Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Replay. por Breil Obrealdi

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hey ~ Aquí va el siguiente capítulo. Debido a que los voy subiendo a medida que los escribo y no siempre tengo internet a mi alcance, podría darse que algunos capítulos tarden más en ser subidos que otros. Aún así, mi intención es intentar subir uno a la semana o semana y poco por lo que trabajaré duro con el fin de conseguirlo.

Unos estruendosos golpes cercanos lo despertaron de madrugada. ¿Quién sería a esa hora? Al cabo de un par de segundos los golpes se detuvieron y no hubo más que silencio, supuso entonces que quien quiera que fuese ya se había marchado o tal vez se los había imaginado y en realidad no formaban más que parte de un sueño.

Casi había vuelto a dormirse cuando su puerta se abrió abruptamente, golpeando la pared y provocando que él se incorporara de golpe en la cama. ¿Les estaban atacando? ¿Una invasión?

– ¿Q-Qué está…? –trató de preguntar frotándose los ojos. Su cerebro aletargado se negaba a cooperar para procesar correctamente lo que ocurría.

 – ¡Vamos, vamos! ¡Todo el mundo en pie! –pudo escuchar que gritaba una voz en el pasillo.– No tenemos mucho tiempo.

 Apoyado en el marco de la puerta, un chico alto y más bien fornido según le pareció por su silueta, le instó a levantarse moviendo la cabeza.

 – Tú no eres ninguna excepción, novato. –se dirigió a él.– Mueve el culo.

 – Ya voy… –murmuró levantándose lentamente y poniéndose las zapatillas antes de salir al pasillo.

 Todavía le costaba concentrarse y pensar con claridad. Fuera, en el pasillo, obligaron a todos los de primer curso a ponerse en fila pegados a la pared mientras un moreno se paseaba de lado a lado con las manos en la espalda. ¿No se estaban tomando aquello un poquito demasiado en serio? Eran un montón… Más de lo que él había esperado en un principio. Y eso sólo los de la cuarta planta, Kagami y Kuroko estaban en la tercera. ¿Estarían pasando por lo mismo? Una cabeza rubia le resultó vagamente familiar.

 – Escuchadme con atención. Sed bienvenidos a la residencia Teiko, hogar de los más grandes. –como si fuera algún tipo de chiste que sólo él entendiera, soltó una pequeña risa por lo bajo– Como sabréis, no aceptamos a cualquiera… Es por eso que deberéis superar varias pruebas antes de formar parte de nosotros.

 ¿De qué hablaba? Parece que alguien había visto demasiadas películas…

 – Mi nombre es Takao Kazunari, durante las próximas semanas, Takao-sama para vosotros. Hay ciertas reglas que deberéis respetar con el fin de asegurar vuestra propia supervivencia aquí. Regla número 1, está terminantemente prohibido ir a la quinta planta, aquel que lo haga sufrirá las consecuencias, así lo manda nuestro Líder Absoluto. Regla número 2, los novatos no podréis usar el ascensor mientras duren las novatadas, será propiedad exclusiva de vuestros senpais. Regla número 3, debéis dirigiros a nosotros como “-sama”. Regla número 4, estáis obligados a cumplir con todas nuestras órdenes. Aquel que no lo haga será duramente reprimido. Regla número 5, no se os permite cerrar con llave las puertas de vuestras habitaciones hasta que todo esto acabe. Eso es todo por ahora, os avisaremos si alguna otra regla se añade.

» Vuestra primera prueba consiste en--.

 Había mencionado algo sobre un Líder Absoluto, ¿acaso estaban en algún tipo de dictadura? ¿Pero a qué clase de residencia había ido a parar? Un peliverde emergió de la nada por detrás, tirándole una pelota de baloncesto a la cabeza e interrumpiendo así el discurso. El moreno cayó al suelo cual árbol talado.

 – Deja de hacer el tonto, sabes que no te corresponde a ti anunciar las pruebas. Mucho menos otorgarte el apelativo de “sama”.

 – Moh, Shin-chan. Eres un aguafiestas.

 Ignorándolo por completo, el peliverde recién aparecido continuó. Qué raro, tenía los dedos vendados. ¿Se habría hecho daño?

 – Yo soy Midorima Shintarou. Vuestra primera misión es atrapar uno de los patos del estanque del parque de aquí al lado. Tenéis doce horas desde ahora para hacerlo, por lo que el plazo acaba mañana a las cuatro de la tarde. Aquellos que no lo consigan sufrirán un castigo especial. –empujándose las gafas para recolocárselas bien, añadió.– Ah, se me olvidaba. No se os permite saltaros las clases para completar la misión, nos enteraremos si alguien lo hace. Podéis empezar ahora.

 En un pestañeo, la gente salió corriendo en estampida como alma que lleva el diablo hacia las escaleras. Para cuando quiso darse cuenta, se había quedado completamente solo en el pasillo. Uh, uh. Tal vez también debería ponerse en movimiento, desconocía de qué se trataba el castigo, pero seguro que nada bueno les depararía. Sin embargo, también tenía mucho sueño… Podría dedicarle una o dos horas a la búsqueda y de esa manera dormir un poco más antes de tener que empezar a prepararse para clase. Tampoco es que coger a un inocente patito pudiera ser tan complicado, ¿no?

Una vez en la planta baja debían salir por la puerta de atrás, usualmente utilizada para la recogida de los pedidos de la resi. Si el portero de guardia los pillaba estarían muertos.

 Una vez afuera, una ligera brisa le revolvió el pelo y se estremeció, recordando entonces que no llevaba camiseta. Si no tenía cuidado podría resfriarse, era verano sí, pero de noche refrescaba. Al llegar al parque su cara era un poema, la gente gritaba y corría de un lado a otro mientras los patos graznaban huyendo y otros perseguían a quienes en un principio habían ido a por ellos. Estaban condenados. O por lo menos él lo estaría, concluyó algo intimidado por lo bestias que estaban resultando ser sus compañeros. Echando un vistazo alrededor no le pareció ver a Kuroko ni Kagami, tal vez no tenían que hacerlo o se habían escaqueado de alguna manera. A Kuroko no le resultaría demasiado difícil con su habilidad.

 La primera vez que trató de acercarse a uno de los patos, el chico se vio atropellado y lanzado hacia un lado por una manada de gente que ya tenía fichada al pato. Ay.

 – Voy a tener que ponerme las pilas si no quiero perder.

 Al cabo de una hora ya se escucharon los primeros aullidos de victoria de algunos, que aprovecharon para retirarse de vuelta al dormitorio para descansar el tiempo que les quedara. Suertudos. Por ahora no había estado ni lo más remotamente cerca de tocar uno de esos patos de lo que había estado al principio. Debería cambiar su estrategia.

 Alejándose un poco del resto, pudo ver a lo lejos una pequeña figura blanca que sobresalía tras unos arbustos. Bingo.

 Con todo el sigilo del que era capaz de hacer prueba, se acercó lentamente, extremando el cuidado para no pisar ramas secas y advertirle de su presencia. Parece que después de todo iba a conseguir librarse del castigo. A su lado prácticamente, se abalanzó sobre el pato para atraparlo… Pero se ve que no le gustó que lo despertaran de esa forma porque empezó a graznar afanadamente y a pegarle picotazos en la cabeza, que él trataba inútilmente de esquivar.

 – Ouch, ouch, ouch. Pato malo, pato malo. Deja de-- ¡Auch! —Uno de esos picotazos resultó ser particularmente doloroso y no le quedó más remedio que soltar al animal, puede que accidentalmente lanzándolo hacia un lado.

 Bueno, ahora que lo había liberado no había mucho que pudiera hacer al respecto. Podría volver a intentarlo más tarde. A la mañana siguiente sólo tendría en su mayoría presentaciones sobre lo que consistirían las asignaturas, por lo que con suerte saldría a eso de la una y podría dedicar el resto de la tarde a aquella estúpida caza.

Oh. Desde su posición podía contemplar el edificio de la residencia entero, sólo la portería y una habitación de la última planta seguían con la luz encendida. Estrechando los ojos trató de afinar la vista, ¿era cosa suya o había alguien observando todo desde allí arriba? No era capaz de distinguir bien cómo era debido a que estaba a contraluz.

 Su despiste le costaría caro, pues el pato agraviado había vuelto en busca de venganza y se lanzó sobre él agitando sus alas. Pillado por sorpresa, echó a correr con la mala suerte de pisar un charco de barro que se quedó con su zapato e hizo el efecto de una zancadilla, impulsándolo hacia delante y provocando que cayera de lleno en el estanque.

El coro de risas que lo siguió le hizo saber que no había pasado desapercibido. Por cómo le quemaban las mejillas supo que se había puesto rojo como el de un tomate.

 

Por favor tierra, trágame.

Notas finales:

Lamento si mis capítulos os resultan algo cortitos, estoy tratando de corregir eso. Contadme qué os ha parecido o si tenéis alguna idea de en lo que podrá consistir el castigo para aquello que no logren cumplir la misión. Muajaja... ¡Nos leemos! ~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).