello rubio; era la más joven del grupo (quizá tendría trece o catorce años) y también la más reservada, pues era la única que se había mantenido en silencio y tenía en su cara una clara expresión de timidez, tristeza y temor.
El corazón de Law comenzó a latir rápido y con fuerza, alterado por lo que acababa de presenciar; ¿acaso Corazon se había atrevido a comprar los servicios de aquella muchacha?
El joven moreno estaba atónito ante lo que había hecho su amado Corazon.

La muchacha tendió una mano insegura para recibir las monedas, con gesto asustadizo y en silencio avanzo hacia Corazon hasta que este ultimo la detuvo, poniéndole una mano sobre un delgado hombro.

 

—No te preocupes, no pretendo estar contigo o que me acompañes de alguna forma—le aseguro Corazon con voz tranquila—. Adminístralo lo mejor que puedas—y luego añadió en un murmullo—. Trata de huir de todo esto, pronto…

 

La joven contemplo confundida el rostro de aquel hombre de piel pálida y abundante cabello rubio. Al cabo de unos segundos Law y Corazon se alejaron de ahí.
Law seguía totalmente intrigado, tanto que no pudo contenerse a preguntar sobre el tema.

 

—Corazon… ¿conocías a esa joven?

 

—No. Lo que sucede es que… Ver a alguien como ella, en un sitio como ese, me parece algo terriblemente triste. No debería estar ahí. No pude hacer mucho, aunque realmente espero haber ayudado un poco a mejorar sus posibilidades—explico mientras llegaban al campamento—. Además…

 

— ¿Qué?

 

—Vas a decir que es algo ridículo, pero… Cuando la miré, cuando miré su cabello en específico, no pude evitar recordar a mi madre—confeso el rubio esbozando una tenue sonrisa melancólica.

 

Ahora Law se encontraba más tranquilo, aliviado de que Corazon no se hubiese interesado en acostarse con aquella chica y en cambio solo se hubiese dejado llevar por sus buenas intenciones.

 

— ¿Recuerdas a tu madre, Law?

 

—Si… Un poco. Conforme han pasado los años, siento que es más difícil recordarla, solo puedo evocar un par de momentos junto a ella, junto a toda mi familia…—respondió Law sintiéndose algo incómodo; hace bastante tiempo que no pensaba en aquel triste y trágico hecho de la pérdida de su familia.

 

—Lo lamento… Siento que a veces me podría pasar lo mismo… Temo perder esos recuerdos—dijo Corazon dirigiendo su mirada hacia una pequeña fogata en donde tres soldados se encontraban charlando—. Al menos Doflamingo ayuda a que no me olvide de mis lazos de sangre…

 

 

El hombre de cabello rubio dirigió una cálida sonrisa a Law y se despidió, deseándole una buena noche de descanso.

Para cuando Law llego a su tienda, se recostó rápidamente sin molestarse en quitarse las botas.
Mantuvo su mirada en el techo de tela de su pequeña tienda y reflexiono sobre la interacción que había tenido esta noche con Corazon.

Cuanto lo quería y le admiraba, era algo tan fascinante verle actuar de repente de forma tan misteriosa para que al final brindara buenas intenciones, aquellas buenas intenciones que habían provocado que hace años le salvara la vida hace años.

Al cabo de un rato, Law fue vencido por el sueño y su mundo de ensueño empezó a brindarle una secuencia de imágenes tan vividas y deseadas: Law se encontraba llegando a una cabaña, en donde Corazon le esperaba con una sonrisa, listo para tomarlo entre sus brazos y llenar su rostro de pequeños besos…

Se dejaron caer sobre una suave cama de plumas, sin dejar de abrazarse y acariciarse, viéndose con tanto cariño para después, poco a poco, empezar a ayudarse el uno al otro a desprenderse de sus ropas. Cuando Corazon quedo desnudo frente a Law, el joven de piel morena empezó a besar cada extremidad de su amado rubio; beso sus largas y pálidas piernas, sus fuertes brazos, su torso lleno de cicatrices, sus grandes manos, para finalmente regresar al rostro y volver a unir sus labios con los de él, de una manera tan apasionada que lucía casi desesperado, como si besar a Corazon fuera aire vital para existir.

 

—Te amo tanto…—susurró aquel Law del sueño, tan devoto a su amante y liberado de toda presión o prejuicio—. Te amo… Y te amaré por siempre… Incluso después de la muerte…

 

—Law… Law…—gemía Corazon, con los ojos cerrados en una expresión de deleite—. Law…

 

—Corazon…

 

Law contemplaba como su amado suspiraba de placer, y parecía rendirse ante cada caricia y beso que Law le brindara. Muy pronto aquel Law del mundo onírico no resistió más, comenzó a experimentar una urgencia, una intensa sensación de llegar más allá.

Llevo una mano hacia la entrepierna de Corazon, llevándola debajo hasta toparse con aquella pequeña anatomía, esa ajustada entrada de color rosáceo en donde había escuchado que debía entrar si es que alguna vez se acostaba con un hombre.

 

—Law…—volvió a gemir el Corazon del sueño, empezando a retorcerse un poco, pero sin entorpecer la tarea del muchacho de cabello negro—. Law…   

 

Law empezó a tocar tímidamente aquel orificio, sintiendo que su pulso aceleraba y le demandaba avanzar más para finalmente dirigir su rígida virilidad hacia esa zona y empezar a invadir el interior de Corazon, demostrándole toda la energía y pasión que tenía hacia el…

Estaba a punto de hacerlo… Casi… Tan cerca… No podía creer que fuera a ser digno de unir su cuerpo con el de Corazon…

Y aquel momento tan intenso e íntimo se desvaneció cuando el verdadero Law abrió los ojos de golpe, respirando entrecortadamente y sintiendo como su cuerpo estaba bañado en sudor.

 

—Que imbécil soy…—murmuro Law al caer en cuenta de lo que había soñado y lo mucho que había afectado a su cuerpo, provocándole una oleada de vergüenza momentánea.

 

Ya que había despertado y de manera tan brusca, aprovecho para quitarse las botas, se cambió de camisa y aprovecho la que se había retirado para limpiarse el sudor.
Dio un breve vistazo afuera de su tienda y no encontró más que a los soldados que estaban asignados para vigilar esta noche, el resto seguía durmiendo tranquilamente.

 

Al día siguiente, Law despertó más tarde de lo acostumbrado, después de aquel sueño tan desenfrenado no pudo evitar recordar lo bien que se había sentido soñar con aquella situación, así que tampoco pudo eludir la necesidad de “desahogarse” apropiadamente, auto estimulándose un par de veces durante la madrugada.

 

—Law… ¿Te sientes bien? —pregunto Corazon cuando le vio ir por una cubeta de agua.

 

—Si…—respondió Law con voz ronca.

 

—Pensé que te habrías enfermado o algo así, sueles despertar temprano…

 

—Lo siento, ¿necesitabas mi ayuda?

 

—No, no te preocupes. Solo estaba angustiado de que alguna de las cosas que comimos ayer te hubiera enfermado.

—Estoy bien…

 

— ¡Comandante Corazon…! —llamo una voz a sus espaldas. Un subordinado se aproximaba a Corazon con un pergamino—. Noticias del joven amo Doflamingo…

 

El rostro de Corazon se ilumino por un instante, aunque al momento de tomar el pergamino, su semblante empezó a tornarse preocupado. Corazon agradeció la entrega de dicho documento y después de que el mensajero se retirara, murmuro: 

 

—Creo que debo ir a leer esto a mi tienda… Law, ¿me acompañas?

 

Law asintió con la cabeza y fue tras del rubio comandante.
Al llegar al lugar, Corazon comenzó a desenrollar el papel, rompiendo el sello único de su hermano, y leyó en silencio.
Law observaba atento el rostro de Corazon, esperando a que no fueran malas noticias que pudieran dañar a su amado.

 

—Doffy ya llego a su destino…

 

— ¿En dónde está?

 

—En una región conocida como las tierras sombrías, en la ciudad de Umbra—respondió Corazon con voz débil—. Solo espero que este bien y que salga de ahí lo más rápido que pueda…

 

—Estará bien—se apresuró a decir Law—. Doflamingo regresara a salvo.

 

—En verdad deseo que regrese con todos sus sentidos y extremidades intactas, ese lugar tiene una fama terrible—continuo Corazon, manteniéndose desanimado y con la mirada triste—. En ese punto del mundo solo abundan brujas, hechiceros, y quien sabe cuanta gente con tendencias sobrenaturales. Doffy en verdad quiere hacer uso esa clase de habilidades, dominarlas y explotarlas… 

 

—En verdad temes que lo logre…

 

—Si… No quiero que se convierta en algo totalmente diferente y monstruoso—musito mientras empezaba a caminar por su tienda, con paso vacilante—. Recuerdo que leí alguna vez en un libro que la magia y la brujería es el método que muchos usan para combatir el fracaso y la incompetencia… Pero no a todos les funciona, creo que solo cierto tipo de personas están destinadas a usarla sin salir más perjudicados de lo que son beneficiados.  

 

Law no sabía que más podría decir; ya le había animado hace tiempo diciéndole que Doflamingo estaría bien debido a que poseía una peculiar suerte que provocaba que se saliera con la suya, de alguna forma u otra, que su regreso sería pronto y que aquel hombre volvería sin heridas y sin ninguna complicación. Pero la preocupación de Corazon no era fácil de mitigar…

Era su hermano, el único lazo familiar que le quedaba en ese mundo.

 

—Corazon… Creo que podría tranquilizarte escribirle de vuelta, contarle sobre cómo estamos aquí y sobre como todos esperan su regreso—se atrevió a sugerir Law con voz cautelosa—. ¿Quieres que te consiga un ave para que envíes tu carta?

 

—Gracias, Law… Pero dudo que pueda escribir algo coherente ahora mismo—y soltó una especie de risa penosa mientras volvía a enrollar el pergamino y lo guardaba en su baúl personal—. Iré a cabalgar un rato... Discúlpame.

 

Y Corazon salió de su tienda, dejando a Law contemplando su espalda mientras se alejaba más y más de su vista.  

 

 

Notas finales:

Gracias por leer y muchisimas gracias en especial a quienes dejan su opinión respecto al capítulo ♥ creo que ya saben que son parte de todo la cadena que lleva a la motivación de publicar pronto jaja :')


 


¡Hasta la próxima!


 


Atte. Levita Hatake


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